Santificación
Enseñamos que todo creyente es santificado
(apartado) para Dios por la
justificación y por lo tanto declarado
santo y por lo tanto identificado como un santo. Esta santificación es posicional e instantánea y no debe ser
confundida con la santificación progresiva. Esta santificación tiene que
ver con la posición del creyente, no con su vida práctica actual o condición (Hechos 20:32 Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a
la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia
con todos los santificados.
1 Corintios 1:2, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús,
llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de
nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro
2 Tesalonicenses 2:13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros,
hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya
escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el
Espíritu y la fe en la verdad,
Hebreos 2:11 Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos;
por lo cual no se avergüenza de llamarlos
hermanos,
Hebreos 3:1 Por tanto, hermanos santos, participantes
del llamamiento celestial, considerad al apóstol
y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;
Hebreos 10:10 En esa voluntad somos santificados mediante
la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
1 Pedro 1:2 elegidos según
la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser
rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas ).
Enseñamos que por la obra del
Espíritu Santo también hay una santificación progresiva mediante
la cual el estado del creyente es traído a un punto más cercano a la posición
que disfruta por medio de la justificación. A través de la obediencia a la Palabra de Dios y la capacidad dada por el Espíritu
Santo, el creyente es capaz de vivir una vida de mayor santidad en
conformidad a la voluntad de Dios, volviéndose más y más como nuestro Señor
Jesucristo (Juan 17:17, 19 17 Santifícalos
en tu verdad; tu palabra es verdad. 18
Como tú
me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me
santifico a mí mismo, para que también ellos sean
santificados en la verdad.
Romanos 6:1-22 1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. 5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; 6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. 8 Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; 9 sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. 10 Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. 11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. 12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. 15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. 16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? 17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. 19 Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia. 20 Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.21 ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. 22 Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
2 Corintios 3:18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo
la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria
en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
1 Tesalonicenses 4:3-4 3 pues la voluntad de Dios es
vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; 4 que
cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor
1 Tesalonicenses 5:23 Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. ).
Con respecto
a esto, enseñamos que toda persona salva
está involucrada en un conflicto diario—la nueva naturaleza en Cristo
batallando en contra de la carne—pero hay provisión adecuada para la victoria por medio del poder
del Espíritu Santo Quien mora en el creyente. No obstante la
batalla permanece en el creyente a lo largo de esta vida terrenal y nunca es
terminada en su totalidad. Toda afirmación de que un creyente puede
erradicar el pecado en su vida en esta vida, no es Bíblica. La erradicación del
pecado no es posible, pero el Espíritu Santo provee lo necesario para la
victoria sobre el pecado (Gálatas 5:16-25 16
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis
los deseos de la carne.17 Porque el deseo de la carne es
contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne;
y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.18
Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la
ley. 19 Y manifiestas son las obras de la carne, que
son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20
idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos,
celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21
envidias, homicidios, borracheras, orgías,
y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he
dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley. 24
Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y
deseos. 25 Si vivimos por el Espíritu,
andemos también por el Espíritu.
Efesios 4:22-24 22 En
cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y
renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y
vestíos del nuevo hombre, creado según
Dios en la
justicia y santidad de la verdad.
Filipenses 3:12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea
perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui
también asido por Cristo Jesús.
Colosenses 3:9-10 9 No
mintáis los unos a los otros, habiéndoos
despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la
imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento
pleno,
1 Pedro 1:14-16 14 como hijos obedientes, no os
conforméis a los deseos que antes teníais estando
en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó
es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16
porque escrito está: Sed santos, porque yo
soy santo
1 Juan 3:5-9 5 Y
sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.
6 Todo aquel que permanece en él,
no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. 7
Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia
es justo, como él es justo. 8 El que practica el pecado es
del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció
el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 9
Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente
de Dios permanece en él; y no puede pecar,
porque es nacido de Dios. ).
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