2 Corintios 4:6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para
iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
Juan 3:7 No te maravilles de
que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
Es agradable contemplar el sol en el firmamento,
pero es más agradable y provechoso que el evangelio brille en el corazón. Como
la luz fue al principio de la primera creación, así, también, en la nueva
creación, la luz del Espíritu es su primera obra en el alma. El tesoro de luz y
gracia del evangelio está puesto en vasos de barro. Los nacidos por Evangelio de
Jesús estamos sometidos a las mismas pasiones y debilidades que los demás
hombres. Dios podría haber enviado a los ángeles para dar a conocer la doctrina
gloriosa del Evangelio o podría haber enviado a los hijos de los hombres más
admirados para enseñar a las naciones, pero escogió vasos más humildes, más
débiles, para que su poder sea altamente glorificado al sostenernos, y en el
bendito cambio obrado por el ministerio de ellos.
El nacimiento es el comienzo de la vida; nacer de
nuevo es empezar a vivir de nuevo, como los que han vivido muy equivocados o
con poco sentido. Debemos tener una nueva naturaleza, nuevos principios, nuevos
afectos, nuevas miras. Por nuestro primer nacimiento somos corruptos, formados
en el pecado; por tanto, debemos ser hechos nuevas criaturas. No podía haberse
elegido una expresión más fuerte para significar un cambio de estado y de
carácter grande y muy notable. Debemos ser enteramente diferentes de lo que
fuimos antes, como aquello que empieza a ser en cualquier momento, no es, y no
puede ser lo mismo que era antes. Este nuevo nacimiento es del cielo, (Juan 1; 13),
y tiende al cielo. Es un cambio grande hecho en el corazón del pecador
por el poder del Espíritu Santo. Significa que algo es hecho en nosotros y a
favor de nosotros que no podemos hacer por nosotros mismos. Algo obra por lo
que empieza una vida que durará por siempre. De otra manera no podemos esperar
un beneficio de Cristo; es necesario para nuestra felicidad aquí y en el más
allá.
Nicodemo entendió mal lo que dijo Cristo, como si
no hubiera otra manera de regenerar y moldear de nuevo un alma inmortal que
volver a dar un marco al cuerpo. Sin embargo, reconoció su ignorancia, lo que
muestra el deseo de ser mejor informado. Entonces, el Señor Jesús explica más.
Muestra al Autor de este bendito cambio. No es obra de nuestra sabiduría o
poder propio, sino del poder del bendito Espíritu. Somos formados en iniquidad,
lo que hace necesario que nuestra naturaleza sea cambiada. No tenemos que maravillarnos
de esto, porque cuando consideramos la santidad de Dios, la depravación de
nuestra naturaleza, y la dicha puesta ante nosotros, no tenemos que pensar que
es raro que se ponga tanto énfasis sobre esto.
Hemos "nacido de Dios" cuando el
Espíritu Santo vive en nosotros y Jesucristo nos da nueva vida. Haber nacido de
nuevo es más que un inicio; es un renacimiento, es recibir un nuevo nombre de
familia basado en la muerte de Cristo por nosotros. Cuando eso sucede, Dios nos
perdona y acepta totalmente. El Espíritu Santo nos da una mente nueva y un
nuevo corazón, vive en nosotros y nos ayuda a ser como Cristo. Nuestra
perspectiva cambia también porque tenemos una mente nueva que se renueva de día
en día por el Espíritu Santo (Romanos 12:2; Efesios 4:22-24). Por lo tanto,
debemos empezar a pensar y a actuar en forma distinta.
1Juan 3:9 Todo aquel que es
nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en
él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
Todos tenemos aspectos en que
la tentación es fuerte y tenemos hábitos difíciles de vencer. Esas debilidades
dan a Satanás una base; por lo tanto, debemos contender con nuestros aspectos
vulnerables. Si tenemos dificultades con un pecado determinado, sin embargo,
estos versículos no están dirigidos a nosotros, aunque al presente pareciera
que "practicamos el pecado". Juan no se refiere a personas cuyas
victorias todavía son incompletas sino a quienes practican el pecado y buscan
formas de justificarlo.
Tres pasos son necesarios para hallar victoria
sobre un pecado predominante:
(1) buscar
el poder del Espíritu Santo y la Palabra de Dios
(2) huir de las situaciones de tentación
(3) buscar la ayuda del cuerpo de Cristo. Estemos
dispuestos a dar cuenta de nuestros hechos y a aceptar la oración de los demás.
"Todo aquel que es nacido de Dios, no
practica el pecado" significa que los verdaderos creyentes no hacen del
pecar una práctica ni se vuelven indiferentes a la moral de Dios. Todos los
creyentes todavía pecamos, pero nosesforzamos por ganar la victoria sobre el
pecado. "La simiente de Dios permanece en él" significa que los
verdaderos creyentes no hacemos del pecar una práctica porque la nueva vida de
Dios ha nacido en nosotros.
La meta suprema de Dios en cuanto a nosotros es hacernos semejantes a
Cristo (1Juan
3:2). A medida que vamos siendo como El, descubrimos lo que en
realidad somos, las personas para lo cual fuimos creados. ¿Cómo podemos ser
conformados a la imagen de Cristo? Leyendo y prestando atención a la Palabra de
Dios, obedeciendo y estudiando su vida
en la tierra a través de los Evangelios, llenándonos con el Espíritu Santo y
haciendo la obra de Dios en la tierra.
Juan 4:34 Jesús les dijo: Mi comida es
que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. Nuestro Maestro nos ha dejado
un ejemplo para que aprendamos a hacer la voluntad de Dios como Él la hizo; con
diligencia como los que hacen su actividad de ella; con deleite y placer en
ella.
No es simplemente nacer de
nuevo, hay que caminar por la senda estrecha, dejando atrás por las pruebas
todos los estorbos; vendrán aflicciones pero es Dios formando a sus hijos, a su
Iglesia. Dios está al control de todas las cosas. Sabe la disciplina que vamos
a necesitar, donde vamos a desobedecer. Gracias Señor por cambiarnos. Sabemos que la aflicción
no quita el pecado sino que nos lleva a la madurez. Gracias poque Tu Santo
Espíritu nos trae la comprensión de estas cosas. Tenemos un Padre que nos ama
tanto que nuestra mente de hijos limitados no puede entender.
Deuteronomio 14:2 Porque eres pueblo
santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un pueblo
único de entre todos los pueblos que están sobre la tierra.
Dios
nos ha escogido para ser salvos. A quienes Dios elige para ser sus hijos, nos
formará para que seamos un pueblo santo y celoso de buenas obras. Debemos ser
cuidadosos para evitar todo lo que pueda producir deshonra a nuestra profesión
de fe ante los ojos de quienes esperan vernos vacilar. Nuestro Padre celestial
nada prohíbe que no sea por nuestro bienestar. No te hagas daño; no arruines tu
salud, tu reputación, tus comodidades domésticas, la paz de tu mente.
Especialmente, no asesines tu alma. No seas esclavo vil de tus apetitos y
pasiones. No hagas miserables a los que te rodean y no traigas ignominia sobre
ti; apunta a lo que es más excelente y útil.
Preguntemos a nuestro corazón, ¿somos los
hijos del Señor nuestro Dios? ¿Estamos separados del mundo impío, apartados
para la gloria de Dios, comprados por la sangre de Cristo? ¿Estamos sometidos a
la obra del Espíritu Santo?
¡¡Señor, ¡enséñanos con aquellos preceptos con
cuánta pureza y santidad debe vivir todo tu pueblo!!
¡Maranatha!
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