} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EXPIACIÓN DE CRISTO ¿LIMITADA O UNIVERSAL?

sábado, 24 de agosto de 2019

EXPIACIÓN DE CRISTO ¿LIMITADA O UNIVERSAL?




Lev 17:11  Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.

Mat 20:28  como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.

2Co 5:21  Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

1Pe 2:21  Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;
1Pe 2:22  el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;
1Pe 2:23  quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;
1Pe 2:24  quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

1Pe 3:18  Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;


EXPIACION En el A.T. el uso del término (raíz heb. kafar) indica que se paga un rescate usualmente mediante una ofrenda como sacrificio a Dios en sustitución por el pecado humano. En su sentido doctrinal la expiación se refiere a la muerte de Cristo en sustitución de la del hombre pecador proveyendo a éste de salvación. La obra expiatoria de Cristo logra redención, propiciación y reconciliación en la relación del hombre con Dios (Rom_3:24-26; 2Co_5:18-20; 2Pe_2:1; 1Jn_2:2).

La expiación es la obra de Dios en Cristo en la cruz, por medio del cual cancela la deuda de nuestros pecados, apaciguó su santa ira contra nosotros, y ganando para nosotros todos los beneficios de la salvación. La muerte de Cristo fue necesaria porque Dios no hubiese mostrado una justa recompensa para su gloria si hubiese barrido nuestros pecados debajo de la alfombra sin castigo alguno.

Romanos 3:25-26 dice que Dios “puso a Cristo como propiciación por nuestros pecados por su sangre...con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea el justo, y El justifica al que es de la fe de Jesús”.

En otras palabras, la muerte de Cristo era necesaria para vindicar la justicia de Dios en justificar al impío por medio de la fe. Sería injusto perdonar pecadores aunque su pecado sea insignificante, cuando de hecho el pecado es un insulto infinito contra la valiosa gloria de Dios. Por lo tanto Jesús lleva en sus hombros la maldición, la cual merecíamos por nuestro pecado, de esta manera podemos ser justificados y la justicia de Dios ser vindicada.

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado

Jesús fue hecho de una mujer, se hizo carne de una mujer pecadora; aunque la carne que tomó de ella no era pecaminosa, siendo santificado por el Espíritu de Dios, el primero de la naturaleza humana de Cristo: sin embargo, él nació "a semejanza de carne pecaminosa"; ser atendido con enfermedades, los efectos del pecado, aunque sin pecado; y fue traducido por los hombres como pecador, y tratado como tal. Además, se le hizo sacrificio por el pecado, para expiarlo; entonces la palabra hebrea ( hajx ) significa tanto pecado como una ofrenda por el pecado; ( Salmos 40: 6 ) y así ( amartia ), ( Romanos 8: 3 ) ( Hebreos 10: 6) Pero además de todo esto, fue hecho pecado por imputación; los pecados de todo su pueblo fueron transferidos a él, puestos sobre él y puestos a su cuenta; sostuvo a sus personas y llevó sus pecados; y al tenerlos sobre él, y ser responsable de ellos y responder por ellos, fue tratado por la justicia de Dios como si hubiera sido no solo un pecador, sino una masa de pecado; porque ser hecho pecado es una expresión más fuerte que ser hecho pecador; pero ahora que esto puede parecer solo por imputación, se dice que fue "hecho pecado"; no se convirtió en pecado, ni en pecador, a través de ningún acto pecaminoso propio, sino a través del acto de imputación de su Padre, con lo cual estuvo de acuerdo; no se dice que los hombres lo hicieron pecar; no pero que lo tradujeron como pecador, fingieron que sabían que era uno y lo acusaron ante Pilato como tal; se comprometió fácilmente a ser la garantía de su pueblo, y voluntariamente asumió sobre él sus pecados, y se entregó en una ofrenda por ellos; pero se dice que él, su Padre, lo hace iniquidad por todos nosotros; fue él quien hizo de su alma una ofrenda por el pecado, y lo entregó en manos de la justicia y la muerte, y eso "para nosotros", en "nuestra" habitación y lugar, para soportar el castigo del pecado y hacer satisfacción y expiación por ello; de lo cual era capaz y para lo cual estaba altamente calificado:  ya que era el Cordero de Dios, sin mancha ni defecto, tipificado en esto, como en otros aspectos, por los sacrificios de la dispensación legal, fue cortado de manera judicial, no por sí mismo, sus propios pecados, sino por las transgresiones de su pueblo; y para expresar la rigurosidad de la justicia divina al no perdonar al Hijo de Dios mismo, aunque santo e inofensivo, cuando tuvo los pecados de otros sobre él y se hizo responsable de ellos.

Para que seamos hechos justicia de Dios en él

No la justicia esencial de Dios, que no puede ser impartida ni imputada; ni ninguna justicia de Dios forjada en nosotros; porque es una justicia "en él", en Cristo, y no en nosotros mismos, y por lo tanto debe significar la justicia de Cristo; así llamado, porque es forjado por Cristo, quien es Dios sobre todos, el Dios verdadero y la vida eterna; y porque es aprobado por Dios el Padre, aceptado por él, para y en nombre de sus elegidos, como justificante; es lo que les otorga, y les atribuye su justificación; es una justicia, y es la única que justifica ante los ojos de Dios.

Ahora ser hecho la justicia de Dios, es ser hecho justo ante los ojos de Dios, por la imputación de la justicia de Cristo. Así como Cristo es hecho pecado, por la imputación de los pecados de otros a él; así se hacen justicia, o personas justas, por la imputación de su justicia a ellos; y de ninguna otra manera uno puede ser hecho pecado, o la otra justicia. Y se dice que esto está "en él", en Cristo; lo cual muestra que, aunque la justicia de Cristo es para todos, y sobre todos los que creen, se les imputa y se les impone; no hay nada forjado en ellos; No es inherente a ellos. "Ciertamente en el Señor tengo justicia y fortaleza", dice la iglesia (Isaías 45:24 ) y también, que la forma en que venimos por esta justicia es estar en Cristo; ninguno les ha contado, pero quienes están en él, primero somos "de" Dios "en" Cristo, y luego él es hecho justicia para nosotros. El secreto estar en Cristo, o la unión con él desde la eternidad, es la base y el fundamento de nuestra justificación, por su justicia, ya que ser abierto en Cristo en la conversión es la evidencia de ello.

El término “expiación limitada” señala la pregunta, “¿Por quién murió Cristo?” Detrás de la pregunta sobre la extensión de la expiación dirige a otra pregunta igualmente importante acerca de la naturaleza de la expiación. ¿Qué fue lo que Cristo logro en la cruz por aquellos que murió?

Si dices que Jesús murió por todos los seres humanos en la misma manera, entonces debes definir la naturaleza de la expiación de una manera muy diferente a si creyeras que sólo murió por aquellos que creen. En el primer caso, crees que la muerte de Cristo en realidad no salva a nadie; simplemente hace posible la salvación. En este caso la muerte de Cristo no quita la ira de Dios de ninguna persona, sino que creo un lugar donde las personas pueden ir y encontrar misericordia – si ellos pudieran realizar su propio nuevo nacimiento y traerse ellos mismos a la fe sin la irresistible Gracia de Dios.

Si Cristo murió por todos los hombres en la misma manera, entonces no compró Gracia regeneradora para aquellos que son salvos. Ellos deberían regenerarse ellos mismos y traerse ellos mismos a la fe. Entonces y sólo entonces ellos se convierten en participantes de los beneficios de la cruz.

En otras palabras, si crees que Cristo murió por todos los hombres en la misma manera, entonces los beneficios de la cruz no pueden incluir la misericordia por la que somos traídos a la fe, porque entonces todos los hombres serían traídos a la fe, pero ellos no lo están. Pero si la misericordia por la cual somos traídos a la fe (Gracia irresistible) no es parte de lo que Cristo compró en la cruz, entonces somos dejados para salvarnos a nosotros mismos desde la esclavitud del pecado, de la dureza de nuestro corazón, de la ceguera de nuestra corrupción y de la ira de Dios.

Por lo tanto se hace evidente que no es el calvinismo quien limita la expiación. Es el Arminianismo, porque niega que la expiación de Cristo logre lo que desesperadamente necesitamos – Llamado, salvación desde la condición de muerte y dureza de corazón y ceguera bajo la ira de Dios. El arminiano limita el valor natural y la efectividad de la expiación de tal manera que dice que es lograda aun por aquellos que mueren en incredulidad y son condenados. En la manera que se dice que Cristo murió por todos los hombres, el arminiano limita la expiación a una simple oportunidad no muy poderosa para que los hombres se salven a ellos mismos de su terrible situación de depravación.

En la otra mano nosotros no limitamos el poder y la efectividad de la expiación. Simplemente decimos que en la cruz Dios tenía en mente la redención de sus hijos. Afirmamos que cuando Cristo murió por estos, Cristo no sólo creó la oportunidad para salvarse a ellos mismos, sino que en realidad compró a favor de ellos todo lo necesario para que fuesen salvos, incluyendo la Gracia regeneradora y el don de la fe.

No negamos que todos los hombres son beneficiados en algún sentido de la cruz. 1 Timoteo 4:10 dice que Cristo es el “Salvador de todos los hombres, especialmente de aquellos que creen”. Lo que negamos es que todos los hombres son proyectados como los beneficiarios de la muerte de Cristo en la misma manera. Toda la misericordia de Dios hacia los inconversos –del sol naciente (Mateo 5:45) de la predicación del Evangelio en todo el mundo (Juan 3:16)- es hecho posible por la cruz.

Esta es la implicación de Romanos 3:25 donde la cruz es presentada como la base de la justicia de Dios en pasar por alto los pecados. Cada respiro que un inconverso tiene es un acto de la misericordia de Dios reteniendo el juicio (Romanos 2:4). Cada momento que el Evangelio es predicado a los inconversos Dios les está mostrando su misericordia dándole esta oportunidad para salvación.

¿De dónde fluye esta misericordia para con el pecador? ¿Cómo es Dios justo y retiene el juicio de pecadores que merecen ser inmediatamente lanzados al infierno? La respuesta es que la muerte de Cristo muestra de una manera clara el justo aborrecimiento de Dios al pecado y que tiene la libertad de tratar el mundo con misericordia sin comprometer su justicia.

Pero Él, Cristo, es especialmente el Salvador de aquellos que creen. Él no murió por todos los hombres en el mismo sentido. La intención de la muerte de Cristo por los hijos de Dios es que la misma compró algo más que el sol saliente y la oportunidad de ser salvos. La muerte de Cristo realmente salva de todo mal a aquellos por quienes “especialmente” Cristo murió.

Hay muchos pasajes que dicen que la muerte de Cristo fue designada para la salvación del pueblo de Dios, no por cada individuo. Por ejemplo:

Juan 10:15 – “y pongo mi vida por las ovejas.”. Las ovejas de Cristo son aquellos que son dados por el Padre al Hijo. “Ustedes no oyen mi voz porque no son de mis ovejas”. Notemos: Ser una oveja te permite ser un creyente, no viceversa. Por esto las ovejas por las que Cristo murió son las elegidas por el Padre para ser dadas al Hijo.

En Juan 17:6, 9, 19 Jesús ora: “He manifestado tu Nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste... Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son... Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.” La santificación en vista aquí es la muerte de Cristo la cual Él estaba a punto de sufrir. Su muerte y su intercesión son únicamente por sus discípulos, no por el mundo en general.

Juan 11:51-52: “(Caifas) como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación, y no solamente por aquella nación, más también para que juntase en uno los hijos de Dios que estaban dispersos”. Hay hijos de Dios dispersos por todo el mundo. Estos son las ovejas. Estos son los que el Padre entregó al Hijo. Jesús murió para juntar estas personas en un sólo pueblo. El punto es igual a Juan 10:15-16, “Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi alma por las ovejas; También tengo otras ovejas que no son de este corral, aquellas también me conviene traer, y oirán mi voz; y se hará un corral, y habrá un pastor”. Cristo murió por sus ovejas, esto es, por los hijos de Dios.

Apocalipsis 5:9: “Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste muerto, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”. En armonía con Juan 10:16 Juan no está diciendo que la muerte de Cristo rescató a todos los hombres pero que rescató a hombres de todas las tribus del mundo.

Esta es la manera en que entendemos textos tales como 1 Juan 2:2, el cual dice: “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los del mundo entero”. Esto no significa que Cristo murió con la intención de aplacar la ira de Dios por cada persona en el mundo, sino que “las ovejas”, “los hijos de Dios” están dispersos por todo el mundo, “por toda lengua y tribu y nación” son incluidos en la propiciación de Cristo. De hecho el paralelo gramatical entre Juan 11:51-52 y 1 Juan 2:2 es tan cercano que es difícil escapar de la convicción de que el mismo asunto es tratado por Juan en ambos versículos.

Juan 11:51-52, “profetizó que Jesús había de morir por la nación, y no solamente por aquella nación, más también para que juntase en uno los hijos de Dios que estaban dispersos”.

1 Juan 2:2, “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los del mundo entero”.

“El mundo entero” se refiere a los hijos de Dios dispersos por todo el mundo.

Si “El mundo entero” se refiere a cada individuo del mundo, nos vemos forzados a decir que Juan estaría enseñando que todas las personas serían salvas, cosa que él no cree (Apocalipsis 14:9-11). La razón por la que nos veríamos forzados a decir esto es que el término propiciación se refiere a una real remoción de la ira de Dios del pecador. Cuando la ira de Dios contra un pecador es propiciada, la misma es removida de ese pecador. Y el resultado es que todo el poder de Dios ahora fluye en el servicio de su misericordia, resultando en que nada puede detenerlo de salvar a ese pecador.

El pecado propiciado no puede ser castigado. De otro modo la propiciación perdería su significado. Por esta razón si Cristo es la propiciación por todos los pecados de cada individuo del mundo, ellos no pueden ser castigados, y deben ser salvos. Pero Juan no cree en tal universalismo (Juan 5:29). Por esto es improbable que 1 Juan 2:2 enseñe que Jesús es la propiciación por toda persona en el mundo.

Marcos 10:45, en armonía con Apocalipsis 5:9, no dice que Jesús vino a rescatar a todos los hombres. El verso dice: “Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos”.

De manera similar en Mateo 26:28 Jesús dice: “Esta es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de pecados”.

Hebreos 9:28: “así también el Cristo habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos; aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente lo esperan”. (Isaías 53:11-12).

Uno de los pasajes más claros en relación a la muerte de Cristo es efesios 5:25-27. Aquí Pablo no sólo dice que el beneficiario intencional de la muerte de Cristo es la iglesia, sino que también que el efecto intencional de la muerte de Cristo es la santificación y glorificación de la iglesia. Esta es la verdad que queremos preservar, que la cruz no tenía intención de dar a todos los hombres la oportunidad de salvarse a sí mismos, sino que su intención era en realidad salvar a la iglesia.

Pablo dice: “Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla limpiándola en el lavamiento del agua por la palabra, para presentársela gloriosa para sí mismo”.

De manera similar, en Tito 2:14 Pablo describe el propósito de la muerte de Cristo de la siguiente manera: “Que se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, seguidor de buenas obras”.
Si Pablo fuese un arminiano ¿no hubiese dicho: “Él se dio a Sí mismo para redimir a todos los hombres de la iniquidad y purificar a todos los hombres para Él”? Pero Pablo dice que el diseño de la expiación es para purificar para Cristo un pueblo separado del mundo. Esto es lo que precisamente Juan dice en Juan 10:15; 11:51 y Apocalipsis 5:9.

Uno de los textos más cruciales en este aspecto es Romanos 8:32. Se trata de una de las más preciosas promesas para el pueblo de Dios en la Biblia. Pablo dice, “Quien no escatimo ni a su propio Hijo por todos nosotros, ¿cómo no nos dará juntamente con Él todas las cosas?”.

El asunto crucial a notar aquí es como Pablo sustenta la seguridad de nuestra herencia en la muerte de Cristo. Él dice: “Seguramente que Dios te dará en Cristo todas las cosas porque Él no escatimo a su Hijo, sino que lo entregó por ti”. ¿En qué se convierte este precioso argumento si Cristo es dado por aquellos que de hecho no reciben todas las cosas, sino sólo la condenación? El argumento se desvanecería.

Si Dios dio a su Hijo por los inconversos que al final son condenados, entonces él no puede decir que la dadiva del Hijo garantiza “todas las cosas” para aquellos por los cuales Él murió. ¡Pero esto es lo que el dice! Si Dios dio a su Hijo por ti, entonces Él seguramente te dará todas las cosas. La estructura del pensamiento de Pablo aquí es destruida al introducir la idea de que Cristo murió por cada persona del mundo en la misma manera.

Podemos concluir esta sección con el siguiente resumen. ¿Cuál de las siguientes declaraciones es verdadera?

Cristo murió por algunos pecados de todos los hombres.
Cristo murió por todos los pecados de algunos hombres.
Cristo murió por todos los pecados de todos los hombres.
Nadie asegura que la primera declaración es verdad, pues todo estaría perdido porque habría pecados por los que Cristo no murió. La única manera de ser salvo del pecado es que Cristo lo cubra con su sangre.

El tercer argumento es el que los arminianos defienden. Cristo murió por todos los pecados de todos los hombres. Pero entonces, ¿Por qué no todos son salvos? Ellos responden que no todos creen. Pero ¿no es este incrédulo uno de los cuales por los que Cristo murió? Si ellos dicen que sí, entonces ¿Por qué no es cubierto por la sangre de Cristo y todos los inconversos se salvan? Si ellos dicen que no (que la incredulidad no es un pecado por el cual Cristo murió) entonces ellos deben decir que un hombre puede ser salvo sin tener todos los pecados cubiertos por la sangre de Jesús, o ellos deben unirse a nosotros en afirmar el segundo argumento: Cristo murió por todos los pecados de algunos hombres. Esto es, que murió por la incredulidad de los elegidos por lo cual el castigo de la ira de Dios es aplacado a favor de ellos y su Gracia es libre para traerlos de manera irresistible de las tinieblas a su maravillosa luz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario