} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 12/01/2017 - 01/01/2018

domingo, 31 de diciembre de 2017

31 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


  Gálatas 4; 4-6
Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió su Hijo, nacido de mujer, nacido súbdito de la ley,
para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.
Y por cuanto sois hijos, Dios envió el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones, el cual clama: Abba, Padre.

Por siglos los judíos se preguntaban cuándo vendría el Mesías, pero el tiempo de Dios fue perfecto.  .
La dispensación del evangelio es el último tiempo, la última dispensación. Desde el día de Pentecostés (Hechos_2:1-47) estamos viviendo en "los postreros días" (Hechos_2:16-17; Hebreos_1:1-2; 1Pedro_1:20; 1Juan_2:18).
Pablo afirma la Deidad de Cristo; al decir que Dios "envió a su Hijo" afirma su preexistencia (Juan_1:1-2). Afirma la humanidad de Cristo. Génesis_3:15, Cristo es la simiente de la mujer que vino para herir la serpiente en la cabeza. Era verdadero descendiente de Abraham  y de David (Romanos_1:3). Participó de nuestra naturaleza (Hebreos_2:14-16) para destruir al que tiene el imperio de la muerte y para librarnos del temor de la muerte. Fue circuncidado al octavo día (Lucas_2:21), y presentado en el templo (Lucas_2:22-24), asistía a la sinagoga y participaba en los estudios (Lucas_4:16), enseñaba a los judíos que deberían guardar toda la ley, aun los mandamientos más pequeños (Mateo_7:18-19; Mateo_23:3-4). Nació bajo la ley para tomar el lugar de los nacidos bajo la ley, sujetándose a sí mismo a la misma posición de ellos. Llevó el yugo insoportable de la ley (Hechos_15:10). "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición". El Padre adopta a los esclavos para que sean herederos por medio de la obra redentora de Jesucristo quien nos ha reconciliado con Dios (Efesios_2:12-13; Efesios_2:16). El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (Juan_15:26). Dios nos hace hijos suyos a través de Cristo y nos lo confirma a través del Espíritu.

Padre, en cualquier idioma (Romanos_8:15).  Solamente los hijos pueden decir Abba, Padre. Compárese Apocalipsis_14:3, "Y cantaban un cántico nuevo delante del trono... y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta mil que fueron redimidos de entre los de la tierra". Solamente los redimidos pueden cantar el cántico nuevo porque es un cántico de redención (¿cómo pueden cantar de la redención los que no han sido redimidos?)
Pablo dice que cuando los galátatas, e igualmente toda la humanidad, no eran más que niños, estaban bajo la tiranía de la Ley; entonces, cuando todo estuvo dispuesto, Cristo vino a liberar a la humanidad de esa tiranía. Así es que ahora las personas ya no son esclavas de la Ley; han llegado a ser hijos e hijas, y han llegado a poseer su herencia. La niñez que correspondía a la Ley había de pasar; la libertad de la humanidad ha llegado.
La prueba de que somos hijos se manifiesta en el clamor instintivo del corazón. El ser humano clama en su más profunda necesidad a Dios: " ¡Padre!» Pablo usa dos palabras:
"¡Abba! ¡Padre!» Abba es la palabra aramea para padre; o, más exactamente, papá. Debe de haber estado a menudo en labios de Jesús, y su sonido era tan sagrado para los que se lo oyeron pronunciar que lo transcribieron en Su lengua original. Este clamor instintivo del corazón humano, Pablo cree que es la expresión de la obra del Espíritu Santo. Si nuestros corazones claman así, sabemos que somos hijos, y que toda la herencia de la Gracia es nuestra.
Para Pablo, el que gobernara su vida por la esclavitud a la Ley era todavía un niño; el que había aprendido el camino de la Gracia había llegado a ser una persona madura en la fe cristiana.


1 Juan 3; 2
Muy amados, ahora somos hijos de Dios, y aun no es manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que si él apareciere (en nosotros), seremos semejantes a él, porque le veremos como él es.


Somos sus hijos ahora, a pesar de que el mundo no nos reconoce y que no nos ha sido manifestado exactamente lo que hemos de ser, o cómo, en la vida eterna. Dios no ha exhibido públicamente esta herencia de vida eterna (1Pedro_1:4).
Somos tanto hijos de Dios ahora como cuando Él venga y nos glorifique. Esta seguridad la tenemos en lugar de alguna exhibición de ello. De todos modos la manifestación será cuando Cristo venga la segunda vez.
            El estado presente de ser llamados hijos de Dios es una garantía de la gloria que será nuestra. 
Cuando Cristo aparezca en Su gloria, seremos como Él. Sin duda Juan tenía en mente el dicho de la antigua historia de la Creación de que el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios (Genesis_1:26). Ese era el propósito de Dios; y ese era el destino del hombre. No tenemos más que mirarnos al espejo para ver lo lejos que ha caído el hombre de ese destino. Pero Juan cree que en Cristo el hombre lo alcanzará por fin, y tendrá la imagen y la semejanza de Dios. Juan cree que solamente por medio de la obra de Cristo en el alma puede una persona llegar a la verdadera humanidad que Dios tenía previsto que alcanzara.

  Cuando Cristo aparezca, Le veremos y seremos como Él. La meta de todas las almas grandes ha sido siempre la visión de Dios. El fin de toda devoción es ver a Dios. Pero la visión beatífica no es para la satisfacción de la inteligencia; es para que lleguemos a ser como Él. Hay aquí una paradoja: no podemos llegar a ser como Dios a menos que Le veamos, y no podemos verle a menos que seamos puros de corazón, porque solamente los puros de corazón verán a Dios (Mateo_5:8). Para ver a Dios necesitamos la pureza que solamente Él puede dar. No hemos de pensar en esta visión de Dios como algo que solamente pueden disfrutar los grandes místicos. Existe en algún lugar la historia de un hombre pobre y sencillo que iba a menudo a orar en una catedral; siempre se ponía a orar de rodillas; pero alguien notó que, aunque estaba arrodillado en actitud de oración, nunca movía los labios ni parecía decir nada. Le preguntó qué estaba haciendo así de rodillas, y el hombre contestó: «Yo Le miro a Él, y Él me mira a mí." Esa es la visión de Dios en Cristo que puede tener al alma más sencilla; y el que mira suficientemente a Jesucristo llega a parecerse a Él.

Todavía debemos notar otra cosa. Juan está pensando aquí en términos de la Segunda Venida de Cristo. Puede ser que podamos pensar en los mismos términos; o puede ser que no podamos creer tan literalmente en la Venida de Cristo en gloria. Sea como fuere, vendrá para cada uno de nosotros el día cuando veamos a Cristo y contemplemos Su gloria. Aquí hay siempre un velo de sentido y tiempo, pero el día llegará cuando también el velo se rasgará. Esa es la esperanza cristiana, y la inefable perspectiva de la vida cristiana.



¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

sábado, 30 de diciembre de 2017

30 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


 2 Pedro 3; 9

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.


Podemos ver en este pasaje que el tiempo debe considerarse siempre como una oportunidad. Como Pedro lo veía, los años que Dios le dio al mundo fueron una nueva oportunidad para que las personas se arrepintieran y se volvieran a Él. Cada nuevo día es un don de la misericordia de Dios. Es una oportunidad para desarrollarnos; para prestar algún servicio a nuestros semejantes; para dar un paso que nos acerque más a Dios.
El punto de Pedro es que con el Señor no hay indiferencia en cuanto a la promesa. El Señor sí cumplirá su promesa, a pesar de la supuesta demora. El es paciente porque quiere dar tiempo para el arrepentimiento. ¡Es que nos ama!
Algunos dan una interpretación equivocada a la supuesta tardanza. Según el hombre considera el tiempo, Dios es lento. Dios pudo haber parecido muy lento para estos creyentes cuando afrontaban la persecución cada día y anhelaban ser librados. Pero Dios no es lento y no actúa de acuerdo con nuestra medición del tiempo (Salmos_90:4). Jesucristo está esperando que más pecadores se arrepientan y se vuelvan a Él. No debemos sentarnos a esperar el regreso de Cristo, sino vivir con la consigna de que el tiempo es corto y tenemos una tarea importante que realizar: predicar el Evangelio.
Tú que lees esto, debes estar listo para encontrarte con Cristo en cualquier momento; sin embargo, planifica los pasos de tu servicio como si demorara varios años más en volver.

            ¿Quiénes son los "algunos" de esta frase?   Son los burladores; otros, los hermanos inquietados por ellos y quienes ahora no pueden dar una explicación de la demora considerada "larga" de la segunda venida de Cristo.
Dios esperó ciento veinte años entre la promesa y el diluvio (Génesis_6:3), pero siempre cumplió. Dios usa al tiempo para servir sus propósitos de gracia. Dios no quería ni siquiera que los gnósticos perecieran. Dándoles tiempo, Dios les mostraba su amor. La idea es que Dios quiere que el hombre pecador vaya al arrepentimiento

Dios permite que el hombre se arrepienta (Hechos_11:18); invita a todo pecador (Apocalipsis_22:17; Marcos_16:15-16). Pero el pecador tiene que moverse hacia el arrepentimiento; tiene que venir a Él, proceder a Él.   carácter misericordioso de Dios. Aunque la maldad humana reclama acción inmediata, Dios contiene su justa ira y retarda el día del juicio.
Lo que los hombres cuentan como tardanza, es paciencia, y es a favor de nosotros; es para dar más tiempo a su pueblo para que avance en conocimiento y piedad, y en el ejercicio de la fe y la paciencia, para que abunde en buenas obras, haciendo y sufriendo aquello para lo que son llamados, para que puedan dar gloria a Dios. Por tanto, pongamos en nuestros corazones que ciertamente seremos llamados a dar cuenta de todas las cosas hechas en el cuerpo, sean buenas o malas.
Pedro podría estar parafraseando: Que el andar humilde y diligente ante Dios y el juicio frecuente de vosotros mismos muestren vuestra firme fe en el juicio futuro, aunque muchos vivan como si absolutamente nunca tuvieran que rendir cuentas. El día llegará cuando los hombres estén seguros y no tengan la esperanza del día del Señor. Los majestuosos palacios y todas las cosas deseables que buscan los hombres mundanos, y en las cuales ponen su felicidad, serán quemadas; todas las clases de criaturas que Dios ha hecho y todas las obras de los hombres deben pasar por el fuego, que será fuego consumidor para todo lo que el pecado haya traído al mundo, aunque será fuego purificador para las obras de la mano de Dios. ¿Qué será de nosotros si ponemos nuestros afectos en esta tierra y la hacemos nuestra porción, aunque vemos que todas estas cosas serán quemadas? Por tanto, ¡asegurémonos de la felicidad más allá de este mundo visible!
Dios, dice Pablo, ha encerrado a todos juntos en la incredulidad para poder tener misericordia de todos (Romanos_11:32). Le dice a Timoteo en una frase estupenda que Dios quiere que todos los hombres se salven (Timoteo 2:4). Ezequiel oye preguntar a Dios: "¿Acaso quiero yo la muerte del impío, y no más bien que se vuelva de su camino y viva?" (Ezequiel_18:23).


 Isaías 55; 3

Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.


El pacto que hizo Dios con el rey David fue la promesa de una tierra permanente para los israelitas, donde no habría ninguna amenaza de naciones paganas, ni guerra (2Samuel_7:10-11). Pero Israel no cumplió con su parte del pacto de obedecer a Dios y permanecer apartados de los ídolos. Aun así, Dios estaba dispuesto a renovar su pacto una vez más. ¡Él es un Dios perdonador!
Nuestras necesidades son incontables y nada tenemos que las satisfaga; si Cristo y el cielo son nuestros, nos veremos por siempre endeudados a la libre gracia. Escuchad con diligencia; que se abata el corazón orgulloso; no sólo vaya, sino acepte la oferta de Dios. Toda la riqueza y el placer del mundo no darán consuelo y contento firmes al alma. No satisfacen ni siquiera los apetitos del cuerpo, porque todo es vanidad y aflicción. Que los desencantos con que nos topamos en el mundo nos ayuden a impulsarnos hacia Cristo y a buscar la satisfacción sólo en Él. Entonces, y no antes, encontraremos reposo para nuestra alma. Oíd y vivirá vuestra alma. ¡Con qué términos claros se nos ofrece la felicidad! -Por misericordias firmes a David tenemos que entender al Mesías. Todas sus misericordias son misericordias del pacto; son compradas por Él, son prometidas en Él y nos son dispensadas de su mano. No sabemos encontrar el camino a las aguas, pero Cristo es dado para ser Líder, Capitán, para mostrarnos qué hacer y capacitarnos para hacerlo. Nuestro misión es obedecerle y seguirle. Nadie puede ir al Padre sino por Él. Él es el Santo de Israel, fiel a todas sus promesas; Él ha prometido glorificar a Cristo dándoles a los gentiles por heredad. Extiende  la invitación a un plano totalmente personal, comprometiendo a la mente y a la voluntad y atrayendo a los oyentes al pacto, para participar en la misión universal del Mesías.


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

viernes, 29 de diciembre de 2017

29 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)



 1Juan 2; 15-17

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

       El mundo aquí referido es la esfera de maldad, y no la creación física, cosa declarada como buena por Dios mismo (Génesis_1:31), ni la humanidad que habita este globo (Juan_3:16). Es el mundo, o sociedad, sin Dios y contra Dios. Es el mundo que necesita salvación por estar perdido. Es el mundo de Juan_12:31; el presente siglo malo (Gálatas_1:4) y cuya apariencia se pasa 1Corintios_7:31. El cristiano no se identifica con esta esfera de maldad y por eso el mundo le aborrece (Juan_17:14-16). El que vence al maligno, es el que no ama al mundo. 
“El mundo” es término general, mientras que “las cosas” se refieren específicamente a lo que caracteriza a la esfera de maldad. Es posible estar libre de amor del mundo pero a la vez amar alguna de las muchas cosas del mundo Mateo_19:16-24. Estas “cosas” no son objetos materiales en sí, excepto en el sentido de servir éstas como instrumentos para seducir al hombre. Son las cosas que caracterizan a los que se oponen a Dios.

Tal persona no ama a Dios, o no tiene amor a Dios porque es imposible amar a Dios y al mundo al mismo tiempo. El amar a Dios y al mundo no pueden coexistir, como tampoco la luz y las tinieblas.
            Otros entienden así, en cuanto a la expresión “amor del Padre:” El amor que Dios tiene para con el hombre no es el principio de vida en el que ama al mundo. Este amor produce un amor correspondiente en el hombre, pero si el amor de Dios (para con el hombre) no dirige a la persona, ésta no responde con amor a Dios, sino ama al mundo. Amar al mundo evita que el amor de Dios resida en tal persona.

  “Los deseos de la carne”   los desordenados que emplean la carne para satisfacerse. El cuerpo físico en sí no es malo. Pero el hombre interior depravado emplea mal el cuerpo físico (Romanos_1:25-26), y por eso se llaman “de la carne”, o carnales, tales actividades.  . Los deseos de la carne se exhiben en las obras de la carne (Gálatas_5:19-21). La tentación levanta deseos desordenados en el hombre interior (en la mente, corazón, alma), los cuales se oponen a las leyes de Dios. El hombre interior depravado está rendido a la tentación. Tal persona es carnal, y no espiritual. “La carne,” pues, viene significando la sede del pecado.
 Los desordenados emplean la vista para satisfacerse. Se incluye en esto también cualquier obra de pintura, de escultura de imprenta; películas  o de exhibición que apela a la baja naturaleza animal por medio de la vista. El cine, la televisión e internet son tres instrumentos poderosos en nuestro tiempo que el diablo emplea para estimular en el hombre “los deseos de los ojos.”
  Es la falsa seguridad del hombre de que por su propia fuerza, e independiente de Dios y de los demás, puede sostenerse y alcanzar sus metas. A la vez menosprecia las leyes divinas y los derechos humanos. La jactancia y el orgullo se dejan ver aquí.  Santiago_4:16.
  Se hace referencia a la fuente de donde vienen estas cosas. Dios y el mundo son dos términos completamente opuestos. Son inflexibles, pues el uno no se rinde al otro. Entre ellos no puede haber reconciliación.
Eva fue tentada por estas tres “cosas del  mundo” (Génesis_3:6).
Este mundo y sus deseos son transitorios 1Corintios_7:31. Ya están en el proceso de pasar. No es nada sabio adherirnos a lo que es para pasar, a lo que ya está en el proceso de pasar, a lo que no tiene permanencia.
Con lo transitorio del mundo se compara aquí lo permanente del que hace la voluntad de Dios. “El que hace” más bien indica “el que sigue haciendo (según la gramática griega).  El hombre del “mundo” está destinado a la destrucción, mientras que el de Dios llegará a la felicidad eterna.
 ¿No es mejor dedicar nuestra vida a lo que dura por toda la eternidad, en lugar de a lo destinado a la destrucción?
1Timoteo 1; 15

Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.


La gente puede sentirse tan culpable por su pasado que podrían llegar a pensar que Dios jamás podría perdonarlos y aceptarlos. Pero considere el pasado de Pablo. El se había burlado de las enseñanzas de Jesús y persiguió y asesinó al pueblo de Dios ("perseguidor e injuriador") antes de llegar a Cristo por fe (Hechos_9:1-9). Dios perdonó a Pablo y lo usó poderosamente para su Reino. No importa cuán avergonzado estés por tu pasado, Dios puede perdonarte y usarte.

Aquí Pablo resume las buenas nuevas: Jesús vino al mundo para salvar pecadores, y ningún pecador está excluido de su poder salvador. (Lucas_5:32.) Jesús no vino meramente para mostrarnos cómo vivir una mejor vida o para desafiarnos a ser mejores personas. El vino para ofrecernos salvación que nos lleve a la vida eterna. ¿Has aceptado su ofrecimiento?

Pablo se llama a sí mismo el peor, o "el primero" de los pecadores. Consideramos a Pablo un gran héroe de la fe, pero él nunca se vio a sí mismo de esa manera porque se acordaba de su vida antes de conocer a Cristo. Mientras más comprendía la gracia de Dios, más consciente era de su propia pecaminosidad. La vida de cada cristiano debería estar marcada por humildad y gratitud. Nunca olvides que tú también eres un pecador salvado por gracia.

Aquellos que son más conscientes de su oposición previa a Dios generalmente se convierten en los más conspicuos voceros de toda su clemencia. Tales personas llegan a ser ejemplos de lo que Dios puede hacer. El Apóstol no pudo haberse dado cuenta del alcance cabal al cual la misericordia de Dios para con él guiaría a otros a la fe en Cristo, pero sí muestra un vistazo de ello. Fiel es esta palabra y aun es digna de toda aceptación, como un resumen conciso del principal tesoro del evangelio.

¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!







jueves, 28 de diciembre de 2017

LA PERSEVERANCIA DEL JUSTO



Habacuc  2; 2-4

Y el SEÑOR me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella.
Aunque la visión es aún para un tiempo señalado, mas al fin hablará, y no mentirá; aunque se tardare, espéralo, que sin duda vendrá; espéralo.
He aquí, se enorgullece aquel cuya alma no es derecha en él; mas el justo en su fe vivirá.



(Versión La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)


      Los profetas del Antiguo Testamento a menudo se comparan, mientras esperan con diligente paciencia las revelaciones de Jehová, a centinelas que sobre alguna elevación vigilan con ojo atento todo lo que viene al alcance de la vista. Eran los atalayas por excelencia. El puesto de atalaya” significa el retiro de toda el alma de lo terreno y su afianzamiento en las cosas celestiales. Habiendo concluido su interrogatorio, Habacuc se queda en guardia como un centinela a la espera de la respuesta de Dios. La fe de Habacuc en Dios se justifica cuando Dios responde a su perplejidad. Esto significa que Dios toma en consideración las preguntas honestas. Sin embargo, la revelación no es solamente para el consuelo de Habacuc, sino para todos los que finalmente sufren en manos de Babilonia. Las buenas nuevas de una liberación final deben ser publicadas de tal manera que sean claramente visibles a los que pasen.
Hablando Dios, no al oído exterior del profeta, sino interiormente. Cuando hayamos orado a Dios, deberemos observar qué respuestas da Dios, por su palabra, por su Espíritu, por sus providencias.
A Habacuc se le pide grabar su mensaje en tablas, el medio común de escritura en Babilonia. Las tablas estaban hechas de barro (que cuando era horneado se volvía como piedra), de marfil o de madera. Esas tablas serían recordatorios duraderos de que la palabra de Dios se cumpliría al fin.
Dios le manda escribir en caracteres grandes y legibles en tablas de madera de boj cubiertas de cera, sobre las cuales se grababan asuntos nacionales con una pluma de hierro, y después se colgaban a la vista del público, en casa del profeta mismo, o en el templo, para que los que pasaban las leyeran. De tal modo qué: “tan legible que cualquiera que la leyere corra para decir a cuantos le sea posible las buenas nuevas de la destrucción del enemigo y de la liberación de Judá.
“Corra,” es equivalente a anunciar la revelación divina (Jeremías_23:21); como cada uno que llega a informarse de un mensaje divino está obligado a correr, es decir, usar todos los recursos para hacerlo conocer a otros. Incluso internet, o las redes sociales. Toda la historia está en las manos de Dios, que la mueve inexorablemente hacia el día culminante del Señor. La fe en Dios lo empuja a uno a no irritarse por las tardanzas aparentes, porque son ilusorias. Las promesas de Dios ciertamente vendrán (2 Pedro. 3:3-9) en su propio tiempo.  

Señalando la causa por qué ésta debe ser puesta por escrito: porque su cumplimiento pertenece al futuro. Aunque el tiempo establecido por Dios para el cumplimiento es futuro, debiera bastar para vuestra fe el que Dios la haya hablado (Lamentaciones_3:26)
Los judíos incrédulos  cuya alma no es derecha, no son tenidos por rectos en los ojos de Dios; en antítesis a “vivirá.” Así en Hebreos_10:38, el cual con inspirada autoridad da el sentido general al caso particular que San Pablo tenía en vista: “Si alguno se retirare (el resultado de “enorgullecerse” con presuntuosa arrogancia) no agradará a mi alma.
El judío creyente, aunque la promesa tarde, la esperará; el incrédulo “se volverá atrás,” como expresa Hebreos_10:38. El sentido que concuerda mejor con el contexto es que el caldeo, aunque por un tiempo parece prosperar, con todo siendo ensalzado con arrogante incredulidad (Hebreos_1:11, Hebreos_1:16), no es derecho; eso es, no tiene recta estabilidad de alma que confíe en Dios, para asegurar la permanencia de la prosperidad; por tanto, aunque por un tiempo ejecute los juicios de Dios, al fin se “enorgullece” como para atribuir a su propio poder lo que es la obra de Dios, y en este sentido “se retira”, convirtiéndose así en un tipo de los apóstatas, que con eso incurren en el desagrado de Dios.  
El arrogante babilonio está envanecido de orgullo. Embriagado por el pillaje de la conquista y la rapacidad, insaciablemente codicioso, ha abandonado las normas comunes de la decencia y de la integridad moral. Se contrasta a los malvados y arrogantes babilonios con los justos y fieles entre el pueblo de Dios. Así mismo, la naturaleza transitoria y el carácter inestable de quien busca en sí mismo el sentido de la vida, frente a la estabilidad y la confianza que posee aquel que pone su vida en manos de Dios.
El Talmud judío afirma: «Moisés le dio a Israel 613 mandamientos. David los redujo a 10, Isaías a 2, pero Habacuc sólo a: El justo por su fe vivirá».
En contraste con el orgullo falso y perverso está el justo, uno que es recto. Sus hechos se conforman a la voluntad revelada de Dios y son un crédito para él y un modelo para el mundo. La palabra hebrea tiene un significado amplio, incluyendo la condición de ser justificado, vindicado ante Dios mismo (Isaías 53:11). El justo en Judá no solamente actuará rectamente; su justicia será reconocida por Dios.
La vida para el recto es dirigida por su fe, en agudo contraste con la codicia que controla al malvado. Esta palabra también tiene un uso muy amplio, desde la confianza en seres humanos (Éxodo 19:9) o confiar en Dios y en sus promesas (Génesis 15:6), hasta una confianza que motiva a uno a la obediencia, siendo responsable o fiel en su conducta (2 Reyes 12:15), aun hasta mostrar perseverancia en tiempos de prueba. Los dos últimos usos, los más comunes para esta palabra, se traducen mejor como “fidelidad”, y hasta “integridad”. Estos dos muestran una íntima correspondencia entre un compromiso y el verdaderamente llevar a cabo la acción.
Este es el primer paso al reino de Dios: la justificación a los ojos de Dios mediante la fe en el evangelio de su Hijo (Romanos 3:22; 5:1). Gálatas 3:11 contrasta la obediencia a Dios como un requisito legalista que no puede justificar a nadie de un compromiso fiel a él que resulta en el don inmerecido de la vida. Hebreos 10:38 presenta la fuerza del llamamiento a perseverar, viviendo en fiel obediencia a la voluntad de Dios en tiempos de prueba personal.


¡Maranata!

28 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)



 Isaías 61; 1
El espíritu del Señor DIOS es sobre mí, porque me ungió el SEÑOR; me envió a predicar a los abatidos, a atar las llagas de los quebrantados de corazón; a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;

(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)

Jesús citó este versículo y parte del 2 en la sinagoga de Nazaret (Lucas_4:18-19). Afirmó entonces que aquí se encontraba la esencia de su ministerio. Cuando leyó para el pueblo en la sinagoga, se detuvo en la mitad de 61.2 después de las palabras "a proclamar el año de la buena voluntad del Señor". Cerrando el libro, dijo: "Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros". El resto de 61.2, "y el día de venganza del Dios nuestro", se cumplirá un segundo después cuando Jesús se lleve a Su Iglesia en el arrebataminero. Ahora estamos bajo el favor de Dios, su ira aún no ha llegado. Nuestro Señor pudo citar este pasaje al comienzo de su carrera porque ya había aceptado, en su bautismo y tentación, el papel de Siervo sufriente, y con ello, la cruz. Estos son los “beneficios de su pasión”; sus milagros hablaron el mismo idioma.

Las figuras literarias que describen el efecto o consecuencias del ministerio del profeta, se convierten en hechos concretos en la persona y ministerio de Jesús. El profeta Isaías ha adquirido conciencia de su misión profética y se siente ungido por el Espíritu de Dios para anunciar las buenas nuevas de liberación a una comunidad sumida en la humillación y la desesperación de la pobreza (Nehemias_5:3), en la desilusión y desaliento o “quebranto de corazón” (Nehemías 5:1), de la esclavitud (Nehemías_5:5) y de la cárcel que constituye el perder la visión. La meta de su ministerio profético es hacer resurgir la vida en medio del duelo nacional. La ceniza, que es señal de duelo, va a ser reemplazada por una diadema de gloria. Va a haber aceite de regocijo y manto de alabanza.
Le toca anunciar a los pioneros judíos que han vuelto a Jerusalén que Dios bendecirá sus esfuerzos. Las ruinas se reconstruirán; sus hermanos volverán más numerosos de los países extranjeros; los que dudan o que están desanimados deben perseverar porque pronto llegará Dios a visitar a su pueblo.     
Los que venimos después de él nos preguntamos Si Cristo ha traído la salvación de Dios hace veinte siglos, ¿por qué tantos hombres están esperando todavía el anuncio feliz de su liberación?   Es que el Evangelio es una semilla y la Resurrección de Jesús no trae de inmediato la transformación del mundo. Si el pueblo judío tuvo quince siglos de búsqueda y de pruebas antes de que llegara su Salvador, ¿cómo los otros pueblos conseguirían la paz definitiva del Reino de Dios sin antes haber pasado por las grandes pruebas que preceden a la vuelta de Cristo? Ya es mucho que Él esté en medio de nosotros y su Espíritu, sobre nosotros.   Sanar, consolar, perfumes y coronas la venida de Dios hace brotar en nosotros las fuentes de la felicidad, la que nada tiene que ver con el miedo o el hastío, tan frecuentes en el corazón de las prácticas religiosas.

El profeta contrapone el año de gracia y el día de venganza. El primero será de favor para sus fieles, y el segundo, de castigo para los pecadores enemigos de Israel, y aun del mismo Israel.  Quizá haya en las palabras año y día una contraposición buscada por el autor para hacer ver que Dios siempre es más largo en perdonar que en castigar: la remisión dura un año, mientras que la venganza un solo día. Aunque quizá en la expresión día de venganza haya una influencia de la otra estereotipada, día del Señor de la literatura profética, que simboliza el juicio vengativo de Dios en la historia de Israel.
Este año de gracia y este día de venganza servirá para consolar a todos los tristes, es decir, los fieles abatidos de que hablaba antes, los cuales al ver, por un lado, la manifestación misericordiosa de Dios en ese año de gracia en favor de sus fieles, y la justicia de Dios en el día de la venganza, sentirán una íntima satisfacción, ya que Dios, al fin, salió por sus derechos conculcados, y el camino de la virtud queda públicamente restablecido.
Cristo iba a ser el Consolador y lo es; enviado a consolar a todos los que se lamentan y que lo buscan a Él, y no al mundo, como consuelo. Él hará todo esto por su pueblo para que abunden en frutos de justicia como ramas del plantío de Dios. La misericordia de Dios, la expiación de Cristo y el evangelio de gracia no son de provecho al autosuficiente y soberbio. Ellos deben ser humillados y guiados por el Espíritu Santo a conocer su propio carácter y necesidad, para ver y sentir su necesidad del Amigo y Salvador de los pecadores. Su doctrina contiene indudablemente la buena nueva para los que se humillan ante Dios.


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!

miércoles, 27 de diciembre de 2017

27 Diciembre LA BUENA SEMILLA (Meditación)


1 Juan 4; 8-10
El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo  unigénito al mundo, para que vivamos por él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

Juan no está definiendo la naturaleza de Dios en sí; no dice que el amor es Dios. Juan dice: "Dios es amor" no dice "Amar es Dios". Nuestro mundo, con su visión trivial y egoísta del amor, ha tergiversado esas palabras y ha contaminado nuestra comprensión del amor. El mundo piensa que amor es lo que nos hace sentir bien, y está dispuesto a sacrificar principios morales y los derechos de los demás a fin de obtener dicho "amor". Pero en realidad eso no es amor, sino todo lo contrario al amor; es egoísmo. Y Dios no es esa clase de "amor". El verdadero amor es como Dios: santo, justo y perfecto. Si de veras conocemos a Dios, debemos amar como El ama. Está afirmando que el amor tiene que caracterizar a los que son de Dios porque le caracteriza a Él, y se deriva de Él. Es por el amor como se conoce a Dios. No podemos ver a Dios, porque Dios es Espíritu; lo que sí podemos ver es Su efecto. No podemos ver el viento, pero podemos ver lo que hace. No podemos ver la electricidad, pero podemos ver los efectos que produce. El efecto de Dios es el amor. Es cuando Dios entra en una persona cuando la persona está revestida con el amor de Dios y el amor del hombre. Dios Se conoce por Su efecto en esa persona. Se ha dicho: «Un santo es una persona en quien Cristo vive otra vez.» Y la mejor demostración de Dios no viene de la discusión, sino de una vida de amor. Cuando llega el amor, el temor se tiene que marchar. El temor es la emoción característica de alguien que espera que le castiguen. Mientras veamos a Dios como el Juez, el Rey, el Legislador, no puede haber en nuestro corazón nada más que temor, porque ante un Dios así no podemos esperar nada más que el castigo. Pero una vez que conocemos la verdadera naturaleza de Dios, el amor absorbe el temor. El único temor que permanece es el temor de ofender Su amor por nosotros.
El que no ama (habitualmente) no puede ser del que es amor, no importando las reclamaciones ni declaraciones que haga.
Dios tiene muchos hijos pero Jesucristo es Su único Hijo. Jesucristo es el Hijo unigénito de Dios. Aunque todos los creyentes son hijos de Dios, solo Jesucristo vive en esa relación de unidad de Hijo. Este pasaje expone como falsos a todos los modernistas quienes niegan la deidad de Jesús, pues para ellos era puro hombre, nada más. Los gnósticos, al negar la deidad de Jesús y la eficacia de su muerte, negaban esta manifestación del amor de Dios.
Que Dios enviara a morir por el pecador al Unigénito, es la demostración suprema del amor.
Los gnósticos negaban la esencialidad de la muerte de Cristo. Ellos se gloriaban en la salvación por medio de su amado conocimiento (filosofía humana).
No manifestó Dios su amor en darnos a su Hijo porque primero le amáramos a él y por eso se moviera a amarnos a nosotros, sino porque primero nos amó a nosotros y manifestó este amor en el don de su Hijo. La consecuencia de este amor y el don de Dios es que se hace satisfacción (propiciación) por los pecados del que obedece al evangelio.
Dios envió a su Hijo a este mundo con el propósito de remediar nuestro estado perdido. Lo hizo porque nos amó (Juan_3:16). Esto lo propuso antes de amarle a él nosotros y cuando éramos completamente indignos de su amor (Romanos_5:8; Efesios_2:1-9). El cristiano vive por Él  porque le expió sus pecados que causan muerte (Romanos_6:23).
Nada pecaminoso ni perverso puede existir en la presencia de Dios. Él es absolutamente bueno. Él no puede pasar por alto, tolerar ni excusar el pecado como si no se hubiera cometido. Él nos ama, pero su amor no lo convierte en una persona de moralidad indiferente. Por lo tanto, si confiamos en Cristo, no tenemos que sufrir el castigo de nuestros pecados (1Pedro_2:24). Podemos ser absueltos (Romanos_5:18) por su sacrificio expiatorio.

¡Maranata!¡Sí, ven Señor Jesús!


martes, 26 de diciembre de 2017

LA HIGUERA ESTÉRIL



Lucas 13:6-9

Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.
Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?
El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone.
Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.

En las viñas de Palestina se suelen plantar también árboles frutales. Su cuidado, al igual que el de las cepas, está confiado al viñador que está al servicio del dueño de la viña. Las viñas eran lugar propicio y preferido para las higueras; por eso se explica que el propietario de la viña espere frutos de la higuera. Sin embargo, tres años había esperado en vano. Hay que arrancar el árbol que absorbe inútilmente los humores de la tierra. Sin embargo, el hortelano quiere hacer todavía una última tentativa bondadosa, a su árbol preferido quiere tratarlo con preferencia. Si esta última prueba resulta inútil, entonces se podrá arrancar ese árbol que no da fruto.

Aquí tenemos una parábola que irradia gracia, pero que está preñada de advertencias al mismo tiempo.
  La higuera estaba en una situación privilegiada. No era raro ver higueras y otros frutales en las viñas. La buena tierra escaseaba, y había que aprovecharla bien; la higuera de esta historia tenía buenas posibilidades, pero no las aprovechaba. Repetidamente, directa e indirectamente Jesús nos recuerda que se nos va a juzgar por las oportunidades que hayamos tenido.  


 Nunca ha habido una generación a la que se le confiara más que a la nuestra y, por tanto, será la que tenga que responder de más.
  La parábola nos enseña que la inutilidad invita al desastre. Se ha pretendido que todo el proceso de la evolución en este mundo consiste en producir cosas útiles, y que lo útil irá de fortaleza en fortaleza, mientras que lo inútil será eliminado. La pregunta más inquietante que se nos puede dirigir es: « ¿Para qué has servido tú en este mundo?»
¡Cuídate de las personas improductivas! Producen el efecto Titanic, en los que están cerca. Es decir, absorben y destruyen.
  Además, la parábola nos enseña que lo que no hace más que recibir no debe sobrevivir. La higuera estaba chupando la sustancia y esquilmando la tierra a su alrededor, y a cambio no producía nada. Ahí estaba su pecado. En última instancia no hay más que dos clases de personas en el mundo: los que sacan más de lo que aportan, y los que aportan más de lo que sacan.
En cierto sentido, todos estamos en deuda con la vida. Entramos gracias a que alguien arriesga su vida para dárnosla, y no habríamos podido sobrevivir a no ser por el cuidado de los que nos amaban. Hemos heredado una civilización cristiana y una libertad por las que otros dieron la vida. Tenemos la obligación de dejar las cosas mejor que las encontramos.
 Para cumplir ese compromiso tenemos que aportar a la vida por lo menos tanto como sacamos de ella.
La parábola nos presenta el evangelio de la segunda oportunidad. Es normal que la higuera tarde tres años en alcanzar la madurez, y si no da fruto entonces es probable que no lo dé nunca. Pero a esta higuera se le dio otra oportunidad. Podemos leer en Levítico 19; 23-25:
    Y cuando entréis en la tierra, y plantéis toda clase de árboles frutales, consideraréis como incircunciso lo primero de su fruto; tres años os será incircunciso; su fruto no se comerá.
Y el cuarto año todo su fruto será consagrado en alabanzas a Jehová.
Mas al quinto año comeréis el fruto de él, para que os haga crecer su fruto. Yo Jehová vuestro Dios.

El fruto no podía obtenerse de un árbol durante los tres primeros años; por lo tanto, este árbol presuntamente tenía seis. Así nosotros debemos recordar lo que dice Jesús en Juan 15; 1-6:
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.

Todos los textos "Yo soy" enfatizan la necesidad de estar en Cristo para tener la vida espiritual. En Cristo se realiza el propósito eterno de Dios. Jesús dice a sus apóstoles, "Yo os elegí a vosotros, os he puesto para que vayáis y llevéis fruto" Juan 15; 16.
Jesús suele darnos oportunidad tras oportunidad. Pedro y Marcos y Pablo nos darían encantados su testimonio. Dios es infinitamente amable con el que cae y se levanta otra vez.

  Pero la parábola también deja bien claro que hay una última oportunidad. Si desaprovechamos oportunidad tras oportunidad, si recibimos en vano la llamada y el desafío de Dios, llegará el día, no en que Dios nos cierre la puerta, sino en que nosotros mismos nos la cerremos a fuerza de no querer entrar. ¡Que Dios nos libre de esa condición!

A menudo en el Antiguo Testamento, un árbol con fruto simboliza la vida piadosa (Salmos_1:3 y Jeremías_17:7-8). Jesús subrayó lo que le sucedería a la otra clase de árbol, aquel que ocupó tiempo y espacio y no produjo nada para el paciente agricultor.

Esta era una manera de advertir a sus oyentes de que Dios no iba a tolerar para siempre esta infecundidad.  
Con razón se ha dicho que la misericordia es el atributo predilecto de Dios. El poder, la justicia, la pureza, la santidad, la sabiduría, la inmutabilidad, son  todos atributos de Dios y han sido manifestados al mundo de mil maneras diversas, tanto en sus obras como en su Palabra. Pero si hay un atributo que se  complazca en ejercer respecto al hombre más que otro, ese atributo es la misericordia.  La misericordia divina basada en la mediación del Salvador que estaba por venir, fue lo que hizo que Adán y Eva no fueran arrojados al infierno el día de su  caída. La misericordia ha sido el atributo por medio del cual Dios ha tolerado por tanto tiempo un mundo pecador y no ha descendido a castigarlo. Y es por  la misericordia divina que aún hoy día los pecadores viven tanto tiempo, y no son arrebatados cuando se encuentran entregados a la maldad. Nosotros no  tenemos, tal vez, ni la más mínima idea de cuantas bendiciones recibimos de la clemencia de Dios. El último día pondrá de manifiesto ante la humanidad  entera que todos son deudores a la misericordia de Dios y a la mediación de Cristo.  
El árbol es reconocido por su fruto (Mateo_7:16-20) El fruto de un cristiano es: ser pescador de hombres. No lo confundamos con el fruto que produce el Espíritu Santo:
 Gálatas 5:22-23  Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,  mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Podemos concluir  con una pregunta si habéis leído hasta aquí ¿Podríais señalar cual es el único indicativo del crecimiento espiritual de una congregación cristiana?
Vamos a ver cuántos se molestan en responder.


¡Maranata! ¡Sí, ven Señor Jesús!