Nuestros tres adversarios son: el diablo, el mundo y la
carne (nuestra naturaleza). Como cristianos nuestra actitud hacia ellos puede expresarse en una sola
palabra: RENUNCIAR.
No puede haber regateos, ni hacer concesiones, ni
vacilaciones. La renuncia absoluta es el único camino para que el cristiano
alcance la victoria final. Hay glorias nuevas para aquellos que ya han estado
luchando contra las tentaciones. No se les pide que luchen solos. La Biblia dice en Romanos 8:13:” Porque si
vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las
obras de la carne, viviréis.”
Recordemos que Jesús
prometió que nunca nos dejaría ni nos desampararía. Jesús nos aseguró, que al
volver al Padre, nos enviaría al
Consolador, la Tercera Persona de la
Trinidad, el Espíritu Santo para que estuviese con nosotros para siempre.
El Espíritu Santo es el Ser más poderoso hoy día en el
mundo. La época del Antiguo Testamento
fue la de Dios, Padre. Durante el tiempo que estuvo Jesús en la tierra
fue la época de Dios, Hijo. Desde Pentecostés, vivimos en la época de Dios,
Espíritu Santo.
La Biblia dice que en el momento que recibiste a Cristo como
tu Salvador, el Espíritu Santo comenzó a morar en tu corazón. San Pablo advirtió que si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él.
Dirás:*pero no siento nada en mi corazón, no siento que el
Espíritu de Dios more en mi*.
Olvida tus sensaciones. No eres salvo por experimentar tus sensaciones y puedes muy
bien sentir la presencia del Espíritu, o no. Acéptalo, por fe, como un hecho.
Ahora mismo vive en ti para exaltar y glorificar a Cristo
para que puedas vivir una vida feliz, radiante, victoriosa, que honre a Cristo.
La Biblia manda que seamos “llenos del Espíritu” Efesios 5:18. Si estás lleno del Espíritu, entonces
manifestarás fruto del Espíritu que es Gálatas 5:22-23 “caridad, gozo, paz,
tolerancia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza. El ser lleno del Espíritu no es una opción para ti y
para mí. Es un imperativo, es un deber ineludible cuando has nacido de nuevo.
¿Cómo se sabe si uno está lleno del Espíritu Santo? ¿Y cómo
se puede estar lleno? ¿Hay alguna experiencia emocional por la que haya de
pasarse? No. Cuando estés enteramente purificado de todo pecado conocido, y en
completa sumisión Cristo, entonces
puedes aceptar por fe el hecho de que estás lleno del Espíritu Santo. Eso
significa que Él puede ser dueño de todo lo que hay en ti. Nada llenará tu
corazón, sino Él. La consagración será completa, la rendición total, absoluta,
incondicional e irrevocable.
La Biblia en Romanos
12: 1-2 nos dice: “Así que hermanos, os ruego por la misericordia de Dios, que
presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino
transformaros por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Únicamente el cristiano consagrado y lleno del Espíritu
Santo puede alcanzar la victoria sobre el mundo, el demonio y la carne. El
Espíritu es quien lucha en tu lugar. La Biblia nos enseña en Efesios 6:12
“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales”
Esta es una guerra espiritual. No puedes luchar contra esos
tres enemigos con las armas usuales. En la medida en que seamos canales y
permitamos que el Espíritu Santo luche utilizándonos, obtendremos la victoria
completa. La espada del Espíritu, la
palabra de Dios vence al mayor de los enemigos. No retengas nada, sino entrega
todo a Cristo. Déjale ser completamente el Señor y Maestro de tu vida. ¡Ríndete! Permite que Dios cumpla
su voluntad en tu vida.
Después de rendirte completamente a Cristo en sinceridad de corazón, recuerda
que Dios ha tomado en serio tu rendición. También en esto caminamos por fe. Tú
acudiste a Él, y Él te recibió. Como resultado de esa vida totalmente entregada
a Él disfrutarás de un valor y de una seguridad como jamás habías conocido.
Todo temor habrá desaparecido; el valor y el arrojo sobrenaturales forjarán la
decisión para tomar el partido por Jesús.
Si lees el Libro de los Hechos, verás que los apóstoles,
llenos del Espíritu muchas veces usaron la palabra seguridad.
No sólo tendrás
confianza, sino también manifestarás el fruto del Espíritu. Y recuerda que
estos frutos son del Espíritu. Tu mismo no puedes producirlos. Son frutos
sobrenaturales que caracterizarán tu vida espontáneamente, y se producen de manera sobrenatural.
Habrá amor. El gran mandamiento que Jesús nos dejó Juan 15:12-13 “Este es mi mandamiento: Que os
améis unos a otros, como yo os he amado.
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”.
Amarás a tus prójimos, no teniendo en cuenta ni raza, ni credo, ni estatus
social, ni filiación política, con un amor fraternal.
Habrá gozo. Una de las características del cristiano es su
gozo interior. No importa cuáles sean las circunstancias, tendrás el corazón
gozoso y el rostro radiante. Muchos cristianos andan con el rostro decaído y
esto no glorifica a Dios. Al encontrarse con un cristiano, es fácil saber si es
un cristiano victorioso, espiritual y rendido. El verdadero cristiano debe estar radiante,
capaz de iluminar y no de ensombrecer el ambiente en que vive. La Biblia en
Nehemías 8:10 “ El gozo del Eterno es vuestra fortaleza”.
Habrá paz. San Pablo en 2ª Corintios 4:8-9 “Que estamos
atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados,
pero no destruidos”.
Más frutos del Espíritu irán produciéndose, tolerancia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza, que adornan la vida de
aquellos verdaderamente consagrados al Señor, y llenos del Espíritu.
La victoria es tuya. ¡Echa manos de ella! Es la herencia que
te corresponde por fe en Jesús. No tienes razón para permitir en tu vida una
sola derrota. Puedes vivir gloriosamente. La vida puede ser una aventura
magnífica, gloriosa y emocionante. Querrás disfrutar de cada minuto. Tal vez
deplores el tener que acostarte temprano, bendecirás ciertamente el momento de
levantarte, porque cada día nuevo, has de vivir para Cristo. Cada día será
maravilloso lleno de momentos que pasar con Dios.
¡Vivirás lleno de conocimiento de que estás para siempre en
seguridad con Jesús!
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