Estudiar los libros de la Biblia, es una tarea hermosa y alentadora. Los que nos acercamos al texto Bíblico reconociendo su inspiración, inerrancia e inmutabilidad, somos inspirados por el Espíritu Santo en su lectura y estudio. Son pocas las personas que se ven motivadas a estudiar los libros de la Biblia de manera inductiva y detallada. En este sentido, se requiere mayor trabajo, dedicación y un estudio sistemático de las verdades del evangelio. Me he propuesto realizar un estudio inductivo y analítico del libro de Rut. Por medio del mismo, nos será posible identificar la providencia y soberanía absoluta de Dios en la vida diaria. Además, abordar los aspectos relacionados con la responsabilidad humana en la salvación. Los beneficios y resultados de la redención. La forma providencial y fiel como Dios gobierna todas las cosas. En el estudio, podremos identificar los principios de la misericordia, bondad y bendición de Dios. Sus perfecciones serán estudiadas y resaltadas.
Estudiaremos el libro de Rut, analizaremos aspectos como el carácter o perfecciones de Dios, sus perfecciones, soberanía, providencia, presencia. En este sentido, consideraremos su misión como Dios, protector, Redentor y Señor. Estudiaremos las implicaciones del actuar de Dios en la vida de sus hijos.
Al comenzar a estudiar este sensacional libro, es pertinente, reconocer su valor histórico, bíblico y teológico. En consecuencia consideraremos aspectos relacionados con el carácter soberano y trascendental de Dios. En este sentido, reconoceremos que el Señor tiene el control de todo cuanto existe; nada sucede sin su designio. También, confesaremos que las cosas que vemos, vivimos y conocemos son magistralmente, controladas, ejecutadas o permitidas por el Dios del universo. Lo cual indica, que el hilo conductor de los acontecimientos y circunstancias, esta sostenido y manejado por sus manos misericordiosas, justas y sabias.
La aceptación de su soberanía en todo cuanto existe, nos permitirá descansar en sus sabios y cariñosos planes. También, nos invitará en todo momento de nuestra vida a rendir adoración, reconocimiento y servicio a su majestad. Solo un Dios soberano, controla todas las cosas, porque Él mismo las ha decretado. Nadie puede conocer los acontecimientos de la historia, si no es su autor. No obstante, el único y soberano Dios, conoce todas las cosas y se complace en ejecutarlas para su propia gloria. O usa los medios que Él mismo ha establecido, para que esas cosas se realicen, de igual forma, para su única y gran gloria.
Al acercarnos al libro de Rut, descubriremos en sus líneas, no solo las maravillas de esta historia, si no también aspectos de la vida de Israel, vida familiar, principios de relaciones y fidelidad. Lo más fascinante y alentador es ver la mano de Dios guiando, dirigiendo y haciendo que las cosas que han sido decretadas y preestablecidas sean realidad en el tiempo, circunstancias y condiciones como se han planeado. Además, nos permite conocer a Dios, revelado en las cosas creadas y manifestado en forma providencial para guiar y sustentar a los suyos.
Para la realización de este estudio, es imprescindible leer el capítulo uno del libro de Rut una y otra vez para identificar, resaltar y meditar en aquellos aspectos, decisiones y acciones directas o indirectas que lo revelan como el Dios en la Biblia. De esta forma, será posible reconocer su soberanía, carácter y providencia diaria en todas las cosas y acontecimientos. Por consiguiente, nos será posible, valorar su control absoluto y descansar en sus sabios planes.
DIOS SOBERANO EN SU CREACIÓN
El capítulo comienza hablando de un acontecimiento histórico y real. Aconteció en un lugar y tiempo específico. Además, nos muestra las consecuencias reales y circunstanciales vividas por quienes afrontaron esta situación de hambre. “Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos. …” Rut 1; 1
Pese a que el hambre es consecuencia del pecado, no obstante, el Dios soberano la permite para manifestar su poder, demostrar su juicio y expresar su gran poder y provisión. Podemos decir, que la situación de hambre por la que pasó, por lo menos esta parte del pueblo de Israel, fue una expresión de la soberanía divina para revelarnos su poder. Es interesante, anotar, que el alimento, por ser una necesidad básica, moviliza a toda persona. En este caso a quienes están afrontando la escasez y se ven abocados a ir a lugares donde haya alimentos suficientes.
Debemos resaltar que en varias partes en la Biblia se registran situaciones de hambre por las cuales pasó la tierra, no solo los del pueblo escogido. Esto nos permite reafirmar, que las condiciones naturales, por las que el Señor permite que pasemos revelan la grandeza de Dios sobre las cosas creadas. Él tiene el control sobre su creación de tal forma, que la hace producir fruto en abundancia en algunas épocas, o la hace improductiva y estéril.
En tiempos de Abram hubo hambre en su tierra y tuvo que ir a Egipto en busca de alimentos; “Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra” (Génesis 12:10).
Hubo hambre en Egipto, en los días de José hijo de Jacob; “Y comenzaron a venir los siete años del hambre, como José había dicho; y hubo hambre en todos los países…” (Génesis 41:54).
Durante el reinado de David, hubo hambre en Israel; “Hubo hambre en los días de David por tres años consecutivos” (2 Samuel 21:1).
Los profetas Elías y Eliseo también sufrieron las penurias de periodos de hambre; “…Y el hambre era grave en Samaria” (1 Reyes. 18:2), “Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra” (2 Reyes 4:38). “Y hubo gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel sitio” (2 Reyes 6:25).
También el profeta Jeremías sufrió los rigores del hambre; “…porque allí morirá de hambre, pues no hay más pan en la ciudad” y “…prevaleció el hambre en la ciudad, hasta no haber pan para el pueblo” (Jeremías 28:9; 52:6).
En el Nuevo Testamento, la Biblia registra un periodo de hambre, el cual afectó a los cristianos; “Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio” (Hechos 11:28).
Respecto a situaciones de hambre en la tierra, de la cual Noemí y su familia son afectadas, hemos de notar que manifiestan la soberanía de Dios sobre su creación. Es el Señor mismo, quien permite periodos de hambre y escasez para llamar a su pueblo al arrepentimiento; juzgar a los reprobados; disciplinar a sus hijos y manifestar su maravillosa providencia para con ellos. Eso nos muestran los siguientes textos: “…porque Jehová ha llamado el hambre, la cual vendrá sobre la tierra por siete años” (2 Reyes. 8:1). “Trajo hambre sobre la tierra, y quebrantó todo sustento de pan” (Salmo 105:16). “Así, pues, ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que yo los castigaré; los jóvenes morirán a espada, sus hijos y sus hijas morirán de hambre” y “Y enviaré sobre ellos espada, hambre y pestilencia, hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus padres” (Jeremías 11:22; 24:10).
Otra de las manifestaciones de la soberanía y control del Señor aun en el hambre, es la provisión de la cual Él nos colma, para su gloria y nuestra bendición. Por lo menos, eso es lo que nos indica la Escritura. “Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien” (Salmo 34:10). “Jehová no dejará padecer hambre al justo; Mas la iniquidad lanzará a los impíos” (Proverbios 10:3).
La gracia soberana de Dios para con sus hijos, se manifiesta no solo en ordenar a la naturaleza que actúe de acuerdo a sus designios, sino en sustentar a sus seguidores en medio de las situaciones que parecen hostiles y adversas. En este sentido, podemos percibir la soberanía del Señor, en el desplazamiento de esta familia a Moab y posteriormente, en la muerte de los tres hombres de la familia judía. “…Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos” .
Muchos
de nosotros, tenemos dificultad en ver la soberanía de Dios en la muerte de nuestros
seres queridos y en condiciones de pobreza, dolor y angustia. “Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella
con sus dos hijos… Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión,
quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido” (Rut
1; 3-5).
Al ser desterrados por razones naturales o antinaturales, y afrontar la condición de otras condiciones de vida, nos preguntamos ¿dónde está el Señor en todo esto? Sin embargo, para quienes son guiados por el Señor, todas las cosas conducen a la vida y la esperanza. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). En este sentido, el hambre, muerte, dolor y sufrimiento son elementos llenos de soberanía, usados por Dios para el trato con sus hijos. Afirmar esto, desde la periferia es fácil. Sin embargo, cuando estamos en el fragor de la prueba, la situación se torna distinta e incomprensible.
Un Dios soberano, dirige con cuerdas invisibles de amor y providencia a sus hijos. Eso es lo que vemos con la dirección que da paso a paso a las decisiones, acciones y adversidades en la vida de Noemí, Rut y su familia. Cada detalle, por sencillo que parezca, esta enmarcado dentro del cuidado amoroso, tierno, extraordinario y revelador de Dios. El hambre en Belén y la posterior abundancia. Soledad y posterior compañía. Amargura y posterior dulzura. Dolor y posterior esperanza. Pérdida y posterior ganancia. Todas las situaciones y momentos específicos por los que pasamos a diario, son dirigidos y encaminados por la cuerda irrompible de su soberanía, control y providencia sobrenatural.
La casualidad, destino o suerte labrado por uno mismo, pierden sentido, al entender por la gracia divina, que todo está determinado desde antes de la fundación del mundo. En absoluto, nada sucede por decisión humana. Más bien, todo cuanto acontece a la naturaleza, vida personal y a toda la creación, es la realidad de la soberanía de Dios. Por lo tanto, no debemos desanimarnos ante las situaciones inesperadas y complejas de la vida. Debemos descansar en la gracia soberana del Señor para sus hijos. Noemí y Rut vieron en su propia vida su dirección. Comprendieron como Él, usa las circunstancias aparentemente adversas, para ejecutar sus planes preestablecidos y llevar a cabo su perfecta obra.
De igual forma, todo fiel hijo, está llamado a ver en todas las cosas la voluntad soberana de Dios, siendo ejecutada para su propia gloria. Un Dios soberano, no es sorprendido por ninguna cosa, sea natural o no. Por el contrario, Él mismo es quien da la palabra y todas las cosas suceden. De manera especial, en el capítulo uno, vemos la soberanía maravillosa del Señor a favor de sus hijos. Usa situaciones de la vida, para revelarles los inalcanzables propósitos de sus insondables planes. No debemos descansar hasta que comprendamos los principios de su majestuosa acción en la vida de sus criaturas y creación.
Continuará
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