} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 2016

sábado, 31 de diciembre de 2016

UN AÑO NUEVO MÁS...


   
Como pasan los años, como se pasa la vida.

Otro año está empezando, porque el anterior termina.

Y cuando miras atrás, recuerdas cuando eras niño.

Qué largo se hacía un año, parecía toda una vida.

Tardaba la juventud, lejana me parecía.

Pero al fin fue llegando, y pasó, vista no vista.

Ilusiones que se cumplieron, otras no llegaron.

Pero ¡caramba! como se escapa, empieza a correr la vida.

Llegas a los veinticinco años, treinta a la vuelta esperan.

Aparecen los cuarenta, detrás los cincuenta, ecuador de la vida.

Vuelves ya la vista atrás, te falta gente querida.

Y empiezas a preguntar ¿Qué tuvo de positiva?

Era veinteañero, cuando recibí al Señor Jesús

Esto fue lo más hermoso, que en mi vida sucedió.

Ya dejé de tener miedo para acercarme a Dios.

Tampoco temo a la muerte, desde que recibí la Salvación.

Pero ya como cristiano siempre tuve una misión

Debía decir a otros, lo que en mi vida con Jesús aconteció.

Sabemos ciertamente, que el mundo va a condenación,

Embarcado en memeces, que no tienen ningún valor

Afanados en trabajos, esclavos del banco fiador.

Pierdes años de una vida, que nos supiste dedicar

Y no disfrutas del gozo, que trae la salvación

Borras de tu mente, el peso que a ti se te encomendó

En algún momento piensas, te estoy fallando Señor

Si en el caminar, elevo a ti mi corazón

Tu voz me dice de nuevo, no corras, aquí estoy yo.

Y necesito que en calma escuches mi dulce voz

Que atiendas mi Palabra, y te impregnes de mi amor

Atiende, medita, estudia y obedécela para tu mente transformar

Para que el mundo diga: “se nota que obedece a Dios”

Dame Señor Sabiduría, ayúdame a cultivar la paciencia ¡Oh mi Dios!

Enséñame a caminar en las sendas antiguas a las cuales regresé

Muéstrame como andar en mansedumbre, y más y más en Tu amor.

Aprovechando el tiempo en todo aquello provechoso

Para darte toda la gloria a ti, mi Señor, mi Salvador y mi Dios

Para cuando haga aquí balance, antes del último aliento

No diga, lo eché todo a perder, por seguir mis pensamientos

Por no escuchar a Dios, el que siempre fue mi Dueño

Pero nunca me obligó, para hacer sus mandamientos.

Aviva el fuego Señor, que en mi inflamaste una vez más

Para llegar a las almas, que en el camino ancho van

Auxíliame Espíritu Santo, con tu fuego sin parar

Y que arda perpetuamente, como el fuego en el altar

Para que las pruebas de esta vida, solo lo hagan avivar.


¡Maranatha!

viernes, 30 de diciembre de 2016

FORTALEZA, FIDELIDAD Y OBEDIENCIA


1Corintios 16:13  Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.

2Timoteo 2:1  Pues tú, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.
Efesios 6:10-11  Por lo demás, hermanos míos, confortaos en el Señor, y en la potencia de su fortaleza.
  11  Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)

Este pasaje  de corintios es interesante por su naturaleza eminentemente práctica y porque, con la máxima sencillez, arroja un torrente de luz sobre la vida cotidiana de la Iglesia Primitiva.
Pablo empieza con una serie de cinco imperativos. Es posible que los cuatro primeros tengan un trasfondo militar y sean como las órdenes de un oficial a sus soldados. Mientras los corintios esperaban la próxima visita de Pablo, fueron instruidos para que estuvieran (1) alertas a los peligros espirituales, (2) se mantuvieran firmes en la fe, (3) portándose varonilmente (4) siempre esforzados y (5) llevando a cabo cualquier cosa con amor. Hoy, mientras esperamos el regreso del Señor, deberíamos seguir las mismas instrucciones.
El cristiano siempre corre peligro, por tanto, siempre debe estar alerta. Debe estar firme en la fe del evangelio sin abandonarla, ni renunciar jamás a ella. A medida que crecen nuestras pruebas necesitamos fortalecernos más en lo que es bueno; nuestra fe, más fuerte; nuestra resolución, más fuerte; nuestro amor a Dios y Cristo, más fuerte. Esto en oposición a que seamos más fuertes según nuestro propio poder.
Todos los cristianos debemos ser fieles a nuestro Capitán, y resueltos en su causa. El gran afán del cristiano debe ser agradar a Cristo. Tenemos que esforzarnos para dominar nuestras concupiscencias y corrupciones, pero no podemos esperar el premio si no observamos las leyes. Debemos poner cuidado en hacer el bien de manera correcta, para que no se hable mal del bien que hacemos. Algunos que son activos, desperdician su celo en las formas externas y en disputas dudosas. Pero los que luchan lícitamente serán coronados al final. Si deseamos participar de los frutos, debemos trabajar primero; si deseamos ganar el premio debemos correr la carrera. Debemos hacer la voluntad de Dios antes de recibir lo prometido, para lo cual necesitamos paciencia. Junto con nuestras oraciones por el prójimo, para que el Señor les dé entendimiento en todo, debemos estimularlos y exhortarles que consideren lo que oyen o leen.
 Por esta sola fe será capaz de resistir en la hora de la tentación. Los cristianos deben cuidar que la caridad no sólo reine en sus corazones, sino brille en sus vidas. Hay una gran diferencia entre la firmeza cristiana y el activismo febril. El apóstol da instrucciones particulares para algunos que sirven la causa de Cristo entre ellos. Los que sirven a los santos, los que desean el honor de las iglesias, y quitar los reproches de ellas, tienen que ser muy considerados y amados. Deben reconocer voluntariamente el valor de los tales y de todos los que trabajaron con el apóstol o le ayudaron.
 “Como centinelas, estad siempre alerta. Cuando os ataquen, manteneos firmes en la fe y no retrocedáis ni un centímetro. A la hora de la batalla, portaos corno héroes. Como soldados bien equipados y entrenados, pelead con bravura por vuestro Rey.» A continuación, la metáfora cambia. Cualquiera que sea la actitud del soldado cristiano para con las personas y las cosas que amenazan al Evangelio desde fuera, para con los que están dentro de la iglesia su actitud debe estar inspirada siempre por la camaradería y el amor. En la vida cristiana tienen que estar siempre presentes el coraje que no retrocede jamás y el amor que nunca falla.
Cada vez se ve más claro que Pablo se apresura por concluir. En las cuatro exhortaciones consecutivas de este pasaje pueden advertirse posturas una y otra vez repetidas en la primitiva cristiandad. Pero pueden advertirse asimismo, y con razón, alusiones a los defectos que se han evidenciado en este largo escrito y a los remedios necesarios para ellos. La exhortación a la vigilancia está justificada en todas las épocas cristianas, porque todas son tiempo escatológico, esta exhortación procede del mismo Jesús, y los apóstoles la repiten incesantemente. Había que prevenir a los corintios contra todo aquello que amenazaba vaciar el contenido de su fe. Deben procurar portarse varonilmente para superar las niñerías de que Pablo les ha advertido repetidas veces. Deben ser también fuertes en todas aquellas cosas en las que anteriormente mostraron flojedad o descuido. Es absolutamente evidente que la exhortación al amor -el tema desarrollado con mayor amplitud- vuelve sobre lo que se dijo al principio contra el peligro de las banderías o partidismos y al final sobre la custodia del orden, de la paz y de la auténtica perfección, que es superior a todos los carismas.
 Pablo se halla en el atardecer de su vida y ve a su comunidad amenazada por falsas doctrinas. Por ello se preocupa muy en particular de que Timoteo, al que, como antes, con un amor tierno, verdaderamente paternal, designa como su «hijo», se mantenga firme y fiel en la fe. Por esto le exhorta a ser fuerte, a no perder los ánimos, a no dejarse llevar de la timidez, a la que de suyo propendía ya Timoteo. La fuente de su valor y de su fuerza es la gracia, que tiene sus raíces en Jesucristo. Este la mereció para su redención y se la otorgó. Por ella está Timoteo ligado con él como con la fuente de su fuerza.

 ¿Cómo puede uno esforzarse en la gracia? Gracia significa favor inmerecido. Así como somos salvos por gracia (Efesios_2:8-9), debemos vivir por gracia (Colosenses_2:6). Esto significa confiar por completo en Cristo y su poder, y no tratar de vivir en Cristo sólo en nuestras propias fuerzas. Recibamos y utilicemos el poder de Cristo. Él nos dará la fortaleza para hacer su obra.

Por eso su lenguaje toma vuelo: hay que despedirse y sabe Dios hasta cuándo. «Fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder.» Con toda la fuerza de Dios quiere el Apóstol que se armen sus fieles. No tienen por delante tranquilidad y seguridad, sino lucha, y para ella hay que estar armados. Pero la armadura tiene que venir de Dios, para que todo tenga un final feliz. Si se tratara de una lucha de hombre a hombre, cabría esperar algo de las fuerzas humanas. Pero es una lucha con adversarios completamente distintos.
En la vida cristiana batallamos en contra de fuerzas malignas poderosas, encabezadas por Satanás, un luchador vicioso  (1Pedro_5:8). Para contrarrestar sus ataques, debemos depender de la fortaleza de Dios y usar cada pieza de la armadura. Pablo no solo da este consejo a la Iglesia, el cuerpo de Cristo, sino también a cada individuo dentro de ella. Todo el cuerpo necesita armarse del poder del Espíritu Santo para resistir y enfrentar los ataques de Satanás.
Estemos preparados en todo momento para hacer frente a cada batalla diaria.
¡Maranatha!


DESEO PARA TODOS LOS VISITANTES DE ESTE UN AÑO 2017 DONDE VUESTRAS VIDAS SEAN PROSPERADAS EN EL CONOCIMIENTO DE LA VERDAD, DE LA SALVACIÓN POR FE EN JESUCRISTO PARA VIDA ETERNA.

jueves, 29 de diciembre de 2016

29 Diciembre LA BUENA SEMILLA Juan 3; 17-18


El amor de Dios, tal como se hace patente en la entrega del Hijo, quiere la salvación «...a fin de que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna»
Dios no ha enviado al Hijo para que «juzgue» al mundo, o lo que es lo mismo, para que lo entregue al castigo escatológico, que sólo significaría la aniquilación y desgracia completas, sino para que el mundo se salve por el Hijo. El propósito auténtico y originario de Dios, según se ha hecho patente en el envío del Hijo, es la salvación del mundo, no su condenación. Se trata, pues, de un explícito y claro predominio del designio de salvación en la actuación amorosa de Dios en el cosmos, de una preponderancia y prioridad de la salvación sobre la condenación; se trata de un triunfo de la salud. Eso quiere decir que la salvación y condenación del hombre no son, en modo alguno, unas alternativas equivalentes, sino que a la salvación le corresponde una prevalencia inequívoca. Según nuestro texto, existe en Dios una voluntad inequívoca de salvación y de amor, mientras que no existe una voluntad de condenación en Dios, no hay predestinación alguna divina para la condenación eterna. Lo que queda abierta, evidentemente, es una posibilidad de perder la salvación por parte del hombre, y ello, desde luego, porque responde a la condición humana, a la realidad existencial del hombre en la historia. En el envío del Hijo -y eso es lo que dice nuestro texto- Dios ha explicado a todo el mundo que quiere salvar al mundo y que quiere liberarlo de la condenación y ruina. Es necesario reconocer esa acción anticipada de Dios con un compromiso claro.
Con tal proceder de Dios en la entrega del Hijo único se ha operado un cambio esencial en la concepción de la salvación y del juicio. Lo cual equivale a decir que el creyente escapa por la fe al juicio escatológico; que ya no será condenado en modo alguno. El fundamento y apoyo de tal afirmación es, sin duda, la idea de «la muerte de expiación vicaria» o también, el que en la muerte de Jesús se ha cumplido ya el juicio escatológico contra el cosmos y contra «el príncipe de este mundo». Por obra del acontecimiento salvador ha cambiado radicalmente la situación del mundo y del hombre delante de Dios. El ámbito salvífico que se abre por el acontecimiento de la salvación escapa ya por completo a cualquier juicio escatológico; pero la fe es la relación positiva con el acontecer salvífico. Por ello justamente ha dejado atrás el juicio. En ese sentido el creyente está de hecho y por completo en la salvación. Gracias a la fe, la voluntad salvífica de Dios alcanza su meta en el hombre.
Pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo único de Dios». La alternativa de la fe es la no fe, la incredulidad como no aceptación, como repudio o rechazo del acontecimiento salvador y del amor divino que se da en él. Por ello la incredulidad se atrae ya el juicio condenatorio. Si en Jesucristo se realiza y está presente la salvación en todo su alcance, también queda perfectamente definido y enmarcado a la vez el ámbito de la condenación la negativa resuelta a la salvación, que es precisamente la incredulidad. El «ya ha sido condenado» significa el afianzamiento de la condenación en forma definitiva fuera de la esfera de Cristo, que tiene efecto siempre que no se cree de modo resuelto y definitivo. La intensificación «por no haber creído en el nombre del Hijo único de Dios» pretende destacar una vez más la confusión que desencadena la incredulidad: esa incredulidad excluye la oferta amorosa de Dios. Con ello adquiere toda su importancia la aseveración de que así es como uno se atrae el juicio.
Muchas veces la gente trata de salvarse de lo que teme poniendo su fe en cosas que tienen o hacen: buenas obras, capacidad o inteligencia, dinero o posesiones. Pero solo Dios puede salvarnos de lo que en verdad debemos temer: la condenación eterna. Confiamos en Dios reconociendo la insuficiencia de nuestros esfuerzos por alcanzar la salvación y pidiéndole que haga su obra en nuestro favor. Cuando Jesús habla acerca del "que no cree", se refiere a quien le rechaza por completo o hace caso omiso de Él, no al que tiene dudas momentáneas.
¡Maranatha! ¡Si, ven Señor 

miércoles, 28 de diciembre de 2016

28 Diciembre LA BUENA SEMILLA


Romanos 4; 7
¿Qué hacemos con la culpa? El rey David cometió pecados terribles: adulterio, homicidio, mentiras, y aun así experimentó el gozo del perdón. Nosotros también podemos experimentarlo cuando: dejamos de negar nuestra culpabilidad y reconocemos que hemos pecado, reconocemos nuestra culpa ante Dios y pedimos su perdón, y desechamos la culpa y creemos que Dios nos ha perdonado. Esto puede ser difícil, sobre todo cuando el pecado ha echado raíces y se ha enraizado por años, cuando es muy serio o cuando involucra a otro. Debemos recordar que Jesús quiere y está dispuesto a perdonar todos los pecados. Si tomamos en cuenta el alto precio que El pagó en la cruz, es arrogancia pensar que algún pecado nuestro sea demasiado grande para que Él lo perdone. Aunque nuestra fe sea débil, nuestra conciencia sea sensible y los recuerdos nos atormenten, la Palabra de Dios declara que pecado confesado es pecado perdonado.
La bienaventuranza del
Salmo 32; 1-2 pertenece claramente, según Pablo, al hombre a quien Dios imputa justicia sin obras. Ciertamente que esto no se dice de forma directa en ninguno de los dos versículos. Se habla de la felicidad, consecuencia del perdón de los pecados. Dios no imputa el pecado. Esto, según el Apóstol, sólo puede entenderse en el sentido de su mensaje sobre la gracia, justo porque no se imputa nada según mérito sino según gracia, es decir, sin obras de por medio.
Marcos 2; 10
El eje del relato lo constituye el perdón de los pecados por Jesús que suscita los pensamientos injuriosos de los doctores de la ley que le observaban con desconfianza. Jesús demuestra la potestad del Hijo del hombre para perdonar pecados sobre la tierra, y ésa es la perenne vigencia del relato para la Iglesia primitiva. La curación del enfermo y la remisión de los pecados están en estrecha relación, y para una mente jurídica incluso en una relación de causa-efecto, pues en las enfermedades graves se veían las consecuencias del pecado. Al empezar Jesús por pronunciar la palabra de perdón, elimina la raíz más profunda del mal, y la liberación de la dolencia corporal no es sino el remate de la «curación» al tiempo que la confirmación de que al hombre se le han perdonado los pecados. Incluso la demostración en favor de la potestad de Jesús para perdonar pecados tiene lugar según la fórmula jurídica que va «de lo mayor a lo menor»: si Jesús realiza lo que es más «difícil» desde el punto de vista humano, a saber, la curación corporal que podía comprobarse y demostrarse, evidencia con ello que también lo «más fácil», la absolución de los pecados de aquel hombre, no era una palabra vacía. Con ello se sitúa Jesús en el terreno de aquellos críticos y maestros de la ley y los vence con sus mismas armas, pues ¿habría Dios otorgado a un blasfemo la facultad de restituir la salud a un hombre paralítico? Mas, repensando la pregunta del versículo anterior, ¿es realmente más fácil declarar que a un hombre le han sido perdonados sus pecados o liberarle de su dolencia corporal? La comunidad comprende que aquella acción de Jesús es más poderosa, y que sigue aconteciendo en medio de ella por la palabra perdonadora del Resucitado que tiene plenos poderes para ello. Para la comunidad la acción salutífera de Jesús sobre la tierra no era sino un signo de la salvación completa, que Dios prometió entonces y de la que ahora participa ella. No sólo al final, en la consumación de los tiempos, será realidad la salvación de Dios, sino que empieza ya ahora, sobre la tierra, aun cuando escape a la visión exterior, con la maravilla del perdón. Dios se vuelve compasivo hacia el hombre pecador y desvalido, le reconcilia consigo e introduce con ello el proceso de la plena curación para la humanidad y el mundo. De este modo se rompe también la conexión causal entre pecado y enfermedad, pues no todos aquellos a quienes se les han perdonado los pecados han obtenido también la salud corporal; esto es algo que Jesús hace por añadidura en el caso del paralítico.
La curación de las enfermedades era figura del perdón del pecado, porque el pecado es la enfermedad del alma; cuando es perdonado, es sanada. Cuando vemos lo que Cristo hace al sanar almas debemos reconocer que nunca vimos algo igual.
La mayoría de los hombres se piensan íntegros; no sienten necesidad de un médico, por tanto desprecian o rechazan a Cristo y su evangelio. Pero el pecador humilde y convicto, que desespera de toda ayuda, excepto del Salvador, mostrará su fe recurriendo a Él sin demora.

¡ Maranatha! ¡ Si, ven Señor Jesús!

martes, 27 de diciembre de 2016

27 Diciembre LA BUENA SEMILLA Salmo 33; 13-15. 18



Dentro de su creación, el Creador escogió a un pueblo para ser su posesión y, al poner a todos los vivientes sobre la tierra bajo su vigilancia, nota lo inútil de las providencias mundanas para tener seguridad: ni posición, ni poder, ni valentía, ni equipo pueden librar. Pero comparada con esta pompa del Estado, las fuerzas armadas y los materiales de guerra, ¡cuán sencilla es la protección que él da a los suyos! Su ojo y su misericordia son suficientes para vencer las amenazas eternas y temporales y es superior a ellas, intervienen en nuestras vidas por medio del temor reverencial hacia él y la esperanza de que su misericordia que no falla nos cuidará.
Todos los movimientos y operaciones del alma de los hombres, que ningún mortal conoce sino ellos mismos, Dios los conoce mejor que ellos. En su mano están sus corazones todos y sus tiempos; Él formó el espíritu de cada hombre en su interior. Todos los poderes de la criatura dependen de Él, y para nada cuentan ni para nada sirven sin Él. Si hacemos que el favor de Dios sea seguro para nosotros, entonces no tenemos que temer lo que esté en contra nuestra. Tenemos que darle a Él la gloria de su gracia especial. Todos los intentos humanos para la salvación de nuestra alma son vanos, pero el ojo vigilante del Señor está sobre aquellos cuyo temor consciente de su nombre procede de la esperanza que cree en su misericordia. Ellos serán socorridos en sus dificultades; no recibirán daño real en sus peligros.
Quienes temen a Dios y su ira, deben esperar en Dios y su misericordia, porque no hay modo de huir de Él sino huir hacia Él.
El poder de Dios no se extiende sólo a la creación de las cosas, sino que controla la marcha de la historia humana. En sus designios secretos sobre la humanidad, observa los actos de los hombres para juzgarlos conforme a las exigencias de su justicia y bondad. Los pueblos pueden maquinar y agitarse, pero por encima de sus cálculos están los planes divinos; por eso muchas veces frustra el consejo de las gentes, o naciones paganas, y sale al paso de las maquinaciones de los pueblos. La perspectiva del salmista se extiende a la lucha sorda entre el bien y el mal en la historia. Toda la trama bíblica gira en torno a un drama, que es la pugna entre los que representan los intereses de Dios y tratan de plasmar sus designios en la historia y los que se oponen a esa marcha de la historia. En esa realización de los designios divinos en la historia ocupa un lugar predilecto el pueblo israelita, que es el vehículo de transmisión de la esperanza de salvación a través de los tiempos hasta los tiempos mesiánicos.
Que tu misericordia, oh Señor, esté sobre nosotros; que siempre tengamos consuelo y provecho, no por nuestro mérito, sino conforme a la promesa que tú nos diste en tu Palabra y conforme a la fe que nos diste por tu Espíritu y tu gracia.
¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!


FIRMES EN LA FE

  

1 Corintios 16:13-18  Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.
   Todas vuestras cosas sean hechas con caridad.
   Y os ruego, hermanos, (ya sabéis que la casa de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que se han dedicado al ministerio de los santos,)
   que vosotros os sujetéis a los tales, y a todos los que ayudan y trabajan.
   Me regocijo de la venida de Estéfanas y de Fortunato y de Acaico, porque éstos suplieron vuestra ausencia.
    Porque recrearon mi espíritu y el vuestro; reconoced pues a los tales.
                                                                                         (La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)



Este pasaje es interesante por su naturaleza eminentemente práctica y porque, con la máxima sencillez, arroja un torrente de luz sobre la vida cotidiana de la Iglesia Primitiva.
Pablo empieza con una serie de cinco imperativos. Es posible que los cuatro primeros tengan un trasfondo militar y sean como las órdenes de un oficial a sus soldados. “Como centinelas, estad siempre alerta. Cuando os ataquen, manteneos firmes en la fe y no retrocedáis ni un centímetro. A la hora de la batalla, portaos corno héroes. Como soldados bien equipados y entrenados, pelead con bravura por vuestro Rey.» A continuación, la metáfora cambia. Cualquiera que sea la actitud del soldado cristiano para con las personas y las cosas que amenazan al Evangelio desde fuera, para con los que están dentro de la iglesia su actitud debe estar inspirada siempre por la camaradería y el amor. En la vida cristiana tienen que estar siempre presentes el coraje que no retrocede jamás y el amor que nunca falla.
  Pablo se apresura por concluir en las cuatro exhortaciones consecutivas de este pasaje pueden advertirse posturas una y otra vez repetidas en la primitiva cristiandad. Pero pueden advertirse asimismo, y con razón, alusiones a los defectos que se han evidenciado   y a los remedios necesarios para ellos. La exhortación a la vigilancia está justificada en todas las épocas cristianas, porque todas son tiempo escatológico, esta exhortación procede del mismo Jesús, y los apóstoles la repiten incesantemente. Había que prevenir a los corintios contra todo aquello que amenazaba vaciar el contenido de su fe.
Este verbo no tan sólo se usa para alentar un cuidado con respecto a la moral y las buenas doctrinas, sino que también implica una vigilancia respecto a “las últimas cosas”. Es decir, Pablo ya les había dicho a los corintios que él esperaba la venida de Cristo a la tierra durante su propia vida. Era preciso, pues, que ellos también estuvieran vigilantes, esperando con anticipación los eventos culminantes de la historia mundial. Si los corintios hacían esto, ciertamente acatarían el mandato “estad firmes en la fe”. La fe en este caso no es tanto un cuerpo de doctrina sino confianza en el Señor de la fe. “Sed valientes” es traducción de un verbo griego  que significa: “Sea un hombre”, sea varonil. El Apóstol demuestra su respeto y reconocimiento hacia ciertos líderes en la iglesia. Ciertamente, uno de los problemas principales de la iglesia en Corinto era una tendencia hacia la anarquía. Se negaban a dar lugar a los verdaderos líderes dignos de la congregación. Éstos eran aquellos individuos que gozaban del don de la administración. Se sabe que el primer “padre apostólico”, Clemente de Roma, tuvo que enviar una carta a la iglesia en Corinto precisamente con la misma queja. En el tiempo de Clemente un grupo limitado de jóvenes rehusaba acatar las recomendaciones e instrucciones de los líderes mayores. Su carta es bastante dura al respecto. Parece que el problema de la anarquía que enfrentaba Pablo no pudo resolverse durante sus días. El esfuerzo que el Apóstol hace en contra del desdén abierto de algunos de los corintios respecto a sus líderes involucra la mención de un tal “Estéfanas”. Este hombre, en unión con los demás miembros adultos de su familia, voluntariamente vio las necesidades en Corinto, y se puso a resolver esas necesidades. Ni la iglesia pidió que sirvieran, ni tampoco se creían algo especial ellos mismos. Simplemente, viendo las necesidades, acudieron para ayudar. Lo que Pablo quiere es que los corintios, al igual que él, reconozcan el valor de esta clase de servicio espontáneo y amoroso. La familia de Estéfanas ni siquiera era oriunda de Corinto. Pablo dice que estaban entre los primeros convertidos que tuvo en la provincia de Acaya. Por la construcción de la oración, se nota que ahora esta familia ejemplar sirve a los “santos” (los miembros) de la iglesia de Corinto. La súplica del Apóstol es que los corintios se sujeten a estos líderes siervos. La sumisión bien podría implicar también una emulación de su clase de servicio amoroso. El Apóstol menciona por nombre sólo a Estéfanas, pero obviamente había también otros de su clase en la iglesia. A éstos era preciso que los corintios se sometieran y que los emularan.

  Pablo quería también mencionar su aprecio por los otros dos miembros de la iglesia en Corinto que acompañaron a Estéfanas a éfeso. Es muy probable que estos tres le llevaran la carta de la iglesia a Pablo. La carta que Pablo ahora va terminando, como se ha visto, responde a muchas preguntas planteadas por la iglesia. Juntamente con la carta, estos tres llevarían otras noticias de forma oral. Presumiblemente, “Fortunato y Acaico” eran colaboradores de Estéfanas en Corinto. También servían a la iglesia. Lamentablemente, este texto es la única mención de éstos en todo el NT. De todos modos, estos tres “suplieron lo que me faltaba de vuestra parte”, afirma el Apóstol. A primera vista, estas palabras pueden lucir como recriminaciones contra los corintios por no haberlo apreciado y reconocido. La construcción gramatical, sin embargo, aclara que no es así. Más bien, lo que el Apóstol afirma es que los tres emisarios satisficieron sus necesidades respecto a noticias de los corintios. Obviamente, la iglesia entera no podía llegar a éfeso, pero estos tres sí. Pablo tenía ansias respecto al proceder de la iglesia, y los tres mensajeros ayudaron a calmar esas preocupaciones. Nuevamente, Pablo insta a los corintios a que reconozcan el valor que hay en estos tres siervos.


 Deben procurar portarse varonilmente para superar las niñerías de que Pablo les ha advertido repetidas veces. Deben ser también fuertes en todas aquellas cosas en las que anteriormente mostraron flojedad o descuido. Es absolutamente evidente que la exhortación al amor -el tema desarrollado con mayor amplitud- vuelve sobre lo que se dijo al principio contra el peligro de las banderías o partidismos y al final sobre la custodia del orden, de la paz y de la auténtica perfección, que es superior a todos los dones.
Con todo, parece que su visita al Apóstol significaba mucho más y acaso también se prolongó por más tiempo de lo que la urgencia de la respuesta requería. Su presencia ha proporcionado al Apóstol consuelo y esperanza de que todo volviera a marchar bien en una comunidad de la que tales hombres salían. Estéfanas recibe el honroso título de «primicias de Acaya». Se trataba de un verdadero título, en el múltiple sentido de la palabra. Era usado también en otras comunidades y en cierto modo se trataba de un título que se otorgaba, en cuanto que llevaba aparejado un determinado reconocimiento, del que se derivaban a su vez ciertas consecuencias. En todo caso, el título no se apoyaba tanto en el hecho de que Estéfanas fuera la primera persona bautizada, sino en que puso inmediatamente su casa a servicio de la misión y de la comunidad que fue formándose y creciendo en torno a ella. Estos hombres estaban colocados, desde muchos puntos de vista, al frente de las comunidades. La natural autoridad que habían obtenido por su «servicio» dentro de la comunidad en formación es aquí reconocida y confirmada por el Apóstol. Efectivamente, los corintios deben someterse a él y escucharle; a él y a todos cuantos, de parecida manera, «colaboran y trabajan».

No hay aquí todavía un oficio ministerial institucionalizado, pero asistimos ya como testigos al proceso de transformación del oficio de director de la comunidad, que debía constituir en el futuro la columna vertebral de la Iglesia. Aquí se encuentra todavía en un espacio marginal de la carta, que Pablo ha dedicado a discutir, ante toda la comunidad, los temas y circunstancias comunitarios. Pero, una vez más, comprobamos que las mediaciones personales desempeñan un papel, y también que es voluntad expresa del Apóstol que se preste obediencia a hombres tales como Estéfanas y sus dos compañeros. En un sentido similar había escrito también a la comunidad de Tesalónica (1Tesalonicenses_5:12).

El cristiano siempre corre peligro, por tanto, siempre debe estar alerta. Debe estar firme en la fe del evangelio sin abandonarla, ni renunciar jamás a ella. Por esta sola fe será capaz de resistir en la hora de la tentación. Los cristianos deben cuidar que la caridad no sólo reine en sus corazones, sino brille en sus vidas. Hay una gran diferencia entre la firmeza cristiana y el activismo febril. El apóstol da instrucciones particulares para algunos que sirven la causa de Cristo entre ellos. Los que sirven a los santos, los que desean el honor de las iglesias, y quitar los reproches de ellas, tienen que ser muy considerados y amados. Deben reconocer voluntariamente el valor de los tales y de todos los que trabajaron con el apóstol o le ayudaron.


domingo, 25 de diciembre de 2016

LA SALVACIÓN ESTÁ GARANTIZADA

 ¿En qué consiste la seguridad de la salvación eterna del creyente?
La seguridad eterna es la obra de Dios que garantiza que el don de la salvación, una vez recibido, es para siempre y no puede perderse.
Para entender este punto, creo que es necesaria una distinción entre seguridad y certeza. 
La seguridad es algo objetivo, que está en las manos de Dios (
Jn. 10:28-29) y no se puede perder jamás; la certeza es algo subjetivo, que está en la mente del creyente (1 Jn. 3:19-21) y puede nublarse y oscurecerse, ya sea por carnalidad o por conciencia demasiado delicada; en este caso, se puede perder el gozo de la salvación (Sal. 51:12), pero no se puede perder la salvación (Ef. 2:8).
Estrechamente relacionado con la seguridad de salvación está el concepto de perseverancia final de los elegidos, la cual depende de la preservación divina mediante la continua operación del Espíritu Santo en el creyente por la Palabra de Dios en la Biblia. La perseverancia final del creyente podría definirse así:
“La perseverancia de los santos significa que todos cuantos han nacido de nuevo realmente, serán guardados por el poder de Dios y perseveraran como cristianos hasta el fin de su vida, y que solo los que perseveran hasta el fin han nacido de nuevo realmente. El que es salvo ahora, siempre lo será; el que no es salvo ahora, nunca lo ha sido”. 
Esto ha de servir para hacer temblar al falso profesante y aun al creyente carnal, y ha de servir también para inundar de gozo el corazón del creyente fiel. “
Todo creyente genuino tiene asegurado el Cielo en el Cielo; la Biblia tiene por objeto enseñarle que puede también, de algún modo, tener el Cielo en la Tierra”.


LA ALTIVEZ Y LA HUMILDAD

Como sabéis, soy un gran amante de la naturaleza y de modo especial de las plantas, arbustos y árboles. 
Ayer tuve que ir por razones de trabajo, cerca de Viana del Bollo, a un pueblecito Bembibre que fue famoso por sus manantiales de aguas sulfurosas. Después de recorrer el castañal que me han encargado formar con la poda, me fijé en un pequeño arroyo de aguas frescas, donde había un grupo de árboles muy variados. Abedules, robles, castaños, alguna haya y un laurel.
Me hizo recordar un cuento sobre un bosque donde todos los árboles crecían, buscando la luz; todos gastaban las energías en ser más altos y grandes, con muchas flores y perfumes, pero quedaban débiles y tenían poca fuerza para echar raíz.
En cambio un laurel dijo: “Yo, mejor, voy a invertir mi savia en tener una buena raíz: así creceré y podré dar mis hojas a todos los que me necesiten”.
Los otros árboles estaban muy orgullosos de ser bellos; ¡en ningún lado había tantos colores y perfumes! Y no dejaban de admirarse y de hablar de los encantos de unos y otros, y así, todo el tiempo, mirándose y riéndose de los demás.
El laurel sufría a cada instante esas burlas. Se reían de él, señoreando sus flores y perfumes, meneando el abundante follaje.
—¡Laurel !…( le decían ) para que quieres tanta raíz ? Mira a nosotros, todos nos alaban porque tenemos poca raíz y mucha belleza. ¡Deja de pensar en los demás! ¡Preocúpate solo de ti!
Pero el laurel estaba convencido de lo contrario; deseaba servir y amar a los demás y por eso tenía raíces fuertes.
Un buen día, vino una gran tormenta, y sacudió, sopló y resopló sobre el bosque. Los árboles más grandes, que tenían un ramaje inmenso, se vieron tan fuertemente golpeados, que por más que gritaban no pudieron evitar que el viento los volteara, resquebrajara y salieran muy dañados.
En cambio el pequeño laurel, como tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas si perdió unas cuantas hojas.
Entonces todos comprendieron que lo que nos mantiene firmes en los momentos difíciles, no son las apariencias, sino lo que está oculto en las raíces, dentro de tu corazón… dando siempre lo mejor de ti mismo,.. lo más excelso…allí… en tu alma… Y es el amor…

PROCUREMOS AGRADAR A DIOS


1Tesalonicenses 4:1  Resta pues, hermanos, que os roguemos y exhortemos en el Señor Jesús, que de la manera que fuisteis enseñados de nosotros de cómo os conviene andar, y agradar a Dios, así vayáis creciendo.  (La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)

Cuando un apóstol exhorta, el Señor está tras él. El Señor exhorta por medio de él. El apóstol enseña como quien «tiene el Espíritu de Dios» (1Co_7:40). Por eso puede «saber y estar seguro» (Rom_14:14), en el Señor, de cuál es la voluntad de Dios, y tener esperanza (Flp_2:19). Eso da a sus disposiciones valor de capítulos de instrucciones espirituales dadas «en nombre del Señor Jesucristo» (2Te_3:6; 1Co_1:10), que obligan en conciencia y piden obediencia. No es un cualquiera el que nos exhorta... Estas instrucciones apostólicas han pasado a formar parte de la vida espiritual del creyente genuino. ¿Cómo puede uno conocer lo que está bien y es justo? Fijémonos en lo que desde el principio se considera en la Palabra de Dios en la Biblia como bueno y conveniente. En la vida y en la conciencia de fe de la Iglesia, es decir, ha expuesto y fijado el Espíritu Santo la voluntad de Dios; quien sigue esas tradiciones obedece al Señor mismo, que, mediante ellas, da a conocer su santa voluntad.

Es importante el punto de vista al que subordina Pablo todo el quehacer moral: agradar a Dios. En los comienzos de la predicación se aludía al juicio futuro. Lo importante, ahora, es agradar en todo a Aquel que escudriña los corazones. Todo quehacer moral debe ser obediencia y fidelidad a la Palabra de Dios. El cristianismo busca con amor la faz de Dios en todo lo que hace. Sólo conseguirá esa obediencia quien, como Pablo, mire vitalmente el futuro y sea consciente de que Dios vendrá como Juez. Sólo quien mire sin cesar hacia el fin podrá obedecer con fidelidad y sin cesar.

Pablo se corrige a sí mismo: no es necesario exhortar a los tesalonicenses a portarse bien y agradar al Señor; basta exhortarles a seguir progresando en ese camino. El esfuerzo por agradar a Dios no conoce medida. Por eso es necesario seguir exhortando a los que se han convertido y se han decidido obedecer  y agradar a Dios. Es posible crecer siempre, sin llegar nunca al fin; pues cuando el Señor es Dios, ¿cómo puede decir el siervo que ya ha llegado a la obediencia plena?

No basta con permanecer en la fe del evangelio, pero hemos de abundar en la obra de fe. La regla por la cual debemos caminar y actuar todos es la de los mandamientos dados por el Señor Jesucristo. La santificación, que es la renovación de nuestras almas bajo la influencia del Espíritu Santo y la atención a los deberes asignados, constituye la voluntad de Dios para nosotros. Al aspirar a esta renovación del alma para santidad, debe ponerse estricto freno a los apetitos y sentidos del cuerpo y a los pensamientos e inclinaciones de la voluntad, que conducen a su mal uso. El Señor no llama a nadie de su familia a que lleven vidas impías, sino a que puedan ser educados y capacitados para andar ante Él en santidad. Algunos toman a la ligera los preceptos de santidad porque los oyen de hombres, pero son los mandamientos de Dios, y quebrantarlos es despreciar a Dios.

sábado, 24 de diciembre de 2016

¡¡VEN PRONTO SEÑOR JESÚS!!

A TODOS LOS QUE TIENEN UNA VENTANA ABIERTA A TRAVÉS DE ESTA RED SOCIAL, LES INVITO A QUE DEDIQUEN UNOS MOMENTOS A PENSAR EN TODAS LAS PERSONAS QUE NO CONOCEN EL VERDADERO SIGNIFICADO DE ESTAS FECHAS. AUNQUE SABEMOS POR LA HISTORIA QUE EL NACIMIENTO DE JESÚS NO CONCUERDA CON LA COSTUMBRE, EL HECHO ES QUE SÍ NACIÓ Y DIVIDIÓ LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD EN ANTES Y DESPUÉS DE CRISTO.
HOY, EN GRAN PARTE DEL MUNDO, EL CONSUMISMO ESTÁ APLASTANDO LOS PRINCIPIOS QUE UN DÍA FUE EL SURGIR DEL CRISTIANISMO PERO CADA NACIDO DE NUEVO POR GRACIA DE DIOS POR FE EN JESUCRISTO, TIENE LA RESPONSABILIDAD DE TRASMITIR A SUS HIJOS LAS ENSEÑANZAS DE LA PALABRA DE DIOS EN LA BIBLIA, PARA DEJAR A UN LADO EL MATERIALISMO QUE TANTO NOS VENDEN, PARA PONER NUESTRA MIRADA EN LAS PROMESAS DE DIOS Y EN LAS COSAS CELESTIALES, DONDE ESTÁ NUESTRA PATRIA PARA TODA LA ETERNIDAD.
¡ANIMO HERMANOS EN LA FE! LA SEGUNDA VENIDA DE NUESTRO SALVADOR JESUCRISTO ESTÁ MUY CERCA. NO PERDAMOS NUESTRA ESPERANZA, OREMOS POR AQUELLOS QUE ESTÁN SIENDO PERSEGUIDOS, ENCARCELADOS. POR TODOS AQUELLOS QUE NO APARECEN EN LOS MEDIOS, PERO QUE ESTÁN AL CUIDADO DE DIOS.  POR TODOS AQUELLOS QUE NO TIENEN VOZ; AQUELLOS QUE ESTÁN ENCARCELADOS; POR TODOS LOS PASTORES, HERMANOS EN LA FE QUE SUFREN POR PREDICAR LA PALABRA DE DIOS EN LA BIBLIA; POR TODOS MIS HERMANOS EN COREA DEL NORTE, CHINA, IRAQ, SIRIA,TURQUÍA, MARRUECOS, MÉXICO, COLOMBIA… ORAMOS POR TODOS EN LA FAZ DE LA TIERRA PARA QUE A PESAR DE LO QUE ESTÉN PASANDO DIOS PADRE LES BENDIGA Y LLENE CON LA PAZ Y EL GOZO DEL ESPÍRITU SANTO PARA SER FORTALECIDOS EN TODO MOMENTO.
MUCHOS PASARÁN A RECIBIR MUY PRONTO EL GALARDÓN DE SU FIDELIDAD A CRISTO.
¡FIRMES Y ADELANTE, HERMANOS EN LA FE DE CRISTO! 

¡MARANATHA!

jueves, 22 de diciembre de 2016

EXAMINA Y DESPUÉS, HABLA Y OPINA


Si quieres conocer a un cristiano genuino, a una persona regenerada, nacida de nuevo, debes seguirla con una cámara de vídeo para grabar un día tras otro, todo lo que dice, todo lo que él hace, cuál es su estilo de vida; cuántas horas pasa alimentándose de la Palabra de Dios; cuantas horas dedica a conversar con Dios contándole todo; cuanto la obedece a pesar de sus fallos. Ve detrás de él las 24 horas del día durante un año, o más. 
Luego, si eres nacido de nuevo, observa y analiza las 8760 horas de vídeo y verás si esa persona vive como un mundano, o intenta seguir en obediencia a Dios. Lo verás cometer errores; tropezará pero predominará en su estilo de vida la evidencia de que ese hombre es nacido de nuevo por gracia de Dios, y vive al amparo del temor de Dios. Porque sabe a Quién ha creído, porque sabe que Dios todo lo ve, lo oculto del corazón; las intenciones y el motivo de lo que dice y escribe; ese hombre sabe que dará cuentas a Dios de TODO, absolutamente todo lo que se escapa al ojo humano, y en su imperfección sabe que va a fallar, que va a pecar, que va a herir aunque no quiera hacerlo; que alguien se va a ofender por decir la verdad, por descubrir lo aparente…Si sólo sacas una instantánea o estás detrás de ese hombre buscando los fallos, o descubrir su enfado para hacer “leña del árbol caído”, tú juicio no será justo.
Seamos virtuosos para juzgar, es decir con excelencia moral para examinar, enseñar, exhortar y juzgar.
2 Pedro 1 ; 5

Escuché una vez un cuento que se puede aplicar muy bien a nuestra vida, tanto espiritual como física. Érase una vez una serpiente que empezó a perseguir a una Luciérnaga; esta huía rápido con miedo de la feroz depredadora, y la serpiente no pensaba desistir.
Huyó un día, y ella no desistía, dos días y nada…..En el tercer día, ya sin fuerzas la Luciérnaga paro y dijo a la serpiente:
-¿Puedo hacerte tres preguntas?
-No acostumbro dar ese privilegio a nadie pero como te voy a devorar, puedes preguntar…
-¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
-No, contestó la serpiente….
-¿Yo te hice algún mal?
-No, volvió a responder
-Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
-Porque no soporto verte brillar
Muchos de nosotros nos hemos visto envueltos en situaciones donde nos preguntamos: ¿Por qué me pasa esto si yo no he hecho nada malo?
Sencillo, porque no luchamos contra carne, sino contra potestades que no soportan verte brillar. La Envidia, es el peor sentimiento que podemos padecer. Que envidien tu fidelidad, firmeza y obediencia a la Palabra de Dios, trae consecuencias, que a veces pueden nublar el momento o hacernos tambalear, dudar; y podemos dar un mal paso o hundirnos de forma momentánea, como Pedro cuando desvió sus ojos de Jesús. Así cada uno de nosotros. Y quien no haya tenido un mal momento, que me arroje la primera piedra. 
Cuando esto pase, no dejes de Brillar, continua siendo tú mismo, sigue dando lo mejor de ti, sigue haciendo lo mejor para el Señor; no permitas que te lastimen, no permitas que te hieran, Sigue Brillando y No podrán tocarte porque tu Luz seguirá intacta; Cristo está dentro de ti por el Espíritu Santo.



22 Diciembre LA BUENA SEMILLA Juan 1; 14


Aquí llegamos a la afirmación en la que se resume todo el tema que Juan desarrolla en su evangelio. Ha meditado y escrito acerca de la Palabra de Dios, esa Palabra poderosa, creadora y- dinámica, que fue el Agente de la creación; esa Palabra guiadora, directora, controladora, que pone orden en el universo y en la mente humana. No se trata de una visión espiritual que se percibe con los ojos del alma o de la mente. Juan declara que la Palabra vino de hecho a la Tierra en forma humana, Que podía verse con los ojos de la cara. Dice: "Si queréis, ver cómo es esta Palabra creadora, esta Razón ordenadora, mirad a Jesús de Nazaret.»
Aquí es donde Juan se remonta por encima de todos los pensamientos anteriores. 
 Y de pronto aparece una novedad totalmente sorprendente: que Dios pudiera y estuviera dispuesto a llegar a ser una persona humana y entrar en esta vida que nosotros vivimos, que la eternidad pudiera aparecer en el tiempo, que el Creador pudiera aparecer en la creación de tal manera que los ojos humanos de hecho Le pudieran ver.
«En esto se conoce el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en la carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios. Este es el espíritu del anticristo» (
1Juan_4:2). 
En Jesús vemos el poder creador de Dios, la Razón ordenadora de Dios, asumiendo la plena humanidad. En Jesús vemos a Dios viviendo la vida humana de una persona cualquiera, pero en Él no habia pecado. Suponiendo que no dijéramos nada más de Jesús, todavía podríamos decir que nos mostró como viviría Dios esta vida que vivimos nosotros.
Bien se podría decir que este es el versículo más importante de todo el Nuevo Testamento. Debemos por tanto pasar un tiempo considerable estudiándolo para penetrar más de lleno en sus riquezas.
El hecho de que Dios viniera a la Tierra a vivir y a morir por nosotros no fue nada que la humanidad hubiera merecido, sino un acto de puro amor por parte de Dios. La palabra gracia subraya al mismo tiempo la pobreza desesperada de la humanidad y la ilimitada generosidad de Dios.
Jesús es la encarnación de la verdad. Él dijo: «Yo soy la verdad». Para ver la verdad tenemos que mirar a Jesús. Aquí hay algo infinitamente precioso para todas las almas y mentes sencillas. Son los menos los que pueden captar las ideas abstractas; la mayor parte de nosotros tenemos que ver las cosas para entenderlas. Podríamos pasar mucho tiempo pensando y discutiendo, y no nos acercaríamos a una definición satisfactoria de lo que es la belleza; pero, si podemos señalar a una persona en la que brille esa cualidad y decir: "¡Eso es belleza!», todos estaremos de acuerdo y lo veremos claro. Desde que la humanidad empezó a pensar en Dios se viene intentando definir Quién y Qué es... y sus mentes diminutas no consiguen llegar a una definición satisfactoria. Pero ahora podemos dejar de pensar por nosotros mismos, y mirar a Jesucristo y decir: «¡Así es como es Dios!» Jesús no vino para hablar de Dios, sino para mostrar cómo es Dios, para que la persona más sencilla pudiera conocerle tan íntimamente como el más grande de los filósofos.
Jesús es el comunicador de la verdad. Les dijo a Sus discípulos que, si seguían con Él, conocerían la verdad. La gente se agolpará para escuchar a un maestro o predicador que pueda ofrecerles alguna dirección en el embarullado negocio de la vida y el pensamiento. Jesús es el único Que, en medio de las sombras; puede aclarar las cosas; el único Que, en las múltiples encrucijadas de la vida, nos puede indicar el verdadero camino; el único Que, en los confusos momentos de la decisión, nos permite escoger correctamente; el único Que, entre las muchas voces que reclaman nuestra atención y nuestra lealtad, nos dice lo que debemos creer.
Aunque Jesús ya no está corporalmente en la Tierra, nos ha dejado Su Espíritu para que nos guíe a toda la verdad. Su Espíritu es el Espíritu de la verdad. No se limitó a dejarnos un libro de instrucciones, la Biblia, y un cuerpo de doctrina. No tenemos que buscar en un libro de texto difícil de entender para descubrir lo que tenemos que hacer. Todavía, hasta el día de hoy, podemos preguntarle a Jesús lo que tenemos que hacer, porque Su Espíritu está con nosotros en cada paso del camino.
La verdad es lo que nos hace libres. Siempre hay un cierto poder libertador en la verdad. Los niños adquieren a menudo ideas fantásticas y erróneas acerca de las cosas cuando piensan por sí mismos; y a menudo les producen miedo. Cuando se les dice la verdad, se emancipan de sus temores. Puede- que una persona tenga miedo de estar enferma; si va al médico, aunque el diagnóstico sea malo, se librará por lo menos de los temores vagos que antes la asediaban. La verdad que Jesús nos trae nos libera de la alienación de Dios; nos libera de la frustración, de nuestros temores y debilidades y derrotas. Jesucristo es el mayor libertador del mundo.
La verdad puede causar resentimiento. Hubo quienes trataron de matar a Jesús porque les había dicho la verdad. 
La verdad puede que condene a una persona; puede que le indique lo muy equivocada que estaba. «La verdad -decían los filósofos cínicos- puede ser tan irritante como la luz para los ojos doloridos.» Los cínicos declaraban que el maestro que no ha molestado nunca a nadie, nunca le ha hecho a nadie ningún bien. Puede que la gente cierre los oídos y las mentes a la verdad, que maten al que se la dice... pero la verdad permanece. Nadie ha destruido jamás la verdad por negarse a escuchar la voz que se la presentaba; y la verdad acabará por alcanzarle, más, tarde o más temprano.
La verdad se puede rechazar. Hay dos razones principales para no creer: porque es demasiado buena para ser verdad, o porque se está demasiado ligado a medias verdades de las que no se puede soltar. En muchos casos una media verdad es el peor enemigo de -la verdad total.
La verdad no es nada abstracto, sino algo que hay que hacer. Es algo que hay que conocer con la mente, aceptar con el corazón y poner por obra en la vida.
Examinemos nuestro estilo de vida. Si somos de Cristo, tiene que evidenciarse una nueva criatura; con errores, por supuesto, pero caminando en la senda angosta tras haber pasado por la Puerta estrecha.
Toda una vida de estudio y pensamiento no podría abarcar toda la verdad de este versículo.
¡Maranatha! ¡Si, ven Señor Jesús!


¿POR QUIENES MURIÓ CRISTO?

  
¿Vino Cristo a morir para salvar a todos los hombres o sólo a los elegidos?  ¿Vino Cristo a morir para proveer salvación completa para todos, a sabiendas de que el Padre atraería hacia Cristo a los elegidos y dejaría justamente en sus pecados a quienes rechazasen tal provisión?

¿Qué dice la Palabra de Dios en la Biblia?
La Palabra de Dios dice que todos, elegidos y no elegidos, estábamos perdidos sin remedio antes de que Dios interviniese a nuestro favor (Is. 53:6; Ro. 3:9-23; Ef. 2:1-5).
La Palabra de Dios dice que, para escapar de la perdición eterna, cada cual tiene que creer en Jesucristo (Jn. 3:16, 36; 6:40; Hch. 16:31; Ro. 3:21-28).
 La Palabra de Dios dice que el Padre atrae hacia Cristo a los elegidos (Jn. 6:37,44; 17:9, 12), pero ellos han de venir mediante la fe (Ef. 2:8)
La Palabra de Dios dice que Cristo murió por los elegidos (Jn. 10:15;Ef. 5:25; 1 Pe. 2:24). Pero esto no excluye el que muriese también por los demás hombres. Lo veremos claro con una ilustración. Un hombre bondadoso y adinerado ve a un grupo de mendigos en la calle y les ofrece un gran banquete en el mejor hotel de la localidad. Algunos aceptan agradecidos; otros rechazan la invitación. Al llegar al hotel, solo los que aceptaron figuran con su nombre en la lista de los invitados: pero eso no significa que la invitación fuese hecha sólo para los que la aceptaron.

Pero la Palabra de Dios dice también:

·         Que Dios amo al mundo, esto es, a toda la humanidad perdida, y, por consiguiente, dio a Su único Hijo en rescate por todos (Jn. 3:16;1 Ti. 2:6). Si ese objetivo estuviese restringido a solo los elegidos, la Palabra de Dios no habría podido usar esas expresiones.

·         Que Dios ha comprado (por tanto, ha pagado el precio) a quienes no son elegidos (2 Pe. 2:1). Todos los esfuerzos de los que limitan a Dios y tratan de  torcer cada una de las palabras de este versículo han sido en vano.

·         Que Dios desea sinceramente que todos sean salvos (1 Ti. 2:4; 4:10), lo que implica una provisión suficiente para todos. La Escritura no dice: todos sin distinción; luego debemos entender  todos sin excepción.

·         Que Dios manda, a todos sin excepción, que se arrepientan (Hch.17:30). Y, si lo manda, necesariamente tiene que proveer, para todos, la gracia suficiente para que puedan arrepentirse.

·         Que Dios envió a Su único Hijo a morir como propiciación por los pecados de todo el mundo (1 Jn. 2:2). La frase todo el mundo solo vuelve a salir en esta misma epístola (1 Jn. 5:19), donde nadie puede negar su sentido universal.  

·         Que Jesús gusto la muerte por cada uno. Es decir: por todos y por cada uno de nosotros en particular.

·         Que el Señor no retarda la promesa de la Segunda Venida, sino que es paciente hacia vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos den cabida al arrepentimiento (2 Pe. 3:9)

Esta provisión ilimitada estaba tipificada en el Día de la Expiación

Leemos en Levítico 16:3 «Con esto entrará Aarón en el santuario: con un becerro para expiación y un carnero para holocausto». Aquí están representadas las dos facetas del sacrificio de Cristo, excluidas en este Día la ofrenda de flor de harina y la ofrenda de paz; todo el capítulo gira sólo entorno a la expiación y al holocausto. Nos interesa lo que dice acerca de la expiación:
    por el pecado del pueblo en general
ppor los pecados e iniquidades del pueblo.
 Voy a presentar los versículos más importantes del capítulo 16, de la Biblia de las Américas que está más ajustada al original que otras versiones:
  Sobre el pecado del pueblo o, más exactamente, sobre los pecados como manchas contaminantes, dice Levítico 16:15-16, después de haberse referido al sacrificio que Aarón ha ofrecido por sí mismo: «Después inmolará el macho cabrío de la ofrenda por el pecado que es por el pueblo, y llevará su sangre adentro del velo (Hebreos 7:27; 9:7, 12) y hará con su sangre como hizo con la sangre del novillo, y la rociará sobre el propiciatorio y delante del propiciatorio.
Hará, pues, expiación por el lugar santo a causa de las impurezas de los hijos de Israel y a causa de sus transgresiones, por todos sus pecados; así hará también con la tienda de reunión que permanece con ellos en medio de sus impurezas».
  Sobre los pecados e iniquidades del pueblo en cuanto a la culpa, dicen los versículos  20-22 del mismo capítulo: «Cuando acabe de hacer expiación por el lugar santo, la tienda de reunión y el altar, presentará el macho cabrío vivo. Después Aarón pondrá ambas manos sobre la cabeza del macho cabrío y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel y todas sus transgresiones, todos sus pecados, y poniéndolos sobre la cabeza del macho cabrío,  enviará al desierto por mano de un hombre preparado. El macho cabrío llevará sobre sí todas sus iniquidades a una tierra desolada; y soltará el macho cabrío en el desierto».
Queda todavía otro requisito legal por cumplir: Dice el versículo 27: «Pero el novillo de la ofrenda por el pecado y el macho cabrío de la ofrenda por el pecado, cuya sangre fue llevada dentro del lugar santo para hacer expiación, serán llevados fuera del campamento y quemarán en el fuego su piel, su carne
y su estiércol» (Heb. 13:11-12).
El Día de la Expiación de Levítico 16, todos los detalles apuntaban claramente hacia la expiación llevada a cabo por Cristo en el Calvario. Como es obvio, el Día de la Expiación concernía primariamente a los hijos de Israel y, por tanto, estaba limitado por las fronteras de Israel, mientras que la expiación llevada a cabo en la Cruz se extiende a los pecados del mundo entero (1 Jn. 2:2).
Pero la semejanza más importante está en que ni el Día de la Expiación ni el sacrificio del Calvario tenían por objeto quitar automáticamente los pecados; en ambos casos, para la aplicación personal de los beneficios de la expiación, se expresa, de un modo u otro, la necesidad de la fe y del arrepentimiento personales (afligiréis vuestras almas  Lv. 16:29, 31, con el arrepentíos  de Mr. 1:15 y el  reconciliaos con Dios  de 2 Co. 5:20).