} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 05/01/2018 - 06/01/2018

jueves, 31 de mayo de 2018

31 Mayo: Meditando en la Palabra de Dios en la Biblia



  Tito 2; 11-12
Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente,


  Isaías exhortó una vez a su pueblo: «Dejad de hacer lo malo, aprended a hacer el bien» Isa_1:16 s). Primeramente está el lado negativo de la bondad: el abandonar lo que es malo y la liberación de todo lo que es bajo; y en segundo lugar el lado positivo: la adquisición de las virtudes luminosas que caracterizan la vida cristiana.
¡La gracia de Dios instruye, entrena, educa y disciplina! Esto implica que es condicional. ¡El hombre tiene algo que hacer para ser salvo por la gracia!
Primero, está la renuncia a toda impiedad y a los deseos mundanales. ¿Qué quería decir Pablo con esto de los deseos mundanales? Crisóstomo decía que las cosas mundanales son las que no podemos llevarnos al Cielo, sino que se desintegran con todo lo del mundo presente. Uno es muy miope si pone todo su corazón y aplica todo su esfuerzo a cosas que debe dejar atrás cuando salga de este mundo. Pero una interpretación aún más sencilla de los deseos mundanales es que son los de cosas que no podemos mostrarle a Dios. Solo Cristo puede hacer que no solo nuestra vida exterior sino también lo más íntimo de nuestro corazón lleguen a ser aptos para que Dios los vea con agrado.
El fin, o propósito, de la disciplina de la gracia de Dios, es que el disciplinado deje de una vez por todas la impiedad y los deseos mundanos, y que viva de la manera estipulada.
El tiempo del verbo en el texto griego indica que la persona (salva por gracia) dejó de una vez la impiedad y los deseos mundanos; que dijo "no" a esas cosas de una vez. Eso se hace cuando la persona obedece al evangelio, y así muere al viejo hombre de pecado.
El mundano es el que vive con Dios excluido de su vida. Sus deseos mundanos son la glotonería, la lascivia, la borrachera, la fornicación, la vanidad de vida, y el amor del dinero, del poder, y de la fama.
El cristiano tiene que tener todo deseo y apetito bajo control; tiene que ser guiado por el Espíritu Santo (Rom_8:9-14), y seguir "la sabiduría que es de lo alto" (Stg_3:17-18).
  Con el entrenamiento (disciplina) de la gracia de Dios, el cristiano puede vivir en este mundo terrenal de manera digna del nombre cristiano, no importando lo muy malo que sea su cultura y ambiente.
  Jesucristo nos capacita para vivir con la prudencia que lo tiene todo bajo perfecto control, y que no deja a ninguna pasión o deseo más espacio del que le corresponde; con la justicia que nos permite darles tanto a Dios como a nuestros semejantes lo que les es debido; con la reverencia que nos hace vivir conscientes de que este mundo no es otra cosa que el templo del Dios vivo.
La dinámica de esta nueva vida es la expectación de la venida de Jesucristo. Cuando se espera una visita real, todo se limpia y se decora y se pone de tal manera que sea digno de que lo vea el rey. Los cristianos somos personas que estamos siempre listos para la venida del Rey de reyes.
¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

miércoles, 30 de mayo de 2018

30 Mayo: Meditando en la Palabra de Dios en la Biblia



  Tito 2; 11
Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres,

Este es uno de los pasajes del Nuevo Testamento que nos presentan con mayor claridad el poder moral de la Encarnación. Hace hincapié supremamente en el milagro del cambio moral que Jesucristo puede realizar en los que ponen su confianza en Él.
Pablo proclama el himno de la gracia y benevolencia divinas. En la hora determinada en el plan salvador de Dios se ha revelado el amor y benevolencia divina infinita e inefable, que han aparecido en Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios que se ha hecho hombre. él es esta benevolencia y amor divinos en su persona divina. En él ofrece Dios a todos los hombres, sin excepción alguna, la salvación. «Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en él, no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn_3:16) ésta es la salud que deben alcanzar todos los hombres: la liberación de la muerte eterna, la posesión de la vida eterna. La benevolencia divina no conoce límites. Dios ofrece la salvación en Jesucristo a todos los hombres sin distinción de personas, de situación social o de raza.

Este milagro se expresa aquí repetidamente de la manera más interesante y significativa. Isaías exhortó una vez a su pueblo: «Dejad de hacer lo malo, aprended a hacer el bien» Isa_1:16 s). 
La palabra "gracia" se refiere al favor no merecido, o gratuito, de Dios. Es su benignidad hacia el hombre perdido (Rom_2:4; Jn_3:16). Lo que aquí en este versículo se llama la gracia de Dios, en 3:4 se llama su bondad y amor de Dios. El evangelio se llama algunas veces la gracia de Dios.
Porque apareció la gracia de Dios" (P.B.). Se utiliza la misma palabra griega (en forma de sustantivo) en 1Ti_6:14, "aparición". Como el sol aparece en la mañana para dar su luz (Hch_27:20), la gracia de Dios ha aparecido para alumbrar. Antes esta gracia, en el evangelio, estaba oculta (Rom_16:25-26; Efe_3:8-12; Col_1:26; 2Ti_1:9-10). Ahora ha aparecido y alumbra. Dios salva; Cristo salva (1Ti_1:15). Por eso se dice que la gracia de Dios salva. Algunas versiones se expresan así como ésta, dejando la impresión de que esta gracia se ha manifestado a todos los hombres. Pero hasta la fecha el evangelio no se ha predicado a todos los hombres en todas partes. Es la voluntad de Dios que se predique "a toda criatura" (Mar_16:15). Según Col_1:23, en el siglo primero el evangelio se había predicado a toda la creación, pero solamente en sentido representativo. Dado que el evangelio es condicional, todo hombre tiene que obedecerlo (Heb_5:9). En este sentido, se puede decir que el destino eterno está en las manos de cada persona. Cristo invita a todos (Mat_11:28-30; Apo_22:17).

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

martes, 29 de mayo de 2018

CORTINAS DE HUMO — Reproducido con permiso. ©1984 por Jack T. Chick


INTRODUCCIÓN

Le saludo en el precioso nombre de nuestro Señor Jesucristo. Lo que está a punto de leer en este libro es realmente devastador. La información y los hechos que presentaremos, cambiarán su vida. Sea paciente conmigo y, por favor, lea el libro hasta el final. Usted nunca será la misma persona. Al estudiar la Biblia, vemos que Satanás edificará una super iglesia falsa -la ramera de la cual habla el libro de Apocalipsis (capítulos 6, 13, 17, 18). Según la profecía bíblica, la ramera tendrá gran poder político, económico, militar y educativo, y perseguirá y matará a los verdaderos creyentes en Cristo. Siempre me preguntaba cómo Satanás lograría hacer esto sin que los cristianos se dieran cuenta y ofrecieran resistencia. Sin embargo, Satanás es el maestro del engaño, y he comprendido que él astutamente levanta cortinas de humo para que la identidad de la ramera quede oculta para la mayoría de los creyentes cristianos. Permítame explicar lo que quiero decir con "cortinas de humo". En una guerra hay diferentes formas de atacar al enemigo. Una técnica es levantar cortinas de humo cuando se quiere invadir un territorio. El humo confunde a todos, de tal manera que no saben dónde está el enemigo. La otra técnica es crear una quinta columna cuando un país está a punto de caer. En ese caso, se envían agentes para desanimar al pueblo diciéndoles que no tienen esperanza, o por el contrario, que el enemigo no los atacará. En cierto sentido, ellos levantan sus propias cortinas de humo para crear confusión antes que ocurra el ataque. Creo que se acerca un ataque de parte de la ramera que se menciona en Apocalipsis. Creo que ella está levantando cortinas de humo, y que hay otros, dentro de la comunidad cristiana, que también están levantando cortinas de humo. En Chick Publications creemos que la ramera del Apocalipsis es la Institución Católica Romana. Nuestra posición no es nueva. Durante la Reforma hubo hombres como Martín Lutero, Juan Knox, Juan Calvino y muchos otros; y luego los grandes predicadores como Moody, Finney, Spurgeon y otros, todos ellos creían lo mismo: que el Vaticano era la ramera. No fue sino hasta tiempos recientes que las cosas cambiaron.
Los jesuitas, en nuestros tiempos, influenciaron a la gente y comenzaron a levantar cortinas de humo a través de nuestros seminarios teológicos, y con esas cortinas, empezamos a ver a la ramera del Apocalipsis bajo una luz diferente. Ellos decían: [lo de la ramera] "es algo que sucederá en el futuro"; o, "eso sucedió 'hace mucho tiempo'". Lo hicieron para confundir a los cristianos. Hoy, muchos lo creen. Fueron engañados como yo lo fui la primera vez que escuché a algunas de esas personas. Fue una ingeniosa cortina de humo. Al principio me confundió, pero ahora veo a la ramera en toda su plenitud, y es alarmante. En este libro deseo mostrar algunas de las actividades que la ramera realizó en el pasado, lo que está haciendo ahora y cuál es su propósito final para el futuro. Al leer este mensaje, algunas personas se sentirán abrumadas, pero creo sinceramente que esta información debe darse a conocer. La gente debe saber lo que está sucediendo y cómo está trabajando Satanás para destruir la obra de Dios en estas horas finales. A través de los medios de comunicación, se ha realizado una campaña multimillonaria para convencer a la gente de que soy un editor anticatólico intolerante que fomenta el odio. Realmente han logrado convencer a la gente. La verdad, sin embargo, es que amo tanto a los católicos que estoy dispuesto a arriesgar mi vida y mi empresa para alcanzarlos con el evangelio de Cristo, a fin de sacarlos del sistema religioso falso al que están sirviendo. Sé lo que este sistema ha hecho en el pasado y lo que está planeando hacer en el futuro. Estoy seguro de que cuando termine este mensaje, usted comprenderá a qué me refiero. Pero, oremos antes de comenzar. "Amado Padre celestial y Señor, venimos ante ti y te damos gracias por el Calvario; te damos gracias, Señor, por tu obra consumada, por el terrible precio que pagaste por nuestros pecados, para que pudiéramos ser llevados al Amado. Padre, te damos gracias porque podemos acercarnos con confianza al trono de gracia, y porque eres un Dios que escucha y responde las oraciones, porque nos proteges, nos amas y nos cuidas. "En el nombre de Jesucristo atamos las fuerzas de las tinieblas que rodean a todo aquel que esté leyendo este libro, y pedimos que los ángeles de Dios los protejan contra los ataques de las fuerzas satánicas. "Te pido que abras sus ojos espirituales y les des sabiduría para que puedan comprender. En el nombre de Jesucristo, ato en el lector todo espíritu de crítica o justicia propia. Señor, ayúdanos a quebrantarnos delante de ti cuando acudimos en busca de ayuda. Y Señor, oramos para que por la lectura de este libro, muchas personas sean salvadas, que comience a arder el fuego en el corazón de los cristianos, que puedan percibir quién es su enemigo, que sepan cómo está trabajando Satanás y que sepan cómo combatirlo. "En el nombre de Jesucristo pedimos tu ayuda para ganar la victoria sobre los poderes de las tinieblas. Padre, abre los ojos y los oídos de los que están leyendo este libro. Tócalos y permite que se den cuenta de lo que sucederá en este mundo. Señor, ayúdanos a permanecer fieles en tu servicio. Oramos en el precioso nombre de Jesucristo. Amén".


29 Mayo: Meditando en la Palabra de Dios en la Biblia



 Salmo 63; 6-8
Cuando en mi lecho me acuerdo de ti, en ti medito durante las vigilias de la noche.
   Porque tú has sido mi socorro, y a la sombra de tus alas canto gozoso.
   A ti se aferra mi alma; tu diestra me sostiene.

Aun en la aflicción no nos tiene que faltar motivo de alabanza. Cuando este es su estado de ánimo habitual, el creyente valora la benignidad de Dios más que la vida. La benignidad de Dios es nuestra vida espiritual, y es mejor que la vida temporal. Debemos alabar a Dios con labios de gozo; debemos dedicarnos a los deberes de la religión con alegría, y decir alabanzas a Dios desde un principio de gozo santo. Los labios que alaban deben ser labios de gozo.
David estuvo en peligro continuo; la preocupación y el temor mantenían en vela sus ojos y le daban noches agobiadoras, pero se consolaba pensando en Dios.
Las misericordias de Dios, cuando se evocan en las vigilias nocturnas, sostienen al alma, y dan gozo en la oscuridad. ¡Cuán dichosa será la última mañana en que el creyente, despertándose a la semejanza divina, sea satisfecho con toda la plenitud de Dios, y le alabe con labios de gozo, donde no hay noche y donde huyen la tristeza y el suspiro!
 Los cristianos verdaderos pueden, en cierta medida, y en ciertos momentos, usar el fuerte lenguaje de David, pero, con demasiada frecuencia, nuestra alma se aferra al polvo. Habiéndonos consagrado a Dios debemos estar tranquilos, contentos y callados respecto del temor al mal. Los que siguen firmes a Dios fallarían pronto, si la diestra de Dios no los sostuviera. Él es quien nos fortalece y consuela.
El salmista no duda que él cosechará con gozo, aunque ahora siembre con lágrimas. El Mesías Príncipe se regocijará en Dios; él ya ha accedido al gozo puesto delante de él y su gloria se completará en su segunda venida.
Bendito Señor, permite que aumente nuestro deseo de ti a cada hora; que nuestro amor siempre sea por ti; que todo nuestro gozo sea en ti y que toda nuestra satisfacción sea de ti. Que tú seas el todo y en todo para nosotros mientras que permanezcamos en este desierto y llévanos a casa, donde tendremos gozo eterno junto a ti por siempre.


La noche se dividía en tres vigilias. Aquel que se diera cuenta de todas, estaría sufriendo una noche de insomnio. Un remedio para nuestras noches de insomnio es enfocar nuestros pensamientos en Dios. Hay muchas razones por las que no podemos dormir: enfermedad, tensión nerviosa, preocupación, pero las noches de insomnio pueden convertirse en momentos de paz para reflexionar y alabar a Dios. 

Salmo 41; 3
El SEÑOR lo sostendrá en su lecho de enfermo; en su enfermedad, restaurarás su salud.

El pueblo de Dios no está libre de pobreza, enfermedad ni aflicción externa, pero el Señor considera el caso de ellos y envia las necesarias provisiones. Del ejemplo de su Señor, el creyente aprende a considerar a sus hermanos pobres y afligidos. Esta rama de la santidad suele ser recompensada con bendiciones temporales. Pero nada es tan angustiante para el creyente contrito como el temor o sentido del descontento divino, o de pecado en su corazón. El pecado es la enfermedad del alma; la misericordia que perdona la sana, la gracia que renueva la sana y debemos anhelar más esta sanidad espiritual que la salud corporal.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

lunes, 28 de mayo de 2018

28 Mayo: Meditando en la Palabra de Dios en la Biblia



1 Juan 2; 1
Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

  Expresa Juan que su propósito al escribirles es que no pequen. Pero en caso de pecar, el cristiano tiene a Jesucristo por abogado. Él es la propiciación por el pecado. Debe el cristiano, pues, evitar el pecado, andando en obediencia a la verdad, según anduvo Jesucristo. La idea es ésta: Si pasa que, en realidad uno comete un pecado, entonces puede pedir perdón a Dios por el abogado que tenemos en Cristo Jesús.
         No se halla en el hombre la perfección absoluta, pero eso no estorba para que no se arrepienta cuando peca y confiesa a Dios su pecado por Jesucristo. El no ser absolutamente perfectos -- como Dios lo es -- no nos justifica en pensar ligeramente acerca del pecado, y por eso entregarnos a él, ni porque la sangre de Cristo limpia o perdona, podemos vivir en el pecado. El perdón de Dios es condicional. Tenemos que abandonar el pecado, pero si pecamos, no hemos de desesperarnos, entregándonos a una vida de pecado, sino arrepentidos confesar el pecado cometido, porque tenemos un abogado en Jesucristo, quien intercede por nosotros ante el Padre. Lejos de justificarnos en pecar solamente porque no somos absolutamente perfectos y porque hay perdón, debemos “andar como él anduvo”. 
Juan dice dos cosas acerca del pecado. La primera, acaba de decir que el pecado es universal; cualquiera que diga que no ha cometido ningún pecado, es un mentiroso. Segunda, que hay perdón para los pecados en lo que Jesucristo ha hecho y sigue haciendo por los hombres. Ahora bien, sería posible usar estas dos afirmaciones como una excusa para pensar en el pecado con ligereza. Si todos hemos pecado, ¿por qué armar tanto jaleó acerca de ello, y de qué sirve luchar contra algo que es en cualquier caso una parte inevitable de la condición humana? Además, si hay perdón de pecados, ¿para qué preocuparse?

A la vista de esto Juan, tiene dos cosas que decir:

Primera, el cristiano es el que ha llegado a conocer a Dios; y el compañero inseparable del conocimiento debe ser la obediencia; conocer a Dios y obedecer a Dios deben ser, como Juan deja bien claro, partes gemelas de la misma experiencia.

Segunda, el que pretenda permanecer en Dios y en Jesucristo, debe vivir la misma clase de vida que Jesús vivió; es decir: la unión con Cristo conlleva necesariamente la imitación de Cristo.

Así es que Juan establece sus dos grandes principios éticos: el conocimiento conlleva, al amor, éste a la obediencia, y la unión conlleva la imitación. Por tanto, en la vida cristiana nunca puede haber nada que nos induzca a pensar en el pecado con ligereza.

2 Corintios 6; 2
pues El (Dios) dice: EN EL TIEMPO PROPICIO TE ESCUCHE, Y EN EL DIA DE SALVACION TE SOCORRI. He aquí, ahora es EL TIEMPO PROPICIO; he aquí, ahora es EL DIA DE SALVACION.

 Dios lo dice, o las Escrituras lo dicen. A toda hora Dios está dispuesto a salvar, como en el tiempo de Isaías (49:8), así ahora en el tiempo de Pablo. Se les exhorta a los corintios a aceptar este tiempo que Dios les había dado para andar en su gracia, y no recibirla en vano. No tendrían un tiempo más aceptable, más favorable, más propicio, en que hacerlo.
         En la época entre el día de Pentecostés (Hch_2:1-47) y la segunda venida de Cristo (Heb_9:28) está el tiempo de salvación para el hombre. Pero cada individuo y generación tiene su tiempo de "ahora". Seguramente pasa este tiempo con la muerte de la persona (Luc_12:13-21; Luc_16:23-31), pero puede pasar aun antes, si deja pasar la oportunidad que Dios le da. Nadie sabe cuándo el Señor volverá (Mat_25:1-13), ni cuándo terminará la paciencia de Dios (2Pe_3:15) con alguno. Debemos regocijarnos en nuestro "ahora" y no despreciarlo.
¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!


domingo, 27 de mayo de 2018

27 Mayo: Meditando en la Palabra de Dios en la Biblia



Salmo 94; 9
El que hizo el oído, ¿no oye? El que dio forma al ojo, ¿no ve?

Muchos niegan la providencia de Dios porque su juicio no se nota inmediatamente. Aquí el salmista puede estar hablando a los impíos del párrafo anterior; sin embargo, incluye también a los indecisos del pueblo que están confundidos porque los arrogantes y corruptos no son juzgados. Así les reta por no pensar sana y claramente. El salmista nos enseña que hemos de dar razones a los escépticos para ayudarles a ver correctamente las implicaciones de la fe en un Dios soberano: El que puso el oído, ¿no oirá? Sería torpe creer que el que creó los sentidos de comunicación no podrá comunicarse con el hombre.

Igualmente, si Dios en su señorío disciplina a las naciones, aun las naciones fuera de lsrael, cuánto más podrá rectificar las cosas en Israel. Además, dice el salmista, Dios nos dio mentes y él nos enseña. He aquí la importancia de aprender de él a través de su Palabra y recordar las lecciones que ya nos ha enseñado.

Salmo 94; 11
El SEÑOR conoce los pensamientos del hombre, sabe que son sólo un soplo.

 Podemos apelar con osadía a Dios, porque es el Juez todopoderoso por el cual todo hombre es juzgado. Anímense con esto, los que sufren mal, a soportarlo en silencio, encomendándose a Aquel que juzga rectamente.
Estas oraciones son profecías que comunican terror a los hijos de la violencia. Llegará el día de tomar en cuenta todas las cosas duras que los pecadores impíos han dicho contra Dios, contra su verdad, contra sus caminos y contra su pueblo. Si no fuéramos testigos, no podríamos creer que millones de criaturas racionales viven, se mueven, hablan, oyen, entienden y hacen lo que se proponen, pero actúan como si creyeran que Dios no castigará el uso abusivo de sus dones.
Como todo conocimiento es de Dios, sin duda Él conoce todos los pensamientos de los hijos de los hombres, y sabe que las imaginaciones de los pensamientos del corazón de ellos es solamente el mal y eso, continuamente. Aun en los buenos pensamientos hay falta de fijeza, lo cual puede llamarse vanidad. Corresponde que vigilemos en forma estricta nuestros pensamientos, porque Dios se fija en ellos particularmente. Los pensamientos son palabras para Dios.

Salmo 66; 19-20
Pero ciertamente Dios me ha oído; El atendió a la voz de mi oración.
Bendito sea Dios, que no ha desechado mi oración, ni apartado de mí su misericordia.

 Quienes tememos a a Dios debemos declarar lo que hizo por nuestra alma, y cómo ha oído y respondido nuestras oraciones, y hemos de invitar a otros   a unirse a nosotros en oración y alabanza; esto resultará en nuestro mutuo consuelo y para la gloria de Dios. No podemos compartir estos privilegios espirituales si retenemos en nuestro corazón el amor al pecado, aunque nos refrenemos en su práctica franca. El pecado guardado en el corazón echará a perder el consuelo y el éxito de la oración, porque el sacrificio del impío es abominación para Jehová. Pero si el sentimiento de pecado en el corazón causa deseo de librarse de él; si es la presencia de uno que exige algo que sabemos no debemos ni podemos hacer, esto es un argumento sincero. Cuando oramos con sencillez y sincera piedad, nuestras oraciones serán contestadas. Esto producirá gratitud hacia aquel que no desechó nuestra oración ni su misericordia de nosotros. No fue mi oración lo que consiguió liberación, sino su misericordia que la envió. Este es el fundamento de nuestra esperanza, la fuente de nuestro consuelo, y debe ser el tema de nuestra alabanza.

¡Maranata!¡Ven pronto mi Señor Jesús!

sábado, 26 de mayo de 2018

EL ESTADO INTERMEDIO DEL ALMA (J. Oliver Buswell, Jr.)




  EL MUNDO INVISIBLE

Hades, transliteración de la palabra griega haides, viene de aidein, y significa, «lo que no se ve». Hades en el Nuevo Testamento identifica el mundo no visto, hacia donde van todas las almas humanas cuando mueran.
El hecho de que en nuestras versiones, tanto hades como gehena son traducidas uniformemente como infierno, donde sea que ocurran en el Nuevo Testamento, ha producido una gran confusión. Estrictamente, siguiendo el uso del Nuevo Testamento, hades significa el reino de los muertos, tanto los salvos como los condenados. Incluye el paraíso, el lugar de los benditos (Lucas 23.43; 2 Corintios 12.2, 4; Apocalipsis 2.7), e incluye el lugar de los perdidos, gehenna, cuyas referencias son mencionadas arriba.

  La terminología de la mitología griega
Ciertamente no seguimos la enseñanza de la mitología griega en la interpretación de las Escrituras. Había, incluso, poca unanimidad entre los escritores griegos, excepto en un sentido muy general. No obstante, aprendemos algo del sentido de las palabras del uso griego.
Los escritores del Nuevo Testamento estaban muy conscientes de que usaban el lenguaje conocido por la gente del mundo. En las primeras
 de la Ilíada de Homero, habla de las almas de los héroes que murieron en la batalla, diciendo que fueron enviadas adelante al Hades, mientras sus cuerpos quedaban en el campo de batalla. 
 Tartarus, en la mitología griega, fue una parte especial del Hades dedicada al castigo de los malvados. Tartarus ocurre en forma verbal una vez en el Nuevo Testamento. Pedro dice en 2 Pedro 2.4: «Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno (Tartarus), los entregó a prisiones (cadenas) de oscuridad, para ser reservados al juicio». Alford sugiere que Tartarus en el texto de Pedro equivale a Gehenna en las palabras  de Jesús, y seguramente es así. Vemos entonces que, no es en la teología de la mitología griega, sino en su vocabulario que hay un paralelismo con el Nuevo Testamento, usando Paraíso en vez de Elysium y
Gehenna (con una excepción) en vez de Tartarus. Hades entonces identifica el lugar de todos los muertos, tanto los salvos como los perdidos.
Sólo queda examinar todos los casos del uso de Hades en el Nuevo
Testamento para confirmar la suposición de que incluye el lugar de los malvados, Gehenna, y después para confirmar la suposición de que también incluye el Paraíso, que es el cielo (2 Corintios 12.2,4).

La palabra  Hades se usa en sentido figurado en Mateo 11.23, y en su pasaje paralelo, Lucas 10.15, donde Jesús dice acerca de Capernaum, que aunque sea exaltada al cielo, será arrastrada al Hades. La metáfora es muy transparente.
En Mateo 16.18 y en Apocalipsis 1.18, encontramos referencias a las «puertas del Hades» y a las «llaves del Hades y de la muerte». Ciertamente en el último versículo, Cristo está asegurando a Juan de que Él tiene el poder para levantar a los muertos, y que tiene las llaves del Hades y de la muerte. Estas palabras deberían arrojar luz sobre la referencia a las puertas del Hades en Mateo 16.18. La iglesia, construida sobre el fundamento que es Cristo, es el sujeto de las palabras del Señor en este contexto. Dice: «Las puertas del Hades no prevalecerán contra ella». Yo entiendo que esas palabras significan que la iglesia del Señor Jesucristo puede descansar en la seguridad absoluta de la resurrección de los muertos y de la vida en el mundo venidero. Las puertas del Hades librarán a los muertos benditos cuando el tiempo de la resurrección de los justos llegue. En otras palabras, el lugar de los muertos (Hades) no “prevalecerá” contra la iglesia en el sentido que no puede retener a los muertos para siempre, o impedir que los creyentes reciban su bendición.
Otra vez en Apocalipsis 6.8, la palabra Hades se usa en forma figurada.
El que montaba el caballo amarillo tenía el nombre «Muerte, y el
Hades le seguía». El significado se explica en los versículos siguientes,
«y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar....»
En Apocalipsis 20.13,14, el Hades entrega los muertos que había en él en la resurrección final. Entonces leemos, «y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda».
La metonimia es transparente. Cuando cada persona muerta viva de nuevo, la muerte y el lugar de los muertos serán destruidos.

  El hombre rico y Lázaro
Queda un solo pasaje, el más importante en el Nuevo Testamento relacionado con el significado de Hades, Lucas 16.19-31. Estos trece versículos, en las palabras de Jesús mismo, nos dan el relato más largo del significado de la palabra.
19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.
20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado
a la puerta de aquél, lleno de llagas,
21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico;
y aun los perros venían y le lamían las llagas.
22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al
seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.
23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos
a Abraham, y a Lázaro en su seno.
24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia
de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.
26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.
27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,
28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.
29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.
30 El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.
31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.

LA CONDICIÓN DE LOS DIFUNTOS

  Un lugar consciente

1. Lucas 16.19-31
Del pasaje citado arriba, podemos aprender primeramente que
Hades es un lugar de conciencia y de comunicación. «En el Hades alzó sus ojos...y vio... y habló». Abraham también habló y razonó.
Estas palabras establecen sin duda que Hades, como se usa la palabra en el Nuevo Testamento, no es la tumba física donde colocan el cuerpo del muerto. Es un lugar de espíritus conscientes que son capaces de comunicarse. Otros pasajes que indican que los espíritus de los difuntos están conscientes en el estado intermedio entre la muerte y la resurrección son los siguientes:
2. 2 Corintios 5
En el capítulo cinco de 2 Corintios, Pablo habla de la muerte.
Después de expresar la idea de que prefiere vivir hasta que el Señor vuelva, para que su mortalidad fuera vestida de inmortalidad, continúa:
«Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, ausentes o presentes, serle agradables».
Pablo presupone aquí que estar ausente del cuerpo significa estar presente con el Señor.
3. Filipenses 1
En forma semejante, en Filipenses, el primer capítulo, hablando de la posibilidad de su muerte, Pablo dice: «Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros». Estos dos dichos de Pablo hacen muy claro que él contemplaba compañerismo inmediato, personal, y con Cristo, en el caso de su muerte.
4. Apocalipsis 6.9-12
En Apocalipsis 6.9, al abrir el séptimo sello del pequeño libro, Juan describe una visión de los mártires cristianos en el cielo. Escribe su conversación con el Señor como sigue: Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
El punto establecido aquí es que los muertos benditos en el cielo están en comunicación activa y consciente con el Señor. Podríamos agregar que la pregunta dirigida al Señor no debe entenderse como falta de felicidad o de comodidad. Las túnicas blancas que recibieron no implican forma corporal, tal como las referencias similares que dicen que Dios «se viste» no indican forma corporal. Leemos, por ejemplo: «Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también el mundo, y no se moverá» (Salmo 93.1). La túnica blanca con que se vestían las almas en la visión de Juan es símbolo de la santidad perfecta. Comparemos Apocalipsis 3.4;7.14; y especialmente 19.8: «Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.» La respuesta para la pregunta 37 del Catecismo Menor de Westminster dice: «Las almas de los creyentes, en el día de su muerte, son perfeccionadas en santidad, y pasan inmediatamente a la gloria...:» Este es el significado de las túnicas blancas.

  Incluye un lugar de tormento

El tormento es mencionado en Lucas 16.23,28, y el dolor intenso en las llamas es mencionado en el versículo 24. No se puede negar, usando un método razonable de exégesis, el hecho de que esto significa sufrimiento literal intenso. Por otro lado, la naturaleza física o química de las llamas escapa a nuestro conocimiento actual del proceso de oxidación. Nos obliga a entender la palabra en sentido figurado, representando sufrimiento espiritual o mental.

  Un lugar de espíritus sin cuerpo

El hombre rico y Abraham y Lázaro son presentados como espíritus sin cuerpo, porque están entre los muertos (v. 30). El hecho de que se mencionan ojos, voces, y lenguas, no significa existencia corporal, tal como la mención de la mano, el brazo, los ojos, y los oídos de Dios, no significan que Dios tenga cuerpo (Isaías 59.1; 2 Crónicas 16.9, Jeremías
27.5). Sabemos por pasajes más claros en las Escrituras que Dios no tiene cuerpo en Su estado esencial y eterno. Estas referencias a partes del cuerpo se entienden como modos figurados de expresión, para facilitar nuestra comprensión. En forma similar, los términos corporales mencionados en Lucas 16.19-31 no indican un estado corporal.

  Hades incluye el lugar de los justos
Es verdad que este pasaje particular no dice en tales palabras que el lugar donde Lázaro disfrutaba el compañerismo con Abraham haya sido el Hades. Esto se deduce por varias razones. La conversación entre el hombre rico y Abraham fue extensa y sin obstáculos, aunque estaban separados por un gran abismo. Yo entiendo que las palabras «en Hades» en el versículo 23, indican, no solamente la situación del hombre rico, sino también dónde se produjo la conversación completa.

El espíritu de Cristo en el Hades

La palabra Hades es una traducción de la palabra Sheol y Seol en el Antiguo Testamento, y es el lugar tanto de los muertos justos como de los malvados. Jacob (Génesis 37.35) esperaba ir al Sheol cuando muriera. En la profecía mesiánica del Salmo 16.10, David dice: «Porque no dejarás mi alma (nephesh) en el Seol, ni permitirás tu santo vea corrupción». El versículo es claramente un paralelo antitético; la primera cláusula habla del alma en el Seol, y la segunda cláusula se refiere al cuerpo en la tumba. En el día de Pentecostés, Pedro (Hechos 2.27) citó específicamente estas palabras del Salmo 16, usando Hades para Seol. «Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu santo vea corrupción». Pedro, con su exactitud y precisión, aplica estas palabras a Cristo y a su resurrección.
Su alma volvió del lugar de los muertos bienaventurados, y Su cuerpo se levantó de la tumba, antes de ver la corrupción.

  No hay comunicación entre los vivos y los muertos

De las palabras de Cristo, como se relatan en Lucas 16.19-31, podemos inferir claramente que los espíritus de los muertos no deben comunicarse con los vivos. La necromancia es prohibida explícitamente en las
Escrituras. Isaías (8.19,20) dice: «Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos»? La ley de Moisés prohibió explícitamente hechicería de cualquier tipo, incluyendo la supuesta comunicación con los muertos (Éxodo 22.18; Levítico 20.6,27; Deuteronomio 18.10-12). Isaías, entonces, agrega: «¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido».
El énfasis de Isaías es que los que conocen al Dios vivo deben buscarlo a Él para información e inspiración, deben ser leales a Su palabra revelada, y nunca deben buscar comunicarse con los muertos.
Las palabras de Abraham que cita Cristo: «Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos», confirman esta advertencia.
Los vivos deben dedicar su atención al Señor mismo, y especialmente porque se ha levantado de entre los muertos. Los muertos justos, de forma semejante, deben estar tan ocupados con la presencia gloriosa del Señor, y con la asamblea de los redimidos, que sería incorrecto aun desear la comunicación con los que todavía permanecen en la tierra hasta que el Señor vuelva. Cristo, en Lucas 16.19-31, proporciona otros argumentos en contra de la necromancia.

  El rey Saúl y la mujer de Endor

Basándose en el incidente de 1 Samuel 28.7-25, algunos opinan que la comunicación con los muertos es posible.  En la pregunta que yo planteo, no cuestiono de ninguna manera la veracidad y autoridad del relato bíblico. Aceptamos la Biblia como la Palabra de Dios sin errores.
La pregunta es: ¿qué quiso decir precisamente el escritor inspirado?
Como indica el artículo, sólo la mujer vio a Samuel. Es acerca de su descripción que leemos «Saúl entonces entendió que era
Samuel». Pero la palabra «entendió» (yadha) no garantiza que sea verdad lo que se entiende, sino solamente que hay una convicción de algo, sea verdad o sea falso. Podríamos traducirlo: «Saúl estaba convencido de que era Samuel».
¿Pero acaso dice en esas palabras que Samuel apareció y dijo tal y tal cosa? Mi sugerencia es que al leer el relato, pongamos el nombre
«Samuel» entre comillas. Esto, creo, comunicará la idea que el escritor quiso dar. Durante mi trabajo pastoral, algunos miembros de mi iglesia, contra mi consejo, asistieron una reunión espiritista, e informaron lo que había dicho el «fantasma». No creyeron realmente que fuera un fantasma. Uno de ellos trató de tomar la mano del fantasma, y recibió un golpe eléctrico fuerte. Estas personas percibieron que el «fantasma» era un fraude. Cuando explicaron lo que había hecho y dicho el «fantasma los que escucharon entendieron claramente. Como el artículo sobre Saúl mencionado arriba concluye: «Sería muy extraño, después de que Dios haya rehusado contestar a Saúl, o en sueños o en profecías, que su siervo Samuel apareciera, justo en una entrevista estrictamente prohibida por Dios, y por petición de una mujer condenada por la ley de la nación y por la ley de Dios».
Tal como los espiritistas son muy astutos en interpretar una situación y en predecir eventos probables, así esta mujer de Endor no habría necesitado una inteligencia extraordinaria para saber que Saúl estaba asustado la noche antes de una batalla, que un desastre venía pronto, y que su fama sería engrandecida por la predicción que ella conseguiría de Samuel.

  La transfiguración

La aparición de Moisés y de Elías a Cristo y a los tres discípulos en el Monte de la Transfiguración está en una categoría totalmente diferente.
El incidente está anotado en los tres evangelios sinópticos (Mateo
16.28-17.13; Marcos 9.1-13; Lucas 9.27-36). Jesús había estado hablando de Su segunda venida, y concluyó diciendo que «algunos de los que están aquí» no gustarían de la muerte hasta que hubiesen visto (idosin), «el reino de Dios» (como lo dice Lucas), o «el reino de Dios venido con poder» (como lo dice Marcos), o «al Hijo del Hombre viniendo en Su reino» (como lo dice Mateo). Los tres evangelios sinópticos hacen referencia específica a la experiencia en el Monte de la Transfiguración.
Mateo y Marcos dicen que fue después de seis días, y Lucas habla en forma menos precisa del tiempo pero más específicamente de esta predicción de Jesús, diciendo: «Aconteció como ocho días después de estas palabras, que ...» En otras palabras, los tres evangelios sinópticos claramente sugieren que la experiencia en el Monte de la Transfiguración era
lo que fue predicho en el contexto anterior.
En relación con nuestra discusión acerca de la imposibilidad de comunicarse, con los muertos, debe notarse que en el incidente en el monte de la transfiguración, no hubo ninguna comunicación entre Moisés, Elías, y los tres discípulos. Los discípulos vieron y escucharon a Cristo hablando con ellos, escucharon la voz celestial decir: «Este es mi Hijo amado», y vieron a Cristo transformado en Su gloria resplandeciente, tal como aparecerá en Su segunda venida en la gloria y el poder de Su reino. Moisés puede ser percibido como un tipo de los que han muerto y que serán resucitados en la segunda venida de Cristo, y Elías puede ser entendido como un tipo de los que, sin morir, serán hechos inmortales. Así, los discípulos tuvieron una visión del «Hijo del Hombre viniendo en Su reino». Concluimos, entonces, que la experiencia del monte de la transfiguración no da ningún apoyo a la necromancia o a ningún intento de comunicarse con los muertos.

  ¿DÓNDE ESTÁ EL MUNDO INVISIBLE?

¿Dónde estaba el ser personal, no material, de Cristo, mientras Su cuerpo estaba en la tumba? Él dijo explícitamente al ladrón creyente en la cruz: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23.43). El alma de
Cristo, mientras Su cuerpo estaba en la tumba, estaba en el paraíso, que
 está en el Hades. La forma precisa en que los tres pasajes se expresan
(Salmo 16.10; Hechos 2.27; y Lucas 23.43) no es un accidente.
Pero el paraíso es el cielo. En 2 Corintios 12.2,4, Pablo habla de ser llevado al «tercer cielo», e identifica al cielo con el paraíso. Las palabras «el tercer cielo», deben entenderse como referencia al hecho de que, con nuestros ojos, podemos ver primero el cielo de nubes, y después el cielo de estrellas. El tercer cielo simplemente significa el cielo espiritual donde se manifiesta la presencia de Cristo, y donde los muertos benditos están en comunión entre ellos y con Él.
El estudiante puede sentirse confundido en cierto aspecto geográfico o más bien astronómico, en este momento. Si está claro que tenemos razón en decir, en las palabras del credo apostólico, que mientras Su cuerpo estaba en la tumba, Cristo «descendió al Hades»,3 (y esto es ciertamente lo que indican los pasajes citados arriba), y si creemos que el paraíso, que es parte del Hades, también se identifica con el cielo, entonces ¿dónde está el cielo?
Si tenemos que preguntar ¿dónde está el cielo?, entonces sería mejor hacer la pregunta en forma más amplia: ¿Dónde está el Hades?
¿Dónde está Gehenna o Tartarus? ¿Dónde está el paraíso? ¿Dónde está el mundo invisible?

 No subterráneo

La Biblia no dice dónde está el Hades. Algunos sostienen la idea mitológica que está en algún espacio subterráneo. Algunos suponen que
Efesios 4.4-7 enseña que Hades está debajo de la tierra, especialmente la frase: «las partes más bajas de la tierra». Cuando habla acerca de los dones cristianos, Pablo cita el Salmo 68.18: «Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres». Cristo, en Su ascensión, ha destruido el principio de la esclavitud al pecado. Ha capturado el mismo principio de la cautividad, y como resultado de Su obra terminada, ha dado dones a los hombres para ser ejercidos. Pablo continúa:
«Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra»?
 El Catecismo de Heidelberg, respuesta a la pregunta 44, sigue la opinión de Calvino  que las palabras, «descendió al infierno (Hades)», se refieren a los sufrimientos de Cristo en la cruz. «En el Credo Apostólico, el infierno tiene el significado de Hades, o el lugar y el estado de los espíritus que se han ido; pero el Catecismo de Heidelberg explica que descender es una figura de los sufrimientos vicarios en la cruz».
 La frase: «las partes más bajas de la tierra» ha sido entendida incorrectamente como un genitivo partitivo,  y ha sido unida a la idea de que el Hades, o el Seol, está en alguna parte debajo de la tierra. Al contrario, el genitivo, «de la tierra» es un apositivo  de las palabras, «las partes más bajas». Cristo descendió del cielo a las partes más bajas, es decir, a la tierra, para vivir Su vida en la carne, antes de ascender al cielo. Un paralelo directo se encuentra en Isaías 44.23, donde la palabra «tierra» es un apositivo de la frase, «profundidades». «Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza ...»
A veces se alega que la frase: «las aguas debajo de la tierra», como ocurre en el segundo mandamiento y en otros pasajes, indica algún lugar subterráneo. En el segundo mandamiento leemos (Éxodo 20.4): «No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra». El doctor R. Laird
Harris, en un discurso que dio a la Evangelical Theological Society, explica que esto no es nada más que una prohibición de la adoración de imágenes de peces. Algunos piensan que el dios Dagón era un ídolo, cuyas extremidades inferiores tenían la forma de un pez. Ya que obviamente el segundo mandamiento prohibía la adoración de imágenes de peces, el doctor Harris ha mostrado que la frase: «las aguas debajo de la tierra», significarían naturalmente las aguas debajo del borde de la playa. La frase «debajo de la tierra» nunca ocurre en la Biblia en un contexto que apoye la idea de que el Hades o el Seol fuera un lugar físico subterráneo.

  Las palabras «abajo» y «arriba»

Uniformemente en las Escrituras, ir al Hades es lo mismo que ir «abajo», pero después de la resurrección de Cristo, y después de los cuarenta días con los discípulos, Él «ascendió al cielo». Pablo dice que él fue «arrebatado al cielo», y «arrebatado al paraíso». Es común hacerse la pregunta: «Si el Hades es abajo, y el cielo es arriba, ¿cómo podemos decir que el cielo, que es parte del paraíso, es parte del Hades»?
El primer paso en contestar esta pregunta es darse cuenta de que las palabras «arriba» y «abajo», si las tomamos literalmente como términos geográficos indicando dirección perpendicular con la tierra, serían términos sin sentido desde el punto de vista del universo. La dirección arriba, desde cualquier punto en la tierra, está cambiando constantemente, mientras la tierra gira sobre su eje, y mientras sigue su órbita anual alrededor del sol. Estamos obligados a concluir que las palabras «arriba» y «abajo»,
hablando acerca de ir al Hades o ir al cielo, no pueden entenderse como
direcciones físicas en relación con la tierra, o en relación con el universo.
Deben tomarse como palabras con sentido, pero como palabras que comunican algo espiritual y sicológico, y no una dirección geográfica o
astronómica. Es muy natural hablar, como lo hicieron los escritores bíblicos, acerca de ir «abajo» al lugar de los muertos en el mundo invisible. La muerte física significa tristeza y depresión. El credo apostólico contiene la frase: «descendió al infierno (Hades)», basada en el hecho de que Cristo, en el espíritu, fue al paraíso, mientras su cuerpo yacía en la tumba.
Por otro lado, con la revelación más completa que tenemos ahora del hogar celestial, un compañerismo de los bienaventurados con el Señor (si nos damos cuenta de que no podemos usar «arriba» en el sentido geográfico, sino en el sentido espiritual y psicológico), parece muy natural que Pablo hablara de ser «arrebatado» al cielo, que es el paraíso.
De hecho, encontramos en el Antiguo Testamento, a pesar de la poca información revelada en ese tiempo, la figura de Elías, ascendiendo al cielo. «Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal» (2 Reyes 2.1).
«Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino» (2 Reyes 2.11).

  ¿Por qué Cristo ascendió en una nube?

Si las direcciones «arriba» y «abajo» no pueden tomarse geográficamente, sino espiritualmente y sicológicamente, ¿por qué Cristo ascendió visiblemente en una nube desde el monte de los Olivos, como conclusión de su ministerio «postresurrección»? Sugiero que este hecho visible fue muy apropiado para comunicar a la mente de los discípulos que su ministerio había concluido en forma victoriosa.
Existe un pensamiento adicional, que por la forma de su ascensión,
Cristo dio una presentación visible de la manera en que volvería.
Los ángeles dijeron a los discípulos: «Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo» (Hechos 1.11). El retorno visible de Cristo será un evento espectacular, donde todo ojo le verá (Apocalipsis 1.7), «en un momento, en un abrir y cerrar de ojos» (1 Corintios 15.52), en el horizonte de toda la tierra (Lucas 17.23). Fue muy apropiado que Su ascensión presentara una analogía visible de Su segunda venida.

  Pero ¿dónde? literalmente

Sugiero que pensemos en el lugar llamado cielo (porque es un lugar literal con relaciones personales verdaderas) y en el lugar llamado Gehenna (también un lugar literal), en términos análogos a «ondas».
Con la radio y la televisión tan comunes en el mundo entero, sabemos que existen en mi oficina donde escribo, y en su oficina donde está leyendo, un número vasto de experiencias potencialmente audibles y visibles. Los programas están disponibles, pero necesitamos los instrumentos de recepción, y tenemos que sintonizar las ondas correctas.
Recuerde la experiencia del siervo de Eliseo (2 Reyes 6.8-23):
«Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo» (vv. 15-17).
Los caballos y los carros de fuego alrededor de Eliseo estaban allí todo el tiempo, pero requirió un milagro de Dios, ajustando los ojos del joven para que pudiera ver los recursos que mencionó Eliseo cuando dijo: «más son los que están con nosotros que los que están con ellos» (v. 16).
No sugiero que la analogía de las ondas explique la naturaleza del Hades, Gehenna, o del paraíso, sino que pienso que esta comparación nos ayuda a entender el hecho de que hay un mundo invisible, especialmente el hecho de que el cielo está cerca. No creo que el cielo esté muy lejos. Si fuera así la voluntad de Dios, podríamos ver la cara de nuestro Señor Jesucristo en cualquier momento.
No sabemos dónde está Gehenna, o dónde está el abismo entre
Gehenna y el paraíso, pero sí podemos usar esta analogía de las ondas para ayudar a creer en la realidad de lo que enseña la Biblia acerca de este tema. Así, aunque no podemos explicarlo, podemos entender lo suficiente para saber que no es un error creer en un lugar literal en el universo donde se han ido los espíritus de los muertos, y donde tienen relaciones interpersonales.
Las siguientes líneas del himno La bondad eterna, por Whittier, expresan en forma bella, la respuesta del cristiano para la pregunta: «¿dónde está el cielo»?
No sé dónde levantan Sus islas
Las palmeras frondosas en alto.
Sólo sé que no saldré
De Su amor y Su cuidado.

 FUENTES PATRÍSTICAS

Los escritos patrísticos son de gran ayuda en la interpretación de la enseñanza bíblica acerca del estado intermedio. Tertulio, en su Apología, capítulo XLVII, protesta contra los que interpretarían el Paraíso en términos de los «poetas y los filósofos». Explica las semejanzas, diciendo
que «ellos lo tomaron de nuestra religión». En su tratado acerca del Alma,
Tertulio razona y especula acerca del Hades y del Paraíso. La materia más importante se encuentra en el capítulo LV. Protesta fuertemente en contra de la influencia pagana y de las ideas paganas en los capítulos
LIV y LVI, pero agrega poco a nuestra comprensión de las Escrituras.
Hipólito, quien murió alrededor de 230 A.D., en su Refutación a toda herejía, capítulo XVI, acerca de Platón, investiga las ideas de Platón acerca del Hades y sobre los futuros premios y castigos. Hipólito no conoce muy bien a Platón. No está seguro si Platón creía en la transmigración de las almas o no. Evidentemente, Hipólito nunca había leído el Phaedo de Platón. En su fragmento, Contra Platón, Sobre la Causa del Universo, niega ciertas ideas paganas: «...porque todos, los justos y los injustos, serán traídos ante Dios, el Verbo. Porque el Padre ha entregado todo juicio a Él; y en cumplimiento del consejo del Padre, Él que llamamos el Cristo viene como juez. No es Minos, ni Radamanto quien viene a juzgar al mundo, O griegos, sino Él a quien el Padre ha glorificado.» (s. 3)
Aunque Hipólito es antipagano y pro Biblia, añade poco a nuestra comprensión de las Escrituras.

  Seol, el concepto veterotestamentario  ¿El lugar de entierro?

No será necesario para el propósito de la teología sistemática hacer un estudio exhaustivo del concepto del Seol en el Antiguo  Testamento. Algunos eruditos sostienen que la palabra en el Antiguo Testamento siempre significa la tumba física, o el lugar de entierro.
Aunque estoy convencido de que no es así, no puedo estar totalmente seguro del punto de vista contrario, de que el Seol nunca denomine el lugar de entierro. Aun me inclino a creer que nunca lo hace, prefiero postergar la decisión final, hasta investigar más. Quedamos con un hecho claro, que Cristo y los apóstoles enseñaban que el Hades es el lugar de los espíritus de los muertos, y que estaban muy conscientes de que Hades se usaba en la Septuaginta para traducir Seol.
  Salmo 16.10
En un caso llamativo, donde Pedro cita Salmo 16.10 el día de Pentecostés
(Hechos 2.27), tenemos apoyo apostólico para entender el Seol del Antiguo Testamento como el Hades del Nuevo Testamento.

  Pasajes citados para sostener lo contrario

Los pasajes que supuestamente enseñan que el Hades del Antiguo
Testamento denomina el lugar físico de entierro son los siguientes:
«Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará?» (Salmo 6.5)
«No alabarán los muertos a JAH, ni cuantos descienden al silencio; pero nosotros bendeciremos a JAH desde ahora y para siempre. Aleluya» (Salmo 115.17,18).
«Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad. El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos» (Isaías 38.18,19).

  Examinación de los pasajes citados para sostener lo contrario

La primera de estas tres citas es la más difícil. Si en el Salmo 6.5, el Seol se refiere al lugar físico de entierro, entonces debe ser considerado simplemente como un pasaje que no da ninguna información con respecto al estado intermedio del alma. Pero esto no soluciona el problema. La primera cláusula en el paralelismo, «en la muerte no hay memoria de ti», es demasiado inclusiva, a menos que el salmista esté hablando solamente del cuerpo muerto. Seguramente no quiere enseñar que los santos que se han ido de esta vida no puedan recordar en ningún sentido al Señor. Sugiero que la palabra traducida «memoria » no se refiere a la memoria pasiva, sino al recordar activo. La palabra frecuentemente denomina un monumento para recordar algo importante. Además, la palabra traducida «alabar» frecuentemente significa confesar el nombre de Dios. Finalmente, el punto de vista del salmista es su obra activa de servir a Dios entre Su pueblo. Su
oración dice, en efecto: «el que muere no puede seguir recordando a la gente de Ti, y el espíritu que se ha ido al Seol no puede seguir alabándote y confesándote delante del pueblo».
En otras palabras, no estoy convencido de que en el Salmo 6.5, el Seol signifique el lugar de entierro. Tampoco puedo ver que entregue información verdadera acerca del estado intermedio del alma. El punto de vista del Salmo es el servicio activo a Dios en esta vida.
La palabra Seol no ocurre realmente en el Salmo 115.17,18.
Debemos entender esta frase: «no alabarán los muertos a JAH», como referencia a apariciones de espíritus, y debemos entender la conclusión,
«pero nosotros bendeciremos a JAH desde ahora y para siempre », como una afirmación de la inmortalidad personal.
En la oración de Ezequías, notada en el capítulo 38 de Isaías, el punto de vista es claramente su obra y testimonio en esta vida entre su pueblo. Debemos entender que sus comentarios negativos no dicen nada acerca de las almas de los que han muerto. Desde el punto de vista del rey piadoso de Israel y su obra importante, su ida al Seol interrumpiría su alabanza. Su muerte pondría fin a su programa de purificación de la adoración en Israel. Si él va al mundo invisible, se acaba la esperanza de hacer la obra a la cual Dios le había llamado.
Pero la restauración de su salud, como respuesta a su oración, significaría continuar sirviendo a Dios entre Su pueblo, como un padre que enseña las verdades de Dios a sus hijos.

  «Reunido a tu pueblo»
La frase «reunido a tu pueblo», denominando la muerte de un justo en el Antiguo Testamento, no apunta a su entierro físico, porque leemos en Números 27.13 que Dios dijo a Moisés, «tú también serás reunido a tu pueblo, como fue reunido tu hermano Aarón». Pero con referencia al entierro de Moisés, se nos dice: «Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová.
Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy» (Deuteronomio
34.5,6). Concluimos entonces, que la frase «reunido a tu pueblo», apunta al estado intermedio del alma en el Seol.

  Resumen
En resumen, yo diría que me inclino a pensar que el Seol nunca denomina el lugar físico de entierro, aunque no sería dogmático en excluir todas las referencias. Si algunas veces denomina la tumba física, entonces aquellos pasajes tendrán que interpretarse a la luz de ese significado. Pero tal interpretación de Seol no puede destruir o socavar la enseñanza clara del Nuevo Testamento acerca del Hades y del estado intermedio de las almas de los que han muerto y que están esperando la resurrección.

  EL ESTADO INTERMEDIO ANTES DEL TIEMPO DE CRISTO

  La tradición

Desde el tiempo de los padres de la iglesia hasta ahora, ha persistido la idea, unida con la mitología griega por un lado y con la doctrina católica del purgatorio por otro lado, que las almas de los santos que murieron antes de Cristo no entraron en la presencia de Dios en el cielo. La idea es que estas almas estaban guardadas en un cierto limbus patrum, un lugar de espera, y que solamente ahora después de Cristo, las almas de los creyentes van inmediatamente a estar con el Señor.
Unida con esta idea es la explicación errónea de la frase en el credo apostólico, «descendió al infierno (Hades)», suponiendo que esta frase indica que Cristo fue al limbus patrum, mientras su cuerpo yacía en la tumba. Suponen que, cuando resucitó, levantó a los espíritus de los santos del Antiguo Testamento, y los condujo al cielo.

  1 Pedro 3.18-20
Entre los pasajes que supuestamente hablan del limbus patrum, se encuentra en primer lugar 1 Pedro 3.18-20. En la interpretación de estos versículos, sigo la enseñanza de Charles Hodge, B.B. Warfield, A.T.
Robertson, y otros, que opinan que este texto se refiere al tiempo de Noé.
Los que Pedro llama los «espíritus encarcelados» serían las personas en aquella época. Cristo fue a predicar a ellos en el Espíritu a través de Noé, quien fue llamado «pregonero de justicia» (2 Pedro 2.5). La siguiente traducción de 1 Pedro 3.18-20 es mía, pero está basada en los mensajes
de A.T. Robertson, que escuché en Nueva York hace veinte años.
«...Cristo murió una sola vez por los pecados, el Justo por los injustos, para acercarnos a Dios. Fue muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu; en quien (el Espíritu) Él fue a predicar, en los días de Noé, mientras la paciencia de Dios esperaba, y mientras se construía el arca, a los espíritus encarcelados (los que ahora están encarcelados), a los que en aquella época eran desobedientes».
En los mensajes mencionados arriba, A.T. Robertson habla mucho de la sintaxis de las oraciones de Pedro. Propone, como lingüista (y él fue la autoridad máxima de la gramática del Nuevo Testamento), que una traducción como la mía es totalmente legítima.
Es evidente, entonces, que Pedro no enseña que Cristo, mientras Su cuerpo estaba en la tumba, haya ido al limbus patrum. Más bien,
Pedro está mostrando que fue el espíritu de Cristo en el tiempo de
Noé, que predicaba la justicia a los que rechazaban la gracia de Dios

Efesios 4.8-9
Otro pasaje que supuestamente enseña la doctrina del limbus patrum se encuentra en Efesios 4.8, 9. Esto lo mencionamos arriba.
Se supone que las palabras en el versículo 8, «llevó cautiva la cautividad », enseñan que Cristo liberó a los santos del Antiguo Testamento,  que habían sido cautivos hasta ese momento. La frase que dice que «descendió primero a las partes más bajas de la tierra», se interpreta como una indicación de que existe un limbus patrum en algún lugar debajo de la tierra. Ya expliqué que no hay justificación para interpretación. El genitivo «de la tierra» no debe entenderse como partitivo, sino como apositivo. Cristo ascendió al cielo, pero primero fue a las partes bajas, es decir, a la tierra. Como dije anteriormente, podemos comparar con Isaías 44.23 para ver una expresión semejante:
«Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza ...»

  Mateo 27.51-53
Otro pasaje del cual se dice que enseña la doctrina del limbus patrum es Mateo 27.51-53: «Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.»
Podemos entender fácilmente que el rompimiento del velo es un acto físico con profundo significado. Podemos comprender el terremoto, y la oscuridad mencionada en Mateo 27.45 y en otros pasajes paralelos. El terremoto y la oscuridad eran cumplimientos de la profecía de Joel, mencionada por Pedro en el día de Pentecostés. Pero es difícil entender el significado de la resurrección de muchos cuerpos de los santos que habían muerto, y su aparición en la ciudad santa después de la resurrección de Cristo. Podemos decir simplemente que lo que se relata verdaderamente sucedió. Podemos inferir también que la resurrección de los cuerpos de los santos habría sido una gran confirmación, para la fe de los creyentes en medio del alboroto y la confusión de esos días. Si leemos Romanos 1.4, con el énfasis literal en el genitivo plural, «que fue declarado
Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos», no es imposible que Pablo esté hablando aquí del valor que tiene la resurrección de los muertos mencionados en Mateo 27.53 como evidencia de Su propia resurrección.
Pero hay algo seguro: Mateo 27.51-53 no enseña ni apoya ninguna doctrina de un limbus patrum.

  La opinión de Calvino

Calvino, en las Instituciones, Libro II, capítulo CVI, párrafo 8 y siguientes, toma una posición muy fuerte en contra de la doctrina del limbus patrum. En el párrafo 9 dice: «No comprendo, pues, cómo posteriormente se llegó a pensar en la existencia de un cierto lugar subterráneo, al cual llamaron Limbo. Sin embargo, esta fábula, por más que haya contado con el apoyo de grandes autores, y aun hoy en día muchos la tengan por verdad, no pasa de ser una fábula. Porque es cosa pueril querer encerrar en una cárcel las almas de los difuntos.»
Calvino interpreta la frase en el credo apostólico, «descendió al infierno», como metáfora para describir los sufrimientos de Cristo en la cruz. Los escritores de la Confesión de Fe de Westminster, sin embargo, no siguieron a Calvino en este punto.
La respuesta a la pregunta # 50 del Catecismo Mayor dice: «La humillación de Cristo, después de Su muerte, consiste en que fue sepultado, y continuó en el estado de muerte y bajo el poder de la muerte, hasta el tercer día; que ha sido también expresado por las palabras descendió al infierno».
Yo concluyo que, tal como «los de la fe son bendecidos con el creyente
Abraham» (Gálatas 3.9), y son «linaje de Abraham», y «herederos según
la promesa» (Gálatas 3.29), así también los que creen en Cristo como su
Salvador personal ahora, irán al mismo paraíso donde fue Abraham cuando
murió. Van al cielo donde hay compañerismo con el Dios de Abraham, y con el Cristo, el día de quien Abraham se gozó de ver (Juan 8.56).

  LA DOCTRINA FALSA DEL PURGATORIO

  El origen

Desarrollándose del concepto pagano del Hades, y de la noción patrística del limbus patrum, la Iglesia Católica, durante la edad media, formuló la doctrina errónea del purgatorio. Esta doctrina fue enunciada por el Concilio de Florencia, 1439, y por el Concilio de Trento, 1545-1563, y se afirma que está basada en los siguientes pasajes bíblicos y apócrifos.

  El supuesto fundamento

Hay oraciones por los muertos en el libro apócrifo, 2 Macabeos
12.42. Se relata que Judas Macabeo encontró, en los cuerpos de algunos soldados judíos muertos, objetos de idolatría que eran prohibidos por la ley. «Entonces todos bendijeron el juicio justo del Señor que había descubierto las cosas que estaban escondidas; y así dedicándose
 las oraciones, le rogaron que olvidara del pecado que había sido cometido» (Ver el pasaje entero en 2 Macabeos 12.39-45, y
el artículo acerca del «purgatorio» en la Enciclopedia Católica.)
Las autoridades católicas sostienen que hay un ejemplo de la costumbre de orar por los muertos en 2 Samuel 1.12; 3.31-35, donde se hace ayuno después de la muerte de Saúl y después de la muerte de Abner. Una referencia al libro apócrifo, Tobías (Tobías 4.18) dice: «Sacad vuestro pan y vuestro vino para el entierro de un hombre justo, pero no coméis y no toméis con el malo». Se piensa que este dicho tiene algo que ver con el purgatorio. En cuanto a la posibilidad de ser rescatado del purgatorio, las
autoridades católicas apuntan a las palabras de Cristo en Mateo 12.32:
«A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.»
En la cita de las Instituciones mencionada arriba, Calvino habla del argumento católico basado en el Salmo 107.16: «quebrantó las puertas de bronce, y desmenuzó los cerrojos de hierro», y del argumento basado en
Zacarías 9.11: «yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua».
El hecho de que los pasajes canónicos citados arriba no apoyan la doctrina del purgatorio es aparente al que los estudie.

  Apoyo protestante para una doctrina semejante

La idea del purgatorio después de la muerte surge en las circunstancias más sorprendentes. Hace algunos años en una reunión en Los Ángeles, California, escuché a un evangelista protestante decir que los cristianos son tan pecaminosos que debe haber un período de purificación antes de ir al cielo. Después, escuché a otro pastor protestante decir algo semejante. Tal opinión está basada en una falta de entender el significado de la justificación y la santificación. Los que son salvos, justificados, son santificados por el Espíritu Santo. Por otro lado, los que viven una vida pecaminosa, no han nacido de nuevo, sin importar las profesiones de fe que hayan hecho.

  La respuesta bíblica

Según las Escrituras, la diferencia entre los salvos y los perdidos es absoluta. El que genuinamente cree en Cristo «no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida» (Juan 5.24). «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehusa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él» (Juan 3.36).
La pregunta 37 del Catecismo Menor de Westminster expresa precisamente la doctrina bíblica: «Las almas de los creyentes son hechas después de la muerte, perfectas en santidad y pasan inmediatamente a la gloria; y sus cuerpos, estando todavía unidos a Cristo reposan en sus tumbas hasta la resurrección».
Al final de esta vida terrenal, el individuo ha pasado completamente por su oportunidad de salvación. No hay ninguna indicación en las Escrituras de otra oportunidad de salvación. Más bien, «si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere, allí quedará» (Eclesiastés 11.3, Apocalipsis 22.11).
Algunos dirían: ¿No hay ninguna diferencia entre el creyente descuidado y el creyente más comprometido? La respuesta se encuentra en la doctrina de premios para los que son justificados (1 Corintios 3.11-15). Hay un solo fundamento, Jesucristo. «Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego».

 CONCLUSIÓN
Debemos concluir que el estado intermedio del alma, entre la muerte y la resurrección, es un lugar de castigo en Gehenna para los perdidos, y un lugar de compañerismo gozoso con Cristo para los salvos. Los redimidos que poseen la vida eterna han sido perfeccionados en santidad. Esperan la resurrección y el juicio de premios Lucas 14.14). En cuanto a los que no han aceptado la gracia de Dios en esta vida, no hay ni un rayo de esperanza para salvación. Tampoco hay esperanza de que ellos, siendo culpables de pecado eterno, se arrepientan (Marcos 3.29).
Estas consideraciones nos impulsan más enérgicamente a la actividad evangelizadora y misionera, porque «he aquí ahora el día de salvación» (2 Corintios 6.2).
La esperanza cristiana en una vida futura no es simplemente una inmortalidad espiritual del alma, sino que también incluye la esperanza de la resurrección del cuerpo. Los espíritus de los bienaventurados están en un estado de gozo con el Señor en el cielo, pero están conscientes de que no están completos (Apocalipsis 6.9-11). El estado sin cuerpo es menos perfecto que el estado de inmortalidad después de la resurrección (1 Corintios 15.50-52; 2 Corintios 5.2-4).