} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 02/01/2014 - 03/01/2014

sábado, 1 de febrero de 2014

DISCIPLINADO POR DIOS (2ª PARTE)

Nuestros tres adversarios son: el diablo, el mundo y la carne (nuestra naturaleza). Como cristianos nuestra actitud hacia ellos puede expresarse en una sola palabra: RENUNCIAR.
No puede haber regateos, ni hacer concesiones, ni vacilaciones. La renuncia absoluta es el único camino para que el cristiano alcance la victoria final. Hay glorias nuevas para aquellos que ya han estado luchando contra las tentaciones. No se les pide que luchen solos.  La Biblia dice en Romanos 8:13:” Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.”
Recordemos  que Jesús prometió que nunca nos dejaría ni nos desampararía. Jesús nos aseguró, que al volver al Padre,  nos enviaría al Consolador, la Tercera  Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo para que estuviese con nosotros para siempre.
El Espíritu Santo es el Ser más poderoso hoy día en el mundo. La época del Antiguo Testamento  fue la de Dios, Padre. Durante el tiempo que estuvo Jesús en la tierra fue la época de Dios, Hijo. Desde Pentecostés, vivimos en la época de Dios, Espíritu Santo.
La Biblia dice que en el momento que recibiste a Cristo como tu Salvador, el Espíritu Santo comenzó a morar en tu  corazón. San Pablo advirtió que si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él.
Dirás:*pero no siento nada en mi corazón, no siento que el Espíritu de Dios more en mi*.
Olvida tus sensaciones. No eres salvo  por experimentar tus sensaciones y puedes muy bien sentir la presencia del Espíritu, o no. Acéptalo, por fe, como un hecho.
Ahora mismo vive en ti para exaltar y glorificar a Cristo para que puedas vivir una vida feliz, radiante, victoriosa, que honre a Cristo. La Biblia manda que seamos “llenos del Espíritu” Efesios  5:18. Si estás lleno del Espíritu, entonces manifestarás fruto del Espíritu que es Gálatas 5:22-23 “caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad,  fe, mansedumbre, templanza. El ser lleno del Espíritu no es una opción para ti y para mí. Es un imperativo, es un deber ineludible cuando has nacido de nuevo.
¿Cómo se sabe si uno está lleno del Espíritu Santo? ¿Y cómo se puede estar lleno? ¿Hay alguna experiencia emocional por la que haya de pasarse? No. Cuando estés enteramente purificado de todo pecado conocido, y en completa sumisión  Cristo, entonces puedes aceptar por fe el hecho de que estás lleno del Espíritu Santo. Eso significa que Él puede ser dueño de todo lo que hay en ti. Nada llenará tu corazón, sino Él. La consagración será completa, la rendición total, absoluta, incondicional e irrevocable.
La Biblia en  Romanos 12: 1-2 nos dice: “Así que hermanos, os ruego por la misericordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos  en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.  No os conforméis a este siglo, sino transformaros por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Únicamente el cristiano consagrado y lleno del Espíritu Santo puede alcanzar la victoria sobre el mundo, el demonio y la carne. El Espíritu es quien lucha en tu lugar. La Biblia nos enseña en Efesios 6:12 “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales”
Esta es una guerra espiritual. No puedes luchar contra esos tres enemigos con las armas usuales. En la medida en que seamos canales y permitamos que el Espíritu Santo luche utilizándonos, obtendremos la victoria completa.  La espada del Espíritu, la palabra de Dios vence al mayor de los enemigos. No retengas nada, sino entrega todo a Cristo. Déjale ser completamente el Señor y Maestro  de tu vida. ¡Ríndete! Permite que Dios cumpla su voluntad en tu vida.
Después de rendirte completamente  a Cristo en sinceridad de corazón, recuerda que Dios ha tomado en serio tu rendición. También en esto caminamos por fe. Tú acudiste a Él, y Él te recibió. Como resultado de esa vida totalmente entregada a Él disfrutarás de un valor y de una seguridad como jamás habías conocido. Todo temor habrá desaparecido; el valor y el arrojo sobrenaturales forjarán la decisión para tomar el partido por Jesús.
Si lees el Libro de los Hechos, verás que los apóstoles, llenos del Espíritu muchas veces usaron la palabra seguridad.
 No sólo tendrás confianza, sino también manifestarás el fruto del Espíritu. Y recuerda que estos frutos son del Espíritu. Tu mismo no puedes producirlos. Son frutos sobrenaturales que caracterizarán tu vida espontáneamente,  y se producen de manera sobrenatural.
Habrá amor. El gran mandamiento que Jesús nos dejó  Juan 15:12-13 “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.  Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. Amarás a tus prójimos, no teniendo en cuenta ni raza, ni credo, ni estatus social, ni filiación política, con un amor fraternal.
Habrá gozo. Una de las características del cristiano es su gozo interior. No importa cuáles sean las circunstancias, tendrás el corazón gozoso y el rostro radiante. Muchos cristianos andan con el rostro decaído y esto no glorifica a Dios. Al encontrarse con un cristiano, es fácil saber si es un cristiano victorioso, espiritual y rendido. El  verdadero cristiano debe estar radiante, capaz de iluminar y no de ensombrecer el ambiente en que vive. La Biblia en Nehemías 8:10 “ El gozo del Eterno es vuestra fortaleza”.
Habrá paz. San Pablo en 2ª Corintios 4:8-9 “Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;  perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos”.
Más frutos del Espíritu irán produciéndose, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza, que adornan la vida de aquellos verdaderamente consagrados al Señor, y llenos del Espíritu.
La victoria es tuya. ¡Echa manos de ella! Es la herencia que te corresponde por fe en Jesús. No tienes razón para permitir en tu vida una sola derrota. Puedes vivir gloriosamente. La vida puede ser una aventura magnífica, gloriosa y emocionante. Querrás disfrutar de cada minuto. Tal vez deplores el tener que acostarte temprano, bendecirás ciertamente el momento de levantarte, porque cada día nuevo, has de vivir para Cristo. Cada día será maravilloso lleno de momentos que pasar con Dios.

¡Vivirás lleno de conocimiento de que estás para siempre en seguridad con Jesús!

DISCIPLINADO POR DIOS


Cuando Dios educa a alguien, lo hace de una manera digna de ÉL y de su santo servicio. Dios no quiere un neófito para hacer su obra. El siervo de CRISTO debe aprender más de una lección; debe pasar por varios ejercicios y aprender muchas lecciones en secreto, antes de que sea aprobado y verdaderamente apto para entrar al servicio de Dios.
Nuestra naturaleza no gusta de este método; ella prefiere mejor  empezar desempeñando un papel importante que aprender en secreto en labores insignificantes para los hombres; desea más fácilmente ser el objeto de la admiración de los hombres que estar disciplinada bajo la mano de Dios. Pero es preciso que sigamos el camino de Dios, y no el nuestro. La naturaleza puede precipitarse en el campo de la acción, pero Dios no tiene nada que ver en ello; es necesario que lo humano sea quebrantado, consumido y puesto a un lado. El lugar de la muerte es el sitio que le corresponde. Si tú naturaleza humana quiere obrar, Dios, en su fidelidad y sabiduría perfectas, conducirá las cosas de tal manera que el resultado de esa actividad será su completa confusión. Dios sabe lo que debe hacerse con nuestra naturaleza, donde debe ser colocada y donde debe ser mantenida. Que Dios nos ayude para que podamos entrar más profundamente en sus pensamientos  respecto a nuestro “yo”, y todo cuanto con él se relaciona; así caeremos menos fácilmente en el error; nuestra vida será más fácil y normalmente más elevada, nuestro espíritu más tranquilo y nuestro servicio eficaz.
Cuando se espera en Dios, con Dios y para Dios, en la plena inteligencia de sus pensamientos en cuanto a los detalles de su obra, no hay necesidad de mirar aquí y allá.
Pero cuando seguimos nuestra naturaleza, dos  circunstancias se unen a ella, a saber: el temor de la ira del hombre, y la esperanza de obtener la aprobación del hombre. No obstante, el siervo de Dios, no debe preocuparse ni por la una ni por la otra. ¿Qué le importa la ira o la aprobación  de un pobre mortal a aquel que se halla investido de una misión divina, y que goza de la presencia de Dios? Para un tal siervo, estas cosas tienen menos importancia que la ligera capa de polvo que se pone sobre una balanza.
“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será  contigo donde quiera que fueses”  Josué 1:9
Colocado sobre esta terraza elevada, el siervo de Dios no mira aquí y allá, sino que obra según este consejo de sabiduría divina: “ Tus ojos miren lo recto, y tus párpados en derechura delante de ti” Proverbios 4:25.
La sabiduría divina nos conduce a mirar hacia arriba, y adelante.

Gracias a Dios en el nombre de mi Señor Jesucristo.