} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 06/01/2015 - 07/01/2015

martes, 30 de junio de 2015

REFLEXIONES Y MEDITACIONES I V

  
Como la noche interviene entre ayer y hoy, y con todo la noche misma es absorbida por el ayer y el hoy, así el sufrimiento no interrumpió la gloria de Jesucristo, la que era ayer y hoy, de tal suerte que no continúe siendo la misma. El es el mismo ayer, antes de venir al mundo, y hoy, en el cielo. Ayer en el tiempo de nuestros antepasados, y hoy en nuestro siglo. Ayer: la obra salvadora de Cristo muriendo por los pecadores; hoy: intercediendo delante del Padre por los creyentes; y por los siglos: iniciando el reino de Dios cuando El regrese en gloria. Jesucristo nunca cambia; es eternamente fiel, `por eso, los creyentes podemos tener gran confianza en El.
El amor de Cristo por nosotros tendrá un efecto similar en nosotros si es debidamente considerado y rectamente juzgado. Todos estábamos perdidos y deshechos, muertos y destruidos, esclavos del pecado, sin poder para liberarnos y tendríamos que haber seguido así, miserables para siempre, si Cristo no hubiera muerto por nosotros y resucitado. No debemos hacer de nosotros la finalidad de nuestra vida y acciones, sino a Cristo. La vida del cristiano debe ser dedicada a Cristo. Y como Cristo murió por nosotros, nosotros también debemos morir a nuestra vieja vida no debemos vivir más para agradarnos a nosotros mismos, debemos usar nuestra vida agradando a Cristo, el que murió por nosotros y resucitó del sepulcro. Los cristianos somos nuevas criaturas desde nuestro interior. El Espíritu Santo nos da vida nueva y ya no seremos los mismos jamás. No hemos sido reformados, rehabilitados o reeducados; somos una nueva creación, viviendo en unión vital con Cristo. Convertirnos no es meramente dar la vuelta a una hoja nueva, sino empezar una vida nueva bajo un nuevo Maestro.
Dios nos atrae hacia sí mismo, nos reconcilia, borra nuestros pecados y nos hace justos. Dejamos de ser enemigos, extraños o extranjeros para Dios, cuando confiamos en Cristo. Al reconciliarnos con Dios, tenemos el privilegio de animar a otros para que hagan lo mismo, y de esa manera somos aquellos que tienen el ministerio de la reconciliación.

Es bueno tener metas, pero las metas nos pueden decepcionar si dejamos a Dios fuera de ellas. No vale la pena hacer planes como si Dios no existiera porque el futuro está en sus manos. ¿Qué nos gustaría estar haciendo dentro de diez años? ¿En un año más? ¿Mañana? ¿Cómo reaccionariamos si Dios interviniera y modificara nuestros planes? Planifiquemos por adelantado, pero no nos aferremos mucho a nuestros planes. Si ponemos los deseos de Dios en el centro de los planes, El nunca nos decepcionará.
La vida es corta por mucho que vivamos. No nos engañemos al pensar que tenemos mucho tiempo para vivir por Cristo, para disfrutar con los seres queridos o para hacer lo que sabemos que debemos hacer. ¡Vivamos para Dios hoy! Luego, sin que importe cuánto dure nuestra vida, habremos cumplido con el plan que Dios tenía para nosotros.
En nuestra mejor momento de salud y prosperidad, todo hombre es pura vanidad, no podemos vivir por mucho tiempo; podemos morir pronto. Esta es una verdad indudable, pero estamos poco dispuestos a creerla. Por tanto, oremos que Dios ilumine nuestras mentes por su Espíritu Santo y llene nuestros corazones con su gracia, para que cada día y hora podamos estar preparados para la muerte.
La vida es corta sin importar cuánto vivamos. Si hay algo importante que queramos hacer, no debemos posponerlo para otro día, mejor preguntemonos: "¿Qué haría si solo tuviera seis meses de vida?" ¿Le diría a alguien que lo ama? ¿Trataría de enderezar algún área rebelde de mi vida? ¿Le hablaría a alguien de Jesús? Debido a que la vida es corta, no nos olvidemos de lo que es realmente importante: Jesucristo. 
Es irónico que la gente pase tanto tiempo asegurando su vida en la tierra y muy poco o nada en donde pasará la eternidad. Hace tiempo aprendí y me di cuenta de que las sorprendentes riquezas y las tareas terrenales que nos llevan tanto tiempo alcanzar no tienen ningún valor en la eternidad. Muy pocas personas comprenden que su única esperanza es el Señor. Una clara señal de sostener tratos mundanos es hacer planes sin consultar a Dios. Tal acción es jactancia, es decir, presumir que uno mismo, no Dios, controla las circunstancias que nos rodean en la vida.
La fragilidad, la brevedad y la incertidumbre de la vida deben frenar la confianza vana y presuntuosa de todos los proyectos para el futuro. Podemos establecer la hora y el minuto de la salida y la puesta del sol para mañana, pero no podemos fijar la hora cierta en que se disipará la niebla. Tan corta, tan irreal y dada a marchitarse es la vida humana, y toda la prosperidad y el placer que la acompañan; pero la bendición o el ¡ay! para siempre serán conforme a nuestra conducta en este momento pasajero.
Siempre tenemos que depender de la voluntad de Dios. Nuestros tiempos no están en nuestras manos sino a disposición de Dios. Nuestra cabeza puede estar llena de preocupaciones y pensamientos por nosotros mismos, o por nuestras familias o amistades, pero la providencia a menudo confunde nuestros planes. Todo lo que pensemos y todo lo que hagamos debe depender con sumisión de Dios. Necio y dañino es jactarse de cosas mundanas y proyectos futuros; producirá gran desengaño y resultará destructivo al final.
Tenemos que alabar y magnificar a Dios por la sucesión constante del día y la noche. Y ver como hay quienes son como las bestias salvajes, que esperan la noche y tienen comunión con las obras infrutuosas de las tinieblas. ¿Escucha Dios el lenguaje de la naturaleza, aun de las criaturas voraces, y no escuchará más favorablemente el lenguaje de la gracia de su pueblo, aunque sean débiles y quebrantados gemidos indecibles? -Existe la obra de cada día, que debe hacerse en su día, a la cual debe aplicarse el hombre cada mañana y debe continuar hasta el anochecer; habrá tiempo suficiente para descansar cuando llegue la noche, en la cual nadie puede obrar.
Las obras de arte parecen más burdas mientras más de cerca se las mire; las obras de la naturaleza parecen más finas y exactas. Todas ella son hechas con sabiduría, puesto que todas responderán a la finalidad para la cual fueron diseñadas.
Cada primavera es un emblema de la resurrección, cuando surge un mundo nuevo como si saliera de las ruinas del viejo. Pero únicamente el hombre vive más allá de la muerte. Cuando el Señor le quita el aliento, su alma entra a otro estado, y su cuerpo será resucitado para gloria o para miseria. Que el Señor envíe su Espíritu y cree nuestras almas de nuevo para santidad.
En la actualidad, muchos son lo bastante arrogantes como para pensar que no necesitan a Dios. Pero cada aliento nuestro depende del Espíritu que ha soplado dentro de nosotros. No solo dependemos de Dios para nuestra vida misma, sino que El además desea lo mejor para nosotros. También debemos desear aprender más acerca de los planes que tiene para nosotros cada día y estar a la entera dependencia de Dios. Esconder el rostro es retener su favor. Por su Espíritu o su aliento, o su mera palabra, el Señor nos da vida. Es su providencia constante la que repara las pérdidas del tiempo y de la enfermedad. Así es mi Dios y Señor. 
Nuestra mente carnal convierte nuestra memoria en angustia para la duda, haciendo dolorosas comparaciones entre el pasado y el presente.No debiéramos permitir que nada aparte la meta de nuestros ojos: conocer a Cristo. Con la concentración de un atleta en entrenamiento, debemos poner a un lado todo lo que es perjudicial y olvidarnos aun de las cosas buenas que podrían distraernos e impedir que seamos cristianos efectivos. ¿Qué nos retiene en el pasado una y otra vez?
Todos hemos hecho cosas de las que nos avergonzamos y vivimos en la tensión de lo que hemos sido y de lo que queremos ser. Como nuestra esperanza está en Cristo, sin embargo, podemos olvidar la culpa pasada y proyectarnos a lo que El nos ayudará a ser. No nos estanquemos en el pasado. Más bien, crezcamos en el conocimiento de Dios, concentrándose en nuestra relación con El ahora. Sepamos que hemos sido perdonados, y movámonos en dirección a una vida de fe y obediencia. Proyectemonos hacia una vida plena y de mayor significado gracias a nuestra esperanza en Cristo.
Algunas veces tratar de vivir una perfecta vida cristiana puede ser tan dificultoso que nos puede agotar y desanimar. Podemos sentirnos tan lejos de lo perfecto, que nunca agradaremos a Dios con nuestras vidas. Pablo usó el término perfecto para significar maduro o completo, no intachable en cada detalle. Aquellos que son maduros deberían perseverar en el poder del Espíritu Santo, sabiendo que Cristo revelará y llenará cualquier discrepancia entre lo que somos y lo que deberíamos ser. Esta provisión de Cristo no es una excusa para una devoción pobre, pero provee alivio y confianza para aquellos que nos sentimos apremiados a vivir nuestras vidas en obediencia a su Palabra en la Biblia.
Vivamos de tal manera nuestra fe en Cristo, como si cada día fuera el último aquí en la tierra.
Cuando oramos con Dios, toda la alabanza, toda suplica, toda acción de gracias que el Señor recibe desde esta tierra, es desde el fruto del Espíritu de Cristo, y aceptable por medio de Él. Nuestra alabanza es silenciosa, porque faltan palabras para expresar la gran bondad de Dios. Él se revela en el trono de la gracia, dispuesto a oír y a contestar las oraciones de todos los que van a Él por fe en Jesucristo. Presentar nuestras oraciones de modo incorrecto, desde nuestra mente carnal, es abominación para Dios. Porque todos nuestros pensamientos "bondadosos" carnales son rechazados por Dios, pues nada bueno hay en ellos.
Nuestros pecados prevalecen en contra de nosotros; no podemos pretender equilibrarlos con ninguna justicia de ningún tipo, porque somos justificados por gracia; no obstante, en cuanto a nuestras transgresiones, no entraremos en condenación por ellas debido a Su Misericordia gratuita y Amor a la justicia que el Señor provee.
Los nacidos de nuevo podemos entrar en comunión con Dios para bendición. Orar es conversar con Dios Padre por medio de su Hijo Jesucristo a quién amamos y valoramos; es aplicarnos íntimamente a la fe como actividad de nuestra vida espiritual diaria. Así es cómo entramos en comunión con Dios; sólo por la libre elección de Dios. Hay abundancia de bondad por medio del Espíritu y de lo que es satisfactorio para el alma en la casa de Dios; hay suficiente para todos, bastante para cada uno: siempre está dispuesto, y todo, sin dinero y sin precio. Por fe y oración podemos mantenermos en comunión con Dios y obtener consuelo de Él dondequiera estemos. Pero los pecadores pueden esperar o encontrar esta felicidad sólo por medio de Aquel bendito que se acerca al Padre como nuestro Abogado y Fiador.
Aun cuando nos sintamos abrumados por la multitud de nuestros pecados, Dios los perdonará si se lo pedimos con sinceridad por medio de Cristo. ¿Si te sientes como si Dios nunca pudiera perdonarte, que tus pecados son demasiados o que algunos son muy grandes? Las buenas nuevas son que Dios puede y perdonará todos ellos. Nadie está lejos de la redención y nadie está tan lleno de pecados como para no poder ser limpio. Sólo la misericordia de Dios nos libra de las cargas de la iniquidad, purgando y expiando las transgresiones que están en nuestra contra.
Aunque nuestras oraciones no sean contestadas pronto, no debemos dejar de orar. Mientras más grandes sean nuestros problemas, más fervorosos y serios debemos ser para orar. Nada apena tanto a un hijo de Dios como perderlo de vista; ni tampoco hay algo que tema tanto como que Dios deseche su alma. Si el sol se nubla, eso oscurece la tierra pero si el sol dejara la tierra, ¡qué carcel sería! Aun los beneficiados por los favores de Dios podemos sufrir sus terrores por un tiempo para ser probada nuestra fe. 
No tenemos que pensar que el santo Jesús sólo sufrió por nosotros en el Getsemaní y en el Calvario. Toda su vida fue trabajo y dolor; fue afligido como nunca lo fue un hombre, desde su temprana juventud en adelante. Fue preparado para esa muerte que saboreó a través de su vida. Ningún hombre puede participar en los sufrimientos por los cuales iban a ser redimidos otros hombres. Todos lo abandonaron y huyeron. A menudo, bendito Jesús, te abandonamos; pero tú no nos abandones; no apartes de nosotros tu Espíritu Santo.
Indecible consuelo de todos los nacidos de nuevo es que Dios esté por nosotros no importa quién esté encontra, y que ppodamos acudir a Él como a quien le place preocuparse por nosotros. Si bien debemos odiar el mal y trabajar para vencerlo, debemos amar a todos, incluso a los que hacen el mal, porque Dios los ama. Tenemos el llamado a aborrecer el pecado, pero a amar al pecador. Solo mediante la fortaleza de Dios seremos capaces de amar al prójimo por el amor de Dios.
Ahora recuerdo cuando, cegado por el pecado, postrado ante aquellas tallas de madera que ni ven ni oyen, ni hablan ni caminan, dirigia aquellas retahíla de palabras, musitadas por costumbre. Qué mayor aberración, qué locura puede haber más grande que hablar con algo que tú has fabricado ¿Cómo es posible estar tan ciego? ¿Cómo la religión Católica Romana puede educar y enseñar algo así? La respuesta, tú que lees esto si no estás ciego, tu mismo la encontrarás. ¡¡Despierta!! ¡¡Espabila!! Ahora que tienes ocasión para pedir ayuda a Dios Padre en el nombre de Jesús, y Él que sabrá de tu sinceridad, acudirá de inmediato para revelarte la Verdad y el Plan de Salvación SÓLO por fe en Jesucristo.
Puedes contactar conmigo para recibir un ejemplar de la Palabra de Dios, la Biblia, que es la guia de todos los que servimos a Cristo Resucitado.

Si tú que lees esto no tienes fe en Jesucristo, tu no puedes creer que es posible que tu duro corazón sea ablandado, que puedan ser curadas tus enfermedades espirituales, y débil como eres, puedas resistir por más tiempo viviendo esa vida licenciosa, que enmascaras bajo esa religión que dices profesar. Tus propósitos se quedan en el aire cada vez que decides cambiar esto o aquello, que tú dabes no puedes soportar por más tiempo, pero ye tiene tan esclavizado que una y otra vez vuelves a caer en tu propio pecado.
Déjame decirte algo:
Los que se quejan de incredulidad, deben mirar a Cristo pidiendo gracia que les ayuda contra eso, falta de fe, y su gracia será suficiente para ellos. A quién Cristo sana, lo cura eficazmente para siempre, de esa enfermedad mortal, el pecado. Pero Satanás no quiere ser expulsado de quienes han sido sus esclavos por mucho tiempo, y cuando no puede engañar o destruir al pecador, le causa todo el terror que puede, miedos, dudas, angustias, enfermedad...recordándote lo que fuiste o hiciste.
Las palabras de Jesús no significan que podemos obtener automáticamente cualquier cosa que deseamos si pensamos en forma positiva. El dice que cualquier cosa es posible con fe porque nada es demasiado difícil para Dios. No podemos obtener por arte de magia cada cosa que pedimos en oración; pero con fe, podemos tener cualquier cosa que necesitamos para servirle. En esta forma el Señor ayuda a aquella alma atribulada a tener fe; y después de grande tribulación y terrible lucha, la fe llega a nacer. Nuestra fe es provada en el dia a dia. Las pruebas no son más que peldaños necesarios para subir hacia la cima donde nos espera Cristo. Cada examen demuestra nuestra verdadera naturaleza y la abundancia de nuestro corazón. 
La declaración del Señor sobre la fe, no nos concede la libertad de jactarnos de la bondad de Dios, pidiendo irresponsablemente cosas por egoísmo. Nuestros deseos deben estar de acuerdo con la voluntad de Dios.
Nuestra fe ha sido sacudida, y está consciente de su imperfección. Por lo tanto, pide a Jesús que quite tus dudas y te conceda una fe firme.
La fe nos enseña a recurrir al Salvador con gran humildad y con sumisión total a su voluntad, diciendo: “Señor, si quieres”, sin dudar del ánimo pronto de Cristo para socorrer al angustiado. Sabemos también qué esperar de Cristo: que conforme a nuestra fe será hecho. El pobre leproso dijo: Si quieres. Cristo dispensa favores a los que prontamente se encomiendan a su voluntad. Cristo no hace nada que haga parecer como que busca la alabanza de la gente. Pero ahora no hay razón para que dudemos en difundir las alabanzas de Cristo. Glorificando y alabando a Dios Padre por medio de su Hijo Jesucristo. 
El verdadero valor de una persona no es externo, sino interno. Aunque una persona esté enferma o deformada, en su interior no es menos valiosa ante Dios. Nadie es tan repugnante como para que Jesús lo toque. En un sentido, todos somos leprosos porque nos ha deformado la fealdad del pecado. Pero Dios, al enviar a su Hijo Jesús, nos ha tocado para darnos la sanidad.
Cuando te sientas rechazado por alguien, detente y piensa qué siente Dios por esa persona y por ti.
El leproso estaba convencido que Jesús podía curarlo. Sin embargo, no estaba seguro que Jesús quisiera sanarlo. Pero la respuesta de Jesús dejó solucionado el problema: «Quiero, sé limpio». ¿Acaso no podemos nosotros estar seguros que es la voluntad del Señor hacer aquello para lo cual Él ya hizo provisión redentora? Al mismo tiempo, uno no puede vivir violando conscientemente la voluntad de Dios y esperar que Él cumpla sus promesas. Cuando las condiciones bíblicas para participar en los procesos de Dios están presentes, aquellas promesas deberán cumplirse; pero no dudemos de la pronta disposición, ni de los remedios de Dios, simplemente cuestionando si es o no su voluntad. Nuestra fe pudiera ser débil o incompleta en algunos respectos. Nosotros, a decir verdad, en ocasiones pudiéramos no ser sanados, lo cual no significa que el Señor no quiera hacerlo.; sino que se toma su tiempo para tratar algo en tu vida que esorba tu madurez. Dios sabe como tratar e imprimir nuestro carácter. Todas la pruebas tienen un porqué y un para qué. 
Así como en nuestro trabajo diario somos evaluados para demostrar nuestra aptitud por medio de nuestras actitudes, así Dios Padre examina nuestro carácter, nuestra fe por medio de nuestra actitud diaria para verificar nuestras proridades. Cuando son erradas o se desvian de la Palabra de Dios en la Biblia, aparecen los síntomas, los avisos, y el semaforo rojo de tu conciencia, para decir: ¡alto no sigas por ese camino!
Cuando ignoras la advertencia, enseguida viene el estancamiento. Has salido del camino del Señor y mientras no vuelvas al punto de dónde te saliste, andarás en tus caminos lejos de la Voluntad del Señor.
La vida de una persona nacida de nuevo por fe en Jesucristo se resume en: Obediencia a la Palabra de Dios en la Biblia.

¿Cómo somos conocedores de la Vida Eterna? Jesús nos lo dice aquí con claridad: conociendo a Dios el Padre a través de su Hijo, Jesucristo. La vida eterna requiere que los creyentes entremos a una relación personal con Dios en Jesucristo nuestro Señor. Cuando confesamos nuestro pecado y nos apartamos de él, el amor de Cristo vive en nosotros por medio del Espíritu Santo. Esta vida eterna, no es la mera existencia consciente sin fin, sino una vida de conocimiento y trato con Dios en Cristo.
La vida eterna no podía ser dada a los creyentes a menos que Cristo, su fiador, glorificara al Padre y fuera glorificado por Él. Este es el camino del pecador a la vida eterna y cuando este conocimiento sea perfeccionado, se disfrutarán plenamente la santidad y la felicidad. La santidad y la felicidad de nosotros los redimidos es, en especial, la gloria de Cristo y de su Padre, que fue el gozo puesto delante de Él, por el cual soportó la cruz y despreció la vergüenza; esta gloria era el fin del pesar de su alma y al obtenerla se satisfizo completamente. Así somos enseñados que es necesario que glorifiquemos a Dios como prueba de nuestro interés en Cristo, por quien la vida eterna es la libre dádiva de Dios.
Dios nos ha revelado sabiduría verdadera por su Espíritu. Esta es una prueba de la autoridad divina de la Palabra de Dios en la Biblia, de la divinidad del Espíritu Santo, que conoce todas las cosas y escudriña todas las cosas, aun las cosas profundas de Dios. Nadie puede saber las cosas de Dios, sino su Espíritu Santo, que es uno con el Padre y el Hijo, y que da a conocer los misterios divinos a su Iglesia. Este es un testimonio muy claro de la verdadera divinidad y de la personalidad del Espíritu Santo.
Los apóstoles no fueron guiados por principios mundanos. Recibieron del Espíritu de Dios la revelación de estas cosas, y del mismo Espíritu recibieron su impresión salvadora. Estas cosas son las que declararon con un lenguaje claro y sencillo, enseñados por el Espíritu Santo, totalmente diferentede la oratoria o palabras seductoras de la humana sabiduría. El hombre natural, el hombre sabio del mundo, no recibe las cosas del Espíritu de Dios. La soberbia del razonamiento carnal es tan opuesta a la espiritualidad como la sensualidad más baja. La mente santa discierne las bellezas verdaderas de la santidad, pero no pierde el poder de discernir y juzgar las cosas comunes y naturales. El hombre carnal es extraño a los principios, goces y actos de la vida divina. Sólo el hombre espiritual es una persona a quien Dios da el conocimiento de su voluntad. 
El Espíritu capacitó a los apóstoles para dar a conocer su mente. La mente de Cristo y la mente de Dios en Cristo nos son dadas a conocer plenamente en la Palabra de Dios en la Biblia. El gran privilegio de los cristianos es que tenemos la mente de Cristo, revelada a enosotros por su Espíritu. Experimentamos su poder santificador en nuestros corazones y damos buen fruto en nuestras vidas.
Tú que lees esto, ¿Conoces la Vida Eterna? Vives como anticipo de esa vida la libertad en Cristo, o continúas dominado por la rsclavitud del pecado. Ninguna religión te libera de la prisión del pecado, SOLO LA FE EN JESUCRISTO.
Se nos prohíbe investigar por curiosidad en los consejos secretos de Dios y dar opiniones personanles al respecto. Pero se nos dirige y estimula a que escudriñemos diligentemente en aquello que Dios ha dado a conocer por medio de su Palabra en la Biblia. Él no ha retenido nada que sea provechoso para nosotros, sino sólo lo que es bueno que ignoremos. El fin de toda revelación divina no es darnos temas curiosos de especulación y discusión, sino que podamos hacer todas las palabras de esta ley y ser bendecidos en nuestro obrar. La Biblia revela claramente esto; más allá de esto no pueden ir provechosamente los hombres. Por esta luz uno puede vivir y morir cómodamente y ser feliz para siempre.
Hay ciertas cosas que Dios decidió no revelarnos, posiblemente por las siguientes razones: nuestras mentes finitas no pueden entender los aspectos infinitos del universo de Dios y su naturaleza; algunas cosas no necesitamos conocerlas hasta que seamos más maduros; y como Dios es Infinito y Omnisciente, es simplemente imposible para nosotros saber todo lo que El hace. Este versículo muestra que a pesar de que Dios no nos ha dicho todo lo que hay sobre la obediencia a El, nos ha dicho bastante. Así, la desobediencia proviene de un acto de la voluntad, no por una falta de conocimiento. A través de la Palabra de Dios en la Biblia sabemos lo suficiente para ser salvos por fe y servirle. No debemos usar las limitaciones de nuestro conocimiento como una excusa para rechazar su guía en nuestra vida.
La historia escrita de las relaciones providenciales de Dios para con Israel, nos presenta una combinación maravillosa de “bondad” y severidad”. Gran parte de ella está envuelta en misterio demasiado profundo para que lo sondeen nuestras facultades limitadas; pero, por la sabiduría comprensiva manifestada en aquellas porciones que han sido reveladas a nosotros, estamos preparados para entrar al espíritu completo de la admiración: “¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!”


REFLEXIONES Y MEDITACIONES III



La iglesia está compuesta por muchas personas con una variedad de dones y habilidades. Cristo y su Iglesia forman un cuerpo, como Cabeza y miembros. Los cristianos nacidos de nuevo somos los miembros de este cuerpo por el bautismo del Espíritu Santo y el testimonio publico por el bautismo en agua por inmersión. El rito externo es de institución divina; es signo del nuevo nacimiento y, por tanto, es llamado lavamiento de la regeneración. Pero es por el Espíritu, sólo por la renovación del Espíritu Santo, que somos hechos miembros del cuerpo de Cristo. Por la comunión con Cristo en la cena del Señor, somos fortalecidos, no por beber el vino, sino por beber un mismo Espíritu.
Cada miembro tiene su forma, lugar y uso. El de menos honra es parte del cuerpo. Debe haber diversidad de miembros en el cuerpo. Así, los miembros de Cristo tienen diferentes poderes y distintas posiciones. Debemos cumplir los deberes sin quejarnos ni pelear con los demás. Todos los miembros del cuerpo son útiles y necesarios unos para otros. Tampoco hay un miembro del cuerpo de Cristo que no deba ni pueda ser de provecho a sus miembros. Como en el cuerpo natural del hombre, los miembros deben estar estrechamente unidos por los lazos más fuertes del amor; el bien del todo debe ser el objetivo de todos. Todos los cristianos dependemos unos de otros; cada uno tiene que esperar y recibir la ayuda de los demás. Entonces, tengamos más del espíritu de unidad en nuestra fe.
Es muy fácil que esas diferencias dividan a las personas, como fue el caso en Corinto. Pero más allá de las diferencias, todos los creyentes tienen una cosa en común: fe en Cristo. En esta verdad esencial la iglesia halla su unidad. Todos los creyentes son bautizados por el Espíritu Santo, forman parte de un cuerpo de creyentes, la iglesia. No perdemos nuestra identidad personal sino que poseemos una unidad en Cristo a pesar de seguir siendo individuos. Cuando una persona se hace cristiana, el Espíritu Santo hace en ella su residencia y viene a nacer dentro de la familia de Dios. "A todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu" significa que el mismo Espíritu Santo llena completamente nuestro profundo ser. Como miembros de la familia de Dios, podemos tener intereses diversos así como también dones diferentes, sin dejar de tener una misma meta. La unidad, no la invariable uniformidad es la regla que sigue la ley de Dios en el mundo de la gracia, así como en el de la naturaleza. Así como los varios miembros del cuerpo componen un todo orgánico así aquellos que tienen diferentes dones espirituales componen un todo orgánico, espiritual, el cuerpo de Cristo, en el cual todos son bautizados en un mismo Espíritu. 
No hay espacio para la arrogancia, ni necesidad de sentirse inferior en el cuerpo de Cristo, porque cada individuo desempeña un papel esencial en su funcionamiento.
Es en Cristo en quien tenemos esperanza todos los creyentes, y un cielo en el que todos esperamos; por tanto, deberíamos ser de un solo corazón. Todos tenemos una fe en su Autor, naturaleza y poder. Todos nosotros creemos lo mismo en cuanto a las grandes verdades de la fe; todos nosotros hemos sido recibidos en la Iglesia por un bautismo con agua en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo como signo de la regeneración. En todos los creyentes habita Dios Padre como en su santo templo, por su Espíritu y gracia especial.
La unidad no aparece por sí sola, hay que trabajar para lograrla. Muchas veces las diferencias que existen entre las personas, pueden conducir a la división; esto no necesariamente tiene que ser así en la iglesia. En lugar de concentrarnos en lo que nos divide, debiéramos recordar qué nos une: ¡un cuerpo, un Espíritu, una misma esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Dios! ¿Sé apreciar las personas diferentes a mí? ¿Soy capaz de ver cómo los dones y puntos de vista distintos pueden contribuir a que la iglesia cumpla con la obra de Dios? Aprendamos a disfrutar cómo los miembros del cuerpo de Cristo nos complementamos unos a otros.
En cosas esenciales, la unidad; en cuestiones dudosas, la libertad; en todas las cosas, la caridad. La verdad es la cosa de primera importancia: los que llegan a la verdad, finalmente llegarán a la unidad, porque la verdad es una. Los que buscan la unidad como la cosa de primera importancia, podrán sacrificando la misma alma.
El pacto que Dios estableció entre Adán y Eva es un vínculo perpetuo, pero que Satanás desde el principio , se ha encargado de sabotear por medio de los sentidos naturales.
El pecado produjo en el género humano una merma en sus defensas frente al virus de los celos que una vez inoculado corroe uno de los pilares fundamentales, la confianza.
Mi juventud la pasé buscando el "amor platónico"; el amor "ideal". No veía con buenos ojos como los jóvenes de mi edad se entregaban sin desenfreno y no entendía como las chicas no se daban a respetar. 
Aquí en Maceda en los años 77 al 82 el ambiente juvenil estaba marcado por la fama de las "chicas de las monjas". Un colegio donde las chicas de varias provincias, sobre todo León y Asturias, estaban en régimen de internado. Este colegio esta situado a escasos metros de la casa de mis padres, y desde muy niño tenia permiso para entrar.
Las chicas atraían mucha juventud y los dueños de las dos discotecas aprovecharon este filón al máximo, permitiendoles el acceso casi gratuito, ya que donde estaban ellas allí había negocio.
Mi relación con el sexo opuesto se limitaba a un "hola y adiós". Tener una hermana menor me hizo responsable y con la misma pregunta de siempre " ¿Te gustaría abusaran de tu hermana?, marcada en mi mente, andaba ausente de la realidad. La disciplina de los Paules y mi auto disciplina marcaron mi estilo de vida hasta los 21 años.
Después de descubrir aquel tosco tronco bajo el manto de aquella imagen de la virgen en el Santuario de los Milagros, se rompió el espejo que me impedía recibir la luz y ver con claridad la aberración idolátrica satánica de adorar lo que hace la mano del hombre, entonces traté de buscar "novia". Pero las malas lenguas se encargaron de mal interpretar los solidos ideales sobre el amor. Incluso alguna joven llegó a molestarle la tratara con respeto y no se le ocurrió mejor venganza que hacer llegar a oídos de mis padres que su hijo "no tenia lo que había que tener" para salir con una chica. 
Preguntadme como está hoy esa mujer, os diré que los pecados se cobran la factura y el pago no se hace esperar; el fruto está siempre podrido hasta que sale a relucir.
Ni que decir tiene que el ambiente que generó aquella chica por el pueblo se reflejaba en las miradas y sonrisas. Y aquellos que si eran homosexuales comenzaron a rondarme como moscones. Del mismo modo, a manotazos, tuve que espantar a más de uno. 
Tuve que dejar de acudir a las piscinas del pueblo e irme a las de Baños de Molgas; o andando o en bici allá me iba. Fue alli como aquél 17 de julio de 1982 conocí "por casualidad" una joven con unos ojos y una mirada tan bonita que me dejaron desarmado. Estaba escribiendo " mis memorias" y me distrajo una risa, una voz.
Fue volverme y sentir de pronto un vuelco en el corazón, como si una vocecilla me dijera: " aquí la tienes, haber que haces". Dejé de escribir y la observé, miré y remire. Mi primera novia y esposa. (Bueno os remito a mi blog, allí encontrareis el resto de la historia) 
A lo que iba antes de enrollarme, es que cuanto más confíes en Dios y más te respetes a ti mismo podrás tener la empatia para estar frente a tu "ayuda idónea". La convivencia produce el conocimiento del carácter y las actitudes definen el comportamiento y la vida marital. No abras puertas que no puedas cerrar, ni permitas que tus sentidos dominen tu mente. La permisividad y la falta de dominio propio sin los mayores traidores del hombre. No consientas en ver lo que tus ojos buscan.
¿Cuantos hombres y mujeres están atrapados en la pornografía? Comenzaron por el erotismo para socavar sus defensas; una vez derribada la fortaleza se cuela el enemigo con todo su arsenal. Para desalojarlo solo un poder superior es capaz. Solo la Sangre de Cristo puede limpiarte de ese pecado, pero de ti y de un clic, depende caer de nuevo esclavo del pecado. Nadie tiene excusa para decir no puedo salir de esto o salir de aquello. Perdón. Aclaro. Nadie que sea nacido de nuevo puede seguir esclavo o esclava del pecado, y si continúa es porque no cerro esa puerta que abrió. La falta de obediencia o el desconocimiento de la Palabra de Dios en la Biblia no son excusa para continuar en pecado. Conoce al Señor y su Palabra; pide sabiduría y ayuda para obedecerle y verás como las puertas que abriste en tu pasado podrás cerrarlas. Dios no te dijo que abrieras la puerta de la fornicación, del alcohol, de la droga, del ocultismo, del adulterio, de la pornografia etc. Lo que hayas abierto cierralo para siempre, y tira la llave donde no puedas encontrarla. Si Satanás te recuerda el pasado de tu vida, recuerdale tú cual será su futuro: el infierno.
Hoy veo por mis sobrinos de ventitantos, que se han ido a "vivir juntos" sin papeles, dicen que para qué, que no son necesarios. Varias veces les he dicho que si un papel no es importante, les vendo una parcela sin documento de compra y venta y ya está, total para que un papel...
Sólo hay una puerta por la que debes pasar. Esa Puerta es Cristo; Jesús es el Camino y la Verdad y la Vida. 
Ven a conocer a Cristo. Te invito a que veas el programa NACER DE NOVO de la TVG los domingos de 9.15 a 9.30; o los veas en internet en la Web. También a través de TV2 en el programa BUENAS NOTICIAS. 
Allí encontraras respuesta a todas tus preguntas y te darás cuenta entonces por qué los cristianos nacidos de nuevo marcamos la diferencia.
Cuando hemos nacido de nuevo, entendemos que el reino de Cristo es espiritual, y no es de este mundo. El cristianismo no se mete en política como muchos aseveran; obliga a todos a obrar con justicia, pero el poder mundano no se fundamenta en la gracia del Evangelio de Jesús. La recompensa de los discípulos de Cristo es de otra naturaleza que las petsonas inconversas no pueden comprender.
La avaricia  es un pecado del cual tenemos que estar constantemente precavidos, porque la dicha y el consuelo no dependen de la riqueza de este mundo. Las cosas del mundo no satisfacen los deseos del alma, al contrario sólo producen preocupación. Aquí hay una parábola que muestra la necedad de los hombres carnales mientras viven, y su miseria cuando mueren. El carácter descrito es exactamente el de un hombre mundano prudente que no tiene gratitud hacia la providencia de Dios, ni un pensamiento recto sobre la incertidumbre de los asuntos humanos, el valor de su alma o la importancia de la eternidad. Erramos si pensamos que los pensamientos se pueden ocultar, y que los pensamientos son libres. 
Mientras más tengan los hombres, más confusión tienen. Las mentes carnales son necias; y llega el día en que Dios las llamará así. La muerte de tales personas es miserable en sí y terrible para ellos. Pedirán su alma. Él detesta separarse de sus bienes, pero Dios lo requerirá, requerirá una rendición de cuentas, lo requerirá como de alma culpable, para ser castigada sin demora. Necedad de la mayoría de los hombres es preocuparse y perseguir lo que es sólo para el cuerpo y para el tiempo, y no para el alma y para la eternidad.
La vida es más que bienes materiales, nuestra relación con Dios es mucho más importante. Jesús puso el dedo en la llaga. Cuando le llevamos problemas a Dios en oración, El hace casi siempre lo mismo, nos muestra cómo necesitamos cambiar y crecer en nuestra actitud hacia los problemas. Muchas veces esta no es la respuesta que buscamos, pero es más eficaz en ayudarnos a encontrar la mano de Dios en nuestras vidas.
Jesús dice que la buena vida no tiene nada que ver con ser rico. Es exactamente lo opuesto de lo que por lo general dice la sociedad. Los publicistas gastan millones de euros para hacernos creer que si compramos cada vez más de sus productos, seremos más felices, viviremos más cómodos. ¿Cómo reaccionamos a la presión constante del consumo? Aprendamos a desechar las seducciones costosas y concentremonos en lo que en realidad es bueno en la vida, vivamos en comunión con Dios y hagamos su obra.
Planear para nuestra jubilación, preparándonos para vivir antes de morir, es sabio, pero pasar por alto la vida después de la muerte es desastroso. Si acumulamos tesoros solo para nuestro enriquecimiento, sin preocuparnos en ayudar a los demás, iremos a la eternidad con las manos vacías.
¿Por qué ahorramos dinero? ¿Para nuestro retiro? ¿Para adquirir automóviles o juguetes más costosos? ¿Por seguridad? Porque creía que una vida de goces terrenales abundantes y seguros fuese la solucion de la felicidad humana. Porque, poseyendo los medios de estos goces, la prosperidad de su oficio, se creía de tener una larga vida para los goces y de no tener nada que hacer sino entregarse a tales goces. El necio de corazón sólo suma para si, no ve la resta que viene de camino.
Una ansiedad consumidora no nos traerá la menor de las cosas acerca de las cualesnos afanamos, aunque pueda aumentar el mal de carecer de ellas. Y si no es por las cosas más pequeñas, ¿entonces por qué nos afligimos por las cosas materiales?
Jesús nos desafía a pensar más allá de las metas terrenales y usar lo que tenemos para el Reino de Dios. Fe, servicio y obediencia son el camino para comenzar a ser ricos en Dios.
La verdadera vida no tiene nada que ver con lo que se posee. El pecado de codicia conduce a la adquisición de más y más posesiones y, por ello, a la vanidad y a la decepción. 
La vida es mucho más que obtener y poseer cosas materiales. Dios quiere, más bien, que gocemos de una vida plena, completa y equilibrada; y ha hecho provisión a través de su Palabra para que disfrutemos la vida que recibimos de Él. El Señor ha prometido suplir nuestras necesidades y ha prometido colmar los deseos de nuestro corazón. Pero quiere también que definamos nuestras prioridades con claridad: Buscad primeramente el reino de Dios. De esa manera, apoyándonos tanto en las promesas de Dios, como en prioridades bien establecidas, podemos confiar en que todas estas cosas os serán añadidas.
Jesús refuerza su mensaje con una parábola que destaca los peligros del amor por las cosas materiales. Las posesiones ni dan vida ni ofrecen seguridad, porque la muerte nos separa de ellas. El necio, en la parábola, creyó equivocadamente que sus posesiones eran realmente suyas, no como dones fruto de la voluntad de Dios para ser usados generosamente. La suerte del rico necio se generaliza, atribuyéndosela a todos los que están preocupados por sus posesiones. Él hizo para sí tesoro y no es rico para con Dios, por lo que no ha entendido el verdadero objetivo de la vida. 
Por tanto conecta estos versículos con las enseñanzas sobre la codicia. Una actitud apropiada hacia las cosas materiales, basada en la simple confianza en un Padre que nos cuida, nos libera de la agotadora ansiedad provocada por la incertidumbre sobre las cosas materiales de la vida. Preocuparse es inútil porque la vida está en manos de Dios ; porque la preocupación de Dios por proporcionarnos las cosas que requerimos demuestra cómo cuida de lo más elevado de su creación, nosotros; y porque Dios conoce nuestras necesidades mejor que nosotros mismos. Por tanto, no debemos permitir que las preocupaciones materiales nos distraigan del propósito fundamental de buscar todo el señorío de Dios. Las provisiones para la vida llegan a aquellos cuyas prioridades se concentran en la búsqueda de los caminos, la obra y la voluntad de Dios: su reino.
Ser rico en los tesoros del reino de Dios es lo que verdaderamente cuenta.Sólo Cristo puede cambiarte el chip.
Las buenas nuevas de salvación de los cristianos que hemos nacido de nuevo, se expresa de manera simple: "Crea en el Señor Jesús y será salvo". Cuando reconocemos a Jesús como Salvador, como el Señor y le confiamos toda la vida, obtenemos la salvación de manera segura. 
Si tú que lees esto nunca has confiado en Jesús para tu salvación, hazlo ya. Tu vida se llenará de gozo, al igual que la de todos los que hemos confiado en Cristo.
La fe del carcelero no salvó a todos; cada uno necesitó aceptar a Jesús en fe y creer en El de la misma manera que el carcelero lo hizo. Sin embargo, toda su familia creyó y recibió la salvación. Oremos que Dios nos use para presentar a Jesús a nuestra familia y que puedan creer en El.
Cuando los frutos de la fe empiezan a aparecer, los terrores serán sustituidos por la confianza y el gozo en Dios.
Sara dio a luz a Isaac cuando tenía 90 años de edad porque olvidó sus limitaciones físicas y creyó que Dios sería fiel a lo que había prometido. Abraham tenía 100 años de edad cuando nació Isaac.
¿Recuerdas lo que sentías cuando eras niño y se acercaba tu cumpleaños? Te sentías emocionado y ansioso. Tenías la certeza de que recibirías regalos y otros obsequios. Pero algunas cosas serían una sorpresa. Los cumpleaños combinan seguridad y expectación. ¡Así es también con la fe! La fe es la convicción basada en las experiencias pasadas de que, con toda seguridad, Dios nos dará nuevas sorpresas.
Dos palabras describen nuestra fe: confianza y certeza. Estas dos cualidades necesitan un punto inicial y final seguros. El punto inicial de la fe es creer en el carácter de Dios: El es quien dice ser que es. El punto final es creer en las promesas de Dios: El hará lo que dice. Cuando creemos que Dios cumplirá sus promesas, a pesar de que todavía no las vemos hechas realidad, mostramos verdadera fe.
Dios habló y se creó de la nada el universo; declaró que sería y fue. Nuestra fe está puesta en el Dios que creó el universo con su Palabra. La Palabra de Dios tiene un poder impresionante. Cuando El habla, ¿Tú oyes y respondes? ¿Cómo puedes prepararte para responder a su palabra?
Creer que Dios existe es sólo el comienzo; aun los demonios creen. Dios no se conformará con un simple conocimiento de su existencia. El quiere una relación personal y dinámica contigo que transformará tu vida. Quienes con sinceridad lo buscamos hallaremos que somos premiados con la presencia íntima de Dios.
Dios nos asegura que todo aquel que lo busca con sinceridad, que actúa con fe basado en el conocimiento que tiene de Dios, será recompensado. Cuando tú les anuncias a los demás las buenas nuevas de Dios, animalos a ser sinceros y diligentes en su búsqueda de la verdad. Los que escuchan el evangelio son responsables por lo que oyen, de ello darán cuentas.
Noé sufrió el rechazo porque era diferente de sus vecinos. Dios le encomendó la tarea de construir un barco enorme en medio de un territorio seco, y aunque el mandato de Dios no parecía tener sentido, Noé obedeció. Cuando Noé obedeció, se volvió un extraño para sus vecinos; tal como las nuevas creencias de los judíos cristianos, indudablemente, hicieron que sobresalieran entre los suyos. Cuando tú obedeces a Dios, no te sorprenda si otros te consideran "diferente". Tu obediencia hace que la desobediencia de ellos se destaque. Recuerda que si Dios te ordena hacer algo, El te dará la fuerza necesaria para llevar a cabo dicha tarea. 
Abraham era un hombre de fe. Al mandato de Dios, dejó su hogar y se fue a otra tierra; obedeció sin discutir. Creyó en el pacto que hizo Dios con El. En obediencia a Dios, Abraham estuvo incluso dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac. No te sorprendas si Dios te pide que renuncies a tu ambiente conocido y seguro a fin de cumplir su voluntad.
Sara era la esposa de Abraham. No pudieron tener hijos después de muchos años de matrimonio. Dios le prometió un hijo a Abraham, pero Sara dudó de que pudiera quedar encinta ya que era de edad avanzada. Al comienzo ella se rió, pero más tarde creyó .
Podemos llegar a darnos cuenta de que somos "extranjeros y peregrinos" gracias a las circunstancias. Podemos comprenderlo tarde en la vida o como resultado de tiempos difíciles; pero este mundo no es nuestro hogar. No podemos vivir aquí por siempre. Para poder actuar cuando Dios nos habla, es conveniente que no estemos tan apegados a los deseos y a los bienes de este mundo y nuestra relación con el Señor sea constante e íntima, estando atentos a su voz en la Palabra de Dios en la Biblia, con los sentidos espirituales prestos para recibir lo que el Espíritu Santo, por su gracia nos revela. 
Algún día, con la ayuda del Señor, podrá salir de mis labios lo que escribo, con palabras audibles, ordenadamente, sin nervios. El fuego interno, la pasión por el Señor debe ser realizada en orden y de forma comprensible, no de cualquier modo. Mis palabras tengo miedo sean irreverentes ante la Gloria, la Majestad y la Presencia de quién derramó su vida para perdonar mis pecados, Aquel Justo que cargo con mis pecados y los tuyos. para darnos una recompensa que no merecíamos.
Cómo osaría pronunciar palabras que no puedan trasmitir un mensaje claro sobre la obra que esta realizando el Señor en mi vida. Quizás me falte mucho rodaje, mucha "parole", pero una cosa sé que el Señor sabe lo que hace.
Los creyentes debemos procurar que nuestros corazones estén establecidos por el Espíritu Santo en una dependencia de la gracia, que consolará nuestros corazones y nos hará resistentes al engaño.
Cristo es nuestro Altar y nuestro Sacrificio; Él santifica el don. La cena del Señor es la fiesta de la Pascua del Evangelio.
Viviendo por fe en Cristo, apartados para Dios por medio de su sangre, separémonos voluntariamente de este mundo malo. El pecado, los pecadores, la muerte no dejarán que continuemos aquí por mucho tiempo más; por tanto, salgamos ahora por fe y busquemos en Cristo el reposo y la paz que este mundo no nos puede proporcionar. Llevemos nuestros sacrificios a este altar y a este nuestro Sumo Sacerdote, y ofrezcámoslo por su mediación . Siempre debemos ofrecer el sacrificio de alabanza a Dios. 
A pesar de que los líderes humanos tienen mucho que ofrecer, debemos fijar nuestros ojos en Cristo, nuestro guía supremo. A diferencia de los líderes humanos, El nunca cambiará. Cristo ha sido y será el mismo por siempre. En un mundo cambiante podemos confiar en nuestro Señor que no cambia.
Al parecer algunos enseñan aún hoy que para ser salvos es necesario observar los rituales y ceremoniales del Antiguo Testamento. Pero esas leyes fueron inútiles para conquistar los pensamientos y malos deseos de una persona. Las leyes pueden influir en la conducta de una persona pero no pueden cambiar el corazón. Los cambios definitivos en la conducta de cada persona comienzan cuando el Espíritu Santo vive en el corazón.


domingo, 28 de junio de 2015

REFLEXIONES Y MEDITACIONES II


La obra de la redención hace volver al hombre a la obediencia que debe a Dios como su Hacedor. Cristo es la luz del mundo. Por su gracia abre el entendimiento que Satanás ha cegado, y pone al hombre en libertad de la esclavitud del pecado, destruyendo así la atracción fatal, entre otras cosas al culto irracional a las obras realizadas en madera, piedra u otros materiales. El Señor ha sostenido su Iglesia por el Espíritu Santo . Ahora hace nuevas promesas que ciertamente serán cumplidas como lo fueron las antiguas. Cuando los incrédulos entran a la Iglesia, Él es glorificado en ellos y por ellos. Demos a Dios lo que es suyo, cuidando de no servir a la criatura más que al Hacedor.
Cuando nos sintamos heridos y quebrantados, o consumidos en nuestra vida espiritual, Dios no nos aplastará ni nos echará a un lado como algo inútil, sino que con amor nos levantará. La humanidad actual necesita con desesperación los atributos amorosos de Dios. Podemos mostrar dicha sensibilidad mediante su Espíritu a la gente que nos rodea, reflejando la bondad y la sinceridad de Dios hacia ellos.
Parte de la misión de Cristo en la tierra era demostrar la justicia de Dios y ser luz para todas las naciones. A través de Cristo, toda la gente tiene la oportunidad de abrazar su misión. Dios nos llama a ser siervos de su Hijo, demostrando la justicia de Dios y llevando su luz. ¡Qué privilegio tan extraordinario ayudar al Mesías a cumplir su misión! Sin embargo, debemos buscar su justicia antes de demostrarla a los demás y permitir que su luz brille en nosotros antes de que podamos ser luz.Nuestra vida de obediencia, sujetos a su Palabra es condición indispensable para poder trasmitir ese reflejo a quienes nos rodean. Nuestra vida interior se refleja en nuestra actitud externa, de tal modo que nuestro pensamiento es puesto de manifiesto por el modo en que vivimos.
Miremos todo lo que el Señor hará para nosotros y a través de nosotros. Obras majestuosas provocan respuestas majestuosas. ¿Agradecemos en verdad el bien que Dios hace en medio de nosotros y por medio de nosotros? Si es así, dejemos que nuestra alabanza a El refleje lo que realmente sentimos.
El creyente es la lámpara, su conciencia iluminada por el Espíritu Santo es la mecha: que arde débilmente humeando, por no haberse extinguido enteramente la llama. Esto expresa el lado positivo de la fe del penitente. El de corazón quebrantado no deja de poseer alguna chispa o lucecita, que proviene literalmente de lo alto. Cristo le suplirá al tal la gracia como aceite. Puede significar asimismo la luz de la naturaleza humeando en los incrédulos en medio del nocivo humo de sus errores. Cristo no sólo no la apagó, sino que le quitó ese humo y le añadió la nueva claridad de la revelación
Dios no toleraría que su pueblo fuera tentado si su gracia no fuera suficiente, no sólo para salvarnos del daño, sino para hacernos vencedores. Esta tentación, obra de la envidia y del descontentto, es muy dolorosa. Reflexionando en ello, reconocemos que fue nuestra necedad e ignorancia lo que así lo hicieron sufrir. Si en cualquier momento por medio de la sorpresa y el poder de la tentación los hombres buenos pensaran, hablaran o actuaran mal, reflexionarían sobre eso dolorido y avergonzado. Debemos atribuir nuestra seguridad en la tentación, y nuestra victoria, no a nuestra sabiduría, sino a la presencia de Dios por gracia junto a nosotros, y a la intercesión de Cristo por nosotros. Y por esto somos vivificados para aferrarnos más fuerte a Dios.
El mismo cielo no podría hacernos dichosos sin la presencia y el amor de nuestro Dios. El mundo y toda su gloria se desvanece. El cuerpo fallará por enfermedad, edad y muerte; cuando falla la carne, fallan la conducta, el valor y el consuelo. Pero nuestro Señor Jesucristo ofrece ser el Todo en todo a cada pobre pecador que renuncie a todas las otras porciones y confianzas.
Por el pecado todos nos alejamos de Dios. Profesar ser de Cristo aumentará nuestra condenación si seguimos en pecado. Acerquémonos y mantengámonos cerca de nuestro Dios, por fe y oración, y encontremos que es bueno hacerlo así. Los que con corazón recto depositamos nuestra confianza en Dios, nunca tendremos falta de motivos para agradecerle y alabarle. Bendito Señor que nos has prometido tan graciosamente ser nuestra porción en el mundo venidero, impídenos elegir cualquier otra en éste.
Si nuestro deleite es alabar al Señor mientras vivimos, ciertamente le alabaremos toda la eternidad. Teniendo ante nosotros esta gloriosa perspectiva, ¡cuán bajas parecen las empresas terrenales! Hay un Hijo del hombre en quien hay ayuda, que es también el Hijo de Dios, que no le fallará a los que confían en Él. Pero todos los demás hijos de los hombres son como el hombre del cual salieron que, teniendo honra, no permaneció en ella.
Dios ha dado la tierra a los hijos de los hombres, pero hay mucha inquietud al respecto. Sin embargo, después de poco de tiempo, ninguna parte de la tierra será de ellos, excepto la que contiene sus cuerpos muertos. Cuando el hombre vuelve a la tierra, en ese mismo día todos sus planes e intenciones se desvanecen y se van: entonces, ¿en qué quedan sus expectativas?
Nos muestran dónde, por qué y cómo alabar a Dios. ¿Qué hace la alabanza?:
Saca de nuestra mente los problemas y reveses y la enfoca en Dios. 
Nos lleva de una meditación individual a una adoración colectiva del Señor. 
Nos permite considerar y apreciar el carácter de Dios. 
Encauza nuestra perspectiva de lo terrenal a lo celestial.
Jesús afirmó su interés por el pobre y el afligido. El no separa las necesidades sociales y espirituales de las personas, sino que atiende a las dos. Mientras Dios, no el gobierno, es la esperanza de los necesitados, nosotros somos sus instrumentos para ayudar aquí en la tierra.
Los planes de Dios trastornan "el camino de los impíos" porque sus valores son opuestos al de la sociedad. Jesús lo demostró cuando proclamó que "muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros" y que "el que pierda su vida por causa de mí, la hallará". No nos sorprendamos cuando otros no comprendan nuestros valores cristianos, pero no nos rindamos a los de ellos.
La mayoría de los salmos son oraciones y la mayoría de estas incluyen alabanzas a Dios. La alabanza expresa admiración, reconocimiento y gratitud. La alabanza a Dios en el libro de los Salmos se expresa individual y colectivamente. Considerando todo lo que Dios ha hecho y hace por nosotros, ¿qué puede ser más natural que un arranque de alabanza sincero?
Cuando realicemos la alabanza a Dios, no solo por lo que hace (creación, bendiciones, perdón), sino también por lo que El es (amoroso, justo, fiel, perdonador, paciente)
.¿De qué manera he alabado a Dios en los últimos tiempos o le he dicho a otros todo lo que El ha hecho por mi?Pues no me cansaré una y otra vez de repetir que por su gracia soy lo que soy; Dios Padre ha comenzado una obra en mi vida y se tomará el tiempo que sea necesario para moldarme y pulirme, sufriendo o bajo presión para por su gracia ser valorado al soportar la prueba, para ver realmente si soy fiel e integro a lo que mis palabras confiesan. ¿Es fiel mi testimonio? ¿Soy capaz de soportar la presión anticristiana de esta sociedad, sin alterame?
Vea cada uno la respuesta en su alma, dejando para siempre la guia al Espíritu Santo quién nos guíe en obediencia a la Palabra de Dios en la Biblia.
Con el arrepentimiento, un nuevo orden de vida se abre al creyente en Cristo. Jesús usó la figura del «nuevo nacimiento» para indicar dramáticamente tres cosas: 
Sin el «nuevo nacimiento» no hay vida ni hay relación con Dios
Con el «nuevo nacimiento» surge una nueva perspectiva; «vemos el reino de Dios». La Palabra de Dios se hace clara, y se experimenta el obrar y las maravillas del Espíritu Santo: La fe está viva. 
Por medio del «nuevo nacimiento somos introducidos literalmente «entramos a una nueva esfera, donde el orden del nuevo reino de Dios se hace realidad. 
El nuevo nacimiento es más que simplemente ser «salvo». Es una experiencia, personal con Cristo recalificadora, la cual nos abre a la dimensión sobrenatural de la vida, y nos prepara para entrar en el nuevo orden del reino de Dios.
¡Cuán grande es el pecado de los incrédulos! Dios envió a Uno que era el más amado por Él, para salvarnos; ¿y no será el más amado para nosotros? ¡Cuán grande es la miseria de los incrédulos! Ya han sido condenados, lo que habla de una condenación cierta; una condenación presente . La ira de Dios ahora se desata sobre ellos; y los condenan sus propios corazones. También hay una condenación basada en su culpa anterior; ellos están expuestos a la ley por todos sus pecados; porque no están interesados por fe en el perdón del evangelio. La incredulidad es un pecado contra el remedio. Brota de la enemistad del corazón del hombre hacia Dios, del amor al pecado en alguna forma. Léase también la condenación de los que no quieren conocer a Cristo. Las obras pecadoras son las obras de las tinieblas. El mundo impío se mantiene tan lejos de esta luz como puede, no sea que sus obras sean reprobadas. Cristo es odiado porque aman el pecado. Si no odiaran el conocimiento de la salvación, no se quedarían contentos en la ignorancia condenadora.
Por otro lado, los corazones renovados dan la bienvenida a la luz. Un hombre bueno actúa verdadera y sinceramente en todo lo que hace. Desea saber cuál es la voluntad de Dios, y hacerla, aunque sea contra su propio interés mundanal. Ha tenido lugar un cambio en todo su carácter y conducta. El amor a Dios es derramado en su corazón por el Espíritu Santo, y llega a ser el principio rector de sus acciones. En la medida que siga bajo una carga de culpa no perdonada, solo puede tener un temor servil a Dios, pero cuando sus dudas se disipan, cuando ve la base justa sobre la cual se edifica su perdón, lo asume como si fuera propio, y se une con Dios por un amor sin fingimiento. Nuestras obras son buenas cuando la voluntad de Dios es la regla de ellas, y la gloria de Dios, su finalidad; cuando se hacen en su poder y por amor a Él; a Él, y no a los hombres.
La regeneración, o el nuevo nacimiento, es un tema al cual el mundo tiene aversión; sin embargo, es el gran ganancia en comparación con la cual todo lo demás no es sino fruslería. ¿Qué significa que tengamos comida para comer con abundancia, y una variedad de ropa para ponernos, si no hemos nacido de nuevo? ¿Si después de unas cuantas mañanas y tardes pasadas en alegría irracional, placer carnal y desorden, morimos en nuestros pecados y yacemos en el dolor? ¿De que vale que seamos capaces de desempeñar nuestra parte en la vida, en todo otro aspecto, si al final oímos de parte del Juez Supremo: “Apartaos de mí, no os conozco, obradores de maldad"
Cada día la Palabra de Dios en la Biblia me muestra todo aquello que debo desterrar para ir madurando en frutos del Espíritu. Al principio, cuando has nacido de nuevo, todo es novedad y necesitas ser guiado por la sana doctrina para afirmar los principios básicos de la salvación por fe en Jesucristo.
Los que procedemos de la religión romana, podemos decir que el Señor nos sacó de la oscuridad religiosa permitiendo llegara la luz de la Esperanza a nuestras mentes cegadas por lidolatría. Es una constante en la vida religiosa, que cuanta mayor veneración por las imágenes, más anulados son los sentidos espirituales; como si ellas se adueñasen de ellos y nos volvieran ciegos, mudos, sordos a la Verdad del Evangelio de Jesús. Es cierto que también te hablan de Dios, pero "a su manera" y sólo ellos se creen en posesión de la verdad.
Sé de dónde he salido por la gracia de Dios; sé del poder de transformación de la Palabra de Dios en la Biblia cuando se obedece sin rechistar y cuando ves lo que eres y reconoces que sin Cristo estás perdido; cuando te das cuenta que no eres nada y todo lo que mi mente, alma y espíritu necesitan es sujetarse con los clavos de la fe a Jesucristo. Es entonces cuando la nueva criatura guiada por el Espíritu Santo, va ganando terreno, va de victoria en victoria dominando "el viejo hombre interior". Este proceso de madurez, santificación, conversión, como quiera que lo llamemos, se inicia desde el momento que aceptamos a Cristo como Salvador y Señor. Durará tanto como nuestra vida aquí en la tierra y seremos perfeccionados tras abandonar nuestro cascarón ya muerto o cuando seamos arrebatados al encuentro con Cristo.
Cada día que pasa percibes como tu vida ha ido cambiando, y aquellos hábitos perniciosos que te tenían esclavizado fueron derrotados por Cristo en el momento que le dijiste: "Señor Jesús ayúdame a salir, que yo no puedo". ¡Y vaya si puede! Todo el mérito es del Señor y cada día Su victoria te enseña a seguirle en obediencia, mirando hacia arriba, puestos los ojos en el cielo, liberandote de tantas cargas inútiles que solo estorban tu camino. Poco a poco semeja que tuvieras como alas que te hacen vivir más gozoso y en paz, por muy difícil que sea la situación allí abajo. La vida ahora es la Verdadera Vida, la única que realmente tiene sentido: vivir en Cristo.
El camino aferrado a la Palabra de Dios en la Biblia es seguro, firme y llevadero; en el momento que demos paso a nuestra mente carnal a nuestros razonamientos, se vuelve tortuoso y lleno de dificultades, las mismas que nosotros nos ponemos para obedecer y entregarnos a la Voluntad de Dios.
El camino y los medios por los cuales los cristianos nacidos de nuevo disfrutamos de la salvación pasa por la sangre de Jesús, por el mérito de esa sangre que Él ofrendó como sacrificio expiatorio. La misericordia que perdona, no se entendió claramente hasta que la naturaleza humana de Cristo, el Hijo de Dios, fue herida y molida por nuestros pecados. Nuestro camino al cielo pasa por el Salvador crucificado; su muerte es para nosotros el camino de vida; Cristo es el salvo conducto por el cual somos declarados sin culpa. Debemos acercarnos a Dios por medio de su Hijo, sería despreciar a Cristo seguirle de lejos o mirar para otro lado.
El Lugar Santísimo del templo quedaba oculto de la vista por un velo. Sólo el sumo sacerdote podía entrar en esa habitación santa, y lo hacía una sola vez al año en el día de la expiación, cuando ofrecía sacrificios por los pecados de la nación. Pero la muerte de Jesucristo quitó el velo, y todos los creyentes podemos entrar a la presencia de Dios en todo momento, por la gracia del Señor.
La adoración que nace de un corazón sincero, con completa franqueza de propósito, debe estar basada en la seguridad del poder justificador de la sangre de Cristo y el poder santificador de la Palabra de Dios. La profesión de nuestra esperanza sobre la futura consumación de nuestra salvación, nunca vacilará mientras esté fundada en la fidelidad de aquel que prometió diciendo: Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida, nadie va al Padre si no por mi.
A través de la persona, el sacrificio y la mediación de Cristo, se nos permite a los pecadores acercarnos a Dios Padre y somos llevados con aceptación a su presencia, con nuestra adoración y nuestro servicio, bajo la enseñanza del Espíritu Santo, como uno con el Padre y el Hijo. Cristo compró el permiso para que nosotros vayamos a Dios; y el Espíritu da el corazón para ir, y la fuerza para ir y la gracia para servir aceptablemente a Dios.
Antes de la venida de Cristo, los gentiles y judíos se mantenían alejados entre sí. Los judíos consideraban que los gentiles estaban muy alejados del poder salvador de Dios y por lo tanto sin esperanza. Cristo revela la pecaminosidad total, tanto de judíos como de gentiles, y a continuación ofrece su salvación por igual para ambos. Solo Cristo derriba las paredes de los prejuicios, reconcilia a todos los creyentes con Dios y nos unifica en un cuerpo.
Cristo derribó las paredes que las personas levantaron entre ellas. Debido a que esas paredes se derribaron, podemos disfrutar de una verdadera unidad con personas que no son como nosotros. Esto es lo que llamamos verdadera reconciliación. Gracias a la muerte de Cristo, todos somos parte de una sola familia, nuestra hostilidad en contra de otros ha desaparecido, todos podemos tener acceso al Padre mediante el Espíritu Santo, hemos dejado de ser extraños para Dios y somos parte de un templo santo, con Cristo como piedra principal del ángulo.
Hay muchas barreras que pueden separarnos de otros cristianos: edad, apariencia, inteligencia, inclinación política, nivel económico, raza, perspectivas teológicas. Una de las mejores maneras de apagar el amor de Cristo es interesarnos solo por aquellos con los que tenemos afinidad natural. Por suerte, Cristo ha derribado las barreras y unificado a todos los creyentes en una sola familia. Su cruz debiera ser el centro de nuestra unidad. El Espíritu Santo nos ayuda a mirar más allá de las barreras, a la unidad para la que hemos sido llamados a disfrutar.
Los judíos estaban cerca de Dios porque tenían conocimiento previo acerca de El mediante las Sagradas Escrituras y lo adoraban en sus ceremonias religiosas. Los gentiles estabamos lejos ya que conocíamos poco o nada acerca de Dios. Debido a que ningún grupo puede salvarse por buenas obras, conocimiento ni sinceridad, tanto uno como otro necesitaron oír acerca de la salvación disponible a través de Jesucristo. Ambos, judíos y gentiles, ahora estamos en la libertad de venir a Dios a través de Cristo. Dios se ha acercado a nosotros por su Hijo.
Muchas veces, al edificio de una iglesia se le llama la casa de Dios. En realidad, la casa de Dios no es un edificio sino un grupo de personas. El vive en nosotros y a través de nosotros se da a conocer al mundo. La gente puede ver que Dios es amor y que Jesús es Señor cuando vivimos en armonía con otros y de acuerdo con lo que Dios dice en su Palabra. Somos ciudadanos del Reino de Dios y miembros de su familia.
Estos son algunos de los privilegios que acompañan a nuestra vida nueva en Cristo: tenemos acceso personal a Dios por medio de Cristo y podemos acercarnos a El sin un sistema complicado, como en el Antiguo Testamento; podemos crecer en la fe, vencer las dudas y los interrogantes y profundizar nuestra relación con Dios; podemos disfrutar del estímulo de los demás; podemos adorar y alabar juntos. 
El no asistir a las reuniones cristianas es perder el estímulo y la ayuda de otros cristianos. Nos reunimos para anunciar nuestra fe y fortalecernos los unos a los otros en el Señor. Al acercarnos al fin de los tiempos y al estar próximo el "día" en que Cristo volverá, afrontaremos problemas espirituales, tribulaciones e incluso persecución. 
Fuerzas anticristianas crecerán en intensidad. Las dificultades nunca debieran ser excusas para no congregarnos. En cambio, a medida que surgen las dificultades, debemos hacer un mayor esfuerzo por ser fieles en la asistencia.
El gran deseo de Jesús era que sus discípulos llegasemos a ser uno. Quería que nos uniesemos para ser un poderoso testimonio de la realidad del amor de Dios. ¿Ayuda a la unidad del cuerpo de Cristo la Iglesia actual? Nosotros podemos orar por otros cristianos, evitar el chisme, edificar a otros, trabajar juntos en humildad, dar de nuestro tiempo y dinero, exaltar a Cristo y rehusar desviarnos con discusiones sobre asuntos que provoquen división.
Jesús oró pidiendo unidad entre los creyentes basándose en la unidad de los creyentes con El y el Padre. Los cristianos podemos preservar y fortalecer la unidad entre nosotros si vivimos unidos a Dios. 
El Espíritu de Cristo, iluminando, transformando y reinando en los corazones de los discípulos genuinos de Cristo, acercándonos entre sí como miembros de una familia, e incitándonos a una cooperación afectuosa para el bien del mundo; esto es lo que, cuando suficientemente ardiente y extenso, impondrá al mundo el convencimiento de que el cristianismo es divino. 
Sin duda, cuanto más desaparezcan de entre los cristianos las diferencias, cuanto más podamos ponernos de acuerdo en asuntos de menor importancia, tanto mayor impresión en el mundo se podrá esperar. Pero la impresión no es absolutamente dependiente de esto; porque la unidad viviente y cariñosa a veces se ve más palpablemente aun en medio de diferencias menores, y a pesar de ellas que donde no hay tales diferencias que prueben el poder de su unidad más honda. 
Sin embargo, mientras esta fraternidad viva en Cristo no se manifieste de manera potente para destruir el sectarismo, el egoísmo, la carnalidad y apatía que corroen el corazón del cristianismo en todas las secciones visibles de él, en vano esperaremos que el mundo se impresione hondamente por él. Será cuando “el Espíritu sea derramado sobre nosotros desde lo alto”, como Espíritu de verdad y amor, y sobre todas partes del territorio cristiano por igual, disolviendo diferencias y animosidades, encendiendo asombro y vergüenza por la esterilidad pasada, provocando anhelos de afecto universal y ansias por un mundo sumido en maldad, incorporándose formas palpables y medidas activas: será entonces cuando podremos esperar que sea producido el efecto aquí anunciado.
¿No deberíamos meditar sobre estas cosas los cristianos? 



REFLEXIONES Y MEDITACIONES


La mayoría de las veces podemos plantearnos mal la pregunta cuando decimos ¿Qué tengo que hacer para ir al Paraíso, al Cielo? ya que de este modo estamos dando a entender como si por nuestras obras pudiéramos lograrlo.
Ese es el ardid que emplean las religiones para esclavizar las mentes de sus seguidores. Desde las radicales que ofrecen vírgenes si se inmolan matando gente inocente, a aquellas que si les entregas tus bienes materiales te garantizan un boleto para la eternidad, pero no te dicen dónde, y sus mediadores no se ponen de acuerdo.
Pero a ti que estás leyendo éstas líneas, te diré que ni tú ni yo podemos hacer nada para ir al Paraíso, al Cielo. No podemos volar hasta allí, ni ningún artilugio humano nos puede llevar. Reflexiona un momento. Para movernos entre ciudades o lugares que deseemos ir utilizamos un "medio" que nos ofrece la seguridad de llegar a ese destino. Si vas a una ciudad de tu país en autobús, compruebas en tu billete que quien te lo expide no te está engañando y te envía a un destino diferente. Imagínate que vas a otro país en avión y que por no comprobar tu billete te envían a otro destino diferente del que querías ir, menudo chasco te llevarías ¿verdad?. Pues si somos tan diligentes para comprobar algo tan pasajero y temporal ¿no tendremos que ser mucho más cautelosos para examinar dónde vamos a vivir en la eternidad?
La Buena Noticia es que Dios nos regala el Unico Medio para llegar al Paraiso. Dios sólo te pide que tengas fe en Su Hijo Jesucristo, que creas que por Su Sangre, derramada en la cruz, te limpia de pecado y que con Su Resurrección te garantiza la Nueva Vida junto a Dios. SÓLO POR FE, no por obras para que nadie se enorgullezca. SOLO CRISTO. Jesucristo es el ÚNICO MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES. Jesucristo dice: YO SOY EL CAMINO, Y LA VERDAD, Y LA VIDA, NADIE VA AL PADRE SI NO POR MI.
Esta es la VERDAD ABSOLUTA, Jesucristo es el Hijo de Dios, quien conoce al Hijo conoce al Padre y esa es la Vida Eterna, conocerlo, creerle, amarle, confiarle tu vida. Es tan sencillo que hasta un niño puede entenderlo. Y nosotros los adultos tenemos que volvernos como niños que confiaban en sus padres sabiendo que nos amaban para bien; si eso recibíamos de nuestros padres terrenales, cuanto más de nuestro Creador Dios y Padre. Qué ocurre, que el sistema del mundo, regido por Satanás, ha ido introduciendo desde la infancia "tareas" y " aprendizajes" para alejarnos de la Verdad; utilizando " tu propio esfuerzo para alcanzar metas"; palabras como: "mereces esto o aquello" "esfuérzate para alcanzar"; "tienes que lograr"; " cuanto más logres"...y un sin fin de expresiones que van inoculando tu mente, con el único fin de que no puedas aceptar que la SALVACIÓN ES UN REGALO DE DIOS, QUE LA SALVACIÓN ES POR FE y nada más.
Satanás es el maestro del engaño, de la mentira, de la suplantación. Nunca te va a decir abiertamente que No creas a Jesús, su misión es entretenerte y desviarte a otras cosas; sembrar dudas o interrumpir por ejemplo sigas leyendo esto. Satanás te va a decir que tienes cosas más importantes que hacer, trabajar, estar ocupado ¿ para qué? para que no te ocupes de lo más importante en tu vida: la Salvación.
Satanás te va decir que lo dejes para otro momento, cuando seas mayor o te jubiles...pero ¿acaso sabes si vas a estar vivo dentro de una hora? ¿ acaso sabes el tiempo que te resta de vida? Yo tampoco sé cuanto me queda a mí, eso está en manos de Dios. Pero lo que si sé es que si me muero dentro de unos momentos, estaré en la presencia de Dios porque recibí la fe para creer en Su Hijo Jesucristo como mi Salvador y Señor y su Promesa es suficiente para mi. Yo sé y conozco a Quién he creído.
Te pregunto a ti, ¿ Tú sabes a dónde vas a ir cuando mueras?¿ Tienes la convicción, la certeza absoluta, o dudas y no estás seguro?
No dejes ni un segundo más la decisión más importante de tu vida, porque tú y solo tú decides. No dejes para más tarde una decisión que la muerte te puede impedir; y después no tendrás oportunidad y te lamentaras por toda la eternidad. ¡Ven a Jesucristo! Entrégale tu vida, aceptale como tú Único Salvador y Señor.
Los dones de la gracia de Cristo son tan asombrosos y abundantes que aun los creyentes, al principio, nos cuesta discernirlos. Son tan profundos y misteriosos que aun quienes conocen bien su mente, están prontos a ofrecer razonamientos para hacerlos entender a los que aún no hemos alcanzado tal grado de madurez espiritual. Creo sinceramente que debemos dar gracias al Señor por todos ellos y ser fieles administradores de la medida de la fe que hayamos recibido, no dejándola languidecer, sino cultivarla, abonarla y regarla abundantemente con la Palabra de Dios en la Biblia, para que el Espíritu la mantenga viva y contagie a quienes nos rodean. Quienes tienen mucho del Espíritu de Dios, mientras están aquí ven que necesitan pedir más de Cristo, cuanto más nos muestra su carácter más anhelamos imitarle. 
Nuestro Señor Jesús consideró conveniente, para cumplir toda justicia, apropiarse de cada institución divina, y mostrar su disposición para cumplir con todos los preceptos justos de Dios.
En Cristo y por medio de Él, los cielos están abiertos para los hijos de los hombres, para todos aquellos que hemos nacido de nuevo por gracia de Dios. Este descenso del Espíritu sobre Cristo demuestra que estaba dotado sin medida con sus poderes sagrados. El fruto del Espíritu Santo es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, todos ellos se irán desarrollando en nosotros mismos cuanto más caminemos por fe en Jesucristo para que nuestra transformación sea diaria y continua; percibiremos como opera desde nuestro interior para ir produciendo esos frutos del Espíritu, del mismo género y naturaleza.
En el bautismo de Cristo hubo una manifestación de las tres Personas de la Santa Trinidad. El Padre confirmando al Hijo como Mediador; el Hijo que solemnemente se encarga de la obra; el Espíritu Santo que desciende sobre Él para ser comunicado al pueblo por su mediación. En Cristo son aceptables nuestros sacrificios espirituales, porque Él es el altar que santifica todo don. Fuera de Cristo Dios es fuego consumidor; en Cristo, un Padre reconciliador. Este es el resumen del evangelio, el cual debemos abrazar jubilosamente por fe y obedecerlo por vida.
Te invito a conocer a Cristo como Salvador y Señor para que puedas ver la Vida Eterna. No dejes esa decisión para mañana; quien sabe tal vez tu mañana nunca llegue y hoy sea tu último dia. ¡Te imaginas! Si tuvieras que dejar este mundo y rendir cuentas ante Dios, ¿Cómo llegarías a Su presencia? ¿Creyendo en Cristo o rechazándolo? Puedes filosofar todo lo que quieras y poner las excusas que se te antojen, pero al final lo quieras o nó, ante la Majestad de Dios mo podrás decir ni pío. Dios Padre sólo te pide que creas en y a Su Hijo Jesucristo.
Una vez que dejes este cuerpo donde habita tu espíritu, irás a la presencia de Dios. Allí, oirás, verás, tocaras, sentirás sin el estorbo corpóreo; y gozarás de la presencia de Cristo, si has creído en Él, o por el contrario sufrirás eternamente lejos de la presencia de Dios. Lo más terrible es que podrás ver como gozamos de todos los galardones del Señor, en cambio tú estarás carcomido por la culpa por no haber creído en vida que iba ser así.
Puedo gritar más alto o escribir en mayúscula, pero no puedo decirlo más claro: o aceptas por fe a Jesús como Salvador y Señor o sino prepárate para el infierno.
Cristo es el Camino al Padre que los pecadores tenemos en su persona como Dios manifestado en carne, en su sacrificio expiatorio, y como nuestro Abogado. Él es la Verdad, que cumple todas las profecías del Salvador; creyendo eso los pecadores vamos por Él, el Camino. Él es la Vida, por su Espíritu vivificador recibimos vida los muertos en pecado. Nadie que no sea vivificado por Él, la Vida, y enseñado por Él, la Verdad, puede acercarse a Dios como Padre por Él, el Camino. Por Cristo, el Camino, nuestras oraciones van a Dios y sus bendiciones vienen a nosotros; este es el Camino que lleva al reposo, el buen Camino antiguo. Él es la Resurrección y la Vida. Todo el que ve a Cristo por fe, ve al Padre en Él. 
A la luz de la doctrina de Cristo vemos a Dios como Padre de las luces y, en los milagros de Cristo vemos a Dios como el Dios del poder. La santidad de Dios brilló en la pureza inmaculada de la vida de Cristo. Tenemos que creer la revelación de Dios al hombre en Cristo; porque las obras del Redentor muestran su gloria, y a Dios en Él.
Cristo no es solo igual a Dios, El es Dios; como imagen del Dios invisible, El es la exacta representación de Dios. No solo refleja a Dios, sino que también nos revela a Dios; como primogénito de toda creación tiene la prioridad y autoridad como príncipe en la casa del Rey. Vino del cielo, no del polvo de la tierra, y es el Señor de todo. El es completamente santo, y tiene autoridad para juzgar al mundo. Por lo tanto, es supremo sobre toda la creación, incluyendo el mundo espiritual. Nosotros debemos creer en la deidad de Jesucristo (que Jesús es Dios), sino nuestra fe cristiana es hueca, mal dirigida y sin sentido. Esta es una verdad central del cristianismo. Debemos oponernos a aquellos que dicen que Dios es solo un profeta o un gran maestro.
Por más que el prójimo esté abrumado por las penas de esta época actual, de su vida sin esperanza, de la crisis y otras circunstancias, nosotros no estamos así. Los discípulos de Cristo debemos mantener nuestra mente en paz, cuando todo lo que nos rodea está revuelto. He aquí el remedio contra este trastorno de la mente, “Creed”. Creyendo en Cristo como Mediador entre Dios y el hombre, recibimos consuelo. Se habla de la dicha del cielo como estar en la casa del padre. Hay muchas mansiones, porque hay muchos hijos para ser llevados a la gloria. Las mansiones son viviendas que duran, no como las terrenales que se deterioran y son temporales. Cristo será el Consumador de aquello, de lo cual es el Autor o Iniciador; si tiene preparado el lugar para nosotros, nos preparará para eso.
Todo lo que recibimos por Cristo se resume en esta sola palabra: gracia; recibimos: “gracia sobre gracia”un don tan grande, tan rico, tan inapreciable; la buena voluntad de Dios para con nosotros, y la buena obra de Dios en nosotros. La ley de Dios es santa, justa y buena; y debemos hacer el uso apropiado de ella. Pero no podemos derivar de ella el perdón, la justicia o la fuerza. Nos enseña a adornar la doctrina de Dios nuestro Salvador, pero no puede tomar el lugar de esa doctrina. Como ninguna misericordia procede de Dios para los pecadores sino por medio de Jesucristo, ningún hombre puede ir al Padre sino por Él; nadie puede conocer a Dios salvo que Él lo dé a conocer en el Hijo unigénito y amado.
Dios se comunicó mediante varias personas en el Antiguo Testamento, por lo general profetas que recibían mensajes específicos. Pero nadie vio a Dios. En Cristo, Dios reveló su naturaleza y esencia de una forma que podía verse y tocarse. En Cristo, Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.
Dios se ha revelado a sí mismo a la humanidad en varias formas, pero estas revelaciones estaban relacionadas con la esencia de Dios que es un espíritu invisible. Jesús es la imagen visible, tangible, del Dios invisible. Es la revelación completa de lo que es Dios. Jesús explicó a Felipe, el que deseaba ver al Padre, que conocerlo a El equivalía a conocer a Dios. La búsqueda de Dios, de la verdad y de la realidad, conduce a Cristo.
Así como Jesucristo tiene inmortalidad, así la dará a nosotros los que creemos; estar fuera d Cristo es la muerte. No es sino la filosofía pagana la que atribuye al alma indestructibilidad en sí, la cual ha de atribuirse sólo al don de Dios. Así como Dios tiene vida en sí, así ha dado al Hijo tener vida en sí. Si uno no puede mirar de fijo al sol, el cual no es sino una pequeña parte de la creación, a causa del intenso calor y poder; ¡cuánto menos puede el hombre mortal mirar la gloria indecible de Dios! Tal vez aun en el estado perfecto ninguna criatura verá completamente a Dios. Sin embargo los santos, en cierto sentido tendrán la bienaventuranza de verle, lo que es negado al mero hombre.
Los ojos mortales no toleran el resplandor de la gloria divina. Nadie puede acercarse a Él a menos que se dé a conocer a los pecadores en Cristo y por medio de Cristo. La Deidad es adorada aquí sin distinción de Personas, porque todas las cosas se dicen apropiadamente del Padre, del Hijo o del Espíritu Santo. Dios nos es revelado sólo en la naturaleza humana de Cristo y a través de ella, como el Unigénito Hijo del Padre.
Cristo en su naturaleza humana es la revelación visible del Dios invisible y quien le ha visto a Él ha visto al Padre. Adoremos estos misterios con fe humilde y contemplemos la gloria de Dios en Cristo Jesús. Siendo todas las cosas creadas por Él, fueron creadas para Él; siendo hechas por su poder, fueron hechas conforme a su beneplácito y para alabanza de su gloria. No sólo las creó todas al principio; por la palabra de su poder las sustenta.
Cristo como Mediador es la Cabeza del cuerpo, la Iglesia; toda gracia y fuerza son de Él; y la Iglesia es su cuerpo. Toda plenitud habita en Él; la plenitud de mérito y justicia, de fuerza y gracia para nosotros. Dios mostró su justicia al requerir plena satisfacción. Este modo de redimir a la humanidad por la muerte de Cristo fue el más apto. Aquí se presenta ante nuestra visión el método de ser reconciliado. Pese al odio hacia el pecado por parte de Dios, quiso Dios reconciliar consigo al hombre caído. Si estamos convencidos en nuestra mente de que éramos enemigos por las malas obras, y que ahora estamos reconciliados a Dios por el sacrificio y muerte de Cristo según nuestra naturaleza, no intentaremos explicar ni siquiera pensar en comprender plenamente estos misterios, pero veremos la gloria de este plan de redención y nos regocijaremos en la esperanza que nos es puesta por delante. Si el amor de Dios por nosotros es tan grande, ¿ahora qué podemos hacer por Dios? Orar con frecuencia y abundar en los deberes santos y no vivir más para sí mismo, sino para Cristo, el que murió por nosotros. Pero, ¿para qué? ¿para que sigamos viviendo en el pecado? No, sino para que muramos al pecado y vivamos entonces no para nosotros sino para Él.
Cuando todo hombre anhela lo que puede obtener y ansía conservar lo que tiene, esto hace que los hombres sean peligrosos, los unos para los otros. Cuando los hombres no temen a Dios, no consideran al hombre. Cuando los hijos son desobedientes con sus padres, esto hace que los tiempos sean peligrosos. Los hombres son impíos y sin temor de Dios porque son ingratos ante las misericordias de Dios. Abusamos de las dádivas de Dios si las hacemos alimento y combustible de nuestras concupiscencias. Los tiempos también son peligrosos cuando los padres carecen de afecto natural por sus hijos. Cuando los hombres no mandan sus propios espíritus sólo desprecian lo bueno y honroso. Dios tiene que ser amado por encima de todo, pero la mente carnal, llena de enemistad contra Él, prefiere cualquier cosa antes que a Él, especialmente al placer carnal. Una forma de piedad es muy diferente del poder; los cristianos debemos alejarnos de los que son hallados hipócritas. Tales personas se han encontrado dentro de la iglesia externa, en todo lugar y en todos los tiempos.
Siempre ha habido hombres astutos que, con pretensiones y halagos, se infiltran en el favor y la confianza de los que son demasiado crédulos, ignorantes y fantasiosos. Todos debemos estar siempre aprendiendo a conocer al Señor, pero estos siguen cualquier noción nueva, pero nunca buscan la verdad como es en Jesús. Como los magos egipcios, estos eran hombres de mentes corrompidas, perjuiciados contra la verdad, y carecen de fe. Pero aunque el espíritu de error pueda estar libre por un tiempo, Satanás no puede engañar a las naciones e iglesias más allá de lo que Dios permite.
La gente será arrastrada por todo tipo de perversiones egoístas, contrarias a lo natural. Algunos mantendrán una apariencia externa de gente que usa el vocabulario cristiano, pero que rehúsa aceptar las realidades que la fe cristiana expresa. El poder que niegan constituye la esencia del cristianismo; el hecho de un Redentor resucitado, la verdad de la Palabra inspirada por Dios, y la presencia y plenitud del Espíritu Santo obrando en las vidas de los creyentes y transformándolas. Se compara a los falsos maestros con Janes y Jambres, magos egipcios que se opusieron a Moisés debido a su conciencia baja y perversa.
En los tiempos finales los hombres del mundo serán peligrosos, chalepos, ásperos, salvajes, difíciles, dolorosos, fieros, dañinos, duros de tratar. La palabra describe a una sociedad desprovista de virtud en la que abundan los vicios.Muy poco tiempo queda para entrar por la gracia a la presencia de Dios. No hay opción ni deriva; o entras por Cristo o te quedas fuera. No demores por más tiempo la decisión más importante de tu vida. Ven a Cristo; aceptale como Señor y Salvador y entonces si, tu vida tendrá sentido.
La Palabra de Dios no es simplemente la colección de palabras suyas, un medio de comunicar ideas; es viviente, cambia la vida y es dinámica al obrar en nosotros. Con la agudeza del bisturí de un cirujano, revela lo que somos y lo que no somos. Penetra la médula de nuestra moral y vida espiritual. Discierne lo que está dentro de nosotros, tanto lo bueno como lo malo. No solo debemos oír la Palabra sino que también debemos permitir que moldee nuestra vida.
Nada puede ocultarse de Dios. El ve todo lo que hacemos y tiene conocimiento de todo lo que pensamos. Aun cuando estemos pasando por alto su presencia, El está allí. Cuando procuramos ocultarnos de Dios, El nos ve. No podemos tener secretos para El. Es consolador saber que, aunque nos conoce íntimamente, sigue amándonos.
Cada persona es responsable ante Cristo, no ante otros. Aunque la iglesia no debe transigir en cuanto a las actividades expresamente prohibidas por las Escrituras (adulterio, homosexualidad, homicidio, hurto), tampoco debe crear reglas adicionales ni regulaciones que se consideren al mismo nivel que la Ley de Dios. Muchas veces los cristianos basan sus juicios morales en opiniones, aversiones personales y prejuicios culturales antes que en la Palabra de Dios. Cuando hacen esto, muestran la debilidad de su fe. Piensan que Dios no tiene suficiente poder para guiar a sus hijos. Cuando estemos ante la corte de justicia de Dios (el tribunal de Cristo), no tendremos que preocuparnos de lo que nuestro vecino cristiano haya hecho.
Los cristianos no debemos juzgarnos unos a otros sobre la base de cuestiones moralmente neutras, porque cada individuo es responsable ante Dios. Como Señor, a Cristo pertenece el derecho de juzgar. Cristianos débiles y fuertes, todos compareceremos, no unos ante otros, sino ante el tribunal de Cristo. Ese juicio se basará en lo que hayamos hecho durante la vida. No determinará si entramos o no al cielo, sino los grados de recompensa que se recibirán allí.Los galardones que nos aguardan son la recompensa. La Salvación no se conquista, fue regalo de Dios. 
Las Sagradas Escrituras son la Palabra de Dios. Cuando Dios la instala por su Espíritu, convence poderosamente, convierte poderosamente y consuela poderosamente. Hace que sea humilde el alma que ha sido orgullosa por mucho tiempo; el espíritu perverso sea manso y obediente. Los hábitos pecaminosos que se han vuelto naturales para el alma, estando profundamente arraigados en ella, son separados y cortados por la espada del Espíritu. Dejará al descubierto a los hombres sus pensamientos y propósitos, las vilezas de muchos, los malos principios que los mueven, las finalidades pecaminosas para las cuales actúan. La palabra mostrará al pecador todo lo que hay en su corazón.
Aferrémonos firmes las doctrinas de la fe cristiana en nuestras cabezas, sus principios vivificantes en nuestros corazones, su confesión franca en nuestros labios, y sometámonos a ellos en nuestras vidas. 
Así como Dios descansó de su obra en la creación, quien confía en Cristo descansa en lo que Dios ha hecho por él. Ha cesado en la búsqueda de la salvación por sus propios esfuerzos, y ha comenzado a depender en la vida diaria de la ayuda del Espíritu Santo.
Dos grandes provisiones alientan a los creyentes en su fe: la Palabra de Dios, que revela si una persona está viviendo una vida plena o espiritual; y el ministerio de Cristo, nuestro gran sumo sacerdote, quien tiene poder para hacernos gozar de la inmediata compañía de Dios.