Romanos 5:7 Ciertamente,
apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir
por el bueno.
8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros,
en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Cristo murió por
los pecadores; no sólo por los que eramos inútiles sino por los que eramos
culpables y aborrecibles; por ésos cuya destrucción eterna sería para la gloria
de la justicia de Dios. Cristo murió por salvarnos, no en nuestros
pecados, sino de nuestros pecados y, aún éramos pecadores cuando
Él murió por nosotros. Sí, la mente carnal no sólo es enemiga de Dios, sino la
enemistad misma; Colosenses 1; 21.
Pero Dios
determinó librar del pecado y obrar un cambio grande. Mientras continúe el
estado pecaminoso, Dios aborrece al pecador y el pecador aborrece a Dios, Zacarías 11; 8. Es un misterio que Cristo muriera por
todos ños pecadores; no se conoce otro ejemplo de amor, para que bien podamos dedicar
la eternidad en adorar y maravillarnos de Él.
Además, ¿qué
idea tenía el apóstol cuando supone el caso de uno que muere por un justo? Y
eso que sólo lo puso como algo que podría ser. ¿No era que al pasar este
sufrimiento, la persona que se quería beneficiar, pudiese ser librada? Pero ¿de
qué somos librados los creyentes en Cristo por su muerte? No de la muerte
corporal, porque todos debemos soportarla. El mal, del cual podía efectuarse la
liberación sólo de esta manera asombrosa, debe haber sido mucho más terrible
que la muerte natural. No hay mal al que pueda aplicarse el argumento, salvo el
que el apóstol asevera concretamente, el pecado y la ira, el
castigo del pecado determinado por la justicia infalible de Dios.
Y si, por la
gracia divina, así fuimos llevados a arrepentirnos y a creer en Cristo, y así eramos
justificados por el precio de su sangre derramada y por fe en esa expiación,
mucho más por medio del que murió por nosotros y resucitó, seremos librados de
caer en el poder del pecado y de Satanás, o de alejarnos definitivamente de él.
El Señor viviente de todos concretará el propósito de su amor al morir salvando
hasta el último de todos los creyentes verdaderos. Eramos débiles e incapaces
de salvarnos. Alguien tuvo que venir a rescatarnos. Cristo no solo vino en un
buen momento de la historia, sino a su debido tiempo, de acuerdo al plan del
Padre. Dios controla la historia, y controló la ocasión, los métodos y los
resultados de la muerte de Jesús. Siendo aún pecadores son palabras
maravillosas. Dios envió a Jesucristo para que muriera por nosotros, no porque
seamos buenos, sino porque nos ama. Cuando no se sienta seguro del amor de
Dios, recuerde: si El lo amó cuando usted aún era rebelde, puede sin duda
fortalecerlo ahora que le corresponde.
Teniendo tal
señal de salvación en el amor de Dios por medio de Cristo, el apóstol declara
que los creyentes no sólo nos regocijamos en la esperanza del cielo, y hasta en
nuestras tribulaciones por amor de Cristo, sino que también nos gloriamos en
Dios como el Amigo seguro y Porción absolutamente suficiente nuestro, por medio
de Cristo únicamente.
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