} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO

miércoles, 16 de julio de 2025

ELEGIDOS DE DIOS (8)

 

 

1Pedro 2:4  Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,

5  vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

6  Por lo cual también contiene la Escritura:

 He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;

 Y el que creyere en él, no será avergonzado.

7  Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,

 La piedra que los edificadores desecharon,

 Ha venido a ser la cabeza del ángulo;

8  y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,  porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.

9  Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

10  vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.

 

 

Muchas religiones en el mundo tienen sacerdotes. La tarea principal de tales sacerdotes es la de representar la situación del hombre ante Dios. Estos sacerdotes ofrecen oraciones y sacrificios a Dios de parte de la gente a la que representan. Los sacerdotes también se suponen que representan el camino a la reconciliación entre Dios y el hombre. El Antiguo Testamento tenía tal sacerdocio. Sin embargo, el cambo radical en el Nuevo Testamento es que después del Pentecostés, todo el pueblo de Dios se convierte en sacerdotes. Cuando Pablo habló acerca del sacerdocio real no dijo, “Mas yo soy real sacerdocio…” o “el líder cristiano local es un sacerdote…” sino que dijo, “Vosotros sois real sacerdocio.” ¡En vez de un sacerdocio local operando desde Jerusalén, ahora Dios tiene a sus sacerdotes en donde quiera que su pueblo esté esparcido! ¡Ese es un nuevo sistema radical!

         Pedro no solamente reinterpreta el sacerdocio, sino que hace lo mismo con los cargos de profetas y reyes. Los cristianos son “sacerdotes reales y proféticos”. Ellos hablan por Cristo, hablan con Cristo y reinan con Cristo. Esto es también enseñado en el Catecismo de Heidelberg, domingo 12.

P. ¿Porqué  te llaman Cristiano(a)?

R. Porque por la fe soy miembro de Jesucristo y participante de su unción, para que confiese su nombre (profeta)  y me ofrezca a Él, en sacrificio vivo y agradable (sacerdote) y que en esta vida luche contra el pecado y Satanás con una conciencia limpia y buena (rey) y que, después de esta vida reine con Cristo eternamente sobre todas las criaturas.

 

El simbolismo que Pedro usa fuertemente sugiere que la audiencia estaba familiarizada con el templo de Jerusalén y el sacerdocio correspondiente. Utilizando el lenguaje y simbolismo del Antiguo Testamento, Pedro redefine el papel de la Iglesia con el pueblo de Dios.

 

2:4-8 EL SIMBOLISMO DEL TEMPLO

1Pedro 2:4  Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,

5  vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

6  Por lo cual también contiene la Escritura:

 He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;

 Y el que creyere en él, no será avergonzado.

7  Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,

 La piedra que los edificadores desecharon,

 Ha venido a ser la cabeza del ángulo;

8  y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,  porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.

 

Pedro usa el simbolismo del templo en Jerusalén para poder transmitir verdades acerca de la comunidad cristiana. El templo fue construido con piedras y también había sido destruido en varias ocasiones ya que las piedras fueron desechadas.

         Jesús es la roca viviente. Durante Su ministerio Jesús se refirió a sí mismo como la roca (Mateo 21:42 ). Él es la roca viviente sobre la cual la vida de los vivientes es construida   (Salmos118:22, Hechos 4:11). En discurso figurado, piedra viviente, es un oxímoron. Las piedras no tienen vida. Pero ésta roca se refiere a una persona. La Iglesia es construida en una relación personal con Jesús y no es simplemente una estructura comunal o tradicional.

         Jesús es la piedra rechazada.  Cuando Jesús se identificó a sí mismo como el templo que sería levantado en tres días, los líderes religiosos judíos lo rechazaron. Los líderes religiosos judíos eran los constructores que rechazaron al Mesías. Jesús se había convertido en la piedra de ofensa para todos aquellos que no creían en el Mesías. Pedro añade en el versículo 8 que aquéllos que rechazaron a Jesús habían sido asignados para eso. Dios había planeado desde la eternidad que el rechazo del Mesías llevaría al rechazo de Su Palabra y causaría que su pueblo tropezara en su pecado e incredulidad. Todos los no incrédulos rechazan al Mesías.

         Los creyentes son piedras vivientes. La comunidad cristiana es el nuevo templo del Espíritu. Este es un templo universal; nosotros todos los creyentes estamos unidos. Calvino escribe: “que él construye una casa de todo el número de creyentes. Porque aunque se dice que cada uno de nosotros es el templo de Dios, todos están unidos en uno, y deben ser unidos por amor mutuo, para que un templo sea hecho de todos nosotros.”

         Todos los creyentes son sacerdotes. Mientras que el Antiguo Testamento tiene sacerdotes especiales, ahora todos los cristianos son sacerdotes. Esta es una enseñanza radical en la cual la estructura de un especial sacerdocio de liderazgo está siendo extendido a una grupo populista de sacerdotes que recorrerá el mundo. El crecimiento de la iglesia cristiana soporta esto.

         Más del 95% de los misioneros cristianos contemporáneos y ministerios especiales son miembros de iglesias y no pastores ordenados o clero. Muchas iglesias tienen maestros de escuela cristianos, miembros de juntas directivas cristianos, maestros de enseñanza en casa cristianos, consejeros, trabajadores juveniles, trabajadores sociales, trabajadores regulares y padres que traen el evangelio a cada área de la vida. Los movimientos de crecimiento de iglesia más grandes el día de hoy es de personas laicas que evangelizan, atraen a inconversos a una iglesia en hogares y se organizan como un movimiento de iglesia. La iglesia perseguida, que no depende de clero institucionalizado, ha visto un crecimiento de iglesia sin precedentes, como es reportada en la China comunista. El movimiento misionero moderno, los movimientos de crecimiento de iglesias y el crecimiento de la iglesia perseguida, son indicadores del trabajo del sacerdocio de todos los creyentes. Esto no significa que todos estos movimientos son representativos del reino de Dios ya que hay falsos profetas, maestros falsos, pastores falsos, evangelistas falsos y cristianos falsos. Sin embargo, aún cuando los movimientos falsos sean imitaciones nos conviene descubrir y participar en el ejercicio genuino del sacerdocio de todos los creyentes.

         Las iglesias que se organizan como una clase profesional de sacerdotes ordenados usualmente sufren de estancamiento. A menos que toda la mayoría del “sacerdocio de todos los creyentes” sea entrenada y movilizada, la comunidad de la iglesia batallará en crecer (Efesios 4:12).

         La confusión escatológica contemporánea  está cercanamente asociada con la errónea perspectiva del templo y el sacerdocio. La preocupación evangélica y mayormente dispensacional y milenaria con la restauración de Israel, Jerusalén, el templo, los cargos y los pactos del Antiguo Testamento teocrático, muestra una falta de entendimiento acerca de cómo Cristo y la Iglesia de Cristo cumplen con las formas, estructuras y cargos de la teocracia del Antiguo Testamento. La Consumación, traerán la intencionada restauración de Dios y una nueva creación. La herencia prometida al creyente no es el milenio sino una nueva creación y un nuevo cielo.

         Sacrificios espirituales. Se reúnen para ofrecer sacrificios espirituales. Se han convertido en el sacerdocio santo, que prepara sacrificios, los ofrece, ora y pronuncia perdón para los pecadores arrepentidos.

         Para el cristiano judío, el templo en Jerusalén sería destruido en 70 AC. ¿Qué quedaría del templo? El nuevo templo: un templo espiritual consistente de ambos creyentes judíos así como creyentes gentiles fue prefigurado por las antiguas estructuras físicas.

 

2:9 a. EL SACERDOCIO

9  Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios,

 

El sacerdocio tiene sus orígenes en las amables provisiones del Dios Trino. Dios ha hecho un pacto eterno con Su pueblo “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno…” (Hebreos 13:20). Y Dios, quien es omnisciente (que todo lo sabe), también sabía que el hombre pecaría, proveyó a Jesús para que sea nuestro mediador, nuestro avalador en el pacto, nuestro sacrificio substitutivo y nuestro gran sacerdote.

         El mediador no era el policía que trataría de parar al hombre que peca. Por el contrario, sería un sacerdote que buscaría la reconciliación entre el pecador y el Dios contra el cual los pecados han sido cometidos. Debido a la caída, la intercesión requeriría el derramamiento de sangre. Por la gracia de Dios, aceptó a un substituto, la matanza de un cordero inocente hasta que la encarnación de Su Hijo, que sería “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”

         El sistema sacerdotal del Antiguo Testamento está establecido para la intercesión del sacrificio, la oración, la reconciliación, y la preparación del pueblo de Dios para entrar y caminar en la presencia de Dios. El libro de Levítico describe en detalle cómo el sacerdote preparó la entrada y permanencia en la presencia de Dios.

         Hay un sacerdocio universal así como sacerdotes locales. Mientras que el sacerdocio Aarónico y Levítico estaba centrado el lugar de reunión del pacto y el pueblo, la orden de Melquisedec es universal.

         Al final del AT, el sacerdocio había menguado a unos pocos “bajos” sacerdotes. El sistema se había vuelto corrupto. Solo podía ser restaurado por medio de la muerta sacrificial y la   resurrección del Señor Jesucristo.

         Jesús cumple el cargo de sacerdote. Jesús viene y completa todas las funciones del Gran Sacerdote. Él es el último sacrificio, Él intercede y sólo Él trae reconciliación. Él es el sacerdote universal según el orden de Melquisedéc. Después de la resurrección, Jesús es el Gran Sacerdote en el cielo. El intercede por la oración del pueblo de Dios. El vendrán al padre en el nombre de Jesús y por el poder del Espíritu Santo.

         Jesús comisiona a todos los creyentes a que sean sacerdotes [vosotros sois real sacerdocio]. Cristo reinará usando las oraciones, intercesión y sacrificio de Su pueblo.

         ¿Entonces qué hacen los sacerdotes? En el Antiguo Testamento el sacerdote respondía al llamado de Dios de ser sacerdote, ofrecía sacrificios, traía regalos delante del Señor, oraba, buscaba la reconciliación entre Dios y su pueblo y en general preparaba al pueblo de Dios para la adoración.

         ¡Antes que nada, el sacerdote debe reconocer su elección por Dios para el sacerdocio! “Más vosotros sois… pueblo adquirido por Dios.” ¡Pedro no solamente habla acerca de los sacerdotes ordenados! Él no dice, “Nosotros, los apóstoles, somos una generación escogida. No, el incluye a todos. Los pastores y ancianos tienen un papel especial entre sus compañeros sacerdotes, ellos entrenan al sacerdocio de creyentes para el trabajo del ministerio y la construcción de la iglesia (Efesios 4:12) pero el cargo más alto es el cargo de todos los creyentes.

         Pedro apunta que todos los sacerdotes reales son elegidos por Dios (y por lo tanto no escogidos por el hombre). ¡Este no es un cargo controlada  por la denominación, el estado, o instituciones de religión: es un cargo divino en la tierra, escogido, modelado y controlado directamente por Dios! Los siervos de Dios tienen la responsabilidad de la iglesia, pero la iglesia no determina su llamado o vocación espiritual, Dios lo hace. La iglesia reconoce y discierne espiritualmente el llamado de Dios para Su pueblo.

         Los elegidos nunca pueden decir,  “! No hay lugar para mi talento, mi ministerio en el reino de Dios!” Si Dios le da un llamado y un talento para el ministerio Él proveerá un lugar para ministrar.

         El sacerdocio no es para todos. Es sólo para los cristianos que son escogidos por el Dios verdadero y que verdaderamente funcionan como sacerdotes. Ellos profesan al Dios verdadero, oran al Padre a través de Jesús, interceden; buscan la reconciliación entre Dios y el hombre.

         Una forma de identificar al sacerdote escogido es por su confesión del Dios verdadero. No es el dios de los mormones, quienes creen que el Padre nació en otro planeta. No es el dios de los Testigos de Jehová, quienes niegan la eternidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No es el dios de los de la Nueva Era quienes piensan que Dios el Padre es madre y que además piensan que tú, tus gatos y perros y el árbol en tu jardín son dioses. Obviamente, hay selectividad en el sacerdocio para todos los creyentes.

         También hay cristianos que altamente proclaman que no creen en la elección de Dios. ¡De todas formas vendrán a un cambio de corazón y creencia o demostrarán ser no elegidos! Los únicos sacerdotes reales son aquéllos de la generación escogida, aquéllos que son escogidos por Dios para tal tarea. Y son llamados a conocer a aquél que los eligió y para qué propósito.

         Los sacerdotes deben presentar sacrificio agradable. El pueblo del AT confesaba su pecado al ofrecer sacrificio substitutivo. El sacerdote aceptaría los sacrificios y los presentaba al Señor. Después del Pentecostés, los creyentes venían a Cristo por fe, confesaban sus pecados  basados en Su sacrificio y vivían en gratitud y alabanza.  El propósito del sacrificio es el mostrar la condición del corazón que necesita redención. El sacrificio que el Señor requiere es un corazón y espíritu quebrantado, contrito y creyente. “Bienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el reino de los cielos.” ¡El rey reina a través de corazones quebrantados, corazones en luto, a través de corazones de misericordia, bondad, hacedores de paz y corazones que dependen de la gracia de Dios, que oran y ruegan a Dios y le agradecen por su gracia! En cuanto Lutero dijo: “Somos un mendigo diciéndole a otro mendigo en dónde encontrar su próximo alimento de gracia.”

         El sacerdocio real está activo en oración entre cristianos. La oración identifica nuestra entrada al sacerdocio. Cuando Saulo fue llamado y convertido por Dios en el camino a Damasco, el Señor le dijo a Ananías, “he aquí, él ora.” 

         Obviamente, necesitamos empezar a orar. ¡No siempre tenemos ganas de hacerlo! Es bueno pedirle a Dios que nos dé el deseo de orar. El bautista inglés del siglo XIX “príncipe de los predicadores,” C. H. Spurgeon observó: “Creo que cuando no podemos orar, es hora de que oremos más que nunca. Y si respondes, “¿pero cómo puede ser eso?” Yo diría, ora para orar. No, pero si tú dices no puedo orar, ora hasta que puedas.” “Entre más oremos más querremos orar… y el que ora más, deseará orar más abundantemente.”

         El puritano Sidlow Baxter nos recuerda, “El hombre puede menospreciar nuestros ruegos, rechazar nuestro mensaje, oponerse a nuestros argumentos, despreciar nuestra persona, pero son impotentes ante nuestras oraciones.”

         Las iglesias misioneras que están creciendo alrededor del mundo son remarcadas por oración extensiva. ¡Los moravos, a quienes Dios usó para evangelizar entre esclavos y sirvientes y reformar a la iglesia empezando al final del siglo XVII, oraron las 24 horas del día, por más de 100 años!

         Jorge Pasible, fue un pastor anciano con una voz muy débil pero con un espíritu muy ferviente que vivió en una pequeña villa en el campo de la República Dominicana. Él estaba cercano a la muerte y lo sabía. Justo antes de morir me dijo, “Cornelio, el hecho de que tú y los misioneros estén aquí y que la iglesia haya sido revivida y haya crecido es una respuesta a muchos años de oración. Oramos por un reavivamiento y el Señor te envió.

         Los sacerdotes reciben y administran las ofrendas que son traídas para el Señor. El sacerdote se aseguraba que estas fueran frutas de la primicia y no las podridas.

         ¿Estamos recibiendo ofrendas por la obra del Señor? El trabajo del sacerdote no solamente es el dar de sus propios bienes sino también animar a otros para que den. Los líderes de la iglesia tienen una gran responsabilidad para usar apropiadamente las ofrendas dadas para la obra del Señor. El primer paso al pedir es pedirle a Dios, y después pedirles a otros.

         El sacerdote buscaba la reconciliación para aquéllos en conflicto. Los sacerdotes eran mediadores. A veces lo único que una persona en problemas necesita es: “¿puedo orar por ti?” Qué gozo es el llevar a la gente al Padre a través del Hijo. Si todos nuestros problemas nos llevan al trono de gracia entonces valen la pena.

         Sin embargo, las oraciones para la reconciliación necesitan ser seguidas con acciones que son reconciliadoras. La confesión de pecados, la petición de perdón, la restitución y otras formas de reconciliación deben ser usadas.

         Oramos por la reconciliación: “perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.”Los cristianos no oran solamente para tener una buena plática íntima con Dios, la oración va más allá de la plática hacia un ruego por la reconciliación, esto es, la restauración entre partidos enajenados.

         Los padres cristianos oran por sus hijos. Si hay un miembro de la familia que no está siguiendo al Señor Jesucristo por fe, tenga la certeza de que se está orando por el. Los compañeros cristianos oran los unos por los otros. Y si un compañero no es fiel al Señor, tenga la certeza, de que se está orando por el. Los pastores cristianos oran por sus ovejas. El comité de ancianos en la iglesia ora por los miembros que están enfermos, aquéllos que no ven la necesidad de asistir a los servicios de adoración, y aquéllos que están teniendo problemas. Los cristianos oran por sus líderes gubernamentales. Puede que usted apoye la presidencia o sea anti-presidente, pero sigue siendo su responsabilidad como cristiano el orar por él, que pueda de manera voluntaria o involuntaria, hacer aquello que es bueno y castigar lo que es malo.

         El sacerdote prepara al pueblo para la adoración en Espíritu y en Verdad. Ellos estaban a cargo del tabernáculo y del templo. Se aseguraban de que el pueblo entendiera y que entraran apropiadamente a la presencia de Dios a través del sacerdote mediador.

         ¿Invitamos a la gente a que se una en la oración del Dios verdadero? ¿Invitamos a la gente a que venga al Padre a través de Jesucristo, el único Sumo Sacerdote? Recuerdo el testimonio de una mujer que por más de un año recogía a otra señora para venir a la iglesia antes de que se convirtiera al cristianismo y fuera a la iglesia por su propia cuenta. La mujer vivía justo enfrente de la iglesia, pero necesitaba a una sacerdotisa laica que viniera y la preparara para la adoración.

 

2:9b-10. SACERDOTES REALES Y PROFÉTICOS

9b para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

10  vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.

 

Los cristianos son ungidos como sacerdotes reales en la tierra (2:9b). La palabra “real” en griego viene de basilea, de reinar. Somos un sacerdocio reinante vinculado con el Padre en el nombre de Jesús y por el poder del Espíritu Santo. Jesús es el Sumo Sacerdote y los creyentes son los sacerdotes bajos.

         Juan Calvino apunta en su comentario que “real sacerdote” combina el cargo de rey y de sacerdote. Dios reinará a través de la obra de sus sacerdotes. Es por esto que, en la iglesia reformada y la presbiteriana, así como en muchas otras iglesias protestantes y evangélicas, no tenemos un sacerdocio especial entre nuestros líderes. Todos los creyentes son sacerdotes. A esto  se le llama “sacerdocio de todos los creyentes.”

         Los sacerdotes también son proféticos. Los cristianos son llamados a proclamar la adoración del Dios trino. Las razones para la adoración son: 1) por ser sacados de nuestra oscuridad y hacia Su luz; 2) por ser hechos un pueblo cuando no éramos su pueblo y 3) por obtener gracia cuando no era así antes. Los sacerdotes del antiguo testamento también cumplían con tales funciones. Llamaban al pueblo a arrepentirse de sus pecados y venir a Dios. Reunían al pueblo delante de Dios y Él se dirigía a ellos como Su pueblo. El sacerdote recibía el sacrificio para poder pedirle a Dios por misericordia. Ahora en el Nuevo Testamento, todo el pueblo de Dios debe llamar a otros para venir al Padre a través de Jesús, deben convertirse en miembros de la iglesia, el Pueblo de Dios y deben apelar y ser testigos de la gracia y la misericordia de Dios en sus vidas.

sábado, 5 de julio de 2025

ELEGIDOS DE DIOS (7)

 

 

1 Pedro 1: 17-23 

17  Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;

18  sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

19  sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

20  ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,

21  y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

22  Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;

23  siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

 

  EL LLAMADO A ORAR POR SANTIDAD

 

La oración es clamar al Espíritu Santo para poder vivir en santidad. El creyente vive en santidad a través de la oración. Ya que Dios es santo y la santidad viene de Él, entonces el creyente debe orar por esta. Como en 1:2, donde Pedro menciona al Dios trino en relación con la elección, 1 Pedro 1:17-22 el Dios trino está relacionado con la santidad.

         Ora al Padre por santidad. La petición por santidad está dirigida al Padre. Así como en el Padre Nuestro hemos sido enseñados a orar por santidad a Dios (“Padre Nuestro que estás en el cielo, santificado (santo) sea tu nombre”). Ésta es la primera petición, el primer imperativo del Padre Nuestro. “Santificado sea tu nombre.” El Catecismo de Heidelberg, domingo 47, lo explica de la siguiente manera:

Pregunta: ¿Cuál es la primera súplica?

Respuesta: Santificado sea tu nombre, es decir, concédenos ante todo que te conozcamos rectamente, y que santifiquemos y celebremos tu omnipotencia, sabiduría, bondad, justicia, misericordia y verdad, que se manifiestan en toda tus obras. Concédenos también, que toda nuestra vida, en pensamiento, palabra y obra, sea siempre dirigida a este fin: que tu santísimo nombre no sea por nosotros blasfemado ni menospreciado, sino honrado y glorificado.

El creyente debe reconocer que Dios es santo, que la santidad debe ser pedida, y que Él solamente se puede relacionar con nosotros basado en Su santidad. Sabiendo y orando por esto, el creyente se da cuenta que es un extraño en el sistema del mundo y que necesita ser preparado para la eternidad, en donde un día dará cuentas a un Dios que dirá, “en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” Así que el creyente enfrenta sus inhabilidades, su desgano y su falta de santidad en la oración. El ora hasta que recibe la bendición de ser separado de su pecado y ser enviado a servir al Maestro.

El legalista dice: “haz más.” El liberal dice: “haz menos.” El creyente ora, “No puedo hacerlo Señor, perdóname, hazlo a través de mí por tu Espíritu. Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6:8).

Santidad basada en el sacrificio de Jesús (versos 18-21). La única esperanza que el creyente tiene de relacionarse con el santo Dios es el ser perdonado por Dios a través del sacrificio substitutivo del Cordero de Dios. El completo sistema del Antiguo Testamento de mediación y sacrificio fue establecido, pero Pedro apunta a  su “conducta sin objetivo recibida por tradición de sus padres.” La interpretación de Calvino es que Pedro les habla a judíos cristianos así que la tradición se refiere a la interpretación de sus líderes religiosos de la Ley de Dios. Otros autores sugieren que Pedro está hablando de tradición pagana.  Cualquiera que sea la tradición religiosa a la que se refiere, la solución se encuentra en creer y vivir de acuerdo al sacrificio redentor de Jesús. La solución de los problemas del hombre con el pecado fue pre ordenada no solamente antes de la creación del mundo, y antes de que el pecado llegara al mundo, sino también antes de que las tradiciones de los padres fueran establecidas.   Siempre ha sido el plan de Dios el traer santidad al mundo a través del sacrificio redentor y sustitutivo de Su Hijo. 

Pedro escribe, “a través del cual (Jesús) creen en Dios.” Jesús es el mediador entre un Dios Santo y el creyente en el proceso de vivir en santidad. El creyente requiere la constante intercesión de su Gran Sacerdote celestial para poder relacionarse con el Dios Padre.

 

         EL LLAMADO A LA PUREZA

 

La santidad es la purificación traída a través del Espíritu Santo (verso 22). El Espíritu Santo trae un nuevo nacimiento (1:23); purificación del alma (1: 22); el fruto del Espíritu (Gracia, paz, 1:2; amor, 1:22), dones del ministerio (predicación, 1:25) y fortaleza en medio del sufrimiento (1: 6,7).

         El creyente no puede purificar su naturaleza humana o adánica. La naturaleza humana  es “pinchado,” es un balde de agua con un hoyo, un globo con una fuga por un pinchazo, un cáncer sin remedio. La naturaleza humana está espiritualmente muerta  y los creyentes necesitan el nuevo nacimiento. Hay sistemas religiosos y filosóficos que proponen traer la espiritualidad a través de la rehabilitación de la naturaleza humana. Su solución es buscar dentro del espíritu del hombre o buscar en el mundo de espíritus para poder encontrar espiritualidad. Por el contrario, Pedro claramente apunta a Dios como la fuente de la santidad, “a través de Él crees en Dios… por lo que tu fe y esperanza están en Dios.”

El creyente, sin embargo, es renacido por una simiente incorruptible (verso 23). Nadie, ni el creyente, puede quitar a esta semilla. La Inquisición romana trató de forzar la  renuncia de la fe y apagar la vida nueva espiritual del creyente pero todos los métodos de tortura no tuvieron éxito con los verdaderos creyentes.

Habiendo recibido santidad de Dios, el creyente debe responder a la verdad y practicar el amor (verso 22). Para el regenerado la pureza del alma viene a través de la obediencia a la verdad. Dios es verdadero y revela toda verdad. La verdad de Dios es dada al creyente a través de la Palabra y Espíritu de Dios. La Palabra necesita vivir y permanecer en el cristiano (verso 23). El cristiano necesita estar constantemente en la Palabra de Dios por estudiarla, estar bajo la predicación de la Palabra (vverso 25) y poner en práctica la Palabra.

El cristiano debe orar por la obra de santificación del Espíritu Santo. Esta obra no viene automáticamente. Tal santidad viene de Dios y necesita ser pedida. El creyente no sólo es santo por sí mismo. El creyente debe desecharse de la malicia, el engaño, la hipocresía, envidia y mal hablar. Tales corrupciones no vienen de la “simiente corruptible” (verso 23). Tales actividades pecaminosas no vienen de Dios, ni su Espíritu y su Palabra. La malicia viene de nuestra naturaleza humana, el mundo y el diablo. Por la santificación del Espíritu Santo venceremos a los enemigos de Dios y de nosotros.

Notemos que el apóstol requiere completa santidad pero reconoce la falta de santidad en el creyente. Por esta razón,  decimos que la santificación es progresiva; es un proceso espiritual de muerte diaria al pecado y vida diaria en Cristo.

 

viernes, 4 de julio de 2025

LA EXPERIENCIA INTERIOR DEL CREYENTE

 

«Porque según el hombre Interior, me deleito en la ley de Dios, mas veo otra ley en mis

miembros que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo a la ley del

pecado que está en mis miembros. ¡Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del cuerpo

de esta muerte? Gracias doy a Dios por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo con la

mente sirvo a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado» (Romanos, 7:22-25).

 

Un creyente ha de ser conocido no sólo por su paz y por su gozo, sino también por su lucha y por su congoja. Su paz es muy peculiar; la recibe de Cristo. Es una paz celestial, una paz santa.

Su combate, su lucha es también muy especial; porque la tiene muy arraigada en lo más íntimo de su ser, le produce verdadera agonía y sólo cesará cuando muera. Si el Señor lo permite, la mayoría de nosotros esperamos participar el próximo domingo de la cena del Señor. La gran pregunta que ha de ser contestada antes de participar de la comunión es: "¿Me he refugiado en Cristo Jesús, o sigo expuesto a la condenación?"

Quisiera conocer sólo este punto, que a menudo me turba el pensamiento, ¿Amo yo o no amo a mi Señor? ¿Soy realmente de Él o no lo soy?

Para ayudaros a hacer más clara la pregunta me ha parecido bueno escoger el sujeto de las luchas del cristiano para que podáis saber por ello si sois un soldado de Cristo, al realmente estáis peleando la buena batalla de la fe.

 

I. EL CREYENTE SE DELEITA EN LA LEY DE DIOS

"Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios'' (verso 22).

 

1.Antes de que el hombre acuda a Cristo, aborrece y le desagrada la ley de Dios. Su alma se alza contra ella: "La intención de la carne es enemistad contra Dios".

Primero: el hombre no convertido odia la ley de Dios por ser tan pura. "Tu palabra es muy pura, por esto la ama tu siervo." Y por la misma razón la odia el hombre no regenerado. La ley fue dada como expresion de la mente pura y santa de Dios. Es infinitamente opuesta a toda impureza y pecado. Cada palabra y línea de la ley se opone al pecado. Pero el hombre natural ama el pecado y por esto se opone a la ley, porque ella condena todo cuando el hombre ama. Del mismo modo que el murciélago no ama la luz y huye de ella, también el no convertido odia la pura luz de la ley de Dios y se desentiende de ella.

Segundo: la odia también por su amplitud, por su alcance. "Ancho en gran manera es tu mandamiento." Alcanza en sus preceptos todos a sus actos internos, vistos o no vistos, llega a condenar toda palabra ociosa que los hombres pronuncian, se extiende hasta redargüir las miradas de los ojos lascivos, profundiza hasta las más secretas intenciones de pecado y de lujuria que anidan en el corazón. El inconverso desprecia la ley a causa de su rectitud y estricta acción.

Si su acción se limitase a solamente los hechos exteriores, entonces quizá podría tolerarla, pero condena también mis pensamientos y deseos más secretos, lo cual me resulta imposible impedir.

Por todo ello el hombre natural se levanta contra la ley.

Tercero: la odia a causa de su inmutabilidad. El cielo y la tierra pasarán, pero ni una jota ni un tilde de la ley quedarán en modo alguno eliminados. Si la ley cambiase, o hiciese algunas concesiones, o tolerase algunas cosas en según qué casos, e incluso quedase eliminada su acción en ciertas circunstancias, quizás entonces sí complacería a los impíos. Pero es tan inmutable como Dios mismo: la ha dictado el corazón de Dios, en quien no hay variación ni sombra de cambio alguno. No puede cambiar, a menos que Dios cambie; no puede morir, a menos que Dios muera. Aún en el mismo infierno, en los tormentos eternos, sus requerimientos y sus maldiciones seguirán siendo los mismos. Es una ley inmutable porque ha sido promulgada por un Dios inmutable. Éstas son las razones por las que los impíos odian, con un desprecio también inmutable, a la ley santa y buena y perfecta-

 

2. Cuando un hombre viene a Cristo, todo le ha sido cambiado. Puede decir: "Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios". Con David puede repetir: ¡Cuánto amo yo tu ley! es ella mi meditación día y noche." Con Jesús puede decir en el Salmo 40: "El hacer tu voluntad, Dios mío, hame agradado, y tu ley está en medio de mis entrañas".

El convertido ama la ley por dos razones:

La ley ya no le es más un enemigo. - Si alguno de vosotros siente la opresión del temor por causa de sus infinitos pecados y las maldiciones de la ley que culpablemente ha quebrantado, acuda a Cristo, en quien hallará descanso. Entonces podrá decir como Pablo: "Cristo me redimió de la maldición de la ley, siendo hecho maldición por mí, como está escrito. Maldito cualquiera que es colgado en madero". Por tanto, nunca más tendrá temor de aquella temible y santa ley: "Ya no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia". Nunca más tendréis temor de la ley con que habíais de ser juzgados en el día del juicio. Imaginaos cuál será la experiencia del alma salvada una vez terminado el juicio; cuando el terrible cuadro haya concluido, cuando los muertos, pequeños y grandes estarán en pie delante del Trono blanco, cuando, la sentencia de eterno castigo se haya dictado sobre los no convertidos y se leí; sumerja en el lago de fuego que nunca puede ser apagado, ¿no dirán los redimidos: "yo no he de temer nada más de aquella ley santa, ya he visto cómo sus vasos de ira han sido derramados, pero no me ha alcanzado ni una gota de su contenido?" Creyente en Cristo Jesús, ya puedes hablar así. Cuando tu alma contemple el alma de Cristo con las cicatrices que le produjeron los rayos de la justicia de aquella santa ley quebrantada por ti; cuando contemple su cuerpo traspasado por el pecado, exclamarás: "Fué hecho maldición por mí, ¿por qué he de temer que me sobrevengan las maldiciones de la ley?"

 

3.El Espíritu de Dios graba la ley en el corazón. - Ésa es la promesa. "Después de aquellos días, dice el Señor, daré mi ley en sus entrañas y escribiréla en sus corazones: y seré yo a ellos por Dios y ellos me serán por pueblo" (Jeremías 31:33).

Acudiendo a Cristo desaparecerá vuestro temor a la ley, y por otro lado, viniendo el Espíritu Santo a morar en vuestros corazones, hará que améis la ley íntimamente. El Espíritu Santo nunca más abandonará tales corazones. Vendrá al corazón y lo ablandará. Quitará el corazón de piedra y lo cambiará por uno de carne y allí escribirá la tres veces -santa ley de Dios.

Entonces la ley resultará dulce al alma y se deleitará íntimamente en ella. "La ley es santa, y el mandamiento santo, y justo y bueno". Ahora el creyente desea sincera y fervientemente que todo pensamiento, palabra y obra se ajuste aquella ley santa. "¡Oh, que mis caminos fuesen dirigidos guardar tus estatutos! gran paz tienen los que aman tu ley y no hay para ellos tropiezo".

El Salmo 119 se convierte en el aliento del nuevo corazón. Ahora el creyente se afana en lograr que todo el mundo se sujete a aquella ley pura y santa. "Ríos de agua descendieron de mis ojos porque no guardan tu ley" (Salmo 119-136). i Oh,, si todo el mundo comprendiese que la santidad y la felicidad son una ~a cosa! i Oh, si todo el mundo se hiciese una familia santa, con su acudir gozosamente todos a someterse a las puras reglas del Evangelio! Conócete a ti mismo por esta prueba. ¿Puedes decir "me deleito en la ley de Dios?" ¿Recuerdas cuándo la odiabas?

Porque ha tenido que haber un tiempo cuando la rechazabas, si ahora realmente eres suyo. ¿La amo ahora? ¿Te enardece el pensamiento de que llegará el tiempo cuando vivirás en la eternidad bajo sus direcciones de forma total, siendo tú mismo santo como Dios es santo, puro como Cristo es puro?

¡Oh, venid, pecadores y ofreced vuestros corazones a Cristo para que escriba por su Espíritu Santo su santa ley en ellos! Demasiado tiempo ha estado esculpida en vuestros corazones la ley del diablo: venid, pues, a Jesús, y Él no sólo os guardará de las maldiciones de la ley, sino que también os dará el Espíritu para que la grabe en vuestros corazones; entonces notaréis que la amáis en lo más íntimo de vuestra alma. Pedid que juntamente con Él os sea concedido el cumplimiento de sus promesas. Con toda seguridad que habéis gustado los placeres del pecado por demasiado tiempo. Venid ahora y probad los goces de la santidad, fruto del nuevo corazón.

Si murieseis tal como ahora estáis, para toda la eternidad os quedaría estampado vuestro corazón malo y perverso. "El que es injusto, séalo todavía, y el que es sucio, ensúciese todavía" (Apocalipsis 22:11). ¡Oh, venid a Cristo y permitid que cambie vuestro corazón antes de que muráis!

A menos que nazcáis de nuevo, no veréis el reino de Dios.

 

II. UN VERDADERO CREYENTE SIENTE UNA LEY OPUESTA EN SUS MIEMBROS.

"Veo otra ley" (verso 23). Cuando un pecador viene a Cristo, generalmente piensa que dará un adiós para siempre al pecado: "Ahora piensa nunca más pecaré". Se siente ya en la misma puerta del cielo. Pero pronto nota en su corazón una leve sombra de tentación y es forzado a exclamar: "Veo otra ley".

 

1.Observamos cómo la llama Pablo: "Otra ley". Una ley completamente diferente a la ley de Dios. Una ley evidentemente contraria a ella. La llama "ley del pecado" (v. 25), una ley que le impulsará a cometer el pecado, una ley que le urge a pecar a veces con premios, a veces con amenazas, una "ley del pecado y de la muerte" (Romanos 8:2) ; una ley que, no sólo impulsa al pecado, sino que conduce a la muerte, y muerte eterna: "La paga del pecado es muerte". Es la misma ley que en Gálatas se llama "la carne": "La carne lucha contra el espíritu" (Gálatas 5:17). Es la misma que en Efesios 4:22 recibe el nombre de "el viejo hombre" que es guiado por pasiones pecaminosas; la misma ley que en Colosenses 3 es llamada "vuestros miembros". La misma que se llama en Romanos, 7:24 "el cuerpo de esta muerte". La verdad es, por tanto, que en el corazón del creyente anidan todos los miembros y cuerpo del viejo hombre, de su vieja naturaleza. En su vieja naturaleza existe la fuente de todo pecado, la cual ha contaminado todo el mundo.

 

2. Observad otra vez lo que la ley está haciendo, "Se rebela". Esta ley que se halla en mis miembros no está quieta, no está inmóvil, sino que se rebela, siempre está en una acción de rebelión. Así es que nunca puede haber paz en el seno del creyente. Hay, sí, paz con Dios, pero guerra constante con el pecado. Esta ley que está en los miembros, cuenta con un ejército de pasiones que radica en lo íntimo del convertido y guerrea constantemente contra la ley de Dios.

Algunas veces, ciertamente, algún arma es dejada guardada y quieta y permanece inmóvil hasta que se presenta un momento favorable. Del mismo modo en el corazón las pasiones a menudo están quietas, pero se hallan en estado de alerta hasta que llega la ocasión propicia y entonces pelean contra el alma. El corazón es como un volcán, algunas veces dormita y humea sólo de cuando en cuando, pero en tanto, el fuego está completamente encendido en* el fondo y no tarda en propagarse de forma violenta al exterior. Hay dos grandes combatientes dentro del alma del creyente. Por un lado está Satanás, con la carne y todas sus concupiscencias a sus órdenes; por otra parte, el Espíritu Santo con la nueva criatura a sus mandatos. Y así "la carne pelea contra el Espíritu y el Espíritu contra la carne; y la una es contraria a la otra, para que no hagáis lo que quisiereis".

¿Triunfa siempre Satanás? En la sabiduría insondable de Dios la ley en los miembros triunfa en numerosas ocasiones sobre el alma. Noé fue perfecto y anduvo con Dios y, sin embargo, también fue vencido. "Y bebió del vino y se embriagó" (Génesis, 9:21). Abraham fue el "amigo de Dios" y, con todo, mintió diciendo de Sara, su esposa, "es mi hermana". Job también fue varón perfecto, varón que temía a Dios y se apartaba del mal y, a pesar de todo, fue provocado a maldecir el día en que nació. Y lo mismo pasó con Moisés, con David, y con Salomón y Ezequías y los apóstoles.

 

3.¿Habéis experimentado esta batalla? Es una señal inequívoca que se da en los hijos de Dios. Me temo que la mayoría de vosotros jamás la habéis experimentado. No penséis que me engañáis. Casi todos vosotros habéis sentido la batalla cuando algunas veces ha luchado vuestra conciencia con la ley de Dios. Es una contienda entre la conciencia y la ley de Dios. Pero no es esa la contienda que se libra en el seno del creyente. Es una lucha entre el Espíritu de Dios en el corazón y el viejo hombre con sus obras, la lucha del creyente.

 

4. Si alguno de vosotros gime en medio de esa guerra, aprenda a ser humilde, pero no se

desaliente.

Sed humildes por causa de ella. - Dios está intentando que muerdas el polvo con las derrotas para que sientas que no eres sino gusano. ¡Oh, qué miserable debes de ser, que aun después de haber sido perdonado y de haber recibido el Espíritu Santo, tu corazón todavía tiene una fuente de maldades sin número! ¡Cuán vil, que aún en tus más solemnes contactos con Dios, en la misma casa de Dios, en situaciones terriblemente llenas de responsabilidad -tales como hallándote arrodillado ante algún lecho de muerte- sientes bullir en tu seno todos los miembros de tu vieja naturaleza!

Permite que tal situación te enseñe tu necesidad de Jehová. - Ahora te es tan vitalmente necesaria la sangre de Cristo como lo fue cuando tuvo lugar tu conversión. Nunca podría permanecer delante de Dios por ti mismo. Una y otra y otra vez debes ser lavado; aun en el momento de tu muerte habrás de refugiarte en Jehová -Jehová nuestra justicia. Debes apoyarte en Jesús, sólo Él te puede sobrellevar. Mantente más y más cerca cada día de Él.

No te desalientes. - Jesús desea ser un Salvador para ti tal cual eres, quiere ser tu adecuado Salvador. Puede salvarte hasta lo máximo. ¿Piensas que tu caso ha de ser difícil o desesperado para Cristo? Todo aquel a quien Jesús ha salvado tiene exactamente un corazón igual que el tuyo.

Pelea, por tanto, la buena batalla de la fe; echa mano de la vida eterna. Aplícate la resolución de Jonathan Edwards: "Por muchos que aun mis fracasos, nunca abandonaré mi lucha, m permitirá en lo más mínimo que mis corrupciones la aminoren". "Al que venciere, yo le haré columna en el templo de mi Dios" (Apocalipsis, 3:12).

 

III. LOS SENTIMIENTOS DEL CREYENTE DURANTE SU PELEA

 

1. Se siente miserable. - "Miserable hombre de mí" (verso 24). No hay nadie tan feliz en este mundo como el creyente. Ha acudido a Cristo y ha hallado descanso. Ha hallado en Cristo el perdón de todos sus pecados. Ha sido hecho cercano a Dios. Tiene el Espíritu Santo morando en su corazón. Tiene la esperanza de la gloria. En los tiempos peores y más peligrosos puede mantenerse feliz, porque siente que Dios está con él. Y, a pesar de todo, hay momentos en que clama: %Miserable hombre de mí! Cuando nota y descubre la terrible plaga que hay en su propio corazón, cuando siente el aguijón de la carne, cuando su corazón malvado le es puesto de manifiesto en toda su terrible malignidad... ¡ah, entonces se postra humillado clamando: "¡Miserable hombre de mí!" '

Una razón que pone de manifiesto su miseria, consiste en que el pecado, descubierto ya en su corazón en su terrible malignidad, le quita la esperanza de que podrá ser perdonado. Un sentimiento de culpabilidad pesa sobre la conciencia y una densa nube cubre su alma. "¿Cómo puedo ahora, al, ahora, acudir a Cristo?" es su clamor." ¡Ay de mí, que he pecado contra mi Salvador!" Otra razón radica en lo asqueroso y detestable que es el pecado. Causa en el corazón la misma sensación que la mordedura de una víbora. El hombre natural cae a menudo en un estado de miseria moral que le convierte en una piltrafa por causa del pecado, pero él nunca siente cuán detestable y asqueroso es. Sin embargo, la nueva criatura en Cristo conoce cuán vil y miserable es el Pecado. ¡Ah hermanos!, ¿habéis conocido algo de lo que significa la miseria del creyente? Si no lo habéis conocido' os estará vedado el camino que conduce al gozo de la gracia en favor del pecador, gracia y gozo que constituyen el más preciado don. Si os resultan desconocidas las lágrimas y gemidos del creyente, también desconocéis su cántico de victoria.

 

2. El creyente busca liberación. - ¿Quién me librará? Antiguamente algunos tiranos acostumbraban a encadenar a sus prisioneros junto con un, cadáver, de tal manera que por doquiera fuese el prisionero arrastras el putrefacto cadaver iba con él. Parece ser que Pablo hace alusión aquí a práctica tan inhumana. Sentía Pablo que su viejo hombre era un repugnante cadaver corrompido, cadáver que continuamente llevaba tras sí. Su deseo intenso era verse libre de él.

"¿Quién me librará?". Vosotros recordáis bien que cuando Dios permitió que un aguijón en la carne atormenta se cruelmente a su siervo, un mensajero de Satanás que le abofetease, Pablo se sintió impulsado a caer postrado ante Dios. "Tres veces he rogado al Señor que se quite de mí" ¡Oh, ésta es, la verdadera señal de todo hijo de Dios! El mundo tiene una vieja naturaleza; todos a una son cada uno "un viejo hombre." Pero tal hecho no les hace caer de rodillas porque no tienen la nueva naturaleza. ¿Cuál es vuestra actitud, almas queridas? ¿La corrupción que sientes en ti mismo' te conduce al trono de la gracia? ¿Te mueve ella a invocar el nombre del Señor? ¿Te hace hacer como la viuda inoportuna que pedía "hazme justicia de mi adversario?"' ¿Hace como aquel hombre que llamaba en casa de su amigo a la media noche para que le diese tres panes? ¿Es también tu clamor como el de la mujer cananea que no dejaba a Jesús, invocando de Él una curación? ¡Ah!, recuerda y sabe que si la concupiscencia obra en tu corazón y tú continúas tan tranquilo con ella sin clamar por tu liberación, tú no eres de Cristo.

 

3.El creyente da gracias por la victoria. - Ciertamente somos más que vencedores en aquel que nos amó; podemos dar gracias porque la victoria ya ha sido conseguida. Si aun en lo más tremendo de la batalla podemos mirar a Jesús y clamar: "¡Gracias a Dios!" En el momento en que un alma que se lamenta bajo la opresión de su corrupción fija su alma en Jesús, en ese mismo instante su gemido es trocado en un cántico de alabanza. En Jesús descubriréis una Fuente en que lavar toda vuestra culpabilidad del pecado. En Jesús hallaréis gracia suficiente para vosotros, gracia para sosteneros hasta el fin y la segura y firme promesa de que el pecado pronto será totalmente desarraigado de vuestro corazón. "No temas que yo te redimí; te he llamado por nombre y mío eres tú". ¡Ah, esta verdad cambia los gemidos en himnos de alabanza!

Esta es la experiencia diaria de todo el pueblo de Dios. ¿Es la tuya amigo? Examínate a ti mismo por medio de ella. ¡Oh, si no conoces la canción de alabanza del creyente, nunca rendirás tu corona con todos los salvos en el cielo a los pies de Jesús!

Queridos creyentes, alegraos en gloriáros en vuestras enfermedades para que toda la potencia

de Cristo os baste. ¡Gloria, gloria sea dada al Cordero!

 

¡Maranatha!