} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: 06/01/2017 - 07/01/2017

viernes, 30 de junio de 2017

30 Junio. LA BUENA SEMILLA


Isaías 51; 3

Ciertamente consolará el SEÑOR a Sion, consolará todas sus soledades, y tornará su desierto como paraíso, y su soledad como huerto del SEÑOR; se hallará en ella alegría y gozo, confesión y voz de cantar”

Para los privilegiados por el nuevo nacimiento, es bueno que consideren que fueron formados en pecado. Esto debiera hacernos pensar de nosotros en forma humilde, provocar los pensamientos más elevados sobre la gracia divina.
El consuelo más grande es haber sido hecho útil para la gloria de Dios. Mientras más santidad tengan los hombres, y más bien hagan, más alegría tienen. Reflexionemos seriamente en nuestra culpa. Hacerlo así tiende a mantener humilde el corazón, y despierta y sensible la conciencia. Hacen a Cristo más precioso para el alma y da fuerzas a nuestros intentos y oraciones por los demás.


Isaías 35; 1

“Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará, y florecerá como lirio.”

 Judea era próspera en la época de Ezequías, pero el reino de Cristo es el propósito del gran tema. La gracia que convierte hace que el alma, que era un desierto, se regocije con gozo y canto, y florezca abundantemente.
El débil y pusilánime es animado. Este es el designio del evangelio. El miedo debilita; mientras más luchamos en su contra, más fuertes somos, para hacer y sufrir; y él que nos diga: Sé fuerte, es darnos la ayuda de Uno que es poderoso. Se da la seguridad del acercamiento del Mesías para vengarse de las potestades de las tinieblas, para recompensar con abundante consuelo a los que se lamentan en Sion; Él vendrá y salvará. Vendrá de nuevo al final del tiempo para castigar a los que han trastornado a su pueblo; y para dar descanso a quienes fueron perturbados, lo que será una recompensa plena por todos sus problemas.

 ¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!


jueves, 29 de junio de 2017

¿QÚE DICE LA PALABRA DE DIOS EN LA BIBLIA SOBRE LA HOMOSEXUALIDAD?


Levítico 18:22

 (NVI 1999)  »No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación.

 Levítico 20:13

(NVI 1999)  »Si alguien se acuesta con otro hombre como quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable y los dos serán condenados a muerte, de la cual ellos mismos serán responsables.

Romanos 1; 26-27

(LBLA)  Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza;
   y de la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío.

1 Corintios 6; 9-10
(LBLA) ¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales,
   ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios.

La Palabra de Dios en la Biblia es rotunda y no deja lugar a las ideas del hombre. Lo que Dios dice se obedece y punto.
 La obra creativa de Dios no estuvo completa hasta que creó a la mujer. Pudo haberla hecho del polvo de la tierra, como hizo al hombre. Sin embargo, decidió hacerla del hueso y de la carne del hombre. Al hacer esto nos ilustró que en el matrimonio el hombre y la mujer llegan a ser simbólicamente una sola carne. Esta es una unión mística de los corazones y las vidas de la pareja. A lo largo de la Biblia, Dios trata seriamente esta unión especial. Si usted, que lee esto, está casado o planea casarse ¿está usted dispuesto a guardar su compromiso que hace que los dos sean uno? La meta del matrimonio debiera ser más que una amistad; debiera ser una unidad.

Génesis 2:21-25  Entonces el SEÑOR Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre, y éste se durmió; y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la carne en ese lugar.
   Y de la costilla que el SEÑOR Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre.
   Y el hombre dijo: Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada.
   Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban.

Dios diseñó y equipó al hombre y a la mujer para realizar diferentes tareas, pero todas estas tareas apuntan a la misma meta: honrar a Dios. El hombre da vida a la mujer; la mujer da vida al mundo. A cada rol le corresponden privilegios exclusivos; no se admite el pensamiento de que un sexo sea superior al otro. “Ella no fue de una parte de su cabeza para sobresalir a él, ni de sus pies para ser pisoteada, sino de su costado para ser igual a él, y de cerca de su corazón para serle querida.”
Dios dio el matrimonio como un regalo para Adán y Eva. Fueron creados perfectamente para complementarse entre sí. El matrimonio no fue sólo por conveniencia, tampoco lo originó ninguna cultura. el hombre debe dar prioridad a su esposa por sobre todas las cosas, aun de sus padres. El dejará a su padre y a su madre, no por ir a vivir a otro lugar sino poniendo este importante deber de cuidar por ellos (Éxodo 20:12) en segundo lugar en relación con su deber con su cónyuge  Fue instituido por Dios y cuenta con tres aspectos básicos: (1) El hombre "deja" a su padre y a su madre y, en un acto público, se promete a su esposa. (2) El hombre y la mujer se unen al tomar la responsabilidad del bienestar de cada uno y al amar a su pareja sobre todos los demás; (3) ambos llegan a ser "una carne" en la intimidad y en el compromiso de la unión sexual que está reservada sólo para el matrimonio. Los matrimonios sólidos de hoy incluyen estos tres aspectos por completo.
¿Ha notado cómo un niño pequeño puede correr desnudo en un cuarto lleno de extraños sin avergonzarse? No está consciente de su desnudez, así como Adán y Eva no se avergonzaban en su inocencia. Pero después de que Adán y Eva pecaron, le siguieron la vergüenza, la pena y la incomodidad; creando barreras entre ellos mismos y Dios. A menudo experimentamos estas mismas barreras en el matrimonio. Sería ideal que los esposos no tuvieran barreras, y no sintieran vergüenza de exponerse el uno al otro o a Dios. Como Adán y Eva, nos ponemos hojas de higuera (barreras) debido a que hay aspectos nuestros que no queremos que nuestra esposa, o Dios, conozca. Luego nos escondemos, de la misma manera que Adán y Eva se escondieron de Dios. En el matrimonio la falta de intimidad espiritual, emocional e intelectual por lo general precede a una desintegración de la intimidad física. Del mismo modo, cuando no podemos exponer nuestros pecados y pensamientos secretos a Dios, cerramos las líneas de comunicación que tenemos con Él.


Cuando adoramos a la criatura en lugar del Creador, perdemos de vista nuestra identidad como seres superiores a los animales, hechos a la imagen de Dios.
Estas personas decidieron rechazar a Dios y Él se lo permitió. Por lo general, Dios no interfiere en nuestras decisiones que van en contra de su voluntad. Nos permite declarar nuestra aparente independencia de Él, a pesar de que sabe que en poco tiempo seremos esclavos de nuestra rebeldía, y perderemos la libertad de no pecar. ¿Tiene la vida sin Dios la apariencia de libertad para usted? Estúdielo bien. No hay peor esclavitud que la del pecado.
La gente tiende a creer en mentiras que respaldan sus propias creencias egocéntricas. Hoy más que nunca debemos tener cuidado con los datos a los que permitimos moldear nuestras convicciones. A través de la televisión, la música, las películas y el resto de los medios masivos de comunicación que nos presentan estilos de vida pecaminosos y valores malsanos, constantemente nos bombardean con actitudes y creencias opuestas por completo a la Biblia. Tengamos  cuidado con lo que permitimos llegue a formar parte de nuestras opiniones. La Biblia es la única norma de verdad. Examinemos las demás opiniones, ideas o teorías de los hombres a la luz de las enseñanzas de la Palabra de Dios en la Biblia

  El plan divino en cuanto a las relaciones sexuales normales es el ideal de Dios para su creación. Es lamentable, pero el pecado distorsiona el uso natural de los dones de Dios. A menudo, el pecado no solo implica negar a Dios, sino también negar la forma en que nos hizo. Cuando una persona dice que cualquier acto sexual es aceptable siempre que no hiera a nadie, se está engañando. A la larga (y por lo general en breve) el pecado hiere a la gente: individuos, familias, sociedad. ¡Qué lamentable que la gente adore las cosas que Dios ha hecho en lugar de rendir culto al Creador, al grado que muchas veces distorsione y destruya las cosas que realmente valen! Sin embargo, es imposible comprender el plan natural de Dios sin llegar a conocer al Creador mismo.

La homosexualidad (cambio o abandono de las relaciones sexuales naturales) se había propagado en los días de Pablo como en los nuestros. Muchas prácticas paganas lo alentaban. La voluntad de Dios es recibir a todo el que acuda a Él en fe y los cristianos deben amar a los demás sin importar su procedencia. Sin embargo, la homosexualidad está estrictamente prohibida en las Escrituras. En el mundo de hoy, muchos consideran aceptable esta práctica, incluso algunas iglesias. Pero la sociedad no es la que establece el patrón para las leyes de Dios. Muchos homosexuales creen que sus deseos son normales y que tienen el derecho de expresarlos. Pero Dios no nos obliga ni anima a satisfacer todos nuestros deseos (aun los que son normales). Los deseos que violan sus leyes son indebidos y deben controlarse. Si usted tiene estos deseos, puede y debe resistirlos. Conscientemente evite lugares o actividades que sabe inflamará tentaciones de esta naturaleza. No menosprecie el poder de Satanás para tentarlo ni el potencial para causarle un daño serio si cede a esas tentaciones. Recuerde, Dios puede y perdonará pecados sexuales así como perdona otros pecados. Ríndase a la gracia y a la misericordia de Dios pidiéndole que le muestre el camino para salir del pecado e ir a la luz de su libertad y amor. La oración, el estudio de la Biblia y el firme compañerismo de los cristianos en una iglesia centrada en la Biblia pueden ayudarle a cobrar energías para resistir estas tentaciones poderosas. Si usted es una persona que anda en este pecado, tendrá que buscar la ayuda de un pastor que sea confiable, profesional y buen consejero.

¿Cómo sabía esta gente que el castigo que Dios impone a estos delitos es la muerte? Los seres humanos, creados a la imagen de Dios, tienen conciencia y naturaleza moral básica. Esta verdad se acepta más allá de los círculos religiosos. Los psicólogos, por ejemplo, dicen que la persona sin conciencia sufre un serio desorden de la personalidad que es muy difícil de tratar. Por instinto, muchas personas se dan cuenta cuando hacen algo incorrecto, pero pudiera no importarles. Algunas personas, incluso, se arriesgan a una muerte temprana por saciar sus deseos ahora. "Sé que es malo, pero lo quiero", dicen; o "Sé que es peligroso, pero correré el riesgo". Para este tipo de personas, parte de su distracción es ir contra la voluntad de Dios, las normas morales de la comunidad, el sentido común y su concepto de lo que es bueno o malo. Pero en lo profundo de su ser saben que la paga del pecado es la muerte.


¡Maranatha!

LA CONDUCTA DE LOS CREYENTES PARA CON EL MUNDO


Tito 3:1-15

 Amonéstales que se sujeten a los príncipes y potestades, que obedezcan, que estén prontos a toda buena obra.
   Que a nadie infamen, que no sean pendencieros, sino modestos, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.
   Porque también éramos nosotros locos en otro tiempo, rebeldes, errados, sirviendo a las concupiscencias y los deleites diversos, viviendo en malicia y en envidia, aborrecibles, aborreciéndonos los unos a los otros.
   Pero cuando se manifestó la bondad del Salvador nuestro Dios, y su amor para con los hombres,
   no por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia, nos salvó por el lavamiento de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo;
   el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesús, el Cristo, nuestro Salvador,
   para que, justificados por su gracia, seamos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna.
   La palabra es fiel, y esto quiero que afirmes que los que creen a Dios procuren conducirse en buenas obras. Esto es lo bueno y útil a los hombres.
   Mas las cuestiones locas, y las genealogías, y contenciones, y debates acerca de la ley, evita; porque son sin provecho y vanas.
   El hombre hereje, después de una y otra corrección, deséchalo;
   estando cierto que el tal es trastornado, y peca, siendo condenado de su propio juicio.
   Cuando enviare a ti a Artemas, o a Tíquico, procura venir a mí, a Nicópolis, porque allí he determinado invernar.
   A Zenas doctor de la ley, y a Apolos, envía delante, procurando que nada les falte.
   Y aprendan asimismo los nuestros a conducirse en buenas obras para los usos necesarios, para que no sean inútiles.
   Todos los que están conmigo te saludan. Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros. Amén.
(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)


Como cristianos, nuestra primera fidelidad es a Jesús como Señor, pero también debemos obedecer a nuestros gobernantes y líderes. Los cristianos no estamos sobre la ley, obedecer la ley civil es sólo el comienzo de nuestra responsabilidad cristiana; debemos hacer lo que podamos para ser buenos ciudadanos. En una democracia esto significa participación y voluntad de servicio. Seguir una vida de placer y ceder ante cada deseo sensual nos lleva a la esclavitud.
Muchos piensan que la libertad consiste en hacer todo lo que deseen. Pero este camino lleva a la adicción servil de gratificación sensual. La persona deja de ser libre si se deja dominar de lo que su cuerpo le pide (2Pedro_2:19). Cristo nos libera de los deseos y del control del pecado.  
Pablo resume lo que Cristo hace cuando nos salva. Nos trasladamos de una vida llena de pecado a una que es guiada por el Espíritu Santo. Fuimos lavados de todos nuestros pecados, no sólo de algunos. Al hacerse cristiano, el creyente reconoce a Cristo como el Señor y su obra de salvación. Ganamos la vida eterna con todos sus tesoros. Tenemos la renovación del Espíritu Santo y El continuamente renueva nuestros corazones. Nada de esto tiene lugar por haberlo ganado o merecido, todo es un regalo de Dios.
Aquí se establecen los deberes cívicos del cristiano; una enseñanza que era especialmente relevante para los cretenses, que eran agresivos y peleones y resentidos de toda autoridad que se les impusiera. El historiador griego Polibio dijo de ellos que siempre se estaban involucrando en «insurrecciones, asesinatos y guerras intestinas.»

 Este pasaje establece seis cualificaciones del buen ciudadano cristiano.

     El buen cristiano vive de acuerdo con la ley.

Reconoce que a menos que se cumplan las leyes la vida es un caos. Presta el debido respeto a los que están en autoridad, y cumple las disposiciones que le conciernen. El Cristianismo no enseña que uno tiene que dejar de ser un individuo, pero sí insiste en que tenga presente que es también un miembro de la sociedad. «El hombre -decía Aristóteles- es un animal político,» con lo que quería decir que como mejor expresa el hombre su personalidad no es en un individualismo aislado, sino en el marco de la sociedad.

El buen cristiano está dispuesto a prestar servicios.

Está dispuesto a aceptar cualquier trabajo con tal que sea bueno. La enfermedad característica de nuestro tiempo es el aburrimiento, que es el resultado directo del egoísmo. Mientras uno viva de acuerdo con el principio de " ¿Por qué lo tengo que hacer yo? ¡Que lo haga otro!,» está abocado a estar aburrido. Es el servicio lo que hace la vida interesante.

El buen cristiano pone cuidado en lo que dice.

No tiene por qué difamar a nadie. Nadie debiera decir de los demás lo que no le gustaría que dijeran de él. El buen cristiano debe poner tanto cuidado en lo que dice como en lo que hace.

El buen cristiano es tolerante.

 No es agresivo. La palabra griega es ámajos, que quiere decir no peleón. Esto no quiere decir que el buen cristiano no defienda los principios que cree que son correctos, sino que no es nunca tan porfiado como para creer que no hay más camino que el suyo. Concede a los demás el mismo derecho que reclama para sí mismo de tener sus propias convicciones.

El buen cristiano es amable.

La palabra original es epieikés, que describe a la persona que no se basa en la letra de la ley. Aristóteles decía de esta cualidad que denota cuna consideración indulgente con las flaquezas humanas,» y la habilidad «de considerar no solo la letra de la ley, sino también la mentalidad y la intención del legislador.» El que es epieikés siempre está dispuesto a evitar la injusticia de la extrema justicia, de pasarse de justo» (Eclesiastes_7:16).

El buen cristiano es cortés.

 La palabra griega es prays, que describe a la persona que controla su genio; que sabe cuándo debe enfadarse, y cuándo no; que soporta pacientemente las ofensas que se le hacen, pero que está dispuesta a salir en ayuda de otros cuando son ofendidos.
Cualidades como estas son solo posibles para la persona en cuyo corazón reina supremo Cristo. El bienestar de cualquier comunidad depende de la aceptación por los cristianos que viven en ella del deber de mostrarle al mundo la nobleza de la ciudadanía cristiana.
Los privilegios espirituales no vacían ni debilitan, antes bien confirman los deberes civiles. Sólo las buenas palabras y las buenas intenciones no bastan sin las buenas obras. No deben ser belicosos, sino mostrar mansedumbre en todas las ocasiones, no sólo con las amistades sino a todos los hombres, pero con sabiduría, Santiago 2;13.
Aprendamos de este texto cuán malo es que un cristiano tenga malos modales con el peor, el más débil y el más abyecto.
Los siervos del pecado tienen muchos amos, sus lujurias los apresuran a ir por diferentes caminos; el orgullo manda una cosa, la codicia, otra. Así son odiosos, y merecen ser odiados. Desgracia de los pecadores es que se odien unos a otros, y deber y dicha de los santos es amarse los unos a los otros.

Somos librados de nuestro estado miserable sólo por la misericordia y la libre gracia de Dios, el mérito y los sufrimientos de Cristo, y la obra de su Espíritu.
Dios Padre es Dios nuestro Salvador. Él es la fuente de la cual fluye el Espíritu Santo para enseñar, regenerar y salvar a sus criaturas caídas; y esta bendición llega a la humanidad por medio de Cristo. El brote y el surgimiento de ellos son la bondad y el amor de Dios al hombre. El amor y la gracia tienen gran poder, por medio del Espíritu, para cambiar y volver el corazón a Dios. Las obras deben estar en el salvado, pero no son la causa de su salvación. Obra un nuevo principio de gracia y santidad, que cambia, gobierna y hace nueva criatura al hombre. Pablo resume lo que Cristo hace cuando nos salva. Nos trasladamos de una vida llena de pecado a una que es guiada por el Espíritu Santo. Fuimos lavados de todos nuestros pecados, no sólo de algunos. Lavamiento se refiere a las aguas del bautismo, lo cual es señal de salvación. Al hacerse cristiano, el creyente reconoce a Cristo como el Señor y su obra de salvación. Ganamos la vida eterna con todos sus tesoros. Tenemos la renovación del Espíritu Santo y El continuamente renueva nuestros corazones. Nada de esto tiene lugar por haberlo ganado o merecido, todo es un regalo de Dios. Las tres personas de la Trinidad se mencionan en este versículo porque participan en la obra de salvación. Basándose en la obra de redención de su Hijo, el Padre perdona y envía al Espíritu Santo para limpiar y renovarnos continuamente.

La mayoría de la cristiandad pretende que al final tendrá el cielo, aunque ahora no les importa la santidad: ellos quieren el final sin el comienzo. He aquí el signo y sello externo de ello en el bautismo, llamado el lavamiento de la regeneración. La obra es interior y espiritual; es significada y sellada exteriormente en esta ordenanza. No se reste importancia al signo y sello exterior; pero no descanséis en el lavamiento exterior, pero busca la respuesta de una buena conciencia, sin la cual el lavado externo no sirve de nada. El que obra en el interior es el Espíritu de Dios; es la renovación del Espíritu Santo. Por Él mortificamos el pecado, cumplimos el deber, andamos en los caminos de Dios; toda la obra de la vida divina en nosotros, los frutos de la justicia afuera, son por este Espíritu bendito y santo.
El Espíritu y sus dones y gracias salvadoras vienen por medio de Cristo, como Salvador, cuya empresa y obra es llevar a los hombres a la gracia y la gloria. La justificación, en el sentido del evangelio, es el perdón gratuito del pecador; aceptarlo como justo por la justicia de Cristo recibida por fe. Dios es bueno con el pecador cuando lo justifica según el evangelio, pero es justo consigo mismo y con su ley. Como el perdón es por medio de la justicia perfecta, y Cristo satisface la justicia, esta no puede ser merecida por el pecador mismo. La vida eterna se presenta ante nosotros en la promesa; el Espíritu produce la fe en nosotros y la esperanza de esa vida; la fe y la esperanza la acercan y llenan de gozo por la expectativa de ella.
Pablo advierte a Tito, tal como lo hizo con Timoteo, que no se involucre en argumentos necios y sin provecho con preguntas (2Timoteo_2:14). Esto no significa que debamos rehusar estudiar, discutir y examinar diferentes interpretaciones de pasajes bíblicos que tienen cierta dificultad. Pablo advierte en contra de cuestionamientos sin importancia y no en contra de discusiones honestas que no conducen a la sabiduría. Cuando se desarrollan argumentos necios, lo mejor es reencaminar la discusión en una dirección provechosa o amablemente excusarse para no participar en la polémica.

Los falsos maestros basaban sus herejías en genealogías y especulaciones acerca de la ley (1Timoteo_1:3-4). Similar a los métodos usados por los falsos maestros en Efeso y Colosas, ellos construían su caso en genealogías de ángeles.
Debemos evitar a los falsos maestros, ni siquiera molestarnos a responder a sus posiciones pretenciosas. Reaccionar en exceso puede algunas veces darle más atención a sus puntos de vista.

La dinámica de la vida cristiana es doble.

Procede en primer lugar de la convicción del converso cristiano de no haber sido en el pasado en nada mejor que sus prójimos paganos. La bondad cristiana no le hace a uno orgulloso, sino agradecido. No mira a los demás con desprecio.   
Procede de la convicción de lo que Dios ha hecho por la humanidad en Jesucristo. Tal vez no haya otro pasaje en el Nuevo Testamento que presente de una manera tan resumida, y sin embargo tan completa como este, la obra de Cristo por los hombres.
 Hay aquí siete Hechos sobresalientes acerca de esa obra.
a)     Jesús nos puso en una nueva relación con Dios.
Hasta que Él vino, se creía que Dios era el Rey al Que todos temían, el Rey ante Quien todo el mundo se encogía de terror, el Potentado al Que solo se podía considerar con miedo. Jesús vino a decirles a los hombres que Dios es el Padre que tiene el corazón abierto y los brazos extendidos de amor. Vino a hablarles, no de la justicia que los perseguiría por siempre jamás, sino del amor que no los abandonaría nunca.
b) El amor y la gracia de Dios son dones que nadie podría ganarse nunca; solo se pueden aceptar con perfecta confianza y con un naciente amor. Dios les ofrece Su amor a los hombres solamente por la incalculable bondad de Su corazón, y el cristiano no piensa nunca en lo que ha ganado, sino en lo que Dios le ha dado. La clave de la vida cristiana debe ser siempre una gratitud admirada y humilde, nunca una orgullosa autosatisfacción. Todo el proceso se debe a dos grandes cualidades de Dios.

Es debido a Su bondad.
La palabra original es jréstótés, que quiere decir benignidad. Quiere decir ese espíritu que, por pura bondad, está siempre dispuesto a dar todo lo que sea necesario. Jréstótés es la amabilidad que todo lo abarca y abraza, que se manifiesta no solo en un sentimiento cálido sino también en una actitud siempre generosa.

Es debido al amor de Dios a los hombres.
La palabra original es filanthrópía, que se define como el amor al ser humano en cuanto tal. Los griegos apreciaban mucho esta hermosa palabra. La usaban refiriéndose a la amabilidad de un hombre bueno hacia sus semejantes, a la generosidad de un rey bueno hacia sus súbditos, a la activa compasión de un hombre caritativo hacia los que estaban en cualquier angustia, y especialmente a la compasión que movía a un hombre a redimir a un semejante que había caído cautivo.
Detrás de todo esto no hay mérito alguno por parte del hombre, sino solo la benigna amabilidad y el amor universal del corazón de Dios.

c) El amor y la gracia de Dios se transmiten a la humanidad por medio de la Iglesia.
En relación con esto Pablo usa dos palabras.
Habla del nuevo nacimiento (palinguenesía).
 Aquí tenemos una palabra que tenía muchas asociaciones. Cuando se recibía un prosélito en la comunidad judía, después de ser bautizado se le trataba como si fuera un bebé. Era como si acabara de nacer otra vez, y la vida empezara para él de nuevo Lo importante es que cuando uno acepta a Cristo como Salvador y Señor, la verdadera vida empieza para él. Hay una calidad nueva en la vida que solo se puede expresar diciendo que se ha experimentado un nuevo y superior nacimiento.
Habla de una renovación.
Es como si la vida estuviera desgastada; y, cuando una persona descubre a Cristo, tiene lugar un acto de renovación, que no se consuma en un momento de tiempo sino que se repite cada día.
Cuando se ha declarado la gracia de Dios para con la humanidad, se insta la necesidad de las buenas obras. Los que creen en Dios deben cuidar de mantener las buenas obras, buscando oportunidades para hacerlas, influidos por el amor y la gratitud. Hay que evitar las cuestiones necias y vanas, las distinciones sutiles y las preguntas vanas; tampoco debe la gente desear lo novedoso, sino amar la sana doctrina que tiende mayormente a edificar. Aunque ahora pensemos que algunos pecados son leves y pequeños, si el Señor despierta la conciencia, sentiremos que aun el menor pesa mucho en nuestras almas.

d) El amor y la gracia de Dios se transmiten a la humanidad por medio del poder del Espíritu Santo.   El avivamiento no viene a la Iglesia de una creciente eficacia en la organización, sino de esperar en Dios. No es que la eficacia no sea necesaria; pero no hay eficacia que pueda insuflar vida en un cuerpo del que se ha apartado el Espíritu.

e) El efecto de todo esto es triple.
Trae el perdón de los pecados pasados. En Su misericordia, Dios no nos los tiene en cuenta. Una vez había un hombre lamentándole lúgubremente sus pecados a Agustín. " ¡Pero, hombre -le dijo Agustín-, deja ya de contemplar tus pecados, y pon tu mirada en Dios!» No es que uno deba estar arrepentido de sus pecados toda su vida, sino que su mismo recuerdo debería moverle a maravillarse de la misericordia perdonadora de Dios.

f) El efecto es también la vida presente.
El Cristianismo no limita su oferta a las bendiciones del mundo venidero; ofrece a cada cual aquí y ahora una vida de una calidad que no había conocido antes. Cuando Cristo entra en la vida, empieza a vivir de veras por primera vez.

g) Por último, está la esperanza de cosas aún mayores.
Los cristianos son personas para las que lo mejor está todavía por venir; saben que, por muy maravillosa que sea la vida presente con Cristo, la vida venidera lo será incalculablemente más. Los cristianos conocen la maravilla de que sus pecados hayan sido perdonados, la emoción de la vida presente con Cristo, y la esperanza de una vida más plena por venir.

También se nos habla de la necesidad de cultivar la acción cristiana, y advierte del peligro de cierta clase de discusión.
La palabra que hemos traducido por practicar las buenas obras es proístasthai, que quiere decir literalmente estar de pie delante, y era la palabra que se usaba para un tendero que se ponía delante de su tienda voceando sus productos. La frase puede querer decir una de dos cosas. Podría ser una orden a los cristianos para que no se dedicaran más que a oficios respetables y útiles. Había ciertas profesiones que la Iglesia Primitiva insistía en que se debían abandonar aun antes de solicitar el ingreso en la iglesia. Pero es más probable que la frase tenga el sentido más amplio de que un cristiano debe practicar buenas obras que sean útiles a otros.
La segunda parte del pasaje advierte contra las discusiones inútiles. Los filósofos griegos pasaban el tiempo discutiendo problemas imaginarios; y los rabinos judíos, construyendo genealogías imaginarias de los personajes del Antiguo Testamento. Los escribas judíos pasaban las horas muertas discutiendo lo que se podía y lo que no se podía hacer en sábado, y lo que era y lo que no era inmundo. Se ha dicho que existe el peligro de que uno se considere religioso porque discute cuestiones religiosas. Es mucho más fácil discutir cuestiones teológicas que ser amable y considerado y ayudar en casa, o eficiente y diligente y honrado en el trabajo. No tiene ningún mérito sentarse a discutir profundas cuestiones teológicas cuando están sin hacer las tareas sencillas de la vida cristiana. Tales discusiones puede que no sean más que disculpas para no cumplir los deberes cristianos.
Pablo estaba seguro de que la verdadera misión del cristiano estaba en la acción cristiana. Eso no es decir que no cabe la discusión cristiana; pero la discusión que no conduce a la acción es casi siempre tiempo perdido.
Pablo aconseja evitar al contencioso y testarudo. La antigua versión Reina-Valera le llamaba hombre hereje. En griego es hairetikós. El verbo haírein quiere decir escoger; y haíresis quiere decir partido, escuela o secta. En un principio la palabra no tenía un sentido negativo; este aparece cuando uno erige su propia opinión contra la enseñanza, el consenso de la Iglesia. Un hereje es sencillamente un hombre que ha decidido que tiene razón y los demás no. La advertencia de Pablo es contra el que ha convertido sus ideas en la piedra de toque de toda la verdad.
Una persona debe ser amonestada cuando está causando división que amenaza la unidad de la iglesia. Esta amonestación no debiera ser una acción dura sino que debe tender a corregir la naturaleza divisiva del individuo y buscar su restauración a la comunión. Una persona que rechaza la corrección debería ser apartada de la comunión. Como dice Pablo: ese hombre es "condenado por su propio juicio", está pecando y lo sabe. Una persona debe siempre tener cuidado con cualquier opinión que la separe de la comunión con sus hermanos en la fe. La verdadera fe no separa a las personas, sino las une.
Como era su costumbre, Pablo termina esta carta con recuerdos y saludos de y para los hermanos. De Artemas no sabemos nada. Tíquico fue uno de los mensajeros de Pablo en los que más confiaba. Fue el portador de las cartas a las iglesias de Colosas y Éfeso (Colosenses_4:7; Efesios 6:21). Nicópolis estaba en el Epiro, y era el mejor centro para el trabajo en la provincia romana de Dalmacia. Es interesante recordar que fue allí donde el gran filósofo estoico Epicteto tuvo su escuela años más tarde.
Apolos era un maestro muy conocido (Hechos_18:24). De Zenas tampoco sabemos nada. Aquí se le llama nomikós, que puede querer decir dos cosas. Es la palabra corriente para un escriba, y es posible que Zenas fuera un rabino judío convertido. También es la palabra para abogado; y, si es ese el sentido aquí, Zenas sería el único abogado que se menciona en todo el Nuevo Testamento.
El último consejo de Pablo es que los cristianos cultiven las buenas obras para llegar a ser independientes y estar en la posición de ayudar a otros más necesitados. El obrero cristiano trabaja, no solo para tener bastante para sí, sino también para poder dar a otros en necesidad.
A continuación viene el saludo final; y por último, como en todas sus cartas, la palabra final de Pablo es gracia.

El cristianismo no es una profesión infructuosa, y quienes lo profesan deben estar llenos de los frutos de justicia que son por Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios. Deben hacer el bien y mantenerse lejos del mal. Que los ‘nuestros ’tengan labores y ocupaciones honestas para proveer para sí mismos y para sus familias. El cristianismo obliga a todos a buscar algún trabajo y vocación honesta, y en ellos, permanecer con Dios.
El apóstol termina con expresiones de consideración amable y una oración ferviente. La gracia sea con todos vosotros; el amor y el favor de Dios, con sus frutos y efectos, para los casos de necesidad; y abunden en ellos en sus almas cada vez más. Este es el deseo y la oración del apóstol que muestra su afecto por ellos, y su deseo de bien para ellos, y quiere que sea el medio de obtener y traigan sobre sí, lo pedido. La gracia es la cosa principal que se debe desear y rogar orando, con respecto a nosotros o al prójimo; es “todo bien”.



¡Maranatha!

29 Junio LA BUENA SEMILLA

Lucas 5; 24-25

“Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice al paralítico): A ti digo, levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.
   Y luego, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba echado, se fue a su casa, glorificando a Dios.”

Jesús tenía autoridad divina para hacer las dos cosas: perdonar pecados y sanar milagrosamente.
Esa autoridad que reside en los cielos ya estaba en la tierra también, porque Dios había llegado a ser hombre (Mateo_1:23, Emmanuel, Dios con nosotros).

¿Qué quiere decir este pasaje acerca del perdón de los pecados?
Debemos tener presente que se consideraba que el pecado y el sufrimiento estaban íntimamente relacionados como causa y efecto. Se daba por sentado que, si una persona estaba sufriendo, sería porque había pecado; y por eso, el que sufría tenía a menudo un sentido de culpabilidad.
Por eso Jesús empezó por decirle al paralítico que se le habían perdonado los pecados. De otra manera el hombre no habría creído que podía ponerse bueno.

Esto nos muestra cómo fueron derrotados en la discusión los escribas y fariseos: ellos objetaban a que Jesús pretendiera poder perdonarle los pecados al hombre. Según ellos pensaban y creían, el hombre estaba enfermo porque había pecado; y si recobraba la salud, era señal de que se le habían perdonado los pecados.
La objeción de los escribas y fariseos se volvió contra ellos y los dejó sin argumentos.

Lo maravilloso aquí es que lo que salvó a ese hombre fue la fe de sus amigos. Cuando Jesús se dio cuenta de la fe que tenían -la fe emprendedora de los amigos, que no se detenía ante nada que les impidiera traer a su amigo a Jesús para que le pusiera bueno-, aquella fe obtuvo la salud del paralítico.

Esto sigue sucediendo en nuestros días según ls Voluntad de Dios.

¡Cuántos hay en nuestras asambleas, donde se predica el evangelio, que no se someten a la palabra, sino que la soslayan! ¿Recibiran acaso sanidad por su desobediencia y actitud farisea? 
Para ellos es como cuento que se les narra, no un mensaje enviado a ellos.

Meditemos en los deberes que nos son enseñados y recomendados por la historia del paralítico.
Al apelar a Cristo debemos ser muy insistentes; eso es prueba de fe, y muy agradable a Cristo y prevalece ante Él.

Danos, Señor, la misma clase de fe respecto de tu habilidad y voluntad para sanar nuestras almas. Danos el deseo del perdón de pecado más que de bendiciones terrenales o la vida misma.

Capacítanos para creer en tu poder de perdonar pecados; entonces nuestras almas se levantarán alegremente e irán donde te agrade.

Jesús tiene poder para perdonar los pecados. Dios le ha dado participación en su poder. Dios tiene el poder de conocer los corazones. Conoce las reflexiones de sus adversarios. Esto es poder divino. Tiene el poder de curar a los enfermos, que en este caso es lo más difícil, puesto que la curación puede comprobarse. El que puede lo más difícil, mejor podrá lo más fácil. Él tiene el poder de perdonar los pecados, porque es Hijo del hombre, al que Dios ha comunicado todo poder (Daniel_7:13; Lucas_10:22.).
Jesús  tiene conocimiento de los corazones y poder para curar a los enfermos; pero es más que profeta, porque posee el poder de perdonar los pecados, porque es Hijo del hombre, al que se ha dado todo poder.

Tú que lees esta meditación, ¿crees en y a Jesús?

¡ Maranatha! ¡ Sí, ven Señor Jesús!

miércoles, 28 de junio de 2017

28 Junio LA BUENA SEMILLA

Hebreos 4; 12

“Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos; y que alcanza hasta partir el alma y el espíritu, y las coyunturas, y los tuétanos; y que discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”

La Palabra de Dios juzga nuestros pensamientos y propósitos de corazón. El verbo discierne, en el texto griego, es más bien un adjetivo que describe a la Palabra.
Dice el texto griego que la Palabra es kritikos.
En español tenemos la palabra crítico.

¡La Palabra de Dios critica!

¡Tomen nota de esto, los que "critican" a la iglesia de Cristo de no hacer nada sino criticar!

En realidad, la palabra criticar quiere decir, no hablar mal de otro, sino juzgar o discernir.

Muchos, para escapar el juicio de este Juez (la Palabra de Dios), tratan de destronarle. Niegan la autenticidad de la Biblia (la revelada Palabra de Dios) y la desacreditan todo lo posible.

Pero esa Palabra vive y permanece (1Pedro_1:23), y será la base del Juicio Final (Juan_12:48; Apocalipsis_20:12).

Sólo la fe sabe qué fuerza, qué vida reside en la Palabra de Dios, y sabe que esta palabra es el poder decisivo de este mundo. Aunque mil veces sea desoída, ignorada, no se le haga el menor caso y se cometan acciones que la dejen en mal lugar, alguna vez llega para cada cual la hora de la verdad, cuando la palabra humillada y despreciada viene a pedirle cuentas.

La Palabra de Dios está henchida de vida. La Palabra de Dios es efectiva. La Palabra de Dios es penetrante.
El autor de Hebreos aporta diversas frases que muestran lo penetrante que es. Penetra hasta la frontera entre el alma y el espíritu.

En griego, el alma, psyjé, es el principio vital. Todos los seres vivos tienen psyjé, vida física.
En griego, el espíritu, pneuma, es lo que es característico de los seres humanos, lo que nos permite pensar y razonar y mirar más allá de la Tierra, a Dios.

Es como si el autor de Hebreos estuviera diciendo que la Palabra de Dios pone a prueba la vida terrena y la existencia espiritual del hombre.
Dice que la Palabra de Dios escudriña los deseos e intenciones del corazón.

EL deseo (enthymésis) es la parte emocional de la persona, y la intención (énnoia) la parte intelectual. Es como si dijera: «Tu vida emocional e intelectual deben someterse por igual al escrutinio de Dios.»
La Palabra de Dios no es simplemente la colección de palabras Suyas, un medio de comunicar ideas; es viviente, cambia la vida y es dinámica al obrar en nosotros.
Con la agudeza del bisturí de un cirujano, revela lo que somos y lo que no somos. Penetra la médula de nuestra moral y vida espiritual. Discierne lo que está dentro de nosotros, tanto lo bueno como lo malo. No solo debemos oír la Palabra sino que también debemos permitir que moldee nuestra vida.

En algún momento, uno tiene que dejar de correr de sí mismo y de Dios  probablemente porque ya no tiene adónde huir.
A todas las personas nos llega el  momento en que tenemos que encontrarnos con ese Dios ante Cuyos ojos nada se puede ocultar.

¡Maranatha! ¡Si, ven Señor Jesús!

martes, 27 de junio de 2017

EL HEDONISMO COMO MAL DE NUESTRO TIEMPO

                     

Eclesiastés 2:1-26:

  Dije yo también en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad.
   A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto?
   Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que mi corazón anduviese en sabiduría, y retuviese la locura, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres, en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.
   Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas;
   me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todos frutos.
   Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles.
   Poseí siervos y siervas, y tuve hijos de familia; también tuve posesión grande de vacas y ovejas, sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.
   Me allegué también plata y oro, y tesoro preciado de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, y todos los deleites de los hijos de los hombres, instrumentos músicos y de todas suertes.
   Y fui engrandecido, y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto perseveró conmigo mi sabiduría.
   No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.
   Al fin miré yo todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.
   Después volví yo a mirar para ver la sabiduría, y los desvaríos; y la locura (porque ¿qué hombre hay que pueda seguir al rey en lo que ya hicieron?).
   Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la locura, como la luz a las tinieblas.
   El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el loco anda en tinieblas. Y también entendí yo que un mismo suceso acaecerá al uno que al otro.
   Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al loco me sucederá también a mí. ¿Para qué pues he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad.
   Porque ni del sabio ni del loco habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el loco.
   Aborrecí por tanto la vida, porque toda obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo era vanidad y aflicción de espíritu.
   Yo asimismo aborrecí todo mi trabajo que había puesto por obra debajo del sol; el cual dejaré a otro que vendrá después de mí.
   ¿Y quién sabe si será sabio, o loco, el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que me hice sabio debajo del sol? Esto también es vanidad.
   Volvió, por tanto, a desesperanzar mi corazón acerca de todo el trabajo en que me trabajé, y en que me hice sabio debajo del sol.
   ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia, y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello! También es esto vanidad y mal grande.
   Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo, y fatiga de su corazón, en que él trabajó debajo del sol?
   Porque todos sus días no son sino dolores, y sus ocupaciones molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también es vanidad.
   No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma vea el bien de su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.
   Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará, mejor que yo?
   Porque al hombre que es bueno delante de Dios, él le da sabiduría y ciencia y alegría, mas al pecador le dio la ocupación de que allegue y amontone, para que dé al bueno delante de él. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
 (La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)

    El psiquiatra español Enrique Rojas en su libro: El hombre light: una vida sin valores, haciendo un análisis de nuestra sociedad y del hombre de final del siglo XX, dice así: "Es una sociedad, en cierta medida, que está enferma, de la cual emerge el hombre light, un sujeto que lleva por bandera una tetralogía nihilista: hedonismo/consumismo/permisividad/relatividad", en una carrera frenética por encontrar sentido a la vida.

Para muchos la cuestión es "pasarlo bien"; el goce y el placer a toda costa; un hedonismo sin fronteras. El hedonismo se convierte en la ley misma del comportamiento, es el placer por encima de todo, así como el ir alcanzando progresivamente cotas más altas de bienestar uniéndose el consumismo como valor. La permisividad es código y la relatividad su hijo natural de tal modo que la tolerancia es interminable y de ahí la indiferencia pura. Es interesante que ya hace 3.200 años, el Predicador hiciera un ensayo sobre la vida, lleno de realismo para llegar a la conclusión de que el hedonismo no es camino para nadie. Como tantos hacen hoy, el Predicador lo probó todo: conocimiento, diversión, bebida, propiedades suntuosas, siervos, dinero, mujeres y, en resumen, todo tipo de placeres. Sin embargo, no se sintió satisfecho. Ni siquiera del hecho de trabajar y trabajar para atesorar. ¡Qué insensatez!

Si a fin de cuentas, el día que muramos todo lo material queda aquí. Eclesiastés pone de manifiesto que el hedonismo no da sentido a la vida. Ahora bien, tampoco se trata de que el gozar de la vida sea malo y que no sea bueno esforzarse. Pero sí se trata de que se haga en la debida relación al Señor de todo. Cuando así lo hacemos, no sólo encontramos sentido a la vida sino que disfrutamos de la vida en su dimensión más amplia y verdadera: una vida vivida en el amor del Dios Creador y Salvador que nos sustenta y que posibilita a la vez una relación de amor hacia el prójimo.

El cristiano debe aprender de la experiencia del Predicador de entonces y de los predicadores de nuestro tiempo que vuelven insatisfechos de probarlo todo. Debemos rechazar con fuerza el hedonismo pues es "antievangelio", es el "otro evangelio" de falsas promesas de felicidad creando un hombre vulnerable y vacío hambriento de verdad y de amor auténtico.


En esta sección vamos a ver por vez primera el tema de la muerte. No porque el Predicador tuviera los conceptos modernos sobre la muerte, ya que el hombre bíblico de la antigüedad no temía la muerte, la asumía como una cosa natural. El aguijón de la muerte está aquí en que le resta significado al quehacer humano. Pretendemos trabajar para lo eterno y nos encontramos con que la vida es pasajera. La muerte interrumpe el curso de la vida y le resta sentido a todo lo que hacemos. No sabemos si alguien, un sucesor que podía ser el hijo, continuará la obra comenzada, ni siquiera podemos prever si podrá aprovechar lo que ha sido hecho. ¿De qué sirve entonces el afanarse? Ni siquiera cabe esperar que quede perpetua memoria de lo que se ha hecho. La muerte cierra todos los caminos, ante ella se desvanecen las ventajas que la sabiduría tiene sobre la necedad. Queda un solo camino: disfrutar la vida sin caer en la ansiedad. Pero el sabio encuentra dificultades aun en esto. Es Dios quien decide. Y así aparecen los únicos dos absolutos que limitan el pensamiento del Predicador: Dios y la muerte. No podemos huir de ninguno de ellos.

No hay, pues, mejor cosa, es una apreciación positiva de la vida, no la vida complicada por la ambición o por valores absolutos, sino la vida sencilla. Nada más lejos de una posición hedonista: se aprueba la vida sencilla y no el placer por el placer. Pero el vivir esa vida sencilla es un don de Dios. Aparece así el tema bíblico de la soberanía de Dios (Deuteronomio 8:17-18; Job 39:4-6; Salmo 30:8).

El Predicador quiere dejar claro de que su búsqueda del placer era sólo intelectual, no basada en la pasión. Su fin era preguntar si involucrarse en una orgía de placeres tenía algún valor para los seres humanos.
Después del problema de la vida  y dos remedios ineficaces, queda una pregunta: ¿Hay alguna preferencia entre la sabiduría y la búsqueda de placer? En un sentido la sabiduría es mejor que la búsqueda de placer. En otro sentido son iguales; ninguna de ellas puede resolver el problema de la muerte.

El hedonismo se ha considerado como la clave de la felicidad, el Predicador ensaya esa vía. Pero no reflexiona sobre el placer, lo prueba, lo busca; y donde el placer se busca por el placer mismo, es seguro que no se halla el placer.

La felicidad que da sentido a la vida se encuentra cuando no se busca. Es conocida la historia de un paisano que salió en busca de la felicidad y luego de andar mucho tiempo, tanto que había envejecido en la búsqueda, resolvió regresar a su humilde vivienda, por lo menos moriría en lo que había sido suyo. Pero para su sorpresa en la puerta de su vivienda abandonada encontró un esqueleto; era el de la felicidad que había venido en su búsqueda durante su ausencia.

La felicidad no está en lo que se goza o en lo que se tiene, que muchas veces, como en el caso del Predicador sólo conduce a una frustración mayor. La risa engaña, el poseer deja vacío, el hacer, cuando la tarea se ha acabado deja el sentido que con la obra terminada terminó la vida misma. “Mejor es el camino que la posada” dice la sabiduría erudita. Y si se busca la felicidad en el goce material manteniendo al mismo tiempo la capacidad del juicio, no se alcanzará nada. La conclusión de esta búsqueda del sentido de la vida en el goce de los placeres ha llevado al Predicador a una conclusión: Para ser feliz con el placer es menester estar loco.

Salomón pronto encontró que la alegría y el placer son vanidad. ¿Qué hace la alegría ruidosa y brillante, pero transitoria, para hacer feliz al hombre? Los múltiples inventos del corazón del hombre para obtener satisfacción en el mundo, y su cambio de una cosa a otra, son como la inquietud del hombre con fiebre. Al darse cuenta que era necedad darse al vino, en seguida prueba las costosas diversiones de los príncipes. Los pobres, cuando leen tal descripción, están prontos a sentirse descontentos. Pero el remedio contra todos esos sentimientos está en la estimación de todo por parte del autor que reconoce su resultado. Toda era vanidad y aflicción de espíritu: y las mismas cosas rendirían el mismo resultado para nosotros, que para Salomón. Teniendo comida y ropa, estemos contentos con eso.
Su sabiduría permaneció con él; un firme entendimiento con un gran conocimiento humano. Pero todo placer terrenal, cuando está desconectado con las mejores bendiciones, deja la mente tan ansiosa e insatisfecha como antes. La felicidad no surge de la situación en que somos puestos. Sólo a través de Jesucristo se puede obtener la dicha final.
Salomón dirigió su búsqueda del significado de la vida como un experimento. Primero trató de ir en pos del placer. Comenzó con grandes proyectos, compró esclavos y ganados, amasó fortuna, adquirió cantores, agregó muchas mujeres a su harén, y se convirtió en el personaje más importante de Jerusalén. Pero nada de eso le proporcionó la satisfacción que estaba buscando: "Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol". Algunos de los placeres que buscó Salomón eran incorrectos y algunos valían la pena, pero inclusive estos últimos eran vanidad cuando fue tras ellos como un fin en sí mismos. Debemos ver más allá de nuestras actividades para descubrir las razones por las que las llevamos a cabo. ¿Es su meta en la vida buscar significado o buscar a Dios que da significado a la vida?

  Salomón había construido casas, un templo, un reino y una. En el curso de la historia, todo quedaría en ruinas. En el Salmo 127.1 Salomón declara: "Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia". Este libro es parte del testimonio de Salomón acerca de lo que le sucede a un reino o a una familia que se olvida de Dios. Cuando examine sus metas y proyectos analice cuál es su punto de partida, su motivación. Sin Dios como fundamento, todo aquello para lo cual usted está viviendo carece de sentido (es vanidad).

  Salomón se dio cuenta de que la sabiduría por sí sola no puede garantizar la vida eterna. La sabiduría, las riquezas y los logros personales importan muy poco después de la muerte, y todos debemos morir. No debemos edificar nuestra vida sobre metas perecederas, sino sobre el fundamento sólido de Dios. Entonces, si todo nos es arrebatado, seguiremos teniendo a Dios, quien es, de todos modos, todo lo que realmente necesitamos.  Salomón halla que el conocimiento y la prudencia son preferibles a la ignorancia y necedad, aunque la sabiduría y el conocimiento humano no harán feliz al hombre. Los hombres más doctos que mueran ajenos a Cristo Jesús, perecerán igualmente con el más ignorante; ¿y qué bien puede recomendarse en la tierra para el cuerpo en la tumba o el alma en el infierno? Y los espíritus de los hombres justos hechos perfectos no pueden quererlos. Así que si esto fuese todo, podríamos ser guiados a odiar nuestra vida, porque todo es vanidad y aflicción de espíritu.
Un momento el Predicador creyó que había dado con el sentido de la vida, pero con un examen posterior se dio cuenta que toda esa grandeza acumulada no era otra cosa que vanidad y aflicción de espíritu. No hay otra recompensa si se busca el sentido de la vida por ese camino.
  ¿Es la muerte el compensador final de toda la gente, sin importar lo que alcanzaron en la vida? Si bien esto parece cierto desde una perspectiva terrenal, Dios deja muy claro (como más tarde lo señala Salomón en 12.14) que lo que hagamos aquí tiene un gran impacto sobre el lugar donde pasaremos nuestra vida eterna.

  Salomón continuó mostrando que el trabajo no produce fruto duradero para los que trabajan exclusivamente para ganar dinero y obtener posesiones. No sólo se quedará todo atrás cuando muramos, sino que puede quedar para personas que no han hecho nada para ganarlo. Además, puede que no lo cuiden, y todo lo que se ganó puede perderse (el hijo de Salomón que heredó el trono, fue a menudo necio; véase 1 Reyes 12). El trabajo arduo realizado con motivos correctos (suplir las necesidades de la familia, servir a Dios) no es malo. Debemos trabajar para sobrevivir, y más importante aún, somos responsables del bienestar físico y espiritual de las personas que tenemos bajo nuestro cuidado. Sin embargo, el fruto del trabajo arduo hecho para glorificarse uno mismo lo pueden heredar personas que quizá más tarde lo pierdan o lo arruinen todo. Tal afán a menudo lleva al sufrimiento, mientras que servir a Dios nos lleva a un gozo eterno. ¿Conoce usted la verdadera razón por la que trabaja tanto?
Nuestros corazones son muy reacios a abandonar sus expectativas de grandes cosas de parte de la criatura, pero Salomón llegó a esto finalmente. El mundo es un valle de lágrimas aun para los que tienen mucho. Véase cuán necios son los que se hacen esclavos del mundo, que no puede permitir al hombre nada mejor que sustento para el cuerpo. Lo máximo que se puede obtener en este aspecto es permitirse un uso sobrio y grato conforme a su rango y condición. Pero debemos disfrutar lo bueno en nuestro trabajo; debemos usar las cosas que nos hagan diligentes y alegres en los negocios mundanos. Esto es dádiva de Dios.
Las riquezas son bendición o maldición para el hombre conforme tenga o no un corazón para hacer buen uso de ellas. A los que son aceptados del Señor, les da gozo y satisfacción en su conocimiento y su amor, pero al pecador le asigna esfuerzo, tristezas, vanidad y aflicción al procurar la porción del mundo que, no obstante, después va a parar a mejores manos. Que el pecador considere seriamente su final definitivo. Procurar una porción perdurable en el amor de Cristo y las bendiciones que concede, es el camino único al goce verdadero y satisfactorio aun de este mundo presente.

  ¿Acaso está recomendando Salomón que hagamos de la vida una fiesta grande e irresponsable? No, pero nos está exhortando a sentir placer en lo que hacemos ahora y disfrutar la vida debido a que proviene de la mano de Dios. El verdadero gozo de la vida surge únicamente cuando seguimos los principios de Dios. Sin Él, la satisfacción es una búsqueda perdida. Las personas que saben disfrutar de la vida son los que toman cada día la vida como un regalo de Dios, y le dan las gracias y le sirven por medio de ella.



 ¡Maranatha!