} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 06/01/2012 - 07/01/2012

lunes, 25 de junio de 2012

PAZ CON DIOS (2ª Parte)

 LA FE “Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9) Estando ya preparado para dar un paso más en la búsqueda de la paz con Dios dispuesto a renunciar a la vida anterior que me conducía al abismo, resuelto a que ese cambio se opere en mi vida, dejando que Él, Jesús, se haga cargo de ella; que marque el ritmo sin prisa pero sin pausa por el camino que me lleva a esa puerta estrecha, por la que sólo puedo pasar cuando entienda que la salvación no depende de mí, ni de mi esfuerzo, que no se puede comprar, no está en venta; ni las riquezas, ni el poder, ni los rezos a imagen de santo o virgen que ni oyen, ni comen, ni ven pueden ofrecer. Tallas de madera, piedra, bronce, oro esculpidas por la mano del hombre y a las que de forma irracional hemos adorado en nuestro desvarío, en esa locura demoníaca, en ese acto más de rebeldía contra Dios el Creador de todo lo visible e invisible. Cuando deje en esa senda todos los prejuicios adquiridos y me vuelva como un niño, sólo entonces estaré en condiciones de poder traspasar esa puerta estrecha. En esa ardua tarea, cuento con el apoyo del mejor abogado, de mi mejor amigo, de mi compañero, de mi salvador; en Él y sólo en Él puedo confiar, nunca me ha defraudado. Yo sin embargo, si le he defraudado, si que le he fallado, tantas veces que ya ni las recuerdo. Siempre que he intentado coger el timón de mi vida, me he desviado de su ruta; la fuerte corriente del mundo ha variado el rumbo y a virado, dejándome a merced de los embates del pecado. Soy consciente que al poner la vista en otros objetivos, ambicionando lo que no me conviene e infringiendo dolor a las personas que me rodean, he bajado la guardia y el enemigo aprovechó la ocasión para colarse, en cierto modo, cuando mis ojos quisieron gozar de muy diversas formas con las comodidades temporales. No tengo excusa y debo ser disciplinado, he sido un mal hijo y mi Padre Celestial, como me quiere, sabrá lo que hacer conmigo. Me humillo ante ÉL y le ruego ponga fin a mi desvarío pues no estoy en condiciones de salir adelante sin su ayuda. Sé que la sangre derramada por el Hijo de Dios en el madero redime todos mis pecados, que por su gracia soy justificado en la fe, ante su tribunal y que su resurrección me permite gozar de esos bienes venideros cuando venga en su reino. Ayúdame Señor a caminar, no me sueltes de tu mano, no me dejes sólo, déjame asirme a ella con firmeza porque fuera de TÍ no tengo esperanza y estoy perdido. Toma las riendas de mi vida y haz con ella lo que quieras y si necesito de vez en cuando un coscorrón, no te cortes, pues el buen padre terrenal también lo hace, cuanto más Tú, mi Padre Celestial que me disciplina para la vida eterna. Que así sea. Amén.