} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 11/01/2021 - 12/01/2021

martes, 30 de noviembre de 2021

ENEMIGOS DE LA CRUZ DE CRISTO. (fin)

 

 Filipenses 3; 18 -19

Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; 19  el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal

 

II. Mi segundo objetivo es mostrar cómo podemos determinar cuándo los que profesan la religión son enemigos de la cruz de Cristo.

 

Los modos en los que discernimos la existencia de hostilidad son los siguientes:

 (1.) Cuando se confiesa y declara, como entre naciones en guerra o individuos involucrados en contiendas.

(2.) Se puede evidenciar al descuidar la manifestación de amistad en circunstancias adecuadas para poner a prueba el carácter y resaltar los principios reales. En una nación, si todos son convocados en su defensa y una parte descuida o se niega a acudir en su ayuda, sus verdaderos principios no pueden ser una cuestión de duda. El peligro de la nación puede ser tan inminente que la negligencia en la acción es, de hecho, una indicación de sentimientos hostiles.

(3.) Se manifiesta al no evidenciar el espíritu característico de la amistad. Si estamos en peligro, y un amigo profeso podría ayudarnos, pero su voluntad no ayuda; si tenemos hambre y no nos alimenta; si tenemos sed y no nos da de beber; si estamos desnudos y no nos viste; si estamos enfermos y en la cárcel, y no nos visita; si nuestros asuntos están en peligro de quiebra, y él no nos ayuda; si nos estamos muriendo y él no se nos acerca para humedecer nuestros labios resecos o cerrar los ojos en la muerte, no tenemos ninguna duda acerca de la naturaleza de su profesada amistad, porque estas son las escenas que determinan la realidad del afecto.

(4) Se evidencia donde el amigo profeso se encuentra coincidiendo en sus planes y sentimientos con los de un enemigo; donde el curso de la vida que lleva es tal que no pone obstáculo en el camino de nuestro antagonista, sino que más bien facilita sus planes; y donde se niega a ayudarnos, para paralizar los esfuerzos y avergonzar los movimientos del enemigo. Si nuestros amigos profesos encuentran todos nuestros planes y los movimientos sólo avergüenzan a los suyos; si no tenemos simpatía por ellos y siempre nos encontramos dudando de la sabiduría de sus planes y sugiriendo errores y males; si no tenemos planes propios que proponer, sino que vivimos sólo para sugerir dudas sobre la conveniencia de los adoptados por ellos, prueba que nuestra verdadera simpatía no está con ellos, sino con sus enemigos.

 (5.) Si en secreto estamos ayudando e incitando a un enemigo, eso demuestra que realmente estamos en su interés. Si estamos sugiriendo los consejos que él sugeriría, si estamos formando los planes que él formaría; si arrojamos vergüenzas donde él lo haría, demuestra que realmente estamos avanzando en su causa. Más lejos. A menudo hay momentos decisivos: las crisis de eventos, donde una leve circunstancia determinará la escala, en un lado o en el otro. Si, en esos tiempos difíciles, cuando se espera que todos los hombres se encuentren en su puesto, nos encontramos en un asunto tan pequeño como cómplice de un enemigo, eso demuestra que estamos bajo su influencia y control. Una palabra o una sola acción a menudo pueden hacer más para decidir el personaje y determinar los sentimientos reales en la crisis de una batalla que la conducta de muchas horas y meses en un tiempo de paz

 (6.) El personaje a menudo es repentinamente desarrollado por alguna circunstancia que muestra lo que es. Alguna tentación fuerte saca a relucir los verdaderos sentimientos del alma y muestra cuál es el verdadero objeto del apego, mientras que el curso general de la vida puede haber sido aparentemente diferente. Tal fue el caso en los casos de Acán y Judas. En las escenas de la vida comparativamente monótonas, la profesión puede ser uniforme y justa, y no puede ocurrir nada que determine los verdaderos sentimientos del alma. Porque no es la uniformidad de la profesión lo que determina el carácter; es la crisis, el momento de intenso interés, el período en el que todos se reagrupan y exhiben los principios reales de la vida, que constituye el verdadero criterio del carácter.

 

El objetivo es determinar cómo podemos determinar si somos amigos o enemigos de la cruz de Cristo. Aplicando estos principios obvios para determinar las características de la amistad o la enemistad, llamaré ahora su atención sobre varios detalles que pueden ayudarnos a decidir esta cuestión trascendental. Observo, entonces:

 

(1.) Que esos son los enemigos de la cruz de Cristo en la iglesia que no han nacido de nuevo. La prueba de ello es breve, pero incuestionable. Porque, "la mente carnal es enemistad con Dios", y los hombres están por naturaleza "muertos en delitos y pecados", y los hombres no renovados son "los hijos del maligno". Solo hay dos imperios espirituales en este mundo: el reino de la luz y el reino de las tinieblas; el imperio sobre el cual Dios gobierna, y el imperio sobre el cual Satanás es el monarca absoluto. Quienes no son súbditos de uno, son súbditos del otro; y aquellos que, por el nuevo nacimiento, no han sido trasladados del "reino de las tinieblas al reino del amado Hijo de Dios", siguen siendo súbditos del enemigo del hombre. Dios está edificando un reino en la tierra; y se hace mediante un cambio de carácter, puntos de vista y sentimientos, el más trascendental y completo que la mente jamás haya experimentado. En la Biblia se designa como "vida de entre los muertos" y como "nueva creación"; y es imposible que este cambio debe tener lugar y no se deben presentar pruebas de ello; o que debería ocurrir y no producir diferencia alguna en la vida. ¿Puede el mundo vegetal florecer nuevamente con belleza en la primavera que regresa después de la larga muerte del invierno y no dar evidencia de vida? ¿Pueden los capullos abrirse y las flores florecer y la hierba tapizar la tierra y, sin embargo, estar todo tan frío y estéril como en el invierno? ¿Podrían los ahora pálidos, rígidos y putrefactos cadáveres bajo tierra dejar sus tumbas y salir, y sin embargo no hay evidencia de vida? ¿Podría el sol salir repentinamente a la medianoche y derramar sus rayos sobre el mundo oscuro, sin que haya evidencia del gran cambio? ¿Y puede un pecador muerto en pecados ser vivificado por el poder del Espíritu de Dios, y aun así no habrá vida? ¿Pueden los poderes del alma, durante mucho tiempo tórpidos y helados en el triste invierno del pecado, ser calentado y animado con el amor de Dios, y nadie lo sabe? ¿Puede la luz pura del Sol de justicia derramar sus rayos en el alma oscurecida por el pecado, y todos ser tan ignorados como siempre? ¿Puede el esclavo del pecado ser puesto en libertad? ¿Puede el evangelio tocar sus grilletes, y sus miembros sentir el impulso viril de la libertad de los hijos de Dios, y continuar sintiéndose y actuando como si todavía fuera un esclavo? ¿Puede el pobre maníaco volver a su sano juicio? ¿la mirada errante del lunático se estabiliza y calma, y sigue sintiéndose y actuando como si todavía fuera un esclavo?

Y nadie lo sabe ¿Puede el que durante toda su vida ha odiado la excelencia eterna e infinita, ser llevado a amarla y el alma misma ignorar la asombrosa transformación? ¿Y puede el que ha despreciado la cruz, y pisoteado la sangre de la alianza bajo sus pies, abrazar la cruz como el único fundamento de su esperanza del cielo, y sin embargo dar indicaciones tan dudosos del cambio que nadie se dé cuenta, o sospecharlo por su conducta?

 

Aquí está el origen de toda nuestra estrechez. Verdaderamente creo que la verdadera fuente de la frialdad y la muerte de los que profesan ser cristianos se encuentran en puntos de vista bajos e inadecuados de la naturaleza de la conversión a Dios. Nos demoramos en el umbral de la vida. Aún no hemos resuelto el gran punto de si existe la regeneración o si "hay algún Espíritu Santo". Multitudes no tienen una visión correcta del gran cambio que tiene lugar 'cuando el alma se renueva, ni tienen ninguna creencia en la verdad que la Biblia revela sobre ese tema. Hablan de seriedad, en lugar de regeneración. Hablan de ser reflexivos, en lugar de convertirse. Tienen una imagen indistinta de una obra externa, mientras que la Biblia la describe como pasando de la muerte a la vida. Parecen suponer que el acto de conectarse con la iglesia debe ir acompañado de una ruptura con algunos pecados abiertos; que deben 'despedirse de las formas más groseras de iniquidad, y que, al menos por el momento, deben entregarse a una mayor seriedad'. Pero, ¿hablan de un cambio poderoso, completo y transformador, como lo hace la Biblia? ¿Tienen alguna simpatía por la descripción del nuevo nacimiento en el Nuevo Testamento? ¿Saben que tienen remordimiento por el pecado; de dolor por ser pobres, áridos, contaminados ante Dios;  de las nuevas visiones de la gloria y la grandeza del carácter divino como ahora se ve en el Hijo de Dios? ¿Hay un corazón nuevo? ¿Una nueva vida; una nueva conversación? ¿Hay nuevas esperanzas? ¿Nuevas alegrías; nuevos objetos de persecución? ¿O, en medio de la seriedad, hay algún plan para comprometer los asuntos con Dios, e incluso entonces hay una pregunta de cómo se puede continuar el control del mundo? ¿Hay todavía un propósito, mientras se mantendrán las decenas de la profesión cristiana, de comprender todavía tanto del mundo como sea posible?

  Tiemblo cuando pienso en un hombre que acaba de iniciar la vida cristiana profesa, esforzándose por hacer un compromiso con Dios y una alianza con el mundo; tratando de hacer que la luz y las tinieblas, y el cielo y el infierno se encuentren juntos.

 

Aquí, lo repito, está el origen de nuestras dificultades. Consiste en puntos de vista bajos, no bíblicos e insatisfactorios de la conversión a Dios. Y la influencia de esos puntos de vista se esparce por toda la vida y moldea el carácter. Pero la verdad de las Escrituras en este punto es normal. No es ninguna religión, donde no ha habido una conversión; y si en nuestra experiencia personal no hemos sabido lo que quiso decir el Salvador con el nuevo nacimiento, nuestras esperanzas del cielo están edificadas sobre la arena. Si su lenguaje sobre este tema es para nosotros misticismo o fanatismo; si no supiéramos qué significa la nueva creación, la vida de entre los muertos, el amor de Dios derramado en el corazón y la paz que sobrepasa todo entendimiento, les diría, aun llorando, que somos enemigos de la cruz de Cristo!

 

(2.) Son los enemigos de la cruz de Cristo, que viven en la indulgencia de cualquier pecado conocido. Fue la indulgencia de un solo pecado, y no una depravación general de los modales, lo que determinó el carácter de Acán y Judas. No hace falta ningún argumento para demostrar que el hombre que busca el daño de alguna manera es mi enemigo; y que el que está ayudando e incitando a un enemigo en los asuntos más pequeños, debe ser catalogado como un traidor a su país. No es en las grandes transacciones donde se determina mejor el carácter. El que le da a un enemigo información sobre un punto débil de una fortaleza, es tan realmente un enemigo de su país como si fuera a entregar la guarnición; y el que proporciona a un enemigo un bote pequeño para su servicio, es tan realmente un traidor a su país como si fuera un barco de línea. Fue por esta razón que nuestro Salvador dijo: "en mi corazón, el Señor no me escuchará ", y por eso exclamó:" ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.. Salm 19. 12.

 

Es perfectamente manifiesto que el hombre que se entrega deliberadamente a cualquier pecado conocido es el enemigo de su Hacedor. Demuestra que hace caso omiso de su autoridad y desprecia la obra de Cristo, porque vino para "limpiarnos de todo pecado. Puede ser apego a algún ídolo, o dolor inconsolable de que la mano de Dios haya quitado algún objeto de afecto. Sea lo que sea, la hostilidad hacia la cruz se manifiesta por su indulgencia; y el hombre muestra con toda certeza que es enemigo de Cristo, como si hubiera clavado los clavos que lo sujetaban al árbol, o le hubiera trenzado la corona de espinas. «Guardé las ropas de los que apedrearon al mártir Esteban», dijo Pablo; y aunque no arrojó una piedra, no se consideraba apto para ser apóstol. Uno de los elementos mismos del cristianismo es que aquel que no desea renunciar a todo lo que es pecaminoso, es enemigo de Dios. y el hombre muestra con toda certeza que es enemigo de Cristo, como si hubiera clavado los clavos que lo sujetaban al árbol, o le hubiera trenzado la corona de espinas. «Guardé las ropas de los que apedrearon al mártir Esteban», dijo Paul; y aunque no arrojó una piedra, no se consideraba apto para ser apóstol. Uno de los elementos mismos del cristianismo es que aquel que no desea renunciar a todo lo que es pecaminoso, es enemigo de Dios. y el hombre muestra con toda certeza que es enemigo de Cristo, como si hubiera clavado los clavos que lo sujetaban al árbol, o le hubiera trenzado la corona de espinas. «Guardé las ropas de los que apedrearon al mártir Esteban», dijo Paul; y aunque no arrojó una piedra, no se consideraba apto para ser apóstol. Uno de los elementos mismos del cristianismo es que aquel que no desea renunciar a todo lo que es pecaminoso, es enemigo de Dios.

 

(3.) Aquellos que están siguiendo un curso de conducta dudoso e indeciso sin ningún esfuerzo por saber lo que es correcto, son los enemigos de la cruz de Cristo. Un hombre honesto, un cristiano sincero, estará dispuesto a conocer todas sus faltas. Él no apartará el oído de la reprensión, sino que con franqueza y oración deseará saber cuál es la voluntad de Dios. Porque uno de los elementos del cristianismo es que un hombre debe venir a Cristo como un niño y estar dispuesto a sentarse a sus pies. En todos estos casos, evidentemente es un enemigo de la cruz de Cristo; porque manifiesta el espíritu que siempre tienen los enemigos de Dios, y que un verdadero cristiano nunca puede. Los hombres del mundo siguen sus propios caminos; no será amonestado; no se detendrá a indagar si su proceder agrada a Dios; y se irrita y se enoja si Dios, por su Providencia o su Espíritu, interfiere tanto en sus acciones, como para poner en tela de juicio la corrección de su conducta. Y cuando los cristianos profesantes hacen lo mismo, demuestran que tienen el mismo espíritu y que nunca han nacido de nuevo. Sigues un rumbo de la vida, puede ser, por el cual tu conciencia te reprende, y por el cual el mundo te reprocha, y que los verdaderos cristianos piensan que están equivocados, y que tienes todas las razones para pensar que la Biblia condena, y sin embargo, no te preocupas por examinarlo. Continúas persiguiéndolo de año en año, y así demuestras que eres un completo extraño a los mismos elementos de ese evangelio que Pablo abrazó cuando dijo: "Señor ¿Qué quieres tú que yo haga?"

 

(4) Son los enemigos de la cruz de Cristo entre sus profesos amigos, quienes no manifiestan en su conducta ninguna de las peculiaridades de quienes verdaderamente lo aman. Hay algo que constituye la peculiaridad, la naturaleza esencial, de la religión cristiana. Había algo que distinguía al Señor Jesús de la masa de hombres y que constituía la peculiaridad de su carácter. Hay algo, sea ​​lo que sea, que se requiere en el Nuevo Testamento como la evidencia distintiva del apego al Señor Jesús. Hay algo que debe servir para distinguir a los cristianos de otros hombres, o la religión no tiene valor. Ahora, mi posición es que, sea lo que sea, a menos que lo poseamos, somos los enemigos de la cruz de Cristo. Sea lo que sea, no es moralidad externa, porque muchos hombres del mundo son hombres morales. No es amabilidad de temperamento, porque muchos de ellos son amables y bondadosos. No se trata simplemente de honestidad e integridad, ya que muchos de ellos son honestos. Es algo que nos distingue de todos los hombres del mundo, y si estamos desprovistos de eso, nuestra profesión es "metal resonante y címbalo tintineante".

 

Pero cómo; tal vez pueda preguntarse, ¿parece que va a haber algo peculiar en la profesión cristiana? Contesto. No es la naturaleza de la religión esconderse. Los hombres no encienden una vela para ponerla debajo de un celemín. Respondo, además, que las estupendas verdades de la redención no se aplican al alma humana para que sea exactamente lo que era antes. ¿Murió Cristo para que sus seguidores fueran como otros hombres? ¿Fue su preciosa sangre derramada en el Calvario para que sus seguidores no se distinguieran entre la poderosa masa de pecadores? ¿Trabajó el Hijo de Dios y sangró para que el reino que crió fuera como todos los demás reinos? ¿Trabajaron, sufrieron y murieron los apóstoles como mártires para poder dejar el mundo como lo encontraron? ¿Y el Espíritu Santo efectúa el poderoso cambio de la nueva creación en el alma, que el hombre pudiera ser lo que era antes? ¿Y son las verdades solemnes que pertenecen a la autoridad de Dios, y al cielo y al infierno, aplicadas a la conciencia, para que los amigos de Cristo puedan ser tan mundanos y tan alegres, tan sin oración, tan vanidosos y tan ambiciosos como otros hombres? ¿Son sólo la moral y la bondad para ser bautizados  lo que la sangre del Salvador compró en la cruz? Entonces esos dolores fueron en vano. Y luego este estupendo esquema de la encarnación y muerte del propio Hijo de Dios, fue un esquema de la más poderosa preparación para los resultados más insignificantes. Pero no es así. Él diseñó que la religión debería ser vista, conocida y sentida. Quería decir que su pueblo debería ser un pueblo peculiar. Tenía la intención de criar un reino diferente a todos los demás reinos; estar a la cabeza de un imperio diferente a todos los demás imperios; y reunir una inmensa hueste que debería brillar como las estrellas de la noche, o como los soles, en la oscuridad de un mundo perdido. Y si no tenemos las peculiaridades de sus amigos, ¡somos los enemigos de su cruz!

 

Cierro este tema observando, que si la discusión terminara aquí, quizás ya se ha dicho lo suficiente para destruir las falsas esperanzas de algunos que ahora me están leyendo. He especificado cuatro detalles; y puede haber muchos “cristianos” que, si se pesan en estas balanzas, se encontrarían deficientes: —muchos que no tienen la más mínima evidencia de que alguna vez han sido regenerados; que habitualmente se entregan a algún pecado conocido sin ningún esfuerzo por vencerlo; que están siguiendo un curso de vida dudoso sin ningún esfuerzo por indagar si es consistente con el Nuevo Testamento o no, y que son conscientes de que no tienen ninguna de las peculiaridades que formaron el carácter de Cristo; que son conscientes de que nunca han elaborado un plan o realizado una acción que el hombre del mundo no podría hacer, y que nunca han hecho un esfuerzo únicamente para promover la gloria de Dios.

 

Si este es el estado de la mente en cualquier caso, la conclusión es inevitable. La luz no tiene compañerismo con las tinieblas, ni Cristo con Belial. Por dolorosa que sea la conclusión, debemos recordar que un enemigo ha sembrado cizaña en el gran campo que Dios pronto segará, y que la prueba es clara en el Nuevo Testamento de que los enemigos de Cristo entrarán en su iglesia de diversas maneras. No fue por ningún deseo de causar dolor que el Salvador declaró esta doctrina para producir dolor que ahora se repite. "Fieles son las heridas de un amigo". La amonestación oportuna demuestra más amistad que un intento de "embadurnar con argamasa sin templar" o de "clamar paz, paz, cuando no hay paz". Por tanto, no sólo con palabras; no en el camino del deber profesional, sino en el lenguaje sobrio de la amistad, y con los temores de una justa alarma, exhorto a cada cristiano a examinar su corazón y su vida. Porque pronto estos ojos se abrirán sobre el tribunal; y pronto nuestros propios oídos oirán las palabras dirigidas a muchos infelices mortales, que una vez fueron profesantes de la religión de Cristo:

Mat_7:23  Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

Luc_13:27  Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.

Mat_25:41  Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

Anticipo que este tema causará dolor, si es que dolor, donde sea menos deseable que se haga. El cristiano humilde, piadoso, modesto, orante, de verdad, suele ser el que más se alarma con este tipo de llamamientos. El hombre engañado; el cristiano frío y formal; el que realmente tiene la intención, y que es realmente el enemigo de la cruz de Cristo, suele ser el hombre menos afectado, menos conmovido, menos preocupado. Judas fue el último hombre en la mesa que expresó su preocupación cuando el Salvador dijo que uno de ellos lo traicionarían. "Señor, ¿soy yo?" era el lenguaje reticente y vacío del traidor al fin. Y el último hombre que podría hacer la pregunta aquí, '¿no soy renovado, me estoy entregando a un pecado conocido, estoy siguiendo un curso de vida dudoso, estoy fallando en exhibir el espíritu peculiar de un cristiano? muy uno que tiene la evidencia más indudable de ser el enemigo de la cruz de Cristo. Tales no están alarmados. No agradecen al Salvador por sus amonestaciones y reprensiones. Tomemos las palabras para nosotros mismos y volvamos al Señor y digamos:

 Salmo 139:23  Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; 24  Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.

sábado, 27 de noviembre de 2021

ENEMIGOS DE LA ' CRUZ DE CRISTO. (I)

 

 Filipenses 3; 18 -19

Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; 19  el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.

 

¿Somos verdaderos cristianos? es la pregunta más importante que se puede hacer en relación con nosotros mismos. Es una cuestión que puede examinarse con la máxima atención sin peligro de lesiones. La verdadera piedad, como el oro, soportará cualquier prueba que pueda aplicarse, y será aún más brillante y pura por ello, y ningún cristiano sincero debe alarmarse por ningún examen de su religión, por rígido o severo que sea. Si nuestra fe en Cristo no es genuina, debe ser examinada con las pruebas más estrictas, y cuando se cree que es falsa, debe abandonarse honestamente. .

 

Es evidente que las personas a las que se hace referencia en el texto eran maestros de religión. El término "caminar" se usa comúnmente en el Nuevo Testamento para denotar la conducta cristiana; y el significado indudable del texto es que había muchas personas en la iglesia de Filipos, puras y nobles como era esa iglesia en su mayor parte, que profesaban ser cristianos, pero que mostraban con su comportamiento que eran enemigos reales de la Iglesia, de la fe que profesaban. La "Cruz de Cristo" es una frase enfática para denotar la religión cristiana. Como el sacrificio en la cruz constituía la esencia misma del cristianismo, el término llegó a denotar la religión cristiana misma. Se usa aquí, quizás, también para mostrar más enfáticamente la opinión del apóstol sobre la extrema atrocidad de la ofensa, que, aunque profesaban ser cristianos, de hecho, eran enemigos de la propia peculiaridad de la religión cristiana.

 

Pablo había sido consciente de la existencia de tales casos en la iglesia. De su carácter y de su terrible destino les había dicho a menudo. Ahora les recordó de nuevo, con lágrimas, la melancolía verdad. No usó con ellos el lenguaje de la denuncia áspera y airada. No los sometió al desprecio ni a la indignación del público. No intentó herir sus sentimientos mediante la sátira ni abrumarlos con duras invectivas. Estaba demasiado impresionado por su culpa y su peligro para hacer esto. Sabía que la manera de recuperar a los engañados y descarriados no era denunciarlos con dureza, sino suplicarlos con lágrimas. La bondad logra lo que la severidad no puede hacer, como, en la legendaria lucha entre el sol y el viento del norte, el sol con rayos suaves y cálidos quita el manto que el viento del norte no pudo quitar con violencia. El lenguaje de la ternura encontrará su camino con poder reformador para el corazón, donde las palabras de dura reprimenda tenderán sólo a irritar y confirmar en el error. Pablo también sintió, probablemente, como todo ministro del evangelio debe hacer, que poco se convierta en un mortal moribundo, consciente de muchas imperfecciones y muy propenso a engañarse a sí mismo, para usar el lenguaje de la dura denuncia al hablar con los demás. La imperfección consciente hablará tiernamente de las faltas de los demás, y llorará en lugar de denunciar cuando sea necesario hablar de los errores y peligros de los cristianos profesos.

 

A partir de las palabras del texto, se sugieren naturalmente los siguientes puntos de observación.

 

I. Hay razones para creer que muchos profesores de religión son los verdaderos enemigos de la cruz de Cristo.

 

II. ¿Cuáles son las características de esa enemistad? o como puede ser determinado que son los enemigos de la cruz de Cristo?  

 

III. ¿Por qué el hecho de que estén en la iglesia es apropiado para producir dolor y lágrimas?

 

.La primera proposición es que hay razones para creer que muchos maestros de religión son los verdaderos enemigos de la cruz de Cristo. La prueba podría extraerse de lo que sabemos del engaño del corazón; las numerosas advertencias contra el engaño en las Escrituras; y del caso de Judas entre los apóstoles, y otros casos especificados en el Nuevo Testamento. Sin embargo, prefiero basar toda la prueba de este punto en el relato que el Señor Jesús mismo ha dado de la condición de la iglesia en las dos instrucciones. Las parábolas de la cizaña del campo y de la red arrojada al mar. Mateo 13:24-30  Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25  pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26  Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27  Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28  El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 29  El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30  Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero."

De nuevo, Mateo 13:47-50  Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; 48  y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. 49  Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, 50  y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Que nuestro Salvador quiso enseñar en estas parábolas que habría muchos que profesarían su nombre y que le serían extraños, no puede haber duda. Lo mismo afirmó en su relato de las transacciones del día del juicio. Mateo. 7; 21-23:  No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22  Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23  Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.

 

No es mi propósito detenerme en esta parte de nuestro tema. Deseo simplemente poner la prueba del hecho ante nuestras propias mentes como una razón para cualquier seriedad que pueda manifestar al instar al lenguaje de la Biblia: "No os engañéis". Puedo observar, sin embargo, de pasada:

 (1.) Que el cristianismo no es responsable de los hipócritas o profesantes engañados que puedan estar en cualquier momento en el seno de la iglesia. La religión no produce ni apoya la hipocresía. Ningún libro lo condena más decididamente que el Nuevo Testamento; nadie lo hizo con más severidad que el Salvador

(2.) La religión cristiana no está sola en esto. Hay hombres que hacen profesiones de amistad que son falsas; hombres que hacen profesiones de patriotismo que son falsas; hombres que hacen profesiones de honestidad, templanza, castidad y honor, que son falsas, así como hombres que profesan fe que es falsa.

(3.) Reclamamos para el cristianismo solo el bien que ha hecho. Señalamos a los pecadores a quienes ha reformado; al vicioso a quien ha reclamado; a los soberbios a quienes humilló; a las virtudes que ha creado y apreciado, ya su influencia en la moral y el destino de la humanidad, como prueba de su poder. El patriotismo puede hablar de sus logros, y de las virtudes heroicas que ha convocado y sostenido, pero no debe ser acusado de los crímenes que bajo el nombre del amor a la patria han apuntado una puñalada vital a la libertad.

(4.) Sobre este tema, conviene utilizar el lenguaje de la discriminación y la justicia. No deseamos proteger al hipócrita ni ser apologistas del engaño. Pedimos que el cristianismo no sea responsable de lo que no ha contribuido a producir y fomentar.   Tal reminiscencia en el mundo no constituirá ni siquiera la "única gota de agua" que se necesitará para enfriar la lengua reseca. No será un alivio para sus penas o las mías, que otros hayan sido engañados; y para demostrar que se han ido al infierno constituirá ningún pasaporte para nosotros al cielo. Pocos predicadores se atreverían a hacer el llamamiento con el que Pablo empieza esta sección. La mayor parte de los predicadores empiezan por tener que decir: "No hagáis lo que hago yo, sino lo que yo os digo.» Pablo podía decir, no sólo: «Escuchad mis palabras,» sino también «Seguid mi ejemplo.» Vale la pena notar en este pasaje lo que Bengel, uno de los más grandes intérpretes de la Escritura que haya habido nunca, traduce esto de una manera diferente: «Sed mis co-imitadores en imitar a Jesucristo.» Pero es mucho más probable -casi todos los demás intérpretes coinciden- que Pablo podía invitar a sus amigos, no simplemente a escucharle, sino también a imitarle.

Había en la iglesia de Filipos hombres cuya conducta era un escándalo manifiesto, y que, en sus vidas, daban señales de ser enemigos de la Cruz de Cristo. Quiénes eran, no estamos seguros; pero está claro que llevaban vidas glotonas e inmorales, y usaban su llamado cristianismo para justificarse. Sólo podemos suponer quiénes eran.

Puede que fueran gnósticos. Y los gnósticos eran herejes que trataban de intelectualizar el Cristianismo convirtiéndolo en una especie de filosofía. Empezaban por el principio de que, desde el principio del tiempo, había habido siempre dos realidades: el espíritu y la materia. El espíritu, decían, es totalmente bueno, y la materia es totalmente mala. Fue porque el mundo fue creado a partir de esa materia defectuosa por lo que el pecado y el mal están en él. Así que, si la materia es esencialmente mala, el cuerpo también lo es, y seguirá siendo malo hagas lo que hagas con él. Por tanto, haz lo que te dé la gana; puesto que es malo de todas maneras, es lo mismo lo que se haga con él. Así es que estos gnósticos enseñaban que la glotonería, el adulterio, la homosexualidad y las borracheras no tenían ninguna importancia, porque no afectaban nada más que al cuerpo, que no tenía ninguna importancia.

Había otro grupo de gnósticos que mantenían una posición diferente. Argüían que una persona no podía llegar a ser completa hasta que hubiera experimentado todo lo que la vida puede ofrecer, tanto bueno como malo. Por tanto, decían, una persona tenía el deber de sumergirse en las simas del pecado lo mismo que escalar las cimas de la virtud.

Dentro de la Iglesia había dos clases de personas a las que se podían aplicar estas acusaciones. Estaban los que tergiversaban el principio de la libertad cristiana, que decían que en el Cristianismo ya no existía ninguna ley, y que el cristiano tenía libertad para hacer lo que quisiera. Convertían la libertad cristiana en una licencia descristianizada, y presumían de dar rienda suelta a sus pasiones. Estaban los que tergiversaban la doctrina cristiana de la gracia. Decían que, puesto que la gracia era suficientemente amplia para cubrir cualquier pecado, uno podía pecar todo lo que quisiera sin preocuparse; todo daba lo mismo ante un Dios que lo perdonaba todo.

Así es que los que Pablo ataca puede que fueran intelectuales gnósticos que presentaban argumentos para justificar su vida de pecado, o cristianos confusos que tergiversaran las cosas más preciosas para justificar sus pecados más feos.

Quienesquiera que fueran, Pablo les recuerda una gran verdad: «Nuestra ciudadanía-les dice-está en el Cielo.» Esa era una figura que los Filipenses podían entender. Filipos era una colonia romana. Por todas partes, en puntos militarmente estratégicos, los romanos establecían sus colonias. En tales lugares, los ciudadanos eran mayormente soldados que se habían licenciado después de cumplir los veintiún años de servicio, a los que Roma recompensaba con la ciudadanía plena. La característica principal de estas colonias era que, dondequiera que estuvieran, eran auténticas réplicas de Roma. Se vestía en ellas a lo romano; gobernaban magistrados romanos; se hablaba latín; se administraba justicia romana; se observaba la moral romana. Hasta los fines de la tierra se mantenían inalterablemente romanas. Pablo, parafraseando, les dice a los Filipenses: «Lo mismo que los de las colonias romanas no se olvidan nunca de que pertenecen a Roma, vosotros no debéis olvidar nunca que sois ciudadanos del Cielo, y vuestra conducta debe corresponder a vuestra ciudadanía.»

Para terminar, Pablo habla de la esperanza cristiana. El cristiano espera anhelante la venida de Cristo, cuando todo cambiará. Aquí la versión Reina-Valera fue cambiando en sucesivas revisiones del cuerpo de nuestra bajeza (1862, 1909), a el cuerpo de la humillación nuestra (1960), a nuestro cuerpo mortal (1995). En el estado en que nos encontramos ahora, nuestros cuerpos están sujetos a cambios y desgaste, a enfermedad y muerte, cuerpos de un estado de humillación comparado con el estado glorioso del Cristo Resucitado; pero llegará el día cuando dejaremos a un lado este cuerpo mortal que ahora poseemos, y seremos semejantes a Jesucristo mismo. La esperanza del cristiano es que llegará un día en que su humanidad se transformará en nada menos que la divinidad de Cristo, y en el que la necesaria bajeza de la mortalidad se cambiará en el esplendor esencial de la vida inmortal.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

EL MINISTERIO DE LAS CIRCUNSTANCIAS Y LA DISCIPLINA

 

 

 

Hebreos 12; 3-11

 

 3  Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.  4  Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;  5  y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,  Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 6  Porque el Señor al que ama, disciplina,  Y azota a todo el que recibe por hijo. 7  Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 8  Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. 9  Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 10  Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. 11  Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

 

           Pocas palabras de las Escrituras han sido más a menudo puestas como bálsamo curativo en corazones heridos. Puede que pasen mucho tiempo desapercibidas en la página, como un faro bajo un sol tranquilo, pero tarde o temprano cae la noche tormentosa y luego el rayo brillante se apaga y es bienvenido. Profundizan en el significado de la vida como disciplina; nos dicen cuánto mejor es la disciplina de Dios que la de los padres más amorosos y sabios, y dan esa superioridad como una razón para que le demos más obediencia completa y alegre que a los demás.

 

Ahora, para captar el significado completo de estas palabras, debemos notar que las disciplinas terrenal y celestial se describen en cuatro cláusulas contrastadas, que están ordenadas en lo que los estudiantes llaman paralelismo invertido, es decir, la primera cláusula corresponde a la cuarta, y la segunda a la tercera. "Por unos días" se empareja con "para que podamos ser partícipes de Su santidad". Ahora, eso no parece un contraste a primera vista; pero observe que el "para" en la cláusula anterior no es el "para" de duración, sino de dirección. No nos dice el espacio durante el cual dura el castigo o la disciplina, sino el fin hacia el que apunta. La disciplina de los padres terrenales entrena a un niño o una niña para las circunstancias, actividades, ocupaciones, profesiones, todo lo cual termina con el breve lapso de la vida. El entrenamiento de Dios es para un día eterno. Sería bastante irrelevante incluir aquí cualquier referencia al período de tiempo durante el cual dura la disciplina de un padre terrenal, pero está en total consonancia con la intención del escritor de detenerse en el alcance limitado de la única, y el propósito amplio y eterno del otro.

Luego, en cuanto al otro contraste - "para su propio placer", o, como dice la Versión Revisada, "como les pareció bien" - "pero Él para nuestro beneficio". Elementos de peculiaridad personal, capricho, pasión, concepciones limitadas y posiblemente erróneas de lo que es correcto hacer por el niño, entran en la formación de los más sabios y cariñosos entre nosotros; y a menudo cometemos un error y hacemos daño cuando pensamos que lo estamos haciendo bien. Pero la educación de Dios proviene de una consideración simple e infalible del beneficio de Su hijo. Así, el principio rector de las dos disciplinas se contrasta en las dos cláusulas centrales.

 

Ahora, estos son pensamientos muy raídos, comunes y pasados ​​de moda; pero, quizás, son tan familiares que no tienen el poder que les corresponde sobre nosotros; y deseo intentar en este escrito, si puedo, profundizar más en ellos, o hacerlos más en nosotros, mediante una o dos observaciones muy sencillas.

 

I. Quisiera pedirles que noten, en primer lugar, la concepción grande, profunda y general, firmemente arraigada aquí, de la vida como sólo inteligible cuando se la considera educación o disciplina.

Corrige, castiga, entrena, educa. Esa es la palabra más profunda sobre todo lo que nos acontece. Ahora, hay dos o tres pensamientos muy obvios involucrados en eso, que nos harían a todos más tranquilos, más nobles y más fuertes, si estuvieran vívida y vitalmente presentes para nosotros día a día.

La primera es que todo lo que nos acontece tiene una voluntad detrás y coopera hasta un fin. La vida no es un montón de incidentes inconexos, como varios eslabones arrojados al suelo, sino que los eslabones son una cadena y la cadena tiene un elemento básico. No es una ley sin legislador la que da forma a la vida de los hombres. No es un azar ciego e impersonal que lo preside. Estos mismos meteoros que los astrónomos esperan que en otoño vuelen y destellen por el cielo en un aparente desorden salvaje, todos obedecen a la ley. Nuestras vidas, de la misma manera, son pensamientos encarnados de Dios, en lo que respecta a los incidentes que les suceden. Podemos estropear, podemos luchar contra, podemos contradecir el propósito divino que preside; pero sin embargo, detrás de la danza salvaje de luces centelleantes y transitorias que recorren el cielo a toda velocidad, hay guías, no un Poder impersonal, sino un viviente; Él, no ellos —hombres, circunstancias, lo que la gente llama causas secundarias— Él corrige, y lo hace con un gran propósito.

 

¡Ah! Si creyéramos eso, y no lo dijéramos simplemente, desde los dientes hacia afuera, sino si fuera una convicción viva para nosotros, ¿no crees que nuestras vidas se elevarían hacia una nobleza y se asentarían en una tranquilidad completamente extraña a ellos hoy?

 

Pero, además, hay que captar el otro pensamiento, que todos nuestros días estamos aquí en un estado de pupilaje. El mundo es la guardería de Dios. Hay muchas mansiones en la casa del Padre; y esta tierra es donde guarda a los pequeños. Ese es el verdadero significado de todo lo que nos acontece. Es educación. El trabajo no valdría la pena si no fuera así. Se nos da la vida para enseñarnos a vivir, a ejercitar nuestras facultades, a darnos hábitos y facilidades de trabajo. Somos como niños en un barco escuela que permanece la mayor parte del tiempo en el puerto, y de vez en cuando emprende algún crucero corto y fácil; no por el bien de llegar a ninguna parte en particular, sino por el bien de ejercitar a los muchachos en la marinería.

Pero esa concepción del significado de cada acontecimiento que nos acontece lleva consigo la concepción del conjunto de esta vida, como una educación hacia la otra vida, la eterna. No entiendo cómo un hombre puede soportar vivir aquí y hacer todo su doloroso trabajo, a menos que piense que con ello se está preparando para la vida del más allá; y que "nada puede privarlo de la fuerza que hizo suya estando aquí". El mineral en bruto se convierte en acero al ser: "Sumergido en baños de lágrimas sibilantes, y ardiente de esperanzas y temores, y golpeado por los golpes de la fatalidad".

Y luego, ¿entonces qué? ¿Un instrumento, así modelado, templado y pulido, está destinado a romperse y "arrojarse como basura al vacío"? Ciertamente no. Si esta vida es la educación, como es obvio a partir de su propia cara entonces no es un lugar en el que ejercerá las cualidades que hemos adquirido aquí, y se manifiestan en las formas más elevadas de los caracteres que aquí hemos hecho nuestros.

 

Ahora si llevamos estos pensamientos con nosotros habitualmente, ¡qué diferencia hará en todo lo que nos suceda! A menudo escuchas a hombres quejarse y murmurar sobre los misterios del dolor, la tristeza y el sufrimiento de este mundo, preguntándose si hay alguna Voluntad amorosa detrás de todo esto. Ese interrogante perplejo se basa en la hipótesis de que la vida está destinada principalmente al disfrute o al bien material. Si una vez comprendiéramos en su alcance más aplicable esta simple verdad, que la vida es una disciplina, tendríamos menos dificultades para comprender lo que la gente llama los misterios de la Providencia. No digo que lo interpretaría todo, pero interpretaría un trato inmenso. Nos entusiasmaría, a medida que llegaba cada evento, descubrir su misión especial y lo que se suponía que debía hacer por nosotros. Dignificaría bagatelas, y reduciría la abrumadora magnitud de los llamados grandes acontecimientos, y nos convertiría en señores de nosotros mismos y señores de las circunstancias, y estaríamos listos para exprimir hasta la última gota de posible ventaja de cada cosa que nos aconteciera. La vida es la disciplina de un padre.

 

II. Tenga en cuenta el principio rector de esa disciplina.

 

"Ellos ... como les pareció bien." Ya he dicho que, incluso en el entrenamiento más sabio y desinteresado de un padre terrenal, se mezclarán elementos subjetivos, peculiaridades de visión y pensamiento y, a veces, de pasión, capricho y otros ingredientes, que restan valor a todo ese entrenamiento. . El principio rector para cada padre terrenal solo puede ser su concepción de lo que es para el bien de su hijo, incluso en el mejor; y muchas veces esa no es simplemente la guía por la cual se dirige la disciplina de los padres. De modo que el texto nos aleja de todas estas imperfecciones y nos dice: "Él para nuestro beneficio", sin mirar de reojo a nada más y con un conocimiento enteramente sabio de lo que es mejor para nosotros, de modo que el resultado siempre será y solo por nuestro bien. Este es el punto de vista desde el cual todo cristiano debe contemplar todo lo que le acontece.

 

¿Qué sigue? Esto, claramente: no existe el mal excepto el mal del pecado. Todo lo que viene es bueno, de diversos tipos y complexiones, pero todos genéricamente iguales. La inundación llega sobre los campos y los hombres están desesperados. Baja; y luego, como el limo que dejó el Nilo en la inundación, hay mejor suelo para la fertilización de nuestros campos. Las tormentas evitan que el mar y el aire se estanquen. Todo lo que los hombres llaman mal, en el mundo material, tiene un alma de bien.

Ese es un viejo, viejo lugar común; pero, al igual que el otro, del que he estado hablando, se profesa más a menudo que se realiza, y necesitamos volver a reconocerlo más enteramente de lo que normalmente somos. Si es que toda mi vida es disciplina paternal y que Dios no comete errores, entonces puedo abrazar lo que me venga y estar seguro de que encontraré en él lo que sea para mi bien.

 

Ah, hermanos, es fácil decir lo que cuando las cosas van bien, pero, sin duda, cuando cae la noche es el momento de las estrellas brillar. Esa palabra de gracia debería brillar sobre algunos de nosotros en las perplejidades, los dolores, las desilusiones y las tristezas de hoy: "Él para nuestro provecho".

 

Ahora bien, ese gran pensamiento no niega en lo más mínimo el hecho de que el dolor y la tristeza, y el llamado mal, son muy verdaderos. No hay falso estoicismo en el cristianismo. La misión de nuestros problemas no se llevaría a cabo a menos que nos molestaran. El bien que obtenemos de un dolor no se realizará a menos que lo hagamos. "Lloren por ustedes mismos", dijo el Maestro, "y por sus hijos". Está bien que debemos retorcernos de dolor. Es correcto que cedamos a las impresiones que nos dejan las calamidades. Pero no es correcto que nos afecte tanto como para discernir en ellos este pensamiento de gracia: "para nuestro beneficio". Dios nos envía muchas muestras de amor, y entre ellas están las grandes y pequeñas molestias y dolores que acosan nuestra vida, y en cada una de ellas, si quisiéramos mirar, veríamos escrita, de Su propia mano, esta inscripción: " Por tu bien”.

 

El principio rector de todo lo que nos acontece es el conocimiento infalible de Dios de lo que nos hará bien. Eso no evitará, y no tiene la intención de evitar, que la flecha hiera, pero sí limpia el veneno de la flecha y disminuye el dolor, y debería disminuir las lágrimas.

 

III. Por último, aquí vemos el gran objetivo de toda la disciplina.


El padre terrenal entrena a su hijo, o su hija, para ocupaciones terrenales. Estos duran un rato. Dios nos prepara para un fin eterno: "para que seamos partícipes de su santidad". El único objeto que es congruente con la naturaleza de un hombre, y está estampado en todo su ser, como su único fin adecuado, es que debe ser como Dios. La santidad es la abreviatura bíblica de todo aquello en la naturaleza divina que separa a Dios y lo eleva por encima de la criatura; y en ese aspecto de la palabra, el abismo nunca se puede reducir ni tender un puente entre nosotros y Él. Pero también es la expresión de la pureza moral y la perfección de esa naturaleza divina que lo separa de las criaturas mucho más realmente que los atributos metafísicos que pertenecen a su infinitud y eternidad; y en ese aspecto la gran esperanza que se nos da es que podamos acercarnos más y más a esa perfecta blancura de pureza, y aunque no podamos participar de Su ser esencial e inmutable, podamos " caminar ", como corresponde a nuestra limitada y cambiante naturalezas - "en la luz, como El" - como corresponde a Su ilimitado y eterno ser - " es en la luz. "Ese es el único fin que es digno de un hombre, siendo lo que es, proponerse a sí mismo como el resultado de su experiencia terrenal. Si fallo en eso, cualquier otra cosa que haya logrado, fallaré. Puede que me haya hecho rico, culto, culto, famoso, refinado, próspero; pero si al menos no he comenzado a ser como Dios en pureza, voluntad, corazón, entonces toda mi carrera ha perdido el propósito por el cual fui hecho, y para lo cual toda la disciplina de la vida ha sido prodigada en mí. Si fracasas allí, y dondequiera que tengas éxito, serás un fracaso. Triunfa allí y, donde sea que fracases, serás un éxito.

 

Ese gran y único fin digno puede alcanzarse mediante el ministerio de las circunstancias y la disciplina a través de la cual Dios nos pasa. Estas no son las únicas formas en las que Él nos hace partícipes de Su santidad, como bien sabemos. Está la obra de ese Espíritu Divino que se concede a cada creyente para insuflar en él el aliento santo de una vida inmortal e incorruptible. Para trabajar junto con ellos existe la influencia que ejercen sobre nosotros las circunstancias en las que nos encontramos y los deberes que tenemos que realizar. Todos estos pueden ayudarnos a estar más cerca y a gustarnos de Dios.

 

Esa es la intención de nuestros dolores. Nos destetarán; ellos nos refinarán; nos llevarán a Su pecho, como un viento fuerte podría llevar a un hombre a algún refugio de sí mismo. Estoy seguro de que entre los que están leyendo, hay algunos que pueden atestiguar con gratitud que se acercaron más a Dios por un dolor breve y agudo que por muchos largos días de prosperidad. Lo que Absalón, a su manera rebelde e impulsiva, hizo con Joab es como lo que Dios a veces hace con sus hijos. Joab no quiso ir al palacio de Absalón, así que Absalón prendió fuego a su trigo; y luego vino Joab. Entonces Dios a veces quema nuestras cosechas para que podamos ir a Él.

 

Pero el dolor que pretende acercarnos a Él puede ser en vano. Las mismas circunstancias pueden producir efectos opuestos. Me atrevería a decir que ahora hay personas que están leyendo estas líneas y que se han endurecido, hosco, amargado y paralizado por un buen trabajo, porque tienen alguna carga pesada o alguna herida que la vida nunca puede curar, que debe ser cargada o que duele. Ah, hermanos, a menudo somos como tripulaciones de náufragos, de los cuales algunos son empujados por el peligro a sus rodillas, y otros son llevados a los barriles de los espíritus. Cuídate de no desperdiciar tus dolores; que no dejes que los preciosos regalos de la decepción, el dolor, la pérdida, la soledad, la mala salud o aflicciones similares que vienen en tu vida diaria te estropeen en lugar de curarte. Mira que te envíen más cerca de Dios, y no que te alejen más de Él. Asegúrate de que te hagan sentir más ansioso por tener las riquezas duraderas y la justicia que ningún hombre puede arrebatarte, que por aferrarte a lo que aún pueda quedar de fugaces alegrías terrenales.

 

Así que, hermanos, tratemos de educarnos en la convicción habitual y operativa de que la vida es disciplina. Entreguémonos a la voluntad amorosa del Padre infalible, el Amor perfecto. Tengamos cuidado de no sacar nada bueno de lo que está cargado hasta el borde con el bien. Y asegurémonos de que de las muchas circunstancias fugaces de la vida recojamos y guardemos el fruto eterno de ser partícipes de Su santidad. Que nunca tenga que decirse de ninguno de nosotros que desperdiciamos las misericordias que también fueron juicios, y no encontramos nada bueno en las cosas que nuestros corazones torturados sintieron que también eran males; no sea que Dios tenga que lamentarse por cualquiera de nosotros: "En vano he herido a tus hijos; ¡no han recibido corrección!"

martes, 23 de noviembre de 2021

JESÚS EN LA CRUZ (fina


Mar 15:39  Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.

Mar 15:40  También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,

Mar 15:41  quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.  

 

       Tenemos el relato de las cosas sorprendentes que sucedieron cuando murió Jesús. Ya las tomemos literalmente o no, nos enseñan dos grandes verdades. Los soldados romanos y la multitud pervertida que rodeaba  la cruz, solo vieron una víctima pereciendo como las demás con todas las agonías que ordinariamente padecían los crucificados; y no percibieron que de ese  acontecimiento dependían intereses eternos. La muerte de Jesús cubrió de un todo la enorme deuda que los pecadores habían contraído para con Dios. Su muerte  satisfizo a los preceptos santos de la ley divina, e hizo que Dios fuese justo y a la vez justificador de los trasgresores. Su muerte no fue un mero ejemplo de  abnegación, sino una expiación completa por los pecados del hombre, y afecta el estado y el porvenir de todo el género humano. Su muerte, en fin, resolvió  el complicado problema de cómo podía Dios ser perfectamente santo y perfectamente misericordioso

El velo del templo se rasgó de arriba abajo. Ese era el velo que cubría la entrada del Lugar Santísimo, al otro lado del cual no podía entrar más que el sumo sacerdote el día de la Expiación; era el velo que, ocultaba la presencia del Espíritu de Dios: Aquí hay un profundo simbolismo. Hasta ese momento, Dios había estado oculto y remoto, y nadie sabía cómo era. Pero, en la muerte de Jesús vemos el amor oculto de Dios, y el acceso a la presencia de Dios qué había estado cerrado a toda la humanidad está ahora abierto.. La vida y la muerte de Jesús nos muestran cómo es Dios, y quitan para siempre el velo que Le ocultaba a la humanidad.

  

Tenemos el relato, de la adoración del centurión. Jesús había dicho: "Yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a Mí a todas las personas» (Jn_12:32). Jesús anunció el poder magnético de la Cruz; y el centurión fue su primer fruto. La Cruz le movió a ver la majestad- de Jesús, como ninguna otra cosa le había movido. La confesión del centurión romano ante la cruz de Cristo no deja de ser una nota sorprendente y altamente simbólica. Aquí encontramos a un gentil, oficial romano sobre cien soldados, hombre experimentado en el arte terrible de la guerra, quien demuestra una gran sensibilidad espiritual.  El centurión había escuchado la mofa de los líderes judíos en relación con la pretensión de Jesús de ser Hijo de Dios. Habría llegado a la conclusión de que Jesús era lo que él pretendía ser y lo que ellos decían que no era: ¡Verdaderamente éste era Hijo de Dios!. Corroborando esta interpretación, toda mención de centuriones en el NT revela una actitud positiva hacia Jesús y sus seguidores. 

Una compañía compuesta de varias mujeres y conocidos de Galilea (Luc. 23:49), estaba mirando desde lejos. Tenemos la sencilla mención de las mujeres que vieron el final. Todos los discípulos Le abandonaron y huyeron, pero las, mujeres se mantuvieron. Se ha dicho que, al contrario que los hombres, las mujeres no tenían nada que temer, porque su posición pública era tan poco importante que nadie se fijaría en las discípulas. Pero á más que eso. Estaban allí porque amaban a Jesús; y para ellas, como para tantos otros, el perfecto amor desecha el temor.   Esta referencia indica que Jesús gozaba del apoyo y servicio de varias personas, además de sus discípulos. Estos aparentemente estaban ausentes durante la crucifixión, con la excepción de Juan. María Magdalena no debe identificarse con la María de Betania, ni mucho menos con la mujer pecadora (Luc. 7:37–50 37  Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; 38  y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. 39  Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. 40  Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Dí, Maestro. 41  Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;42  y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Dí, pues, ¿cuál de ellos le amará más? 43  Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. 44  Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. 45  No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46  No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. 47  Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. 48  Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. 49  Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? 50  Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz.). Su nombre significa que era de Magdala, ciudad sobre el mar de Galilea. Salomé era la madre de los hijos de Zebedeo. Probablemente Mateo y Marcos mencionan por nombre estas mujeres porque iban a jugar un papel importante en la resurrección de Jesús.

  Muy poco podíamos esperar que se nos relatasen estas circunstancias y pues debíamos suponer, que cuando todos los discípulos habían abandonado a nuestro Señor y huido, el sexo más débil y más tímido no se hubiera atrevido a presentarse como amigo de El. Esto prueba lo que la gracia puede hacer. Dios escoge  algunas veces las cosas débiles de este mundo, para confundir a los poderosos, y los postreros suelen ser los primeros, y los primeros los postreros. La fe de  las mujeres se mantiene firme y erguida algunas veces, cuando la de los hombres desfallece y se postra.

Pero es interesante descubrir en el Nuevo Testamento con cuanta frecuencia la gracia de Dios ha sido glorificada -en las mujeres, y cuantos beneficios plugo a  Dios conferir por su medio a la iglesia, y al mundo. Vemos en el Antiguo Testamento que la trasgresión de la mujer fue la causa productora del pecado y de la  muerte. Vemos en el Nuevo Testamento nacer a Jesús de una mujer y con ese nacimiento milagroso producirse la vida y la inmortalidad, en el Antiguo Testamento a la  mujer servir con frecuencia al hombre de obstáculo y de tropiezo. Las mujeres de antes del diluvio, y las historias de Sara, Rebeca, Raquel, Dalila, Bet-sabé, y  Jezabel, son tristes ejemplos de esta verdad. Vemos generalmente en el Nuevo Testamento que las mujeres se mencionan sirviendo de ayuda y de sostén a la  causa de la verdadera fe. Isabel, María, Marta, Dórcas, Lidia, y las mujeres que S. Pablo nombra en su epístola a los Romanos, son otros tantos  comprobantes. El contraste es muy marcado, y es innecesario decir que sin duda es intencional. Es una de las muchas pruebas de que la gracia abunda más  bajo el Evangelio que bajo la ley. Parece que el objeto es enseñarnos que las mujeres ocupan un lugar importante en la iglesia de Cristo, lugar que debe  asignárseles, y que ellas deben ocupar. Hay en ella una gran obra que las mujeres pueden realizar en gloria de Dios sin ser maestros públicos. ¡Feliz la  congregación en que las mujeres lo saben, y obran en conformidad con ese conocimiento.