} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA CONVERSIÓN (3)

domingo, 1 de mayo de 2011

LA CONVERSIÓN (3)

La conversión requiere de tres aspectos, dos de ellos activos y uno pasivo. En la conversión activa, están incluidos el arrepentimiento y la fe. El arrepentimiento es la conversión vista desde su punto de partida, el abandono de la vida anterior. La fe indica el punto objetivo de conversión, el volver a Dios. El tercero, que es pasivo, lo llamamos el nuevo nacimiento, la regeneración.
Bien, para alcanzar la gloria, Jesús, dijo que el hombre tiene que convertirse. No lo digo yo ¡lo dijo Jesús¡ Esta no es la opinión de un hombre, ¡es la declaración de Dios¡ Jesús dijo: "De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entrareis en el Reino de los Cielos" (San Mateo 18:3)
La verdadera conversión abarca toda la mente, todos los afectos y toda la voluntad.
Ha habido miles de personas que han sido convertidas intelectualmente a Cristo. Creen la Biblia entera, creen todo a cerca de Jesús pero nunca han sido convertidas a él.
En el segundo capítulo del Evangelio de San Juan, se encuentra una descripción de los centenares de personas que seguían a Jesús al principio de su ministerio. Se dice que muchos de ellos creyeron en Él. Sin embargo Jesús no se fió de ellos, porque conocía los corazones de todos los hombres. ¿Por qué no se fió Jesús de ellos? Sabía que creían solamente con la cabeza, y no con el corazón.
Hay una gran diferencia entre la conversión intelectual y la conversión total que salva el alma. Seguramente que debe haber un cambio en tu pensar y en tu aceptación intelectual de Cristo.
Millares de personas han tenido alguna forma de experiencia emocional que consideran como conversión, pero nunca han sido realmente convertidas a Cristo.
Cristo exige un cambio en la forma de vivir, y si tu vida no se halla en conformidad con tu experiencia, entonces tienes mucha razón en dudar de tu conversión. Ciertamente, hay un cambio en las emociones cuando te entregas a Cristo; un cambio en el cual están incluidos el odio y el amor, porque comenzarás a odiar el pecado y amar la justicia. Tus afectos sufrirán una transformación. Tu devoción a Cristo no conocerá límites. Tu amor por Él no podrá describirse.
Pero aun cuando aceptes a Cristo intelectualmente, y tengas una experiencia emocional de Él, todavía esto no es suficiente. ¡Es necesario la conversión de la voluntad¡ Debe haber esa determinación de obedecer y seguir a Cristo. Tu voluntad tiene que ser supeditada a la voluntad de Dios. El yo tendrá que ser clavado en la cruz. El único deseo que tendrás será el de agradar a Cristo.
En el momento de la conversión mientras estás al pie de la cruz, el Espíritu Santo te hará reconocer que eres pecador, y dirigirás tu fe hacia Cristo que murió en tu lugar. Tienes que abrir tu corazón y dejarle entrar. En ese momento preciso, el Espíritu Santo efectúa el milagro del nuevo nacimiento, y realmente pasas a ser una nueva criatura. Se implanta la naturaleza divina. Llegas a ser partícipe de la misma vida de Dios, por Jesucristo, mediante el Espíritu Santo que mora en tu corazón.
La conversión es tan sencilla, que el niño más pequeño puede ser convertido; pero también es tan profunda, que los teólogos a través de la historia han estudiado la profundidad de su significado. Dios ha hecho el camino de la salvación tan claro que los insensatos no yerren en él. Ninguna persona será jamás excluida del Reino de Dios porque no tuviese la capacidad de comprender. Los ricos y los pobres, los sabios y los ignorantes, todos pueden ser convertidos.
En resumen, la conversión significa simplemente cambiar. Cuando una persona se convierte, puede continuar queriendo lo que antes quería, pero habrá un cambio de razones por las cuales quererlo. Un convertido puede abandonar los objetos anteriores de sus afectos; puede aun apartarse de sus compañeros mundanos, no porque los desprecie –muchos de ellos serán honestos y amables- sino porque para él hay más atractivo en el compañerismo con los cristianos ya que le une a ellos el mismo sentimiento espiritual.
También habrá un cambio de corazón con respecto a Dios. Donde antes existía indiferencia para Dios, temor constante, miedo y oposición, hay ahora un estado de reverencia completa, de confianza, de obediencia y de devoción. Habrá un temor reverencial a Dios, una gratitud constante a Él, una dependencia de Él y una nueva lealtad. Antes de la conversión, el individuo puede haber agradado a la carne, la cultura y los intereses intelectuales o la ganancia de dinero le eran de primordial y suma importancia. Ahora,la justicia y la santidad del corazón y el vivir la vida cristiana serán colocados por encima de todos los demás intereses, pues el agradar a Cristo será la única cosa de verdadera importancia. En otras palabras, la conversión significa un cambio radical en la vida del individuo.

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