} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 08/01/2018 - 09/01/2018

viernes, 31 de agosto de 2018

LA SAL DE LA TIERRA; LA LUZ DEL MUNDO



Mateo 5:13-16 

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.
   Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar;
   ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.
   Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

         LA SAL DE LA TIERRA

  Mat_5:13, "Vosotros sois la sal de la tierra". ¡Qué afirmación más maravillosa y alentadora! En este texto Jesús habla de la relación entre sus discípulos y los demás. Son una gran bendición para el mundo.
 Los que poseen las cualidades de carácter descritas en las bienaventuranzas ineludiblemente son la sal de la tierra. La palabra "sal" se refiere a la influencia de los cristianos para impedir la maldad y para preservar el mundo de la corrupción espiritual.
           ¡He aquí los discípulos de Jesús!
  Considérese este grupo de discípulos. ¿Quiénes eran? ¿De dónde venían? ¿Qué habían hecho o qué hacían en ese entonces? ¿Cómo es posible que Jesús les haya dicho, "Vosotros sois la sal de la tierra"?
 Eran galileos. Los doce apóstoles eran galileos sin educación formal (Hch_1:11; Hch_4:13). Jesús no buscó apóstoles entre los entrenados y privilegiados. Jesús no solamente fue criado en Nazaret, una ciudad despreciada por los judíos (JN_1:46), sino que también llevó a cabo una gran parte de su ministerio en Galilea. Los galileos no gozaban de muy buena reputación entre los judíos de Jerusalén. Por estar más lejos del templo, y por tener más contacto con los gentiles (Mat_4:15, "Galilea de los gentiles"), se consideraban menos religiosos que los de Judea. Mar_14:70, "porque eres galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de ellos".
 Eran del pueblo común. Los discípulos no eran personas de reputación ("de influencia") en la vista del mundo. No eran grandes ni importantes, según el concepto popular de lo que constituye la grandeza, sino que, al contrario, era muy insignificantes.
(1). Por lo menos cuatro de los apóstoles eran pescadores (Mat_4:18-21).
(2). Otro apóstol era publicano (Mat_8:9-13).
(3). Eran pobres. "Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios", Luc_6:20.
(4). Eran despreciados por los romanos. Los discípulos de Jesús, siendo judíos, no tenían ningún poder político.
(5). No participaban en ningún movimiento político para corregir injusticias.
(6). Eran despreciados por los líderes religiosos. JN_7:49, "Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es". Así era el concepto que los líderes de los judíos tenían de los discípulos de Jesús.
1Co_1:26, "Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles". Este texto explica claramente que "lo necio de mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil de mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es (lo que no tiene reputación), para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia". Que toda la gloria sea para Dios y su mensaje, y no para los mensajeros.
¿Cómo es posible, pues, que tales personas -- pobres, insignificantes, perseguidos -- tengan una influencia tan grande sobre el mundo?
(1). Es obvio que lo que es “grande” e “importante” ante los ojos del mundo no cuenta con Dios (Luc_16:15).
(2). La verdad es que los discípulos de Jesús iban a tener, han tenido, y siguen teniendo un tremendo impacto sobre la raza humana, no por poseer la grandeza según el mundo, sino por poseer las cualidades de carácter delineadas en las bienaventuranzas.

           La sal sirve para preservar de la corrupción.
Los habitantes de la tierra son corruptos. Desde luego, no se necesita texto bíblico para probar esto, pero véanse Rom_1:18-21; Gál_5:19-21; Efe_4:17-19. Los discípulos de Cristo son preservadores que impiden el proceso de la corrupción por medio de predicar el evangelio, enseñando todo el consejo de Dios (Hch_20:20; Hch_20:27), y demostrando la enseñanza en sus propias vidas. Los discípulos de Cristo tienen influencia salvadora. Los santos son la "conciencia" para la gente que les conozca. Les enseña y les pone un buen ejemplo de la enseñanza. Esta influencia doble (la enseñanza y la enseñanza ejemplificada) es la sal de la tierra.
La sal obra silenciosamente, como la levadura, Mat_13:33. No es ruidosa. Jesús no inició revoluciones ni participó en marchas políticas. Mat_12:19, "No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz". No era revolucionario en el sentido común de la palabra. No buscaba medios sensacionales para ganarse el favor de la gente. Sus discípulos siguen su ejemplo al evitar tales tácticas.
La sal tiene que ser aplicada. Los que viven en monasterios y conventos no preservarán al mundo de corrupción. Los discípulos tienen que estar asociados con los del mundo para que la sal obre. Desde luego, es importante que los discípulos influyan en los del mundo, sin caer bajo la influencia del mundo. Los discípulos deben influir en los del mundo sin ser influenciados por el mundo. La sal da su sabor a la carne. Cuando la carne da su sabor a la sal, ¡qué horrible sabor tiene la sal! Tampoco puede la iglesia influir debidamente en el mundo si se limitan sus actividades a las cuatro paredes del sitio de reunión.
Algunos comentaristas dicen que esta figura significa que lo son la sal de la tierra en el sentido de "dar sabor al mundo" y hace menos aburrida la vida, etc., pero en esta figura el mundo no come la sal, sino que la sal se aplica al mundo (la "carne") para preservarlo de la corrupción. Sí da su sabor a la carne en ese sentido. Pero no "da su sabor" en el sentido de echar sal a la comida para dar gusto al que coma. La Biblia de las Américas dice "si la sal se ha vuelto insípida", pero la palabra "insípida" no da importancia al "sabor" para el gusto, sino que, más bien, significa que la sal pierde su calidad de sal, y por lo tanto, pierde su eficacia para salar. "La sal de la tierra" sí da gusto a los que se convierten de su maldad para que ellos también lleguen a ser "la sal de la tierra".

Para ser la sal de la tierra hay dos requisitos indispensables.

Los discípulos deben poseer las cualidades de carácter enseñadas en las bienaventuranzas, y reflejarlas llevando vidas fieles.  1Ti_4:12; 1Pe_3:1-4; 1Pe_5:2-3. 2Pe_1:4, los discípulos de Cristo han "huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia", y deben tener una fuerte influencia sobre los que todavía están en el mundo, para que éstos también puedan escapar del lazo del diablo. Col_4:6, "Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno". No solamente la palabra sino toda nuestra conducta debe ser sazonada con sal. Tit_1:16, "Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan". Los tales no son "sal". 2Ti_3:5, "que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella". La "apariencia" no sirve para preservar de la corrupción. Los miembros infieles no son sal. Los miembros mundanos, indiferentes, sectarios y desobligados no son sal. Los miembros que están mal en su matrimonio (por hacer caso omiso de Mat_5:32; Mat_19:9) no son sal.

Los discípulos deben predicar el evangelio puro. Algún evangelio corrupto no salva a nadie, no preserva de corrupción. Gál_1:6-9; 1Ts_5:21; 1Jn_4:1-2. Siempre ha habido apostasías. Los apóstoles tuvieron que combatir muchas enseñanzas falsas (por ejemplo, el error de los judaizantes, y el de los gnósticos). Estos errores causaron división en la iglesia. Hoy en día es necesario combatir el error: el institucionalismo, la centralización, el evangelio social,  y otras tendencias sectarias. Por lo tanto, nos urge predicar "todo el consejo de Dios" para salvar y edificar almas y para preservarlas de la corrupción de doctrinas falsas 2Ti_4:2, "que prediques la palabra; que instes a tiempo, y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina". Haciendo esto los discípulos de Cristo son la sal de la tierra. Muchos sectarios y hasta hermanos creen que la iglesia debe ser el  azúcar del mundo. Quieren dar pura miel a la gente perdida, pero el mundo corrupto no necesita azúcar, sino la "sal" del evangelio puro.

 "Si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada?"
La sal perderá su eficacia, su carácter distintivo:
(1) si los que profesan ser discípulos de Cristo no poseen en realidad las características enseñadas en las bienaventuranzas, y (2) si no enseñan diligentemente la sana doctrina, no adulterada (2Co_2:17; 2Co_4:2; 1Pe_2:2).
         Es indispensable que todo miembro de la iglesia entienda que la mera profesión de ser cristiano o de ser miembro de la iglesia de Cristo no basta (Mat_7:21). El miembro que pierda su capacidad para salar es inútil, inservible. Es sal sólo de nombre. ¡Es "sal" que no puede salar!
La "sal" que no es sal no preserva de corrupción, y "no sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres". Es arrojada al camino para ser pisoteada por la gente. Luc_14:34-35. Tales personas son despreciadas por los hombres mundanos, los cuales se hunden más en corrupción por falta de esa "sal" que tanto necesitan.
Así es el cuadro pintado por Jesús de un "evangelio insípido" y de "cristianos insípidos". Son totalmente inútiles. No valen nada. No sirven para nada. Lo triste es que los miembros de la iglesia pueden llegar a ser "insípidos" sin darse cuenta:
(1). Como Sansón (Jue_16:20) creen que tienen fuerza, y no saben que Dios ya se apartó de ellos.
 (2). Como la iglesia de Efeso, no saben que están en peligro de perder su "candelero" (su identidad como iglesia de Cristo), Apo_2:5.
(3). Como dice el borracho, "Me azotaron, mas no lo sentí" (Pro_23:35), así son los miembros que ni oyen los reproches de los mundanos que hacen burla de ellos. ¡Qué tropiezo para la obra de Cristo son los miembros "inútiles"!

         "¿Con qué será salada?"
 No hay substituto. No hay otra cosa que pueda hacer lo que la sal hace. La sal espiritual no tiene substituto. Que todo hermano piense seriamente en esta verdad solemne: ¡No hay otra cosa que la substituya! La fidelidad de los discípulos de Cristo es la única esperanza del mundo.
 El mundo está perdido, y su única esperanza es el evangelio, el evangelio predicado y el evangelio  vivido por los verdaderos discípulos de Cristo. Pero no hay otra sal, no hay otra cosa que preserve del error y de la maldad. Si la iglesia no es fiel, el mundo estará sin esperanza.
 Gén 6-9 describe el diluvio que Dios envió porque el mundo era totalmente corrupto.
Gén 19 describe el fuego y azufre que Dios envió sobre Sodoma y Gomorra porque eran totalmente corruptos.
 Dios envió a Josué y los ejércitos de Israel a Canaán para destruir aquellas naciones que se entregaban a las abominaciones de la idolatría. Ahora otra vez el mundo está en gran peligro, porque está lleno de toda forma de disolución. Los perversos matan actualmente millones de infantes (el "aborto"), afirmando que la mujer debe tener control sobre su propio cuerpo (rehusan admitir que el bebé es otra persona); los homosexuales ya perdieron todo sentimiento de vergüenza y con todo valor demandan sus "derechos"; los humanistas ya se han apoderado de las escuelas, denunciando a Dios y la Biblia para enseñar la evolución, la "educación sexual" y toda forma de depravación. ¿Cuándo llegará "el colmo de maldad" (Gén_15:16) para atraer la furia de la ira de Dios? "Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas" (Mat_24:28); es decir, la nación corrupta atrae su ruina y asolamiento. Si Dios no destruyera una nación moderna entregada a la homosexualidad, tendría que pedir perdón a Sodoma y Gomorra. Por lo tanto, el mundo corrupto necesita urgentemente de la sal, y los cristianos son la única esperanza del mundo, porque aparte del evangelio y el ejemplo de los cristianos, el mundo no puede ser salado para evitar la corrupción total.
Aquí hay dos cosas de suprema importancia.
(i) La gente tiene que ver nuestras buenas obras. En griego hay dos palabras para bueno. Hay la palabra agathós, que simplemente define la calidad de una cosa como buena; y hay la palabra kalós, que quiere decir que una cosa es no sólo buena, sino también hermosa y atractiva. La palabra que se usa aquí es kalós.
Las buenas obras del cristiano tienen que ser no sólo buenas, sino también atractivas. Tiene que haber un cierto encanto en la bondad cristiana. La tragedia de mucho de lo que se considera bueno es que tiene un elemento de dureza y de frialdad y de austeridad. Hay una bondad que atrae, y una bondad que repele. Hay un cierto encanto en la verdadera bondad cristiana que la hace encantadora.
(ii) También tenemos que notar que nuestras buenas obras deben atraer la atención, no a nosotros, sino a Dios. Este dicho de Jesús es una prohibición total de lo que alguien ha llamado «bondad teatral.»
En una conferencia en la que estaba presente D. L. Moody había también algunos jóvenes que tomaban su fe cristiana muy en serio. Una noche tuvieron una vigilia de oración. Cuando llegaban de ella por la mañana se encontraron con Moody, que les preguntó qué habían estado haciendo. Se lo dijeron, y añadieron: «¡Señor Moody, vea cómo nos brilla el rostro!» Moody les contestó muy cortésmente: «Moisés no sabía que le relucía el rostro.» La bondad que es consciente, que llama la atención a sí misma, no es la bondad cristiana.
Uno de los historiadores antiguos escribió acerca de Enrique V después de la batalla de Agincourt: «Tampoco permitió que se hicieran canciones ni que las cantaran los juglares acerca de su gloriosa victoria; porque quería que toda la alabanza y la gloria y la acción de gracias se Le dieran a Dios.»
El cristiano no piensa nunca en lo que él ha hecho, sino en lo que Dios le ha capacitado para hacer. Nunca trata de atraer las miradas de la gente, sino siempre en dirigirlas a Dios. Mientras las personas estén pensando en las alabanzas, las gracias y el prestigio que obtendrán por lo que han hecho, no han empezado todavía a recorrer el camino cristiano de veras.

31 Agosto: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.




1 Corintios 1; 18
Porque la palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos es poder de Dios.

El contenido del evangelio no es sencillamente una filosofía entre otras, pues ninguna filosofía puede salvar eternamente al pecador. El evangelio une a todos en Cristo para salvación, pero las filosofías humanas dividen al hombre. ¡Con razón había divisiones en la iglesia en Corinto!
         Para la persona que considera al evangelio por medio de la sabiduría humana, el evangelio es locura; no tiene poder alguno. ¿Cómo puede la muerte del héroe tener poder para salvar a sus seguidores? Tal persona en el mundo, perdida en sus pecados (Jua_8:24), sigue siendo persona perdida. Sigue rechazando al evangelio. Y ¿a éstos querían algunos miembros de la iglesia en Corinto impresionar e imitar, al hacer tanto caso de hombres considerados como grandes líderes? ¿Para qué enamorarse de quienes se están perdiendo, e imitarles?
         -- pero para nosotros los salvos es poder de Dios --  Pablo hace contraste entre “los que se están perdiendo” y “los que nos estamos salvando”, y entre la locura, según la conclusión del hombre perdido, y el poder de Dios según el caso de los corintios cristianos. Estos últimos, habiendo sido lavados, santificados y justificados por el mensaje de la cruz, demostraban el poder del evangelio. Ninguna sabiduría humana había podido lograr tal cambio en el hombre, ni puede.
         Por esta razón Cristo envió a Pablo a predicar el evangelio; es la única cosa con el poder necesario para salvar al hombre perdido. Y ahora, ¿qué diremos de la iglesia en Corinto? Estaba manifestando actitudes basadas, no en este evangelio, sino en la sabiduría humana que es carnalidad. Si la perdición y la locura van juntas, como la salvación y el poder, ¿eran sabios los hermanos en Corinto al hacer tanto caso de ideas filosóficas hasta causar cismas en la iglesia?

1 Corintios 2; 9-10
sino como está escrito: COSAS QUE OJO NO VIO, NI OIDO OYO, NI HAN ENTRADO AL CORAZON DEL HOMBRE, son LAS COSAS QUE DIOS HA PREPARADO PARA LOS QUE LE AMAN.
   Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios.


            -- Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han entrado al corazón de hombre -- Los cinco sentidos y la inteligencia (corazón) del hombre solos no son capaces de descubrir las cosas de la sabiduría de Dios, a las que se hace referencia en la próxima frase de este versículo.
          Ningún  dios pagano, dado que todos estos dioses son creación de la mente humana y, en verdad, no son nada, ofreció hacer para toda la creación lo que Yahvé Dios ha ofrecido para todas sus criaturas (Mat_28:19; Mar_16:15). Por eso las facultades humanas solas nunca podían descubrir la sabiduría de Dios en el evangelio.
         -- Son las que Dios ha preparado para los que le aman -- Son las que pertenecen a las buenas nuevas, al evangelio: justificación, santificación, redención.
         Se ignora el contexto cuando se aplica la frase “las cosas que Dios ha preparado para los que le aman” al hogar en el cielo, como se suele hacer al citar este versículo en servicios funerales. La frase no concierne a cosas futuras, sino pasadas. Las cosas referidas son las que Pablo predicó en Corinto (2:1,2), y que muchos corintios recibieron cuando, creyendo, fueron bautizados (Hch_18:8). Son las cosas del plan de salvación.
No podemos imaginar todo lo que Dios tiene reservado para nosotros en esta vida y en la eternidad. Creará un cielo nuevo y una tierra nueva (Isa_65:17, Apoc_21:1), y viviremos con El para siempre.
Mientras tanto, el Espíritu Santo nos consuela y guía. Al saber el futuro maravilloso y eterno que nos espera, nos da esperanza y valor para seguir adelante en esta vida, para tolerar las dificultades y evitar que cedamos a la tentación. Este mundo no es todo lo que es. Lo mejor aún está por venir.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

jueves, 30 de agosto de 2018

¿A QUÉ ESPERAS?




1Tesalonicenses 5:1 

Ahora bien, hermanos, con respecto a los tiempos y a las épocas, no tenéis necesidad de que se os escriba nada.

       Pablo sigue hablando de la segunda venida de Cristo. En los versículos anteriores consolaba a los hermanos con respecto a sus seres queridos que ya murieron; ahora les exhorta a ellos y a nosotros para que estemos listos para ese gran evento.  No tenían necesidad de que Pablo les escribiera sobre el tiempo de la segunda venida de Cristo, porque ya les había instruido, pero se puede agregar que los fieles no tienen necesidad de saber cuándo Cristo vendrá porque siempre están listos.
         En cuanto a los tiempos y las épocas, Hch_1:7, “Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones (épocas, LBLA), que el Padre puso en su sola potestad”. Nota importante: Jesús dice (Mar_13:32), “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”. Algunos hermanos citan este texto para probar que durante su vida en la tierra Jesús no era omnisciente, pero este texto no enseña tal cosa. Más bien, de acuerdo a lo que dice en Hch_1:7, no es el papel del Hijo, ni el de los ángeles, ni el del Espíritu Santo, revelar “aquel día”. Si Mar_13:32 enseña que Jesucristo no era omnisciente, entonces enseña que el Espíritu Santo no es omnisciente. Ose_8:4 dice, “Ellos constituyeron príncipes, mas yo no lo supe”. ¿Este texto enseña que Dios no es omnisciente? Claro que no. Tampoco enseña Mar_13:32 que durante su vida terrenal Cristo no era omnisciente. Es necesario dejar que la Escritura explique la Escritura.
         No tenemos necesidad de saber cuándo Cristo vendrá. Lo importante es que estemos listos todo el tiempo.Luc_13:23 “Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: 24 Esforzaos (luchar; castellano, agonizar) a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. 25 Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. 26 Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. 27 Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. 28 Allí será el llanto y el crujir de dientes”. Lo importante no es especular en cuanto al número de los salvos; más bien nos conviene preocuparnos por la cuestión vital: ¿estaré yo listo? ¿estaré yo entre ellos?
         “Hay actividades que no se pueden dejar hasta el último momento. Es demasiado tarde para prepararse para un examen cuando llega el momento de escribir. Es demasiado tarde para asegurar una casa cuando ha estallado la tormenta. Hay cosas que deben hacerse a tiempo... Un viejo escocés a quien alguien le ofrecía palabras de consuelo porque le había llegado la hora, replicó: ‘¡Ya teché mi casa cuando el tiempo era bueno!’”.
         Si el Señor nos hubiera dicho exactamente cuándo vendría, ¿cuántos estaríamos verdaderamente preparados para su venida? El Señor quiere que dediquemos la vida a la práctica de sus enseñanzas para nuestro propio bien y para transformarnos a su imagen (Rom_8:28; Rom_12:2; 2Co_3:18; Efe_4:24; Col_3:10). Por lo tanto, el Señor no nos dice el tiempo de su venida, pero sí nos dice, (Rom_13:11), “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. 12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. 13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”. Pedro dice, “Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles” (1Pe_4:3).
         No sabemos cuándo el Señor vendrá, pero Pablo dice, “Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta, pues, que los que tienen esposa sean como si no la tuviesen; 30 y los que lloran, como si no llorasen; y los que se alegran, como si no se alegrasen; y los que compran, como si no poseyesen; 31 y los que disfrutan de este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la apariencia de este mundo se pasa. 32 Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja” (1Co_7:29-32). Si Cristo viene primero o si morimos primero, el tiempo es corto. Debemos hacer todos los planes de la vida teniendo presente siempre que el tiempo es corto. No conviene que ninguna relación o actividad de la vida nos estorbe espiritualmente. “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” (1Pe_4:7).
         También Pablo dice, “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2Co_6:2).

30 Agosto: Estudiando la Palabra de Dios en la Biblia.




Mateo 16; 26
Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?

¿Qué tan serio es perder el alma?
(1) Se pierde la posesión más valiosa Mateo 10: 28, “28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”. Jesús sabe el valor del alma; El murió para salvarla. El diablo sabe el valor del alma; por eso, quita la semilla para que la gente ni siquiera piense en salvar su alma; pero ¿cuántos hombres aprecian el valor del alma?

(2) Se pierde todo 1Ti_6:1-21, “7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar”; al morir el hombre pierde toda posesión material, y ¿si pierde el alma también? Pierde absolutamente todo. ¿Qué recompensa dará el hombre por su alma? No tendrá nada que dar.

 (3) Causa que otros también se pierden. Mat_5:1-48, “32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere ” (él lo causa); Mat_18:1-35, “6 Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”; 1Re_14:1-31, “Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel ”. ¿Cuántos padres mundanos enseñan a sus hijos a ser obedientes a Dios? Por el ejemplo y por la misma enseñanza causan que sus hijos también se pierdan.

 (4) Se pierde la vida mejor aún en este mundo 1Pe_3:10-12; Efe_6:3; 1Ti_4:8; Mat_5:5.

 (5) Se pierde el cielo, Jua_14:1-3; Mat_25:34; Apo_21:4.

 Y (6) en lugar de encontrar reposo y alivio de todos los problemas y sufrimientos de la vida el perdido apenas comienza a sufrir, Mat_25:46; 2Ts_1:8-9.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!


miércoles, 29 de agosto de 2018

NADIE PUEDE SER ESCLAVO DE DOS AMOS




Mateo 6:24 
Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.


Para los que vivían en el mundo antiguo, este dicho era todavía más gráfico que para nosotros. La Reina-Valera lo traduce: «Ninguno puede servir a dos señores.» Pero eso no se acerca a la fuerza del original. La palabra que traduce servir es duleuein; dulos es un esclavo; y duleuein quiere decir ser esclavo de alguien. La palabra que la R-V traduce señores es kyrios, y kyrios es la palabra que denota absoluta propiedad. Comprendemos mejor el sentido si lo traducimos: «Nadie puede ser esclavo de dos amos.»
Para entender todo lo que esto quiere decir e implica debemos recordar dos cosas sobre los esclavos en el mundo antiguo. Primero, un esclavo no era una persona, sino una cosa, a los ojos de la ley. No tenía absolutamente ningunos derechos; su amo podía hacer con él lo que le diera la gana. A los ojos de la ley, el esclavo era una herramienta viva. Su amo le podía vender, apalear, expulsar y hasta matar. Su amo era su propietario tan totalmente que poseía todo lo que fuera o tuviera. Segundo, en el mundo antiguo un esclavo no tenía literalmente nada de tiempo para sí mismo. Cada momento de su vida pertenecía a su amo. En las condiciones actuales de vida, una persona tiene ciertas horas para trabajar y, fuera de esas horas de trabajo, las restantes son suyas. De hecho es posible a menudo el que una persona encuentre los intereses reales de su vida fuera de las horas de su trabajo. Puede que trabaje en una oficina durante el día, y que toque el violín en una orquesta por la noche; y puede que sea en su música donde encuentre su vida real. O puede que trabaje en una mina o en una fábrica durante el día y dirija un club de jóvenes por la noche, y que sea en esto último donde encuentre más compensaciones y la expresión verdadera de su personalidad. Pero esto no le era posible a un esclavo. El esclavo no tenía ni un momento de tiempo que le perteneciera. Todos sus momentos pertenecían a su amo, y toda su persona estaba siempre a disposición de su amo.
Esta es, pues, nuestra relación con Dios. En relación con Dios no tenemos derechos propios; Dios debe ser el dueño indiscutible de nuestras vidas. No podemos preguntarnos nunca: « ¿Qué quiero yo hacer ahora?» Siempre debemos preguntarnos: "¿Qué quiere Dios que haga ahora?» No tenemos tiempo que sea exclusivamente nuestro. No podemos decir unas veces: «Haré lo que Dios quiera que haga,» y otras: «Haré lo que yo quiera.» El cristiano no tiene un tiempo en que no es cristiano; no hay ningún momento en que puede bajarse el listón o estar fuera de servicio. Un servicio de Dios a tiempo parcial o intermitente no basta. Ser cristiano tiene que ser a pleno tiempo. En ningún otro sitio de la Biblia se nos presenta más claramente el servicio exclusivo que Dios demanda.
Jesús continúa diciendo: "No podéis servir a Dios y a mamoná» (R-V.95). Esta era la palabra hebrea para las posesiones materiales. En su origen no era una palabra mala. Los rabinos, por ejemplo, tenían un dicho: «Que el mamoná de tu prójimo te sea tan digno de respeto como el tuyo propio.» Es decir: uno debería considerar las posesiones materiales de su prójimo como algo tan sagrado como las suyas. Pero la palabra mamoná tuvo una historia de lo más curiosa y reveladora. Procede de una raíz que quiere decir confiar un depósito; y mamoná era lo que uno le confiaba al banquero o a la empresa de seguridad que fuera para que se lo guardara de todo riesgo. Pero, conforme fueron pasando los años, mamoná llegó a significar, no lo que uno confía, sino aquello en lo que uno confía. Así pues, mamoná acabó escribiéndose con mayúscula Mamoná- y a considerarse como nada menos que un dios.
La historia de esta palabra muestra bien a las claras que las posesiones materiales pueden llegar a usurpar un lugar en la vida que no estaba programado que ocuparan. En principio, las posesiones materiales de una persona eran las cosas que se confiaban a otra persona para que las tuviera a salvo; por último, llegaron a ser las cosas en las que la persona ponía su confianza.
No se puede describir mejor el dios de una persona que diciendo que es el poder en el que confía; y cuando se pone la confianza en las cosas materiales, estas se han convertido, no en su apoyo, sino en su dios.

Este dicho de Jesús nos obliga a plantearnos el lugar que deben ocupar en nuestra vida las posesiones materiales. La enseñanza de Jesús descansa sobre tres grandes principios:

(i) En último análisis, todas las cosas pertenecen a Dios.
La Escritura lo deja bien claro. " Del Señor es la Tierra y todo lo que hay en ella; el mundo, y todos los que lo habitan» (Sal_24:1). «Porque Mías son todas las bestias del bosque, y el ganado de un millar de collados... Si Yo tuviera hambre, no te lo diría a ti, porque el mundo y todos los seres que habitan en él son Míos» (Sal_50:10; Sal_50:12).
En las parábolas de Jesús, es el amo el que les confía sus talentos a sus siervos (Mat_25:15), y el propietario el que les confía su viña a sus campesinos (Mat_21:33). Este principio tiene consecuencias incalculables. Las personas pueden comprar y vender cosas; hasta cierto punto pueden cambiarlas y organizarlas, pero no crearlas. El propietario indiscutible de todas las cosas es Dios. No hay nada en el mundo que uno pueda decir: «Esto es mío,» sino solamente: «Esto pertenece a Dios, Que me permite usarlo.»
De aquí surge un gran principio de la vida. No hay nada en el mundo de lo que nadie pueda decir: «Esto es mío, y hago con ello lo que me da la gana.» Por el contrario, lo que debe decir es: «Esto es de Dios, y debo usarlo como quiere su Propietario.» Se cuenta de una niña de la ciudad a la que llevó su maestra un día al campo. No había visto nunca tantas flores juntas. Se volvió a su maestra, y le dijo: « ¿Cree usted que a Dios Le molestará que coja algunas de Sus flores?» Esa es la actitud correcta con la vida y todo lo que hay en el mundo.

(ii) El segundo principio básico es que las personas son siempre más importantes que las cosas. Si se adquieres las posesiones, si se amasa el capital, si se acumula la riqueza a costa de tratar a las personas como cosas, entonces todas esas riquezas son malas. Siempre y cuando se olvide ese principio, o no se tenga en cuenta, o se viole, se producirá irremisiblemente un desastre a gran escala.
En muchos países industrializados, en el día de hoy estamos sufriendo en el mundo de las relaciones industriales las consecuencias de haber tratado a las personas como cosas en los días de la revolución industrial.   Se empleaban niños de siete y ocho años -y hasta hay un caso de uno de tres años- para trabajar en las minas. Algunos de ellos arrastraban carretillas por aquellas galerías andando a gatas; otros bombeaban el agua metidos en ella hasta las rodillas doce horas al día; otros, a los que llamaban «los tramperos,» abrían y cerraban las puertas para la ventilación, encerrados en cámaras hasta dieciséis horas al día. En 1815 los niños trabajaban en los molinos desde las 5 de la mañana hasta las 8 de la noche sin ni siquiera medio día libre los sábados, y con nada más que media hora para el desayuno y otra media para la comida. En 1833 había 84,000 niños menores de 14 años en las fábricas. Hasta se conoce el caso de niños que ya no se necesitaban, que los echaban a la deriva. Los empresarios objetaban a la expresión «echar a la deriva,» y decían que los niños habían sido puestos en libertad. Reconocían que los niños lo podían tener crudo. «Tendrían que intentar sobrevivir pidiendo limosna o algo así.»  
Es indudable que las cosas han cambiado considerablemente desde entonces; pero hay tal cosa como la memoria de la raza. En lo hondo de la memoria inconsciente de la gente quedó grabada indeleblemente la impresión de aquellos días. Siempre que se trata a las personas como cosas, como máquinas, como instrumentos de producción y de enriquecimiento de los que los emplean, el desastre será la consecuencia de esa situación tan naturalmente como al día sigue la noche. Una nación solo olvida a su riesgo el hecho fundamental de que las personas son siempre más importantes que las cosas.

(iii) El tercer principio es que la riqueza material es siempre un bien subordinado. La Biblia no dice que "el dinero es la causa de todos los males;» pero sí dice que «el amor al dinero es la raíz de todos los males» (1 Timoteo_6:10 ). Es muy posible encontrar en las cosas materiales lo que ha llamado alguien «una salvación rival.» Una persona puede que crea que, porque es rica, puede comprarlo todo, y salir airosa de cualquier situación. La riqueza se puede convertir en su vara de medir; puede llegar a ser un único deseo, la única arma para enfrentarse con la vida. Si se desean los bienes materiales para tener una independencia honrosa, para ayudar a la familia y hacer algo por los semejantes, eso está bien; pero si se desean simplemente para amontonar placeres, y para multiplicar el lujo; si la riqueza se ha convertido en el fin principal del hombre, por y para lo que uno vive, ha dejado de ser un bien subordinado, y ha usurpado el lugar que sólo Dios debe ocupar en la vida.
Una cosa surge de todo esto: el poseer riqueza, dinero, cosas materiales, no es un pecado, pero sí una tremenda responsabilidad. Si uno posee muchas cosas materiales, no es algo por lo que se le deba felicitar, sino por lo que se deba orar, para que las use como Dios manda y quiere.

Las posesiones nos plantean dos cuestiones importantes, y todo dependerá de las respuestas que demos a esas cuestiones.
(i) ¿Cómo obtuvo una persona sus posesiones? ¿De una manera que le gustaría que Jesucristo pudiera ver, o de una manera que querría ocultarle a Jesucristo?
Una persona puede obtener sus posesiones a expensas de su honradez y honor.   Uno puede enriquecer su cuenta corriente a expensas de empobrecer su alma.
Una persona puede obtener sus posesiones aplastando intencionadamente a algún rival más débil. El éxito de muchos está basado en el fracaso de otros. La prosperidad de muchos se ha conseguido a base de echar a la cuneta a otros. Es imposible comprender cómo una persona que prospera así puede dormir por la noche.
Una persona puede obtener sus posesiones a expensas de obligaciones más elevadas.  
Hay posesiones que se adquieren a un precio demasiado elevado. Uno se debe preguntar: «¿Cómo adquiero yo las cosas que poseo?»

(ii) ¿Cómo usa una persona sus posesiones? Una persona puede que use las cosas que ha adquirido de varias maneras.
Puede que no las use en absoluto. Puede que padezca la manía avarienta que se deleita sencillamente en poseer. Sus posesiones puede que sean totalmente inútiles -y la inutilidad siempre invita al desastre.
Puede que las use de una manera totalmente egoísta. Puede que una persona quiera tener más sueldo simplemente para tener un coche más grande, un aparato nuevo de televisión, y unas vacaciones más caras. Puede que piense en sus posesiones sencilla y únicamente en términos de lo que pueden hacer por él.
Puede que las use malvadamente. Uno puede usar sus posesiones para persuadir a algún otro a hacer las cosas que no tiene derecho a hacer, o vender lo que no tiene derecho a vender. Se ha sobornado o seducido al pecado a muchos jóvenes con el dinero de algún otro. La riqueza da poder, y una persona corrompida puede usar sus posesiones para corromper a otros -y eso es un pecado muy terrible a los ojos de Dios.
Una persona puede que use sus posesiones para su propia independencia y para la felicidad de otros. No se necesita una gran fortuna para hacer eso, porque una persona puede ser lo mismo de generosa con cien pesetas como con un millón. Uno no puede equivocarse mucho si usa sus posesiones para ver cuánta felicidad puede llevar a otros. Pablo recuerda un dicho de Jesús que se habría olvidado a no ser por él: "Es más bienaventurado el dar que el recibir» (Hec_20:35). Es una característica de Dios el dar; y, si en nuestras vidas apreciamos el dar por encima del recibir, usaremos lo que poseamos como es debido, sea mucho o poco.
El contraste siempre varía y se llama al discípulo para que tome siempre la misma decisión: tesoros en la tierra, tesoros en el cielo; tinieblas, luz; riqueza, Dios. También aquí penetra una experiencia natural en el ámbito del espíritu. Cada uno en realidad sólo puede servir con todas sus fuerzas a un señor. Pero esto con pleno sentido sólo puede decirse de Dios, que pide todo el hombre y no tolera ningún compromiso. Solamente en Dios tiene validez la alternativa en el pleno sentido; el hombre sabe que sólo Dios puede darnos la salvación...

En todas partes en que se pone en discusión el derecho señorial de Dios, se oculta el maligno. El demonio conoce múltiples formas de oposición y enemistad. De una forma especialmente alevosa se escuda detrás de Mammón. Éste representa la propiedad terrena, la acumulación de bienes y tesoros, y de toda clase de posesiones. Pero también conocemos por la experiencia el disimulado poder del oro, el brillo fascinante y la magnificencia cautivadora de los objetos terrenales de gran valor. Para Jesús la riqueza siempre es «injusta», un poder casi demoníaco, que gana el corazón y lo tiene encadenado. El que es víctima de la riqueza, también lo es del diablo. Solamente se puede servir de veras a uno: a Dios, que es la luz de nuestra vida, y en quien están bien guardados los verdaderos tesoros y nuestro corazón.