1 de Reyes capítulo 21
1 Después de
estos sucesos, sucedió que Nabot de Yizreel tenía en Yizreel una viña junto al
palacio de Ajab, rey de Samaría.
2 Y Ajab dijo a
Nabot: Dame tu viña para que me sirva de huerto de hortalizas, ya que está
junto a mi palacio; y yo te daré en su lugar otra viña mejor que ésta, o si lo
prefieres, te pagaré en dinero su valor.
3 Pero Nabot
respondió a Ajab: ¡Líbreme Yahvéh de entregarte la heredad de mis padres!
4 Ajab entró en
su casa triste e irritado por la respuesta que le había dado Nabot de Yizreel,
al decirle: No te entregaré la heredad de mis padres. Y se acostó en su lecho,
volvió el rostro hacia la pared y no quiso comer.
5 Su esposa
Jezabel se llegó a él y le dijo: ¿Qué te pasa, que estás con aire triste, y no
quieres comer?
6 Respondióle él:
Porque he estado hablando con Nabot de Yizreel y le he dicho: Dame tu viña por
dinero, o si lo prefieres, te daré a cambio otra. Y él me ha respondido: No te
daré mi viña.
7 Su esposa Jezabel le contestó: ¿ Y tú ejerces
ahora el poder real sobre Israel? ¡Levántate y come algo, y alégrese tu
corazón! Yo me encargaré de darte la viña de Nabot de Yizreel.
8 Escribió ella
en seguida unas cartas en nombre de Ajab, las selló con el sello de él y las
envió a los ancianos y notables que había en la ciudad y vivían con Nabot.
9 Decía en las
cartas: Promulgad un ayuno y dad asiento a Nabot a la cabeza del pueblo;
10 y poned frente
a él a dos hombres perversos, que testifiquen contra él, diciendo: Tú has
maldecido a Dios y al rey. Sacadlo luego fuera, y que muera lapidado.
11 Los hombres de
la ciudad, los ancianos y notables que residían en ella, hicieron lo que les
había mandado Jezabel, conforme a lo que estaba escrito en las cartas que ella
les había enviado.
12 Promulgaron un
ayuno e hicieron tomar asiento a Nabot a la cabeza del pueblo.
13 Llegaron luego
los dos hombres perversos, se sentaron frente a él y testificaron así contra
Nabot delante del pueblo: Nabot ha maldecido a Dios y al rey. Entonces lo
sacaron fuera de la ciudad, lo apedrearon y murió.
14 Luego mandaron
a decir a Jezabel: Nabot ha sido lapidado, y ha muerto.
15 Cuando Jezabel
supo que Nabot había sido lapidado y muerto, dijo a Ajab: Anda y toma ya
posesión de la viña de Nabot de Yizreel, el que se negó a dártela por dinero,
pues Nabot ya no vive; ha muerto.
16 Apenas oyó
Ajab que Nabot había muerto, se levantó y bajó a la viña de Nabot de Yizreel,
para tomar posesión de ella.
17 Entonces
Yahvéh habló a Elías el teSbita y le dijo:
18 Levántate y
baja al encuentro de Ajab, rey de Israel, que reside en Samaría. Ahora se halla
en la viña de Nabot, a la que ha bajado allí para tomar posesión de ella.
19 Y le has de
hablar de esta manera: Así dice Yahvéh: Además de haberlo matado, ¿te
apropiarás lo suyo? Y añadirás: Así habla Yahvéh: En el mismo lugar en que los
perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán también la tuya.
20 Y Ajab dijo a
Elías: ¡Otra vez a mi encuentro, enemigo mío! Él le respondió: Sí; otra vez a
tu encuentro. Por haberte vendido para hacer el mal a los ojos de Yahvéh,
21 yo voy a traer
sobre ti la desventura: barreré tu linaje, exterminaré todo varón de la familia
de Ajab, esclavo o libre, en Israel.
22 Haré con tu
casa lo que hice con la de Yeroboam, hijo de Nebat, y con la de Basa, hijo de
Ajiyyá, por haber provocado tú mi ira y haber hecho pecar a Israel.
23 También contra
Jezabel ha dicho Yahvéh: Los perros comerán a Jezabel junto al muro de Yizreel.
24 Al que de Ajab
muera en la ciudad, se lo comerán los perros; y al que muera en el campo, se lo
comerán las aves del cielo.
25 Realmente no hubo
nadie que se vendiera como Ajab para hacer el mal a los ojos de Yahvéh. Fue su
esposa Jezabel la que lo incitó.
26 Hizo muchas
cosas abominables: se fue tras los ídolos, enteramente como lo habían hecho los
amorreos, a los que Yahvéh arrojó delante de los hijos de Israel.
27 Al oír Ajab
todas estas palabras, rasgó sus vestiduras se puso un saco sobre la carne y
ayunó; se acostaba con el saco puesto y andaba abatido.
28 Entonces la
palabra de Yahvéh le fue dirigida a Elías el tesbita, diciéndole:
29 ¿Has visto
cómo Ajab se ha humillado delante de mí? Por haberse humillado delante de mí,
no traeré la desgracia sobre su casa durante su vida, sino que la traeré
durante la vida de su hijo.
La Biblia es tan sincera acerca de la vida de sus héroes
como lo es acerca de aquellos que rechazaron a Dios. Algunos personajes
bíblicos descubrieron lo que Dios puede hacer con los fracasos cuando se
vuelven a Él. Muchos otros, sin embargo, no admitieron sus errores, ni se
volvieron a Dios.
Acab fue el rey más perverso que ningún otro rey en Israel (
1 Rey 16.30; 21.25), pero cuando se arrepintió con profunda humildad, Dios lo
tomó en cuenta y redujo su castigo. El mismo Dios que fue misericordioso con
Acab quiere ser misericordioso con usted. Sin importar cuán malvado haya sido,
nunca es demasiado tarde para humillarse, volverse a Dios y pedir su perdón.
Jezabel figura como la mujer más perversa de la Biblia. Las
Escrituras hasta utiliza su nombre como un ejemplo de la gente que rechaza
completamente a Dios (Apoc_2:20-21). Muchas mujeres paganas se casaron con
israelitas sin reconocer al Dios que sus esposos adoraban. Trajeron sus
religiones con ellas. Pero ninguna fue tan determinada como Jezabel a hacer que
todo Israel adorara a sus ídolos. Para el profeta Elías, parecía que ella había
tenido éxito. El sintió que era el único que aún seguía siendo fiel a Dios
hasta que Él le dijo que todavía había siete mil que no habían abandonado la
fe. El único "éxito" de Jezabel fue contribuir a la causa de la caída
final del reino del norte: la idolatría. Dios castigó a las tribus del norte
por su idolatría al hacer que fueran llevados en cautiverio.
Jezabel tenía un gran
poder, que utilizaba para manipular. No
sólo manejaba a su esposo, el rey Acab, sino que además tenía un surtido de
ochocientos cincuenta sacerdotes paganos bajo su control. Estaba comprometida
con sus dioses y decidida a obtener lo que quería. Creía que el rey tenía el
derecho y la libertad de poseer lo que quisiera. Cuando Nabot se negó a vender
su viña a Acab, Jezabel lo mandó matar con crueldad y tomó posesión de la
tierra. El plan de Jezabel de acabar con el culto a Dios en Israel ocasionó
graves consecuencias. Antes de morir, Jezabel sufrió la pérdida de su esposo en
combate y de su hijo en manos de Jehú, que tomó el trono por la fuerza. Murió
de la misma manera desafiante y despectiva en la que vivió.
Cuando comparamos a Jezabel y a Elías, tenemos que admirar
la fuerza del compromiso de cada uno de ellos. La gran diferencia era con quién
estaban comprometidos. Jezabel estaba comprometida con ella misma y con sus
dioses falsos. Elías estaba totalmente comprometido al único Dios verdadero. Al
final, Dios demostró que Elías estaba en lo correcto. ¿Con qué o con quién está
usted más comprometido? ¿Cómo evaluaría Dios su compromiso?
El mismo Señor Jesucristo, utiliza el nombre de esta mujer,
Jezabel, para hablar de aquellas iglesias donde no hay un equilibrio entre la
verdad y el amor, donde predomina de forma disimulada o no, la manipulación
cuando no la usurpación de funciones por mujeres que deberían estar sujetas a
sus maridos sean estos ancianos o pastores de esa iglesia. Si no se disciplina
y pone en su sitio a quien actúa como Jezabel, el pecado destruirá esa
congregación. Veamos la Jezabel de la Iglesia de Tiatíra, su conducta y las
consecuencias.
Carta a la iglesia de Tiatira.
18 Al ángel de la Iglesia de Tiatira escribe: Esto dice
el Hijo de Dios, cuyos ojos son como llamas de fuego, y cuyos pies son
semejantes a azófar: 19 Conozco tus obras, tu caridad, tu fe, tu ministerio, tu
paciencia y tus obras últimas, mayores que las primeras. 20 Pero tengo contra ti que permites a
Jezabel, esa que a sí misma se dice profetisa, enseñar y extraviar a mis
siervos hasta hacerlos fornicar y comer de los sacrificios de los ídolos. 21 Yo
le he dado tiempo para que se arrepintiese; pero no quiere arrepentirse de su
fornicación, 22 y voy a arrojarla en cama, y a los que con ella adulteran, en
tribulación grande, por si se arrepienten de sus obras. 23 Y a sus hijos los
haré morir con muerte arrebatada, y conocerán todas las iglesias que yo soy el
que escudriña las entrañas y los corazones, y que os daré a cada uno según
vuestras obras. 24 Y a vosotros, los demás de Tiatira, los que no seguís
semejante doctrina y no conocéis las que dicen profundidades de Satán, no
arrojaré sobre vosotros otra carga. 25 Solamente la que tenéis, tenedla
fuertemente hasta que yo vaya. 26 Y al que venciere y al que conservare hasta
el fin mis obras, yo le daré poder sobre las naciones, 27 y las apacentará con
vara de hierro, y serán quebrantados como vasos de barro, 28 como yo lo recibí
de mi Padre, y le daré la estrella de la mañana. 29 El que tenga oídos, oiga lo
que el Espíritu dice a las iglesias.
Tiatira, la menos importante de las siete ciudades nombradas
por San Juan, estaba situada a 65 kilómetros al sudeste de Pérgamo. Antes de
que fuera incorporada al imperio romano era una pequeña ciudad de guarnición
entre la Misia y la Lidia, levantada por Seleuco I (312-280 a. C.), y estaba
situada entre los ríos Caico y Hermo. Hacia el año 190 a. C. fue conquistada
por Roma. Desde entonces comenzó a crecer la ciudad, llegando a alcanzar un
desarrollo industrial muy floreciente. Era célebre en la antigüedad por sus
industrias de tejidos, de tintorería y de fundición. Esto contribuyó al
desarrollo de sus numerosas asociaciones obreras y patronales de carácter
profesional y religioso, como nos lo atestigua la epigrafía de la ciudad66.
Eran frecuentes los banquetes idolátricos que se celebraban con motivo de las
fiestas patronales de cada gremio laboral. Por lo cual los cristianos se veían
con frecuencia en compromiso, al sentirse por una parte obligados a cumplir con
sus deberes gremiales y, por otra, a llevar a efecto sus exigencias cristianas.
Era famoso el templo dedicado a la sibila oriental Sambata, que, por eso, era
llamado Sambatheion. Ignoramos de qué manera penetró en esta ciudad el
cristianismo. Sólo sabemos que entre los convertidos por San Pablo en Filipos
se contaba una mujer, por nombre Lidia, originaria de Tiatira y dedicada al
comercio de la púrpura.
La carta a la iglesia de Tiatira es la más larga de todas.
En ésta, y en las otras tres que faltan, se invierten las dos constantes
finales.
El título de Hijo de Dios (v.18) sólo se encuentra bajo esta
forma en este pasaje. Sin embargo, la idea se expresa implícita o
equivalentemente en muchos otros lugares del Apocalipsis, con fórmulas diversas.
La divinidad de Cristo y su filiación natural era una verdad fundamental del
cristianismo. Jesucristo había muerto precisamente por afirmar inequívocamente
esta verdad.
Los ojos de Cristo son como llamas de fuego. Existe en esta
expresión una alusión manifiesta a la visión inaugural. Los antiguos creían, al
parecer, que los ojos emitían una luz con la cual la visión resultaba mucho más
perfecta. Jesucristo tiene un foco de luz potentísimo en sus ojos, con los
cuales puede penetrar hasta los más profundos escondrijos de las almas y de los
corazones. De este modo puede contemplar la vida de la Iglesia de Tiatira y las
maldades que cometen algunos de sus miembros incitados por Satán. Los pies de
Cristo son semejantes a azófar o a auricalco incandescente, como ya se dijo en
Rev_1:15. Para muchos autores el auricalco incandescente designaría un metal
muy duro, que serviría para simbolizar la acción de Cristo pisoteando y
deshaciendo a sus enemigos y toda clase de maldad que se pueda cometer en este
mundo . Sin embargo, la luminosidad de los pies de Cristo nos parece una imagen
muy apropiada y en perfecto paralelismo con el fulgor de los ojos, para
significar la naturaleza espiritual de Jesucristo, que penetra hasta lo más recóndito
del corazón humano .
Como en las otras cartas, San Juan hace primero el elogio de
la Iglesia de Tiatira, para pasar después a los reproches. En la 1 Tes también
San Pablo procede de la misma forma: los reproches sólo los comienza en el
capítulo 4. El elogio de la Iglesia de Tiatira es el más rico y espléndido de
todas las cartas. Discuten los autores si los términos aquí empleados para
describir las virtudes de dicha iglesia han de ser tomados en sentido propio, o
si, por el contrario, San Juan cita únicamente un catálogo tradicional de
virtudes. En las epístolas pastorales de San Pablo encontramos muchas enumeraciones
análogas de virtudes. Y en todas es mencionada la caridad, que casi siempre es
asociada a la fe y a la paciencia. Esto
nos fuerza a considerar la caridad de nuestro texto más bien como una virtud
moral que se manifiesta en las obras de misericordia. De modo semejante, la fe
designa no la fe teologal propiamente dicha, sino la lealtad y la fidelidad. No
obstante, estas manifestaciones concretas de la caridad y de la fe proceden de
la íntima unión del alma con Cristo. Por eso, el cristiano caritativo y fiel en
la vida ordinaria es el que cree en Cristo y le ama personalmente.
San Juan alaba las obras (epyoc) de la Iglesia de Tiatira,
la primera de las cuales es la caridad. El ministerio (διακονία) es probable
que se refiera al servicio de los pobres y de los afligidos , es decir, sería
una manifestación de la caridad eficiente para con los hombres, y en especial
para con los cristianos. La paciencia (υπομονή) es probable que se refiera a la
fuerza que da la caridad para sufrir con resignación. Esta es, precisamente, la
característica de la caridad, según el sermón de la Montaña y las epístolas de
San Pablo: “la caridad todo lo tolera.”
Además, la Iglesia de Tiatira no se ha estancado en la vida
cristiana, sino que ha progresado: sus obras últimas son mayores que las
primeras (v.18), no sólo en número, sino también en calidad. A la Iglesia de
Tiatira le sucede lo contrario de lo que sucedía a la de Efeso, que había aflojado
en su primera caridad. En cambio, las obras de caridad de la Iglesia de Tiatira
son ahora más excelentes que al principio. Para San Juan, lo que caracteriza el
verdadero amor, la auténtica caridad cristiana, es la manifestación externa de
ese amor en obras de misericordia.
Pero no todo es bueno en Tiatira. El apóstol le reprocha
varias cosas que pueden ser motivo de perversión para los fieles. Su mal es muy
parecido al de Pérgamo, pero da la sensación de estar más extendido. Y como al
hablar a la iglesia de Pérgamo se sirvió el autor sagrado del nombre de Balam,
así ahora toma el nombre de Jezabel
para designar probablemente a alguna dama influyente de aquella Iglesia.
Es una alusión a la Jezabel de I Reyes 16:31-33; 2 Reyes 9:21-22. El Códice Alejandrino
(MSSA) añade antes de Jezabel el pronombre “ellos”, lo cual implica que pudo haber sido la esposa del Pastor de
la Iglesia o una miembro activa. Si la carta va dirigida al obispo de
la iglesia de Tiatira, y se hace referencia a tu mujer Jezabel, ¡eso quiere
decir que la causa del problema es la mujer del obispo! Eso iluminaría de refilón el problema de una de las congregaciones
cristianas primitivas, y no sería la última vez que las mujeres de los
ministros de la iglesia causaron problemas en la congregación.
Que pretendiera ser profetisa no es muy sorprendente. Es verdad que Pablo no permitía a las
mujeres hablar en la iglesia (1Co_14:34 ); aunque es posible que ese versículo
se refiera a hacer preguntas o comentarios durante el culto, ya que en la misma
carta (11:5) establece que pueden orar o profetizar siempre que tengan cubierta
la cabeza. Pero también es cierto que tanto en el Antiguo Testamento como
en el Nuevo había profetisas. En el Antiguo Testamento están Míriam (Exo_15:20
), Débora (Jue_4:4 ) y Hulda (2Re_22:14 ); y en el Nuevo Testamento están Ana
(Luc_2:36 ), y las cuatro hijas vírgenes de Felipe (Hec_21:9 ).
Sus enseñanzas (v.20) eran similares a las balamitas del v. 14b,
y a las de los nicolaitas del v.15. Jezabel no fue rechazada porque era una
profetisa. El nombre de Jezabel es indudablemente simbólico, y está tomado de
la tristemente famosa mujer de Ajab, que introdujo los cultos fenicios en el
reino de Israel y persiguió a muerte a los verdaderos profetas El Señor la
castigó con muerte terrible, lo mismo que a toda su descendencia. La Jezabel de
que nos habla San Juan — perteneciente posiblemente a la secta de los
nicolaítas — enseñaba y fomentaba con su ejemplo la idolatría, participando en los
sacrificios de los ídolos.
Bien puede ser que la enseñanza de Jezabel fuera que los
cristianos no tienen necesidad de ser exclusivos en su culto a Jesucristo y,
sobre todo, que no tienen por qué negarse a decir: «César es Señor,» y quemar
la pizquita de incienso. Si la Iglesia Cristiana en su conjunto hubiera
aceptado esa forma de enseñanza, la consecuencia inevitable habría sido que el
Cristianismo se habría convertido en una religión más de las que ya poblaban el
Imperio Romano. La pretensión del Cristianismo no es que Jesucristo es uno de
los salvadores, ni siquiera que es el principal de todos ellos, sino que es el
único Salvador.
Hay una cosa en esta carta que milita contra
ese punto de vista. Leemos que los seguidores de Jezabel pretendían conocer las
profundidades de Satanás (versículo 24). Algunos investigadores creen que esto
es la descripción despectiva que da el Cristo Resucitado de la falsa enseñanza.
El cristiano verdadero sabe lo que Pablo llamaba "lo profundo de Dios»
(1Co_2:10 ); lo que saben Jezabel y su compañía son las profundidades de
Satanás. Pero esa explicación no satisface, porque la carta habla
inconfundiblemente de «lo que ellos llaman "las profundidades de
Satanás."» Esta es sin lugar a dudas una referencia a una clase de
creencia que no era infrecuente entre los herejes. Algunos de ellos mantenían
que era un deber experimentar toda clase de pecados. Lo que decían que se
debían proponer era dejar que el cuerpo se regodeara en el pecado, y mantener
el alma impoluta. Los que conocían las profundidades de Satanás eran los que
habían sondeado las profundidades del mal. Jezabel puede que enseñara que era
un deber pecar.
Nos parece que en este caso todos los hilos se atan y no hay
necesidad de escoger entre puntos de vista. Lo más probable es que Jezabel
enseñara que un cristiano debe acomodarse al mundo; en otras palabras,
impulsaba a la iglesia a la infidelidad espiritual que conduciría
irremisiblemente a la fornicación física. Por la misericordia de Dios la
enseñanza de Jezabel y sus semejantes no llegó a ser el punto de vista de la
Iglesia. Si hubiera llegado a serlo, la Iglesia se habría convertido en una
clase agradable de paganismo. Sobre esto dijo Pablo: " No os conforméis a
este mundo, sino transformaos por la renovación de vuestra mente» (Rom_12:2 ).
Y Jesús dijo la última palabra sobre este asunto: " Nadie puede servir a
dos amos... No podéis servir a Dios y a mamoná» (Mat_6:24 ). La vieja
disyuntiva sigue siendo la alternativa actual: " Escogeos hoy a quién vais
a servir» (Deu_30:19 ; Jos_24:1 S).
En Tiatira abundaban las asociaciones de artesanos, las
cuales celebraban con frecuencia sus fiestas y banquetes religiosos, que darían
ocasión a los actos idolátricos aquí condenados. A esta dama, o a esta porción
de fieles representados por la dama Jezabel, les había dado el Señor tiempo
para que se arrepintiesen (v.21), tal vez por medio de una corrección pública;
pero no había querido cambiar de conducta. La falsa profetisa se ha empeñado en
seguir con sus fornicaciones y adulterios. Los términos fornicación y adulterio
pueden aludir a la convivencia con la idolatría, pues en el Antiguo Testamento
fornicación es sinónimo de idolatría. Pero también pueden designar una doctrina
moral laxista, y referirse a los desórdenes que acompañarían la participación
de los nicolaítas en los banquetes paganos (v.20-21).
De la carta dirigida a los de Tiatira se desprende con
bastante claridad que los cristianos de esta ciudad tomaban parte, con rek-tiva
facilidad, en los banquetes en que se comía carne sacrificada a los ídolos. Lo
cual no ha de extrañar si esos banquetes eran los celebrados por los gremios
laborales de la industriosa ciudad. Esta costumbre de asistir a los banquetes
de los ídolos parece inveterada, pues no quieren arrepentirse de su
fornicación.
Por cuyo motivo, Jesucristo amenaza con arrojarla en cama
(v.22), en el lecho de la enfermedad. Es un contraste sarcástico con el lecho
del adulterio o con el triclinium de los banquetes sagrados. El Señor va a
castigarla, juntamente con sus hijos (v.23), es decir, los que siguen su
ejemplo, con una muerte desastrosa, como la que sufrió la fenicia Jezabel. Este
castigo lo permite el Señor con el fin de que se arrepienta de sus obras, pues
Dios quiere que todos los hombres se salven y les concede el tiempo y las
gracias suficientes para ello. Además, el castigo servirá de ejemplo no sólo a
la Iglesia de Tiatira, sino también a otros, a los que pudiera llegar el
escándalo. Con esto conocerán todos cuan verdaderas son las palabras del
profeta: “Yo soy Yahvé, el que escudriña las entrañas y los corazones, y el que
os dará a cada uno según vuestras obras”. La Biblia afirma que Dios conoce los motivos
y pensamientos de todos los seres humanos
(Salmo 7:9; 26:2; 39:1; Proverbios 24:12; Jeremías 11:20; 17:10; Lucas 16:15;
Hechos 1:24; Hebreos 4:12-13; 18:27).
A continuación (v.24-25) el Señor contrapone a los que acaba
de condenar los demás que se han mantenido fieles a la verdadera doctrina y han
conservado pura la tradición apostólica. Estos no han aceptado las
profundidades de Satán. La expresión profundidades de Satán parece designar el
sistema doctrinal nicolaíta, que nosotros no conocemos. Los adherentes a este
sistema enseñaban errores doctrinales, unidos a un cierto libertinaje moral,
que les llevaba a separarse de la doctrina recibida de los apóstoles. Porque
consideraban esta doctrina apostólica como un peso insoportable. Pero San Juan
les dice que la única carga que Cristo impone a los fieles es la de conservar
la fe en El (v.25), absteniéndose de toda participación en las ceremonias
idolátricas, especialmente en los banquetes sagrados.
El concilio de Jerusalén también había prohibido comer carne
sacrificada a los ídolos, principalmente por lo que esto implicaba de participación
en los cultos paganos. Los cristianos fieles de Tiatira han de guardar
firmemente la doctrina apostólica hasta que venga Cristo. Se refiere el autor
sagrado a la manifestación escatológica de Jesucristo como juez del mundo.
Entonces, cuando Cristo venga, al que venciere y perseverare hasta el fin en
las obras de fe y caridad, a las que ha aludido arriba, le dará un premio
singular: el dominio sobre las naciones (v.26). La expresión está tomada del
Sal_2:9, en el que se dice del Mesías que regirá las naciones con cetro de
hierro y las quebrará como vaso de barro. Es la promesa que Dios hace al Mesías
futuro de constituirlo soberano de todos los pueblos. De este poder que el
Mesías recibe de Yahvé (v.28) participarán en su día los fieles de Cristo, que
ahora sufren la opresión de las naciones rebeldes a la fe. Cuando los elegidos
reinen con Cristo en el cielo participarán de algún modo en su soberanía,
porque juntamente con El han logrado vencer al mundo. San Juan insiste
frecuentemente en el Apocalipsis sobre el dominio absoluto de Cristo victorioso
sobre todas las criaturas, y en unión con El gozarán de ese dominio los
elegidos. Era una manera de consolar a los afligidos cristianos que estaban
sometidos a la tiranía imperial, que se esforzaba por arrebatarles su fe.
Un segundo premio que se promete a los vencedores es la
estrella de la mañana (v.28), es decir, el mismo Cristo, el cual se aplica este
título en Rev_22:16. Se trata, pues, de la posesión del mismo Cristo, prometida
en otros textos bajo la forma de árbol de vida, de maná, etc. Por eso, las
iglesias, en cuanto participan de esta luz, que es Cristo, son representadas
por candeleros, y sus ángeles son estrellas.” Existen varias posibilidades
interpretativas para esta frase:
1. Es una metáfora de Cristo (Apocalipsis 22:16).
2. Se relaciona con el conocimiento íntimo y a la comunión
con Cristo (2 Pedro 1:19).
3. Se refiere a la Resurrección (Daniel 12:3).
4. Está relacionada con el Mesías militar que se menciona en
Números 24:17.
5. Evidencia el gozo del pueblo de Dios (Job 38:7).
6. Hace relación a una frase utilizada por Satanás en Isaías
14:12, pero ahora en boca de Cristo.
Jesucristo es llamado también estrella de la mañana en
2Pe_1:19, que la Vulgata traduce por Lucifer.
Este nombre, en los primeros siglos cristianos, era aplicado
a Cristo. Sólo a partir de la Edad Media se comenzó a dar a Satanás el título
de Lucifer, a causa de la aplicación que se le hizo del texto de Isa_14:12, en donde el rey de Babilonia,
símbolo de Satanás, es llamado lucifer o estrella de la mañana. Una
confirmación de esto la tenemos en el cántico litúrgico Exultet de la vigilia
pascual, en el cual Cristo es llamado lucifer matutinus.
Es posible que San Juan nos hable de Cristo como estrella de
la mañana, como astro resplandeciente, para oponerlo al culto del sol, que era
adorado en Tiatira como un dios.
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