} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 10/01/2011 - 11/01/2011

viernes, 28 de octubre de 2011

PAZ CON DIOS

PAZ CON DIOS (1ª parte)
Hace algún tiempo que he abandonado mi deseo de seguir escribiendo, sobre lo único que realmente me mantiene en este camino de la vida, para proseguir victorioso hasta el final y alcanzar, si mi Señor Jesús así lo quiere, la gloria de la vida eterna.
Proseguiré, mientras el Espíritu Santo me permita con su ayuda seguir escribiendo, poniendo la atención sobre el mensaje de Salvación por Fe en Jesús, que se encuentra en la Biblia.
No es un secreto lo que voy a revelar si digo qué cuando Cristo entra en el corazón reclama ser Señor y Maestro. Requiere la rendición completa; exige tener el dominio sobre nuestras actividades intelectuales; demanda que nuestros cuerpos sean sujetos a Él y únicamente a Él; requiere nuestros talentos y nuestras aptitudes; demanda que toda nuestra obra y labor sean hechas en su nombre.

Hoy abundan aquellos que profesan ser cristianos, pero que dejarían de asistir al templo antes que renunciar al deseo de adquirir un nuevo refrigerador. Si se les diera la oportunidad de elegir entre un buen viaje o contribuir a la construcción de un local para la Escuela Dominical, sería fácil adivinar la decisión que tomarían. Hay millares que se llaman cristianos pero ponen en primer término el dinero y las cosas que proporcionan un alto nivel de vida, y en segundo lugar las cosas de Cristo.

Encontramos tiempo para ir al cine, para asistir a los campos de futbol, para ir de juerga con nuestros amigos, para buscar personas que creíamos importantes o que habían dejado una profunda huella en nuestra vida, buscamos su recuerdo, ansiando un pronto reencuentro, pasamos media vida tratando de localizarla y al fin cuando la hayamos el corazón late con misma emoción de la juventud. (En el nombre de mi Señor Jesús, ruego al Espíritu Santo sabiduría para superar este momento en mi vida, apartando a quién sea necesario del camino, que obstaculice e impida que prosiga a la meta final). La prueba del tiempo dedicado a este menester se pone de manifiesto dejando en un segundo plano, el tiempo dedicado para Dios. Podemos ahorrar tiempo y dinero para comprar una nueva casa o un televisor más potente pero nos parece oneroso el dar para el Señor. Todo esto es idolatría.

¡Urge un cambio¡ Con el dedo señalamos a los paganos y a los idólatras de antaño, cuando la única diferencia es que nuestras imágenes están hechas de brillante acero, y tienen termostatos y descongeladores, en vez de ojos incrustados en joyas. En lugar de oro sus superficies están cubiertas de porcelana fácil de limpiar, pero de todas maneras se adoran y pensamos que la vida sin ellas sería imposible. Jesús reclama el señorío sobre todas estas cosas. Él quiere que rindamos a Él toda nuestra vida social, nuestra vida familiar y nuestros negocios. Él debe ser el primero en todo lo que hagamos o pensemos, porque cuando realmente nos arrepentimos, volvemos a Dios en todos los sentidos.

Tenemos la advertencia de Cristo, que no nos recibirá en su reino hasta que estemos dispuestos a rendirle todo, hasta que estemos dispuestos a renunciar a todo el pecado de nuestras vidas. No digamos: “Renunciaré a algunos de mis pecados, pero me quedaré con otros”, “Viviré parte de mi vida para Jesús y parte para mis propios deseos”. Jesús exige una entrega cien por cien, y cuando esto se realiza, Él recompensa mil por uno. Pero no esperemos que Jesús reparta pequeños premios de quinientos por uno si hay una entrega del cincuenta por ciento. Dios no obra de esta manera para efectuar sus maravillas.

 Demanda un cambio total, una sumisión completa. Cuando hayamos resuelto renunciar al pecado entregando todo a Cristo, habremos dado otro paso que nos acerque hacia la paz con Dios.