} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 10/01/2022 - 11/01/2022

lunes, 24 de octubre de 2022

CARTA DEL APOSTOL PABLO A LOS ROMANOS 12; 1-2

 

 

 

 1   Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

 2  No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

 

Aquí tenemos a Pablo siguiendo su esquema habitual de escribir a sus amigos: siempre termina sus cartas con consejos prácticos. Su mente se zambulle en el infinito, pero nunca se pierde en él; siempre termina con los pies firmemente plantados en la tierra. Puede debatirse con los problemas más profundos de la teología; pero siempre acaba con las demandas éticas que gobiernan la vida de todo el mundo.

«Presentadle a Dios vuestro cuerpo» -dice. No hay exigencia más característicamente cristiana. Ya hemos visto que eso es lo que nunca diría un griego. Para él, lo que importaba era el espíritu; el cuerpo no era más que una prisión, algo despreciable y vergonzoso. Pero el cristiano sabe que su cuerpo pertenece a Dios tanto como su alma, y que puede servir a Dios tanto con su cuerpo como con su mente o su espíritu.

El cuerpo es el templo del Espíritu Santo y el instrumento con el que hace Su obra. Después de todo, el gran hecho de la Encarnación quiere decir básicamente que Dios no desdeñó asumir un cuerpo humano, vivir en él y obrar por medio de él. Tomad el caso de una iglesia o catedral: se construye para dar culto a Dios; pero tiene que diseñarla la mente de un arquitecto; tienen que construirla obreros y artesanos, y sólo entonces llega a ser un templo en el que la gente se reúne para dar culto a Dios. Es un producto de la mente y del cuerpo y del espíritu del hombre. Recibimos diariamente del Señor los frutos de su misericordia. Presentémonos; todo lo que somos, todo lo que tenemos, todo lo que hacemos, porque después de todo, ¿Qué tanto es en comparación con las grandes riquezas que recibimos? Es aceptable a Dios: un culto racional, por el cual somos capaces y estamos preparados para dar razón, y lo entendemos. La conversión y la santificación son la renovación de la mente; cambio, no de la sustancia, sino de las cualidades del alma. El progreso en la santificación, morir más y más al pecado, y vivir más y más para la justicia, es llevar a cabo esta obra renovadora, hasta que es perfeccionada en la gloria. El gran enemigo de esta renovación es conformarse a este mundo. 

Dice Pablo: «Tomad todas las tareas que tenéis que hacer todos los días: el trabajo ordinario de la tienda, la fábrica, los astilleros, la mina... y ofrecédselo a Dios como un acto de culto.» La palabra del versículo 1 que hemos traducido por culto con la versión Reina-Valera tiene una historia interesante. Es latreía, el nombre correspondiente al verbo latréuein. En su origen, latréuein quería decir trabajar por la paga o el sueldo. Era la palabra que se usaba para un trabajador que daba su tiempo y esfuerzo a un contratista a cambio de un salario. No era el trabajo de un esclavo, sino una actividad voluntaria. De ahí pasó a significar servir en general; pero también aquello a lo que una persona dedica toda su vida. Por ejemplo: de un artista se decía que estaba latréuein kallei, que quiere decir dedicar la vida al servicio de la belleza. En ese sentido ya se acercaba al de dedicarse o dedicar la vida. Por último, llegó a ser la palabra característica del servicio de los dioses. En la Biblia siempre se refiere al servicio y al culto a Dios.

Aquí tenemos un hecho muy significativo: el verdadero culto es ofrecerle a Dios nuestro cuerpo y todo lo que hacemos con él todos los días. El verdadero culto a Dios no es ofrecerle una liturgia, por muy noble que sea, o un ritual, ni siquiera el más solemne. El verdadero culto es ofrecerle a Dios nuestra vida cotidiana; no algo que hay que hacer en la iglesia, sino algo que ve todo el mundo, porque somos el templo del Dios vivo. Uno puede que diga: «Voy a la iglesia a dar culto a Dios»; pero debería también decir: «Voy a la fábrica, la tienda, la oficina, la escuela, el garaje, la mina, el astillero, el campo, el jardín o la cocina, a dar culto a Dios.» Esto no quiere decir precisamente estar cantando himnos o pensando en Dios o " dando testimonio» mientras se trabaja, lo cual tal vez nos restaría concentración en lo que estamos haciendo; sino hacer lo que se espera de nosotros lo mejor posible, como si fuera -¡como que es!- para la gloria de Dios.

Esto, sigue diciendo Pablo, exige un cambio radical. No debemos adoptar las formas del mundo; sino transformarnos, es decir, adquirir una nueva manera de vivir. Para expresar esta verdad Pablo usa dos palabras griegas casi intraducibles, que requieren frases para transmitir su sentido. La palabra que usa para amoldarnos al mundo es sysjématízesthai, de la raíz sjéma -de donde viene la palabra española y casi internacional esquema-, que quiere decir forma exterior que cambia de año en año y casi de día en día. El sjéma de una persona no es el mismo cuando tiene 17 años que cuando tiene 70; ni cuando sale del trabajo que cuando está de fiesta. Está cambiando constantemente. Por eso dice Pablo: "No tratéis de estar siempre a tono con todas las modas de este mundo; no seáis "camaleones", tomando siempre el color del ambiente.»

La palabra que usa para transformaos de una manera distinta a la del mundo es metamorfústhai, de la raíz morfé, que quiere decir la naturaleza esencial e inalterable de algo. Una persona no tiene el mismo sjéma a los 17 que a los 70 años, pero sí la misma morfé; con el mono no tiene el mismo sjéma que vestido de ceremonia, pero tiene la misma morfé; cambia su aspecto exterior, pero sigue siendo la misma persona. Así, dice Pablo, para dar culto y servir a Dios tenemos que experimentar un cambio, no de aspecto, sino de personalidad. ¿En qué consiste ese cambio? Pablo diría que, por nosotros mismos, vivimos kata sarka, dominados por la naturaleza humana en su nivel más bajo; en Cristo vivimos kata Jriston o kata Pneuma, bajo el control de Cristo o del Espíritu. El cristiano es una persona que ha cambiado en su esencia: ahora vive, no una vida egocéntrica, sino Cristocéntrica.

Esto debe ocurrir, dice Pablo, por la renovación de la mentalidad. La palabra que usa para renovación es anakainósis. En griego hay dos palabras para nuevo: neós y kainós. Neós se refiere al tiempo, y kainós al carácter y la naturaleza. Un lápiz recién fabricado es neós; pero una persona que era antes pecadora y ahora está llegando a ser santa es kainós. Cuando Cristo entra en la vida de un hombre, éste es un nuevo hombre; tiene una mentalidad diferente, porque tiene la mente de Cristo.

Cuando Cristo llega a ser el centro de nuestra vida es cuando podemos presentarle a Dios el culto verdadero, que consiste en ofrecerle cada momento y cada acción.

domingo, 23 de octubre de 2022

LA VIDA DE ELÍAS XIV

 


 "Y dijo Arab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos; que acaso hallaremos grama con que conservemos la vida a los caballos y a las acémilas, para que no nos quedemos sin bestias” (I Reyes 18:5)

 

            Anteriormente hemos visto a Elías siendo llamado de modo repentino a comparecer ante el rey impío de Israel, y a pronunciar la temible sentencia de juicio, a saber, “no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra" (I Reyes 17:1). Después de pronunciar este solemne ultimátum, y obedeciendo a su Señor, se retiró de la escena de la vida pública y pasó parte del tiempo en la soledad junto al arroyo de Querit, y parte en el humilde hogar de la viuda de Sarepta, siendo sus necesidades en ambos lugares suplidas milagrosamente por Dios, quien no permite que nadie salga perdiendo al cumplir sus órdenes. Pero había llegado la hora de que este intrépido siervo del Señor saliera y se enfrentara una vez más con el monarca idólatra de Israel. "Fue palabra de Jehová a Elías en el tercer año, diciendo: Ve, muéstrate a Acab” (I Reyes 18:1). En el relato anterior, contemplamos los efectos que la prolongada sequía había causado en Acab y sus súbditos efectos que ponían en triste evidencia la depravación del corazón humano. Está escrito: “Su benignidad (la de Dios) te guía a arrepentimiento” (Romanos 2:4); y: “Luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia” (Isaías 26:9). Cuán a menudo vemos citadas estas palabras como si fueran afirmaciones absolutas e incondicionales, y qué poco se citan las palabras que siguen inmediatamente; en el primer caso: “Mas por tu dureza y por tu corazón no arrepentido atesoras para ti mismo ira para el día de la ira"; y en el segundo: “Alcanzará piedad el impío, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová". ¿Cómo podemos entender estos pasajes?; por cuanto, para el hombre natural, parecen revocarse a sí mismos, y la segunda parte de la referencia de Isaías parece contradecir llanamente la primera. Si se comparan las Escrituras con las mismas Escrituras, se verá que cada una de las declaraciones citadas tiene un ejemplo claro y definido. Por ejemplo, ¿no era el sentimiento de la bondad  Señor -su “misericordia" y “la multitud de sus piedades"- lo que llevó a David al arrepentimiento y le hizo exclamar: "Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de, mi pecado” (Salmo 51:1,2)? Y asimismo, ¿no fue la comprensión de la bondad del Padre -el que hubiera "abundancia de pan” en su casa- lo que llevó al hijo pródigo al arrepentimiento y a confesar sus pecados? Así también, fue cuando los juicios de Dios eran sobre la tierra -hasta tal punto que se nos dice: "En aquellos tiempos no hubo paz, ni para el que entraba, ni para el que salía, sino muchas aflicciones sobre todos los habitadores de las tierras. Y la una gente destruía a la otra, y una ciudad a otra ciudad: porque Dios los conturbó con todas calamidades” (II Crónicas 15:5,6) -que Asa (en respuesta a la predicación de Azarías) “quitó las abominaciones de toda la tierra... y reparó el altar de Jehová... y entraron en concierto (Asa y sus súbditos) de que buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de todo su corazón” (II Crónicas15; 8-12).

Por otro lado, cuántos casos se registran en la Sagrada Escritura de individuos y pueblos que fueron objeto de la bondad de Dios en grado sumo, disfrutando tanto de Sus bendiciones temporales como espirituales de modo ¡limitado, y quienes, a pesar de ser as¡ privilegiados, estaban lejos de ser afectados debidamente por tales beneficios y de ser llevados al arrepentimiento, por las mismas, antes por el contrario, sus corazones eran endurecidos y las misericordias de Dios profanadas: "Engrosó Jesurún, y tiró coces” (Deuteronomio 32:15);   Oseas 13:6 En sus pastos se saciaron, y repletos, se ensoberbeció su corazón; por esta causa se olvidaron de mí.

Asimismo, cuán a menudo leemos en la Escritura que Dios visita con sus juicios a los individuos y las naciones sólo para ilustrar la verdad de aquellas palabras: “Jehová, bien que se levante tu mano, no ven” (Isaías 26:11). Un ejemplo notable se halla en la persona de Faraón, quien después de cada plaga endureció su corazón más aun y continuó desafiando a Jehová. Quizá el caso de los judíos es incluso más notable, pues siglo tras siglo el Señor les ha infligido los juicios más penosos, y ellos no han aprendido todavía la justicia por medio de los mismos.

 ¿No hemos presenciado demostraciones sorprendentes de estas verdades en nuestros propios días? Los favores divinos eran recibidos como cosa natural, es más, eran considerados más como el fruto de nuestra propia laboriosidad que de la misericordia divina. Cuanto más han prosperado las naciones, más, han perdido de vista a Dios. ¿Cómo hemos de entender, pues, estas afirmaciones divinas: "Su benignidad te guía a arrepentimiento “ y "Luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia”? Es obvio que no hay que tomarlos de modo absoluto y sin modificación. Han de entenderse con este requisito: que el Dios soberano quiera santificarlos en nuestras almas. El designio ostensible (mejor dicho, secreto e invencible) de Dios es que las muestras de su bondad llevaran a los hombres al sendero de la justicia; tal es su naturaleza, y tales deberían ser sus resultados en nosotros. Con todo, el "hecho es que ni la prosperidad ni la adversidad por si mismas producirán jamás esos resultados benéficos, porque, si las dispensaciones divinas no son santificadas de modo expreso en nosotros, ni sus mercedes ni sus castigos obrarán en nosotros mejora alguna.

Los pecadores endurecidos "menosprecian las riquezas de su benignidad, y paciencia”; la prosperidad les hace menos dispuestos a recibir la instrucción de la justicia, y aunque los medios de la gracia (la predicación fiel de la palabra de Dios) están a su alcance en abundancia, siguen profanos y con los ojos cerrados a toda revelación de gracia divina y de santidad.

Cuando la mano de Dios se levanta para administrar reprensión suave, la desprecian; y cuando inflige venganza más terrible, endurecen sus corazones a la misma. Siempre ha sido así. Sò1o cuando Dios se complace en obrar en nuestros corazones, así como ante nuestros ojos; sólo cuando se digna bendecir sus intervenciones providenciales en nuestras almas, es que se imparte en nosotros una disposición dócil, y somos llevados a reconocer la justicia de sus castigos y a enmendar nuestros caminos. Cuando los juicios divinos no son santificados de modo definitivo en el alma, los pecadores siguen sofocando la convicción de pecado y abalanzándose en su desafío, hasta ser consumidos por la ira del Dios santo. Quizá alguien preguntará qué tiene todo esto que ver con el tema que estamos tratando. La respuesta es: mucho en todos los sentidos. Sirve para probar que la perversidad terrible de Acab no era algo excepcional al mismo tiempo que explica por qué no le afectó en lo más mínimo la terrible visitación del juicio de Dios sobre sus dominios. Se había cernido sobre el país una sequía total que continuó por espacio de tres años de modo que "habla a la sazón grande hambre en Samaria” (1 Reyes 18:2). Éste era, en verdad, un juicio divino; pero, ¿aprendieron el rey y sus súbditos, justicia por él? ¿Les dio ejemplo el soberano, humillándose bajo la ' poderosa mano de Dios, reconociendo sus transgresiones perversas, quitando los altares de Baal y restaurando el culto a Jehová? ¡No!, sino que, lejos de ello, permitió durante este tiempo que su malvada mujer destruyera los profetas del Señor, añadiendo iniquidad a la iniquidad y mostrando las tremendas profundidades de maldad en las que el pecador caerá a menos que sea detenido por el poder moderador de Dios.  De la misma manera que una paja lanzada al aire revela la dirección del viento, así también estas palabras revelan el estado del corazón de Acab. No había lugar en sus pensamientos para el Dios vivo, ni le inquietaban los pecados que habían sido causa del enojo de Dios sobre el país. Ni tampoco parece haberse preocupado lo más mínimo por sus súbditos, cuyo bienestar -después de la gloria de Dios- debía haber sido su principal ocupación. No, sus aspiraciones no parecen haberse elevado más allá de las fuentes y los arroyos, los caballos y las acémilas, de que las bestias que aún le quedaban pudieran salvarse. Esto no es evolución, sino degeneración, por cuanto si el corazón se descarría de su Hacedor su dirección es siempre hacia abajo. A la hora de su necesidad más honda, Acab no se volvió humildemente a Dios, porque era un extraño para él. El objetivo que le absorbía por completo era la hierba; si ésta podía encontrarse, no le importaba nada todo lo demás. Si hubiera podido encontrarse comida y bebida, hubiera podido disfrutar en el palacio y gozar de la compañía de los profetas idólatras de Jezabel, pero los horrores del hambre le hicieron salir. Con todo, en vez de pensar en las causas de ella para rectificarlas, busca sólo un alivio temporal. Se había vendidos a sí mismo para obrar iniquidad, y se habla convertido en esclavo de una mujer que odiaba a Jehová.

 

jueves, 20 de octubre de 2022

¡QUIÉN ESTÁ EN CONTROL DE LO QUE PASA EN EL MUNDO?

Estimado lector, deseo hacerle una pregunta: ¿Quién está en control de todo lo que pasa en el mundo? ¿Dios o Satanás? Mucha gente piensa que Dios es solamente rey en el cielo, pero no piensa que Él es el creador del mundo y tampoco creen que El controle todas las cosas que ocurren en él. Algunas personas piensan que el mundo funciona como una máquina obedeciendo las leyes de la naturaleza. Otros consideran que el hombre puede controlar lo que le sucede usando su propio libre albedrío. Pero déjeme hacerle nuevamente la pregunta: ¿Quién tiene el control de lo que sucede en el mundo? ¿Es Dios o Satanás? Cuando nos fijamos en lo que pasa en el mundo, fácilmente podríamos concluir que Satanás está en control, esto debido a que existe tanta confusión y pecado. Vemos que las cosas van de mal en peor; continuamente oímos de guerras y revoluciones; sabemos que hay una gran inquietud y temor en el mundo. La mayoría de las personas permanecen en la ignorancia respecto a la verdad de Jesucristo, y muchos piensan que el cristianismo es un fracaso. Aún algunos que se identifican como creyentes, han sugerido que aunque Dios quiere salvar a las personas, no puede hacerlo, ¡porque estas mismas personas no se lo permiten! Todo pareciera indicar que Satanás tiene control de lo que ocurre que Dios tiene. Los creyentes, más que ningún otro, no deberíamos pensar de esta manera. Los creyentes no debemos interpretar lo que sucede sólo por lo que nuestros ojos ven, sino que debemos interpretar las cosas a través de la fe. (porque por fe andamos, no por vista); 2 Corintios 5:7) Los creyentes creemos lo que Dios ha dicho en la Biblia, y la Biblia siempre ha advertido que lo que está sucediendo en el mundo es lo que tenía que suceder (porque así lo había determinado Dios desde el principio). La Biblia dice que la gente inconfesa siempre estará en rebeldía contra la autoridad y la ley de Dios. Así que, no debería sorprendernos cuando la gente desprecia a Dios mismo, porque Él es la autoridad suprema y el dado de la ley. La Biblia anuncia que es Dios y no Satanás quien está controlando lo que acontece en el mundo. La Biblia nos enseña que Dios creo todas las cosas y que El ejerce un control completo y soberano sobre todo lo que hizo. La voluntad de Dios no puede ser cambiada. Él es Rey soberano sobre todas las cosas y nunca puede ser sorprendido por nada de lo que acontece. El reina sobre todo, haciendo que todas las cosas obren juntas para el bien de todos aquellos que le aman y que han sido llamados por El para ser su pueblo.

Aunque todas estas cosas son verdaderas, solamente podemos entenderlas y disfrutarlas si somos creyentes en Dios. Tenemos que llenar nuestras mentes con conceptos verdaderos acerca de Dios, su naturaleza y su carácter. Solo entonces, podernos aceptar con sumisión y confianza todo lo que nos acontezca, sean decepciones, dificultades o tristezas, porque sabemos que todas las cosas incluso estas, son controladas por un Dios tan sabio que no puede equivocarse, y demasiado amoroso para ser cruel. La gente necesita escuchar estas verdades acerca de Dios; la predicación superficial y vaga no basta. Así que, permítame hacer la observación de nuevo: Dios todavía vive; El ve todo lo que sucede y está en completo control. Cuando pensamos acerca de lo que está pasando en el mundo, no deberíamos comenzar a explicarlo desde una perspectiva meramente humana, porque si lo hacemos así, jamás entenderemos esta vida. Existen muchas cosas en la vida que encontramos extrañas y difíciles de entender, pero a través de la Biblia Dios nos da entendimiento. La Biblia es la Palabra de Dios, la revelación divina para nosotros. Así que, si queremos entender lo que pasa en el mundo, tenemos que comenzar aprendiendo lo que la Biblia dice acerca de Dios. Este es el lugar correcto para comenzar. Si tratamos de explicar las cosas partiendo del estado actual del mundo y luego intentamos conectarlo con Dios, concluiremos que Dios tiene muy poco que hacer con el mundo tal como nosotros lo conocemos ahora. Hay dos maneras para responder a mi pregunta acerca de quien está en control. La persona que no cree en Dios considera todo desde su propio punto de vista humano. Empieza con el hombre y es por eso que no puede entender el como Dios puede estar en control. Por otro lado, la Biblia nos dice que los pensamientos de Dios no son los nuestros, y que los caminos de Dios no son como los de nosotros. La persona que no cree en Dios siempre pensará que es tonto decir que Dios controla todo. Sin embargo, el creyente sabe que Dios está en control porque así lo ha dicho Dios en la Biblia. El cristiano comienza con Dios. Aunque hay mucho pecado y sufrimiento en el mundo, lo cual causa tristeza al creyente, sin embargo él no dice "Si yo fuera Dios no lo permitiría". El cristiano cree que los caminos de Dios son inescrutables e incomprensibles. Dios ha ocultado muchas cosas de nosotros con el propósito de probar nuestra fe, para fortalecer nuestra confianza en su sabiduría y para ayudamos a aceptar su voluntad. El cristiano confía en Dios y trata de interpretar todas las cosas desde el punto de vista de Dios. El creyente confía en Dios y acepta lo que ocurre, porque sabe que viene de Él. Puesto que confía en Dios, su corazón puede estar tranquilo en medio de la tormenta. Confiando en Dios, se regocija porque sabe que al fin de todo verá la gloria de Dios.


lunes, 17 de octubre de 2022

EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 11; 25-36

 

 

Romanos 11; 25-36

25  Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; 26  y luego todo Israel será salvo, como está escrito:  Vendrá de Sion el Libertador,  Que apartará de Jacob la impiedad.27  Y este será mi pacto con ellos,  Cuando yo quite sus pecados.28  Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. 29  Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. 30  Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, 31  así también éstos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia. 32  Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. 33  ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34  Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? 35  ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?36  Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.     

 

       Pablo está llegando al final de su argumento. Se ha enfrentado con una situación desconcertante y, para un judío, descorazonadora. Tenía que encontrar una explicación al hecho de que el pueblo escogido de Dios rechazara al Hijo de Dios cuando vino al mundo. Pablo no cerró los ojos al trágico suceso, sino encontró la forma en que toda la trágica situación podía encajar en el plan de Dios. Es verdad que los judíos rechazaron al Mesías; pero, como Pablo lo veía, ese rechazamiento sucedió para que Cristo pudiera ser ofrecido a los gentiles. Pablo insiste en la responsabilidad personal de los judíos por no haber aceptado el ofrecimiento de Dios. Mantiene al mismo tiempo la soberanía divina y la responsabilidad humana. Pero entonces suena una nota de esperanza. Su argumento es un tanto complicado, y resultará más fácil si tratamos de separar las diferentes partes.

(i) Pablo estaba seguro de que este endurecimiento de los corazones de los judíos no era total ni permanente. Había de cumplir un propósito, y una vez alcanzado, la situación cambiaría.

(ii) Pablo expone la paradoja del lugar de los judíos en el plan de Dios. A fin de que los gentiles pudieran entrar y de que se pudiera cumplir el propósito universal del Evangelio, los judíos habían llegado a una situación en la que quedaban como enemigos de Dios. La palabra que Pablo usa es efhroi. Es difícil de traducir porque tiene al mismo tiempo un sentido negativo y otro positivo. Puede querer decir tanto aborrecedor como aborrecido. Puede ser que en este pasaje tenga que entenderse en los dos sentidos a la vez. Los judíos eran hostiles a Dios y habían rechazado Su ofrecimiento, cayendo por ello en la desaprobación de Dios. Ese era el hecho presente; pero había otro hecho en relación con los judíos que nada podía alterar: eran el pueblo escogido de Dios y ocupaban un lugar especial en Su plan. Independientemente de lo que hicieran, Dios no podía faltar a Su Palabra. Le había hecho a los antepasados de aquel pueblo una promesa que tenía que cumplirse. Era seguro para Pablo por tanto, y cita Isaías 59:20  Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová.   como confirmación, que el que Dios rechazara a los judíos no podía tener carácter permanente; ellos también, por fin, entrarían.

(iii) Entonces Pablo tiene una idea que nos puede parecer extraña: " Dios ha confinado a todos los seres humanos en una situación de desobediencia, ¡para tener misericordia de todos!» La única cosa que Pablo no podía concebir era que nadie, de ninguna nación, pudiera merecer su propia Salvación. Ahora bien: si los judíos hubieran observado una completa obediencia a la voluntad de Dios, podrían haber considerado que se habían ganado la Salvación de Dios como un derecho; así es que Pablo dice que Dios involucró a los judíos en desobediencia para que, cuando viniera Su Salvación, pudiera ser inconfundiblemente un acto de Su misericordia y no el resultado del mérito humano. Ni los judíos ni los gentiles podían salvarse nada más que por la Gracia de Dios.

  Para Pablo, Dios está en control. Nada va a la deriva. Ni siquiera el acontecimiento más descorazonador puede estar fuera del propósito de Dios. Nada sucede a tontas y a locas. El propósito de Dios no se puede frustrar.

Se dice que una vez estaba un niño a la ventana en una noche terrible de tormenta. " A Dios -dijo- tienen que habérsele desbocado los vientos.» Para Pablo eso no podía suceder jamás. Nada estaba nunca fuera del control de Dios.

Pablo habría añadido a ésta otra tremenda convicción. Habría insistido en que en todo y por medio de todo el propósito de Dios es de Salvación y no de destrucción. Puede que Pablo hubiera llegado a decir que Dios ordenaba las cosas para salvar a los hombres aunque fuera contra voluntad de ellos. En última instancia no es la ira de Dios la que persigue a los hombres sino el amor de Dios.

Esa era exactamente la situación de los judíos. Se encontraron luchando contra Dios, resistiéndole; y aún lo siguen haciendo. Pero el amor de Dios los sigue persiguiendo. Aunque a veces Romanos 9-11 nos dé otra impresión, en el último análisis es la historia de una todavía inacabada persecución de amor. No es la única.

Este es el pasaje más característico del apóstol Pablo. Aquí la teología se hace poesía. Aquí se pasa de la investigación de la mente a la adoración del corazón. Como conclusión, todo debe quedar como un misterio que el hombre no puede comprender ahora, pero cuyo secreto es el amor. Si uno puede decir que todas las cosas proceden de Dios, que todas las cosas tienen su ser por Él y que todas las cosas conducen a Él, ¿para qué decir más? Hay una cierta paradoja en la situación humana. Dios le ha dado al hombre una mente, y el hombre está obligado a usarla para pensar las cosas hasta donde pueda alcanzar su pensamiento. Pero es igualmente cierto que a veces se llega al límite y a uno no le queda más que aceptar y adorar.

Pablo se había enfrentado con un problema descorazonador con todas las fuerzas de su extraordinaria inteligencia. No dice que lo ha resuelto como uno podría resolver un problema de matemáticas; pero dice que, después de intentarlo lo mejor posible, está contento con dejárselo todo al poder y al amor de Dios.

En un análisis final, todos dependemos absolutamente de Dios. El es la fuente de todo, incluyendo a nosotros mismos. Es el poder que sustenta las leyes del mundo en que vivimos. Y Dios lleva a cabo todas las cosas para la gloria de El mismo. El Dios todopoderoso merece nuestra alabanza.

miércoles, 12 de octubre de 2022

LA VIDA DE ELÍAS XIII


"Fue palabra de Jehová. a Elías en el tercer año, diciendo: Ve, muéstrate a Acab, y Yo daré lluvia sobre la haz de la tierra” (I Reyes 18:1).

              Para que podamos entender mejor la tremenda prueba del valor del profeta que se contenía en este mandato, tratemos de hacernos una idea del estado de ánimo en que debía encontrarse el rey impío. Comenzamos el estudio de la vida de Elías meditando en las palabras: "Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, delante del cual estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra" (17:1). Ahora hemos de considerar la secuela de estos hechos. Hemos visto cómo le fue a Elías durante este largo intervalo; ahora hemos de ver cómo estaban las cosas para Acab, su corte, y sus súbditos. El estado de cosas, cuando se cierran los cielos y no hay rocío durante tres años, ha de ser en verdad espantoso. "Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab. Y el hambre era grave en Samaria.” (1 Reyes 18:2). "1Reyes 18:5  Dijo, pues, Acab a Abdías: Vé por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos, a ver si acaso hallaremos hierba con que conservemos la vida a los caballos y a las mulas, para que no nos quedemos sin bestias.”. Se nos presenta aquí el perfil más simple, pero no es difícil imaginar los detalles. Israel habla pecado gravemente contra el Señor, y por ello se le hacía sentir el peso de la vara de su justa ira. Qué cuadro más humillante de  ¡pueblo favorecido de Dios; ver al rey buscando hierba, si quizá hallarla alguna para poder salvar la vida a las bestias que aún le quedaban. ¡Qué contraste con la abundancia y la gloria de los días de Salom6n! Pero, Jehová habla sido deshonrado groseramente, y su verdad rechazada. La vil Jezabel había contaminado la tierra con la influencia pestilente de sus ' falsos profetas y sacerdotes. Los altares de Baal hablan suplantado los del Señor, y, por consiguiente, como que Israel había sembrado vientos, tenía que segar tempestades. ¿Y qué efecto produjo en Acab y sus súbditos el severo juicio del cielo? "Y dijo Acab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos; que acaso hallaremos grama con que conservemos la vida a los caballos y a las acémilas, para que no nos quedemos sin bestias”. ¡No hay aquí ni una sola sílaba acerca de Dios, ni una palabra acerca de los terribles pecados que habían causado Su desagrado! Las fuentes, los arroyos y la hierba era todo lo que ocupaba los pensamientos de Acab; todo lo que le preocupaba era el alivio de la aflicción divinamente enviada. Siempre es éste el caso de los reprobados. Este fue el de Faraón: a cada plaga que descendía sobre Egipto, llamaba a Moisés y le pedía que rogase que cesara, y tan pronto como cesaba, endurecía su corazón y seguía desafiando al Altísimo. A menos que Dios tenga a bien santificar directamente sus castigos en nuestra alma, no nos aprovechan. No importa cuán severos sean sus juicios o por cuánto tiempo se prolonguen; el hombre nunca se ablanda a  menos que Dios lleve a cabo una obra de gracia en él. "Y se mordían sus lenguas de dolor; y blasfemaron del Dios del cielo por sus dolores, y por sus plagas, y no se arrepintieron de sus obras”, (Apocalipsis 16:10,11). En ninguna parte se pone de manifiesto la terrible depravaci6n de la naturaleza humana de modo más grave que en este punto. En primer lugar, los hombres consideran todo período prolongado de sequía como un fenómeno de la naturaleza que debe soportarse, negándose a ver en ello la mano de Dios. Más tarde, si se les hace ver que están bajo el juicio divino, adoptan un espíritu de desafío que sostienen descaradamente. Un profeta posterior de Israel se lamentaba de que el pueblo manifestaba su carácter vil: “Oh Jehová, ¿no miran tus ojos a la verdad? Azotástelos, y no les dolió; consumístelos, y no quisieron recibir corrección; endurecieron sus rostros más que la piedra” (Jeremías 5:3). Podemos ver en ello lo absolutamente absurdo y erróneo de la doctrina deL purgatorio de los romanistas, y del infierno de los universalistas. El fuego imaginario del purgatorio y los tormentos reales del infierno no poseen efecto purificador alguno, y el pecador, en la angustia de sus sufrimientos, aumentará continuamente su impiedad, y acumulará ira por toda la eternidad. “ Y dijo Acab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos; que acaso hallaremos grama con que conservemos la vida a los caballos y a las acémilas, para que no nos quedemos sin bestias. Y partieron entre sí el país para recorrerlo: Acab fue de por sí por un camino, y Abdías fue separadamente por otro”. ¡Qué cuadro presentan estas palabras! No sólo no había lugar en sus pensamientos para el Señor, sino que Acab no dijo nada acerca de su pueblo, quien, después de Dios, debla ser su principal interés. Su corazón malo parecía incapaz de elevarse más allá de los caballos y las acémilas: esto era lo que le importaba en el día del espantoso azote de Israel. Qué contraste entre el bajo y vil egoísmo de este miserable, y el noble espíritu del hombre según el corazón de Dios. "Y David dijo a Jehová cuando vio al ángel que hería al pueblo: Yo pequé, yo hice maldad; ¿qué hicieron estas ovejas? Ruégote que tu mano se torne contra mi, y contra la casa de mi padre” (II Samuel 24:17), éste era el lenguaje de un rey regenerado cuando su pueblo temblaba bajo la vara de Dios que castigaba su pecado. Es fácil imaginar cómo aumentaban, a medida que continuó la sequía, y sus efectos desoladores se hicieron más agudos, el resentimiento amargo y la furiosa indignación de Acab y su vil consorte contra el que habla pronunciado el terrible interdicto. Tan encolerizada, estaba Jezabel, que destruyó a los profetas de Jehová ( 1 Reyes 18; 4 Porque cuando Jezabel destruía a los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua.); y tan enfurecido estaba el rey, que buscó diligentemente a Elías por todas las naciones fronterizas, requiriendo un juramento de sus gobernantes de que no estaban prestando asilo al hombre que consideraba su peor enemigo y la causa de todos sus males. ¡Y ahora, la Palabra del Señor fue a Elías diciendo: "Ve, muéstrate a Acab"! Si se requería de él mucho valor cuando fue llamado a anunciar la terrible sequía, qué intrepidez necesitaba ahora para hacer frente al que le buscaba con rabia despiadada.  1 Reyes 18; 1 “Pasados muchos días, vino palabra de Jehová a Elías en el tercer año, diciendo: Vé, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra.”. Los movimientos de Elías estaban todos ordenados por Dios: no era "suyo”, sino siervo de otro. Cuando el Señor le dijo: "escóndete” ( 1Reyes 17:3), hubo de retirarse, y cuando le dijo: “ve, muéstrate”, había de cumplir la voluntad divina. A Elías no le faltó coraje, porque "el justo está confiado como un leoncillo” (Proverbios 28:1). No declinó la presente comisión, sino que fue sin murmurar y sin dilación. Hablando humanamente, era en extremo peligroso para el profeta regresar a Samaria, por cuanto no podía esperar ser bien recibido por aquellos que se encontraban en semejante apuro, ni misericordia alguna del rey. Pero cumplió las órdenes de su Señor con la misma resuelta obediencia que le había caracterizado previamente. Como el apóstol Pablo, no estimaba su vida preciosa para sí mismo, sino que estaba preparado para ser torturado y muerto, si ésta era la voluntad de Dios para él.

"Y yendo Abdías por el camino, se encontró con Elías; y cuando lo reconoció, se postró sobre su rostro y dijo: ¿No eres tú mi señor Elías?” (1 Reyes18; 7). Algunos extremistas (“separatistas “) han interpretado el carácter de Abdías de modo desconsiderado, acusándole de transigir deslealmente y de procurar servir a dos señores. Pero el Espíritu Santo no ha dicho que hiciera mal en permanecer al servicio de Acab, ni ha sugerido que su vida espiritual sufriera en consecuencia; más bien nos ha dicho claramente que “Abdías era en grande manera temeroso de Jehová (1 Reyes 18; 3), lo cual constituye el más alto encomio que podía tributársele. A menudo, Dios ha dado a los suyos favor a los ojos de amos idólatras (como a José y Daniel), y ha magnificado la suficiencia de su gracia preservando sus almas en los ambientes menos propicios. Sus santos se hallan en los lugares más inesperados, como en casa de César (Filipenses 4:22 Todos los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César.). No hay nada malo en que un hijo de Dios ocupe una posíción influyente, si puede hacerlo sin sacrificar sus principios. Y, ciertamente, ello puede permitirle rendir un servicio valioso a la causa de Dios. ¿Qué hubiese sido de Lutero y la Reforma, hablando humanamente, si no hubiera sido por el Elector de Sajonia? ¿Y cuál hubiera sido la suerte de Wycliffe sí John of Gaunt no lo hubiese puesto bajo su tutela? Como mayordomo del palacio de Acab, Abdías estaba sin duda en la más difícil y peligrosa de las situaciones; empero, lejos de doblar su rodilla a Baal, fue el instrumento que valió la vida a muchos de los siervos de Dios. Se mantuvo integro a pesar de estar rodeado de tantas tentaciones. Debe observarse con atención que, cuando Elías lo encontró, no pronunci6 palabra alguna de reproche contra Abdías. No nos precipitemos a cambiar de ocupación, por cuanto el diablo puede asaltarnos tan fácilmente en un lugar como en otro. Cuando Elías se dirigía a confrontarse con Acab, se encontró con el piadoso mayordomo del palacio del rey. “Y yendo Abdías por el camino, topóse con Elías; y como le conoció, postróse sobre su rostro, y dijo: ¿No eres tú mi señor Elías?” (V1 Reyes 18;7). Abdías reconoció a Elías, mas, con todo, no podía creer lo que veía. Era sorprendente que el profeta hubiera sobrevivido el ataque despiadado de Jezabel contra los siervos de Jehová; y más increíble todavía era verle ahí, solo, encaminándose a Samaria. La búsqueda tan diligente que habla tenido lugar tiempo antes habla sido en vano, y ahora aparece inesperadamente. ¿Quién puede concebir los sentimientos opuestos de temor y deleite de Abdías al ver al varón de Dios, por cuya palabra la terrible sequía y la penosa hambre hablan desolado el país casi por completo? Abdías le mostró enseguida el mayor respeto y reverencia.  Como habla mostrado la ternura de un padre para los hijos de los profetas, así también mostró la reverencia de un hijo para el padre de los profetas, y por ello puso de manifiesto que era, en verdad, temeroso en gran manera del Señor. “Y él respondió: Yo soy; vé, dí a tu amo: Aquí está Elías.” (1 Reyes 18; 8). Al profeta no le faltó el valor. Había recibido de Dios la orden de mostrarse a Acab, y, por consiguiente, no trató de ocultar su identidad al ser interrogado por el mayordomo. No temamos declarar valientemente que somos discípulos de Cristo cada vez que se nos requiere.   Pero Abdías dijo: ¿En qué he pecado, para que tú entregues a tu siervo en mano de Acab para que me mate?” (1 Reyes 18; 9). Era natural que Abdías quisiera ser relevado de misión tan peligrosa. Primero, pregunta en qué había ofendido al Señor o a su profeta para que se pida de él que sea mensajero de nuevas tan desagradables al rey, ¡lo cual es una prueba cierta de que su conciencia estaba limpia! Segundo, hace saber a Elías con qué afán su soberano habla tratado de seguir sus pasos y descubrir su escondite: “Vive Jehová tu Dios, que no ha habido nación ni reino adonde mi señor no haya enviado a buscarte, y todos han respondido: No está aquí; y a reinos y a naciones él ha hecho jurar que no te han hallado. " (1 Reyes18; 10). Empero, a pesar de todo su empeño, no pudieron encontrarle: tal era la eficacia con que Dios le habla puesto a salvo de su maldad. Es totalmente inútil que el hombre trate de esconderse cuando el Señor le busca; y es igualmente inútil que el hombre busque lo que Dios quiere esconder de él. ¿Y ahora tú dices: Vé, dí a tu amo: Aquí está Elías? (1 Reyes 18; 11). No hablas en serio al pedirme semejante cosa. ¡No sabes que las consecuencias serán fatales para mi si no puedo probar mi afirmación? "Acontecerá que luego que yo me haya ido, el Espíritu de Jehová te llevará adonde yo no sepa, y al venir yo y dar las nuevas a Acab, al no hallarte él, me matará; y tu siervo teme a Jehová desde su juventud. (1 Reyes 18; 12). Temía que Elías desapareciese otra vez de modo misterioso, y que su amo se airara por no haber arrestado al profeta; se pondría verdaderamente furioso si, al llegar a aquel lugar, se vela engañado no pudiendo hallar ni rastro de Elías. Finalmente, pregunta: ¿No ha sido dicho a mi señor lo que hice, cuando Jezabel mataba a los profetas de Jehová; que escondí a cien varones de los profetas de Jehová de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los mantuve con pan y agua? (1 Reyes 18; 13). Abdías no se refirió a estos hechos nobles y atrevidos suyos con espíritu jactancioso, sino con el propósito de atestiguar su sinceridad. Elías le tranquilizó en el nombre de Dios, y Abdías cumplió con obediencia el requerimiento: “Y le dijo Elías: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que hoy me mostraré a él. 16  Entonces Abdías fue a encontrarse con Acab, y le dio el aviso; y Acab vino a encontrarse con Elías. (1 Reyes 18; 15,16).

 

 

lunes, 10 de octubre de 2022

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS ROMANOS 11; 11-21

 

 

Romanos 11; 11-21

11  Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. 12  Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración? 13  Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, 14  por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos. 15  Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿Qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? 16  Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. 17  Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, 18  no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. 19  Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. 20  Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. 21  Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. 22  Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. 23  Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. 24  Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?

 

     Hasta ahora Pablo ha estado hablando a los judíos; pero aquí se dirige a los gentiles. Es el apóstol de los gentiles, pero no se puede olvidar de su propio pueblo. De hecho, llega a decir que una de sus metas principales es hacer que los judíos tengan envidia cuando vean lo que el Evangelio ha hecho por los gentiles. Una de las maneras más seguras de hacer que la gente desee el Evangelio es hacerle ver en la vida real lo que puede hacer por una persona.

Una vez había un soldado que había sido herido en una batalla. El capellán se arrastró hasta el lugar e hizo todo lo que pudo por él. Se quedó haciéndole compañía cuando se retiró el resto de la tropa. En el ardor del día le dio agua de su cantimplora, mientras él mismo se abrasaba de sed. Por la noche, cuando descendía el relente frío, le cubría con su propia ropa. Al final, el herido miró al capellán y le dijo: «Padre, ¿es usted cristiano?» «Lo procuro» -le contestó el capellán. "Entonces -siguió diciendo el herido-, si el Cristianismo le hace hacer a uno por los demás lo que usted está haciendo por mí, dígame lo que es eso, porque yo lo quiero.» El Cristianismo en acción le hizo sentir envidia de una fe que podía producir una vida así.

Pablo esperaba, pedía y anhelaba que algún día los judíos vieran lo que el Evangelio había hecho por los gentiles y llegaran a desearlo.

Para Pablo el mundo sería un paraíso si los judíos entraran en la Salvación. Si el rechazamiento de los judíos había logrado tanto; si, por medio de él, el mundo gentil se había reconciliado con Dios, ¡qué gloria superlativa sería cuando los judíos entraran otra vez! Si la tragedia del rechazamiento había tenido unos resultados tan maravillosos, ¿Cómo sería el final feliz cuando la tragedia del rechazamiento se cambiara en la gloria de la aceptación? Pablo dice simplemente que sería como una resurrección.

Seguidamente Pablo usa dos alegorías para mostrar que los judíos no pueden ser rechazados definitivamente. Todos los alimentos, antes de comerse, tenían que ofrecerse a Dios. Así la Ley establecía (Números 15:19-21cuando comencéis a comer del pan de la tierra, ofreceréis ofrenda a Jehová. 20  De lo primero que amaséis, ofreceréis una torta en ofrenda; como la ofrenda de la era, así la ofreceréis. 21  De las primicias de vuestra masa daréis a Jehová ofrenda por vuestras generaciones.  ) que, si se preparaba la masa para hacer pan, la primera torta se tenía que ofrecer a Dios; una vez hecho eso, toda la masa quedaba consagrada. No hacía falta, digamos, ofrecerle a Dios todo el amasijo; el ofrecimiento de la primera porción santificaba el todo. Era costumbre plantar árboles sagrados en lugares consagrados a Dios. Entonces, cuando se plantaba el pimpollo, se consagraba a Dios, y todas las ramas que diera después estaban consagradas.

Lo que Pablo deduce de este principio es que se da por sentado que los patriarcas fueron consagrados a Dios; tenían costumbre de oír la voz de Dios y de obedecer a Su palabra; habían sido elegidos y consagrados a Dios de una manera especial. De ellos procedió toda la nación de Israel; y lo mismo que sucedía con la primera torta de la masa, que se consagraba para que toda aquella hornada quedara consagrada, y con los pimpollos, para que todo el árbol fuera consagrado, la consagración especial de los fundadores hacía a la nación de Israel consagrada a Dios de una manera especial. La verdad que se nos quiere hacer comprender es que el remanente de Israel derivaba su fidelidad de los antepasados. Cada uno de nosotros vive de alguna manera del capital del pasado. No somos los primeros, ni el producto de nuestro propio esfuerzo. Somos lo que nos han hecho nuestros padres y antepasados piadosos; y, aunque nos apartemos y seamos infieles a nuestra herencia, no podemos desligarnos del todo de la bondad y fidelidad que nos hizo lo que somos.

Pablo pasa a hacer otra larga analogía. Más de una vez los profetas habían comparado la nación de Israel con el olivo de Dios. Eso era natural, porque el olivo era el árbol más corriente y útil en los países del Mediterráneo. «Olivo verde, hermoso en su fruto y en su parecer, llamó Jehová tu nombre. A la voz de recio estrépito hizo encender fuego sobre él, y quebraron sus ramas. » (Jeremías 11:16 ). "Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y perfumará como el Líbano. » (Oseas 14:6 ). Ahora Pablo compara a los gentiles con las ramas de un acebuche que han sido injertadas en el olivo cultivado que era Israel. Desde el punto de vista de la horticultura eso no se haría nunca. Por eso Pablo dice «contra lo que se hace naturalmente» (versículo 24). Lo natural sería injertar una rama de olivo cultivado en el silvestre para que diera buen fruto. Pero lo que Pablo nos quiere decir está muy claro: los gentiles habían estado en los montes entre otros árboles silvestres, y ahora, por obra de la Gracia de Dios, estaban injertados en el buen olivo del huerto de Dios, participando de su riqueza y fertilidad.

De esta alegoría Pablo saca dos lecciones:

(i) La primera es una palabra de advertencia. Habría sido posible que los gentiles adoptaran una actitud de desprecio. ¿No era verdad que los judíos habían sido rechazados para que ellos entraran? En un tiempo en el que los judíos eran despreciados por todo el mundo, tal actitud habría sido de esperar. La advertencia de Pablo nos sigue siendo necesaria a nosotros. En efecto, dice que no habría habido tal cosa como el Cristianismo si no hubiera existido primero el pueblo de Israel. Sería una desgracia que la Iglesia Cristiana olvidara su deuda para con la raíz de la que brotó. Tiene una deuda que no podrá pagar nunca más que llevando el Evangelio a los judíos. Así que Pablo advierte a los gentiles contra el peligro del desprecio. Severamente, dice que si las ramas naturales fueron desgajadas por su infidelidad, más fácilmente les puede pasar lo mismo a las ramas injertadas.

(ii) La segunda parte es una palabra de esperanza. Los gentiles han experimentado la bondad de Dios; y los judíos, Su severidad. Si los gentiles permanecen fieles, seguirán disfrutando de la bondad de Dios; pero, si los judíos abandonan su incredulidad y entran en la fe, serán injertados; porque, dice Pablo, si fue posible que el acebuche fuera injertado en el olivo cultivado, mucho más será posible que las propias ramas del olivo cultivado sean injertadas de nuevo en su árbol original. De nuevo vemos que Pablo sigue esperando el final feliz, cuando los judíos se conviertan a Cristo.

Mucho de este pasaje es difícil de entender, aunque las analogías mediterráneas no podemos decir que nos suenen remotas; pero una cosa queda más clara que el agua: la relación que existe entre el judaísmo y el Cristianismo, entre lo antiguo y lo nuevo, el Antiguo Testamento y el Nuevo. Aquí está la respuesta a los que quieren prescindir del Antiguo Testamento como si fuera un libro exclusivamente judío y sin nada que ver con el Cristianismo. Eso es tan estúpido como desembarazarnos de una patada de la escalera por la que hemos subido adonde nos encontramos. Sería estúpido de la rama el desgajarse del tronco que la sostiene. Israel es la raíz de la que crece la Iglesia Cristiana. La consumación vendrá solamente cuando el olivo silvestre y el cultivado sean uno solo y el mismo, y cuando no queden ramas sin injertar en el árbol padre.

 

sábado, 8 de octubre de 2022

LIBRO DEL ÉXODO 12; 21-28

 

  ÉXODO  12; 21-28                  

 

  21  Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. 22  Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. 23  Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir.24  Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre. 25  Y cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este rito. 26  Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, 27  vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se inclinó y adoró. 28  Y los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente así, como Jehová había mandado a Moisés y a Aarón.

 

Sacrificar la pascua - Es decir, el cordero, que se llamaba cordero pascual o pascual. El animal que iba a ser sacrificado en esta ocasión recibió el nombre de la institución misma: así, la palabra pacto se usa a menudo para el sacrificio ofrecido al hacer el pacto; entonces la roca era Cristo, 1Corintios 10:4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo.; pan y vino el cuerpo y la sangre de Cristo, Macos 14:22 Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Marcos 14:24 Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. San Pablo copia la expresión, 1Corintios 5:7  Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.: Cristo, nuestra pascua (es decir, nuestro cordero pascual) es sacrificado por nosotros.

Un manojo de hisopo: la palabra original אזוב ezob se ha traducido de diversas formas como almizcle, romero, polipodio de la pared, menta, orégano, mejorana e hisopo: este último parece ser el más apropiado. Parkhurst dice que recibe su nombre por sus cualidades detergentes y limpiadoras, por lo que se usaba para rociar la sangre del cordero pascual, para limpiar la lepra, Levítico 14:4-6  el sacerdote mandará luego que se tomen para el que se purifica dos avecillas vivas, limpias, y madera de cedro, grana e hisopo. 5  Y mandará el sacerdote matar una avecilla en un vaso de barro sobre aguas corrientes. 6  Después tomará la avecilla viva, el cedro, la grana y el hisopo, y los mojará con la avecilla viva en la sangre de la avecilla muerta sobre las aguas corrientes; Levítico 14:51- 52 Y tomará el cedro, el hisopo, la grana y la avecilla viva, y los mojará en la sangre de la avecilla muerta y en las aguas corrientes, y rociará la casa siete veces. 52  Y purificará la casa con la sangre de la avecilla, con las aguas corrientes, con la avecilla viva, la madera de cedro, el hisopo y la grana.; en componer el agua de purificación, Números 19:6 Luego tomará el sacerdote madera de cedro, e hisopo, y escarlata, y lo echará en medio del fuego en que arde la vaca., y rociarla, Números 19:18 y un hombre limpio tomará hisopo, y lo mojará en el agua, y rociará sobre la tienda, sobre todos los muebles, sobre las personas que allí estuvieren, y sobre aquel que hubiere tocado el hueso, o el asesinado, o el muerto, o el sepulcro.. Era un tipo de la virtud purificadora de los amargos sufrimientos de Cristo. Y es claro, de Salmo 51:7 Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve., que el salmista entendió su significado.

Entre los botánicos, el hisopo se describe como “un género del orden de las gimnospermia (semillas desnudas), perteneciente a la clase de plantas didynamia. Tiene tallos tupidos, bajos y bajo arbustos, que crecen 80cm de alto, hojas pequeñas, en forma de lanza, juntas, opuestas, con varias más pequeñas saliendo de la misma articulación; y todos los tallos y ramas terminados en espigas erectas verticiladas de flores de diferentes colores, en las variedades de la planta. Las hojas tienen un olor aromático y un sabor cálido y picante. Las hojas de esta planta se recomiendan especialmente en las asmas humorales y otros trastornos de la mama y los pulmones, y favorecen mucho la expectoración. Sus cualidades medicinales fueron probablemente la razón por la cual esta planta fue especialmente recomendada en las Escrituras.

“Él no permitirá (יִתֵּן) que el destructor entre en vuestras casas:” Jehová efectuó la destrucción del primogénito a través de הַמַּשְׁחִית, el destructor, o ángel destructor, ὁ ὁλοθρεύων (Hebreos 11:28 Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.), es decir, no un ángel caído, sino el ángel de Jehová, en quien Jehová se reveló a los patriarcas y a Moisés. Esto no está en desacuerdo con Salmo 78:49  Envió sobre ellos el ardor de su ira; Enojo, indignación y angustia,  Un ejército de ángeles destructores.; porque el autor de este salmo se refiere no sólo a la matanza de los primogénitos, sino también a la pestilencia (Éxodo 9:1-7), como efectuada por medio de ángeles del mal: aunque, según la analogía de 1Samuel 13:17 Y salieron merodeadores del campamento de los filisteos en tres escuadrones; un escuadrón marchaba por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual,, הַמַּשְׁחִית ciertamente podría entenderse colectivamente como aplicable a una compañía de ángeles.

Éxodo 12:24. “Esta palabra”, es decir, las instrucciones con respecto a la Pascua, debían considerarla como una institución para ellos y sus hijos para siempre (עַד־עֹולָם; y al habitar en la tierra prometida, debían explicar el significado de este servicio a sus hijos. La ceremonia se llama עֲבֹדָה, “servicio”, en tanto era el cumplimiento de un mandato divino, una ejecución exigida por Dios, aunque promovía el bien de Israel.

Esa noche, cuando los primogénitos iban a ser destruidos, ningún israelita debía salir por las puertas hasta que fueran llamados a marcharse de Egipto. Su seguridad se debía a la sangre rociada. Si dejaban esa protección, lo hacían a su propio riesgo. Ellos debían permanecer adentro esperando la salvación de Jehová; es bueno hacerlo. En el tiempo venidero tenían que enseñar cuidadosamente a sus hijos el significado de este servicio. Es bueno que los niños pregunten acerca de las cosas de Dios; los que buscan el camino lo hallarán. Observar anualmente esta solemnidad era: -1. Mirar atrás para recordar cuántas cosas grandes Dios había hecho por ellos y por sus padres. Las misericordias antiguas para con nosotros o para con nuestros padres no se deben olvidar para que Dios sea alabado y nuestra fe en Él sea fortalecida.

2. Tenía el propósito de mirar adelante como prenda del gran sacrificio del Cordero de Dios en el cumplimiento del tiempo. Cristo, nuestra Pascua, fue sacrificado por nosotros; su muerte fue nuestra vida.