} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 07/01/2022 - 08/01/2022

domingo, 24 de julio de 2022

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 9; 1-5

 

Romanos 9; 1-5

1    Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo,

2  que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.

3  Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;

4  que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas;

5  de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.

     

       En los capítulos 9 al 11 Pablo se enfrenta con uno de los problemas más desconcertantes que se le presentan a la Iglesia Cristiana: el problema de los judíos. Los judíos eran el pueblo escogido de Dios; habían ocupado un lugar exclusivo en el propósito de Dios; y sin embargo, cuando vino al mundo el Hijo de Dios, Le rechazaron y Le crucificaron. ¿Cómo se puede explicar esta trágica paradoja? Este es el problema que Pablo trata de resolver en estos capítulos, complicados y difíciles. Antes de empezar a estudiarlos en detalle, será conveniente que veamos en líneas generales la solución que Pablo nos presenta.

Hay algo que debemos tener presente antes de empezar a desentrañar el pensamiento de Pablo, y es que estos capítulos no se escribieron con ira, sino con profundo dolor de corazón. Pablo no podía olvidar que era judío, y estaba dispuesto a dar su vida para traer a sus hermanos de raza a Jesucristo.

Pablo no niega nunca que los judíos eran el pueblo escogido. Dios los había adoptado como propios; les había dado los pactos, el culto del Templo y la Ley; les había concedido la presencia de Su misma gloria, y les había dado los patriarcas.

 

Pero, sobre todo, Jesús era judío, de la tribu de Judá, como estaba profetizado. Pablo acepta como axioma en toda esta cuestión que los judíos ocupaban un lugar especial en la economía de la Salvación.

Lo primero que Pablo aclara en su argumento es que, si bien es cierto que los judíos, como nación, rechazaron y crucificaron a Jesús, también lo es que no todos los judíos Le rechazaron; algunos Le recibieron y creyeron en Él, porque todos los primeros seguidores de Jesús eran judíos. A continuación, Pablo repasa la historia, e insiste en que lo que hace que un hombre sea judío no es el ser descendiente de Abraham. Repetidas veces en la historia de Israel hubo un proceso de selección -Pablo lo llama elección- en el que algunos descendientes de Abraham fueron elegidos, y otros rechazados. En el caso del mismo Abraham, su hijo Isaac, que nació en cumplimiento de la promesa de Dios, fue elegido; pero Ismael, que nació sencillamente como el resultado de un proceso natural, no lo fue. En el caso de Isaac, su hijo Jacob fue elegido; pero el mellizo de éste, Esaú, no. Esta selección no era el resultado de los méritos personales, sino de la sabiduría y la soberanía de Dios.

Además, el verdadero pueblo escogido nunca era toda la nación, sino un resto fiel, unos pocos que eran leales a Dios cuando todos los demás Le negaban. Ese fue el caso en los días del profeta Elías, cuando permanecieron fieles al Señor siete mil, mientras la mayoría de la nación se había apartado para seguir a Baal. Era una parte esencial de la enseñanza de Isaías, que dijo: «Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia. » (Isaias_10:22). Lo que Pablo deja bien sentado es que nunca fue toda la nación el pueblo escogido. Siempre hubo selección por parte de Dios.

Sin embargo, el que Israel fuera rechazado no fue insensible ni caprichoso. Se le cerró la puerta a Israel para que pudiera abrírsele a los gentiles. Dios endureció el corazón de los judíos y cegó sus ojos con el propósito final de abrirles el camino de la fe a los gentiles.

¿Qué error fundamental cometieron los judíos? Pablo sostiene que, aunque estaba en el plan de Dios el que los judíos fueran rechazados, sin embargo no tenía por qué haber sucedido. No se podía desembarazar de la paradoja eterna -ni lo pretendía- de que, al mismo tiempo, todo es cosa de Dios y el hombre es libre. El error fundamental de los judíos fue que intentaron llegar a la perfecta relación con Dios por su propio esfuerzo. Trataron de ganarse la Salvación; mientras que los gentiles se limitaron a aceptar con perfecta confianza lo que Dios les ofrecía. Los judíos deberían haber sabido que la única manera de llegar a Dios era mediante la fe, y que los logros humanos no llevan a ninguna parte. Así lo expresó Isaías: «por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure» (Isaías 28:16). Y Joel: «Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.» (Joel_2:32). Es verdad que nadie puede tener fe hasta oír el ofrecimiento de Dios; pero a los judíos se les hizo el ofrecimiento. Ellos se aferraron al mérito humano de la obediencia a la Ley; se lo jugaron todo a sus obras; pero deberían haber sabido que el camino que conduce a Dios es el de la fe, porque ya se lo habían dicho los profetas.

Una vez más es necesario subrayar que todo esto era el plan de Dios, y que Su propósito era que los gentiles pudieran entrar. Por tanto, Pablo se vuelve ahora a los gentiles. Les dice que no caigan en el orgullo. Están en la posición del acebuche del que se han injertado algunas ramas en el olivo cultivado. No merecieron la Salvación más que los judíos; de hecho, dependen de los judíos, porque no son más que ramas injertas: la raíz y el tronco son el pueblo de Israel. El que fueran elegidos y los judíos rechazados no debe producir orgullo en el corazón de los gentiles, porque si no ellos también serán rechazados.

¿Acaban aquí y así las cosas? ¡De ninguna manera! El propósito de Dios es que los judíos sientan envidia de la relación que los creyentes gentiles tienen con Él, y eso los mueva a solicitar su admisión. Moisés dijo: "Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios;  Me provocaron a ira con sus ídolos; Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo, Los provocaré a ira con una nación insensata» (Deuteronomio_32:21). Al final, los gentiles serán el instrumento para la Salvación de los judíos: "y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad» (Romanos_11:26 ).

Vamos a resumir los pasos por los que Pablo llega a este final de su argumento:

(i) Israel es el pueblo escogido.

(ii) Pertenecer a Israel quiere decir más que ser descendiente natural. Siempre ha habido elección dentro de la nación, y los verdaderamente elegidos eran el resto fiel.

(iii) La selección que Dios hace no es injusta.

(iv) Dios endureció el corazón de los judíos, pero sólo para abrirles la puerta a los gentiles.

(v) El error de Israel era depender de los méritos humanos sobre la base de la Ley; el único acceso a Dios es el del corazón totalmente confiado.

(vi) Los gentiles no tienen por qué estar orgullosos; porque no son más que ramas del olivo borde injertas en el olivo cultivado. Y eso es algo que no debemos olvidar jamás.

(vii) La cosa no termina ahí; los judíos se sentirán tan avergonzados y envidiosos del privilegio que han recibido los gentiles que, al final, éstos los harán entrar.

(viii) Así que, al final, tanto los judíos como los gentiles se salvarán.

La gloria se encuentra al final del argumento de Pablo. Empezó diciendo que algunos eran aceptados y otros rechazados. Pero acaba diciendo que la voluntad de Dios es que todos se salven (1Timoteo_2:4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. ).

 

Pablo empieza los primeros cinco versículos intentando explicar el que los judíos rechazaran a Jesús como Mesías; y empieza, no con rabia, sino con angustia; no en una tempestad de airada condenación, sino con el dolorido sentir de un corazón quebrantado. Pablo compartía el sentimiento del Dios al Que amaba y servía: odiaba el pecado, pero amaba al pecador. Nadie ni siquiera empezará jamás a intentar salvar a nadie a menos que empiece por amarle. Pablo veía a los judíos, no como culpables a los que había que azotar con ira, sino como personas a las que había que anhelar con amor.

De buena gana habría dado Pablo su vida si así hubiera podido ganar a los judíos para Cristo. Tal vez sus pensamientos le transportaban a uno de los grandes episodios de la historia de su pueblo. Cuando Moisés subió a la montaña para recibir la Ley de la mano de Dios, el pueblo que había dejado abajo pecó haciéndose un becerro de oro y adorándolo. Dios estaba airado con ellos; y entonces Moisés hizo la gran oración: «Así que, si quieres, perdónales su pecado; y si no, Te lo suplico, bórrame del libro que has escrito» (Exodo_32:32 ).

Pablo dice que, por amor a sus hermanos, estaría dispuesto a que cayera sobre él la maldición de Dios si así se pudiera remediar algo. La palabra que usa es anáthema, que es una palabra terrible. Cuando algo era anatema, estaba bajo maldición; estaba consagrado para una destrucción total. Cuando se tomaba una ciudad pagana, todo lo que había en ella se destruía totalmente porque estaba contaminado (Deuteronomio_3:6 Y las destruimos, como hicimos a Sehón rey de Hesbón, matando en toda ciudad a hombres, mujeres y niños. ; Deuuteronomio_2:34 Tomamos entonces todas sus ciudades, y destruimos todas las ciudades, hombres, mujeres y niños; no dejamos ninguno.  : Josue_6:17  Y será la ciudad anatema a Jehová,  con todas las cosas que están en ella;  solamente Rahab la ramera vivirá,  con todos los que estén en casa con ella,  por cuanto escondió a los mensajeros que enviamos.; Josue_7:1-26: 1Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en cuanto al anatema;  porque Acán hijo de Carmi,  hijo de Zabdi,  hijo de Zera,  de la tribu de Judá,  tomó del anatema;  y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel. 2  Después Josué envió hombres desde Jericó a Hai,  que estaba junto a Bet-avén hacia el oriente de Bet-el;  y les habló diciendo:  Subid y reconoced la tierra.  Y ellos subieron y reconocieron a Hai. 3  Y volviendo a Josué,  le dijeron:  No suba todo el pueblo,  sino suban como dos mil o tres mil hombres,  y tomarán a Hai;  no fatigues a todo el pueblo yendo allí,  porque son pocos. 4  Y subieron allá del pueblo como tres mil hombres,  los cuales huyeron delante de los de Hai. 5  Y los de Hai mataron de ellos a unos treinta y seis hombres,  y los siguieron desde la puerta hasta Sebarim,  y los derrotaron en la bajada;  por lo cual el corazón del pueblo desfalleció y vino a ser como agua. 6  Entonces Josué rompió sus vestidos,  y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová hasta caer la tarde,  él y los ancianos de Israel;  y echaron polvo sobre sus cabezas. 7  Y Josué dijo:  ¡Ah,  Señor Jehová!  ¿Por qué hiciste pasar a este pueblo el Jordán,  para entregarnos en las manos de los amorreos,  para que nos destruyan?  ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán! 8  ¡Ay,  Señor!  ¿qué diré,  ya que Israel ha vuelto la espalda delante de sus enemigos? 9  Porque los cananeos y todos los moradores de la tierra oirán,  y nos rodearán,  y borrarán nuestro nombre de sobre la tierra;  y entonces,  ¿qué harás tú a tu grande nombre? 10  Y Jehová dijo a Josué:  Levántate;  ¿por qué te postras así sobre tu rostro? 11  Israel ha pecado,  y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé;  y también han tomado del anatema,  y hasta han hurtado,  han mentido,  y aun lo han guardado entre sus enseres. 12  Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos,  sino que delante de sus enemigos volverán la espalda,  por cuanto han venido a ser anatema;  ni estaré más con vosotros,  si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros. 13  Levántate,  santifica al pueblo,  y di:  Santificaos para mañana;  porque Jehová el Dios de Israel dice así:  Anatema hay en medio de ti,  Israel;  no podrás hacer frente a tus enemigos,  hasta que hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros. 14  Os acercaréis,  pues,  mañana por vuestras tribus;  y la tribu que Jehová tomare,  se acercará por sus familias;  y la familia que Jehová tomare,  se acercará por sus casas;  y la casa que Jehová tomare,  se acercará por los varones; 15  y el que fuere sorprendido en el anatema,  será quemado,  él y todo lo que tiene,  por cuanto ha quebrantado el pacto de Jehová,  y ha cometido maldad en Israel. 16  Josué,  pues,  levantándose de mañana,  hizo acercar a Israel por sus tribus;  y fue tomada la tribu de Judá. 17  Y haciendo acercar a la tribu de Judá,  fue tomada la familia de los de Zera;  y haciendo luego acercar a la familia de los de Zera por los varones,  fue tomado Zabdi. 18  Hizo acercar su casa por los varones,  y fue tomado Acán hijo de Carmi,  hijo de Zabdi,  hijo de Zera,  de la tribu de Judá. 19  Entonces Josué dijo a Acán:  Hijo mío,  da gloria a Jehová el Dios de Israel,  y dale alabanza,  y declárame ahora lo que has hecho;  no me lo encubras. 20  Y Acán respondió a Josué diciendo:  Verdaderamente yo he pecado contra Jehová el Dios de Israel,  y así y así he hecho. 21  Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno,  y doscientos siclos de plata,  y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos,  lo cual codicié y tomé;  y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda,  y el dinero debajo de ello. 22  Josué entonces envió mensajeros,  los cuales fueron corriendo a la tienda;  y he aquí estaba escondido en su tienda,  y el dinero debajo de ello. 23  Y tomándolo de en medio de la tienda,  lo trajeron a Josué y a todos los hijos de Israel,  y lo pusieron delante de Jehová. 24  Entonces Josué,  y todo Israel con él,  tomaron a Acán hijo de Zera,  el dinero,  el manto,  el lingote de oro,  sus hijos,  sus hijas,  sus bueyes,  sus asnos,  sus ovejas,  su tienda y todo cuanto tenía,  y lo llevaron todo al valle de Acor. 25  Y le dijo Josué:  ¿Por qué nos has turbado?  Túrbete Jehová en este día.  Y todos los israelitas los apedrearon,  y los quemaron después de apedrearlos. 26  Y levantaron sobre él un gran montón de piedras,  que permanece hasta hoy.  Y Jehová se volvió del ardor de su ira.  Y por esto aquel lugar se llama el Valle de Acor,  hasta hoy. ). Si alguien trataba de seducir a Israel para apartarle del culto al único Dios verdadero, se le condenaba irremisiblemente a una destrucción total (Deuteronomio_13:8-11 8  no consentirás con él, ni le prestarás oído; ni tu ojo le compadecerá, ni le tendrás misericordia, ni lo encubrirás, 9  sino que lo matarás; tu mano se alzará primero sobre él para matarle, y después la mano de todo el pueblo. 10  Le apedrearás hasta que muera, por cuanto procuró apartarte de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; 11  para que todo Israel oiga, y tema, y no vuelva a hacer en medio de ti cosa semejante a esta. ). La cosa más amada que Pablo tenía en su vida era la seguridad de que nada le podía separar del amor de Dios en Jesucristo; pero, si así podían salvarse sus hermanos, estaba dispuesto a perderla.

Aquí tenemos una vez más la gran verdad de que el que quiera salvar al pecador tiene que empezar por amarle. Cuando un hijo o una hija han hecho algo por lo que merece castigo, muchos padres y madres cargarían con gusto con el castigo si pudieran.

Eso fue lo que sintió e hizo Cristo. Pablo también tenía el mismo sentimiento. Si hemos de ser instrumentos para la Salvación de otros, eso es lo que debemos sentir.

Pablo no negó ni por un momento que los judíos ocupaban un lugar especial en la economía de Dios. Y enumera sus privilegios:

(i) En un sentido especial eran hijos de Dios, especialmente elegidos y adoptados en la familia de Dios. «Hijos sois de Jehová vuestro Dios; no os sajaréis, ni os raparéis a causa de muerto.» (Deuteronomio_14:1 ). ¿Así pagáis a Jehová,  Pueblo loco e ignorante?  ¿No es él tu padre que te creó?  El te hizo y te estableció.  (Deuteronomio_32:6 ). «Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.» (Exodo_4:22 ). «Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.» (Oseas_11:1 ).

La Biblia está llena de esta idea de la especial relación filial de Israel con Dios, que el pueblo rehusó aceptar hasta las últimas consecuencias.

(ii) Israel tenía la gloria. La shejina o kabod aparece una y otra vez en la historia de Israel. Era el divino esplendor de luz que descendía cuando Dios visitaba a su pueblo (Exodo_16:10 Y hablando Aarón a toda la congregación de los hijos de Israel, miraron hacia el desierto, y he aquí la gloria de Jehová apareció en la nube.  ; Exodo_24:16 Y la gloria de Jehová reposó sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube.  ; 29:43 Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria ; 33:18-22 18  El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. 19  Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. 20  Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. 21  Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; 22  y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.). Israel había visto la gloria de Dios, y sin embargo Le había rechazado. A nosotros se nos ha concedido contemplar la gloria del amor y la Gracia de Dios en el rostro de Jesucristo, y sería terrible que escogiéramos el camino del mundo.

(iii) Israel tenía los pactos. Un pacto es la relación en que entran dos personas, un acuerdo de interés mutuo, un compromiso de amistad recíproca. Una y otra vez Dios se había acercado al pueblo de Israel y había entrado en una relación especial con él. Lo hizo con Abraham, Isaac y Jacob, y en el monte Sinaí cuando dio la Ley.

 

Ireneo distingue cuatro grandes ocasiones en las que Dios llegó a un acuerdo con los hombres. La primera fue el pacto con Noé después del diluvio, y la señal fue el arco iris en los cielos, que representaba la seguridad que Dios daba de que no habría otro diluvio. El segundo fue el pacto que Dios hizo con Abraham, y su señal fue la circuncisión. El tercero fue el pacto que estableció con la nación de Israel en el monte Sinaí, y su base fue la Ley. Y el cuarto es el Nuevo Testamento en Jesucristo, cuya señal y garantía es el Espíritu Santo.

Es maravilloso pensar que Dios se acerca a los hombres y entra en una relación concertada con ellos. La verdad es que Dios no ha abandonado nunca a los hombres. No hizo ademán de acercarse para luego abandonarlos, sino que se ha acercado una y otra vez; y aún lo sigue haciendo con cada alma humana individual. Está a la puerta, y llama; y es la tremenda responsabilidad de la voluntad humana que puede negarse a abrir.

(iv) Israel tenía la Ley. No podía pretender ignorar la voluntad de Dios, porque Dios le había dicho cómo quena que viviera. Si Israel pecaba, lo hacía a sabiendas y no por ignorancia; y el pecado consciente es el pecado contra la luz, que es el peor de todos.

(v) Israel tenía el culto del Templo. El culto es, en esencia, el acercamiento del alma a Dios; y Dios había dado a los judíos en el culto del Templo una manera para que se acercaran a Él. Si estaba cerrada la puerta de acceso a Dios eran ellos los que la habían cerrado.

(vi) Israel tenía las promesas. No podía decir que no conocía su destino. Dios les había dado a conocer la tarea y el privilegio que les tenía reservado en Su propósito. Sabían que estaban destinados para grandes cosas en la economía de Dios.

(vii) Israel tenía a los patriarcas. Tenía una tradición y una historia; y no hay mayor miseria que la del que se atreve a ser infiel a su tradición y avergonzarse de la herencia que ha recibido.

(viii) Y aquí viene la culminación: de Israel vino el Mesías, el Ungido de Dios. Todo lo demás había sido la preparación; y sin embargo, cuando vino, Le rechazaron. El mayor pesar que puede sentir una persona es haberle dado a un hijo todas las oportunidades de éxito, el haberlo dedicado y sacrificado todo para darle las mejores oportunidades, y descubrir que el hijo, por desobediencia o rebeldía o dejadez, ha dejado de aprovecharlas. Ahí está la tragedia; porque se hacen baldíos los esfuerzos del amor, y no se hacen realidad sus sueños. La tragedia de Israel consistió en que Dios le había preparado para el día de la venida de Su Hijo, y toda aquella preparación resultó frustrada. No es que fuera quebrantada la Ley de Dios, sino que Su amor fue desdeñado. No es la ira de Dios la que se oculta tras las palabras de Pablo, sino el corazón quebrantado de Dios.

martes, 19 de julio de 2022

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 8 31-39

 

 

Romanos 8; 31-39

31  ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

32  El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

33  ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.

34  ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

35  ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

36  Como está escrito:

 Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;

 Somos contados como ovejas de matadero.

37  Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

38  Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,

39  ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

 

          Las palabras que usa Pablo refiriéndose a Dios son las mismas que Dios usó acerca de Abraham, que Le demostró su lealtad a ultranza cuando estuvo dispuesto a sacrificarle a su propio hijo único Isaac cuando Dios se lo mandó. Dios le dijo: «No te has negado a darme a tu hijo, a tu único hijo» Genesis_22:12. Pablo parece decir: " Considera el ejemplo más grande del mundo que ha dado un hombre de su lealtad a Dios; así es la lealtad de Dios contigo.» De la misma manera que Abraham fue tan leal a Dios que estuvo dispuesto a sacrificarle lo más precioso que tenía, Dios es tan leal a los hombres que estuvo dispuesto a sacrificar a su propio Hijo único por ellos. Sin duda podemos confiar en una lealtad así para todo.

¿Qué diremos entonces...? - ¿Qué se sigue justamente de los hechos expuestos? ¿O qué conclusión sacaremos con respecto al poder de la fe cristiana para apoyarnos en nuestras pruebas de las consideraciones que se han dicho? Cuál es la influencia, procede a afirmar.

Si Dios es por nosotros - Esté fuera, o sea nuestro amigo, como se ha mostrado al adoptarnos Rom_8:15, al concedernos su Espíritu Rom_8:16-17, Rom_8:26-27, y por su propósito misericordioso de salvarnos, Rom_8:29-30.

¿Quién puede estar contra nosotros? - ¿Quién puede herirnos o destruirnos? Los pecadores pueden estar en contra de nosotros, y también el gran enemigo de nuestras almas, pero su poder para destruirnos les ha sido quitado. Dios es más poderoso que todos nuestros enemigos; y puede defendernos y salvarnos;  Salmos118:6. “El Señor está de mi lado; No temeré lo que el hombre pueda hacerme.” Pablo procede a ilustrar la proposición presentada en este versículo mediante varias especificaciones, que continúan hasta el final del capítulo.

 El argumento para la seguridad de todos los cristianos se deriva aquí del hecho de que Dios les había mostrado igual amor al dar a su Hijo por ellos. No fue simplemente para los apóstoles; no sólo para los ricos y los grandes; sino para los más humildes y oscuros del rebaño de Cristo. Por ellos soportó dolores tan severos, y expresó tanto amor, como por los ricos y los grandes que serán redimidos. El creyente más humilde y oscuro puede obtener consuelo del hecho de que Cristo murió por él, y que Dios ha expresado el mayor amor por él que podamos concebir que sea posible.

¿Cómo no lo hará? El dar a su Hijo es una prueba de que nos dará todas las cosas que necesitamos. El argumento es de mayor a menor. El que ha dado el don mayor no retendrá el menor.

Todas las cosas - Todas las cosas que pueden ser necesarias para nuestro bienestar. Estas cosas las dará gratuitamente; sin dinero y sin precio. Su primer gran don, el de su Hijo, fue un don gratuito; y todas las demás que necesitemos se darán de igual manera. No es por dinero, ni por nuestro mérito, sino que es por la mera misericordia de Dios; para que desde el principio hasta el fin de la obra sea toda de gracia. Vemos aquí,

(1) El privilegio de ser cristiano. Tiene la amistad de Dios; ha sido favorecido con las más altas pruebas del amor divino; y tiene la seguridad de que recibirá todo lo que necesita.

(2) Tiene evidencia de que Dios seguirá siendo su amigo. El que ha dado a su Hijo para morir por su pueblo no retirará las misericordias menores que puedan ser necesarias para asegurar su salvación. El argumento del apóstol aquí, por lo tanto, es uno que muestra fuertemente que Dios no desamparará a sus hijos, sino que los guardará para la vida eterna.

¿Quién acusará a alguien? Esta expresión se toma de los tribunales de justicia y significa, ¿Quién acusará, condenará o acusará de delito ante el tribunal de Dios como para causar su condenación?

Los elegidos de Dios - Su pueblo escogido. Aquellos que han sido escogidos de acuerdo a su propósito eterno; Nota, Rom_8:28. Como son los elegidos de Dios, le son queridos; y como se propuso salvarlos, lo hará de tal manera que nadie pueda presentar contra ellos un cargo que los condene.

Es Dios quien justifica, es decir, quien los ha perdonado y admitido a su favor; y las declaró justas delante de sus ojos. Sería absurdo suponer que los condenaría nuevamente. El hecho de que los haya justificado es, por tanto, una fuerte prueba de que serán salvos. Esto puede leerse con más fuerza como una pregunta: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? ¿Dios que justifica?” El griego soportará cualquier modo de traducción. El pasaje implica que sería un alto grado de absurdo suponer que el mismo ser justificaría y condenaría al mismo individuo. El cristiano, por lo tanto, está seguro.

¿Quién es el que condena? - ¿Quién dictará sentencia de condenación y entregará a la perdición? La función de dictar sentencia de condenación sobre las personas pertenecerá a Cristo, el juez de vivos y muertos, y el apóstol procede a decir que era seguro que no condenaría a los elegidos de Dios. Por lo tanto, estaban seguros.

Es Cristo el que murió - O como puede traducirse, "¿Cristo, que ha muerto, los condenará?" El argumento aquí es que, como Cristo murió para salvarnos y no para destruirnos, no nos condenará. Su muerte por nosotros es una seguridad de que no nos condenará. Como murió para salvarnos, y como realmente hemos abrazado su salvación, existe la más alta seguridad de que no nos condenará. Este es el primer argumento para nuestra seguridad de la muerte de Cristo.

Sí, más bien, que ha resucitado - Esta es una segunda consideración para nuestra seguridad de su obra. “resucitó para su justificación” (Rom_4:25); y como este era el objeto que tenía en vista, se sigue que no los condenará.

Quien está incluso a la diestra de Dios - Investido de poder, dignidad y autoridad en el cielo. Esta es una tercera consideración para mostrar que Cristo no nos condenará y que los cristianos estamos seguros. Está revestido de poder; Él es exaltado al honor; Él está colocado a la cabeza de todas las cosas. Y esta solemne entronización e investidura de poder sobre el universo, es con referencia expresa a la salvación de su iglesia y pueblo; Mateo 28:18-20  Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19  Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20  enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.; Juan_17:2 como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.; Efesios 1:20-23 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21  sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 22  y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23  la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.  . El cristiano está, por tanto, bajo la protección de Cristo, y está seguro de ser salvado por él.

Quien también intercede por nosotros -   Quien aboga por nuestra causa; que nos ayuda y asiste; quien presenta nuestros intereses ante el propiciatorio en los cielos. Con este propósito ascendió al cielo; Hebreos 7:25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

Esta es la cuarta consideración que el apóstol insta para la seguridad de los cristianos extraída de la obra de Cristo. Por todo esto, argumenta su completa seguridad de estar sujetos a condenación por parte de aquel que pronunciará la condenación de toda la humanidad, y por lo tanto su completa seguridad en el día del juicio. Teniendo al Juez de todos por nuestro amigo, estamos a salvo.

¿Quién nos separará? Es decir, finalmente o nos separará por completo. Este es un nuevo argumento del apóstol, mostrando su fuerte confianza en la seguridad del cristiano.

Del amor de Cristo - Esta expresión es ambigua; y puede significar nuestro amor por Cristo o su amor por nosotros. Lo entiendo en el primer sentido, y supongo que significa: "¿Quién nos hará dejar de amar al Salvador?" En otras palabras, el amor que los cristianos tienen por su Redentor es tan fuerte que vencerá y sobrevivirá a toda oposición y prueba. La razón para entender así la expresión es que no es concebible que las aflicciones, etc., tengan alguna tendencia a alejar el amor de Cristo “de nosotros”; pero su supuesta tendencia a alejar de él “nuestro amor” podría ser muy fuerte. Son soportados por su causa. Son causados, en buena medida, por el apego declarado a él. Podría suponerse que las persecuciones y pruebas a las que están expuestos los cristianos a causa de su profeso apego a él, los cansarían de un servicio que implicaba tantas pruebas. Pero no, dice el apóstol. Nuestro amor por él es tan fuerte que estamos dispuestos a soportarlo todo; y nada de lo que estos enemigos de nuestra paz puedan hacer, puede alejarnos de él y de su causa. El argumento, por lo tanto, se extrae del fuerte amor de un cristiano a su Salvador; y de la seguridad de que nada podría separarlo de ese amor.

Por otro lado, se alega que “el propósito del apóstol es asegurarnos, no tan inmediatamente de nuestro amor a Dios, como de su amor por nosotros, al dirigir nuestra atención a su predestinación, llamado, justificación y glorificación. nosotros, y no perdonó ni a su propio Hijo, sino entregándolo por nosotros; que además de esto contribuye más a nuestro consuelo el tener la mente puesta en el amor de Dios por nosotros, que en nuestro amor a él, que está sujeto a tantas faltas y enfermedades.

De hecho, todo este pasaje procede, en su tono triunfal, sobre la base de lo que Dios y Cristo han hecho “por nosotros”, y no sobre la base de nada que nos pertenezca. Es, pues, improbable que el apóstol, en medio de tanta tensión, presente el amor de la criatura a Dios, como justa razón de tan inigualable confianza. Es más natural para el cristiano triunfar en el amor de Cristo por él, que en cualquier retribución que pueda hacer. Puede gloriarse en la fuerza del primero, mientras se lamenta por la debilidad del segundo. En cuanto a la objeción de que las aflicciones no pueden tener tendencia a alejar el amor de Cristo, estas son las “mismas cosas” que alejan a las personas de nosotros. Hay personas que se llaman “amigos de verano” porque nos abandonan en el invierno de la adversidad. Pero el amor de Cristo es grandemente exaltado por el hecho de que ninguna de todas las posibles circunstancias adversas, de las cuales el apóstol enumera no pocas, cambiará jamás su amor.

Será tribulación - θλίψις thlipsis. La palabra se refiere propiamente a la presión desde afuera; aflicción que proviene de causas externas. Significa, sin embargo, no pocas veces, prueba de cualquier tipo.

O angustia - στενοχωρία stenochōria. Esta palabra propiamente significa “estrechez de lugar”; y luego, gran ansiedad y angustia mental, como las que surgen cuando un hombre no sabe adónde acudir o qué hacer para aliviarse. Se refiere, por lo tanto, a la angustia o ansiedad “de la mente”, como la que a menudo sufrían los primeros cristianos debido a sus pruebas y persecuciones; 2Corintios 7:5, “Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores.”

O persecuciones - Mateo_5:11. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Se debe poner énfasis en la palabra falsamente en este pasaje. No es bienaventuranza que se hable mal de nosotros si lo merecemos; pero si no lo merecemos, entonces no debemos considerarlo como una calamidad. Debemos tomarlo con paciencia, y mostrar cuánto puede soportar el cristiano, bajo la conciencia de la inocencia. No debemos hacer cosas para ofender a otros; tratarlos con dureza o falta de amabilidad, y. para cortejar injurias. No debemos decir o hacer cosas, aunque puedan estar relacionadas con la religión, diseñadas para disgustar u ofender. Pero si, en el esfuerzo fiel de ser cristianos, somos insultados, como lo fue nuestro Maestro, entonces debemos tomarlo con paciencia y recordar que miles antes que nosotros han sido tratados de la misma manera. Cuando se nos injuria o se nos persigue de esta manera, debemos ser mansos, pacientes, humildes; no enojado; no insultar de nuevo; sino esforzándonos en hacer bien a nuestros perseguidores y calumniadores. De esta manera, muchos se han convencido del poder y la excelencia de esa fe en Cristo que perseguían e injuriaban. Han visto que nada más que el cristianismo podría impartir tanta paciencia y mansedumbre a los perseguidos; y, por este medio, se han visto obligados a someterse al evangelio de Jesús. Hace mucho tiempo que se convirtió en un proverbio, "que la sangre de los mártires es la semilla de la iglesia". A estos los primeros cristianos estuvieron constantemente expuestos.

O hambre: a esto también estaban expuestos como el resultado natural de ser expulsados ​​​​de su hogar y de verse obligados a menudo a vagar entre extraños, y en desiertos y lugares desolados.

O peligro - Peligro de cualquier tipo.

O espada - La espada de la persecución; el peligro de su vida al que estaban constantemente expuestos. Como todas estas cosas les sucedieron como consecuencia de su profesado apego a Cristo, podría suponerse que tenderían a alejar sus mentes de él. Pero el apóstol estaba seguro de que no tenían este poder, sino que su amor por el Salvador era tan fuerte como para vencer todo y unirlos inalterablemente a su causa en medio de las pruebas más profundas. El hecho es que cuanto más dolorosas son las pruebas a las que están expuestos por su causa, más fuerte e inquebrantable es su amor por él y su confianza en su capacidad para salvar.

Salmo_44:22 Pero por causa de ti nos matan cada día; Somos contados como ovejas para el matadero.  Este pasaje que el apóstol cita no tiene una referencia original a los cristianos, sino que es "adecuadamente descriptivo" de su condición. La condición de los santos en la época del salmista era similar a la de los cristianos en la época de Pablo. El mismo lenguaje expresaría ambos.

Por ti - En tu causa; o por apego al tiempo.

Nos matan: estamos sujetos o expuestos a la muerte. Soportamos sufrimientos equivalentes a morir; 1 Corintios 4:9: “Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres.”.

Todo el día - Continuamente; constantemente. No hay interrupción de nuestro peligro y de nuestra exposición a la muerte.

Somos contados - Somos contados; somos considerados o tratados. Es decir, nuestros enemigos juzgan que debemos morir, y nos consideran los sujetos apropiados para el matadero, con tan poca preocupación o remordimiento como se quita la vida a las ovejas.

En todas estas cosas - En medio de ellas; mientras los estamos soportando somos capaces de triunfar; 1Corintios_15:57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Somos más que vencedores - Obtenemos la victoria. Es decir, no tienen poder para subyugarnos; alienar nuestro amor y confianza; para producir la apostasía. Nosotros somos los vencedores, no ellos. Nuestra fe no se destruye; nuestro amor no disminuye; nuestra esperanza no está arruinada. Pero no es simple victoria; no es mera vida y continuación de lo que teníamos antes; es más que un simple triunfo; aumenta nuestra fe, aumenta nuestra fuerza, expande nuestro amor a Cristo. La palabra que se usa aquí es una expresión fuerte y enfática, como la que el apóstol Pablo emplea con frecuencia (  2 Corintios 4:17-18 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 18  no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. ), y que se usa aquí con gran fuerza y ​​adecuación.

  Fue por el poder del Salvador, y por su poder prometido a ellos, y confirmado por el amor manifestado cuando se entregó a sí mismo por ellos; Filipenses 4:13, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece

Porque estoy convencido: tengo una confianza fuerte e inquebrantable.  La expresión aquí implica certeza inquebrantable.

Ni la muerte - Ni el miedo a la muerte, ni todos los dolores y torturas de la escena de la muerte, incluso en las pruebas más dolorosas de la persecución; la muerte en ninguna forma.

Ni la vida - Ni la esperanza de la vida; el amor a la vida; la oferta de vida que nos hacen nuestros perseguidores, a condición de abjurar de nuestra fe cristiana. Las palabras evidentemente se refieren a tiempos de persecución; y no era raro que los perseguidores ofrecieran la vida a los cristianos, a condición de que renunciaran al apego al Salvador y ofrecieran sacrificios a los ídolos. Todo lo que se exigía en los tiempos de persecución bajo los emperadores romanos era que arrojaran unos granos de incienso sobre el altar de un dios pagano, como expresión de homenaje al ídolo. Pero incluso esto no lo harían. La esperanza de vida en términos tan fáciles no los alejaría del amor de Cristo.

Ni ángeles - Parece ser evidente que no se puede tratar aquí de "ángeles buenos". El apóstol estaba diciendo que nada separaría a los cristianos del amor de Cristo. Por supuesto, estaría implícito que las cosas que él especifica podrían suponerse que tienen algún poder o tendencia para hacerlo. Pero no es concebible que los buenos ángeles, que son "¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación? " Hebreos_1:14, busquen alejar las mentes de los cristianos del Salvador, o que su influencia tenga tal tendencia.   Parece claro, por tanto, que se refiere a los designios y tentaciones de los malos espíritus.  

Ni principados - (ἀρχαὶ archai). Esta palabra generalmente se refiere a magistrados y gobernantes civiles. Pero también se aplica a los ángeles malos, como si tuvieran dominio sobre las personas; Efesios 6:12, “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.;” Colosenses 2:15, “y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. 1 Corintios_15:24, “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.;”  

Ni poderes - Esta palabra δυνάμεις dunameis se aplica a menudo a los magistrados; pero también se aplica a los malos espíritus que tienen dominio sobre los hombres. Los antiguos rabinos también dan el nombre de poderes a los ángeles malignos.  No puede haber duda de que los judíos estaban acostumbrados a dividir a los ángeles del cielo en varios rangos y órdenes, rastros de cuya costumbre encontramos a menudo en las Escrituras. Y también hay razón para suponer que hicieron tal división con referencia a los ángeles malos, considerando a Satanás como su líder, y otros espíritus malignos, divididos en varios rangos, como subordinados a él. A tal división probablemente se haga referencia aquí; y el significado es que ninguna orden de ángeles malignos, por poderosa, astuta o numerosa que sea, podría alejar los corazones de los cristianos de su Redentor.

Ni cosas presentes - Calamidades y persecuciones a las que ahora estamos sujetos.

Ni lo por venir - Pruebas a las que aún podemos estar expuestos. Evidenciaba una fuerte confianza al decir que ninguna prueba posible debería ser suficiente para destruir su amor por Cristo.

Ni altura: esto se ha entendido de diversas formas. Algunos lo han considerado como una referencia a los malos espíritus en el aire; otros, a la alta y sublime especulación en doctrina; otros, al cielo - a todo lo que está en el cielo. Lo considero aquí como sinónimo de prosperidad, honor, elevación en esta vida. El significado es que “ninguna circunstancia posible” en la que los cristianos puedan ser colocados, aunque estén rodeados de riqueza, honor, esplendor, y aunque sean elevados a rango y función, podría alejarlos del amor de Cristo. La tendencia de estas cosas a enajenar la mente, a absorber los afectos y a ocupar el tiempo, todos la conocen; pero el apóstol dice que aun estos no serían suficientes para retirar su fuerte amor del Señor Jesucristo.

Ni profundidad - Ni las más bajas circunstancias de depresión, pobreza, desprecio y miseria; el rango más bajo de la vida.

Ni ninguna otra criatura - Ni ninguna otra cosa creada; cualquier otra cosa en el universo; cualquier cosa que pueda ocurrir. Esto expresa la confianza más inquebrantable de que todos los que eran cristianos ciertamente continuarían amando al Señor Jesús y serían salvos.

Podrá - Tendrá poder para hacerlo. El amor a Cristo es más fuerte que cualquier influencia que puedan ejercer sobre la mente.

El amor que tenemos a Dios que es producido y asegurado por su obra. Del cual él es el lazo, el eslabón de unión. Fue causado por su mediación; está asegurado por su influencia; es en ya través de él, y sólo de él, que los hombres aman a Dios. No hay verdadero amor de Dios que no sea producido por la obra de Cristo. No hay hombre que ame verdaderamente al Padre, que no lo haga en y por el Hijo.

Tal vez no haya ningún capítulo en la Biblia en general tan interesante y consolador para el cristiano como este; y ciertamente no se encuentra en ninguna parte un espécimen de elocuencia y argumentación más elevada y animada. Podemos comentar en vista de ello,

(1) Que es el más alto honor que se le puede conferir a un hombre mortal ser cristiano.

(2) Nuestras pruebas en esta vida apenas valen la pena en comparación con nuestra gloria futura.

(3) Las calamidades deben soportarse sin queja; no, sin un suspiro.

(4) El cristiano tiene todas las garantías posibles para su seguridad. Los propósitos de Dios, la obra de Cristo, la ayuda del Espíritu Santo y la tendencia de todos los acontecimientos bajo la dirección de su Padre y Amigo, conspiran para asegurar su bienestar y salvación.

(5) Con qué agradecimiento, entonces, debemos acercarnos al Dios de misericordia.

En el evangelio tenemos una esperanza bienaventurada y alentadora que nada más puede producir y que nada puede destruir. Seguros en las manos de Dios, en Cristo nuestro Redentor, podemos encomendarle nuestro camino, ya sea a través de persecuciones, pruebas, enfermedades o la tumba de un mártir: y triunfantes podemos esperar hasta el día de nuestra adopción completa, la redención completa  de alma y cuerpo, vendrá en plenitud.

martes, 12 de julio de 2022

EL AMOR DE DIOS

 

Juan 3:16  Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Juan 3:17  Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

            

              Seguro que muchos de los lectores de este blog,  aprendieron estas palabras en las rodillas de su madre, y han estado familiarizados con ellas toda su vida. Quizás la familiaridad ha atenuado su maravilla. El niño que los conoce sabe más de lo que, sin ellos, los más sabios hubieran podido concebir, o el cielo, con todos sus ángeles, hubiera esperado.  Todos los grandes hombres han tenido un versículo preferido; pero éste se ha llamado «el versículo de todo el mundo». Para todo corazón humilde, aquí está la quintaesencia del Evangelio. Este versículo contiene varias grandes verdades.  

 

(i) Nos dice que la iniciativa de la Salvación pertenece a Dios. Algunas veces se presenta el Evangelio como si se hubiera tenido que pacificar a Dios y persuadirle para que perdonara. A veces se presenta a Dios como inflexible y justiciero, y a Jesús manso, amoroso y perdonador. A veces se predica el Evangelio como si Jesús hubiera hecho algo para que se alterara la actitud de Dios hacia la humanidad, para que Se viera obligado a cambiar la sentencia condenatoria por la del perdón. Pero este versículo nos dice que todo empezó en Dios. Fue Dios el Que envió a Su Hijo porque amaba hasta tal punto a la humanidad entera. No habría Evangelio ni Salvación si no fuera por el Amor de Dios.

(ii) Nos dice que el manantial de la vida de Dios es el Amor. Se podría predicar una religión en la que Dios contemplara a la humanidad sumida en la ignorancia, la idolatría, la indigencia y la maldad, y dijera: "¡Voy a domarlos: los disciplinaré y castigaré a ver si aprenden!» O se podría pensar que Dios está buscando la sumisión de la humanidad para satisfacer Su deseo de poder y para tener un universo completamente sometido. Pero lo tremendo de este versículo es que nos presenta a Dios actuando, no en provecho propio, sino nuestro; no para satisfacer Su deseo de poder ni para avasallar al  universo, sino movido por Su amor. Dios no es un monarca absolutista que tratara a las personas solamente como súbditos obligados a la más absoluta obediencia, sino un Padre que no puede ser feliz hasta que Sus hijos desagradecidos y rebeldes vuelvan al hogar. Dios no azota a la humanidad para que se Le someta, sino la anhela y soporta para ganar su amor.

(iii) Nos habla de la amplitud del amor de Dios. Dios amó y ama. al mundo. No sólo a una nación, ni a los buenos, ni a los que Le aman a Él, sino al mundo entero: Los inamables, los que no tienen nadie que los ame, los que aman a Dios y los que ni se acuerdan de Él, los que descansan en el amor de Dios y los que lo desprecian... Todos están incluidos en el amor universal de  Dios. Como dijo Agustín de Hipona, «Dios nos ama a cada uno de nosotros como si no hubiera más que uno a quien amar. Y así, a todos.»

Estas grandes palabras comienzan en el corazón de Dios; terminan con un mundo vivificado; y los eslabones entre el principio y el final son, por el lado divino, Cristo, y por el humano, la fe.


 Si pudiera recurrir a una metáfora, tenemos aquí el manantial, el amor de Dios; el arroyo, don de Cristo; el acto de beber, "todo aquel que cree"; y los efectos vivificantes de la bebida.


I.—Os pido, pues, que miréis, primero, al manantial, el amor universal de Dios.

 

"Dios... amó al mundo". En estas palabras está el apocalipsis más maravilloso de la naturaleza divina que jamás se haya hecho o se haga. No se sabe qué pensamiento es más estupendo, si Dios ama o si ama al mundo.

Dios ama". ¿Dónde, fuera del cristianismo, alguien se atreve a decir eso con certeza? Los hombres lo han esperado; los hombres han temido que no pudiera ser; los hombres han soñado vagamente y han dudado fuertemente; los hombres han tenido dioses crueles, dioses lujuriosos, dioses caprichosos, dioses bondadosos, dioses indiferentes o apáticos, pero un Dios amoroso es el descubrimiento del cristianismo. Ni las groseras deidades del paganismo, ni el sombrío dios del teísmo, ni el algo desconocido, que, tal vez, hace justicia, de nuestros agnósticos modernos, presenta algo como esto: "Dios amó".

 

No tengamos miedo de atribuir la semejanza de las emociones humanas al Ser Divino, ni tengamos miedo de aceptar todo el bendito consuelo e iluminación que yace en este maravilloso pensamiento, por ninguna advertencia solemne, no sea que degrademos la naturaleza Divina suponiéndola ser completamente como nosotros mismos. El espectro nos ha enseñado que los metales del sol son absolutamente idénticos a los metales de esta tierra. El cristianismo nos enseña que, dado que el hombre es deiforme, hecho a imagen divina, tenemos derecho a argumentar en sentido contrario y decir que Dios y el hombre son lo suficientemente parecidos como para que sea perfectamente reverente y seguro para nosotros creer que hay en Dios aquello que responde al amor en nosotros; separado y purificado ciertamente de las limitaciones, alejado de la posibilidad de frialdad y cambio, pero aún vivo con toda la ternura del anhelo, con toda la dulzura, con toda la capacidad para brindar descanso a otro corazón que encontramos en el amor humano en su máxima expresión. .

 

Hablamos de esa gran naturaleza Divina como si fuera infinita, y esa es una palabra horrible; como ser eterno, y ese es un pensamiento tremendo ya veces escalofriante; como siendo infinitamente justo; como ejerciendo el poder todopoderoso. Pero todas estas cosas que los hombres llaman atributos Divinos no son más que la franja de Su carácter, el halo alrededor del orbe, cuyo resplandor central es el Amor. La única forma en que un corazón pobre, finito y pecaminoso puede aventurarse a comprender los terribles pensamientos que yacen en estas grandes palabras, Infinitud, Eternidad, Omnipotencia, Omnisciencia, Pureza, es considerarlos como características del amor y decir: "Sí". El amor de Dios es infinito, es eterno, es omnipotente, es omnisciente, es todo justo y puro".

 

Pero entonces, por otro lado, no solo tenemos la revelación del corazón de Dios, sino que tenemos la palabra maravillosa que declara la universalidad del alcance de ese amor: "Dios amó al mundo".

 

Ahora bien, quiero que observen particularmente que esta designación del objeto sobre el cual el amor divino descansó y descansa eternamente debe interpretarse según el uso de este Evangelio, y que el uso da claramente a la expresión "el mundo" no sólo el significado del total de la humanidad, sino también el significado adicional de la humanidad separada por su propio mal de Dios. Y así obtenemos, no sólo la afirmación de la universalidad del amor de Dios, sino también esta gran verdad, que ningún pecado ni indignidad, ninguna infidelidad ni rebelión, nada que degrade a la humanidad incluso en sus profundidades más bajas, y que parezca casi extinguir la chispa dentro de ella que es capaz de ser avivada en una llama, tiene el menor poder para desviar, volver atrás, o alterar el amor de Dios. Ese amor cae sobre "el mundo", la masa de hombres que se han arrancado de Él, pero que no pueden arrancárselo de sí mismos. Nunca pueden impedir que Su amor se derrame sobre ellos; así como las brillantes aguas del océano romperán sobre alguna roca sombría, negra a la luz del sol. Así, hermanos y queridos lectores, todos los marginados, criminales, bárbaros, degradados, que el mundo consiente en considerar como irrevocablemente malos y desesperanzados, están todos aferrados a su amor. Y tú y yo y toda alma humana tenemos un lugar allí; y mis pecados y vuestros pecados no impiden que su amor nos rodee y nos anhele y quiera bendecirnos y traernos de vuelta a sí mismo. "Dios ama al mundo", a toda la masa de hombres pecadores. ¿Crees eso? ¿Lo crees sobre ti mismo?

 

Perdemos en la profundidad de nuestro amor en la medida en que gana en amplitud, y el sentimiento, cuando llega a extenderse sobre una raza, es muy débil. Generalizamos y clasificamos. Para tener una concepción del todo perdemos de vista a los individuos. Pero con Dios no hay clases ni masas, y cuando la Biblia nos dice que ama al mundo, no se trata de un sentimiento difuso que se aferra al todo y casi se olvida de los individuos, como sucedería con nosotros. Pero Él ama al mundo porque ama cada unidad que lo compone. Así como en los cielos cada estrella está colocada en su lugar, y todas están incluidas en el gran arco que pasa por encima de ellas, y sin embargo cada una está separada, así el glorioso Dios el amor del Hacedor, abrazando a todos, Con el cual, abarca, grandes y pequeños Él ama a todos porque ama a cada uno. Él ama al mundo porque me ama a mí, a ti ya cada alma.

 

II.—Entonces nota en segundo lugar la corriente; el regalo que prueba el amor.

 

"De tal manera amó Dios al mundo que dio a su . . . Hijo". Fíjense en esa colocación de palabras, en el versículo siguiente, donde se trata el mismo tema, se emplea una expresión diferente. Allí leemos: "Dios envió a su Hijo". Pero en el anterior, donde el asunto en cuestión es el amor de Dios, enviado es una palabra demasiado fría, y dado se usa como congruente con amado. Debe ser necesario que el amor Divino se manifieste incluso como lo hace el humano por un deleite infinito en otorgar. La propiedad misma y la vida del amor, tal como lo conocemos, incluso en sus formas corruptas y semi-egoístas, tal como prevalece entre nosotros, es dar, y la vida del amor Divino es la misma. Él ama, y ​​por eso da. Su amor es un anhelo de darse a Sí mismo, y la prueba y señal de que Él ama es que "dio a su Hijo unigénito".

 

No necesito recordarles, supongo, la alusión, obvia en el lenguaje de mi texto, a esa maravillosa historia en Génesis del sacrificio de Isaac. Recuerdas cómo, cuando terminó el juicio del patriarca, la aprobación fue pronunciada desde el cielo con estas palabras: "Ahora sé que temes a Dios porque no me rehusaste tu único hijo". Y podemos volvernos a Él con reverencia y decir: "Ahora sabemos que nos amas, porque no nos has negado a tu Hijo único".

 

Ah, hermanos, hay más en esa palabra "dio" que una dádiva. Hay una entrega en ello, y hay una entrega a la muerte. "El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?" Me atrevo a creer que podemos estar justificados incluso en el pensamiento de que algo no del todo diferente a la entrega de su único hijo a la muerte que retorció el corazón del antiguo patriarca es concebible dentro de esa naturaleza divina infinita que no perdonó a Su Hijo, sino que dio Él por todos nosotros

 

¿No es esa la única prueba del amor de Dios? La creación, en efecto, es la consecuencia, y por tanto el signo de un amor divino; y nunca entenderemos por qué Dios hizo los mundos, a menos que hayamos profundizado en el gran salmo que dice: "Al que hizo las grandes lumbreras, porque para siempre es su misericordia".

 

Pero mientras la Naturaleza es el resultado del amor Divino, su testimonio es todo incierto y roto. El arpa una vez fue afinada por una mano divina, pero los dedos rudos la han pasado por encima, y ​​ahora es "como dulces campanas tintineantes, ásperas y desafinadas". Y no hay lugar donde una pobre alma pueda estar segura del amor de Dios sino aquí, a la vista del Calvario, en la Cruz en la que reconoce al Hijo de Dios muriendo por los pecados del mundo. Siento tanto como cualquier pesimista o agnóstico de todos ellos, la carga y "el pesado peso de todo este mundo ininteligible". Sé, tan claramente como cualquier hombre, y no creo sentirlo menos que la mayoría de los hombres, cómo que Dios es amor. Pero creo en Jesucristo y su Cruz como hecho rector; ya la luz de esto, sería una locura y una traición dudar de que todas las discordias sean capaces de resolverse en armonía; y que cuando llegue el fin sabremos lo que hoy, por esa luz, nos alienta a creer, que "Dios está en el cielo, todo está bien en el mundo". "De tal manera amó Dios al mundo que dio a su . . . Hijo".

 

III.—Nótese (y aquí cambio un poco el orden de mi texto) la finalidad del don que prueba el amor.

 

Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo para que pudiera haber escape de la perdición y recibir el regalo de la vida eterna. Ahora bien, aquí el único propósito del don, que es también el único anhelo del amor, se expresa negativa y positivamente: "que no se pierda, sino que tenga vida eterna".

 

Ahora bien, hay muchas personas a las que les gustaría poner toda la parte central de mi texto entre paréntesis, y juntar directamente la primera y la última cláusula, y decir: "De tal manera amó Dios al mundo que todos tendrán vida eterna, y nadie perecerá". Pero mi texto no lo hace tan breve. Reconoce —y deseo insistir en que lo reconozcas— que para que el amor Divino pueda alcanzar su anhelo debe haber un proceso; y que ese proceso, visto desde el lado Divino, radica aquí, que Dios debe enviar a Su Hijo para que el mundo no perezca; y visto desde el lado humano está aquí, que los hombres deben creer en el Hijo que es enviado si han de tener la vida eterna.

 

Hay, pues, un peligro que sólo la misión de Jesucristo evita, que los hombres perezcan. Ese es un peligro tan universal como el amor del que he venido hablando, porque es "el mundo" el que está en peligro de perecer, y ese es un peligro tan individualizante y específico como el amor del que he estado hablando, porque "el mundo" que "perece" se compone de almas individuales que perecen. En esa categoría tienen un lugar ustedes, y yo, y todos nuestros hermanos. Quien se encuentra en la gran clase de los objetos del amor divino, pertenece también a la clase de los que están en riesgo de destrucción. ¡Vaya!

Queridos amigos, no me conviene lanzar los rayos de Dios, o amenazar y aliviar como Él tiene el derecho de hacerlo; pero sí creo que gran parte de la predicación de esta generación es descafeinada, impotente, sin bendición, porque los hombres se han vuelto demasiado falsamente tiernos y sentimentales para hablar sobre el tema necesario de la alienación de Dios. Estad seguros de esto, que en cualquier forma que pueda ser realizado, y eso es de importancia secundaria, el mundo, y especialmente vosotros que habéis oído el Evangelio todos vuestros días, y lo escucháis, aunque imperfectamente,  está en peligro de destrucción.     "Perecer", ya sea que signifique ser reducido a la inexistencia, o que signifique, como creo que significa, estar tan separado de la única Fuente de vida como eso, la continuación de la existencia consciente, todo lo que hace que la vida sea hermosa y bendito y deseable se ha ido: "perecer" es el fin necesario del hombre que se aparta de Dios. Ustedes pueden continuar siendo, pueden ejercer muchas de las funciones de la vida, pueden ir por el mundo con una piel dura y una conciencia endurecida, como lo están haciendo algunos de ustedes, pero la destrucción, en el significado más terrible de la palabra, es el destino del hombre que se ha apartado de Dios se manifiesta en Jesucristo. Y sería un traidor a mis propias convicciones y un amigo cruel para ustedes, queridos amigos, si no les advirtiera, y oren a Dios para que la advertencia pueda llegar a algunos de ustedes que la necesitan. ¿Y dónde estarán entonces? Solo hay una Mano que puede poner el freno. Solo hay una manera por la cual el amor de Dios puede impedir que un hombre caiga por la pendiente resbaladiza. "

 

Pero arrestar no es todo. "Debe tener vida eterna". ¿Y qué hay en eso? Seguramente algo mucho más que la interminable continuación del ser. No sé cómo te sientes, pero a mí muchas veces la perspectiva de vivir por los siglos de los siglos, una y otra vez, me parece infinitamente terrible. Y así sería, a menos que la vida eterna significara algo mucho más que eso, significara la plenitud de la pureza, de la paz, de la energía, del amor, la sabiduría y el gozo, todo inundando nuestras almas con la posesión de Jesucristo. La vida eterna reside en la unión con Dios, y el único vínculo que une a los hombres con Dios de tal manera que les asegura la posesión de la vida eterna, con sus inconcebibles bendiciones, es "Cristo que murió, ¡sí! más bien resucitó; quien es aun a la diestra de Dios, quien también intercede por nosotros.

 

Si el cielo fuera sólo lo que algunos de vosotros pensáis, una condición de bienaventuranza que pudiera conferirse a los hombres por voluntad arbitraria de Dios, entonces estad seguros de esto, que todo el mundo la obtendría. Porque Dios desea salvar al mundo; y, como nos dice mi texto, "ama al mundo", y "envió a su Hijo" para que no hubiera "perecer"; y, como el siguiente versículo nos dice aún más enfáticamente, lo envió con este diseño, que "el mundo "—es decir, todos—" a través de Él pueden ser salvos". Pero la bendición futura—¡ay! y presente—no se puede regalar de esa manera al azar, como un príncipe desde su trono puede arrojar monedas a una multitud indiscriminadamente. Y solo porque no puede, el amor de Dios no tiene otro camino para alcanzar su deseo que la misión de Jesucristo, quien envió a su Hijo para que nadie perezca,

 

IV.—Finalmente, para volver a mi metáfora, nótese el acto de beber, o la condición de recibir la vida eterna. “Todo aquel que en Él cree”.

 

Ahora no los voy a cansar ahora hablando teológicamente de lo que es esta condición. Sabéis lo que es confiar unos en otros. Tienes un esposo o una esposa o un padre o una madre o un amigo amado en quien confías implícitamente. Confías en la persona de Jesucristo y estás en reposo.

Ahora la fe es sólo eso. Es simplemente ese acto de confianza que consolida a toda la sociedad humana y que estamos ejerciendo constantemente hacia aquellos que nos son queridos, transferidos a Dios. No me parece que haya ningún misterio en ello en absoluto. La gente ha hablado muy sabiamente, "y oscurecido el consejo con palabras sin sabiduría", y la repetición continua, como un loro, del grito a los hombres, "Fe, fe, fe", ha apagado para muchos de ustedes la hermosa claridad y sencillez del evangelio.

 

El viejo mensaje quizás se refresca al usar una buena palabra antigua y decir: "Confía en Jesucristo". Eso es todo. Confía en Él, por supuesto, para lo que Dios lo envió: para morir por ti y por todos nosotros. Dado que era imposible detener la tendencia descendente sin Jesucristo, entonces Jesucristo debe haber sido el sacrificio por los pecados de todo el mundo, que quitó su culpa y quebró su poder. Y por mi parte no creo que la fe en Jesucristo signifique otra cosa que esto, la confianza de un alma pecadora en Él como único Salvador, por ser el único Sacrificio por los pecados del mundo.

 

Tenga en cuenta la simplicidad, pero tenga en cuenta también la rigidez de la condición. Y nótese que la misma universalidad individualizadora de la que he estado hablando, en referencia a otras partes de mi sujeto, se aplica a estas condiciones. "Cualquiera que." Muy bien, puedes pasar tu bolígrafo por "quien sea" y escribir tu propio nombre sobre él. No es exactamente un cheque en blanco, pero puedes endosarlo si quieres, y luego se pagará.

 

¡Ay, querido amigo! es un terrible poder el que tenemos para hacer que el amor de Dios no tenga ningún efecto para nosotros, y para frustrar su propósito de amor. Este vellón tiene poder para repeler el rocío, y así estar completamente seco en medio de los aguaceros más refrescantes.

 

Puedes hacer que Cristo no tenga ningún valor para ti si quieres. Puedes hacer que el amor de Dios no te sirva de nada en relación con los propósitos más elevados que contempla y los deseos más profundos que abriga. "Todo aquel que cree". ¿De qué sirve la fuente que late eternamente en el corazón profundo de Dios? ¿De qué sirve el arroyo que corre ancho, profundo y vivificante, un verdadero río de agua de vida cerca de tus pies, si cierras tus labios y no metes tu cántaro? Morirás de sed mientras el agua está ondeando más allá de tu cuerpo moribundo. "El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente". “Si alguno tiene sed”, tú, tú, tú y yo, “si alguno tiene sed, venga a mí y beba”.

Si uno ama a alguien profundamente, está dispuesto a darle amor a cualquier precio. Dios pagó, con la vida de su Hijo, el más alto precio que se puede pagar. Jesús aceptó nuestro castigo, pagó el precio de nuestros pecados, y luego nos ofreció una nueva vida que nos compró con su muerte. Cuando predicamos el evangelio a otros, nuestro amor debe de ser como el suyo, y estar dispuestos a renunciar a nuestra comodidad y seguridad para que otros reciban el amor de Dios como nosotros.