} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 07/01/2014 - 08/01/2014

jueves, 31 de julio de 2014

JUAN CAPÍTULO 5



 Por naturaleza todos somos impotentes en materias espirituales, ciegos, cojos y marchitos, pero la provisión plena para nuestra curación está hecha, si atendemos a ella. 
Un ángel bajaba y revolvía el agua, que curaba cualquier enfermedad, pero se beneficiaba sólo aquel que era el primero en entrar al agua. Esto nos enseña a ser cuidadosos para que no dejemos escapar una ocasión que no puede regresar.
El hombre había perdido el uso de sus extremidades hacía treinta y ocho años. ¿Nos quejaremos de una noche fatigosa, nosotros que, tal vez por muchos años, apenas hemos sabido lo que es estar enfermo por un día, cuando muchos otros, mejores que nosotros, apenas han sabido qué es estar bien un día? 
Cristo apartó a éste de los demás. Los que llevan mucho tiempo afligidos, pueden consolarse con que Dios lleva la cuenta del tiempo transcurrido. Véase que este hombre habla de la falta de amabilidad de los que lo rodean, sin reflejar enojo. Así como debemos ser agradecidos, también debemos ser pacientes. Nuestro Señor Jesús lo sana, aunque él no lo pidió ni lo pensó. Levántate y anda. La orden de Dios: Vuelve y vive; Hazte un nuevo corazón, no presupone en nosotros más poder sin la gracia de Dios, su gracia que distingue, de lo que esta orden supuso poder en el hombre incapacitado, fue por el poder de Cristo y Él debe tener toda la gloria. ¡Qué sorpresa gozosa para el pobre inválido hallarse repentinamente tan bien, tan fuerte, tan capaz de ayudarse a sí mismo! La prueba de la sanidad espiritual es que nos levantamos y caminamos. Si Cristo ha sanado nuestras dolencias espirituales, vamos donde nos mande y llevemos lo que Él nos imponga, y andemos delante de Él.

 Los aliviados del castigo del pecado corren el peligro de volver a pecar cuando se terminan el terror y la restricción, a menos que la gracia divina seque la fuente de su pecado. La miseria desde la cual son hechos íntegros los creyentes, nos advierte que no pequemos más, habiendo sentido el aguijón del pecado. Esta es la voz de cada providencia: Vete y no peques más. Cristo vio que era necesario dar esta advertencia, porque es frecuente que la gente prometa mucho cuando está enferma; y cuando están recién sanados, cumplen sólo algo, pero después de un tiempo, olvidan todo. Cristo habla de la ira venidera, la cual supera la comparación con las muchas horas, sí, con las semanas y años de dolor que tienen que sufrir algunos hombres impíos, como consecuencia de sus indulgencias ilícitas, y si tales aflicciones son severas, ¡cuán temible será el castigo eterno del impío!

 El poder divino del milagro demuestra que Jesús es el Hijo de Dios, y Él declara que obraba con su Padre, y como para Él, según le parece bien. Los antiguos enemigos de Cristo le entendieron y se pusieron aún más violentos, acusándolo no sólo de quebrantar el día de reposo, sino de blasfemar al llamar Padre a Dios, e igualarse con Dios. Sin embargo, todas las cosas estaban encomendadas al Hijo, ahora y en el juicio final, intencionalmente para que todos los hombres honren al Hijo, como honran al Padre, y todo aquel que no honre de este modo al Hijo, piense o pretenda lo que sea, no honra al Padre que lo envió.
 Nuestro Señor declara su autoridad y carácter como Mesías. Iba a llegar el tiempo en que los muertos oirían su voz como Hijo de Dios y vivirían. Nuestro Señor se refiere a que, por el poder de su Espíritu, primero levanta a una vida nueva a los que estaban muertos en pecado y, luego, levanta a los muertos desde sus sepulcros. El oficio de Juez de todos los hombres puede ser ejercido sólo por Quien tenga todo el conocimiento y el poder omnipotente. Creamos nosotros su testimonio, así, nuestra fe y esperanza serán en Dios y no entraremos en condenación. Que su voz llegue a los corazones de los que están muertos en pecado, para que puedan hacer las obras del arrepentimiento, y prepararse para el día solemne.
 Nuestro Señor regresa a su declaración del completo acuerdo entre el Padre y el Hijo, y se declara Hijo de Dios. Tenía un testimonio superior al de Juan, sus obras daban testimonio de todo lo que decía. Pero la palabra divina no tenía lugar permanente en sus corazones, porque ellos se negaban a creer en Él, a quien el Padre había enviado, según sus antiguas promesas. La voz de Dios, acompañada por el poder del Espíritu Santo, hecha eficaz para la conversión de los pecadores, aún proclama que éste es el Hijo amado en quien se complace el Padre. Pero no hay lugar para que la palabra de Dios permanezca en ellos cuando los corazones de los hombres están llenos de orgullo, ambición y amor al mundo.

 Los judíos consideraban que la vida eterna les era revelada en sus Escrituras, y que la tenían porque tenían la palabra de Dios en sus manos. Jesús les insta a escudriñar esas Escrituras con más diligencia y atención. “Escudriñáis las Escrituras” y hacéis bien en hacerlo. Indudablemente escudriñaban las Escrituras, pero con un enfoque en su propia gloria. Es posible que los hombres sean muy estudiosos de la letra de las Escrituras, pero estén ajenos a su poder. O “Escudriñad las Escrituras “y así se les habló de la naturaleza de la aplicación. Vosotros profesáis recibir y creer las Escrituras, dejad que os juzguen, lo que se nos dice precaviendo o mandando a todos los cristianos a escudriñar las Escrituras. No sólo leerlas y oírlas sino escudriñarlas, lo cual denota diligencia para examinarlas y estudiarlas.
Debemos escudriñar las Escrituras en busca del cielo como nuestro gran objetivo: Porque en ellas os parece que tenéis vida eterna. Debemos escudriñar las Escrituras en busca de Cristo, como el Camino nuevo y vivo, que conduce a este objetivo. Cristo agrega a este testimonio las reprensiones a la incredulidad e iniquidad de ellos, el rechazo de su persona y su doctrina. Además, les reprueba su falta de amor a Dios. Pero con Jesucristo hay vida para las pobres almas. Muchos que hacen una gran profesión de religión muestran, no obstante, que les falta el amor de Dios por su rechazo de Cristo y el desprecio a sus mandamientos.

El amor de Dios en nosotros, el amor que es principio vivo y activo en el corazón, es lo que Dios aceptará. Ellos desdeñaron y valoraron en poco a Cristo porque se admiraban y se supervaloraban a sí mismos. ¡Cómo pueden creer los que hacen su ídolo del elogio y aplauso de los hombres! Cuando Cristo y sus seguidores son hombres admirados, ¡cómo pueden creer aquellos cuya suprema ambición es dar un buen espectáculo carnal!

 Muchos de los que confían en alguna forma de doctrina o partido, no penetran más que los judíos en las de Moisés, el verdadero significado de las doctrinas, o de los puntos de vista de las personas cuyos nombres llevan. Escudriñemos las Escrituras y oremos sobre ellas, como intento de hallar vida eterna; observemos cómo Cristo es el gran tema de ellas y acudamos diariamente a Él en busca de la vida que otorga. Porque en la Palabra de Dios en la Biblia está el conocimiento, la sabiduría del cielo necesaria para entender cuál es la Voluntad de Dios Padre para cada uno de nosotros. Y así conociéndola, obedecer sin hacer preguntas ni siquiera sugerir nada, para caminar manteniendo la mirada en Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

JUAN CAPÍTULO 6 (III)





 Los líderes religiosos murmuraban porque no podían aceptar la declaración de divinidad de Jesús. Solo lo veían como el carpintero de Nazaret. Se negaron a creer que Jesús era el Hijo divino de Dios y no toleraban su mensaje.
Muchas personas rechazan a Cristo porque dicen que no creen que sea el Hijo de Dios. En realidad, lo que no pueden aceptar son las exigencias de lealtad y obediencia que les hace Cristo. De modo que para protegerse del mensaje, rechazan al mensajero.

  Dios, no el hombre, juega el papel más activo en la salvación. Cuando alguien decide creer en Jesucristo como Salvador, lo hace únicamente respondiendo al mover del Espíritu Santo de Dios. El pone en nosotros la inquietud, nosotros decidimos si creer o no. Nadie puede creer en Jesús sin la ayuda de Dios. Dios creó al hombre con libre albedrio, es decir, la única criatura de la Creación con libertad de elegir sus acciones, obedecer a Dios o desobedecer.

  Dios nos enseña mediante la Biblia,  para que a través de ella conozcamos con profundidad lo que Dios nos quiere decir, las narraciones y relatos son para que nos sirvan de ejemplo para nuestras experiencias y los pensamientos que nos da el Espíritu Santo y las relaciones con otros cristianos. ¿Somos receptivos a la enseñanza de Dios?
No creemos una sola vez, sino que seguimos creyendo cada vez que aprendemos cada día en la Palabra, madurando en la fe y confiando en Jesús.

  A menudo, los líderes religiosos le pedían a Jesús que les probara por qué era mejor que los profetas que habían tenido. Aquí Jesús se refiere al maná que Moisés dio a sus antepasados en el desierto. Este pan era físico y temporal. El pueblo lo comía y les daba el sustento de un día. Pero era necesario obtener más pan cada día y este no impedía que muriesen.
Jesús, que es mucho más grande que Moisés, se ofrece como pan espiritual del cielo que satisface plenamente y conduce a la vida eterna. Cuanto más nos alimentamos de su Pan, Su Palabra más ansiamos alimentarnos, no sacia el hambre de su conocimiento, necesitamos su alimento constantemente.

  ¿Cómo puede Jesús darnos su carne como pan para que comamos? Comer pan de vida significa aceptar a Cristo y unirnos a Él. Nos unimos a Cristo de dos formas: (1) al creer en su muerte (el sacrificio de su carne) y resurrección, y (2) al dedicarnos a vivir como El manda, dependiendo de sus enseñanzas para guiarnos y confiando en el Espíritu Santo para recibir poder.

  Este mensaje resultaba chocante: comer carne y beber sangre sonaba a canibalismo. La idea de beber cualquier sangre, con más razón la humana, resultaba repugnante para los líderes religiosos porque la Ley lo prohibía (Levítico_17:10-11 Si cualquier varón de la casa de Israel, o de los extranjeros que moran entre ellos, comiere alguna sangre, yo pondré mi rostro contra la persona que comiere sangre, y la cortaré de entre su pueblo.
   Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.). Por supuesto que Jesús no se refería a la sangre en forma literal. Lo que decía era que su vida debía convertirse en la de ellos. Pero ellos no podían aceptar este concepto. El apóstol Pablo más tarde usó la imagen del cuerpo y de la sangre al hablar de la cena del Señor (1Corintios_11:23-26 Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.).

  El Espíritu Santo da vida espiritual; sin la obra del Espíritu Santo ni siquiera podemos ver nuestra necesidad de vida nueva. Toda renovación espiritual empieza y acaba en Dios. El nos revela verdad, vive en nosotros y luego nos capacita para responder a esa verdad.
 ¿Por qué las palabras de Jesús hicieron que muchos de sus seguidores lo abandonasen? (1) Es posible que se hayan dado cuenta de que no sería el Mesías-Rey conquistador que esperaban. (2) Rehusó ceder ante sus exigencias egocéntricas. (3) Enfatizó la fe, no los hechos. (4) Sus enseñanzas eran difíciles de entender y algunas de sus palabras eran ofensivas.
Al crecer en nuestra fe, es posible que nos sintamos tentados a apartarnos porque las lecciones de Jesús son difíciles. ¿Reaccionamos  dándonos por vencidos, pasando por alto ciertas enseñanzas o rechazando a Cristo? En lugar de eso, pidamos a Dios que nos muestre el significado de sus enseñanzas y nos diga cómo aplicarlas a nuestra vida. Luego tengamos el valor de actuar en base a la verdad de Dios. Seamos consecuentes con nuestra fe.

  Para Jesús no existen términos medios. Cuando preguntó a sus discípulos si también se irían, les mostraba que podían tanto aceptarlo como rechazarlo. Jesús no intentaba rechazar a la gente con sus enseñanzas. Sencillamente decía la verdad. Cuanto más escuchaban las personas el verdadero mensaje de Jesús, más se dividían en dos bandos: los que buscaban con sinceridad porque deseaban entender más, y los que rechazaban a Jesús porque no les gustaba lo que oían, les confrontaba lo que escuchaban.

  Después que muchos de los seguidores lo abandonaron, Jesús preguntó a los doce discípulos si también lo dejarían. Pedro respondió: "¿A quién iremos?" En su estilo directo, Pedro respondió por todos nosotros: no hay otro camino. A pesar de que existen muchas filosofías y autoridades autoproclamadas, únicamente Jesús tiene palabras de vida eterna. La gente busca la vida eterna por todas partes y no ven a Cristo, la única fuente. Permanezcamos con Jesús, sobre todo cuando estemos confundidos o nos sintamos solos.

  Como respuesta al mensaje de Jesús, algunas personas se fueron; otros se quedaron y creyeron de verdad; y algunos, como Judas, se quedaron pero intentaron usar a Jesús para ganancia personal.
Muchas personas hoy en día se alejan de Cristo. Otros fingen seguir, asistiendo a la iglesia por una cuestión social, para recibir aprobación de familia y amigos, o relaciones de negocio. Pero en realidad solo hay dos respuestas posibles a Jesús: lo acepta o lo rechaza. ¿Cómo hemos respondido a Cristo? Para Dios sólo hay dos tipos de personas, los que creen en Su Hijo y los que lo rechazan.
Tú que lees esto, ¿Qué opinión tiene Dios de ti? Examínate.






JUAN CAPÍTULO 6 (II)




  De saber alguno dónde conseguir comida, ese hubiese sido Felipe, porque era de Betsaida, una aldea a unos catorce kilómetros y medio de distancia. Jesús probaba a Felipe a fin de fortalecer su fe. Al pedir una solución humana (sabiendo que no existía tal cosa), destacó el acto poderoso y milagroso que estaba a punto de realizar.

 Cuando Jesús preguntó a Felipe dónde comprar una enorme cantidad de pan, este empezó a calcular el costo probable. Jesús quería enseñarle que los recursos financieros no son los más importantes. Es posible que limitemos la obra de Dios en nosotros por suponer de antemano lo que es posible y lo que no.
¿Existe alguna tarea imposible que creemos que Dios no pueda hacer?
No permitamos que nuestra evaluación de lo irrealizable nos impida aceptar la tarea. Dios puede hacer algo milagroso; confiemos en Él en cuanto a la provisión de recursos.

  Se hace un contraste entre los discípulos y el niño que brindó lo que tenía. Contaban con más medios que el niño, pero como sabían que lo que tenían no era suficiente, no dieron nada. El niño entregó lo poco que tenía y eso fue lo que lo cambió todo. Si no ofrecemos nada a Dios, El no tendrá nada para usar. Pero puede tomar lo poco que tenemos y convertirlo en algo grande.

  Al efectuar sus milagros, Jesús por lo general prefería obrar a través de la gente. Aquí tomó lo que le ofrecía un niño y lo usó para llevar a cabo uno de los milagros más espectaculares narrados en los Evangelios. La edad no representa una barrera para Cristo. Nunca pensemos  que somos demasiado jóvenes ni demasiado viejos para serle útiles.

  Existe una lección en las sobras. Dios da en abundancia. Toma lo que podemos ofrecerle en cuanto a tiempo, habilidad o recursos y multiplica su eficacia más allá de nuestras expectativas más alocadas.
Si damos el primer paso poniéndonos a la disposición de Dios, este nos mostrará cuán grandemente puede utilizarlo para extender su reino.

  El mar de Galilea está 195 m por debajo del nivel del mar, tiene una profundidad de 45 m y está rodeado de colinas. Estas características físicas hacen que quede expuesto a tormentas repentinas con vientos que causan olas muy altas. Tales tormentas se esperaban en este lago, pero también eran atemorizantes. Cuando Jesús fue a sus discípulos durante una tormenta andando sobre el agua (a más de 5 km de la costa), les dijo que no temiesen.
 A menudo nos enfrentamos a tormentas espirituales y emocionales y nos sentimos sacudidos como un pequeño bote en un gran lago. A pesar de las circunstancias aterradoras, si confiamos nuestras vidas a Cristo para que las proteja, El nos dará paz en cualquier tormenta. Por experiencia puedo decir que así es.

 Los discípulos, atemorizados, quizás pensaron que veían un fantasma (Marcos_6:49 Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron). Pero si hubiesen recordado las cosas que habían visto hacer a Jesús, podrían haber aceptado este milagro. Tuvieron miedo. No esperaban que Jesús se apareciese y no estaban preparados para recibir su ayuda.
La fe es una actitud mental que nos hace esperar que Dios actúe. Cuando actuamos de acuerdo con esta expectativa, podemos vencer los temores.

  Jesús criticaba a las personas que lo seguían únicamente por los beneficios físicos y temporales en lugar de hacerlo para saciar su hambre espiritual.
Muchas personas utilizan la religión para obtener prestigio, consuelo, incluso votos políticos. Pero esos motivos son egoístas. Los verdaderos creyentes siguen a Jesús porque saben que El tiene la verdad y que su verdad es camino de vida. Ser cristiano es seguir a Cristo, no a una religión. Hoy, hay religiones que dicen ser cristianas, pero ninguna puede llamarse así, pues las religiones son la invención de los hombres para congratularse con Dios el Creador, por medio de sus obras, ritos, tradiciones sin contar para nada con Jesucristo el Hijo de Dios. Los que somos nacidos de nuevo podemos discernir espiritualmente la diferencia.

  Muchos que buscan sinceramente a Dios quedan perplejos en cuanto a lo que El desea que hagan. Las religiones del mundo representan los intentos de la humanidad en responder a esta pregunta. Pero la respuesta de Jesús es breve y sencilla: debemos creer en el que Dios ha enviado. Lo que agrada a Dios no surge del trabajo que hacemos, sino de ver en quién creemos. El primer paso es aceptar que Jesús es el que dice ser. Todo desarrollo espiritual se edifica sobre esta aseveración. Declare a Jesús: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (Mateo_16:16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente), y embárquemonos en una vida de fe que agrade a nuestro Creador.

  La gente come pan para saciar su hambre física y para mantener su vida física. Podemos saciar el hambre y mantener la vida espirituales únicamente mediante una adecuada relación con Jesucristo. Con razón decía que era el pan de vida. Pero el pan debe comerse para mantener la vida y a Cristo debe invitarse a entrar a nuestro diario andar para mantener la vida espiritual.

  Jesús no obraba independientemente de Dios el Padre, sino con Él. Esto debiera darnos mayor seguridad de ser aceptos en la presencia de Dios y protegidos por Él. El propósito de Jesús era hacer la voluntad de Dios, no satisfacer nuestros deseos humanos. Debiéramos tener el mismo propósito.

  Jesús dijo que no perdería una persona siquiera de las que el Padre le había dado. Así que cualquiera que se comprometa sinceramente a creer en Jesucristo como Salvador está seguro en la promesa de vida eterna que da Dios. Cristo no permitirá que Satanás venza a su pueblo y este pierda la salvación   Filipenses_1:6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;).

  Los que ponen su fe en Cristo resucitarán de la muerte física a la vida eterna con Dios cuando Cristo vuelva otra vez ( 1Corintios_15:52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados; 1Tesalonicenses_4:16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero).

  Cuando Juan dice judíos, se refiere a los líderes que eran hostiles a Jesús, no a los judíos en general. Juan mismo era judío, y también Jesús.