Tito 3:4 Pero cuando se
manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres,
5 nos salvó, no por
obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por
el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
Pablo resume lo que Cristo hace cuando nos salva. Nos trasladamos de
una vida llena de pecado a una que es guiada por el Espíritu Santo. Fuimos
lavados de todos nuestros
pecados, no sólo de algunos. Lavamiento se refiere a las aguas del bautismo, lo
cual es señal de salvación. Al hacerse cristiano, el creyente reconoce a Cristo
como el Señor y su obra de salvación. Recibimos la vida eterna con todos sus tesoros. Tenemos la
renovación del Espíritu Santo y El continuamente renueva nuestros corazones.
Nada de esto tiene lugar por haberlo ganado o merecido, todo es un regalo de
Dios. Nosotros ni hicimos obras de justicia, ni fuimos salvados en consecuencia
de ellas: mas la bondad de Dios lo hizo todo. Su bondad y amor al hombre fueron manifestados en la redención una
vez para siempre obrada por él para la raza humana generalmente; su mísericordia
es la causa incitante a favor de nuestra realización individual de ella. Se presupone la fe como el instrumento de nuestra “salvación”; el que seamos
salvos, pues, se menciona como hecho
cumplido. No se menciona aquí la
fe, sino sólo la parte de Dios en la operación, pues el objeto de Pablo
aquí no es describir el nuevo estado del hombre, sino la agencia salvadora de Dios en producir el nuevo estado
del hombre, independiente de todo
mérito de parte del hombre.
Las tres personas de la Trinidad se mencionan en ests versículos porque
participan en la obra de salvación. Basándose en la obra de redención de su
Hijo, el Padre perdona y envía al Espíritu Santo para limpiar y renovarnos
continuamente.
La Palabra es el instrumento por
el cual escuchamos y anterior
del nuevo nacimiento; el bautismo es el instrumento aproximado de él. La Palabra, el instrumento para el individuo; el bautismo en relación
con la Sociedad de cristianos.
El lavadero de purificación estaba al exterior de la puerta del
tabernáculo, en el cual el sacerdote tenía que lavarse antes de entrar al Lugar
Santo; así, pues, nosotros tenemos que ser lavados en el lavacro de la
regeneración antes de poder entrar en la iglesia, los miembros de la cual son
un “sacerdocio real”. “Bautismo por el Espíritu” (del cual el bautismo de agua
es el sello) hace la diferencia entre el bautismo cristiano y el de Juan.
Así como Pablo presupone que la iglesia externa es la comunidad
visible de los redimidos, así habla del bautismo en la suposición de que éste
responde a tal idea; que todo lo interno perteneciente a su perfección
acompañaba lo externo. Por esto afirma aquí del bautismo externo todo lo que
está incluído en la apropiación por la fe de las verdades divinas que el
bautismo simboliza, todo lo que se realiza cuando el bautismo corresponde
plenamente con su propósito original. Así Galatas 3:27; lenguaje que vale sólo para aquellos
en quienes la comunión viviente y el bautismo externo se juntan. “Nos salvó” se
refiere sólo plenamente a los que son verdaderamente regenerados; en sentido
general podrá incluír a muchos, quienes, puestos al alcance de la salvación,
finalmente no se salvarán.
Dios Padre es Dios nuestro Salvador. Él es la fuente de la cual fluye
el Espíritu Santo para enseñar, regenerar y salvar a sus criaturas caídas; y
esta bendición llega a la humanidad por medio de Cristo. El amor
y la gracia tienen gran poder, por medio del Espíritu, para cambiar y volver el
corazón a Dios. Las obras deben estar en el salvado, pero no son la causa de su
salvación. Obra un nuevo principio de gracia y santidad, que cambia, gobierna y
hace nueva criatura al hombre. La mayoría pretende que al final tendrá el
cielo, aunque ahora no les importa la santidad: ellos quieren el final sin el
comienzo.
Este es el signo y sello externo de ello en el bautismo, llamado el
lavamiento de la regeneración. El agua del bautismo no efectúa la regeneración
ni aun como “instrumento”; el Espíritu Santo es el agente e instrumento en esta
operación espiritual.
La obra es interior y espiritual; es significada y sellada
exteriormente en esta ordenanza del bautismo. No se resta importancia al signo
y sello exterior; pero no descansamos en el lavamiento exterior, pero buscamos
la respuesta de una buena conciencia, sin la cual el lavado externo no sirve de
nada. El que obra en el interior es el Espíritu de Dios; es la renovación del
Espíritu Santo. Por Él mortificamos el pecado, cumplimos el deber, andamos en
los caminos de Dios; toda la obra de la vida divina en nosotros, los frutos de
la justicia afuera, son por este Espíritu Bendito y Santo. El Espíritu y sus
dones y gracias salvadoras vienen por medio de Cristo, como Salvador, cuya
empresa y obra es llevar a los hombres a la gracia y la gloria. La justificación,
en el sentido del evangelio, es el perdón gratuito del pecador; aceptarlo como
justo por la justicia de Cristo recibida por fe. Dios es bueno con el pecador
cuando lo justifica según el evangelio, pero es justo consigo mismo y con su
ley. Como el perdón es por medio de la justicia perfecta, y Cristo satisface la
justicia, esta no puede ser merecida por el pecador mismo. La vida eterna se
presenta ante nosotros en la promesa; el Espíritu produce la fe en nosotros y
la esperanza de esa vida; la fe y la esperanza la acercan y llenan de gozo por
la expectativa de ella.
La “Regeneración” ocurre sólo una vez más en el Nuevo Testamento, Mateo 19:28,
es decir, el nuevo nacimiento de los
cielos y la tierra, en la segunda venida de Cristo para renovar todas
las cosas materiales, inclusive el cuerpo humano, cuando la criatura, ahora
padeciendo dolores de parto, será libertada de la esclavitud de corrupción a la
libertad gloriosa de los hijos de Dios. La regeneración que ahora empieza en el
alma del creyente, entonces se extenderá a su cuerpo, y desde allí a toda la
creación. La regeneración es
cosa hecha una vez para siempre; la renovación
es un proceso diariamente continuado; una renovación, restauración,
transformación, y un cambio de corazón y vida. En Romanos 12:2, indica un cambio
completo para lo mejor, un ajuste de la visión moral y espiritual de uno.
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