Romanos 5:1-2 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. (Libre copia)
jueves, 24 de marzo de 2016
Proverbios 17:1-28
domingo, 20 de marzo de 2016
FIDELIDAD Y OBEDIENCIA A LA PALABRA DE DIOS EN LA BIBLIA
"El Señor DIOS me ha dado lengua de discípulo, para que yo sepa sostener con una palabra al fatigado. Mañana tras mañana despierta, despierta mi oído para escuchar como los discípulos. El Señor DIOS me ha abierto el oído; y no fui desobediente, ni me volví atrás".
Isaías 50:4-5
Debemos tener presente que para poder enseñar la Palabra de Dios, ella misma muestra requisitos para ser aptos y preparados para enseñar eficazmente.
En Isaías 50:4 al 5 hemos leido:
Al principio de nuestra vida como hijos de Dios es fundamental recibir la enseñanza y el alimento de la leche espiritual no adulterada de la Palabra (1 Pedro. 2:2), para crecer adecuadamente en el evangelio. El cristiano que desea enseñar la Palabra de Dios, debe comprender que en el principio de su vida cristiana necesita ser instruido, no precisamente para enseñar, sino para ser edificado y alimentado. Nos habla de un proceso continuo, “mañana tras mañana” Es decir que el cristiano siempre necesita escuchar y aprender de la Palabra de Dios, para vivirla y enseñarla. A pesar de que la Biblia indica que debemos aprender continuamente, hay quienes consideran que después de determinado tiempo de recibir alguna instrucción o determinados cursos bíblicos o teológicos, ya no necesitan aprender nada más.
Despierta mi oído para escuchar como los discípulos
Despertar se traduce del hebreo “ur” que, entre otras cosas, significa: Avivar, levantar, mover y ser triunfante. Despertar es interrumpir el sueño a quien está durmiendo. Renovar o traer a la memoria algo ya olvidado. Hacer que alguien vuelva sobre sí o recapacite.
El Señor despierta nuestros oídos para “escuchar”; escuchar es dar atención a lo que se oye, dar oídos, atender al aviso, consejo o sugerencia. La importancia de esto radica en que hay personas que no escuchan la enseñanza o el consejo de la Palabra de Dios, sino que únicamente la oyen, y no la atienden ni la retienen.
La frase “como los discípulos” se refiere a que, para enseñar bien la Palabra de Dios, tuvimos que haber sido discípulos, escuchando la Palabra a los pies de un maestro. Es decir, que se debió y debe ser instruido, se debió y debe ser enseñado y, se debió y debe ser discípulo. No es extraño encontrar a quienes pretenden ser maestros, pero nunca fueron discípulos, es decir, no se sentaron a aprender doctrina y ser instruidos por algún ministro de Dios; por lo que su enseñanza es dudosa. La persona que desea anseñar, primero debe ser discípulo para aprender, entender y comprender doctrina. Debe aprender a interpretar la Biblia y no confundir los pasajes, tiempos, personajes y contextos bíblicos.
Alguien puede saberse de memoria Biblia, pero no necesariamente sabe entenderla. Esto lo vemos en los escribas, quienes sabían de memoria la ley; sin embargo, no pudieron interpretarla y para reconocer que Jesucristo era el mesías.
Discípulo, en el Nuevo Testamento, se traduce del griego “mathetes” y significa: aprendiz y alumno. Es el masculino del nombre mathano que significa “entender”. En el Nuevo Testamento significa un adihiriente que acepta las instrucciones que le son dadas y las hace su regla de conducta.
El discípulo se caracteriza porque tiene maestro, entiende, es aprendiz y alumno, veamos algunas definiciones:
Entender: Tener idea clara de las cosas. Tener amplio conocimiento y experiencia en una materia determinada. Saber manejar o disponer algo para algún fin.
Alumno: Discípulo, respecto de su maestro, de la materia que está aprendiendo o de la escuela, colegio o universidad donde estudia. Persona criada o educada desde su niñez por alguno, respecto de este.
Aprendiz: Persona que aprende algún arte u oficio. Persona que, a efectos laborales, se halla en el primer grado de una profesión manual, antes de pasar a oficial.
El Señor Dios me ha abierto el oído.
En Marcos 7:31-35 encontramos un ejemplo que nos explica porqué es necesario que el Señor abra nuestros oídos para escuchar como los discípulos, pues muestra que la consecuencia de abrirle los oídos al sordo y tartamudo, fue que desapareció el impedimento de su lengua y hablaba con claridad. ¿Cuanta necesidad tenemos de que el Señor abra nuestros oídos?... en primer lugar, para escuchar y comprender el significado de su Palabra, y luego para hablar con claridad, es decir, enseñar con claridad y correctamente, sin confundir a los que escuchan (2 Timoteo 2:15)
No fui desobediente, ni me volví atrás.
De acuerdo al Word Study Bible & Reference, discípulo es una persona que acepta las instrucciones que le son dadas y las hace su regla de conducta; es decir, que bíblicamente un requisito que se debe cumplir para que la persona sea apta para enseñar correctamente es la obediencia. El cristiano que no ha sido discípulo y obediente, su enseñanza será sin sentido, es decir como un símbalo que retiñe (1 Corintios 31:1), que difícilmente podrá presentar defensa razonable de su fe en Cristo Jesús (1 Pedro. 3:15), y difícilmente tendrá el respaldo de Dios.
¡Maranatha!
sábado, 19 de marzo de 2016
Resultados de meditar la Palabra de Dios
viernes, 18 de marzo de 2016
Proverbios 16:1-33
jueves, 17 de marzo de 2016
NO BAJEMOS LA GUARDIA, ESTEMOS ALERTA
...a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser en extremo pecaminoso.
Romanos 7:13
Cuidado con hacer caso omiso del pecado o considerarlo con ligereza. Cuando recién nos convertimos, nuestra conciencia es tan tierna que tememos pasar por alto el mínimo pecado. Los recién convertidos experimentan una timidez santa o un temor pidadoso de posible ofensa al Señor. Lamentablemente, el delicado retoño de este fruto maduro enseguida cae por culpa del trato brusco del mundo circundante; la nueva y tierna plantita de verdadera devoción enseguida se convierte en una fácilmente influenciable.
Si, es una triste verdad pero hasta el cristiano más maduro llega gradualmente a desarrollar callosidades y el pecado, que una vez lo alarmó, ya no le molesta en lo más mínimo. Pero a poco nos vamos familiarizando con el pecado hasta llegar a ser como aquel que ha estado expuesto a las explosiones del cañón durante tanto tiempo que ya no percibe los sonidos suaves. Al principio, hasta el más leve pecado nos sobresalta, pero enseguida decimos: Bueno, este es uno pequeño... Luego, se nos presenta un pecado más grande, seguido de otro, hasta que vamos poco a poco pensando que solo son problemas menores. Enseguida este pensamiento inunda nuestra mente con un pensamiento no santo: Bueno... hemos tropezado un poco y caído en algunos pecadillos, pero mayormente tratamos de ser rectos. Podremos haber pronunciado una palabra pecaminosa, pero la mayor parte de nuestra conversación ha sido coherente con la de un cristiano. Enseguida empezamos a disminuir la importancia de nuestro pecado, lo cubrimos con un manto que lo disimule y le damos nombres simpáticos e ingeniosos.
Querido cristiano, cuidado con tomar el pecado tan a la ligera.
El que piensa estar firme, mire que no caiga poco a poco ( 1 Corintios 10:12)
¿Pecado? ¿Poca cosa? ¿No es veneno? ¿Quién conoce su efecto mortífero? ¿Pecado? ¿Insignificante? ¿No son incluso las zorras pequeñas las que arruinan nuestros viñedos (Cantares 2:15)
¿No sabes que el pequeño coral puede crecer hasta transformarse en una roca capaz de hundir una flotilla? ¿No son los pequeños pero persistentes golpes lo que al final pueden hacer caer al gran roble? ¿No es el lento pero constante goteo del agua el que termina por erosionar piedras enormes?
¿Pecado? ¿Insignificante?
¡Coronó la cabeza del Redentor con espinas y traspasó su corazón!
Fue la verdadera razón por la que sufrió angustia, congoja y aflicción. Si pudieras medir hasta el mínimo pecado a escala de la eternidad, huirías de él como si fuera una serpiente y aborrecerías el mínimo indicio del mal.
Presta atención a todos y a cada uno de los pecados que en realidad crucificaron a tu Salvador, y los verás como en extremo pecaminosos.
¡Maranatha!
martes, 15 de marzo de 2016
Proverbios 15:1-33
sábado, 12 de marzo de 2016
La cultura del sarcasmo
…en los
postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias
2 Pedro
3:3
La maldad que cada día aumenta en el corazón de los hombres se
hace evidente en su despreciable trato con sus semejantes. De ahí la creciente
tendencia al sarcasmo que es ya una cultura en muchas naciones. El sarcasmo es
la manera ingeniosa y mordaz de hacer ver como estúpido lo que los demás dicen
o hacen; pretendiendo demostrar con ello ser más inteligentes.
Este tipo de violencia fue condenado por Jesucristo, cuando dijo: “pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será
culpable de juicio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al
infierno de fuego” (Mt. 5:22).
Fatuo, es alguien poco inteligente, carente de entendimiento; pero no por eso
los demás tienen derecho a ridiculizarlo o tratar de humillarlo irónicamente.
Según las Escrituras, cualquier soberbio que goza sarcásticamente de
menospreciar a los demás quedará expuesto al infierno de fuego.
Su origen en el diablo
El diablo fue quien logró hacer caer a los primeros hombres
—burlándose irónicamente de ellos— según está escrito: “pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que
Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Con que Dios os ha dicho: no
comáis de todo árbol del huerto?” (Gn. 3: 1).
Note la ironía de esta alocución: ¿con que Dios os ha dicho...? Al caer
en esta trampa mortal, Adán y Eva quisieron demostrarle al diablo que no tenían
por qué obedecer del todo lo que Dios dijera.
Y sin darse cuenta obedecieron lo que éste les insinuó con su sarcasmo para
volverse sus leales, hasta hoy. Decía David: “los soberbios se burlaron mucho de mí, mas no me he apartado de tu ley” (Sal. 119:51). A
lo largo de la historia se ve claramente cómo el diablo ha levantado sus
leales, a quienes utiliza para que se burlen y ridiculicen todo lo que
pertenezca a Dios en esta tierra. Ya sea infiltrándose en el pueblo de Dios,
haciéndose pasar por justos y luego hacer un gran escándalo con su mala
conducta para que el mundo critique no a éste sino a todo el pueblo de Dios y
todo lo que concierna a la fe; o los utiliza simplemente atacando los valores
divinos desde afuera.
Sea como sea, esto ya estaba advertido que así debía de ser, para
que quienes buscan a Dios de verdad no se sorprendan. Léase: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y
digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque
vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los
profetas que fueron antes de vosotros” (Mt. 5:11-12).
Estar del lado de Dios conlleva la burla y el escarnio de los demás, para que
se cumplan las señales.
Y sin darse cuenta obedecieron lo que éste les insinuó con su sarcasmo para volverse sus leales, hasta hoy. Decía David: “los soberbios se burlaron mucho de mí, mas no me he apartado de tu ley” (Sal. 119:51). A lo largo de la historia se ve claramente cómo el diablo ha levantado sus leales, a quienes utiliza para que se burlen y ridiculicen todo lo que pertenezca a Dios en esta tierra. Ya sea infiltrándose en el pueblo de Dios, haciéndose pasar por justos y luego hacer un gran escándalo con su mala conducta para que el mundo critique no a éste sino a todo el pueblo de Dios y todo lo que concierna a la fe; o los utiliza simplemente atacando los valores divinos desde afuera.