} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 04/01/2017 - 05/01/2017

sábado, 29 de abril de 2017

AUTOEXAMEN PERMANENTE DEL CRISTIANO



Job 31:1  Hice pacto con mis ojos; ¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?
 2  Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente de las alturas?
 3  ¿Por ventura no hay quebrantamiento para el impío, y extrañamiento para los que obran iniquidad?
 4  ¿Por ventura no ve él mis caminos, y cuenta todos mis pasos?
 5  Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño,
 6  péseme Dios en balanzas de justicia, y conocerá mi perfección.
 7  Si mis pasos se apartaron del camino, y si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo se apegó a mis manos,
 8  siembre yo, y otro coma, y mis verduras sean arrancadas.
 9  Si fue mi corazón engañado acerca de mujer, y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,
 10  muela para otro mi mujer, y sobre ella otros se encorven.
 11  Porque es maldad e iniquidad, comprobada.
 12  Porque es fuego que devoraría hasta el sepulcro, y desarraigaría toda mi hacienda.
 13  Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, cuando ellos pleitearan conmigo,
 14  ¿qué haría yo cuando Dios se levantase? Y cuando él visitara, ¿qué le respondería yo?
 15  ¿Por ventura el que en el vientre me hizo a mí, no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso un mismo autor en la matriz?
 16  Si estorbé el contento de los pobres, e hice desfallecer los ojos de la viuda;
 17  y si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano;
 18  (porque desde mi juventud creció conmigo el huérfano como con padre, y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);
 19  si he visto que pereciera alguno sin vestido, y al menesteroso sin cobertura;
 20  si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis ovejas se calentaron;
 21  si alcé contra el huérfano mi mano, aunque viese que me ayudarían en la puerta;
 22  mi espalda se caiga de mi hombro, y mi brazo sea quebrado de mi canilla.
 23  Porque temí el castigo de Dios, contra cuya alteza yo no tendría poder.
 24  Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú;
 25  si me alegré de que mi hacienda se multiplicase, y de que mi mano hallase mucho;
 26  si he mirado al sol cuando resplandecía, y a la luna cuando iba hermosa,
 27  y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano,
 28  esto también fuera maldad comprobada; porque habría negado al Dios soberano.
 29  Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal;
 30  que ni aun entregué al pecado mi paladar, pidiendo maldición para su alma;
 31  cuando mis domésticos decían: ¡Quién nos diese de su carne! Nunca nos hartaríamos.
 32  El extranjero no tenía fuera la noche; mis puertas abría al caminante.
 33  Si encubrí, como los hombres mis prevaricaciones, escondiendo en mi seno mi iniquidad;
 34  si temí a la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta,
 35  ¡quién me diera quien me oyese! He aquí mi señal es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me hiciera el proceso.
 36  Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ataría en lugar de coronas.
 37  Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me llegaría a él.
 38  Si mi tierra clamara contra mí, y llorarán todos sus surcos;
 39  si comí su sustancia sin dinero, o afligí el alma de sus dueños;
 40  en lugar de trigo me nazcan espinos, y abrojos en lugar de cebada. Se acaban las palabras de Job.
(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)



Para probar su inocencia, el desventurado varón de Hus pasa revista a las diversas clases de transgresiones, para declarar que no ha tenido parte en ellas. Job no sólo había evitado cometer un pecado grave como el adulterio, sino que ni siquiera había dado el primer paso hacia ese pecado al mirar a una mujer con un deseo lujurioso. Job dijo que era inocente tanto de los pecados externos como de los internos. En el capítulo 29, repasa sus buenas acciones. En este capítulo 31 hace una lista de los pecados que no ha cometido: ni en su corazón ni en contra de sus vecinos ni contra Dios.
Job no dijo por jactancia las cosas que aquí se registran, sino en respuesta a la acusación de hipocresía. Entendía la naturaleza espiritual de los mandamientos de Dios, que alcanza a los pensamientos e intenciones del corazón. Mejor es dejar que nuestros actos hablen por nosotros; pero en algunos casos, por nosotros mismos y por la causa de Dios, debemos protestar solemnemente nuestra inocencia de los delitos de los cuales se nos acusa falsamente. Las concupiscencias de la carne y el amor del mundo son dos rocas fatales contra las cuales choca la gente; Job protesta que siempre estuvo cuidadosamente alerta contra ellas. Dios toma más exacta nota de nosotros, que nosotros mismos; por tanto, andemos con prudencia. Evitaba con cuidado todo medio pecaminoso de obtener riqueza. Temía toda ganancia ilícita tanto como todo placer prohibido. Lo que tenemos en el mundo puede usarse con comodidad o perderse con tranquilidad, si se obtuvo honestamente. Sin honestidad y fidelidad estricta en todos nuestros tratos, no podemos tener una evidencia de verdadera santidad. ¡Sin embargo, cuántos religosos profesantes son incapaces de permanecer en esta piedra de toque!

Todas las contaminaciones de la vida proceden de un corazón engañado. La lujuria es un fuego en el alma: se dice que quema a quienes le dan el gusto. Consume todo lo que hay de bueno y desola la conciencia. Enciende el fuego de la ira de Dios, el cual, si no es sofocado por la sangre de Cristo, consumirá hasta la destrucción eterna. Consume el cuerpo; consume la sustancia. Las lujurias ardientes acarrean juicios ardientes.
Job tenía una familia numerosa y la administraba bien. Considera que tiene un Amo en el cielo, y como seríamos deshechos si Dios fuera severo con nosotros, debemos ser mansos y amables con quienes nos relacionemos. Job afirma que depender de la riqueza para la felicidad es idolatría y es negar al Dios del cielo. Disculpamos la obsesión que tiene nuestra sociedad con dinero y posesiones como un mal necesario o "la manera en la que las cosas funcionan" en el mundo moderno. Pero todas las sociedades en cada época han valorado el poder y el prestigio que acarrea el dinero. Los verdaderos creyentes deben librarse del deseo arraigado de mayor poder, más prestigio y más posesiones. Tampoco deben negarse a compartir sus recursos con vecinos cercanos y lejanos que se encuentren en desesperadas necesidades físicas.

La conciencia de Job atestigua de su conducta justa y caritativa hacia el pobre. Job aduce que ha ido más allá de las costumbres de su época y que ha tratado a sus sirvientes como si tuvieran derechos como seres humanos, de la misma familia, cuando la sociedad contemporánea le hubiera permitido tratarlos como posesiones.
Se extiende mucho en este tema, porque fue particularmente acusado al respecto. Fue tierno con todos y a nadie perjudicó. Obsérvese los principios por los cuales Job se abstenía de ser inmisericorde y no caritativo. Consideraba que si hacía mal al pobre era como ir contra el Señor, al cual temía. El respeto de los intereses mundanos puede frenar a un hombre en la comisión de delitos; pero solo la gracia de Dios puede hacer que odie, tema y evite los pensamientos y los deseos pecaminosos.

Job protesta:
 1. Que nunca puso su corazón en la riqueza de este mundo. ¡Cuán pocos son los religiosos profesantes prósperos que pueden acudir al Señor como testigo de que no se han regocijado porque sus ganancias eran grandes! Debido a la determinación de ser ricos, hay muchos que arruinan sus almas o los atraviesan con muchos pesares.
2. Nunca fue culpable de idolatría. La fuente de la idolatría está en el corazón, y corrompe a los hombres, y provoca a Dios para que envíe juicios contra una nación. La idolatría es el único pecado religioso en el catálogo de crímenes de Job. Era normal en el mundo de la antigüedad adorar los cuerpos celestiales, pero para Job tal adoración hubiera sido servir a lo creado en lugar del Creador.

3. Tampoco deseaba ni se deleitaba en la herida de su peor enemigo. Si otros nos hacen mal, eso no justifica que nosotros se lo hagamos a ellos.
4. Nunca dejó de ser amable con los forasteros. La hospitalidad es un deber cristiano, 1 Pedro 4, 9 “Hospedaos amorosamente los unos a los otros sin murmuraciones

Job parece estar pensando aquí en ocasiones cuando hubiera podido pretender no saber de casos de necesidad. Ha sido generoso con los necesitados no sólo en casos de necesidad obvia, sino también en casos cuando él era el único que sabía de ella.
Job se descarga de la acusación de hipocresía. Nos cuesta mucho confesar nuestras faltas, estamos dispuestos a excusarlas y a echar la culpa a otras personas. “El que encubre sus pecados, no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia, Proverbios 28, 13.
 Él habla de su valor en lo que es bueno, como prueba de su sinceridad en esto. Cuando los hombres obtienen injustamente propiedades, son despojados justamente del consuelo de aquellas; se sembró trigo, pero brotarán cardos. Lo que los hombres no obtengan honestamente, nunca les hará ningún bien. Job dijo que no había tratado de esconder su pecado como lo hacen los hombres con frecuencia. El temor de que nuestros pecados sean descubiertos nos lleva a patrones de engaño. Nos cubrimos con mentiras para parecer buenos ante los demás. Pero no podemos escondernos de Dios.
Tu que lees esto  ¿Procuras que la gente no pueda ver tu verdadero yo? Reconoce tus pecados y libérate para poder recibir perdón y una nueva vida.

Las palabras de Job terminan. Job termina su juramento formal de inocencia diciendo: He aquí mi firma, como si fuera un documento escrito. Anhela contar con la lista de cargos que Dios tiene contra él, para compararla con su propia declaración de inocencia. No sería humillado por los cargos de su acusador, tan seguro está de que probarían su inocencia que se la ceñiría cual corona. No se acercaría a Dios como un criminal sino como un hombre inocente que puede responder a aquello de la que se le acusa. Terminan con la osada afirmación de que él puede apelar a Dios respecto de la acusación contra su carácter moral y religioso como causa de sus sufrimientos. Sin embargo, por confiado que fuera Job, veremos que estaba equivocado, Si dijéremos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y no hay verdad en nosotros. 1 Juan 1, 8.
Que todos nos juzguemos a nosotros mismos; en lo que seamos culpables busquemos el perdón en esa sangre de Cristo que limpia de todo pecado; quiera el Señor tener misericordia de nosotros, ¡y escribir sus leyes en nuestros corazones!


¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!

martes, 25 de abril de 2017

LA INMORALIDAD DEL MUNDO


Malaquías 4:1-6

Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno; y todos los soberbios, y todos los que hacen maldad, serán estopa; y aquel día que vendrá, los abrasará, dijo el SEÑOR de los ejércitos, el cual no les dejará ni raíz ni rama.
   Mas a vosotros los que teméis mi Nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salud; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.
   Y hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día que yo hago, dijo el SEÑOR de los ejércitos.
   Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb; ordenanzas y derechos míos sobre todo Israel.
   He aquí, yo os envío a Elías el profeta, antes que venga el día del SEÑOR, grande y terrible.
   El convertirá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; para que yo no venga, y hiera con destrucción la tierra.

(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)

El mensaje de Malaquías es a la vez fin y principio; es la voz de Dios para el “tiempo intermedio”. Es la instrucción para una comunidad de transición. ¡Qué actual resulta para nuestras comunidades latinoamericanas, llamadas hoy a sacudirse de las tentaciones de una sociedad y una cultura que valorizan lo material y atienden al consumismo! ¡Qué actual se muestra para los cristianos latinoamericanos, que son convocados a vivir en el triunfo del Resucitado para luchar por la vida contra la muerte, por la justicia contra la opresión y por la paz contra la guerra!

Con este libro de Malaquías, los profetas del AT llegan a un fin con un castigo severo sobre el pueblo por la inmoralidad evidente, por la infidelidad escéptica y por la adoración inadecuada al acercarse a Dios. Pero esta parte del canon llega también a un fin con una mirada distintiva hacia adelante, una esperanza en los actos futuros de Dios de poder y de bendición. Los sacerdotes eran culpables por despreciar al Dios que los amaba y los había redimido y al cual ellos servían. La gente había llegado a dudar de que Dios tenía algún significado en absoluto. De esta forma, se les advirtió: “Y luego, repentinamente, vendrá a su templo el Señor a quien buscáis…”. Aquel que vendría traería juicio sobre los que se habían apartado del Señor. Sin embargo, estaba la promesa de un libro delante de Dios, con los nombres de aquellos que eran fieles en su servicio al Señor. Juicio y esperanza, promesa y cumplimiento, gente pecadora y un Dios que se les enfrenta: sobre estas notas terminan los profetas del AT, habiendo preparado el camino para aquel que era el último mensaje de Dios a la humanidad.

Nuevamente Dios nos convoca; y a cada uno, en cada uno, y a través de cada uno, él quiere decirle al mundo entero: He aquí yo envío a mi mensajero
Aquí hay una solemne conclusión, no sólo de esta profecía, sino del Antiguo Testamento. La conciencia nos pide que recordemos la ley. Aunque no tenemos profetas, no obstante, en la medida que tenemos Biblias, podemos mantener nuestra comunión con Dios. Que los demás se jacten en su razonamiento orgulloso, y lo llame iluminación, pero mantengámonos nosotros cerca de esa palabra sagrada, por medio de la cual brilla este Sol de Justicia en las almas de su pueblo. El efecto del juicio sobre los justos, contrastado con su efecto sobre los inicuos. Para los inicuos será como un horno que consume la estopa; para los justos será el advenimiento del Sol que alegra, no de condenación, sino “de justicia;” que no destruye, sino que “sana. Aquellos que andan en la oscuridad ahora pueden consolarse en la seguridad de que caminarán en el futuro en la luz eterna que denota la velocidad o rapidez alada con que él aparecerá. para el socorro de su pueblo. Los rayos del Sol son sus “alas. El “Sol” que alegrará a los justos es sugerido por el previo “día” de terror que consumirá a los inicuos. Los justos, por justicia de él, “brillarán como el Sol en el reino del Padre”.
Ellos deben mantener la expectativa fiel del evangelio de Cristo, y deben esperar el comienzo de este. Juan el Bautista predicó arrepentimiento y reforma, como lo hizo Elías. El volverse de las almas a Dios y a su deber, es el mejor preparativo de ellos para el grande y temible día de Jehová. Juan predicará una doctrina que alcanzará los corazones de los hombres, y obrará un cambio en ellos. Así, él preparará el camino para el reino del cielo. La nación judía, por maldad, se abrió a la maldición. Dios estaba listo para ocasionarles ruina, pero, una vez más, probará si se arrepienten y vuelven a Él; por tanto, envió a Juan el Bautista para predicarles el arrepentimiento.
La historia del adelanto humano está señalado por períodos de pausa, y otras veces de progreso. Lo mismo en la revelación divina: es dada por un tiempo; luego durante la suspensión de ella, los hombres viven de los recuerdos del pasado. Después de Malaquías hubo un silencio de 400 años; entonces llegó un precursor de luz en el desierto, que si bien fue de corta vida, presentaba la más brillante de todas las luces hasta ahora; luego pasaron más de dieciocho siglos, durante los cuales hemos sido guiados por la luz que brilló en aquella última manifestación. El silencio ha sido más largo que en otras épocas, y será sucedido por una revelación más gloriosa y más terrible que nunca. Juan el Bautista debió “restaurar” la desfigurada imagen de “la ley,” para que el original fuese reconocido cuando apareciera entre los hombres. Como “Moisés” y “Elías” están aquí relacionados con la venida del Señor, así en la transfiguración conversan con él, lo que infiere que la ley y los profetas que le habían preparado el camino, estaban cumplidos ahora en él.
Que el creyente espere con paciencia su liberación y jubilosamente espere el gran día cuando Cristo venga por segunda vez a completar nuestra salvación. Pero los que no se vuelven al que los golpea con una vara, deben esperar ser golpeados con una espada, con una maldición. Nadie puede tener la expectativa de escapar de la maldición de la ley quebrantada de Dios, ni disfrutar la felicidad de su pueblo escogido y redimido, a menos que sus corazones se vuelvan del pecado y del mundo hacia Cristo y la santidad.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos nosotros. Amén.

¡Maranatha!

sábado, 22 de abril de 2017

LOS QUE APOSTATAN DE LA FE


1 Juan 2:19  Ellos salieron de nosotros, mas no eran de nosotros, porque si fueran de nosotros, hubieran sin duda permanecido con nosotros; pero esto es para que se manifestara que todos no son de nosotros. (La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)

Una marca del anticristo era que fue apóstata de la fe.
              “Salieron de nosotros,” los anticristos. Eran originalmente miembros de la iglesia de Cristo, pero rompieron la comunión. Apostataron de la fe (1Timoteo_4:1). No dejaron necesariamente de profesar ser cristianos y de la iglesia de Cristo, pero sí salieron de la comunión de los apóstoles y hermanos fieles.  No eran de la disposición de obediencia a Cristo y a la palabra apostólica (Hch_2:42).
            Aunque habían obedecido al evangelio, no tenían la disposición de obediencia y por eso salieron (apostataron). Si hubieran tenido dicha disposición, habrían continuado fieles en la fe. Esa disposición es esencial para permanecer en Cristo, y no ser engañados por los falsos. En los anticristos no permanecía la doctrina apostólica.
            Su salida hizo manifiesto que su actitud no era la de obediencia y lealtad a Cristo y a la palabra apostólica.   
             Los anticristos no fueron totalmente extraños a la iglesia; un día salieron de ella, pero en realidad no pertenecieron a ella. Juan no dio una razón por la que no permanecieron. Es claro que sus razones para formar parte, al comienzo, fueron equivocadas. Hoy muchas personas son "cristianas" por menos que las mejores razones. Quizás ir a la iglesia sea una tradición familiar. A lo mejor gustan de los contactos sociales y de negocios que pueden desarrollar allí. O posiblemente el ir a la iglesia es un hábito de años, y nunca se detuvieron a preguntarse por qué lo hacían.  
A ti que lees esto te pregunto ¿Cuál es tu razón fundamental para ser cristiano?  No debieras conformarte con menos de lo que es mejor. Tú puedes relacionarte con Cristo personalmente y llegar a ser un discípulo leal y confiable. La membresía de la Iglesia no es garantía de que una persona pertenezca a Cristo y no al Anticristo. La membresía externa no es prueba de la unión interna.» Como Pablo había dicho: «Porque no todos los que son descendientes de Israel pertenecen a Israel» (Rom_9:6). Un tiempo como el que había venido sobre el pueblo de Juan tenía su valor, porque cribaba lo falso de lo verdadero

Por cómo se han producido las cosas, Juan ve en la Iglesia un tiempo de zarandeo. Los falsos maestros habían salido voluntariamente de la comunidad cristiana; y ese hecho había dejado bien claro que realmente no formaban parte de ella. Eran ajenos, y su propia conducta lo había demostrado. Estos muchos anticristos habían sido miembros de la iglesia. Pertenecieron a la organización visible, pero Juan se apresura a decir que no eran de nosotros. Y añade que salieron, para que fuera evidente que no todos eran de nosotros. Su membresía había sido meramente apariencia.
 Hace que este versículo hable de meros pretendientes que en realidad no eran cristianos. Pero este versículo no habla de personas que salieran porque eran de los reprobados. Tampoco sugiere que era imposible para éstos continuar con los discípulos fieles. Juan dice que no eran de los hermanos fieles (en su actitud de fidelidad y obediencia), y por eso salieron. Su salida fue voluntaria, como la fue su entrada. Es imposible salir uno de donde nunca ha estado.
            Habían entrado en la comunión con Dios y con los hermanos, pero no todo el mundo continúa en ella (Mat_13:20-21; 1Ti_1:19). Los versículos subsecuentes en este capítulo, que exhortan a los lectores a permanecer en Cristo presuponen la posibilidad de apartarse de la fe como lo hicieron aquéllos. Todo hombre que niega la Persona o alguno de los oficios de Cristo es anticristo; y al negar al Hijo, niega también al Padre, y no tiene parte en su favor porque rechaza su gran salvación. Que esta profecía la aparición de seductores en el mundo cristiano nos resguarde de ser seducidos. La Iglesia no sabe bien quiénes son sus miembros verdaderos, ni quienes no lo son, pero así se prueba a los verdaderos cristianos que se hacen más vigilantes y humildes. El cristiano auténtico entra tan de lleno y tan decididamente en la nueva luz divina de Cristo, que de ningún modo puede volverse atrás, contando siempre, naturalmente, con la ayuda eficaz de la gracia. Sin embargo, en el plan divino entra que la doctrina de Jesucristo sea motivo de separación entre los que la reciben y los que la rechazan. Y una tal separación pondrá de manifiesto la fidelidad de los verdaderos cristianos.

 Los verdaderos cristianos son los ungidos, como su nombre lo expresa: son los ungidos por el Espíritu Santo con gracia, con dones y privilegios espirituales. Las mentiras más grandes y perjudiciales que difunde el padre de mentira en el mundo suelen ser falsedades y errores relativos a la persona de Cristo. Sólo la unción del Santo puede guardarnos de los engaños. Mientras juzgamos favorablemente a todos los que confían en Cristo como el Salvador Divino, y obedecen su palabra y procuran vivir unidos con ellos, tengamos lástima y oremos por los que niegan la deidad de Cristo o su expiación y la obra de nueva creación que hace el Espíritu Santo. Protestemos contra la doctrina anticristiana y guardémonos de ellos lo más que podamos.

lunes, 10 de abril de 2017

EL SERMÓN DEL MONTE (Final)


Mateo 6:25-34  Por tanto os digo: No os acongojéis por vuestra vida, qué habéis de comer, o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir: ¿no es la vida más que el alimento, y el cuerpo que el vestido?
   Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni allegan en alfolíes; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros mucho mejores que ellas?
   Mas ¿quién de vosotros podrá, acongojándose, añadir a su estatura un codo?
   Y por el vestido ¿por qué os acongojáis? Aprended de los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan;
   mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria fue vestido así como uno de ellos.
   Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
   No os acongojéis pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos?
   Porque los gentiles buscan todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que de todas estas cosas tenéis necesidad.
   Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
   Así que, no os acongojéis por lo de mañana; que el mañana traerá su congoja: basta al día su aflicción.
(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)



     La Palabra de Dios en la Biblia nos enseña qué el que vive confiando plenamente en Dios, como lo han mostrado los tres versículos precedentes, ya no se preocupa por su vida terrena. El siguiente largo pasaje sólo tiene un tema: mostrar la superfluidad de la preocupación terrena a la vista del gran Padre. Esta preocupación se refiere sobre todo a dos necesidades del hombre: la nutrición para mantener la vida y el vestido para proteger el cuerpo. La nutrición, el vestido y el trabajo por conseguirlos no deben ser privados de su valor, como podría suponer un visionario. Lo que aquí se reprueba es la solicitud excesiva por las cosas terrenas, el esfuerzo febril y el celo angustioso, el afán egoísta, en los que Dios no desempeña ningún papel ni es tenido en consideración. Tanto el pobre como el rico pueden ser víctimas de tal preocupación. En primer lugar dice Jesús una frase general: ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Si Dios os ha hecho donación de lo más valioso, de la vida y del cuerpo, ¿no se cuidará también de lo menos valioso? En muchos hombres se produce la impresión de que el sentido de su vida se agota en la consecución de aquellos bienes. Piensan que son dichosos asegurándose la manutención y satisfaciendo estas necesidades: Olvidan que no vivimos «de solo pan».
Afanarse, (MERIMNA) atraer en diferentes direcciones, distraer, y por ello significa aquello que causa esto, un afán, especialmente ansioso, Mat_13:22; Mar_4:19; Luc_8:14; Luc_21:3; 2Co_11:28, 'preocupación'; 1Pe_5:7, 'ansiedad'.   Ideas afines son: angustiarse, acongojarse, ser agobiado, Luc_12:29, "estar en ansiosa inquietud", ser ansioso (tener ansiedad), tener cuidado.
              La ilustración de Marta (Luc_10:41-42), "Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria (pero una sola cosa es necesaria); y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada".
              "Por tanto os digo: No os acongojéis". Las palabras "por tanto" indican una conclusión de lo que había dicho en los versículos 19-24, en los cuales nos da tres razones muy buenas por las cuales debemos poner plena confianza en Dios y no en cosas materiales (cosas de este mundo):
(1) los tesoros de este mundo no son confiables porque son perecederos, no duran
(2) si el ojo es maligno (avariento), toda la vida está llena de oscuridad
(3) es imposible servir tanto a Mamón (las riquezas) y al mismo tiempo servir a Dios (porque cada esclavo tiene solamente un amo).
              En este hermoso texto Jesús nos dice por qué no debemos preocuparnos en cuanto a qué comer, qué beber o qué vestir.
              "PSUCHE (vida), aliento de vida, la vida natural... Hablando en sentido general, PSUCHE es la vida individual, el ser vivo". Esta "vida" es la que vivifica el cuerpo (saliendo esta vida el cuerpo queda muerto). La vida (es decir, uno mismo) es mucho más importante que el alimento que la sostiene, como también el cuerpo es mucho más importante que la ropa que lo cubre. El primer argumento de Jesús fija las prioridades.
  Dios nos da la vida y el cuerpo en que vive. Él sabe que no somos máquinas (ni tampoco ángeles), y que necesitamos de alimento y ropa. La vida es importantísima, una verdadera dádiva de Dios de sumo valor. Si Dios nos da una dádiva tan preciosa, ¿no la sostendrá? Si nos da cuerpo que es el templo del Espíritu Santo (1Co_6:19-20), ¿no le proveerá ropa?  
 Dios nos dio la vida; y, si Él nos dio la vida, no debemos dudar en confiar en Él para las cosas más pequeñas. Si Dios nos dio la vida, seguro que podemos confiar en que Él nos dará el alimento para sustentarla. Si Dios nos dio cuerpos, seguro que podemos confiar en que Él nos dará la ropa para vestirlos. Si alguien nos hiciera un regalo de precio incalculable, seguro que no se tratará de una persona tacaña, y mezquina, y descuidada, y olvidadiza acerca de regalos menos costosos. Así que, el primer argumento es que, si Dios nos ha dado la vida, podemos confiar en que Él nos dará las cosas necesarias para mantenerla.

              El propósito de la vida no es simplemente comer y beber, ni es el propósito del cuerpo simplemente vestirse. Estas son cosas necesarias pero son cosas secundarias. La vida existe en el cuerpo para servir a Dios, para glorificarle, para avanzar los asuntos de su reino y su justicia.
              Son deseos secundarios. Es verdad que deseamos comer, beber y vestirnos, pero estos deseos, aunque sean básicos, no son los deseos más importantes de la vida. Satisfacemos estos deseos para poder satisfacer otros deseos mucho mas importantes. Aun los animales tienen el deseo de comer y beber, pero los hombres somos hechos a la imagen de Dios (Gén_1:26-27), y tenemos otros deseos superiores.
             
              Somos enseñados por las aves. El hombre tiene dominio sobre los animales y las aves (Gén_1:28; Sal_8:6-8), pero las aves nos enseñan. Debemos observarlas y aprender de ellas. No siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, ¡pero no están llenas de ansiedad! porque vuestro Padre celestial las alimenta. No viven con ansiedad, no intentan amontonar recursos para un futuro invisible e imprevisible; y sin embargo se mantienen vivos. Más de un rabino judío encontraba fascinante la manera de vivir de los animales. Aquí se trata de la primera necesidad, o sea, el alimento, y de la preocupación por el mismo. Es magnífico el ejemplo de la naturaleza, en el que puede comprobarse el gobierno del Padre. Para quien tiene a Dios presente en todas partes y lo ve en acción, la nutrición de las aves no es solamente un hecho de la naturaleza sino un milagro de solicitud paternal. No se cansan en almacenar para tener asegurado el alimento para el tiempo futuro, sino que viven al día: vuestro Padre celestial las alimenta. Si esto ya es verdad en criaturas tan pequeñas, ¿cuánto más en el hombre, cuya vida es incomparablemente más valiosa y está mucho más cercana al corazón del Padre? Dios sabe lo que nos hace falta, antes de que se lo pidamos. Nos contempla constantemente, atiende a lo que necesitamos para vivir. Pensar de otra manera no tiene ninguna razón de ser. Dios ha establecido la duración de nuestra vida. Ni siquiera el que se fatiga a porfía y mantiene una actividad febril es capaz de prolongar su propia vida. Debemos poner atención a lo que aquí se nos dice y dejar sin respuesta las cuestiones que no hacen al caso: ¿No hay también animales que construyen depósitos en previsión del futuro? Ciertamente, pero no lo hacen las aves que aquí se toman como ejemplo. ¿Y no se puede alargar la vida viviendo de un modo ordenado y con el auxilio de la medicina? Eso también es verdad, pero no es lo que aquí se considera. Aquí se pretende poner en claro que el que se entrega a la confianza en Dios, sin descuidar lo necesario para sí o su familia, logra el lapso de vida que Dios le ha señalado. Se trata de subrayar la conformidad con el plan de Dios y no de las ventajas puramente terrenales, que nada tienen que ver con él, aunque se trate de una febril prolongación de la vida. ¡Cuántas veces hemos experimentado la verdad de estas palabras! ¿Es igualmente operante esta verdad cuando vivimos en medio del bienestar y la seguridad?

 Cabe muy bien el ejemplo que leí:
"En toda mi vida -decía rabí Simeón- no he visto nunca a un ciervo que se dedicara a secar higos, ni a un león que fuera mozo de cuerda, o a un zorro que fuera comerciante; y sin embargo todos vivían sin preocupación. Si ellos, que fueron creados para estar a mi servicio, se mantienen sin preocupación, ¡cuánto más debería yo, que he sido creado para servir a mi Hacedor, alimentarme sin preocupación! Pero he corrompido mis caminos, y así he echado a perder mi sostenimiento.» El detalle de lo que Jesús está diciendo no está en que los pájaros no trabajan; se ha dicho que nadie trabaja tanto como un gorrión medio para ganarse la vida; la lección que quiere enseñarnos es que los pájaros no se preocupan. No se puede encontrar en ellos el estrés de las personas acerca de un futuro que no pueden ver ni prever, tratando de encontrar su seguridad en las cosas que almacenan y acumulan para el futuro.

  Lo que Jesús no enseña:
              No condena el trabajar. Muchos textos enseñan la necesidad de trabajar (Efe_4:28; 1Ts_4:11-12; 2Ts_3:10). El hombre trabajó en el huerto de Edén, antes de pecar (Gén_2:17). El trabajo no es un castigo sino una bendición. El hombre fue creado para trabajar, pero no para afanarse. Las aves trabajan. Dios "las alimenta". El provee la comida y las aves aprovechan esa provisión, trabajando para comer. Jesús no dice, "No trabajan las aves", porque sí trabajan, pero trabajan sin afán, aunque no recogen en graneros. No tienen nada almacenado para mañana. No se preocupan por el día de mañana. Cuánto más debemos evitar el afán, porque no solamente trabajamos, sino también recogemos en graneros (hacemos provisión para el futuro). Ecl_2:22-24; Ecl_3:12-13; Ecl_3:22. Es necesario trabajar, pero ¡qué lástima que para muchos el trabajar es pura molestia! "No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo". 1Ti_5:8, es necesario trabajar y proveer para la familia.
              No condena el recoger en graneros. El hombre debe sembrar, segar y recoger en graneros, pero sin angustiarse. El problema es que aunque el hombre recoja en graneros, aun así sigue preocupado por cosas materiales. (El mal que hay en recoger en graneros es el egoísmo, Luc_12:15-21).

               "¿No valéis vosotros mucho más que ellas?" Las aves fueron creadas para el beneficio del hombre. Vivirán solamente en este mundo, pero el hombre, hecho a la imagen de Dios, es superior a las aves, por lo cual Dios no dejará de alimentarnos.

 Jesús pasa a demostrar que la preocupación es inútil en cualquier caso. El versículo admite dos sentidos. Puede querer decir que ninguna persona, a base de preocuparse puede añadir un codo a su estatura; pero un codo son 45 centímetros, ¡y seguro que no hay nadie que quiera añadir 45 centímetros a su estatura! Puede querer decir que ninguna persona, a fuerza de preocuparse, puede alargar su vida un breve espacio; y este sentido es el más probable. Lo que Jesús dice es que la preocupación no tiene sentido en ningún caso.

 "Estatura, HELIKIA, primariamente una edad, como un cierto lapso de vida, vino a significar  un tiempo particular de vida, como cuando se dice que una persona es de edad', Jua_9:21-23, o más allá de un cierto estado de la vida, Heb_11:11;  denota sólo la estatura en otros pasajes, Mat_6:27; Luc_2:52; Luc_12:25; Luc_19:3; Efe_4:13” . La palabra puede ser traducida de las dos maneras.
  La palabra "estatura" coincide mejor con el "codo". Además, la palabra HELIKIA se traduce "estatura" en Luc_19:3. Sin embargo, Sal_39:5 dice (literalmente) "tú has hecho mis días como palmos". "El palmo equivale generalmente el ancho de la mano extendida, desde el pulgar hasta el meñique". Por eso, si la palabra HELIKIA se traduce "edad", la cual se mide por "codos", no será el único texto que mide la vida con una medida física.
 "Edad", o "curso de vida", es también traducción correcta.  Como ya hemos visto, la Biblia misma mide nuestros años con una medida física (palmos). Y la palabra HELIKIA se traduce tanto "edad" como "estatura". El contexto tiene que decidir, y relativamente pocas personas se preocupan por su estatura, pero casi todos se preocupan por prolongar su vida.

  ¿El afán ayuda a cambiar su estatura o a prolongar la vida?
              Jesús enseña que debemos poner la confianza en Dios y no vivir preocupados. Pero si alguien insiste en vivir ansioso, que conteste la pregunta: ¿de veras ayuda el afán?
              Por lo contrario, nos perjudica tanto física como espiritualmente. La "ansiosa inquietud" (Luc_12:29) puede causar dolor de cabeza (aun la migraña), úlceras en el estómago, alta presión de sangre y toda clase de mal nervioso. Recuérdese que la idea básica de la palabra "afanarse" es "distraerse"; por el afán uno queda distraído, por ejemplo, en el trabajo y en otras actividades importantes. Lo peor es que también se distrae espiritualmente y como todos saben no debemos distraernos si queremos correr la carrera hasta el fin y ganar el premio. Si el afán no ayuda, y por lo contrario, causa mucho daño, ¿por qué persistimos en afanarnos?
             
              No solamente nos enseñan las aves, sino también aun las flores. "Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan". Las aves, aunque trabajan, no viven con "ansiosa inquietud", pero las flores ni trabajan. Viene ahora, en segundo lugar, la preocupación por el vestido. Jesús hace que la mirada del discípulo se dirija de nuevo a la naturaleza, al delicioso jardín de Dios. Dios ha colmado de hermosura incluso plantas silvestres más humildes, como los lirios que crecen en el campo. No solamente las rosas o las dalias de vistosos colores están vestidas bellamente, también las flores del campo, que crecen entre la hierba y están destinadas al pasto o incluso a ser consumidas por el fuego. El prototipo de la brillante suntuosidad y del disfrute cortesano de la vida, el rey Salomón, es un pobre hombre ante esta sencilla belleza. Ciertamente es efímera, es quemada con la hierba, aunque Dios la haya adornado de una forma tan exquisita. El mismo Padre, que gobierna con una solicitud tan pródiga, ¿no tendrá también cuidado de vosotros, para que podáis vestiros decentemente? Sólo habéis de tener la fe, la íntima confianza de que Dios se cuida de veras de esta necesidad del vestido. No seáis hombres de poca fe, que sólo raras veces utilizan su confianza, y la escatiman, que confían poco en Dios, continuamente se le echan en brazos conservando su propia inquietud...

Los lirios del campo eran las amapolas y las anémonas escarlatas. Eran flores de un día en las laderas de Palestina; y sin embargo, en su breve vida, se vestían con un belleza que superaba la de los mantos de los reyes. Cuando morían, las usaban para nada mejor que encender el fuego. El detalle es el siguiente. Los hornos de Palestina se hacían de arcilla. Eran como una caja de arcilla colocada sobre unos ladrillos encima del fuego. Cuando se quería subirle la temperatura rápidamente, se echaban unos manojos de hierba y de flores silvestres secas dentro del horno, y se les prendía fuego. Las flores no tenían más que un día de vida; y luego les prendían fuego para ayudar a una mujer a calentar el horno cuando estaba cociendo con prisa; y sin embargo Dios las viste con una belleza que está más allá de la capacidad humana el imitar. Si Dios le da tal belleza a una florecilla efímera, ¡cuánto más tendrá cuidado de una persona! No cabe duda que a la generosidad que es tan pródiga con la flor de un día no se le pasará por alto la persona humana, que es la corona de la creación
              Aunque trabajemos (y aun recojamos en graneros), nos preocupamos por la ropa, pero Dios viste a lirios, que no trabajan, con vestimenta más gloriosa que la de Salomón. No tiene sentido, pues, que nos preocupemos.
             
              El quinto argumento es semejante al cuarto, pero hay otros factores: La brevedad de la existencia (la hierba existe por muy pocos días) y es de muy poco valor, pues se echa como leña a los hornos. Sin embargo, a pesar de todo esto, Dios la viste.
             
 Jesús razona desde lo menor a lo mayor, es decir, habla de cosas de menos valor para ilustrar el cuidado de Dios de su pueblo. Si cuida de estas cosas, ¿no cuidará de nosotros? Leamos Rom_8:32, "El que no escatimó (eximió) ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?"
       La preocupación es en esencia desconfiar de Dios. Tal desconfianza se puede entender en un pagano que cree en un dios celoso, caprichoso e impredictible; pero es incomprensible en una persona que ha aprendido a llamar a Dios con el nombre de Padre. El cristiano no se puede preocupar, porque cree en el amor de Dios.
  "¿No hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?" Jesús acusa a sus discípulos de ser "hombres de poca fe" en Mat_8:26 (por no confiar en Él durante la tempestad); acusa a Pedro de tener poca fe cuando andaba sobre las aguas, pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse; 16:8, a los discípulos cuando hablaron de no haber traído pan; y  a los discípulos de ser "generación incrédula", cuando no pudieron echar fuera el demonio.
             
              En primer lugar los recelosos «hombres de poca fe» preguntan continuamente: ¿Qué debemos comer y beber? ¿Con qué debemos vestirnos? Procede como los paganos quien hace estas preguntas, y espera lograr la seguridad de su vida con el propio esfuerzo. No sabe nada de Dios y de su providencia paternal, y por eso está completamente abandonado a sus propias fuerzas. Pero vosotros conocéis a Dios, él es vuestro Padre celestial. Si lo creéis de veras, entonces también sabéis que él conoce todas vuestras necesidades. Aquí queda completamente claro que Jesús no pretende apartarnos del trabajo para sustentar la existencia terrenal. Sólo nos dice lo que propiamente importa, lo principal en la vida del discípulo: buscad primero el reino (de Dios), lo cual significa aquí prácticamente: buscad a Dios antes que a todas las demás cosas. El que aspira al reino de Dios, se somete enteramente a la majestad soberana de Dios y a su bondad paternal. Pero se añade: Y su justicia. Es la misma justicia, que ya hemos hallado reiteradas veces, a saber, la justicia que Dios espera de nosotros y que debemos ofrecerle. Es la perfección del Padre celestial, que debe manifestarse en nosotros. La justicia que nos hace aptos para el reino, ya ahora y sobre todo al final. Esto quiere decir que lo más importante no son nuestros propios esfuerzos, sino ser conformados y enardecidos por Dios y su voluntad. En ello deben consistir nuestros anhelos, nuestro pensar y nuestro sentir. Solamente en esto pondrá de manifiesto nuestra propia obra. Entonces no solamente se disminuye la preocupación por nuestras necesidades corporales, sino que Dios ya nos da por sí mismo todo lo necesario. El que está lleno de la única aspiración importante, ya no ambiciona nada para sí. También trabaja, gana dinero, compra; pero para él estas actividades son servicios que presta a Dios. En último término su corazón no vive en dichas actividades... Deberíamos adquirir el valor que se requiere para esta empresa.  

No conocen a Dios. Desde luego, los del mundo viven afanados por estas cosas porque no conocen a Dios, no confían en El y creen que todo depende de ellos mismos.
              No seamos como ellos. Nosotros sí creemos en Dios. Creemos que Él es el Creador, y que provee para todas sus criaturas, mayormente para sus hijos. No creemos que todo depende de nosotros mismos. Trabajamos, sí, pero Dios pone los medios. El hace que el sol salga día tras día, y manda las lluvias, y hace que la tierra sea fértil y que la simiente sembrada fructifique. No estamos solos. No somos mundanos. No somos paganos. No actuemos, pues, como los del mundo.
              ¿ Qué significa la palabra "mundanalidad"? ¿Qué significa la palabra "mundanos"? ¿Somos mundanos? Los que se preocupan con ansiosa inquietud por las cosas materiales son mundanos. Así son porque no conocen a Dios. No seamos personas de "poca fe", sino personas de grande fe (Mat_8:10; Mat_15:28). Los argumentos de Jesús deben producir una fe fuerte en Dios.
             
  Jesús nos ha dado muy buenas razones. Sólo resta que le creamos y que seamos convencidos. Él tiene razón. Son argumentos buenos.
              Recordemos siempre, "pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas". Él nos hizo. Él sabe que no somos ángeles, y que no somos máquinas. Necesitamos de comida y ropa.
  El remedio: Jesús pasa a presentar dos maneras en que se puede derrotar la preocupación. La primera es buscar primero, concentrarse, en el Reino de Dios. Ya hemos visto que estar en el Reino y hacer la voluntad de Dios son una y la misma cosa (Mat_6:10 ). El concentrarse en hacer, y en aceptar, la voluntad de Dios es la manera de derrotar la preocupación. Sabemos cómo, en nuestra propia vida, un gran amor puede desplazar cualquier otro interés. Una amor así puede inspirar la obra de una persona, intensificar su estudio, purificar su vida, dominar todo su ser. Jesús estaba seguro de que se destierra la preocupación cuando Dios llega a ser el poder dominante de nuestras vidas.
 Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Pongamos primero lo que debe ser primero. Debemos estar conscientes de nuestras prioridades y nunca dar la atención primaria a las cosas segundarias. Debemos preocuparnos por las cosas del reino (1Co_12:26-27; 2Co_11:28; Flp_2:20,). Debemos seguir el ejemplo de los macedonios (2Co_8:5), "a sí mismos se dieron primeramente al Señor".
       Por último, Jesús dice que podemos derrotar la preocupación cuando adquirimos el arte de vivir al día (versículo 34). Los judíos tenían un dicho: «No te preocupes por los males del mañana, porque no sabes lo que traerá el día de hoy. Tal vez mañana no estés vivo, y te habrás preocupado por un mundo que ya no será el tuyo.» Si viviéramos cada día como viene, si cumpliéramos cada tarea como se nos presenta, entonces la suma de todos los días no podría ser sino buena. Jesús nos aconseja que atendamos a las demandas de cada día según nos vayan llegando, sin preocuparnos acerca del futuro desconocido y de cosas que a lo mejor no suceden nunca.
  El día de ayer es como un "cheque cancelado"; mañana no existe. Solamente tenemos hoy, este momento; por eso, no conviene tratar de cruzar el puente antes de llegar al puente. La preocupación es innecesaria, inútil y hasta positivamente perjudicial. La preocupación no puede afectar al pasado, porque el pasado ha pasado. El pasado ha pasado. No es que uno pueda o deba disociarse de su pasado; pero debe usarlo como un acicate y una guía para actuar mejor en el futuro, y no como algo que sigue rumiando hasta sumirse en el estrés.
El preocuparse por el futuro es trabajo perdido, y el futuro de la realidad rara vez es tan malo como nos lo presentan nuestros miedos.
Pero la preocupación es todavía peor que inútil; a menudo es activamente perjudicial. La dos enfermedades típicas de la vida moderna son la úlcera de estómago y la trombosis coronaria, y en muchos casos ambas son el resultado del estrés. Es un hecho en medicina que el que más ríe es el que tiene una vida más larga. La preocupación que desgasta la mente desgasta también todo el cuerpo. La preocupación afecta el juicio de una persona, reduce sus poderes de decisión y le hace cada vez más incapaz de enfrentarse con la vida. Que cada uno se porte lo mejor posible en cada situación -no se le puede pedir más-, y que Le deje el resto a Dios.
La preocupación es ciega. La preocupación se niega a aprender la lección de la naturaleza. Jesús nos invita a fijarnos en los pájaros, y ver la abundancia generosa que hay en la naturaleza, y a poner nuestra confianza en el amor que inspira esa generosidad. La preocupación se niega a aprender la lección de la Historia. Hubo un salmista que se animaba al recordar la Historia. " Dios mío, mi alma está abatida en mí -clamaba; y entonces prosigue-: Por tanto, me acordaré de Ti desde la tierra del Jordán y del Hermón, desde el monte Mizar» (Sal_42:6 ;Deu_3:9 y Salmo 77). Cuando todo se ponía en contra suya, se animaba con el recuerdo de lo que Dios había hecho. La persona que alimenta su corazón con la historia de lo que Dios ha hecho en el pasado no se angustiará nunca por el futuro. La preocupación se niega a aprender la lección de la vida. Todavía estamos vivos y tenemos la cabeza fuera del agua; y todavía, si alguien nos hubiera dicho que teníamos que pasar todo lo que ya hemos pasado, le habríamos dicho que era imposible. La lección que nos da la vida es que, de alguna manera, se nos ha capacitado para soportar lo insoportable y hacer lo imposible y pasar la barrera del dolor sin desintegrarnos. La lección de la vida es que la preocupación es innecesaria.
La preocupación es esencialmente atea. No son las circunstancias externas las que causan la preocupación. En la misma circunstancia, una persona puede estar perfectamente serena, y otra se muere de ansiedad. Tanto la preocupación como la serenidad vienen, no de las circunstancias, sino del corazón.
Os cito una historia del místico alemán Taulero. Cierto día, Taulero se encontró con un mendigo. «Que Dios te dé un buen día, amigo,» le dijo; y el mendigo le contestó: «Gracias a Dios, no he tenido nunca un mal día.» Entonces Taulero le dijo: «Que Dios te dé una vida feliz, amigo.» "Gracias a Dios -dijo el mendigo-, siempre soy feliz.» Taulero le dijo sorprendido: " ¿Qué quieres decir?» «Bueno -dijo el mendigo-, cuando hace bueno, doy gracias a Dios; cuando llueve, doy gracias a Dios; cuando tengo bastante, doy gracias a Dios; cuando tengo hambre, doy gracias a Dios; y puesto que la voluntad de Dios es mi voluntad, y lo que a El Le agrada me agrada a mí, ¿por qué iba yo a decir que no soy feliz cuando lo soy?» Taulero se le quedó mirando alucinado, y le preguntó: "¿Quién eres tú?» «Soy un rey,» le contestó el mendigo. Taulero le preguntó: «¿Y dónde está tu reino?» Y el mendigo le contestó tranquilamente: «En mi corazón.»

Ya lo dijo Isaías hace mucho tiempo: "Tu guardarás en perfecta paz a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera, porque en Ti ha confiado» (Isa_26:3 ).  
 Así sucede muchas veces en la vida, lo que nos preocupa ni siquiera será problema (excepto en la imaginación nuestra). Muchos viven afanosos por causa de dificultades que nunca ocurren. Esto es afanarse por el día de mañana, cosa que Jesús prohíbe.

              Recordemos el ejemplo de María y Marta. Marta estaba "afanada y turbada" con muchas cosas, mientras que María estaba a los pies de Jesús escuchando su palabra. Dice Jesús, "María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada" (Luc_10:38-42).