} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 04/01/2018 - 05/01/2018

lunes, 30 de abril de 2018

30 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



 Marcos 5; 36  Pero Jesús, oyendo lo que se hablaba, dijo  al oficial de la sinagoga: No temas, cree solamente.

Las palabras de los mensajeros de la casa de Jairo le trajeron tristeza. Pero Jesús los ignora y responde con palabras de consuelo. Dios es amor (1Jn_4:8).
A Dios no le falta poder, ¡ni sobre la muerte! Las noticias de esos medio creyentes, que implicaban que ahora nada se podía hacer, no presentaban ningún problema para el que es la Vida misma (Jn_14:6; 1Jn_1:1-2).
         Jairo había sido testigo del milagro que Jesús hizo a favor de la mujer con el flujo de sangre. Acaba de oír las noticias acerca de la muerte de su hija. Ahora que se le manda solamente creer, esto implica que él crea que Jesús tiene poder aun sobre la muerte. El poder milagroso de Dios no se limita a problemas físicos de esta vida.
         ¿Por qué “solamente creer”? Jairo no había visto casos de levantamientos de muertos; no sabía cómo podría Jesús ayudarle en este caso, ya que su hija acabó de morir. Pero tiene que tener fe en Jesús. Dado que no puede hacer otra cosa, ni otra cosa le es necesaria, se le manda que “solamente crea”. Nuestra fe en Dios no debe estar limitada por la muerte.
Jesús prometió a Jairo que su hija sería sanada con tal que él creyera (Luc_8:50).
         La fe de Jairo no fue pasiva (fe sola), sino activa. Había dejado su hija enferma para buscar a Jesús. Le encontró y se postró a sus pies para adorarle. Le rogó mucho que Jesús fuera a sanar a su hija. Pero ya no pudo hacer más, excepto ahora solamente seguir creyendo. No se le mandó a Jairo hacer algo solo, sino que ¡solamente siguiera haciendo lo que ya hacía!
La palabra creer lleva la idea de confiar en o dar veracidad a un mensaje o confiar en alguien. También estos significados se llevan al concepto de fe del N.T. con la expresión de creer que enfoca nuestra fe en Cristo. La fe o creencia puede ser dirigida a un sujeto equivocado o ser incompleta, involucrando solamente el intelecto y la emoción (Luc 8:13) sin rendir la voluntad. La fe salvadora verdadera incluye (1) una total seguridad en cuanto a la fidelidad de Dios y la verdad de su palabra, en particular la proclamación del N.T. concerniente a Jesús y a su obra (Heb_11:1) y (2) confiar en Dios por medio de Cristo que establece una relación personal de confianza y compromiso de toda la vida al objeto de la fe.

Juan 21; 22
Jesús le dijo(a Pedro): Si yo quiero que él (Juan) se quede hasta que yo venga, ¿a ti, qué? Tú, sígueme.

Este pasaje deja bien claro que Juan tiene que haber llegado a una notable ancianidad; tiene que haber vivido una vida tan larga que se corrió la voz entre los cristianos de entonces que iba a seguir vivo hasta la Segunda Venida de Cristo. Ahora bien: de la misma manera que el pasaje anterior asignaba a Pedro su lugar correspondiente en el plan de Dios, este se lo asigna a Juan. Su misión especial sería la de ser testigo de Cristo. También en su caso los cristianos de entonces harían sus comparaciones. Mencionarían que Pablo había llegado al fin de la Tierra; que Pedro iba por acá y por allá pastoreando a los creyentes; y entonces se preguntarían cuál era la misión especial de Juan, que llegó a tal ancianidad en Éfeso que ya no podía llevar a cabo ninguna actividad. Aquí está la respuesta: Puede que Pablo fuera el pionero de Cristo; Pedro, el pastor de Cristo; pero Juan era el testigo de Cristo, el que podía decir: «Yo he vivido estas cosas, y sé que son verdad.»
Hoy en día también la prueba definitiva del Cristianismo es la experiencia cristiana personal. Hoy también el cristiano es el que puede decir: «Yo conozco a Jesucristo, y sé que el Evangelio es verdad.»
Así que, en su final, este evangelio toma dos de las grandes figuras de la Iglesia, Pedro y Juan. A cada uno Jesús le asignó una misión. La de Pedro fue pastorear la grey de Cristo hasta dar su vida por Él. La de Juan fue ser testigo de la historia de Cristo, y alcanzar una bendita ancianidad para acabar muriendo en paz. Nada los hizo rivales en el honor y el prestigio, ni al uno superior al otro. Los dos fueron esclavos de Cristo.
Que cada cual sirva a Cristo donde Cristo le ha puesto. Como le dijo Jesús a Pedro: "La tarea que Yo le doy a otro no es cosa tuya. Lo tuyo es seguirme;» así nos lo dice a cada uno de nosotros. Nuestra gloria no depende de nuestra comparación con los demás, sino de servir a Cristo en la capacidad que Él nos ha asignado.

¡Maranata! ¡Ven pronto mi Señor Jesús!

domingo, 29 de abril de 2018

29 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.




 Proverbios 4; 20-22
Hijo mío, presta atención a mis palabras, inclina tu oído a mis razones;
   que no se aparten de tus ojos, guárdalas en medio de tu corazón.
   Porque son vida para los que las hallan, y salud para todo su cuerpo.

Esta amonestación de hacer caso a la sabiduría consiste de la motivación para prestar atención a la enseñanza. Estos tres versículos recuerdan a intervalos el llamado sobre la importancia de la verdad y la sabiduría. De nuevo un llamado a intensa atención lleva a la promesa de vida y salud. Eso introduce consejo respecto a guardar la persona total: corazón, habla, mirada y el andar. La persona interior debe ser recta, porque eso es la fuente de todo lo demás; pero la conducta exterior no queda librada sólo a surgir de aquella. Tenemos que dar atención a hablar, mirar y caminar rectamente.

El contenido del pasaje revela la profundidad y la totalidad del compromiso necesario para lograr el éxito en la vida espiritual.  Hacen referencia a mis palabras mis dichos. En él se subrayan los ojos y el corazón, que simbolizan la alta visibilidad y las prioridades de uno (ojos) y el centro de la voluntad humana y de donde se toman las decisiones vitales (corazón). Las enseñanzas del sabio han de estar siempre presentes.   La sabiduría afirma la vida del joven y a la vez muestra su poder para sanar el espíritu humano.
No se cansa de recomendar una y otra vez el estudio y aplicación a la sabiduría y de poner de relieve sus benéficos frutos. Quiere que su discípulo aplique a ella todos sus sentidos, que lleve sus consejos en su corazón. Pues son vida en el sentido material de salud y bendiciones terrestres; el influjo de una vida recta en la salud corporal es manifiesta, como el de ciertos vicios en enfermedades repugnantes. Y lo son también en el sentido de vida moral a que lleva su cumplimiento.
Para no incurrir en la senda de la iniquidad, el discípulo de la sabiduría ha de guardar ante todo su corazón, porque él es la fuente de la vida material y también moral. Por lo que a ésta se refiere, Jesucristo hizo el mejor comentario cuando enseñaba que “el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas, y el malo saca cosas malas de su mal tesoro”. De los sentimientos del corazón depende toda la conducta. Y como “de la abundancia del corazón habla la lengua”, la guarda de aquél facilita el buen gobierno de ésta; el sabio ha de detestar toda mentira y toda detracción y calumnia. Nada más opuesto a la sabiduría, compañera inseparable de la verdad. La Sabiduría encarnada se presentaría en los tiempos mesiánicos como la Verdad, y Pedro afirmaría que “en su boca no fue hallado engaño.”
También la vigilancia de los ojos es precisa a quienes no quieran incurrir en el mal. Son las ventanas del corazón, por las que éste puede entrar. El ser humano virtuoso ha de tener fija su mirada en el camino que le señalan los consejos de la sabiduría y nada debe distraérsela de él. Finalmente, los pies son los ejecutores de los deseos del corazón, los que llevan al mal o al bien. El hombre inteligente, antes de mover su pie, mira dónde pisa; el virtuoso, antes de obrar, ha de reflexionar sobre lo que va a hacer, consultando a la sabiduría, y seguir la senda que ésta le señale, sin desviarse de ella.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

sábado, 28 de abril de 2018

EL SECRETO DE PABLO, ¿LO CONOCES?




 Filipenses 1; 21: Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia

El propósito más importante del nacido de nuevo, por la gracia de Dios, es llevar las calamidades y tristezas de la vida bajo el dominio de Dios, y mostrarnos que los propósitos divinos son buenos.
Adondequiera que miro hoy en mi vida, ya sea cercana o lejana, veo la Soberanía de Dios encauzándola, enseñándome a conocerle a través de Su Hijo, para confiar y tener la seguridad en Él, en Sus promesas y pactos con sus hijos. Jesús nunca dijo que viviríamos en un camino de rosas, antes bien dijo que en este mundo tendríamos aflicción, pero también prometió estar con nosotros hasta el fin. Podrán quitarnos la vida pero no podrán hacernos daño, antes bien seremos más que vencedores. Como dice el Apóstol Pablo en Filipenses 1; 21 “Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia”. Para Pablo, Cristo había sido el principio de su vida, porque aquel día del camino de Damasco era como si su vida hubiera empezado totalmente de nuevo. Cristo había sido la continuación de su vida; no había habido nunca un día que Pablo no hubiera vivido en Su presencia, y en los más terribles momentos Cristo había estado con Él dándole ánimo Hech_18:9). Cristo era el fin de su vida, porque era a Su continua presencia adonde conducía para Pablo la vida. Cristo era la inspiración de su vida; era la dinámica de su vida. Cristo había sido el Que le había dado a Pablo la tarea de vivir, porque había sido Él el Que le había hecho apóstol y le había enviado a evangelizar a los gentiles. Había sido Cristo el Que le había dado la fuerza para vivir, porque era la gracia todo suficiente de Cristo la que había alcanzado su plenitud en la debilidad de Pablo. Para él, Cristo era la recompensa de la vida, porque la única recompensa que valía la pena para Pablo era una comunión más íntima con su Señor. Si Cristo hubiera de desaparecer de su vida, a Pablo no le quedaría nada.
Cristo es nuestra vida (Col_1:27). La meta de Pablo no era el honor humano, ni el placer, ni el oro. Cristo era su vida. Estaba entregado alma y cuerpo a Cristo. Por sus venas corría Cristo. El empeño de Pablo se puede comparar con la entrega del soldado que no "se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado" (2Ti_2:4). En cuanto al fervor de espíritu, Pablo se puede comparar con el político muy ambicioso de ganar cierto puesto, o con el atleta que, con tanto entusiasmo, corre con toda la energía que posee para ganar el premio corruptible (1Co_9:24-25). El ministerio de Pablo se puede comparar con los esfuerzos muy intensivos de los comerciantes que promueven sus negocios para enriquecerse. Como los hombres de este mundo se entregan totalmente a sus profesiones, carreras y pasiones, así Pablo se entregó totalmente a su ministerio. El mismo llamó su vida y ministerio una "batalla" y una "carrera" (2Ti_4:7).
Pablo dijo que la muerte es ganancia para el cristiano. Nosotros también debemos considerarla de esta manera. En un sentido somos prisioneros que desean la libertad; somos como enfermos que desean la salud; y como peregrinos que desean llegar a la "ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (Heb_11:10). La muerte es la puerta por la cual tenemos que pasar para realizar estos anhelos.
En estos momentos de mi vida he descubierto el secreto de Pablo, porqué nunca se quejaba, y se gozaba en Cristo en cualquiera que fuera su situación.
Esta es la fibra de la que están hechos los pioneros de Cristo en todas las épocas. No se trata de una actitud de resignación, sino primero de una afirmación gozosa de plenitud de vida en Cristo, desde la cual la muerte se ve con una perspectiva diferente, como una ganancia. Cabe preguntarse: ¿Qué clase de ganancia? ¿En qué sentido se estaría ganando algo? Si una persona ya está “en Cristo” y goza de las bendiciones de esa relación que da sentido a su vida, la muerte no significa el fin de esa relación sino más bien la entrada en la plenitud de la misma.

28 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



    Lucas 11; 9-10
Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
   Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

En este texto Jesús nos enseña cómo orar. Ahora insiste en que aprovechemos este gran privilegio. Jesús no dice "rezar", sino "pedid". Hay mucha diferencia entre el rezar y el orar. No hay virtud alguna en recitar o leer oraciones. Lo que agrada a Dios es el pedir, buscar y llamar. La ley de Cristo contiene enseñanzas bien difíciles para nosotros a menos que nuestro corazón esté completamente sumiso a la voluntad de Dios. Es necesario que haya cambio de corazón y de vida. ¿Cómo es posible hacer estos cambios? “Pedid... buscad... llamad". Debemos llevar todo problema a Dios en oración. Si estamos resueltos a hacer la voluntad de Dios, si estamos resueltos a cooperar con la oración (poner nuestra parte), y si comprendemos que urgentemente necesitamos de la ayuda de Dios, Él nos oirá.
Promete Jesús que todos los que piden recibirán incondicionalmente lo que piden? Desde luego que no, porque hay varios requisitos para que nuestra oración sea aceptable ante los ojos de Dios. Leamos  Hch_16:31, "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa".  El que pide y el que cree deben cumplir con los requisitos (mandamientos) de Dios.
Dios contesta nuestras oraciones en varias maneras: en primer lugar, tenemos la plena seguridad de que Él nos oye si estamos en comunión con El, y que Él nos ama y quiere ayudarnos y bendecirnos. No siempre concede lo que pedimos (2Co_12:8), pero siempre nos da lo que pedimos o algo mejor que lo que pedimos (lo que es espiritualmente mejor para nosotros).
Si no recibimos lo que pedimos, no es porque Dios es tacaño y nos lo niega, sino porque tiene algo mejor para nosotros. No hay tal cosa como una oración incontestada. La respuesta puede no ser la que queríamos o esperábamos; pero, aun cuando no se nos conceda lo que pedimos, la respuesta viene de la sabiduría y el amor de Dios.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

viernes, 27 de abril de 2018

27 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



   Salmo 78; 4-7
No lo ocultaremos a sus hijos, sino que contaremos a la generación venidera las alabanzas del SEÑOR, su poder y las maravillas que hizo.
   Porque El estableció un testimonio en Jacob, y puso una ley en Israel, la cual ordenó a nuestros padres que enseñaran a sus hijos;
   para que la generación venidera lo supiera, aun los hijos que habían de nacer; y éstos se levantaran y lo contaran a sus hijos,
   para que ellos pusieran su confianza en Dios, y no se olvidaran de las obras de Dios, sino que guardaran sus mandamientos;

Como hace Deuteronomio, el salmista enfatiza la gran necesidad de que cada generación enseñe a sus hijos lo que Dios ha hecho en su propia historia y lo que Dios quiere de cada uno. Es una responsabilidad que Dios encargó a cada uno. Los padres deben enseñar para que  sus hijos confíen en Dios, para que no olviden sus obras, para que guarden sus mandamientos y para que no caigan en los errores de sus padres.
 El salmista recuenta los grandes milagros que hizo Dios a favor de su pueblo en el éxodo y en el peregrinaje en el desierto. Los israelitas conocían bien la historia; habían mantenido vivas estas tradiciones. Reconocieron que Dios les salvó, les mantuvo y les formó su nación. La fe bíblica es una fe arraigada en hechos históricos, hechos de la acción de Dios en eventos históricos específicos.
Este Salmo de sabiduría presenta la historia de Israel como una parábola para vivir sabiamente. El sabio mira a la historia de Israel para advertir a la comunidad del pacto a que no sea como sus padres, incrédulos y rebeldes, que olvidaron los grandes hechos de Dios y así sufrieron el castigo divino; por el contrario debían ser como los padres espirituales y así participar en su reino eterno.
Fidelidad a Dios y obediencia a sus leyes están basadas en escuchar y recordar los hechos milagrosos y salvíficos de Dios. Por tanto, la infidelidad a Dios resulta cuando se olvida lo que Dios ha hecho en la historia.
Dios ordenó que sus leyes y estos hechos poderosos en la historia de Israel se trasmitieran de padres a hijos. Esto muestra el propósito y la importancia de la educación en la fe cristiana: ayudar a cada generación a obedecer a Dios y a depositar su esperanza en El. Es importante evitar que los niños repitan los mismos errores que sus antepasados. ¿Qué haces para trasmitir a la próxima generación la historia de la obra de Dios en el mundo?

Es muy importante que los padres conduzcan a sus hijos a la fe. Esta debe ser siempre la fuente primaria de la instrucción diaria. Esta historia había sido transmitida (Exo_12:14; Deu_6:20) para el honor de Dios, y para que los principios de su ley fuesen transmitidos y observados por la posteridad.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!


jueves, 26 de abril de 2018

TESTIMONIO DE LA SOBERANÍA DE DIOS


A estas alturas de la vida tengo la convicción de que el fin principal del ser humano cuando nace es conocer a Dios creador, glorificarlo y gozarse en Él todos los días de su vida. Todo lo creado manifiesta la existencia de Dios, y de Su Hijo por quien fueron creadas todas las cosas, y que el Espíritu Santo nos ilumina de forma progresiva para reconocer la Soberanía de Dios. Dicho de otro modo Dios tiene el control absoluto de lo que acontece en este mundo.
Ocurre que con nuestra mente tan limitada pretendemos conocer todo de Dios, y eso ni aun después en la eternidad lo lograremos.
Un ejemplo para entenderlo. Si echáis un puñado de arena en vuestra mano, ¿seríais capaces de contar cada grano de arena y determinar con exactitud la cantidad? 
¡Es imposible! ¿Verdad? Bien; pues ahora imaginad que un grano de esa arena, somos cada uno de nosotros. Un grano es minúsculo, casi no podemos ni atraparlo con nuestros dedos. Bien, ahora, para qué veáis o entendáis cuán lejos estamos de conocer en su totalidad a Dios, tratar de contar todos los granos de arena de todos los desiertos del mundo, de todas las playas del mundo, de todas las montañas y de todos los fondos marinos....Se escapa a nuestra comprensión ¿verdad?
Pues ese Dios, tan infinito que sabe cuántos granos de arena hay, controla la vida de esos insignificantes "granos de arena" que somos tu y yo.
Y en Su Soberanía actúa en los que son sus hijos con un propósito, glorificarle a Él por amor a Su Nombre.
Cuando un cristiano genuino vive para Cristo, para Dios está glorificando Su nombre.
Hace unas semanas una persona tenía que hacer una ecografía de la próstata. Acudió a la cita, y en la camilla, mientras la técnico en radiodiagnostico le mostraba el tamaño un poco mayor de lo normal, de la próstata, esa persona le hablaba de la maravillosa obra de Dios en el cuerpo humano, y de cómo Dios nos hizo a su imagen...la joven reflejó sorpresa en la mirada que le dirigió a esa persona tumbada en la camilla, que seguía diciendo "cuánto se humilló para hacerse hombre y morir en la cruz para pagar por nuestros pecados, y lo triste de que sea rechazado por tantos". Por un momento dejó de manipular el ecografo y preguntó ¿es usted cristiano? Y por respuesta escuchó "lo soy por la gracia de Dios". ¡Yo tambien soy cristiana! confesó. Es la primera vez que un paciente habla y confiesa a Cristo. Mire, le decía a esa persona, su próstata es un poco más grande de lo habitual, pero es normal para su edad. No veo nada anormal ni ningún signo que llame la atención. Podría dar por finalizada la exploración, pero permítame continuar unos minutos. Le dijo:  “Inspire y estire los brazos por detrás de su cabeza”. Después de echar un tipo de gel, continuó hacia ambos costados. Algo llamó su atención, que le indicó se pusiera de costado; primero derecho y después izquierdo.
Dejó sola por un momento a aquella persona y comenzó a teclear en el ordenador, donde apareció el historial y entre otras cosas un ecografía realizada a ambos costados, tras una caída, realizada en 2015 donde no aparecía nada anormal. Después de largos minutos, regresó y le dijo que aparecían en la exploración  un bulto sospechoso en el riñón izquierdo. Que iba a enviar al médico de cabecera los hallazgos para que solicitara un Urotac con contraste para determinar la naturaleza de aquello.
Durante casi una hora que duró la cita, quedó patente la Soberanía de Dios al encauzar todas las circunstancias para un propósito: glorificar, alabar y darle gracias a Dios, engrandecer Su Nombre por medio de sus hijos. 
Desde entonces, desde aquel encuentro que Dios orquestó para aquel determinado momento, el gozo y la paz interior de esa persona ha ido en aumento. Más si cabe al escuchar con emoción como ese tumor es maligno y está en una fase inicial. Cómo no se iba a emocionar y a llorar al experimentar los cuidados de un Dios tan grande que de preocupó de encauzar todos los momentos, todss las circunstancias y todos los tiempos para ser ensalzado por medio de criaturas torpes e imperfectas. Se emocionó al considerar que si no fuera por aquella hermana en la fe de Cristo que estaba en aquel momento y lugar haciendo una sustitución, le habría examinado otra persona que seguramente se habría limitado a examinar la próstata y punto. Habría cumplido con lo solicitado, y el tumor maligno de habría extendido afectando a los huesos, pulmón y cerebro.
¡Cómo no dar gracias a Dios! ¡Cómo no reconocer Su Soberanía, Su control absoluto sobre la vida de Sus hijos!
Saber que sus hijos estamos bajo las "alas de Dios" produce esa paz y gozo que los incrédulos no pueden entender.
Ojalá este testimonio, sea de bendición para muchas personas. 
No importa el nombre de esas personas, sino la actitud que los cristianos debemos mostrar en el mundo. Ser sal y luz, para que aquellos que vean nuestras vidas puedan decir que somos verdaderos seguidores de Cristo para darle gracias.
Estés donde estés, no seas un cristiano mediocre del montón. Entrégate con excelencia en tu trabajo como si lo hicieras para el Señor y, a su debido tiempo recogerás lo que siembras, aquí y en la patria celestial.

26 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



  1 Timoteo 3; 15
pero en caso que me tarde, te escribo para que sepas cómo debe conducirse uno en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y sostén de la verdad.

La mirada del Apóstol se hace más amplia. Las directrices que acaba de bosquejar (Mat_2:13, Mat_2:13) no van dirigidas sólo a Timoteo en Éfeso. Ante los ojos de Pablo está ahora toda la Iglesia del Asia Menor con todas sus comunidades; todas ellas han de tener en cuenta estas directrices disciplinares, dirigidas a la comunidad y a la Iglesia. Con una imagen que se usa muy a menudo en el Nuevo Testamento  se llama a la comunidad, a la Iglesia del Dios viviente, casa de Dios. Dios mismo, pues, que posee la plenitud de la vida y da la vida, habita en la comunidad. No está lejos de los cristianos, sino que «donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mat_18:20). ¡Qué consuelo, qué alegría para los cristianos, pero qué pesada responsabilidad también! El Dios santísimo que habita en la comunidad como en un templo, no tolerará que su casa sea profanada y destruida. «Al que destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; pues el templo de Dios es sagrado; y ese templo sois vosotros» (1Co_3:17)

1 Corintios 3; 11-13
Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo.
   Ahora bien, si sobre este fundamento alguno edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja,
   la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada; el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno.

El asunto de fundamento ya está establecido y nadie puede hacer cambio en él. Jesucristo (su persona divina, lo que ha hecho en su cruz, y toda su doctrina) es ese fundamento, el que Pablo puso.
         Cristo mismo dijo (Mat_16:17-18) que iba a edificar la iglesia sobre la roca “ésta”, que fue la confesión que Pedro acababa de hacer acerca del Cristo, y no sobre Pedro. (Según el texto griego, Cristo dijo: “Tú eres petros, y sobre esta petra edificaré mi iglesia”). Pedro, como el supuesto primer Papa de Roma, sería otro fundamento, y Pablo dice que otro no puede ser puesto.
         Si alguien edifica sobre otro fundamento (sobre otra persona, que tiene que ser humana, y sus doctrinas), lo que edifica no es “edificio de Dios”; no es la iglesia de Cristo, sino alguna iglesia humana. Si los conversos de los predicadores creen y practican lo que queda fuera de la doctrina de Cristo (2Jn_1:9), la doctrina apostólica (Hch_2:42), llegan a ser parte de algún edificio no de Dios.
En este lenguaje figurado que Pablo emplea, hay dos clases de materiales con que edifica sobre el fundamento. Los primeros tres (oro, plata, piedras preciosas, resisten el fuego; las otras tres, madera, heno, hojarasca, no lo resisten.
         Estas dos clases diferentes de materiales de construcción representan los conversos que el evangelista hace. Él tiene que tener mucho cuidado en su obra de construcción (predicación y enseñanza), pero no es responsable por la fidelidad de los conversos.

Es importante guardar el punto que aquí Pablo enfatiza, para no ir tras ideas extrañas. “La obra de cada uno se hará evidente. La frase siguiente dice por qué será hecha manifiesta la obra de cada persona que edifica encima del fundamento, Cristo Jesús.
         No entra en este contexto nada de la idea de purgar pecados de personas.
         La obra de cada evangelista y maestro de Biblia será hecha evidente, o manifiesta, porque el día la va a declarar. Nadie va a poder esconder la calidad de dicha obra. Será expuesta.
     En este pasaje, Pablo está hablando por experiencia. Estaba destinado a ir echando los cimientos para luego pasar a otro sitio. Es verdad que se quedó dieciocho meses en Corinto (Hech 18: I1) y tres años en Éfeso (Hech_20:31); pero puede que en Tesalónica no estuviera ni un mes, y esto era lo más corriente. Había tanto terreno que planificar, tantas personas que ni siquiera habían oído el nombre de Jesucristo que, si se iba a empezar en serio la evangelización del mundo, Pablo no podía más que echar los cimientos y pasar a otro sitio. Sólo cuando le metían preso se veía obligado a permanecer en un sitio su inquieto espíritu.
Dondequiera que iba, echaba el mismo cimiento: los Hechos referentes a Jesucristo y Su oferta de Salvación. Su tremenda labor consistía en presentar a Cristo a la gente, porque era en Él, y sólo en Él, donde se podían encontrar tres cosas:

(a) El perdón de los pecados pasados. Uno se encuentra en una nueva relación con Dios, y descubre de pronto que Dios es su amigo y no su enemigo; Que es como Jesús; donde antes creía ver odio, ahora ve amor, y el Que antes le parecía infinitamente remoto ahora ve como íntimamente tierno.
(b) Fuerza para el presente. En la presencia y ayuda de Jesús halla valor para arrostrar la vida, porque ha dejado de ser una unidad aislada peleando una batalla a solas con un universo adverso. Vive una vida en la que nada puede separarle del amor de Dios en Cristo Jesús su Señor. Transita los caminos de la vida y pelea sus batallas con Cristo.
(c) Esperanza para el porvenir. Ya no vive en un mundo en el que tiene miedo a mirar adelante, sino en uno en el que Dios está en control y haciendo que todo contribuya a su bien. Vive en un mundo en el que la muerte ya no es el fin, sino sólo el preludio de una gloria mayor. Sin el cimiento de Cristo no se puede tener ninguna de estas cosas.
Pero son otros los que tienen que construir sobre ese cimiento. Pablo no está hablando aquí de construir cosas malas, sino cosas inadecuadas. Uno puede presentar a sus semejantes una versión del Evangelio que es floja y aguada; algo unilateral, que hace mucho hincapié en ciertas cosas y demasiado poco en otras, sin el debido equilibrio; algo deformado, en lo que hasta las cosas más importantes aparecen alabeadas.
El Día al que se refiere Pablo es la Segunda Venida de Cristo. Entonces tendrá lugar la prueba definitiva. Lo erróneo e impropio se desvanecerá; pero, por la misericordia de Dios, hasta el constructor equivocado se salvará; porque, por lo menos, trató de hacer algo por Cristo. Pues nosotros, cuando hablamos de Cristo, debemos tener presente el hecho de que Cristo está escuchando. Tal convicción nos librará de muchos peligros y errores.

¡Maranata! ¡Ven pronto mi Señor Jesús!

miércoles, 25 de abril de 2018

25 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



 Efesios 5; 25
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella,

La mujer debe estar sujeta al marido como la iglesia está sujeta a Cristo, para que el marido ame a su esposa como Cristo amó a la iglesia. Y el marido debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia, para que su esposa se sujete a él como la iglesia está sujeta a Cristo.
         Cristo es el ejemplo de amor para el marido. ¡Qué modelo perfecto! ¿Quién puede imitar el amor de Cristo para su esposa, la iglesia (2Co_11:2)? Si el marido ama a su esposa como Cristo amó a la iglesia, estará dispuesto a hacer sacrificios por ella. Estará dispuesto a sufrir y aun a morir por ella. Esta clase de amor destruye el egoísmo. ¡Cuántos divorcios se evitarían si hubiera más amor tan sincero!
         Este amor del marido debe ser expresado en el afecto, en la simpatía, en el apoyo, en el consuelo, en la comprensión, en la paciencia, y sobre todo en la consideración. Debe vivir con ella sabiamente (1Pe_3:7). "Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas" (Col_3:19). La crueldad en la familia es algo inexplicable.
         El machismo indica un complejo de inferioridad, una inmadurez casi incalculable, y sobre todo una profunda ignorancia y falta de cultura. Muchos hombres son crueles ("ásperos") con sus esposas, porque se sienten frustrados en su trabajo o negocio, y buscan "víctimas". No se atreven a golpear al verdadero objeto de su enojo, pero quieren golpear a alguien. Por tanto, la esposa y los hijos llegan a ser sus víctimas.
         Este comportamiento no coincide en ningún sentido con la actitud de Cristo para con su iglesia. El "se entregó a sí mismo por ella", para demostrar su gran amor por ella.

Si te preguntas ¿Cómo debo conducirme con mi esposa? Mira a Cristo, el Esposo divino, en su relación con la Iglesia: la ama, se sacrifica por ella, está atento a sus intereses, la cuida; sé tan sensible a las necesidades de ella y a lo que la hace sufrir, como lo eres con los miembros de tu propio cuerpo.
A su vez, la esposa debe preguntarse: ¿Cómo debo conducirme con mi marido? Fíjate en la desposada escogida, la Iglesia, en su relación con Cristo; respétalo, reconoce que él está llamado a ser la «cabeza» de la familia, responde positivamente a su liderazgo, escúchale, encómialo, mantente unida en propósito y en voluntad con él; sé una ayuda verdadera (Gen_2:18).

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

martes, 24 de abril de 2018

24 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.


 Cantares 8: 7
Las muchas aguas no pueden extinguir el amor, ni los ríos lo anegarán; si el hombre diera todos los bienes de su casa por amor, de cierto lo menospreciarían.

El amor verdadero tiene unos celos que son un reflejo del celo de Dios (Exo. 20:5; 2 Cor. 11:2). Una esposa tiene todo derecho de estar celosa si su marido comienza a enre darse con otra mujer. Los celos hieren, y hieren mucho, y esa es la razón por la que pueden ser tan inconmovibles como el Seol. Además, el amor verdadero es tan inapagable como una llama de fuego. Como poderosa llama puede leerse “como la llama misma del Señor”. El amor verdadero tiene su origen en Dios, porque Dios es amor. Tanto amor tiene un poder sobrenatural que ningún esfuerzo humano puede extinguir. La humanidad trató de apagar tal amor en el Calvario, pero sus esfuerzos fueron fútiles. Las aguas del pecado, la muerte, el Seol, Satanás y toda la rebeldía de la humanidad no pueden apagar el amor de Cristo para el mundo. Finalmente, el amor verdadero no puede ser comprado. Aunque el precio ofrecido sea extremadamente elevado, el amor desprecia la compra. La invitación del evangelio es venir y comprar sin dinero (Isa. 55:1).
Las persecuciones (Hech_8:1) no pueden apagar el amor (Heb_10:34; Apoc_12:15-16). Las muchas provocaciones nuestras no pueden apagar el amor de él (Rom_8:33-39). Si diese el hombre … hacienda … menospreciaran—ninguna cosa que no sea Jesucristo mismo, ni tampoco el cielo sin él, puede satisfacer al santo (Fil_3:8). Satanás ofrece el mundo, como a Jesucristo (Mat_4:8), también al santo, en vano (1Jn_2:15-17; 1Jn_5:4). Nada sino nuestro amor, a la vez, puede satisfacerle a él (1Co_13:1-3).
Si amamos a Cristo, el temor de perder su amor o las tentaciones de abandonarlo serán sumamente penosas para nosotros. No hay agua que pueda sofocar el amor de Cristo por nosotros, ni anegación que lo ahogue. Que nada abata nuestro amor por Él. Ni la vida ni todos sus bienestares incitan al creyente para que deje de amar a Cristo. El amor de Cristo nos capacita para rechazar y vencer las tentaciones de las sonrisas del mundo, como asimismo de sus ceños fruncidos.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!


lunes, 23 de abril de 2018

23 Abril: Meditando la Palabra de Dios en la Biblia.



 Tito 3; 3-5
Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros.
   Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor hacia la humanidad,
   Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo,

La dinámica de la vida cristiana es doble.
Procede en primer lugar de la convicción del converso cristiano de no haber sido en el pasado en nada mejor que sus prójimos paganos. La bondad cristiana no le hace a uno orgulloso, sino agradecido. No mira a los demás con desprecio; dice, viendo a un ladrón, asesino o adultero de la actualidad " Ese, si no fuera por la gracia de Dios, sería yo.»
Procede de la convicción de lo que Dios ha hecho por la humanidad en Jesucristo. Tal vez no haya otro pasaje en el Nuevo Testamento que presente de una manera tan resumida, y sin embargo tan completa como este, la obra de Cristo por los hombres. Hay aquí siete Hechos sobresalientes acerca de esa obra.

(i) Jesús nos puso en una nueva relación con Dios. Hasta que Él vino, se creía que Dios era el Rey al Que todos temían, el Rey ante Quien todo el mundo se encogía de terror, el Potentado al Que solo se podía considerar con miedo. Jesús vino a decirles a los hombres que Dios es el Padre que tiene el corazón abierto y los brazos extendidos de amor. Vino a hablarles, no de la justicia que los perseguiría por siempre jamás, sino del amor que no los abandonaría nunca.

(ii) El amor y la gracia de Dios son dones que nadie podría ganarse nunca; solo se pueden aceptar con perfecta confianza y con un naciente amor. Dios les ofrece Su amor a los hombres solamente por la incalculable bondad de Su corazón, y el cristiano no piensa nunca en lo que ha ganado, sino en lo que Dios le ha dado. La clave de la vida cristiana debe ser siempre una gratitud admirada y humilde, nunca una orgullosa autosatisfacción. Todo el proceso se debe a dos grandes cualidades de Dios.
Es debido a Su bondad. La palabra original es jréstótés, que quiere decir benignidad. Quiere decir ese espíritu que, por pura bondad, está siempre dispuesto a dar todo lo que sea necesario. Jréstótés es la amabilidad que todo lo abarca y abraza, que se manifiesta no solo en un sentimiento cálido sino también en una actitud siempre generosa.
Es debido al amor de Dios a los hombres. La palabra original es filanthrópía, que se define como el amor al ser humano en cuanto tal. Los griegos apreciaban mucho esta hermosa palabra. La usaban refiriéndose a la amabilidad de un hombre bueno hacia sus semejantes, a la generosidad de un rey bueno hacia sus súbditos, a la activa compasión de un hombre caritativo hacia los que estaban en cualquier angustia, y especialmente a la compasión que movía a un hombre a redimir a un semejante que había caído cautivo.
Detrás de todo esto no hay mérito alguno por parte del hombre, sino solo la benigna amabilidad y el amor universal del corazón de Dios.

(iii) El amor y la gracia de Dios se transmiten a la humanidad por medio de la Iglesia. Nos llegan a través del Bautismo en el Espíritu. Esto no es decir que no puedan venir de otra manera, porque Dios no Se encuentra limitado por Sus ordenanzas; pero la puerta al amor y a la gracia siempre está abierta en Su Iglesia. Cuando pensamos en el Bautismo de los primeros días de la Iglesia debemos recordar que los que eran bautizados eran hombres y mujeres hechos y derechos que llegaban directamente del paganismo. Dejaban deliberadamente una forma de vida para asumir otra. Cuando Pablo escribe a la iglesia corintia dice: «Ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados» (1 Corintios 6: 11 ). En la carta a los Efesios les dice que Jesucristo tomó por Esposa a la Iglesia «para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la Palabra» (Efe_5:26). En el Bautismo venía el poder purificador, recreador, de Dios.
En relación con esto Pablo usa dos palabras.
Habla del nuevo nacimiento (palinguenesía). Aquí tenemos una palabra que tenía muchas asociaciones. Cuando se recibía un prosélito en la comunidad judía, después de ser bautizado se le trataba como si fuera un bebé. Era como si acabara de nacer otra vez, y la vida empezara para él de nuevo.  Lo importante es que cuando uno acepta a Cristo como Salvador y Señor, la verdadera vida empieza para él. Hay una calidad nueva en la vida que solo se puede expresar diciendo que se ha experimentado un nuevo y superior nacimiento.
Habla de una renovación. Es como si la vida estuviera desgastada; y, cuando una persona descubre a Cristo, tiene lugar un acto de renovación, que no se consuma en un momento de tiempo sino que se repite cada día.

(iv) El amor y la gracia de Dios se transmiten a la humanidad por medio de la Iglesia, porque en ella actúa todo el poder del Espíritu Santo. Toda la obra de la Iglesia, todas sus palabras, todas sus ordenanzas serían inoperantes si no fuera por el poder del Espíritu Santo. Por muy excelentemente que esté organizada una iglesia, por muy espléndidas que sean sus ceremonias, por muy hermosos que sean sus edificios, todo sería ineficaz sin ese poder. La lección está clara. El avivamiento no viene a la Iglesia de una creciente eficacia en la organización, sino de esperar en Dios. No es que la eficacia no sea necesaria; pero no hay eficacia que pueda insuflar vida en un cuerpo del que se ha apartado el Espíritu.

(v) El efecto de todo esto es triple. Trae el perdón de los pecados pasados. En Su misericordia, Dios no nos los tiene en cuenta. Una vez había un hombre lamentándole lúgubremente sus pecados a Agustín. " ¡Pero, hombre -le dijo Agustín-, deja ya de contemplar tus pecados, y pon tu mirada en Dios!» No es que uno no deba estar arrepentido de sus pecados toda su vida, sino que su mismo recuerdo debería moverle a maravillarse de la misericordia perdonadora de Dios en Cristo Jesús.

(vi) El efecto es también la vida presente. El Cristianismo no limita su oferta a las bendiciones del mundo venidero; ofrece a cada cual aquí y ahora una vida de una calidad que no había conocido antes. Cuando Cristo entra en la vida, empieza a vivir de veras por primera vez.

(vii) Por último, está la esperanza de cosas aún mayores. Los cristianos somos personas para las que lo mejor está todavía por venir; sabemos que, por muy maravillosa que sea la vida presente con Cristo, la vida venidera lo será incalculablemente más. Los cristianos conocemos la maravilla de que nuestros pecados han sido perdonados, la emoción de la vida presente con Cristo, y la esperanza de una vida más plena por venir.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!