} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 05/01/2021 - 06/01/2021

lunes, 31 de mayo de 2021

JESÚS ANUNCIA OTRA VEZ SU MUERTE Y RESURRECCIÓN

 

Mar 10:32  Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer:

Mar 10:33  He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;

Mar 10:34  y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.             

  

       Aquí tenemos un pasaje gráfico, tanto más gráfico cuanto es parco en palabras. Jesús y Sus hombres iban a entrar en la última escena. Jesús había decidido definitiva e irrevocablemente dirigirse a Jerusalén y a la Cruz. Marcos marca las etapas muy definidamente. Atrás quedó la retirada al Norte, al territorio en torno a Cesarea de Filipo. Luego había venido el viaje hacia el Sur, y la breve parada en Galilea. Después, el camino a Judasa, y el tiempo en las montañas y en Transjordania. Y ahora nos presenta la etapa final, el camino a Jerusalén.

Este pasaje nos dice algo acerca de Jesús.

(i) Nos presenta la soledad de Jesús. Iban recorriendo el camino, y El iba delante de Sus discípulos -solo. Y ellos estaban tan apesadumbrados y perplejos, tan sensibilizados por el ambiente de tragedia inminente, que tenían miedo de acercársele. Hay ciertas decisiones que una persona debe tomar a solas. Si Jesús hubiera tratado de compartir esta decisión con los Doce, su única aportación posible habría sido tratar de impedírselo. Hay ciertas cosas que uno ha de encarar a solas. Hay ciertas decisiones que se han de tomar, y ciertos caminos que se han de recorrer en la terrible soledad de la propia alma de la persona. Y sin embargo, en el sentido más profundo, hasta en estos momentos, o especialmente en estos momentos, uno no está totalmente solo, porque es cuando Dios está más cerca de él.

Aquí vemos la soledad esencial de Jesús, una soledad confortada por Dios.


(ii) Nos presenta el coraje de Jesús. Jesús les había predicho a Sus discípulos las cosas que habían de sucederle en Jerusalén; y, según nos cuenta Marcos estas advertencias, cada vez se hacían más abrumadoras y se les añadía algún detalle terrible más. La primera (Mar_8:31) fue un anuncio escueto. La segunda vez se presentaba la perspectiva de la traición (Mar_9:31). Y ahora, en la tercera, aparecen las burlas, las mofas y los azotes. Parecería que la escena se iba presentando cada vez más clara en la mente de Jesús conforme se iba adentrando en la conciencia del costo de la redención.

Hay dos clases de coraje. Está el coraje que es una especie de reacción instintiva, casi un acto reflejo: el valor de una persona que se enfrenta inesperadamente con una crisis frente a la que reacciona instintivamente con gallardía, sin tiempo apenas para pensar. Bastantes personas se han convertido en héroes en el albur y el ardor de un momento. También está el coraje del que ve el conflicto terrible que se le aproxima desde lejos, que tiene tiempo de sobra para retirarse y volverse atrás, que podría, si quisiera, evitar el conflicto, y que, sin embargo, sigue adelante. No hay duda cuál es el coraje superior -este consciente y deliberado encarar el futuro. Ese fue el coraje que mostró Jesús. Si no fuera posible otro veredicto superior, siempre sería verdad decir de Él que figura a la cabeza de los héroes del mundo.

 

(iii) Nos presenta el magnetismo personal de Jesús. Está claro que hasta aquel tiempo los discípulos no sabían lo que estaba pasando. Estaban seguros de que Jesús era el Mesías. Estaban igualmente seguros de que Él iba a morir. Para ellos estos dos Hechos no tenían sentido juntos. Estaban totalmente desconcertados, y sin embargo seguían a Jesús. Para ellos todo estaba oscuro, excepto una cosa: que amaban a Jesús y que, aunque quisieran, no Le podían dejar. Habían aprendido algo que pertenece a la misma esencia de la vida y de la fe: amaban tanto que estaban dispuestos a aceptar lo que no podían entender.

 

      Fijemos nuestra atención al leer este pasaje en la presciencia de nuestro Señor respecte a sus propios sufrimientos y a su muerte. Habla tranquila y  deliberadamente a sus discípulos de su pasión que tendría lugar en Jerusalén. Va describiendo una tras otra todas las principales circunstancias que  acompañarían su muerte. Nada reserva, nada oculta.

Marquemos esto bien. No hubo nada de involuntario ni imprevisto en la muerte de nuestro Señor. Fue resultado de su propia elección libre, determinada y  deliberada. Desde el principio de su ministerio terrenal, vio siempre ante sí la cruz, y se dirigió a ella mártir voluntario. Sabía que su muerte era la reparación  necesaria que debía hacerse para reconciliar al hombre con Dios. Él había pactado que su sangre seria el precio de esa reparación y a ello se había obligado.

Cuando llegó el tiempo señalado, como fiador fiel, cumplió su palabra, y murió por nuestros pecados en el Calvario.

A pesar de que este anuncio fue singularmente claro, Lucas (Luc_18:34) dice: “Pero ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se decía”. El sentido de las palabras ellos no podían sino entender, pero el significado de ellas en relación con el reino mesiánico no eran capaces de penetrar; pues toda la predicción era contraria a sus opiniones preconcebidas. Que ellos se hubieran aferrado tan tenazmente a la idea popular de que el Mesías no tenía que sufrir, puede sorprendernos; pero esto hace aún más importante su testimonio posterior en cuanto al Salvador sufriente y moribundo.

viernes, 28 de mayo de 2021

CRISTO NO QUEDA EN DEUDA CON NADIE

 

 

Mar 10:28  Entonces Pedro le dijo: "Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".

Mar 10:29  Jesús respondió: "Os aseguro que ninguno que haya dejado casa, hermanos o hermanas, padre o madre, esposa o hijos, o heredades, por causa de mí y del evangelio,

Mar 10:30  "dejará de recibir cien tantos ahora, en este tiempo, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y heredades, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.

Mar 10:31  "Pero muchos primeros serán últimos, y últimos, primeros". Tercer anuncio de la muerte y resurrección de Jesús

            

          Pedro había estado dándole vueltas a la cosa en su cabeza y, como le era característico, no podía callar la boca. Acababa de ver a un hombre rechazar el "¡Sígueme!» de Jesús. Acababa de oírle decir a Jesús que ese hombre, por su reacción, se había excluido del Reino de Dios. Pedro no podía por menos de trazar el contraste entre aquel hombre y él mismo y sus amigos. Al contrario de lo que había hecho aquel hombre, que había rehusado la invitación de Jesús a seguirle, él y sus amigos la habían aceptado; y Pedro, con esa casi silvestre sinceridad suya, quería saber lo que él y sus amigos iban a sacar. La respuesta de Jesús cae en tres secciones.

  Lo primero que debe fijar nuestra atención en estos versículos es la gloriosa promesa que en ellos se contiene. El Señor Jesús dice a sus discípulos, "En  verdad os digo, que no hay hombre que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o heredades, por amor mío y del  Evangelio, que no reciba centuplicado, ahora en este tiempo, casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y heredades, con persecuciones, y en el mundo  venidero la vida eterna...

Jesús dijo que nadie renunciará nunca a nada por causa de Él y de Su Buena Noticia que no lo recupere multiplicado por cien. Aquello fue un hecho repetido en las vidas de muchos de los primeros cristianos. La conversión al Cristianismo de un hombre le podía suponer la pérdida de hogar y amigos y parientes, pero su entrada en la Iglesia Cristiana le introducía en una familia mucho más amplia y numerosa unida por lazos espirituales.

Lo vemos hecho realidad en la vida de Pablo. Sin duda, cuando Pablo se hizo cristiano, le cerraron en la cara las puertas de su propia casa, y su familia le proscribió. Pero igualmente sin duda hubo ciudad tras ciudad, pueblo tras pueblo, aldea tras aldea en Europa y en Asia Menor donde él podía encontrar un hogar donde se le esperara y una familia en Cristo que le recibiera. Es curioso cómo usa los términos familiares. En Rom_16:13 , dice que la madre de Rufo había sido tan buena como una madre para él; en Filemón_1:10  habla de Onésimo como el hijo que le ha nacido en la cárcel.

Así sucedería con todos los cristianos en los primeros tiempos. Cuando su propia familia los excluía, entraban en la familia más amplia de Cristo.

Cuando Egerton Young predicó por primera vez el Evangelio a los amerindios de Saskatchewan, la idea de que Dios fuera Padre fascinaba a hombres que hasta entonces no habían pensado en Dios nada más que en relación con el trueno y el rayo y las tormentas. El viejo jefe le preguntó a Egerton Young: «¿Te he oído bien llamar a Dios "Padre nuestro"?» «Es verdad que lo he dicho» -le contestó el misionero. «¿Es Dios tu Padre?» -preguntó de nuevo el jefe. "Sí» -contestó Egerton. "Y -prosiguió el jefe-, ¿es Él también mi Padre?» "No te quepa la menor duda»- le contestó Young. De pronto se le iluminó el rostro al jefe, y extendió los brazos mientras decía como si hubiera hecho un descubrimiento maravilloso: " ¡Entonces, tú y yo somos hermanos!»

Una persona puede tener que sacrificar vínculos que le son muy queridos al convertirse a Cristo; pero entonces se convierte en miembro de una familia y de una fraternidad que abarca la Tierra y el Cielo.

Hay pocas promesas más extensas que ésta en la Palabra de Dios. De cierto que no hay ninguna que dé más ánimo para aceptar la vida actual. Contemplen  esta promesa todos los tímidos y flojos de corazón en el servicio de Cristo. Estudien bien esta promesa, y beban en ella su consuelo todos los que están  sufriendo trabajos y tribulaciones por causa de Cristo.

A todos los que se sacrifican por el Evangelio, Jesús promete resarcirles sus sacrificios " centuplicados, ahora en este tiempo. “No solamente tendrán perdón y  gloria en el mundo venidero, sino que aquí, en la tierra, tendrán esperanzas, y alegrías, y consuelos suficientes a compensar las pérdidas que hayan sufrido.

Encontrarán en la comunión de los santos, nuevos amigos, nuevos parientes, nuevos compañeros, más amantes, fieles y valiosos que los que tuvieron antes de  su conversión. El verse recibidos en la familia de Dios será abundante recompensa por la exclusión en que se encuentren de la sociedad de este mundo. Esto  podrá resonar en muchos oídos como algo increíble y sorprendente; pero muchos saben por experiencia que es verdad.

A todos los que se sacrifican por el Evangelio, Jesús promete "vida eterna en el mundo venidero." Jesús añadió dos cosas. La primera, añadió las sencillas palabras " y persecuciones.» Automáticamente, estas palabras sacan todo el tema del mundo del quid pro quo. Descartan la idea de una recompensa material por un sacrificio material. Nos dicen dos cosas. Nos presentan la absoluta honradez de Jesús. Él no ofrecía nunca gangas. Decía claramente que el ser cristiano es una cosa costosa. Jesús nunca usó el soborno para invitar a que Le siguieran, sino el desafío. Es como si dijera: " Puedes estar seguro de que recibirás Tu recompensa, pero tendrás que mostrarte lo suficientemente grande y gallardo para obtenerla.» La segunda cosa que Jesús añadió, fue la referencia al mundo venidero. Él nunca prometió que habría en este mundo de espacio y tiempo una especie de revisión final del ejercicio y cierre de cuentas. Jesús no llamaba a las personas a ganar las recompensas del tiempo. Las llamaba a ganar las bendiciones de la eternidad. Este no es el único mundo que Dios tiene para cumplir Sus compromisos.

Tan pronto como abandonen su tabernáculo terreno,  comenzarán una existencia gloriosa, y el día de la resurrección gozarán de honores y alegrías tales quo exceden la comprensión humana. Sus ligeras  aflicciones de unos pocos años terminarán en recompensas eternas. Sus combates y pesares mientras han estado en el cuerpo, se cambiarán en un reposo  perfecto y en una corona triunfal. Vivirán en un mundo en que no hay muerte, ni pecado, ni diablo, ni cuidados, ni lloros, ni separaciones, pues todas las cosas  antiguas habrán pasado. Dios lo ha dicho, y se verá que todo es verdad.

¿En dónde está el santo que se atreva a decir, oyendo estas gloriosas promesas, que no hay estímulos para servir a Cristo? ¿En dónde está el hombre o la mujer  que en la carrera del cristiano siente que sus manos empiezan a caer y sus rodillas a flaquear? Que mediten este pasaje y cobren nuevo valor. El tiempo es  corto; el fin es seguro; podrán sentirse pesados durante una noche, pero el gozo viene con la mañana. Confiemos pacientemente en el Señor.


 Lo que, en segundo lugar, reclama nuestra atención en estos versículos, es el solemne apercibimiento que contienen. El Señor Jesús veía la presunción secreta  de sus discípulos, y quiso cortar el vuelo a sus altos pensamientos con algunas palabras oportunas. "Muchos que son primeros serán últimos, y los últimos  primeros... Esta era en realidad una advertencia a Pedro. Puede ser que por entonces Pedro estuviera calculando su propia valía y su propia recompensa, y valorándolas bien alto. Lo que Jesús estaba diciendo era: " El baremo definitivo del juicio es el de Dios. Muchos puede que ocupen una buena posición en el juicio del mundo, pero el juicio de Dios trastocará el del mundo. Todavía más: muchos puede que se consideren muy importantes a su propio juicio, y descubran que la valoración que Dios hace de ellos es muy diferente.» Es una advertencia contra el orgullo. Es la advertencia de que los juicios definitivos son los de Dios, que es el único Que conoce la motivación de los corazones humanos. Es una advertencia de que el juicio del Cielo puede que trastrueque las dignidades de la Tierra.

¡Que verdad no encierran estas palabras aun aplicadas a los doce apóstoles! Entre los que oían a nuestro Señor se encontraba un hombre que por algún tiempo  pareció ser uno de los más preeminentes de los doce. Tenía a su cuidado el tesoro y guardaba lo que en él se ponía; y, sin embargo, ese hombre cayó y tuvo un  fin desastroso. Se llamaba Judas Iscariote. Por el contrario, entre los oyentes de nuestro Señor no se encontraba aquel día uno que en época posterior hizo más  por Cristo que todos los doce. Cuando nuestro Señor hablaba así era aún un joven fariseo, que se educaba a los pies de Gamaliel, y que por nada sentía tanto  celo como por la ley. Y, sin embargo, ese joven al fin fue convertido a la fe de Cristo, no se quedó atrás de los principales de los apóstoles, y trabajó más que  todos. Su nombre era Saulo. Con razón dijo nuestro Señor, "los primeros serán últimos, y los últimos primeros...

¡Que verdaderas son esas palabras, cuando las aplicamos a la historia de las iglesias cristianas! Hubo un tiempo que el Asia Menor, la Grecia, y el África  Septentrional estaban llenas de cristianos, mientras que la Inglaterra y la América eran países paganos. Dos mil años han producido un gran cambio.

Las iglesias de África y de Asia se han hundido en una ruina completa, al mismo tiempo que las iglesias de Inglaterra y de América están trabajando en  extender por el mundo el Evangelio. Con razón pudo decir nuestro Señor que "los primeros serán los últimos, y los últimos primeros...

¡Cuán verdaderas parecen estas palabras a los creyentes, cuando registran sus pasadas vidas y recuerdan todo lo que han visto desde el día de su conversión!  Cuantos empezaron a servir a Cristo en la misma época que ellos y al parecer marcharon bien por algún tiempo. ¿Pero en donde se encuentran ahora? El  mundo ha cautivado a unos; falsas doctrinas han extraviado a otros; un matrimonio malo ha echado a perder a un tercero; y pocos son los creyentes que no  puedan recordar muchos casos parecidos. Pocos son los que al fin no descubren que " los últimos son a menudo los primeros, y los primeros últimos.' Aprendamos a pedir en nuestras oraciones humildad al leer textos como este. No es bastante comenzar bien; debemos perseverar, y adelantar, y continuar en  nuestra buena conducta. No nos contentemos con las primeras flores de algunas pocas convicciones religiosas, de alegrías, pesares, esperanzas y temores.

Preciso es que produzcamos los buenos frutos de hábitos sentados, y arrepentimiento, fe y santidad. Feliz el que calcula el costo, y se decide, después de haber  empezado a marchar por la senda estrecha, á nunca separarse de ella apoyándose en la gracia de Dios.

Finalmente, fijemos nuestra atención al leer este pasaje en la presciencia de nuestro Señor respecte a sus propios sufrimientos y a su muerte. Habla tranquila y  deliberadamente a sus discípulos de su pasión que tendría lugar en Jerusalén. Va describiendo una tras otra todas las principales circunstancias que  acompañarían su muerte. Nada reserva, nada oculta.

Marquemos esto bien. No hubo nada de involuntario ni imprevisto en la muerte de nuestro Señor. Fue resultado de su propia elección libre, determinada y  deliberada. Desde el principio de su ministerio terrenal, vio siempre ante sí la cruz, y se dirigió a ella mártir voluntario. Sabía que su muerte era la reparación  necesaria que debía hacerse para reconciliar al hombre con Dios. Él había pactado que su sangre seria el precio de esa reparación y a ello se había obligado.

Cuando llegó el tiempo señalado, como fiador fiel, cumplió su palabra, y murió por nuestros pecados en el Calvario.

Bendigamos a Dios por el Evangelio que nos presenta tal Salvador, tan fiel a las condiciones del pacto, tan dispuesto a  sufrir, que con tan buena voluntad se sometiese por nosotros a ser tenido por pecador y por maldito. No dudemos que  Aquel que cumplió su promesa de sufrir, cumplirá también la de salvar a todos los que a Él se acerquen. No lo aceptemos  regocijados tan solo como nuestro Redentor y Abogado, sino que también pongamos con el mismo regocijo a su servicio  nuestras personas y todo lo que poseemos. En verdad que si Cristo murió con tanto gusto por nosotros poco es exigir de los  cristianos que vivan por El.

jueves, 27 de mayo de 2021

EL AMOR DE CRISTO A LOS PECADORES 2

  

Mar 10:24  Los discípulos se espantaron de sus palabras, pero Jesús les volvió a decir: "¡Hijos, cuán difícil es entrar en el reino de Dios [a los que confían en las riquezas]!

Mar 10:25  "Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que un rico entrar en el reino de Dios".

Mar 10:26  Ellos se espantaron aún más, y decían: "Entonces, ¿quién podrá ser salvo?"

Mar 10:27  Jesús los miró, y les dijo: "Para los hombres es imposible, para Dios, no. Para Dios todo es posible".  

           El joven aristócrata que no había aceptado el desafío de Jesús se había marchado triste, y sin duda Jesús y Sus discípulos le siguieron con la mirada hasta que se perdió en la distancia. Entonces Jesús Se volvió y miró a Su alrededor a Sus hombres. " ¡Qué difícil les es -les dijo- entrar en el Reino de Dios a los que tienen dinero!» La palabra que se usa para dinero es jrémata, que Aristóteles definía como " todas aquellas cosas cuyo valor se mide por el dinero.»

Tal vez nos preguntemos por qué este dicho sorprendió tanto a los discípulos. Dos veces se subraya su sorpresa. La razón era que Jesús estaba poniendo patas arriba los baremos judíos corrientes. La moralidad popular judía era bien sencilla. Se creía que la prosperidad era señal de que se era buena persona. Si uno era rico, era porque Dios le había honrado y bendecido. La riqueza era una prueba de la excelencia del carácter de la persona y del favor de Dios. El salmista lo resumía: " Joven fui y me he hecho viejo, y no he visto a ningún justo desamparado, ni a sus descendientes pidiendo limosna» (Salmo 37:25 ).

¡No nos sorprende que los discípulos se sorprendieran! Creerían que, cuanto más próspera fuera la vida de un hombre, tanto más seguro estaría de entrar en el Reino. Así es que Jesús repitió Su dicho de una manera ligeramente diferente para aclarar lo que quería decir: " ¡Qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que confían en el dinero!»

Nadie ha visto más claramente que Jesús los peligros de la prosperidad material. ¿Cuáles son esos peligros?


(i) Las posesiones materiales tienden a hacer que se apegue a este mundo el corazón del hombre. Tiene tantos intereses en él, está tan involucrado en él, que le es difícil dejar de pensar en él, y le es especialmente difícil salir de él. El doctor Johnson estaba una vez visitando un famoso castillo y sus maravillosos jardines. Después de verlo todo, se volvió a sus amigos y les dijo: «Estas son las cosas que le hacen a uno difícil morir.» El peligro de las posesiones es que fijan los pensamientos e intereses de la persona a este mundo.

 

(ii) Si el principal interés de la persona está en las cosas materiales, esto tiende a hacerle pensar en todo en términos de precio. La mujer de un pastor de ovejas de las montañas escribió a un periódico una carta sumamente interesante. Sus hijos se habían criado en la soledad de las montañas. Eran sencillos y naturales. Luego su marido consiguió un trabajo en el pueblo, y los niños se fueron introduciendo en la nueva vida. Cambiaron muy considerablemente -a peor. El último párrafo de su carta rezaba: " ¿Qué es preferible para la educación de un niño: la falta de cosas mundanas, pero con mejores modales y pensamientos sencillos y sinceros, o todo lo mundano, con el hábito de hoy en día de saber el precio de las cosas pero no su verdadero valor?» Como decía Antonio Machado: " Sólo un necio - confunde valor y precio.»

Si el interés principal de una persona está en las cosas materiales pensará en términos de precio y no en términos de valor; pensará en términos de lo que se puede conseguir con dinero. Y bien puede ser que olvide que hay cosas más valiosas en este mundo que el dinero, que hay cosas que no tienen precio, y que hay cosas preciosas que no se compran con dinero. Es fatal el empezar a pensar que todo lo que vale la pena tiene un precio en dinero.


(iii) Jesús habría dicho dos cosas de las posesiones materiales.

(a) Son la piedra de toque de una persona. Por cada cien personas que pueden soportar la adversidad no hay más que una que pueda soportar la prosperidad. La prosperidad puede hacer a una persona muy fácilmente arrogante, orgullosa, satisfecha de sí misma, mundana. Hay que ser una persona como Dios manda para soportarla dignamente.

(b) Es una responsabilidad. Una persona siempre será juzgada por dos baremos: Cómo obtuvo su riqueza, y cómo la usa. Cuanto más tenga, mayor será la responsabilidad que se le imponga. ¿Usará lo que tiene egoísta o generosamente? ¿Lo usará como si fuera el dueño indiscutible, o recordando que es Dios Quien se lo ha dejado en depósito?

La reacción de los discípulos fue que, si lo que Jesús estaba diciendo era cierto, era prácticamente imposible salvarse. Entonces Jesús resumió en pocas palabras toda la doctrina de la salvación. «Si -dijo- la salvación dependiera de los esfuerzos de una persona, sería imposible; pero la salvación es el don de Dios, y todas las cosas son posibles para Dios.» El que confía en sí mismo y en su riqueza nunca puede estar seguro de salvarse. El que confía en el poder salvador y en el amor redentor de Dios puede entrar gratis en la salvación. Este es el pensamiento que expresó Jesús, y lo que Pablo escribió en todas sus cartas. Y esta es la verdad que sigue siendo para nosotros la base fundamental de la fe cristiana.

martes, 25 de mayo de 2021

EL AMOR DE CRISTO A LOS PECADORES

 Mar 10:17  Al salir Jesús para seguir su camino, un hombre llegó corriendo, e hincándose ante él, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?"

Mar 10:18  Jesús respondió: "¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno, sino sólo uno, Dios.

Mar 10:19  "Ya sabes los Mandamientos. No cometas adulterio, no mates, no hurtes, no digas falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre".*

Mar 10:20  Entonces el hombre respondió: "Maestro, todo eso guardé desde mi juventud".

Mar 10:21  Entonces Jesús lo miró con amor, y le dijo: "Una cosa te falta. Ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven, y sígueme".

Mar 10:22  Pero al oír esto, se apenó, y se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Peligro de las riquezas

Mar 10:23  Entonces Jesús, miró alrededor, y dijo a sus discípulos: "¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!"

 

           La historia que acabamos de leer se relata nada menos que tres veces en el Nuevo Testamento. Mateo, Marcos y Lucas fueron todos inspirados por el mismo  Espíritu al escribirla para nuestra enseñanza. No debe dudarse que hay un propósito muy sabio en la triple repetición de los mismos hechos y de hechos tan  sencillos. El objeto es indicarnos que las enseñanzas que se desprenden del pasaje merecen una atención particular de la iglesia de Cristo.

Aprendamos, ante todo, en este pasaje, la ignorancia que tiene el hombre de sí mismo.

Se nos habla de uno que ''vino corriendo" a donde estaba nuestro Señor, y que "se arrodilló ante Él y le dirigió" la solemne cuestión, "¿Qué haré para heredar  la vida eterna?" A primera vista había mucho en el hombre que prometía bien. Se ocupaba de cuestiones espirituales, cuando la mayor parte de los que lo  rodeaban estaban descuidados e indiferentes. Mostraba disposición a reverenciar a nuestro Señor arrodillándose ante El, mientras que los escribas y los  fariseos lo despreciaban. Sin embargo, este hombre ignoraba completamente el estado de su corazón. Oye a nuestro Señor recitar los mandamientos que fijan  nuestros deberes respecto al prójimo, e inmediatamente declara, "Todos esos los ha observado desde mi juventud." La naturaleza íntima de la ley moral, su  aplicación a nuestros pensamientos, a nuestras palabras y acciones son puntos de que está completamente ignorante.

Es, por desgracia, muy común la ceguedad espiritual de que aquí se da muestra. Millares de los que se llaman cristianos en el día de hoy no tienen la más remota idea  de su pecabilidad y de sus culpas ante los ojos de Dios. Se lisonjean de no haber hecho nada malo. No han asesinado, ni robado, ni cometido adulterio, ni han  sido testigos falsos; por tanto, no pueden correr mucho peligro de dejar de ir al cielo. “Olvidan la santidad del Dios con quien tienen que tratar; olvidan las  repetidas veces que violan su ley de pensamiento o intención, aunque su conducta externa sea muy arreglada. Nunca estudian algunas partes de la Escritura,  por ejemplo, el capítulo quinto de S. Mateo, o si lo hacen es como si tuvieran un velo tupido sobre sus corazones, y no se los aplican. El resultado es que  marchan envueltos en su propia rectitud. Como la iglesia de Laodicea están "ricos y abundan en bienes, y de nada necesitan." Apoc_3:17. Viven satisfechos de  sí mismos, y así con frecuencia mueren.

Guardémonos de ese estado del alma. Mientras creemos que podemos guardar la ley de Dios, Cristo de nada nos aprovecha. Pidamos a Dios el don de  conocernos. Pidamos al Espíritu Santo que nos convenza de pecado, que nos muestre nuestros corazones, la santidad de Dios, la necesidad en que estamos de  Cristo. Feliz el que ha aprendido por experiencia el significado de estas palabras de Pablo, "Así que yo sin la ley vivía en un tiempo; mas venido el  mandamiento, el pecado revivió, y yo morí."  Rom_7:9 Marchan unidas la ignorancia de la Ley y la del Evangelio. Aquel cuyos ojos se han abierto realmente  a la espiritualidad de los mandamientos, no descansará hasta no encontrar a Cristo.

Aprendamos, además, en este pasaje, el amor de Cristo a los pecadores.

Es esta una verdad que pone en relieve la expresión que usa S. Marcos, cuando en su narración de la historia del hombre dice, que "Jesús, fijando en él la  vista, lo amó." Ese amor, sin duda, era piedad y compasión. Nuestro Señor observó compadecido la extraña mezcla de fervor e ignorancia que tenía en su  presencia. Vio lleno de piedad aquella alma luchando en toda la debilidad y miseria que la caída produce, vio aquella conciencia inquieta con la convicción de  necesitar ayuda, vio aquella inteligencia rodeada de tinieblas y ciega sin ver los primeros rudimentos de la religión espiritual. Así como contemplamos un  noble edificio en ruinas, destechado, cuarteadas sus paredes, e inútil, mostrando aún muchas señales de la habilidad con que fue ideado y fabricado, así nos  imaginamos que Jesús con tierna solicitud contemplaba el alma de este hombre.

No debemos olvidar que Jesús ama y compadece las almas de los impíos; indudable es que siente un amor especial hacia los que oyen su voz y lo siguen; son  las ovejas que el Padre le ha dado. Y las vigila con especial cuidado. Son su Esposa, enlazados a El por un pacto eterno, y les son caros como partes de El  mismo. El corazón de Jesús es un corazón muy grande: en él abundan la piedad, la compasión, y un tierno interés por los que están hundidos en el pecado y  esclavizados al mundo. Aquel que lloró por la incrédula Jerusalén es siempre el mismo; aún desea recoger en su seno al ignorante y al que se cree justo, al  infiel y al impenitente, con tal que deseen ser recogidos. Mat. 23.37. Podemos decir con confianza al pecador más empedernido que Cristo lo ama. Hay  salvación preparada para el peor de los hombres, si quiere dirigirse a Cristo. Si los hombres permanecen perdidos, no es porque Jesús no los ame, ni esté  dispuesto a salvarlos. Palabras solemnes que Él ha pronunciado nos revelan ese misterio: "Los hombres aman la oscuridad más que la luz." "No queréis; venir  a mí para que tengáis vida." Jn_3:19;  Jn_5:40.

Aprendamos, finalmente, en este pasaje, el gran peligro del amor del dinero. Es una lección que se nos inculca dos veces. Una vez se desprende de la conducta  del hombre cuya historia se nos relata aquí. Con todo el deseo que manifestaba de conseguir la vida eterna, amaba más su dinero que su alma. "Partió  afligido." Y por segunda vez se proclama en las solemnes palabras que nuestro Señor dirigió a sus discípulos, " Que difícil es que los que tienen riquezas  entren en el reino de Dios." "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el reino de Dios." El día final tan solo  probará de una manera completa '.la verdad de estas palabras.

Pongámonos en guardia contra el amor del oro; es un lazo para el pobre lo mismo que para el rico. Lo que pierde el alma, no es tanto poseer riquezas como  confiar en ellas. Pidamos a Dios el sentirnos satisfechos con lo que poseemos. La sabiduría más elevada es pensar con S. Pablo, cuando dice, "He aprendido a  estar contento con el estado en que me encuentro, cualquiera que este sea." Filip. 4:11.

sábado, 22 de mayo de 2021

EL SENTIDO DE LA VIDA


Ecc 1:1  Palabras del Predicador, hijo de David, rey de Jerusalén.

Ecc 1:2  Vanidad de vanidades, dijo el Predicador. Vanidad de vanidades, todo es vanidad.*

Ecc 1:3  ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?

Ecc 1:4  Generación va y generación viene, pero la tierra permanece para siempre.

Ecc 1:5  Sale el sol, se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde nace.

Ecc 1:6  El viento tira hacia el sur y rodea al norte. Va girando de continuo, y vuelve de nuevo a girar.*

Ecc 1:7  Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena. Al lugar de donde los ríos vinieron, vuelven a correr de nuevo.

Ecc 1:8  Todas las cosas son más fatigosas de lo que el hombre puede expresar. Ni los ojos se hartan de ver, ni los oídos de oír.

Ecc 1:9  ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará. Nada nuevo hay bajo el sol.

Ecc 1:10  ¿Hay algo de que se pueda decir: "Esto es nuevo"? Ya fue en los siglos que nos precedieron.

Ecc 1:11  No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.

 Ecc 1:12  Yo, el Predicador, fui rey sobre Israel en Jerusalén.

Ecc 1:13  Di mi corazón a inquirir y buscar con sabiduría todo lo que se hace debajo del cielo. Este penoso trabajo impuso Dios a los hombres.*

Ecc 1:14  Miré todas las obras que se hacen debajo del sol, y vi que todo es vanidad y correr tras el viento.

Ecc 1:15  Lo torcido no se puede enderezar, y lo falto no se puede contar.

Ecc 1:16  Hablé con mi corazón, y dije: "Tengo más grandeza y más sabiduría que cuantos me precedieron en Jerusalén. Mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia".

Ecc 1:17  Y me dediqué a conocer la sabiduría, y a entender las locuras y los desvaríos. Y conocí que aun esto era correr tras el viento.

Ecc 1:18  Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.

       

  Esta introducción es muy escueta: trata del autor y del tema general del libro. Las demás cosas que podrían interesarnos, tales como fecha y lugar de composición, debemos deducirlas del contenido general de la obra. Por el cambio de tercera a primera persona dividimos este comienzo en dos partes: Prólogo, 1:1-11: primer enfoque del problema, 1:12-18.

El supuesto o concreto compilador es el que habla. Las palabras del Predicador. Algunas versiones católicas prefieren dejar sin traducir el término hebreo Qohélet. Hijo de David, rey en Jerusalén. Como era costumbre hacerlo en esa época, la paternidad del libro se atribuye a un rey notable por su sabiduría (1Reyes_4:29-31).

 

  El tema de la vanidad de la vida.

Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Una suerte de superlativo. Podría traducirse: “vanidad suma”, como Cantar de los Cantares es igual a “el cantar por excelencia”, “santo de los santos”, etc.

 

Título: Eclesiastés (Qohélet)  El principio del libro atribuye la obra al "predicador, hijo de David, rey en Jerusalén". El término hebreo que aquí se traduce por predicador es Qohélet, una forma derivada del hebreo qahal, que significa "asamblea" o "congregación". Aún y cuando el sentido exacto de Qohélet es incierto, los más entendidos en la materia, dada su etimología, dan como significado: "el que preside una asamblea" o "el que habla" ante ella. El término indica que se trata de alguien vinculado a, y que ejerce un ministerio en, la asamblea, probablemente el de maestro.

 

En la Septuaginta (LXX) se traduce Qohélet como "Eclesiastés", término a su vez derivado de ekklesía de donde viene nuestra palabra "iglesia". Es en esa versión griega de la Biblia donde se le dio al libro el nombre de Eclesiastés. Ese nombre pasó también al latín y de ahí a muchas más lenguas, entre ellas el castellano. Tradicionalmente este libro es conocido como "Eclesiastés". La traducción de Qohélet como Predicador se debe a Lutero quien en su Biblia tradujo el término como Prediger (Predicador). Desde entonces es bastante común encontrar este uso en numerosas traducciones.

El autor, Salomón (el "rey sobre Israel, en Jerusalén", véase 1.12) se refiere a sí mismo como el Predicador, o líder de la asamblea. Estaba tanto reuniendo a la gente para escuchar el mensaje, como recopilando dichos sabios (proverbios). Salomón, una persona de la Biblia que lo tuvo todo (sabiduría, poder, riquezas, honor, reputación, favor de Dios), fue el que habló sobre el vacío final de todo lo que este mundo tiene para ofrecer. Trató de destruir la confianza que la gente tenía en sus propios esfuerzos, habilidades y rectitud, y dirigirla hacia el compromiso con Dios como la única razón para vivir.

 

  El ciclo monótono de la vida.

 

¿Qué provecho...? El término hebreo para provecho, yitrown , es favorito del Predicador. Significa “ganancia” o “excelencia”, y aparece unas diez veces en el texto de Eclesiastés. Es una pregunta retórica cuya respuesta es: “¡Ningún provecho!” Debajo del sol es una expresión característica del libro y aparece unas treinta veces. De uso generalizado en las culturas antiguas, entre ellas la griega, podríamos traducirla como “en este mundo”. Es nuestra versión esta expresión alterna con “debajo del cielo”.

Salomón tenía una razón para escribir en forma escéptica y pesimista. Cerca del final de su vida analizó todo lo que había hecho, y casi todo parecía sin sentido (vanidad). Era una creencia común que sólo los buenos prosperaban y que sólo los malos sufrían, pero esta demostró ser falsa en su experiencia. Salomón escribió este libro después de que lo intentó todo y de que logró mucho, sólo para descubrir que nada aparte de Dios lo había hecho feliz. Quería evitarles a sus lectores esta misma búsqueda sin sentido. Si tratamos de encontrar significado en nuestros logros en vez de encontrarlos en Dios, nunca estaremos satisfechos, y todo lo que tratemos de lograr se volverá tedioso y molesto.

El reino de Salomón, Israel, estaba en su época de oro, sin embargo Salomón quería que el pueblo viera que el éxito y la prosperidad no duran mucho (Salm_103:14-16; Isa_40:6-8; Jam_4:14). Todos los logros humanos desaparecerán algún día, y debemos mantener esto en nuestra mente para poder vivir con sabiduría. Si no lo hacemos, nos podemos volver soberbios y autosuficientes cuando tengamos éxito o profundamente desilusionados cuando fracasemos. La meta de Salomón era mostrar que las posesiones terrenales y los logros a la larga carecen de sentido. Sólo la búsqueda de Dios nos proporciona verdadera satisfacción. Debemos incluirlo en todo lo que digamos, pensemos y hagamos.

Generación va y generación (dor) viene. Se suceden las generaciones: una generación muere; otra nace, pero el mundo natural (la tierra, ‘erets ) siempre permanece idéntico. Se compara la estabilidad del mundo físico con las mudanzas en las generaciones humanas y se sugiere la fragilidad de la vida humana: el sol... el viento... los ríos, tres figuras tomadas de la naturaleza que se muestra idéntica a sí misma en un constante movimiento. Es más una figura poética que ciencia física: el caso del sol no es el mismo que el de los vientos y los ríos, pero en apariencia, por lo que se ve, el poeta tiene razón. Volviendo a su figura, pareciera que el sol, el viento y los ríos, repiten continuamente sus movimientos.

 

Fatigosas (v. 8). En el sentido de que su comprensión “fatiga” al hombre. Algunos prefieren traducir: “Todo trabaja más de cuanto el hombre pueda ponderar...” (Nacar Colunga). El hombre no alcanza a comprender ese incesante movimiento. Las cosas en su movimiento desafían la comprensión humana que no se cansa de oír y ver ese incesante fluir. ¿Hay algo de lo que se pueda decir...? Del mundo de la naturaleza se pasa al mundo del hombre. También aquí hay mucho movimiento pero poca variación, en realidad ninguna. La historia se repite.

Mucha gente se siente intranquila e insatisfecha. Se pregunta: (1) si estoy dentro de la voluntad de Dios, ¿por qué me siento tan cansado e insatisfecho? (2) ¿Cuál es el significado de la vida? (3) Cuando mire hacia atrás, ¿me sentiré feliz con mis logros? (4) ¿Por qué me siento consumido, desilusionado, seco? (5) ¿Qué será de mí? Salomón pone a prueba nuestra fe, al retarnos para que encontremos el significado verdadero y perdurable únicamente en Dios. Si usted echa un vistazo severo a su vida, como lo hizo Salomón, verá cuán importante resulta el servicio a Dios sobre las otras opciones. Quizá Dios le está pidiendo que piense una vez más en su propósito y dirección en la vida como lo hizo Salomón en Eclesiastés.

No hay memoria... (v. 11). No sólo que las generaciones humanas son pasajeras sino que no habrá memoria de su existencia y de los hechos. Si le preguntáramos al Predicador: ¿qué sucede entonces con la historia?, es probable que nos diría que la historia registra sólo los hechos de los notables y que son incontables los que han vivido en el pasado y de los cuales nada sabemos.

 

Al terminar en este versículo la primera división de nuestro texto obtenemos el siguiente resultado: No sólo que el hombre es un ser transitorio (1:4) sino que además está condenado al olvido (1:11) por lo que sólo puede contar con el presente. Esta es una idea clave del Predicador. Antes que Horacio, el poeta latino, (Odas I, ll. 8) el Predicador afirma: Carpe diem, “aprovecha el presente”. No es sabio vivir para un hipotético futuro, que desconocemos cómo será.

 

Debajo del sol  La expresión debajo del sol que aparece por primera vez en 1:9 no está presente en ningún otro libro de la Biblia a excepción de Eclesiastés, donde ocurre 29 veces en el original hebreo.

 

En algunas traducciones se dan expresiones equivalentes en castellano tales como: "en este mundo"; "sobre la tierra"; "durante la vida". En la RVA se alterna con la equivalente debajo del cielo.

 

Es interesante que el predicador recurra una y otra vez a esta frase. Su intención es clara. Con la expresión debajo del sol se da valor de universalidad a las frases que acompaña; nada se escapa al área que circunscribe esta expresión, excepto el cielo (mundo superior) y el Seol (mundo inferior, país de los muertos).

 

Primer enfoque del problema,

 

Yo, el Predicador. Pareciera que el Predicador defendiera la validez de su argumentación con dos argumentos: es un rey, supuestamente ilustrado y capaz. Por lo tanto, lo que dice es resultado de su experiencia personal. Habla, como sabio que es, de las experiencias propias, no de lo que otros puedan decir. ¿Comienza aquí propiamente la obra del Predicador? Es difícil contestar a esta pregunta. El posible redactor final aparece fugazmente en 7:27. De hecho nos encontramos aquí en la indagación de si la sabiduría es el sumo bien del hombre. La respuesta será una rotunda negación (1:18).

 

Dediqué mi corazón (v. 13). “Me dediqué” como más adelante en 1:16 donde se dice: “hablé con mi corazón” podemos traducirlo como “me dije”. Vanidad y aflicción de espíritu, es una expresión repetida que encontramos en 2:11; 4:4; 6:9 y que algunos traducen como “correr tras el viento” o formas parecidas (Biblia de las Américas), forma que nuestra versión anota al pie de página como posible. La idea es que todo en la vida es un trabajo inútil. "Lo torcido no se puede enderezar" se refiere a la perplejidad y confusión final que tenemos por todas las preguntas acerca de la vida no contestadas. Salomón, al escribir acerca de su propia vida, descubrió que ni sus logros ni su sabiduría lo hicieron feliz. La verdadera sabiduría se encuentra en Dios y la verdadera felicidad viene cuando le agradamos a El. Posiblemente es un refrán popular que afirma las razones del autor, que es imposible corregir lo malo o lo incorrecto. Aún esto es conflicto de espíritu... quien añade conocimiento añade dolor. Es un melancólico final del primer intento de hallar sentido a la vida. La sabiduría nos enseña a apreciar las cosas en su justa medida, con esto se logra ver lo que realmente son: conflicto de espíritu. La sabiduría halla el sinsentido de la vida antes que su sentido. Mientras más entendimiento tenga, experimentará más sufrimiento y más dificultades. Por ejemplo, mientras más sepa, más imperfecciones verá alrededor de usted. Y mientras más observe, la maldad se hará más evidente. Cuando usted, como Salomón, quiera encontrar el significado de la vida, deberá estar listo para sentir más, pensar más, cuestionar más, sufrir más y hacer más. ¿Está listo para pagar el precio que exige la sabiduría?

 El v. 18, posiblemente un proverbio popular, remata el pensamiento del Predicador. Salomón pone énfasis en dos tipos de sabiduría en el libro de Eclesiastés: (1) el conocimiento, razonamiento o filosofía humanos y (2) la sabiduría que proviene de Dios. En estos versículos Salomón está hablando acerca del conocimiento humano. Cuando el conocimiento humano deja fuera a Dios, sólo saca a relucir nuestros problemas debido a que no puede proporcionar las respuestas sin una perspectiva y una solución eternas de Dios.

miércoles, 19 de mayo de 2021

SUPLICANDO CLEMENCIA INDIVIDUAL

 

 

Salmo 39

1  Dije: "Cuidaré mis caminos, para no pecar con mi lengua. Guardaré mi boca con mordaza, mientras que el impío esté en mi presencia".

2  Enmudecí, guardé silencio, me callé y aun acerca de lo bueno, mi dolor se agravó.

3  Se enardeció mi corazón dentro de mí,* se encendió fuego en mi meditación, y proferí con mi lengua:

4  "Hazme saber, oh Eterno, mi fin, cuál es la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy.*

5  "Diste a mis días el largo de un palmo, mi edad es como nada ante ti. La vida del hombre es apenas un soplo.

6  "El hombre es una sombra que pasa. En vano se afana. Amontona riquezas, sin saber para quién.

7  "Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza se halla en ti.

8  "Líbrame de todas mis transgresiones. No me pongas por escarnio del insensato.

9  "Enmudezco, no abro mi boca, porque tú eres el que actúa.

10  "Quita de mí tu plaga, Por los golpes de tu mano estoy consumido.

11  "Castigando su pecado enmiendas al hombre, y consumes como polilla su belleza. Ciertamente sólo un soplo es todo hombre.

12  "Oye mi oración, oh Eterno, y escucha mi clamor. No calles ante mis lágrimas, porque ante ti soy peregrino y advenedizo, como todos mis padres.*

13  "Desvía tu mirada de mí, para que tome aliento, antes que vaya y perezca".

        

             El salmista está sufriendo enfermedad grave y también oposición de sus enemigos. Lo reconoce como castigo de Dios pero no entiende por qué no se alivia, entonces pide misericordia de Dios.  No se puede hallar satisfacción sólida en la criatura; debe hallarse en el Señor y en la comunión con Él; nuestros desencantos debieran llevarnos a Él. Si el mundo no es sino vanidad, que Dios nos libre de tener o buscar nuestra porción en él. Cuando falla la confianza puesta en las criaturas, nuestro consuelo es tener un Dios al cual ir, un Dios en quien confiar. Podemos ver un Dios bueno que hace todo, y ordena todos los acontecimientos que tienen que ver con nosotros; y el hombre bueno, por esa razón, nada dice en contra. Desea el perdón de su pecado y evitar la vergüenza. Debemos velar y orar contra el pecado.

 

1. El sufrimiento, versos. 1-3

La brevedad de la vida y la tristeza de la muerte son temas de toda la Biblia y la revelación plena del mundo inmortal no las quita. La vida es valiosa. Sus alegrías y amores pueden trascender pero no pueden ser reemplazados. Estar de duelo es “tristeza sobre tristeza” (Fil. 2:27); nuestra propia partida de esta vida no puede ser contemplada con total ecuanimidad, aunque el cielo sea seguro. David lamentaba la muerte de su hijito aunque sabía que se volverían a encontrar (2 Sam. 12:22, 23) y aquí lamenta el posible acortamiento de su propia vida terrenal.

Yo dije significa una autorresolución; David determinó guardar su lengua para no pecar, así que decidió no quejarse ante otros de cómo Dios lo trataba. El silencio es parte del lamento y del duelo. El salmista cumplió su autorresolución, por un tiempo, pero el silencio aumentó su dolor; al fin tuvo que hablar. Lo que sigue es lo que habló.Sin dudas, David tenía razones para quejarse. Era el rey ungido de Israel, pero tuvo que esperar muchos años antes de asumir el trono. Luego uno de sus hijos trató de matarlo para ser rey en su lugar. Pero David decidió no quejarse de sus problemas con los demás, sino que llevó sus quejas directamente a Dios. Todos nos quejamos del trabajo, del dinero o de las situaciones en la vida, pero quejarnos ante otras personas puede hacerlas pensar que Dios quizás no tenga control sobre nosotros. También pudiera parecer como si culpáramos a Dios de nuestros problemas. En cambio, al igual que David, debemos llevar nuestros problemas directamente a Dios. Cuando uno sufre, es fácil pecar con la boca por enojarse o criticar a otros y aun a Dios. El salmista decide guardarse de esto, especialmente frente a los impíos.

 

2. La vida es pasajera, versos 4-6

  La vida es corta sin importar cuánto vivamos. Si hay algo importante que queramos hacer, no debemos posponerlo para otro día, mejor pregúntese: "¿Qué haría si solo tuviera seis meses de vida?" ¿Le diría a alguien que lo ama? ¿Trataría de enderezar algún área rebelde de mi vida? ¿Le hablaría a alguien de Jesús? Debido a que la vida es corta, no se olvide de lo que es realmente importante.

  La brevedad de la vida es un tema tratado a través de los libros de Salmos, Proverbios y Eclesiastés. Cristo también habló acerca de ello (Luc_12:20). Es irónico que la gente pase tanto tiempo asegurando su vida en la tierra y muy poco o nada en donde pasará la eternidad. David se dio cuenta de que las sorprendentes riquezas y las tareas terrenales que nos llevan tanto tiempo alcanzar no tienen ningún valor en la eternidad. Muy pocas personas comprenden que su única esperanza es el Señor.  

El salmista está perplejo; quiere entender lo que está sufriendo y su futuro; pregunta humildemente. En medio de sus preguntas va entendiendo qué frágil es la vida. En comparación con la historia y la eternidad, una vida humana es pequeñita. Vale buscar la perspectiva de Dios, la cual afectará los valores y las decisiones que toma.  

 

3. Fe y confesión, versos 7-11

¿Qué quiso decir David cuando le pidió a Dios que le quitara la "plaga" porque estaba consumido "bajo los golpes" de su mano? Quizás ilustre las dificultades que David enfrentaba y que le hacían sentir que le golpeaban. De la misma manera que un padre amoroso disciplina con esmero a sus hijos, así Dios nos corrige (Heb_12:5-9).

Ahora marca un contraste, a pesar de su sufrimiento y frustración, el salmista confía en Dios. La reflexión de los versos anteriores debe producir este efecto. La fe bíblica enseña que en medio de los enigmas de la vida y frente al futuro el creyente puede esperar en Dios.

El salmista reconoce que ha pecado, y esto es por lo menos una causa de su sufrimiento. En el Salmo 38 los enemigos causaron el sufrimiento; aquí es la disciplina de Dios. La enfermedad o sufrimiento no es siempre por causa de un pecado de la persona, pero cada vez que un cristiano sufre así debe examinarse.

Aparta...: el salmista pide misericordia; reconoce que Dios castiga para corregir. Es necesario buscar dónde hace falta la corrección y dejar que el Espíritu Santo corrija. Como Job, el salmista no entiende por qué Dios castiga a alguien tan insignificante como el hombre. En vez de hacernos dudar, la disciplina de Dios muestra que él considera importante al ser humano.

 

4. Oración pidiendo luz, versos 12, 13

El final de la existencia terrenal debe llegar; mientras tanto anhela “animarse”.  La oración lleva nuestras necesidades a Dios; el clamor, nuestra impotencia; las lágrimas, nuestra urgencia. Forastero … advenedizo. El Señor hizo a su pueblo “forasteros y advenedizos” en su tierra (Lev. 25:23); forastero, alguien que ha pedido asilo; advenedizo, un “inquilino” sin derecho de propiedad. El Señor ama a sus “forasteros” (Deut. 10:19) y da protección y tenencia.

Escucha indica una petición urgente que va creciendo: oración—clamor—lágrimas. El salmista reconoce que es forastero; esta tierra no es permanente. Aparta de mí tu mirada es otra petición por misericordia. La presencia de oraciones como ésta muestra que Dios entiende el sufrimiento humano.

 

 La brevedad de la vida

1.     Dios nunca tiene prisa. El tiempo no significa nada para él.

2.     La preocupación no nos libra del sufrimiento del mañana, pero sí puede restarnos fuerzas que necesitamos en este día.

3.     La exageración es pariente cercano de la mentira.

4.     Una sepultura es a veces más elocuente que un sermón.

5.     El lugar más seguro para guardar la Palabra de Dios es el corazón.