} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 11/01/2018 - 12/01/2018

miércoles, 21 de noviembre de 2018

22 Noviembre: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.



 Lucas 19; 5
Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.

       No todos los ricos se separaron tristemente de Jesús. Zaqueo es un ejemplo de lo que es posible para Dios. Los romanos vendían la tarea de cobrar los impuestos en una determinada zona al mejor postor. La persona designada no recibía sueldo por su trabajo; simplemente cobraba todo el dinero que podía y se guardaba lo que quedaba después de haber pagado la cantidad acordada con los romanos. El intento de Zaqueo de ver a Jesús, que era conocido popularmente como amigo de los cobradores de impuestos, muestra su interés en él y los extremos a que estaba dispuesto a llegar. Sea o no que Zaqueo esperaba quedar oculto, Jesús lo llamó con un pedido de alojamiento. Zaqueo mostró tanto arrepentimiento como gozo al darle la bienvenida. Jesús justificó su elección; había venido a traer salvación a un hombre que tenía tanto derecho a oír el evangelio como cualquier otro judío. Aquí se resume en forma completa y definitiva el propósito de la venida de Jesús: así como un pastor va y busca la oveja perdida para rescatarla del peligro (Lucas 15:3-7), así Jesús como Hijo del Hombre busca y salva a los perdidos.
Nadie tuvo que decirle a Jesús su nombre; El conoce los nombres de todos y también donde viven, cuál es su ocupación, etc. Aun conoce los pensamientos de los hombres, Jn_2:24-25; Mat_9:4; Mat_12:25; Mat_22:18; Mat_24:25; Mar_2:8; Mar_5:30; Luc_5:22; Luc_6:8; Luc_9:47. Estos textos muestran claramente que Jesús era Dios omnisciente aquí en la tierra.  Algunos de los que profesan ser predicadores del evangelio puro y miembros de la iglesia de Cristo enseñan que aquí en la tierra Jesús nunca usó, nunca exhibió, nunca manifestó ningún atributo divino! Tales hombres deben dejar de predicar a Cristo. ¿Cómo pueden cuando ellos mismos no lo conocen?
Marcos 5; 40-42
Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente.

Este relato se refiere a un área donde el poder del reino de Dios todavía no había sido presentado por Jesús: la conquista sobre la muerte, el último enemigo. La sanidad de la hija de Jairo presenta a Jesús como el Señor de la vida y de la muerte, sin embargo, en el estilo típico de Marcos está “intercalada” con el relato de otra sanidad, la de la mujer con el flujo persistente de sangre.

Jairo era humilde y crédulo y estaba listo para confesar su necesidad. El confesó que su hija estaba moribunda, pero creía que un toque por Jesús la sanaría. Por su parte, la mujer demostró una fe aun mayor; tenía fe en que si sólo pudiera tocar el borde del ropaje de Jesús, sería sanada. Esto no era superstición o mera magia, era fe. En su corazón ella sabía que cualquier contacto con Jesús, por más leve que fuera, le otorgaría sanidad, y así fue. Es importante notar que Jesús no dijo “tu toque te ha salvado”, sino tu fe te ha salvado, además, no tenemos ningún mandamiento que diga que podemos confiar en el poder del tacto enviando pañuelos que han sido bendecidos para colocar sobre personas enfermas en la esperanza de alguna sanidad. 
Al dar Jesús el mando, “levántate”, la muchacha se levantó de la muerte. ¡Poderosa es la palabra de Dios! ¿Creo yo esto? ¿Lo cree usted, estimado lector? ¿Vivimos con la esperanza de ser resucitados de la muerte?
La voz de Cristo ¡levanta a los muertos!. Se levantó de la muerte; su espíritu volvió (Luc_8:55). Sin duda había sido muerta. Ahora está andando normalmente en vida.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

21 Noviembre: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.



Romanos 6; 23
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

   Pablo usa dos palabras militares: Para paga usa la palabra opsónia, que quiere decir literalmente la paga del soldado -la soldada -, lo que se ha ganado arriesgando la vida y con mucho sudor y dolor, algo que se le debe y que no se le debe escatimar; y para regalo usa járisma -en latín donativum-, que es algo que no se ha ganado, que el ejército recibía a veces. En ocasiones especiales -por ejemplo, en su cumpleaños, el día que ascendía al puesto supremo o en el aniversario-, el emperador les repartía a los soldados un regalo en dinero. No se había ganado, sino que el emperador lo daba por generosidad y gracia. Así que, parafraseando a Pablo dice: " Si se nos da lo que nos hemos ganado, no vamos a recibir nada más que la muerte; pero Dios nos da la Vida eterna por pura Gracia y generosidad.»
El creyente es puesto en libertad de esta condenación, cuando es hecho libre del pecado. Si el fruto es para santidad, si hay un principio activo de gracia verdadera y en crecimiento, el final será la vida eterna, ¡un final muy feliz! Aunque el camino es cuesta arriba, aunque es estrecho, espinoso y tentador, no obstante, la vida eterna en su final está asegurada. La dádiva de Dios es la vida eterna. Y este don es por medio de Jesucristo nuestro Señor. Cristo la compró, la preparó, nos prepara para ella, nos preserva para ella; Él es el todo en todo de nuestra salvación.

Romanos 8; 1
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Este versículo presenta la gran conclusión  de todo lo dicho anteriormente sobre el tema del evangelio, introducido en Romanos1:16. La ley no salvaba sino condenaba, dejando al pecador a decir, “¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24). Esa liberación viene por Jesucristo. Estando uno en él, pues, no se encuentra bajo la sentencia de condenación.
Los creyentes pueden ser castigados por el Señor, pero no serán condenados con el mundo. Por su unión con Cristo por medio de la fe, están seguros. ¿Cuál es el principio de su andar: la carne o el Espíritu, la naturaleza vieja o la nueva, la corrupción o la gracia? ¿Para cuál de estos hacemos provisión, por cuál somos gobernados? La voluntad sin renovar es incapaz de obedecer por completo ningún mandamiento. La ley, además de los deberes externos, requiere obediencia interna. Dios muestra su aborrecimiento del pecado por los sufrimientos de su Hijo en la carne, para que la persona del creyente fuera perdonada y justificada. Así, se satisfizo la justicia divina y se abrió el camino de la salvación para el pecador. El Espíritu escribe la ley del amor en el corazón, y aunque la justicia de la ley no sea cumplida por nosotros, de todos modos, bendito sea Dios, se cumple en nosotros; en todos los creyentes hay quienes responden a la intención de la ley.
El favor de Dios, el bienestar del alma, los intereses de la eternidad, son las cosas del Espíritu que importan a quienes son según el Espíritu. ¿Por cuál camino se mueven con más deleite nuestros pensamientos? ¿Por cuál camino van nuestros planes e ingenios? ¿Somos más sabios para el mundo o para nuestras almas? Los que viven en el placer están muertos, 1 Timoteo 5, 6. El alma santificada es un alma viva, y esa vida es paz. La mente carnal no es sólo enemiga de Dios, sino la enemistad misma. El hombre carnal puede, por el poder de la gracia divina, ser sometido a la ley de Dios, pero la mente carnal, nunca; esta debe ser quebrantada y expulsada.
Podemos conocer nuestro estado y carácter verdadero cuando nos preguntamos si tenemos o no el Espíritu de Dios y de Cristo. Vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu. Tener el Espíritu de Cristo significa haber cambiado el designio en cierto grado al sentir que había en Cristo Jesús, y eso tiene que notarse en una vida y una conversación que corresponda a sus preceptos y a su ejemplo.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

martes, 20 de noviembre de 2018

NUEVO NACIMIENTO



  
Es absolutamente necesario que una persona nazca de nuevo para poder entrar en el reino de Dios. En el pasaje central del Nuevo Testamento sobre el nuevo nacimiento ( Juan 3 ), Jesús le dice a Nicodemo, un miembro del consejo gobernante judío, que no entrará en el reino de Dios a menos que nazca de nuevo. La alternancia entre los pronombres griegos singulares y plurales en el pasaje muestra que Jesús le está hablando a Nicodemo tanto personal como representativamente. La necesidad del nuevo nacimiento no solo es cierta en Nicodemo, sino en todo el Sanedrín, en todos los judíos y, por extensión, en todas las personas.

Algunos han considerado que el nuevo nacimiento es un proceso que una persona experimenta, incluso durante un período de años. Tal interpretación no es congruente con el tiempo del verbo griego en este pasaje. El tiempo aoristo sugiere que el nuevo nacimiento es un evento más que un proceso. Antes de un cierto punto en el tiempo, una persona no es nacida de nuevo o regenerada; después de ese punto, la persona lo es.

Probablemente el problema interpretativo más difícil en Juan 3 se encuentra en el versículo 5. La mejor visión parece ser que "nacer del agua y el Espíritu" presenta un pensamiento unificado para la limpieza sobrenatural del pecado que Dios a través del Espíritu afecta a todos los que cree en su Hijo. Esta combinación de agua y espíritu es un reflejo de Ezequiel 11, 36 y Jeremías 31. En estos pasajes del Antiguo Testamento, se considera que el Espíritu de Dios está haciendo una obra revolucionaria en las vidas del pueblo de Dios en la era del nuevo pacto. Hay una serie de razones por las que esta interpretación es preferible.

El uso de una preposición griega ( ek ) antes de los dos sustantivos indica una relación cercana entre ellos. El agua y el espíritu son complementarios más que antitéticos entre sí. No ve el agua como una referencia al bautismo cristiano en un momento en el ministerio de Jesús cuando tal bautismo aún no era una realidad histórica. Se ajusta bien en términos contextuales en términos de la familiaridad de Nicodemo con el Antiguo Testamento y la necesidad de cierta inteligibilidad de su parte. Interpreta "nacido del agua y el Espíritu" como equivalente a "nacido de Dios", un término común de Juan (Juan 1:13 ; 1 Juan 2:29 ; 3: 7-10 ; 4: 7 ; 5: 4). Se comporta bien con el énfasis en el espíritu y la verdad en la literatura joánica. Finalmente, es coherente con el uso del agua en el Antiguo Testamento para simbolizar la renovación y la limpieza.

Si los creyentes del Antiguo Testamento poseían el nuevo nacimiento es una pregunta difícil. Ningún texto del Antiguo Testamento declara explícitamente que los creyentes del Antiguo Testamento nacieron de nuevo o se regeneraron. Hay una ausencia relativa de una teología desarrollada del Espíritu en el Antiguo Testamento. Pero, dada la universalidad de la necesidad del nuevo nacimiento, se puede argumentar que la enseñanza de Jesús sobre la necesidad absoluta del nuevo nacimiento para entrar en el reino de Dios de manera analógica exige que los creyentes del Antiguo Testamento también deban impartir la vida divina  a ellos por el Espíritu de Dios.

Muchos comentaristas argumentan que Tito 3: 5(nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo) defiende el bautismo en agua como el referente de la palabra "lavar". Sin embargo, según la gramática griega, la traducción debe traducirse como "el lavado [producido por] la regeneración y la renovación [producido por] el Espíritu Santo". Esta interpretación también es coherente con la traducción de Juan 3.

Primero Pedro 1:23 agrega una dimensión más explícita a los medios por los cuales se produce el nuevo nacimiento: el mensaje predicado de la verdad de Jesucristo. Las palabras clave en 1 Pedro 1: 22-25 expanden y refuerzan las palabras que se refieren al nuevo nacimiento.

El nuevo nacimiento es, entonces, un acto soberano de Dios por su Espíritu en el cual el creyente es limpiado del pecado y dado nacimiento espiritual a la casa de Dios. Renueva el intelecto, la sensibilidad y la voluntad del creyente para permitirle a esa persona ingresar al reino de Dios y hacer buenas obras. Los santos del Antiguo Testamento nacieron de nuevo cuando respondieron con fe al mensaje revelado de Dios; Los santos del Nuevo Testamento, cuando responden con fe a Jesucristo.

20 Noviembre: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.


 1 Juan 5; 14-15
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
   
La base de la oración es el simple hecho de que Dios escucha nuestras oraciones. La palabra que usa Juan para confianza es interesante. Es parrésía. En su origen, parrésía quería decir libertad de palabra, la libertad para hablar ¡libremente que existe en una verdadera democracia. Más tarde vino a denotar cualquier clase de confianza. Con Dios tenemos libertad para hablar; Él está siempre a la escucha, más dispuesto a oír de lo que nosotros estamos a orar. No tenemos que vencer ninguna dificultad para llegarnos a Su presencia, ni que inducirle a prestarnos atención. Él está esperando que nos dirijamos a Él.
Sabemos lo que es a veces estar esperando la llegada del cartero o la llamada de teléfono que nos traiga noticias de algún ser amado. Con toda reverencia podemos decir que así está Dios esperando noticias nuestras.  
  El principio de la oración es que para que sea contestada debe estar de acuerdo con la voluntad de Dios. Tres veces establece Juan en sus escritos lo que podría llamarse las condiciones de la oración
(a) Dice que la obediencia es una condición de la oración. Recibimos lo que pidamos, porque guardamos Sus mandamientos (1Jn_3:22 ).
(b) Dice que permanecer en Cristo es una condición de la oración. Si habitamos en Él, y Sus palabras habitan en nosotros, pediremos lo que necesitemos, y se nos concederá. Cuanto más cerca vivamos de Cristo, más oraremos como es debido. Y cuanto más correctamente oremos, mayor será la respuesta que recibamos.
(c) Dice que orar en Su nombre es una condición de la oración. Si pedimos alguna cosa en Su nombre, Él la hará (Jua_14:14 ). La prueba definitiva de cualquier petición es: ¿Podemos decirle a Jesús: «Dame esto por causa de Ti y en Tu nombre?»
La oración debe ser de acuerdo con la voluntad de Dios. Jesús nos enseña a pedir: «Hágase Tu voluntad,» y no: "Cámbiese Tu voluntad;» «Haz conmigo lo que Tú quieras,» y no lo que yo quiero. Jesús mismo, en el momento de Su gran agonía y crisis, oro: «No como Yo quiero, sino lo que Tú... Hágase Tu voluntad» (Mat_26:39; Mat_26:42 ).   

Si sabemos que Dios nos oye para concedernos las peticiones que le hayamos hecho, sabemos también que nos las concede, aunque no necesariamente en la forma pedida. Sirve de ejemplo de esto el caso de Pablo (2Co_12:7-10). Pablo pidió una cosa y Dios le oyó pero no en la forma pedida. No obstante, después pudo Pablo aprobar la forma en que Dios (siendo infinitamente más sabio) sí le contestó su petición.
              
¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

lunes, 19 de noviembre de 2018

19 Noviembre: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia




  Lucas 18; 1
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,
      El capítulo anterior y los que siguen apuntan hacia aflicciones y persecuciones para los discípulos de Jesús. Por eso, deben estar listos a persistir en la oración sin desmayar. 1Ts_5:17; 1Pe_5:7.
 Nosotros no sabemos lo que nos reserva el futuro; sólo Dios lo sabe, y por tanto sólo Dios sabe si aquello va a ser para nuestro bien a la larga. Por eso Jesús nos dice que no tenemos que desanimarnos en la oración, y por eso dijo que no sabía si quedaría fe en la Tierra cuando El viniera otra vez. No nos cansaremos nunca de orar, y nunca nos faltará la fe si, una vez que le hemos hecho a Dios nuestras oraciones y peticiones, añadimos la perfecta oración: "¡Hágase tu voluntad!»
Muchos hijos de Dios desmayan por no orar con toda sinceridad y persistencia.
Esto no debe entenderse, que un hombre siempre debe estar realmente involucrado en el trabajo de la oración; que debería estar continuamente en su cuarto, en privada devoción a Dios, o asistiendo a ejercicios de oración más pública, con los santos; porque hay otros ejercicios que deben realizarse, además de la oración; y además, hay muchos asuntos civiles de la vida, es deber de todos los hombres el deber indispensable de considerar: ni nuestro Señor tiene la menor intención de romper o interrumpir los deberes naturales y civiles de la vida; pero su significado es que un hombre debe perseverar en la oración, y no dejarlo, o ser abatido, porque no tiene una respuesta inmediata

Colosenses 4; 2   
Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias;    

Perseverad en la oración, --   Luc_11:5-13; Luc_18:1-8). Esta exhortación viene inmediatamente después de ciertas instrucciones; la iglesia, pues, debería pedir la ayuda de Dios para que todos (maridos, esposas, padres, hijos, siervos, amos) practicaran estas enseñanzas. La oración es el medio de obtener para nosotros y para otros la satisfacción de las cosas necesarias, tanto físicas como espirituales;  es el arma contra el ataque del diablo y sus ángeles; es el vehículo para la confesión de los pecados; y el medio por el cual el alma agradecida ofrece su adoración espontánea delante del trono de Dios.

-- velando en ella -- La oración no es, pues, una ceremonia o formalidad. Más bien, al orar debemos estar conscientes de la seriedad que este mandamiento encierra. Debemos velar contra el desaliento o la indiferencia; Mat_24:42; Mat_25:13; Mat_26:40, "¿no habéis podido velar conmigo una hora?"; Mar_13:35; Hch_20:31; 1Co_16:13; Efe_6:18; 1Ts_5:6; 1Pe_5:8. Nos dirigimos a Dios para ofrecerle palabras de alabanza, para darle gracias por tantos favores, para hacer súplicas por la obra del evangelio para la extensión del reino, por nosotros, por los seres queridos, por los hermanos, por los enfermos, y por todos los hombres. Al orar debemos estar pensando en los peligros espirituales que nos rodean y amenazan nuestras almas. En fin, debemos recordar cómo orar (de acuerdo con la enseñanza de Cristo y los apóstoles) y, sobre todo, pedir que se haga la voluntad de Dios. Por muchas razones, pues, es necesario velar (estar alerta) al orar.

-- con acción de gracias; -- "sed agradecidos" por todos los innumerables favores de Dios, "por todas las cosas, sean gozosas o tristes, misericordias temporales y espirituales, nacionales, familiares e individuales". Si estamos agradecidos y siempre oramos con mucha acción de gracias, seremos motivados a cumplir con todo deber. "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias " (Flp_4:6). "Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús" (1Ts_5:18). Lo muy impresionante de este texto (y otros relacionados) es que en calidad de preso Pablo habla de acción de gracias.

Mateo 6; 6
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público

Se supone aquí que la oración personal es el deber y la práctica de todos los discípulos de Cristo.  En lugar de orar en las sinagogas y en los rincones de las calles, entre en su habitación en algún lugar de privacidad y retiro. Isaac entró al campo (Gen. 24:63), Cristo a una montaña, Pedro a una casa. No hay lugar equivocado en el punto de la ceremonia, si es que responde al final. Tenga en cuenta que la oración secreta debe realizarse en el retiro, para que podamos ser observados, y así evitar la ostentación; no perturbado, y así puede evitar la distracción; inaudito, y así puede usar una mayor libertad; sin embargo, si las circunstancias son tales que no podemos evitar ser advertidos, no debemos, por lo tanto, descuidar el deber, no sea que la omisión sea un escándalo mayor que la observación de él.
En lugar de hacer que se vea a los hombres. , ruega a tu Padre que está en secreto. Los fariseos oraban más a los hombres que a Dios; cualquiera que sea la forma de su oración, su alcance fue para pedir el aplauso de los hombres y cortejar sus favores. "Bien, ora a Dios, y deja que eso te baste. Habla a él como a un Padre, como tu Padre, listo para escuchar y responder, gentilmente inclinado a la compasión. Ora a tu Padre que está en secreto ''.  En la oración secreta tenemos que tener un ojo a Dios, que está presente en todos los lugares; Él está allí en tu habitación cuando no hay nadie más allí. Por secreta oración damos a Dios la gloria de su presencia universal ( Hch. 17:24), y podemos llevarnos a nosotros mismos el consuelo de ello.
  Tu Padre ve en secreto; su ojo está sobre ti para aceptarte, cuando el ojo de ningún hombre está sobre ti para aplaudirte; debajo de la higuera, te vi, dijo Cristo a Natanael, Jn. 1:48. Vio a Pablo rezar en una calle así, en una casa así, Hechos. 9:11. No hay una respiración secreta y repentina después de Dios, pero Él lo observa.
Te recompensará abiertamente; tienen su recompensa que lo hace abiertamente, y no perderás la tuya por hacerlo en secreto. Se llama recompensa, pero es de gracia, no de deuda; ¿Qué mérito puede haber en la mendicidad? La recompensa estará abierta; no solo lo tendrán, sino que también lo tendrán de manera honorable: la recompensa abierta es aquella que les gusta a los hipócritas, pero no tienen paciencia para quedarse con ella; es aquello a lo que los sinceros están muertos, y lo tendrán una y otra vez. A veces, las oraciones secretas son recompensadas abiertamente en este mundo por medio de respuestas señalizadas, que manifiestan a las personas que oran de Dios en la conciencia de sus adversarios; sin embargo, en el gran día habrá una recompensa abierta, cuando todas las personas que oran aparezcan en gloria con el gran Intercesor. 

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!


domingo, 18 de noviembre de 2018

18 Noviembre: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.


  
 1 Pedro 2; 24
quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados

Cristo "llevó" nuestros pecados en que se ofreció a sí mismo por nosotros. No llegó a ser pecador; nuestros pecados no le fueron imputados. Es que él se puso en el lugar nuestro. fue nuestro sustituto (Mat_20:28; Mar_10:45; 1Ti_2:6). En 2Co_5:21, la frase "lo hizo pecado" quiere decir que Dios hizo a Jesucristo una ofrenda por el pecado (Heb_10:12-14). Sencillamente, "por todos murió". Gál_3:13-14. La frase en este versículo es lenguaje figurado, como lo es en Isa_53:6, "mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros". En este pasaje no hay imputación literal a Cristo de los pecados personales nuestros; es lenguaje figurado para indicar que El "llevó" nuestros pecados (Isa_53:12 y 1Pe_2:24) en el sentido de ofrecerse a sí mismo por nosotros, al morir en la cruz. "Cargó" nuestros pecados en el mismo sentido (figurado) en que "cargó" o "llevó" nuestras enfermedades (Isa_53:4); es decir, se identificó con las enfermedades físicas del hombre al sanarle milagrosamente (Mat_8:17).
No sabemos exactamente qué forma tenía la "cruz" en que Cristo fue crucificado. Sabemos que los romanos a veces usaban el stauros para la pena capital. La forma de la cruz que solemos ver, en las descripciones gráficas modernas, en que se ven dos vigas cruzadas, más o menos en la forma de una "T", nada más con la parte horizontal bajada algo, es más bien una idea eclesiástica de la iglesia apóstata romana, y no propiamente de las Sagradas Escrituras.
Como el esclavo muerto ya no sirve a su amo, el cristiano, teniendo sus pecados perdonados, ya no existe con referencia a ellos. O como el alma parte del cuerpo en la muerte, y ahora está ausente para con el cuerpo, así el hombre perdonado (el cristiano) ya está ausente para con el pecado.Rom_6:2-11; Gál_2:20. El cristiano ahora se ocupa solamente en la justicia.
Cristo quiere "sanar" al hombre (Mat_13:15); es decir, salvarle espiritualmente. Para esto se requiere, no que se le haga algún milagro de sanidad, sino que él mismo abra los ojos y los oídos, entienda con el corazón, y se convierta. ¡Así dice Cristo!

  Aprendemos qué: Los pecadores, antes de su conversión, siempre se extravían; Su vida es un error continuo.
Jesucristo es el Pastor supremo y el Obispo de las almas, que siempre reside con su rebaño y vela por ellos
Aquellos que esperan el amor y el cuidado de este Pastor universal deben regresar a él, deben morir al pecado y vivir para la justicia.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

sábado, 17 de noviembre de 2018

17 Noviembre: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.




2 Samuel 7; 28
Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo.

 Este versículo forma parte de la oración de David que está llena de suspiros de afectuosa devoción a Dios. Consideraba en poco a sus méritos propios. Cuanto tenemos debe ser considerado don de Dios. Habla alta y honrosamente de los favores que Dios le ha dispensado. Considerando el carácter y estado del hombre, puede maravillarnos la forma en que Dios trata con él. La promesa de Cristo incluye todo; si el Señor Dios es nuestro, ¿qué más podemos pedir o pensar? Efesios 3, 20. Él nos conoce mejor de lo que nos conocemos, por tanto, contentémonos con lo que ha hecho por nosotros. ¿Qué podemos decir por nosotros mismos en nuestras oraciones que sea más de lo que Dios ha dicho por nosotros en sus promesas? David atribuye todo a la libre gracia de Dios: las grandes cosas que Él había hecho por él y las grandes que le había dado a conocer. Todo era por amor a su palabra, esto es, por amor a Cristo la Palabra eterna.
Muchos tenemos que escudriñar nuestro corazón cuando vamos a orar, pero el corazón de David estaba preparado, estable; terminadas sus peregrinaciones, se entregó totalmente al deber, y se empleó en ello. La oración que sólo es de la lengua no agrada a Dios; lo que será elevado y derramado ante Dios debe hallarse en el corazón. Él edifica su fe y espera el bien basado en la seguridad de la promesa de Dios. David ora por el cumplimiento de la promesa. Decir y hacer no son dos cosas con Dios, como suele pasar entre los hombres; Dios hará como ha dicho.
Las promesas de Dios no nos son hechas por nombre, como a David, pero pertenecen a todos los que creen en Jesucristo y las invocan en su nombre.

"Que la palabra se cumpla conmigo, en la que me has hecho esperar y haz lo que has dicho; No deseo más, y no espero menos; tan llena es la promesa y tan firme”. Por lo tanto, debemos convertir las promesas de Dios en oraciones, y luego se convertirán en actuaciones; Porque, con Dios, decir y hacer no son dos cosas, como a menudo están con los hombres. Dios hará lo que él ha dicho.   David ora por la glorificación del nombre de Dios: Que tu nombre se magnifique para siempre. Este debe ser el resumen y el centro de todas nuestras oraciones, el Alfa y la Omega de ellas. Comienza con Santificado sea tu nombre, y termina con Tuya, la gloria para siempre. "Ya sea que esté magnificado o no, que se magnifique su nombre ''.Y reconoce que nada magnifica el nombre de Dios más que esto, es decir, con afectos adecuados, el Señor de los ejércitos es el Dios sobre Israel. Esto indica al Dios de Israel gloriosamente grande, que él es el Señor de los ejércitos; y esto indica al Señor de los ejércitos gloriosamente bueno, que él es Dios sobre Israel. En ambos, que su nombre se magnifique para siempre. Que todas las criaturas y todas las iglesias le den la gloria de estos dos. David deseaba la ejecución de la promesa de Dios para el honor, no de su propio nombre, sino de Dios. Así oró el Hijo de David: Padre, glorifica tu nombre ( Jn. 12:28 ), y ( Jn. 17: 1), Glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti.  
David ora por su casa, ya que la promesa tiene una referencia especial, Primero, para que sea feliz: Permítele que bendigas la casa de tu siervo; Y otra vez, con tu bendición. "Que la casa de tu siervo sea bendita verdadera y eternamente. Aquellos a quienes bendigas son, en verdad, bendecidos". El cuidado de los hombres buenos tiene mucho que ver con sus familias; y lo mejor para sus familias es el de la bendición de Dios. La repetición de esta solicitud no es una repetición vana, sino que expresa el valor que tuvo de la bendición divina, y su deseo ferviente, como todo para la felicidad de su familia. En segundo lugar, para que su felicidad permanezca: "Que se establezca ante ti; que continúe para siempre"


1 Pedro 1; 25
Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.

De nuevo Pedro enfatiza que la agencia que Dios emplea para hacer renacer al hombre es su Palabra del evangelio predicada. Como esa Palabra nunca falla, ni cesa, tampoco el que es nacido de ella.
         La Palabra del evangelio ha de ser predicada (2Ti_4:2). Ninguna otra cosa va a hacer renacer al hombre. Esta Palabra predicada (Hech 13:5) se oye (Hechos13:7). Es nada menos que la Palabra de Dios (Hech 13:7), la fe (Hech13:8), los caminos rectos del Señor (Hech13:10), y la doctrina del Señor (Hech13:12).
El apóstol, habiendo dado cuenta de la excelencia del hombre espiritual renovado como nacido de nuevo, no de semilla corruptible sino incorruptible, ahora nos presenta la vanidad del hombre natural, llevándolo con todos sus ornamentos y ventajas sobre él: Porque toda carne es como la hierba, y toda la gloria del hombre como la flor de la hierba; y nada puede convertirlo en un ser sólido y sustancial, sino el nacimiento de la semilla incorruptible, la palabra de Dios, que lo transformará en una criatura excelente, cuya gloria no se desvanecerá como una flor, sino que brillará como un ángel; y esta palabra se presenta diariamente ante ustedes en la predicación del evangelio.

Aprendemos qué:
1. El hombre, en su mayor esplendor y gloria, sigue siendo una criatura marchita, decreciente y moribunda. Tómalo por separado, toda carne es hierba. En su entrada al mundo, en su vida y en su caída, es similar a la hierba, Job. 14: 2 ; Es un. 40: 6 , Isa. 40: 7. Llévalo en toda su gloria, incluso esto es como la flor de la hierba; Su ingenio, belleza, fuerza, vigor, riqueza, honor, son como la flor de la hierba, que pronto se marchita y muere.
 2. La única manera de hacer que esta criatura perecedera sea sólida e incorruptible es que él reciba y crea la Palabra de Dios; porque esta permanece en la verdad eterna y, si se recibe, lo preservará para la vida eterna, y permanecerá con él para siempre.
3. Los profetas y apóstoles predicaron la misma doctrina. Esta palabra que Isaías y otros pronunciaron en el Antiguo Testamento es la misma que los apóstoles predicaron en el Nuevo.

El mundo religioso ofrece más bien substitutos de la Palabra del evangelio, y el resultado es el fracaso. No hay substitutivo de esa Palabra. Y a los que tratan de hacer distinción entre la fe de Cristo y la doctrina de Cristo, digo: Tómese nota de este pasaje. La Palabra es la fe; es la doctrina. ¡Son la misma cosa! ¡Predíquese!

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

viernes, 16 de noviembre de 2018

16 Noviembre: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.


   

  Salmo 27; 10
Aunque mi padre y mi madre me dejaran, Con todo, Jehová me recogerá.

           Muchos han tenido la triste experiencia de ser abandonados por su padre o su madre. Los hogares destruidos, las diferencias de creencia, el vicio de las drogas o el alcohol, y aun el aislamiento sicológico pueden dejar a los niños afectados por esta pérdida. Este dolor puede persistir aun siendo adultos. Dios puede ocupar ese lugar en nuestras vidas, llenar ese vacío y sanar esa herida. El puede dirigirnos hacia adultos que pueden ser para nosotros padres o madres. El amor de Dios basta para todo. Esta es la forma que el salmista emplea para decir que Dios se preocupa más por nuestro bienestar de lo que nuestro padre y nuestra madre harían. El amor de Dios va más allá que el amor filial. El verso debe ser considerado como un proverbio y no interpretado como si los padres de David lo hubiesen abandonado.
 En la mayor indigencia y desamparo terrenal (Salm_31:11; Salm_38:11), provee Dios (Mat_25:35).
Su tiempo para ayudar a aquellos que confían en Él es cuando todos los demás ayudantes fracasan, cuando es más por su honor y su comodidad. Con Dios los huérfanos encuentran misericordia.  Los huérfanos abandonados han sido tomados bajo el cuidado especial de la divina Providencia, que les ha brindado alivio y amigos de una manera que nadie hubiera esperado. Dios es un amigo más seguro y mejor que nuestros padres terrenales son o pueden ser.   Creía que debía ver la bondad del Señor en la tierra de los vivos; y, si no lo hubiera hecho, se habría desmayado, bajo sus aflicciones. Incluso los mejores santos están sujetos a desmayarse cuando sus problemas se vuelven graves y tediosos, sus espíritus están abrumados y su carne y su corazón fallan. Pero entonces la fe es un cordial soberano; evita que se desanimen bajo su carga y se desesperen por el alivio, los mantiene esperando, orando y esperando, y mantiene en ellos los buenos pensamientos de Dios y el cómodo disfrute de sí mismos. Pero, ¿de qué creía esa creencia que evitaba que David se desmayara? - para que viera la bondad del Señor, que ahora parecía a distancia. Los que caminan por la fe en la bondad del Señor, a su debido tiempo, caminarán a la vista de esa bondad.

Hebreos 13; 6
de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré. Lo que me pueda hacer el hombre

Las promesas de Dios a diferentes individuos, y la fe y confianza de éstos, basadas en estas promesas, están registradas en las Escrituras para el pueblo de Dios de toda generación. Rom_15:4; 1Co_10:11. Los hebreos habían dejado la autoridad de la ley de Moisés, pero no el uso legítimo de las Escrituras del Antiguo Testamento.
En el mundo antiguo había un sistema alucinante de lo que llamaban «amistades de hospedaje.» A lo largo de los años, las familias, hasta cuando habían dejado de estar en contacto, tenían el acuerdo de que, cuando fuera necesario, se ofrecerían hospitalidad mutuamente. Esto era aún más necesario entre cristianos. Los esclavos no tenían un hogar propio al que pudieran ir. Los predicadores y los profetas itinerantes siempre estaban de camino. Por los asuntos normales de la vida, los cristianos tenían que hacer viajes. Las posadas públicas no eran solución, tanto por lo caras e inseguras como por lo inmorales. Habría en aquel tiempo muchos cristianos aislados que peleaban una vida solitaria. El Cristianismo tenía que ser, y ahora también tendría que ser, la religión de la puerta abierta. El autor de hebreos dice que los que dieron hospitalidad a forasteros, a veces, sin saberlo, acogieron a ángeles de Dios. Está pensando en el ángel que vino a Abraham y Sara para decirles que iban a tener un hijo (Gen_18:1  ss), y en el que vino a Manoa con un mensaje parecido (Jue_13:3  ss).
  Está la solidaridad con los que tienen problemas. Es aquí donde vemos la Iglesia Primitiva en su aspecto más encantador. Sucedía a menudo que a un cristiano le metían en la cárcel, o algo peor. Podía ser por la fe, pero también por deudas, porque muchos de los cristianos eran pobres, o porque los hubieran capturado piratas o bandoleros. Entonces entraba la iglesia en acción.
Tertuliano escribe en su Apología: " Si resulta que hay algunos en las minas; o desterrados a las islas, o encerrados en la cárcel sólo por su fidelidad a la causa de la Iglesia de Dios, se convierten en los protegidos de su confesión.» El orador pagano Arístides decía de los cristianos: «Si se enteran de que uno de su número está en la cárcel o en dificultades por ser cristiano, todos le ofrecen ayuda en su necesidad y, si se le puede redimir, le procuran la libertad.» Cuando Orígenes era joven, se dijo de él: "No sólo estaba al lado de los santos mártires en la cárcel y hasta que los condenaban, sino, cuando los llevaban a la muerte, los acompañaba sin temor al peligro.»
Algunas veces condenaban a los cristianos a las minas, que era como mandarlos a Siberia. Las Constituciones Apostólicas establecían: «Si los impíos condenan a un cristiano a las minas por causa de Cristo, no os olvidéis de él, sino mandarle de los ingresos de vuestro trabajo y sudor para su sustento y apoyo como soldado que es de Cristo.» Los cristianos buscaban a sus hermanos en la fe hasta en las selvas. De hecho había una comunidad cristiana en las minas de Fenón.
A veces había que rescatar a los cristianos que caían en poder de ladrones o bandidos. Las Constituciones Apostólicas establecen: «Todo el dinero que podáis reunir de vuestro trabajo honrado, destinadlo a la redención de los santos, comprando la libertad de esclavos, cautivos o prisioneros, personas maltratadas o condenadas por los tiranos.» Cuando los ladrones de Numidia se llevaron a sus amigos cristianos, la iglesia de Cartago reunió una cantidad entonces astronómica para rescatarlos, y prometió más. Hasta se daba el caso de cristianos que se vendían a sí mismos como esclavos para que se reuniera el dinero necesario para el rescate de sus amigos.
Estaban preparados hasta a pagar para poderse introducir en la cárcel. Los cristianos se hicieron tan notorios por su ayuda a los presos que, al principio del siglo IV, el emperador Licinio publicó una nueva ley según la cual «nadie podía mostrar amabilidad a los condenados a prisión llevándoles comida, ni tener compasión de los que estaban muriéndose de hambre en la cárcel.» Y se añadía que, a los que descubrieran haciéndolo, se los condenaría a sufrir la misma condena que los que trataban de ayudar.
  En los  primeros tiempos, ningún cristiano que sufriera por su fe se vería abandonado u olvidado por sus hermanos.
    Cuando Plinio, el gobernador de Bitinia, examinaba a los cristianos e informaba al emperador Trajano, tenía que admitir, aunque estaba buscando razones para condenarlos, que en sus reuniones en el día de su Señor, "se comprometen bajo juramento, no a cometer ningún crimen, sino a no cometer robos ni hurtos ni adulterios, ni faltar a su palabra o negarse a devolver un depósito cuando se les reclama.» En los primeros tiempos, los cristianos presentaban al mundo tal ejemplo de pureza que hasta sus críticos o sus enemigos no podían por menos de admirar.
  Está el contentamiento. El cristiano tenía que mantenerse libre del amor al dinero. Tenía que estar contento con lo que tuviera; ¿y cómo no estarlo si tenía la constante presencia de Dios? Hebreos cita dos grandes pasajes del Antiguo Testamento  Jos_1:5  y  Sal_118:6  para mostrar que el hombre de Dios no necesita nada más porque tiene siempre consigo la presencia y la ayuda de Dios. Nada que se le pudiera dar sería mayor riqueza.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

jueves, 15 de noviembre de 2018

15 Noviembre: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.


   

  Hebreos 11; 24-26

   Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón  
   escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,   teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.
La fe del mismo Moisés, un ejemplo de su fe en la conquista del mundo:
(1.) Se negó a ser llamado el hijo de la hija de Faraón, De quién fue el fundador, y también de sus caricias; ella lo había adoptado para su hijo, y él lo rechazó. Observaemos cuán grande era la tentación de Moisés. Se dice que la hija de Faraón fue su única hija, y que ella misma no tuvo hijos; y habiendo encontrado a Moisés, y salvándolo como lo hizo ella, resolvió tomarlo y criarlo como a su hijo; y por eso se mantuvo justo para ser el rey de Egipto en el tiempo, y de ese modo podría haber sido útil para Israel. Le debía su vida a esta princesa; y rechazar tal amabilidad de ella no solo le parecería una ingratitud, sino un descuido de la Providencia, que parecía intentar su avance y la ventaja de sus hermanos.   Qué glorioso fue el triunfo de su fe en una prueba tan grande. Se negó a ser llamado hijo de la hija de Faraón para que no subestime el verdadero honor de ser un hijo de Abraham, el padre de los fieles; se negó a ser llamado hijo de la hija de Faraón por temor a renunciar a su religión así como a su relación con Israel; y no cabe duda de que debió haber hecho ambas cosas si hubiera aceptado este honor; por lo tanto, noblemente lo rechazó.
(2.) Eligió más bien sufrir la aflicción con el pueblo de Dios que disfrutar los placeres del pecado por una temporada. Él estaba dispuesto a tomar su suerte con el pueblo de Dios aquí, aunque era una gran cantidad de sufrimiento, para poder tener su porción con ellos en el futuro, en lugar de disfrutar de todos los placeres pecaminosos y sensuales de la corte de Faraón, que no serían más que por un momento. Temporal y luego sería castigado con la miseria eterna. Aquí, actuó racional y religiosamente, y venció la tentación del placer mundano, como lo había hecho antes, a la preferencia mundana.    
 Los placeres del pecado son y serán cortos; deben terminar en un rápido arrepentimiento o en una rápida ruina. Los placeres de este mundo, y especialmente los de una corte, son con demasiada frecuencia los placeres del pecado; y siempre lo son cuando no podemos disfrutarlos sin abandonar a Dios y a su pueblo. Un verdadero creyente los despreciará cuando se ofrezcan en tales términos.  El sufrimiento debe ser elegido en lugar de pecado, hay más maldad en el pecado que no puede haber en el sufrimiento más grande. Alivia grandemente el mal del sufrimiento cuando sufrimos con el pueblo de Dios, nos embarcamos en el mismo interés y nos animamos por el mismo Espíritu. (3.) Los reproches de Cristo son mayores riquezas que los tesoros de Egipto,
       Cuando nuestro instinto de pelea dice: "¡Adelante!», hay que ser grande y valiente para esperar. Es humano el temer perder la oportunidad; pero es grande esperar el momento de Dios -¡hasta cuando parece que es desaprovechar la oportunidad!

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

lunes, 12 de noviembre de 2018

12 Noviembre: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.




Salmo 90; 13-14
Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus siervos.
De mañana sácianos de tu misericordia, Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.
   
El salmista no apela a ninguna justicia propia, reconoce que necesita la misericordia de Dios. Pero sabe que cuando se manifieste la obra de Dios en tus siervos el resultado será gozo, firmeza y el establecimiento de la obra de nuestras manos.

Aunque mucho del Salmo tiene tono triste, empieza y termina con confianza en Dios. Se destaca el contraste entre la eternidad de Dios y lo pasajero del hombre. Muy pocos han aprendido a “contar sus días”, y no se dan cuenta de lo efímero de su vida. Hoy pueden medir la distancia al sol y la luna y a las estrellas y la cantidad exacta de tiempo para que la luz llegue de ellas, pero no han aprendido a contar sus propios días. Aun si son literales las cifras de larga vida de los prediluvianos, ninguno vivió por mil años, que para Dios no es más significante que un día. Solamente Dios puede dar la sabiduría para contar, o evaluar, o juzgar, nuestros días; sólo Dios puede hacernos entender la realidad.

El propósito es que Dios tenga misericordia, que no olvide que el hombre es tan pasajero, que actúe ahora.

La Biblia no divide entre lo físico y lo espiritual como nosotros acostumbramos hacer. Lo espiritual, lo físico y lo emocional forman una totalidad. También la Biblia se mueve entre lo particular y lo general. Muchos salmos reconocen en particular que Israel sufre por su apostasía del pacto. Aquí, el salmista seguramente reconoce esto, pero lo relaciona con la situación universal del hombre bajo la ira de Dios. La situación del ser humano no es la que Dios quiso; la alienación de Dios, la caída en Génesis 3 cambió el rumbo de la humanidad. Toda la Biblia presenta el plan de Dios para restaurar a esta humanidad. En el proceso, el pueblo de Dios, redimido y separado por Dios para ministrar a los demás, reconoce que también participa en los sufrimientos de toda la humanidad.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

domingo, 11 de noviembre de 2018

11 Noviembre: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.




  Juan 13; 3-5
sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba,
   se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó.
   Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.

         Hay aún más en el trasfondo de este pasaje de lo que nos cuenta el propio Juan. Si volvemos al relato que nos hace Lucas de la última Cena, nos encontramos el detalle trágico: «Entonces los discípulos se pusieron a discutir a cuál de ellos había que considerar como el más importante» (Luc_22:24). Aun a la vista de la Cruz, los discípulos seguían discutiendo cuestiones de primacía y de prestigio. Creían que muy pronto Jesús iba a establecer un reino terrenal y ellos querían ser oficiales de alto rango. Por lo tanto, Jesús lavó los pies de los apóstoles para corregir sus conceptos falsos.
Puede que aquella discusión produjera la situación que hizo que Jesús actuara de esta manera. Las carreteras de Palestina no estaban ni empedradas ni limpias. En tiempo seco se hundían los pies en el polvo, y cuando llovía, en el barro. El calzado más corriente eran las sandalias, que apenas eran suelas que se sujetaban a los pies con correas. Poco protegían del polvo y el barro de las carreteras. Por esa razón, siempre había grandes tinajas de agua a la puerta de las casas; y allí estaba un siervo con una palangana y una toalla, dispuesto a lavarles los pies a los huéspedes a medida de entraban. Pero en la pequeña compañía de los amigos de Jesús no había siervos. Los deberes que los esclavos llevarían a cabo en círculos más acomodados, los compartirían entre sí, o los harían por turnos. Pero es posible que la noche de la última Cena se habían enzarzado en tal estado de competitividad que ninguno de ellos estaba dispuesto a hacerse responsable de que hubiera palanganas y toallas para que se lavara los pies la compañía al llegar; y Jesús remedió la omisión de la manera más sencilla.
Hizo lo que ninguno de los de Su compañía estaba dispuesto a hacer. Y después, les dijo: "Ya veis lo que he hecho. Decís que soy vuestro Maestro y vuestro Señor; y tenéis razón, porque lo soy; y, sin embargo, estoy dispuesto a hacer esto por vosotros. Seguro que no creéis que un discípulo merece más honores que su maestro, ni un servidor más que su señor. Está claro que si Yo hago esto, vosotros deberíais estar dispuestos a hacerlo también. Os he dado ejemplo de cómo debéis comportaros entre vosotros.»
Esto debería hacernos pensar. Muy a menudo, hasta en las iglesias, hay problemas porque a alguno no se le respeta el puesto.  Otro se cree el dueño de la iglesia, y actúa con soberbia. Con cierta frecuencia, hasta los dignatarios eclesiásticos se dan por ofendidos porque no se les otorgan las primacías a las que su puesto les da derecho. Aquí tenemos la lección de que no hay más que una clase de grandeza: la del servicio. El mundo está lleno de personas que se plantan en su dignidad cuando deberían estar de rodillas a los pies de sus hermanos. En todas las esferas de la vida lo que estropea el esquema de las cosas es el deseo de eminencia y la indisposición a tomar un puesto subordinado. A un jugador se le excluye un día del equipo, y ya se niega a jugar nunca más. A un policía que aspira a más se le pasa en un puesto al que creía tener más derecho que nadie, y se niega a aceptar otro puesto inferior. Un miembro del coro al que no se le deja cantar un solo, ya no quiere seguir cantando. En cualquier sociedad puede suceder que se olvide a alguien involuntariamente y, o explota de rabia, o se reconcome de rencor. Cuando estemos tentados a pensar en nuestra dignidad, o prestigio, o derechos, recordemos al Hijo de Dios con una toalla y una palangana, arrodillándose a los pies de sus discípulos para lavárselos.
Para ser realmente grande uno tiene que tener esta humildad regia que le hace tanto rey como servidor de la humanidad.   


¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!