} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 07/01/2015 - 08/01/2015

sábado, 11 de julio de 2015

REFLEXIÓN DEL DÍA

Aunque es gran privilegio oír la Palabra de Dios, sólo son bendecidos de verdad los bendecidos del Señor, que la oyen, la mantienen en su memoria y la obedecen como su camino y su ley todos los días de su vida. No son perfectos, pero caminan, se ponen en acción obedeciendo la Palabra de Dios en la Biblia.
Predicación fiel, vidas santas, oraciones fervientes y sufrimiento con paciencia, cuando sean llamados a ello, son los medios de llevar a los hombres a la obediencia a Cristo.
En la Palabra de Dios en la Biblia tenemos muchos ejemplos sobre la obediencia al Señor. Destacaría en el A.T. a Esdras que demostró cómo un dotado maestro de Biblia puede hacer que el pueblo de Dios avance. Era eficiente debido a su aplicación como estudiante de las leyes de Dios y a que estaba decidido a obedecerlas. La devoción y disciplina de Esdras lo llevaron más tarde a ministrar como sacerdote en Jerusalén. Enseñó tanto por su predicación como por su ejemplo. Al igual que Esdras, debemos decidirnos tanto a estudiar como a obedecer la Palabra de Dios.
Es muy importante saber lo que la Palabra de Dios dice, pero es mucho más importante obedecerla. La eficacia de nuestro tiempo de estudio bíblico puede medirse por el efecto que tiene en nuestra conducta y nuestras actitudes.
¿Ponemos en práctica lo que hemos estudiado?
Parece paradójico que una ley pueda darnos libertad. Pero la ley de Dios destaca nuestro pecado y nos da la oportunidad de pedir perdón a Dios. Los cristianos somos salvos por la gracia de Dios. La salvación incluye libertad del dominio del pecado. Los creyentes somos libres para vivir como Dios se propuso al crearnos. Desde luego, eso no significa que seamos libres para hacer lo que nos plazca. Ahora somos libres para obedecer a Dios. Aspirar a una vida pura no es buscar la perfección, sino más bien la liberación de aquellas cosas que pudieran reducir la plenitud de un vivir lleno de poder. La Palabra de Dios actúa como un medio de reflexión, un espejo en el cual debemos mirarnos y vernos tal como somos. El llamado es no solamente a prestar atención a lo que vemos y aceptar las enseñanzas y la corrección de la Biblia, sino que ella nos ofrece una lección no escrita con palabras por medio de la obediencia práctica.
Es necesario para nuestra dicha que creamos en Cristo, que nos arrepintamos de pecado, que vivamos una vida santa, que nos amemos unos a otros. Esta es su voluntad, nuestra santificación.
Hay muchos cuya vida descansa en el puro oír, sin ir más allá; sus cabezas están llenas de nociones vacías. Se nos enseña a oír y hacer los dichos del Señor Jesús: algunos pueden parecer duros para carne y sangre, pero deben hacerse debemos practicar la obediencia; Haz lo que Dios dice.
Hay una tormenta que viene y probará la obra de todo hombre. Cuando Dios quita el alma, ¿dónde está puesta la esperanza del hipócrita?
Algunos aficionados al deporte pueden "hablar" bien de lo que es un buen juego pero eso no quiere decir que pueden jugar bien. Y no todo aquel que habla del cielo pertenece al Reino de Dios. Jesús está más interesado en nuestro andar que en nuestro hablar. El quiere que hagamos lo correcto, no que solo nos expresemos con corrección. Lo que nosotros hacemos no puede separarse de lo que creemos.
Jesús desenmascaró a las personas que aparentaban ser religiosas pero no tenían una relación personal con El. En el Día del Juicio de Cristo solo nuestra relación con Cristo, nuestra aceptación de El como Señor y Salvador y nuestra obediencia a El, será tomada en cuenta. Muchas personas piensan que si son "buenos oidores" y aparentan religiosidad serán premiadas con la vida eterna. La fe en Cristo es lo que se tendrá en cuenta en el juicio, la obediencia en acción.
Jesús alerta contra el autoengaño, una mera profesión verbal de fe, sin obediencia a la voluntad de Dios. Es posible que hasta una persona que se engaña a sí misma pueda ejercer un ministerio espectacular, usando la autoridad de las Escrituras y el nombre de Jesús, sin caminar por la senda de un discipulado obediente. Se da gran ánimo a los que son oidores fieles de la Palabra y hacedores de la obra. Cristo los reconocerá como sus familiares. Los verdaderos familiares de Jesús son los que escuchan y obedecen sus palabras. Escuchar sin obedecer no es suficiente.
La salvación no viene de utilizar métodos humanos, sino de la humilde y amable aceptación de la palabra implantada, que Dios ha hecho que arraigue en el corazón.
La salvación induce al servicio. Es engañoso creer que el interés de Dios en que la gente asista a la iglesia es meramente que escuchen la Palabra, en lugar de experimentar una transformación de sus vidas por la obediencia. Aquel que meramente escucha la Palabra, rápidamente la olvida; sólo aquel que actúa según la Palabra será bienaventurado en lo que hace.
Tú que lees esto ¿Qué tipo de persona eres, oidora o hacedora? Tu mismo tienes la respuesta; examina el tipo de vida que llevas a la luz del Evangelio de Cristo, es el único espejo donde descubrirás tu verdadera identidad.

miércoles, 8 de julio de 2015

REFLEXIONES Y MEDITACIONES IX


  Cuando las Escrituras prometen "y todo lo que hacen, prosperará", no significa que seamos inmunes al fracaso o a las dificultades. Tampoco es una garantía de salud, riqueza y felicidad. Lo que la prosperidad significa en las Escrituras es esto: cuando la sabiduría de Dios se aplica en nuestras vidas, el fruto (resultados o productos derivados) que produce en nosotros será bueno y recibirá la aprobación de Dios. Así como un árbol absorbe el agua y produce muchos frutos, nosotros debemos absorber la Palabra de Dios, para producir hechos y actitudes que lo honren. Para alcanzar logros que valgan la pena, debemos tener la Palabra de Dios en nuestro corazón.

 Una característica común a todos los niños es que ellos quieren crecer, ser como sus hermanos mayores o sus padres. Cuando nacemos de nuevo, llegamos a ser niños espirituales, desprotegidos en medio de un mundo que rechaza a Dios. Cuán triste es cuando alguien nunca crece. Desear la leche es un instinto natural de una criatura; y una señal de desear el alimento espiritual que nos llevará a crecer. Una vez que vemos nuestra necesidad de la Palabra de Dios y empezamos a hallar nutrición en Cristo, nuestro apetito espiritual aumentará y empezaremos a madurar.
En mi vida espiritual, desde que nací de nuevo, ha habido alti bajos, pruebas, tentaciones, caídas, tropiezos...pero el Señor no me ha dejado caer más allá de lo debido. Hoy con la visión que el Señor me da de lo ocurrido, ha sido de gran provecho y bendición, todo aquel proceso. Ha servido para aprender la lección y abrazarme como una lapa a la Palabra de Dios en la Biblia, para atesorar los principios fundamentales del Evangelio de Cristo. Por medio de la humildad, la docilidad de espíritu, la constancia en la lectura y meditación produce su fruto, cuando todos esos conocimientos los pones en practica en tu vida. Sin darte cuenta, a medida que vas conociendo ´mas al Señor, necesitas cada día acudir a Él, para tener tu momento a solas, en lo intimo con el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Esos ratitos a solas, “enganchan” cada día más. Y si al principio quince o veinte minutos era el tope, ahora horas y horas pasó“conectado” de un modo u otro. Mi trabajo me permite estar escuchando todo el día la Palabra de Dios. Sea por la aplicación de la Biblia en el móvil, sea por grabaciones de predicaciones; o por conferencias y estudios bíblicos. Ahora mismo tengo en el móvil más de ciento sesenta horas de clases bíblicas de Romanos y Santiago. Es un privilegio que me permite mi actividad. ¿Queréis saber lo que hay en mi smarphone? Fotos de naturaleza, diez versiones de la Biblia, audios de predicaciones y enseñanzas expositivas; y audios online del instituto bíblico.
Cuando comienzas a saborear los manjares de la sana doctrina, recibes la fortaleza que te permitirá gozarte en las pruebas, sabiendo que es el único modo de valorar cuan sólida es nuestra fe en Jesucristo. Cuanta más enseñanza recibes mayores serán las pruebas para que apliques la sabiduría de Dios. El único modo que utiliza Dios para moldear nuestro carácter es por medio de las pruebas. Si no sabes  tener ese contentamiento necesario en esos momentos de aflicción o tu actitud es rebelde hacia Dios, el Señor se hace a un lado, y viene la tentación o salida fácil. Depende de nosotros que esa prueba se prolongue o repita en el tiempo. Mientras no salgamos como es el propósito de Dios, podemos dar las vueltas que queramos, pero tarde o temprano volveremos a pasar por las mismas pruebas, para tratar esa área de nuestra vida que Dios ve que nos está estorbando. Buscar la salida rápida o fácil equivale a rechazar la bendición del Señor, si hubiéramos sido diligentes, proveyéndonos del conocimiento para superar las dificultades. Si desconocemos la Palabra de Dios en la Biblia, o estamos escuchando unas enseñanzas manipuladas no seremos capaces de resistir los vientos que arreciaran en nuestras vidas.
 ¿Cuán intenso es nuestro deseo por la Palabra de Dios? ¿La aplicamos a nuestras vidas?















sábado, 4 de julio de 2015

REFLEXIONES Y MEDITACIONES VIII


 Cualquier ruptura de relaciones puede afectar nuestra relación con Dios. Si tenemos un problema con un amigo, debemos resolverlo lo antes posible. Somos hipócritas si manifestamos tener buenas relaciones con Dios mientras no las tenemos con otra persona. Nuestras relaciones con los demás reflejan nuestra relación con Dios. Un hermano esquivo, que no interactúa con el resto en la congregación, es un síntoma muy destacable de que algo anda mal en su relación con Dios.
De ahí la hermosa práctica de la iglesia primitiva, que procuraba enmendar todas las diferencias entre los hermanos en Cristo, en el espíritu de amor, antes de participar de la comunión; y en la Iglesia Anglicana está especialmente marcada una indicación similar al practicar esta ordenanza. Por cierto que, si la celebración de la Cena del Señor es el acto de culto de mayor importancia, la reconciliación, aunque obligatoria en todo acto de culto, debe ser especialmente necesaria entonces.
Cuando alguien nos da un regalo, diríamos: "¡Qué lindo es!, ¿cuánto le debo?" No, la respuesta apropiada es: "Gracias". La gracia es la base sobre la cual Dios salva al pecador, y la fe es el medio por el cual los creyentes recibimos la salvación.
Con cuánta frecuencia algunos cristianos, aun después de habernos rgalado la salvación, se sienten obligados a hacer algo para llegar hasta Dios. Debido a que nuestra salvación e incluso nuestra fe son regalos, debiéramos responder con gratitud, alabanza y regocijo al dador de esa gracia a Dios Padre. “Dios justifica al hombre creyente, no por el mérito de su creencia, sino por el mérito de Aquel en quien cree”.
La iniciación, así como también el crecimiento de la fe, es de parte del Espíritu de Dios, no por la propuesta externa de la palabra, sino por la iluminación interna en el alma. Sin embargo, “la fe” viene por los medios de los cuales el hombre tiene que valerse: “la fe es por el oír; y el oír por la palabra de Dios” y la oración, aunque la bendición es completamente de parte de Dios
  Llegamos a ser cristianos mediante el don inmerecido de Dios, no como el resultado de algún esfuerzo, habilidad, elección sabia o acto de servicio a otros de nuestra parte. Sin embargo, como gratitud por este regalo, buscamos servir y ayudar a otros con cariño, amor y benevolencia y no para agradarnos a nosotros mismos. Si bien ninguna acción u "obra" nos puede ayudar para obtener la salvación, la intención de Dios es que nuestra salvación resulte en obras de servicio. No somos salvos solo para nuestro beneficio, sino para el de El, para glorificarle y edificar la Iglesia.
 El pecado es la muerte del alma. Un hombre muerto en delitos y pecados no siente deseos por los placeres espirituales. Cuando miramos un cadáver, da una sensación espantosa. El espíritu que nunca muere se ha ido, y nada ha dejado sino las ruinas de un hombre. Pero si viéramos bien las cosas, deberíamos sentirnos mucho más afectados con el pensamiento de un alma muerta, un espíritu perdido y caído.
El estado de pecado es el estado de conformidad con este mundo. Los hombres impíos son esclavos de Satanás que es el autor de esa disposición carnal orgullosa que hay en los hombres impíos; él reina en los corazones de los hombres.
De la Escritura queda claro que si los hombres han sido más dados a la iniquidad espiritual o sensual, todos los hombres, siendo naturalmente hijos de desobediencia, son también por naturaleza hijos de ira. Entonces, ¡cuánta razón tienen los pecadores para procurar fervorosamente la gracia que los hará hijos de Dios y herederos de la gloria, habiendo sido hijos de ira!
-El amor eterno o la buena voluntad de Dios para con sus criaturas es la fuente de donde fluyen todas sus misericordias para nosotros; ese amor de Dios es Amor grande, y su Misericordia es misericordia rica. Todo pecador convertido es un pecador salvado; librado del pecado y de la ira. La gracia que salva es la bondad y el favor libre e inmerecido de Dios; Él salva, no por las obras de la ley, sino por la fe en Cristo Jesús.
La gracia en el alma es vida nueva en el alma. Un pecador regenerado llega a ser un ser viviente; vive una vida de santidad, siendo nacido de Dios: vive, siendo librado de la culpa del pecado, por la gracia que perdona y justifica. Los pecadores se revuelcan en el polvo; las almas santificadas se sientan en los lugares celestiales, levantadas por sobre este mundo por la gracia de Cristo.
La bondad de Dios al convertir y salvar pecadores aquí y ahora, estimula a los demás a esperar, en el futuro, en su gracia y misericordia. Nuestra fe, nuestra conversión, y nuestra salvación eterna no son por las obras, para que ningún hombre se jacte. Estas cosas no suceden por algo que nosotros hagamos, por tanto, toda jactancia queda excluida. Todo es regalo libre de Dios y efecto de ser vivificado por su poder. Fue su propósito para lo cual nos preparó bendiciéndonos con el conocimiento de su voluntad, y su Espíritu Santo produce tal cambio en nosotros que glorificaremos a Dios por nuestra buena conversación y perseverancia en la santidad. Nadie puede abusar de esta doctrina de la gracia apoyándose en la Escritura, ni la acusa de ninguna tendencia al mal. Todos los que así hacen, no tienen excusa y no pueden decir que han nacido de nuevo. ¿Acaso Cristo nos liberó del pecado, para volver a caer en él? Tiene que haber un equilibrio, por el conocimiento de la Palabra de Dios en la Biblia, para que no caigamos en los abusos de la docrina de la gracia.
 Los hebreos simbolizaron los aspectos variados de una persona al localizarlos en ciertos órganos físicos. El corazón era el órgano de la razón, inteligencia y voluntad. Es tan profunda nuestra tendencia al pecado que solo la redención de Dios puede liberarnos.

  Podemos ver como se contrastan dos clases de personas: los que confían en el ser humano y los que confíamos en Dios. El pueblo de Judá confiaba en dioses falsos y en alianzas militares y no en Dios. Por lo tanto, fueron áridos y sin frutos. En contraste, los que confíamos en el Señor florecemos como árboles plantados junto al agua. En tiempos difíciles, quienes confían en el ser humano se empobrecerán y serán débiles espiritualmente, así que no tendrán fuerzas a las que recurrir. Sin embargo, quienes confíamos en el Señor tendremos abundante fortaleza, no solo para  nuestras necesidades, sino para las de los demás. ¿Estamos satisfechos de no llevar frutos o, como un árbol bien regado, tenemos fuerzas para los tiempos de crisis y algo más para dar a otros mientras nosotros llevamos frutos para el Señor?

  Dios aclara por qué pecamos: es un asunto del corazón. Nuestros corazones han estado inclinados hacia el pecado desde el momento en que nacimos. Es fácil caer en la rutina de olvidar y abandonar a Dios. Pero aún podemos decidir si continuamos o no en pecado. Podemos ceder a una tentación específica, o podemos pedir ayuda a Dios para resistir la tentación cuando esta llegue.

  Hay un buen camino y un mal camino para realizar cualquier tarea. El hombre que se enriquece mediante el engaño terminará insensato y pobre. Ya sea en el trabajo, en la escuela o en el juego, debemos luchar por ser honestos en nuestros tratos. Obtener un ascenso, pasar un examen o ganar prestigio con injusticia nunca traerá bendición de Dios ni felicidad duradera.
Vivamos siempre ensalzando el gozo de obedecer a Dios y no escuchar a los que lo desacreditan o ridiculizan. Nuestros amigos pueden tener una influencia profunda en nosotros, a menudo en forma muy sutil. Si insistimos en tener amistad con los que se burlan de lo que Dios considera importante, nos veremos llevados hacia el pecado y nos volveremos indiferentes a la voluntad de Dios. Esta actitud es igual a la burla. ¿Nos edifican en nuestra fe los amigos o la destruyen? Los amigos verdaderos deben acercarnos a Dios.

  Dios no juzga a la gente sobre la base de la raza, sexo o nacionalidad. La juzga sobre la base de su fe en El y la respuesta que dan a su voluntad revelada. Los que con diligencia tratamos de obedecer la voluntad de Dios somos como árboles sanos que damos fruto y con grandes raíces  y Dios promete cuidarnos. La sabiduría de Dios guía nuestras vidas. En contraste, los que no confían en El ni le obedecen tienen vidas sin significado que el viento se lleva como si fuera polvo.
Sólo existen dos caminos en la vida: el camino de la obediencia a Dios o el camino de la rebelión y destrucción. Asegurémonos de elegir la senda de Dios porque nuestra elección determinará dónde pasaremos la eternidad


Debemos aprender a seguir a Dios al meditar en su Palabra. Meditar significa pasar tiempo leyendo y pensando en lo que hemos leído. Además significa pensar acerca en cómo cambiar para vivir como a Dios le agrada. Conocer y meditar la Palabra de Dios son los primeros pasos para aplicarla a nuestro diario vivir. Si queremos seguir a Dios más de cerca, debemos conocer lo que El dice. Mientras más conozcamos el punto de vista de la Palabra de Dios, más recursos tendremos para tomar nuestras decisiones diarias. Mientras más nos deleitamos en la presencia de Dios, más fructífero seremos. Por otro lado, mientras más permitamos que los que ridiculizan a Dios afecten nuestros pensamientos y actitudes, más nos separamos de la fuente real de alimento espiritual. Debemos tener contacto con los incrédulos si es que queremos hablarles de Dios. Pero no debemos imitar su conducta pecaminosa. Si deseamos desesperarnos, pasemos tiempo con los escarnecedores. Pero si deseamos felicidad, cultivemos la amistad de los que aman a Dios y su Palabra.

viernes, 3 de julio de 2015

REFLEXIONES Y MEDITACIONES VII

   ¿Se opone el cristianismo al pensamiento racional? Definitivamente los cristianos creemos que debemos usar la mente para pesar las evidencias y llegar a conclusiones correctas. Estoy seguro que no hay conocimiento humano que pueda reemplazar ni pasar por alto la obra de Cristo en la cruz. Si fuera así, Cristo sería accesible solo a los muy inteligentes y bien educados, y no a la gente común ni a los niños; la manera de obtener salvación es tan simple que cualquier persona que lo desee lo puede entender. La habilidad y la sabiduría no hacen que una persona entre al reino de Dios, una fe sencilla sí lo hace. Dios lo planeó de esta manera para que nadie se gloríe que sus logros le permitieron asegurar la vida eterna. No hay nada que podamos hacer para ganar nuestra salvación, sólo necesitamos aceptar lo que Jesús ya hizo por nosotros.

  Dios es la fuente y la razón de nuestra personal y viva relación con Cristo. Nuestra unión e identificación con Cristo nos llevó a alcanzar sabiduría y conocimiento buena posición ante Dios y santidad y a que Jesucristo pagara nuestras culpas. Nosotros que estábamos muertos por nuestros pecados, somos declarados justos delante de Dios, al haber aceptado a Jesucristo como Salvador y Señor y por su sangre son borrados nuestros pecados, para ser glorificados al estar en su presencia.
No es una teoría aprendida, es la realidad misma llevada a cabo en mi vida. Es la experiencia personal con Cristo, por el poder de su Palabra, y la gracia del Espíritu Santo, que cada día ocupa un poco más, mi mente, mi corazón, mi vida toda para cambiarla en todo aquello que necesita ser cambiado, para que mi actitud y mi carácter sean un fiel reflejo de su Luz Verdadera; para depender mucho más de Jesús de lo que nunca pude pensar. Y ante todo para testificar con mi boca, con mi vida y con mi conducta, que esa conversión, esa obra que Dios ha comenzado en mi llegará a su termino, cuando Él lo estime oportuno. Mis tiempos están en sus manos.
Si quieres conocer a Jesús, permiteme que te lo presente; será la decisión más acertada e importante que hayas tomado jamás, pues su transcendencia va más alla de esta vida; de tal modo que es aquí, mientras estamos vivos, cuando tenemos tomar una decisión: tener fe en Jesucristo o creer al mundo y sus religiones.
No dejes para mañana esta reflexión; quizas sea tu última oportunidad; la muerte no descansa, y después...ya nada puedes decidir.

En su sabiduría Dios nos ha resguardado del conocimiento de los hechos futuros para que siempre estemos preparados para los cambios. Todos debemos morir, la fuga, ni escondernos nos puede salvar, ni hay armas para resistir eficazmente. Noventa mil mueren por día, más de sesenta por minuto, y uno cada segundo. Solo el creyente está preparado para comparecer a la solemne e ineludible convocatoria. La maldad, por la cual los hombres suelen escapar de la justicia humana, no puede salvar de la muerte.

La sabiduría es la capacidad de ver la vida desde la perspectiva de Dios y saber cuál es el mejor curso de acción que se debe tomar. Muchos estarán de acuerdo en que la sabiduría es un bien muy valioso, pero ¿cómo adquirirla?   Aprendemos que podemos comenzar a encontrar la sabiduría por medio del temor a Dios (respeto y honor). Por lo tanto, la sabiduría es el resultado de conocer y confiar en Dios, no un simple medio de encontrarlo. Conocer a Dios nos llevará a comprender y a difundir este conocimiento entre los demás.
Los dos hechos más solemnes de nuestra existencia son las dos verdades más preciosas de nuestra vida, nuestra muerte y juicio, que corresponden en el paralelismo a la primera venida de Cristo para salvarnos, y su segunda venida para consumar nuestra salvación.  
    Nos olvidamos rápidamente de la maldad realizada por algunas personas después de que estas mueren. Al regresar del cementerio les alabamos en la misma ciudad donde cometieron sus maldades. La maldad puede conseguir dinero para el pecador, pero no le puede librar de la muerte temporal y eterna, la que es su paga. Hay cosas que el ser humano no puede controlar o predecir: Que el espíritu no abandone su cuerpo cuando le llegue el momento de morir; posponer la muerte; evitar el servicio militar en tiempo de guerra; y utilizar la impiedad para salvarse, porque ello equivale a caer en una trampa.

 Si Dios no nos castiga en forma inmediata cuando pecamos, no debemos suponer que no le importa o que el pecado no tiene consecuencias. Sin embargo, resulta mucho más fácil pecar cuando no sentimos las consecuencias de inmediato. Cuando un niño hace algo malo y no lo descubren, le es mucho más fácil repetir la acción. Pero Dios sabe todo lo malo que hacemos, y algún día tendremos que responder por todo lo que hemos hecho.

Debemos aceptar cada día con su medida diaria de trabajo, comida y placer. Aprendamos a disfrutar lo que Dios nos ha dado para refrescarnos y fortalecernos a fin de que continuemos su obra. Aun si tuviera acceso a toda la sabiduría del mundo, el hombre más sabio sabría muy poco. No hay nadie que pueda comprender completamente a Dios y todo lo que El ha hecho. En la vida siempre habrá muchas más preguntas que respuestas. Pero lo desconocido no debería ensombrecer nuestro gozo, nuestra fe ni nuestro trabajo porque sabemos que alguien mucho mayor que nosotros lleva las riendas y podemos confiar en El. No permitamos que lo que no conocemos del futuro destruya el gozo que Dios quiere darnos hoy.
Nuestro tiempo es tiempo de siembra; en el otro mundo segaremos lo que sembramos ahora. Hay dos clases de siembra, una para la carne, y otra para el Espíritu: así será la rendición de cuentas en el más allá. Los que llevan una vida sensual y carnal, no deben esperar otro fruto de ese camino que no sea miseria y ruina. Pero los que, bajo la dirección y el poder del Espíritu Santo, llevamos una vida de fe en Cristo, y abundamos en la gracia cristiana, cosecharemos vida eterna del Espíritu Santo.
Todos somos muy proclives a cansarnos del deber, particularmente de hacer el bien. Debemos velar con gran cuidado y guardarnos al respecto. La recompensa se promete sólo a la perseverancia en hacer el bien.
  Debemos tener cuidado de hacer el bien en nuestra vida y hacer de él la actividad de nuestra vida, especialmente si se presentan ocasiones nuevas, y hasta donde alcance nuestro poder.

Cuando uno hace lo mejor, se siente satisfecho de los resultados y no necesita compararse con otros. Las personas hacen comparaciones por muchas razones. Algunos destacan las debilidades de otros a fin de sentirse mejor consigo mismo. Otros sencillamente quieren asegurarse que actúan bien. Cuando estemos tentados a compararnos, miremos a Jesucristo. Su ejemplo nos inspirará a que hagamos las cosas mucho mejor, y su aceptación cariñosa nos será de consuelo cuando no logremos nuestros objetivos.

  Es fácil recibir el beneficio de una buena enseñanza bíblica y admirar a nuestros líderes espirituales, pasando por alto sus necesidades financieras y físicas. Debemos cuidar de ellos, no de mala gana o con fastidio, sino con un espíritu generoso, como muestra de honor y aprecio por sus servicios.

  Sería sorprendente si plantaramos maíz y brotaran calabazas. Es una ley de la vida, tanto espiritual como física, que uno cosecha lo que siembra. Si uno chismea de sus amigos, los pierde. Cada acción tiene resultados. Si plantamos para nuestros propios deseos, cosecharemos lamentos y maldad. Si plantamos para agradar a Dios, cosecharemos gozo y vida eterna 
 Dios no permite que se le engañe con palabras huecas: juzgará según las obras, que son semillas sembradas para la eternidad o de gozo o de tristeza. Las excusas por la tacañería en la causa de Dios  parecen válidas ante los hombres, pero no lo son ante Dios  
  La carne contaminada produce corrupción, que es otra palabra por destrucción; la corrupción es la falta, y la corrupción es también el castigo. La vida futura da crecimiento a la semilla sembrada aquí. El hombre no puede burlarse de Dios, porque no puede engañarse a sí mismo. Los que siembran cizaña, no pueden cosechar trigo. Sólo siegan la vida eterna los que siembran para el Espíritu 
  
Dios tiene un calendario para cada semilla que sembramos. Su calendario no siempre se corresponde con el nuestro. Algunas veces el «debido tiempo» se asocia a un rápido resultado. Otras a un proceso lento, que pudiera tomarse años, aun toda una vida. Pero podemos estar seguros de tres cosas. Primero, Dios hará que de nuestras semillas brote una cosecha. Segundo, Dios nunca se adelanta o se atrasa; siempre actúa justo a tiempo y de todo corazón en lo que se refiere a nuestro bien. Tercero, nuestra cosecha dependerá en cantidad y calidad de la clase de semillas que sembremos: Las buenas semillas traen buenas cosechas, mientras que las malas semillas traen malas cosechas.
¿Qué hemos de hacer nosotros durante el tiempo de crecimiento de nuestras semillas?
 No desanimarnos.   Determinarnos a mantener nuestra fe viva y activa.   Dar y seguir dando; amar y seguir amando. Hay que saber esto: Tu cosecha, la que Dios produce, está garantizada. Continuemos en una actitud de expectación.  
La ley de la siembra y la cosecha está en el corazón mismo de la evangelización a nivel mundial, nuestro tiempo de vida es nuestro «tiempo de siembra», y la cosecha de nuestra vida rendirá múltiples frutos de la semilla sembrada, si es que sembramos sabiamente. Esta verdad nos invita a abandonar toda reserva y darle a Dios lo mejor de nuestras vidas, para que él pueda levantar una rica cosecha  ¿No podría el Espíritu manifestarse como un huracán de poder si nos encuentra sembrando para el Señor? Una vida en manos de Dios constituye una garantía para el crecimiento de su obra a través del mundo
Toda ira precipitada es homicidio en el corazón, resultado de que en nuestra vida no caminamos conforme a lo que decimos creer. La calumnia y las censuras maliciosas son veneno que mata secreta y lentamente, primero a uno mismo porque hacen mella en nuestra mente y la aprisionan en la amargura y los celos; después quien recibe los improperios, resulta herido. La ira, en este caso, se refiere a la amargura creciente en contra de alguien. Es una emoción peligrosa que puede llevar a la pérdida de dominio propio, y puede conducir a la violencia, al daño emocional, a una tensión mental creciente y a otros resultados destructivos. La cólera impide que desarrollemos un espíritu agradable para Dios. ¿Alguna vez nos hemos sentido orgullosos de no haber cometido el error de decir lo que teníamos en la mente? El dominio propio es bueno pero Cristo quiere que dominemos también nuestros pensamientos. Jesús dijo que seremos juzgados aún por nuestras actitudes.
  Debemos conservar cuidadosamente el amor y la paz cristianas con todos nuestros hermanos, aún con el resto de las personas fuera del Evangelio; y, si en algún momento, hay una pelea, riña o enfado, debemos confesar nuestra falta, humillarnos a nuestro hermano, haciendo u ofreciendo satisfacción por el mal hecho de palabra u obra: y debemos hacer esto rápidamente porque hasta que lo hagamos, no seremos aptos para nuestra comunión con Dios en las santas ordenanzas. Cuando nos estamos preparando para algún servicio al Señor, bueno es que nosotros hagamos de esto una ocasión para reflexionar y examinarnos con seriedad.
Debemos tomar en cuenta que es muy aplicable a nuestro ser reconciliados con Dios por medio de Cristo. Mientras estemos vivos, estamos en camino a su trono de juicio, después de la muerte, será demasiado tarde. Cuando consideramos la importancia del caso, y la incertidumbre de la vida, ¡cuán necesario es buscar la paz con Dios sin demora!




jueves, 2 de julio de 2015

REFLEXIONES Y MEDITACIONES VI



El pecado deja una mancha de culpa y contaminación en el alma del ser humano. Nada puede quitar esta mancha, sino la sangre de Cristo, y Cristo derramó su propia sangre para satisfacer la justicia divina, y comprar el perdón y la pureza para su pueblo.
Cristo nos ha hecho, a los creyentes, reyes y sacerdotes para Dios su Padre. De este modo podemos vencer al mundo, mortificamos el pecado, gobiernan nuestros propios espíritus, resistimos a Satanás, prevalecemos con Dios en oración y juzgaremos al mundo. Él, Jesús, nos ha hecho sacerdotes, nos ha dado acceso a Dios, nos ha capacitado para ofrecer sacrificios espirituales aceptables, y por estos favores tenemos que darle dominio y gloria para siempre. 
Él juzgará al mundo. El regreso del Señor va a ser algo concreto, personal y visible.
Caminamos hacia ese gran día en que todos veremos la sabiduría y la felicidad de los amigos de Cristo y la locura y desdicha de sus enemigos. Pensemos frecuentemente en la segunda venida de Cristo. Él vendrá para terror de quienes le hieren y crucifican de nuevo en su apostasía; Él vendrá para asombro de todo el mundo de los impíos. Él es Principio y Fin; todas las cosas son de Él y para Él; Es el Todopoderoso; el mismo Eterno e Inmutable. Si deseamos ser contados con sus santos en la gloria eterna, debemos someternos ahora voluntariamente a Él, recibirle, y honrarle como Salvador, al que creemos vendrá a ser nuestro Juez. ¡Ay,  ojalá que hubiera muchos que desearan no morir nunca, y que no hubiera un día de juicio!

Tú que lees esto, deja que la verdad de Cristo penetre en tu vida, profundiza tu fe en Jesús y afirma tu decisión de seguirlo, cueste lo que cueste.  El Señor es el comienzo y el fin. Dios el Padre es el Señor eterno y gobernante del pasado, presente y futuro. Sin Él, tú no podrá tener nada que sea eterno, nada podrá cambiar tu vida, nada podrá salvarte de tu pecado. ¿Es Cristo tu razón para vivir, el "Alfa y Omega" de tu vida? Honra a Aquel que es el principio y el final de la existencia, sabiduría y poder.  El Alfa y la Omega, la primera y última letras del alfabeto griego, declara la completa autoridad de Dios; o sea, que es el Señor de la historia. Como el único Todopoderoso, el poder de Dios es absoluto.
Aquellos que hemos nacido de nuevo por fe en Jesucristo, los seguidores de Cristo debemos contentarnos con las dificultades de aquí, puesto que estamos en tierra de extranjeros, donde nuestro Señor fue tan maltratado antes que nosotros.
Los hijos de Dios debemos andar por fe y vivir por esperanza. Podemos esperar con fe, esperanza y ferviente deseo la revelación del Señor Jesús. Los hijos de Dios seremos conocidos, y manifestados por nuestra semejanza con Jesús y seremos transformados a la misma imagen, por verle a Él.
Como creyentes, nuestro mérito se basa en el hecho de que Dios nos ama y nos llama sus hijos. Somos sus hijos ahora, no alguna vez en el futuro lejano. Saber que somos sus hijos nos anima a vivir como Jesús vivió.  Cuando obedecemos la Palabra de Dios nos enseña qué llevamos con nosotros cuando crecemos para asemejarnos a Dios: victoria sobre el pecado, amor por los demás  y  confianza delante de Dios.

  La vida cristiana es un proceso que consiste en ser cada vez más semejante a Cristo. Ese proceso no será completo hasta que lo veamos cara a cara, pero saber que es nuestra meta final debe motivarnos a purificarnos. Purificar significa guardarnos en lo moral, libres de la corrupción del pecado.  

  Hay una diferencia entre cometer un pecado y permanecer en pecado. Aun los creyentes más fieles a veces cometemos pecados, pero no amamos un pecado en particular ni decidimos cometerlo. Un creyente que comete un pecado se arrepiente, confiesa y es perdonado. Una persona que permanece en pecado, por el contrario, no siente preocupación por lo que hace. Por lo tanto, nunca confiesa y nunca recibe perdón. Dicha persona está en contra de Dios, sin importar cuán religiosa diga ser.

Después de nuestro nacimiento natural, hace falta el nuevo nacimiento en la vida de la gracia, al que ha de seguir el nuevo nacimiento a la vida de la gloria; estas dos experiencias se llaman “la regeneración”. La resurrección de nuestro cuerpo es una especie de salida de la matriz de la tierra, y de nacimiento a nueva vida. La primera tentación fué la promesa de que seríamos semejantes a Dios en el conocimiento, y por ella caímos; pero al ser levantados por Cristo, llegamos a ser en verdad semejantes a él, conociéndole como somos conocidos y viéndolo como Él es. Como la primera inmortalidad que perdió Adán fué el poder de no morir, así será la última la de no poder morir. Como la primera libre elección y voluntad del hombre fué el poder de no pecar, así nuestra última será la de no poder pecar.
 El diablo cayó por aspirar al poder de Dios; el hombre, por aspirar al conocimiento de Dios; pero aspirando a la santidad de Dios, hemos de crecer siempre en su semejanza.  La contemplación continua genera la semejanza; como la cara de la luna siempre vuelta hacia el sol, refleja la luz y la gloria de él. Le veremos, no en su íntima divinidad, sino como manifestado en Cristo. Ningunos sino los puros pueden ver a aquel que es infinitamente puro.  Nuestro cuerpo espiritual reconocerá y apreciará a los seres espirituales en el más allá, así como ahora nuestro cuerpo natural, a objetos naturales.
La perspectiva de ser transformados en la semejanza de Cristo nos motiva a los cristianos a vivir en justicia. La capacidad de Cristo para vencer la tentación y permanecer puro le hace el modelo para todos los creyentes, que le hemos reconocido como Salvador y Señor.

En este sistema mundano, nada puede ser más absurdo que la conducta de los que dudan de la verdad del cristianismo, mientras en los asuntos corrientes de la vida no vacilan y confian basados en el testimonio humano falible, y considerarían perturbado  a quien dejara de hacerlo así.
El cristiano verdadero ha visto su culpa y miseria, y su necesidad de un Salvador. Ha visto lo adecuado de tal Salvador para todas sus necesidades y circunstancias espirituales. Ha encontrado y sentido el poder de la palabra y la doctrina de Cristo, humillando, sanando, vivificando y consolando su alma. Tiene una nueva actitud y nuevos pensamientos, y no es el hombre que fue anteriormente. Pero aún hay una lucha consigo mismo, con el pecado, con la carne, el mundo y las potestades malignas. Pero encontramos tal fuerza de la fe en Cristo, que podemos vencer al mundo y seguir viaje hacia uno mejor. Tal seguridad tenemos en el  verdadero Evangelio de Jesucristo, en la Palabra de Dios en la Biblia: tenemos un testigo en nosotros mismos que acaba con toda duda que se presenta, el Espíritu con el que fuimos sellados, que por gracia nos capacita por fe en las verdades principales del evangelio.
Aquí está lo que hace tan espantoso el pecado del incrédulo: el pecado de la incredulidad. Él trata de mentiroso a Dios; porque no cree el testimonio que Dios dio de su Hijo. En vano es que un hombre alegue que cree el testimonio de Dios en otras cosas, mientras lo rechaza en esto. El que rehúsa confiar y honrar a Cristo como Hijo de Dios, el que  rechaza someterse a su enseñanza como Profeta, a confiar en su expiación e intercesión como gran Sumo Sacerdote u obedecerle como Rey, está muerto en pecado, bajo condenación; una moral externa, conocimiento, formas,religiosidad, nociones o confianzas de nada le servirán. Jesucristo es la Puerta, o pasas por Ella, o te quedas fuera para condenación eterna. Asi de claro.

Basados en todas estas pruebas sólo es justo que creamos en el nombre del Hijo de Dios. Los cristianos que hemos nacido de nuevo tenemos vida eterna en el pacto del evangelio. Entonces, recibamos agradecidos el registro de la Escritura. Siempre abundando en la obra del Señor, sabiendo que nuestro trabajo en el Señor no es en vano. El Señor Jesucristo nos invita a ir a Él en todas las circunstancias, con nuestras súplicas y peticiones, a pesar del pecado que nos asedia. Nuestras oraciones deben ser ofrecidas siempre sometidas a la voluntad de Dios. En algunas cosas son contestadas rápidamente, en otras son otorgadas de la mejor manera, aunque no como se pidió. Debemos orar por el prójimo y por nosotros mismos. Hay pecados que batallan contra la vida espiritual, en el alma y contra la vida de lo alto, todos los días, pero es nuestra obligación permanecer firmes y abrazados a Jesús, limpiados por Su Sangre de nuestro polvo acumulado en el caminar diario. No podemos orar que sean perdonados los pecados de los impenitentes e incrédulos mientras sigan así; ni que les sea otorgada misericordia, la cual supone el perdón de pecado, mientras sigan voluntariamente así. Pero podemos orar por su arrepentimiento, por el enriquecimiento de ellos con la fe en Cristo, y sobre la base de ella, por todas las demás misericordias salvadoras.
Debemos orar por el prójimo y por nosotros rogando al Señor que perdone y recupere al caído y alivie al tentado y afligido. Seamos agradecidos de verdad porque todo lo hemos recibido de gracia. Todo el Honor, Honra, Cantos, Alabanzas y Gloria sean dadas a Dios Padre, en el nombre de nuestro Salvador y Señor Jesucristo.

Muchos judíos pensaron que las Buenas Nuevas de Jesús eran tontería, porque se les había enseñado que el Mesías sería un rey conquistador, al que acompañarían señales y milagros. Jesús no restauró el trono de David como ellos esperaban que lo hiciera. Además, fue ejecutado como un criminal común y, ¿cómo un criminal podría ser un salvador? Los griegos también consideraban que el evangelio era necio: no creían en la resurrección corporal; no veían en Jesús las características poderosas de los dioses de su mitología, y pensaban que una persona con reputación no debía ser crucificada. La muerte era una derrota, no una victoria.
Las buenas nuevas de Jesús todavía parecen tontas para muchos. Nuestra sociedad rinde culto al poder, a la influencia y a la riqueza. Jesús vino como un siervo pobre y humilde, y ofrece su reino a aquellos que tienen fe, que no dependen de sus obras. Esto parece locura para el mundo, pero Cristo es nuestro poder, el único camino para ser salvo. Conocer a Cristo personalmente es la sabiduría más grande que uno puede tener.

  El mensaje de la muerte de Cristo suena insensato a los que no creen. La muerte parece ser el final del camino, la debilidad suprema. Pero Jesús no permaneció muerto. Su resurrección demostró su poder sobre la muerte. Y El nos salvará de la muerte eterna y nos dará vida eterna si confiamos en El como Salvador y Señor. Esto suena tan simple que muchos no lo aceptan. Buscan otras maneras de obtener la vida eterna (ser buenos, ser sabios, ser muy religiosos, ser filántropos etc.). Pero todos sus intentos son en vano. Los pobres de espíritu que simplemente aceptan la oferta de Cristo resultan ser los verdaderos sabios, porque solo ellos vivirán eternamente con Dios.



REFLEXIONES Y MEDITACIONES V


 Los que recibimos la doctrina de Cristo como divina, y habiendo sido iluminados por el Espíritu Santo, hemos mirado bien en ella, no sólo viendo la clara historia de Cristo, y a éste crucificado, sino los profundos y admirables designios de la sabiduría divina. Es el misterio hecho manifiesto a los santos, aunque anteriormente escondido del mundo pagano; sólo se le mostró en tipos oscuros y profecías distantes, pero ahora es revelado y dado a conocer por el Espíritu de Dios.
Jesucristo es el Señor de gloria, título demasiado grande para toda criatura. Hay muchas cosas que la gente no haría si conociera la sabiduría de Dios en la gran obra de la redención. Hay cosas que Dios ha preparado para los que le aman, y le esperan, cosas que los sentidos no pueden descubrir, que ninguna enseñanza puede transmitir a nuestros oídos, ni pueden aún entrar a nuestros corazones. Debemos tomarlas como están en las Escrituras, como quiso Dios revelárnoslas.
No podemos imaginar todo lo que Dios tiene reservado para nosotros en esta vida y en la eternidad. Creará un cielo nuevo y una tierra nueva, y viviremos con El para siempre.
Mientras tanto, el Espíritu Santo nos consuela y guía. Al saber el futuro maravilloso y eterno que nos espera, nos da esperanza y valor para seguir adelante en esta vida, para tolerar las dificultades y evitar que cedamos a la tentación. Este mundo no es todo lo que es. Lo mejor aún está por venir.
Dos elementos son necesarios para conocer las cosas de Dios: una revelación de Dios a través del Espíritu, y una respuesta espiritual apropiada del ser humano.
Igual que los pensamientos de cada uno sólo uno mismo los conoce (y el Señor) así lo que está en la mente de Dios sólo lo conoce el Espíritu Santo. Dios ha escogido revelarse en Jesucristo, y el Espíritu Santo ha traído esta revelación de Cristo a la iglesia por medio de los apóstoles.
El Espíritu responde al espíritu, no a la mente. El Espíritu Santo interpreta las cosas espirituales a la gente espiritual. Por las vías a través de las cuales la Palabra de Dios nos ha sido dada en la Biblia, al comunicarnos el Espíritu “ideas” espirituales por medio de las “palabras” espirituales específicas que escoge para cada uno de nosotros; aunque oigamos lo mismo no todos recibiremos la misma exhortación.
Desde el punto de vista espiritual, la gente está dividida en tres categorías, lo cual aclara cómo la revelación de la Cruz es recibida del lado humano:
El hombre natural, no regenerado y alejado del Espíritu, no siente aprecio por el evangelio. 
El hombre espiritual, regenerado y en posesión de madurez espiritual, como los que están libres de inclinaciones sectarias, tiene una naturaleza que responde a la verdad, y los incrédulos lo encuentran difícil de comprender. 
El hombre carnal, regenerado, pero viviendo de forma parecida a los que no lo son, es un creyente de comportamiento infantil, como se ve en los celosos con un espíritu sectario, de grupitos; una vida cristiana inmadura, que mira por lo suyo, con un pie en sus cosas materiales, carente de amor fraternal, más preocupado por las opiniones humanas que por estar en comunión con los hermanos en Cristo.
Tú que lees esto, ¿en qué categoría te encuentras? Podrás actuar como el camaleón, pero los espirituales, por el Espíritu, discernirán como eres, para separse como el aceite del agua. Puedes predicar aún en tu carnalidad y preparar mensajes que llegan a emocionar, pero se quedan ahí nada más; no van más allá de esas cuatro paredes; ya sabes la razón.
No hace mucho leí, mientras estudiaba biografías de hombres de la Reforma, como había predicadores que desde el púlpito lanzaban unos tremendos mensajes bíblicos que llegaban a la gente; pero que no deberían bajarse nunca del púlpito, porque las vidas que llevaban los hacían incompetentes para subirse de nuevo a predicar.
¿Cuántos creyentes piadosos con buena fe, confunden la piedad con dar trigo?
El mucho conocimiento envuelve la mente del hombre carnal en una "aureola" de superioridad; su ego actúa como el camaleón con derecho, por su bondad, a ser reconocido. Enfatiza sus logros, su esfuerzo, su filantropía, "yo y yo". 
Por el modo de hablar, llegamos a conocer a nuestro interlocutor. Aquellos que no conocen al Señor hablan del mundo, porque no han visto y reconocido la grandeza de Dios. Para ellos no hay más vida, que la que ven con sus ojos; viven muriendo sin esperanza, consumiendo se por no haber hecho aquello,   lo de más allá. Y sumidos en su "inteligencia" se resignan al "aquí se acaba todo". 
Estas personas, con mucho conocimiento, no han sido capaces de pararse a mirar y ver en lo alto un cielo estrellado; sus ojos siempre han ido mirando al frente; derecha o izquierda, y hacia abajo. Nunca se abran acostado en el campo de noche, ni dirigido su mirada al espectáculo más grandioso que sus ojos carnales podrán ver jamás; ni habrán tenido tiempo para ver en el firmamento al Dios Creador.
¡Qué lastima de inteligencia desperdiciada! 
Cuan dichosos y felices somos aquellos que hemos recibido el regalo de la fe para reconocer a Dios Padre como Creador de todo lo visible e invisible, pero por sobre todo, recibimos la fe para creer en Su Hijo Jesucristo como Salvador y Señor. Una vez que has nacido de nuevo, esa nueva criatura necesita ser cultivada y educada, siguiendo las instrucciones de la Palabra de Dios en la Biblia para aplicarlas en su vida. No hay varita mágica, ni método, ni revelación, ni otra solución para conocer la Voluntad de Dios para cada uno de nosotros más que obedeciendo su Palabra en la Biblia. Para obedecer a Dios por medio de su Hijo Jesucristo hay que saber lo que nos dice, y esa revelación está escrita y viva a través del Espíritu Santo por la sana doctrina que nos instruye para Vida Eterna.
Desde niños nos bombardean con tanta información que nuestra mente actúa como un disco duro, acumulando datos y más datos. A diferencia de ese disco, nuestra mente procesa en un segundo más información que el común de los ordenadores. En estos, la capacidad estará siempre limitada pues ha sido invención del hombre, por lo tanto limitado en conocimientos para hacer algo más allá de lo finito.
A lo largo de la historia han surgido hombres con una gran capacidad intelectual, y suponiendo que se pueda medir, eso dicen, no sobrepasaron el diez por ciento, aunque fueran muy sabios. Muchos de esos pensadores fueron cristianos. Comenzaban el día en contacto con Dios Padre a través de su Hijo Jesucristo por medio de su Palabra en la Biblia. Reconocían a Dios, daban gracias a Dios...y Dios los prosperaba (daba sabiduría) en sus caminos. Algunos murieron en la pobreza material, pero ricos en el conocimiento del Señor Jesucristo y a la vez de Dios Padre; porque conocemos al Hijo para ver sl Padre.
En la actualidad las personas ansían la prosperidad, entendiendo por ella los bienes materiales. Muchos falsos maestros se han levantado "decretando""arrebatando", porque conocen la avaricia humana y apelan a la ambición para tener adeptos que sigan sus falsas enseñanzas. Son los que por ignorancia de la Palabra de Dios caen en sus redes. Esos charlatanes buscan la lana, la dama y la fama. Cobran por todo. Su religión es la simonía.
Basta ver las noticias que pululan por los medios para ver que los lobos que se esconden tras la piel de cordero, se están delatando por el hocico. Todos sin excepción se delatan por la lengua. Esta no puede fingir por mucho tiempo lo que hay en el corazón de las personas; y terminan descubriendo la verdadera naturaleza que hay en su corazón.
Titulares como: El Papa dice que el Corán es lo mismo que la Biblia muestra claramente " la poderosa inteligencia del espíritu de este mundo" que gobierna el corazón de este pastor de ovejas. Si el pastor gasta esta sabiduría de Satanás ¿qué tipo de enseñanzas pueden recibir sus ovejas? y ellas hipnotizadas por su poderío y despliegue dicen: ¡bee amen!
¿Qué podemos hacer? Orar por ellas y hablar del Verdadero Evangelio de Jesús, el Espíritu Santo será quien les haga comprender su error y quite el velo para que puedan entender con la sabiduría que procede de Dios las cosas que son de Dios. Eso se llama inteligencia. Y esa inteligencia no se puede heredar, ni cultivar, ni trasmitir, ni imponer. Esa inteligencia es un regalo de Dios; esa Sabiduría viene de Dios, por su Amor y Misericordia. Muchos la anhelan y tratan de ganarla, cuanto más la persiguen por sus medios, más de alejan de la Verdadera Inteligencia.
El Señor conoce y pesa cada corazón regalando su Sabiduría a quién El ha llamado, capacitándolo para conocerle cada día un poco más. Cuanto más conozcas a Cristo a través de la Palabra de Dios en la Biblia y te sometas obedeciendo sus enseñanzas, más claridad recibirás para entender sus principios. Medita día y noche; reflexiona en Su Palabra; habla con Dios a través de su Hijo; comparte con tus prójimos lo que Dios te da y recibirás mucho más. Cuanto menos guardes para ti muchos más recibirás para dar a los demás.
La gente morirá en sus pecados si rechazan a Cristo, porque desprecian el único camino que los rescata del pecado. Es lamentable, pero muchos están tan atrapados por los valores de este mundo que quedan ciegos ante el regalo de incalculable valor que ofrece Cristo. Cuando se concentra la atención en los valores de este mundo, pasa desapercibida la Palabra Salvifica, perdiendo así lo que es de más valor: la vida eterna con Dios. Jesús mismo es la Verdad que nos liberta. Jesús es la Fuente de la Verdad, la norma perfecta de lo que es bueno. Nos liberta de las consecuencias del pecado, del auto engaño y del engaño de Satanás. Nos muestra claramente el camino a la Vida Eterna con Dios. Jesús no nos da libertad de hacer lo que queramos, sino libertad para seguir a Dios. Al procurar servir a Dios, la verdad perfecta de Jesús nos liberta para que seamos todo lo que Dios quiso que fuésemos.
El pecado busca la manera de esclavizarnos, controlarnos, dominarnos y dictar nuestros actos. Jesús puede liberarnos de esa esclavitud que nos impide ser la persona que Dios tuvo en mente al crearnos. Si el pecado nos limita, nos domina o nos esclaviza, Jesús puede destruir el poder que el pecado tiene sobre nuestra vida.
Ni el hecho de ser miembro de una iglesia ni las relaciones familiares nos hacen un verdadero hijo de Dios. Nuestro verdadero Padre es al que imitamos y obedecemos.
Muchas personas no son capaces de entender porque no quieren escuchar. Satanás utiliza su obstinación, su orgullo y sus prejuicios para impedirles que crean en Jesús.
Las actitudes y acciones de estas personas claramente los identifica como seguidores de Satanás. Es posible que no hayan tenido conciencia de esto, pero su desprecio por la verdad, sus mentiras y sus intenciones indican cuánto control tiene el diablo sobre ellos.
En varios lugares Jesús desafió con toda intención a sus oyentes a ponerlo a prueba. Aceptaba gustoso a los que deseaban cuestionar sus declaraciones y su carácter, siempre y cuando tuviesen disposición de obrar en base a lo que descubrían. El desafío de Jesús sacaba a la luz las dos razones más frecuentes que las personas pasan por alto cuando se encuentran con El: nunca aceptan su desafío de ponerlo a prueba, o lo ponen a prueba pero no están dispuestos a creer lo que descubren.
Tú que lees esto ¿Has cometido alguno de estos dos errores?
Guardar la palabra de Jesús significa escuchar sus palabras y obedecerlas. Cuando Jesús dice que el que la guarda no morirá, se refiere a la muerte espiritual, no a la física. Sin embargo, incluso la muerte física al final se vencerá. Los que seguimos a Cristo resucitaremos para vivir eternamente con El.
Los que viven en incredulidad están acabados para siempre si mueren en la incredulidad. Nada, sino la doctrina de la gracia de Cristo, será un argumento suficientemente poderoso para hacernos volver del pecado a Dios; y ese Espíritu es dado, y esa doctrina está dada, para obrar sólo en quienes creen en Cristo.
A ti que lees esto, te pregunto ¿Sabes cuanto te queda de vida en este mundo? ¿Dónde vas a ir cuando mueras, sl cielo o al infierno? Déjame decirte algo que dejaba atrás: en la actualidad desde Roma se está diciendo que el infierno y el cielo son una fábula ¿Sabes quién está detrás de esas afirmaciones? Pues el mismo Satanás, con el fin de que las ovejas ignorantes se despreocupen de lo más importante que da sentido a su vida: La Salvación por fe en Jesucristo. No seas tú otro más que se va al hoyo sin esperanza. Ya me gustaría convencerte, pero esa no es mi función, es la del Espíritu Santo; mi obligación como cristiano nacido de nuevo es darte a conocer el Evangelio, la Buena Noticia de que Jesucristo es la Única Solución que Dios ha puesto para borrar tus y mis pecados. Yo voy a vivir en la plenitud de Cristo después de que me muera, Dios lo dice y yo lo creo.
El cristiano que sigue a su Señor imita su vida y obedece sus mandamientos. Tomar la cruz significa llevarla hasta el lugar donde nos van a matar cada día al llamado del Señor de tomar la cruz, indicando una renuncia progresiva y continua al egoísmo de una vida centrada en uno mismo; esto implica identificarse por completo con el mensaje de Cristo, incluso si significa la muerte. Debemos negar nuestros deseos egoístas, usar tiempo y dinero y elegir el camino tomando en cuenta a Cristo. Hoy en día esta forma de vida es costosa, pero a la larga vale la pena el dolor y el esfuerzo.
La gente está dispuesta a pagar un alto precio por algo que valora. ¿Sorprende que Jesús demandara este tipo de entrega de quienes decidieran seguirlo? Hay, al menos, tres condiciones que debe cumplir el que quiera seguir a Jesús: Estar dispuesto a negarse a sí mismo, llevar su cruz y dar su vida. Todo lo demás es un servicio superficial, solo de palabras.
Si esta vida es lo más importante para nosotros haremos cualquier cosa para protegerla. No haremos nada que ponga en peligro su seguridad, salud o comodidad.
En cambio, si para nosotros seguir a Jesús es lo más importante, quizás las situaciones externas sean difíciles; estemos en lugares inseguros, insanos e incómodos pero la Paz y el Gozo de seguir a Cristo están por encima de todo lo terrenal. Puedo percibir hasta que punto nuestra vida no nos pertenece; puedo ver esta vida terrenal como la etapa donde debo descubrir a Jesucristo como mi Salvador y Señor y con esa convicción de su Resurrección, enfrentare la muerte, pero no temeré porque sé que Jesús me resucitará a la vida eterna. Ninguna cosa material compensa la pérdida de la vida eterna. Los discípulos de Jesús no debemos usar la vida terrenal para su propio placer, sino que debemos gastarla sirviendo a Dios y a los demás.
Viendo lo que hace el ISIS en Irak, Siria, Egipto y otros dictadores totalitarios como en Corea del Norte donde los cristianos son decapitados o aplastados por apisonadoras puedo llegar a comprender la fortaleza que la Presencia del Señor Jesús les brinda en esos momentos; creo que soy capaz de sentir la convicción de mis hermanos en la fe en esos momentos vitales, no importándoles el sufrimiento del momento, siendo y recibiendo consuelo tal que estoy seguro no sentirán ni la espada ni ser aplastados. El desapego de su cuerpo será el mismo del Señor Jesús cuando padeció en el Calvario; sabiendo que unos segundos los separan de llegar a la meta final: Cristo.
Es en estos momentos de comunión con Dios Padre en el nombre de Jesús, cuando esa relación te permite ver la verdadera vida que es en Cristo Jesús; es cuando puedes mirar al cielo, viendo más allá de lo que tus sentidos te permiten ver, para que el Espiritu te permita contemplar la Patria Celestial descrita en la Palabra de Dios en la Biblia.
Como si vieras una pelicula, donde vas viendo lo que te es dado a conocer: una enorme extensión donde ves personas vestidas de blanco, descalzas sobre un manto verdoso, paseando en torno a un rio, bordeado con mucha vegetación, hay una claridad distinta en aquel lugar; te acercas tratando de asomarte, y entonces todo comienza a moverse como si fuera a camara lenta, los movimientos de las manos rozando las hojas o la superficie del agua producen un viento musical todos comienzan a cantar mientras abren espacio para dejar pasar desde lejos a Alguien que según se acerca...y siempre me quedo ahi. Se para la imagen y despierto. ¿Ha sido un sueño? Para mi era tan real, que me encontraba tan a gusto allí; parecía como si se repitiera en el tiempo.

El afán desmedido por las cosas del mundo es uno de los estorbos preferidos de Satanás que interpone para no tener tiempo y escuchar el Evangelio de Jesús. Utilizará lo que sea para ocupar tu tiempo y no llegues a conocer a Jesús. Satanás sabe que está derrotado y conoce su destino final. Sus ayudantes, los demonios ignoran eso, y siguen a su jefe a ciegas.
El Evangelio de Jesús es llevado por el Espíritu Santo de mil diversas maneras para que las almas se arrepientan. 
Hay personas que ocupan el tiempo que Dios les regala para proclamar el Evangelio de Jesús, la Palabra de Dios en la Biblia. Dios las levanta como atalayas para testimonio y con otras muchas glorifiquen a Dios Padre en el nombre de Jesús, dándole a conocer a través de la radio, tv, Internet, redes sociales, blogs y un sin fin de medios que la ciencia ha inventado.
Queda muy poco tiempo para el regreso prometido del Señor Jesucristo y como no sabemos el día ni la hora, haríamos bien en estar proclamando Su Reino; cada uno según el don recibido póngalo a trabajar. Nosotros, los nacidos de nuevo, tenemos la necesidad imperiosa de dar a conocer a Jesucristo como el Único Salvador y Señor y debemos hacerlo ¡ya!, ahí fuera. Los Apóstoles antes de recibir el Espíritu Santo, vivían reunidos, temerosos de dar testimonio; pero cuando fueron llenos del Espíritu Santo para proclamar el Evangelio por toda la tierra conocida. No permanecieron callados ni inmóviles, sino que el Espíritu Santo los hizo moverse, obró en ellos con poder de Dios, para transformar a aquellos hombres, sin estudios, de oficios humildes, en instrumentos para su obra. Ninguno de aquellos hombres realizó cursos de Teología, Homiletica, Pneumatologia. ..etc. ¿Por qué? Estaban llenos del Espíritu Santo es la respuesta.
El Apóstol Pablo, versado y preparado recibió un curso intensivo mientras estaba sin vista y fue capacitado por el Espíritu Santo para ir a otras naciones y hablar con claridad el Evangelio de Jesús; y descubrir a los falsos maestros que desde entonces pululaban ya por el mundo.
Hoy como entonces, se han levantado muchos que utilizan las nuevas tecnologías para predicar un evangelio falso del cual han retirado Arrepentimiento; Sangre de Cristo, Santidad; Pecado; Infierno, Condenación...etc para predicar lo que a la gente les gusta oír. Pero ese evangelio, no salva, no cambia, no transforma, no fortalece, porque no alimenta ni tiene sustento que pueda nutrir. Es como alimentarse a base de bollería industrial o hamburguesas que por los sentidos naturales son apetecibles pero sus efectos nocivos se hacen evidentes a corto plazo.
Los falsos maestros están ahí para engañar a los que por cobardes no quieren reconocer su condición de pecado, verse descubiertos tal y como son; por eso es frecuente ver eventos donde se cobra por predicar; por eso es frecuente ver a esos predicadores, con caché como famosos cantantes, que venden un evangelio distinto al de la Palabra de Dios en la Biblia. Son pastores que están para sacar la lana de las ovejas y ellas como tontas e ignorantes se dejan hacer. Esos falsos pastores van por interés tras la lana, la dama y la fama. Y las dejan trasquiladas a merced de las inclemencias.
El Evangelio de Jesús llega a una persona para mostrarle que es pecador ante Dios; que todos hemos nacido con pecado y que nadie hay bueno ni justo, sólo Dios. El Evangelio de Jesús es un espejo donde se nos refleja para ver nuestra situación de esclavos al pecado. El Evangelio de Jesús nos ofrece la solución a esa situación; nos da la Buena Noticia de que Dios en su Infinito Amor nos regala la Salvación por medio de su Hijo Jesucristo y lo único que pide es tener fe y creer que es así.
Cuando has escuchado por primera vez el Verdadero Evangelio de Jesús uno de los síntomas más evidentes que vas a percibir es un ataque en toda regla de Satanás, sembrando dudas y una opresión que llega a ser física, real y evidente. Es la lucha a muerte más importante de tu vida. Si has escuchado el Verdadero Evangelio de Jesús ya nada será igual en tu vida, tus pensamientos, tus conceptos, tus propósitos, tus planes, tus proyectos...TODO será basura y será desechado para que se produzca ese nuevo nacimiento por la gracia de Dios, por la fe en su Hijo Jesucristo.
El Verdadero Evangelio de Jesús transforma desde el interior hacia el exterior, en un proceso de santificación diaria por medio de la obediencia a la Palabra de Dios en la Biblia
No hay otro método ni otra estrategia; ni visión ni profecía. Ya está todo dicho en el Libro de la Biblia. Ábrelo y medita; escarba en busca de los tesoros celestiales, pon tus sentidos en la Palabra de Dios en la Biblia y recibirás la gracia que el Señor da en abundancia a aquellos que le buscan, para conocerle, Él es la Vida Eterna. 
Yo quiero conocerle cada día más. ¿Y tú a qué esperas? No dejes por más tiempo la decisión más importante de tu vida, el destino de tu vida después de la muerte.