Lucas
10:21 En aquella misma
hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos,
y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó.
Este versículo nos
habla de la sabiduría de la sencillez. La mente sencilla podía recibir verdades
que las mentes cultivadas no podían admitir.
Es posible pasarse de listo. Es posible ser tan erudito que los árboles
no le dejan a uno ver el bosque. Alguien ha dicho que la prueba de un pensador
verdaderamente grande es cuánto es capaz de olvidar. Después de todo, la fe
evangélica no consiste en saberse todas las teorías acerca del Nuevo
Testamento; y menos saberse todas las teologías o las cristologías; no consiste
en saber acerca de Cristo, sino en conocer a Cristo;
y para eso lo que hace falta no es sabiduría terrenal, sino gracia
celestial.
¿Quiénes son los “sabios y entendidos”? Los
fariseos, escribas, saduceos, intérpretes de la ley, etc. ¿Quiénes son los
“niños”? Los discípulos de Jesús eran “niños” en el sentido de ser humildes.
Eran los “pobres en espíritu” que habían reconocido que estaban en la
bancarrota espiritual y que necesitaban la salvación y, por eso, tenían hambre
y sed de justicia, etc. (Mateo_5:1-12).
Debemos
notar, la única ocasión que se menciona en que se alegrara nuestro Señor
Jesucristo, "En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu." Tres veces se nos dice en los
Evangelios que llorara nuestro Señor: una sola vez que se alegrara.
Y ¿cuál fue la causa del gozo de nuestro Señor?
Fue la conversión de las almas. Fue la acogida del Evangelio por los débiles y
humildes entre los judíos, cuando
"los sabios y prudentes" lo rechazaban por do quiera. Nuestro bendito
Salvador vio, sin duda, mucho en el mundo que lo entristecía. Vio la
ceguedad e incredulidad obstinada de la
inmensa mayoría de aquellos entre quienes predicaba. Mas cuando vio a unos
pocos hombres y a unas pocas mujeres pobres
acoger las alegres nuevas de la salvación, se consoló algún tanto su
corazón. Vio y se alegró.
Que noten todos los cristianos la conducta de
nuestro Señor en esta materia y sigan su ejemplo. Ellos hallan poco en el mundo
que los alegre. Ven a su derredor una
inmensa muchedumbre que va por el camino espacioso que conduce a la
destrucción, descuidada, obstinada é incrédula. Ven unos pocos aquí y allá, y solamente unos pocos, que creen con
la fe que salva. Pero que se regocijen en esto. Que den gracias a Dios que
algunos han sido convertidos, y que
algunos creen. Nosotros no nos formamos una idea de la perversidad del
hombre. No reflexionamos que la conciencia de un alma es un milagro-- tan pasmoso como la resurrección de Lázaro de
entre los muertos. Aprendamos del ejemplo de nuestro bendito Señor a ser más
agradecidos. No todo horizonte está
cubierto de nubarrones, hay partes despejadas que nosotros podemos ver. Aunque
solo se salven unos pocos, tenemos motivo para alegrarnos.
Es solo por medio de la gracia gratuita, y la
misericordia inmerecida que esos pocos se salvan.
Debemos notar, la soberanía de Dios manifestada en la salvación de los pecadores.
Nuestro Señor dice a Su Padre: escondiste estas cosas a los sabios y
entendidos, y las has revelado a los
pequeños." El sentido de estas palabras es claro y sencillo: hay
algunos para quienes la salvación está " escondida; otros a quienes ha
sido "revelada...
La verdad establecida en este versículo es
profunda y misteriosa. "Es más alta que los cielos, ¿qué haremos? Es más
profunda que el infierno, ¿cómo la
conoceremos?" Por qué algunos los que nos rodean se convierten y
otros permanecen muertos pecados, es cosa que no podemos explicar. Por qué
Inglaterra es un país cristiano y la
China se halla sumergida en la idolatría, es un problema que no podemos
resolver. Lo único que sabemos es el hecho tal como existe. Y correspóndenos solo reconocer que
las palabras de nuestro Señor Jesucristo presentan la única respuesta que la
criatura debe dar: " Así Padre,
porque así te agradó...
Sin embargo, no olvidemos jamás que la soberanía
de Dios no destruye la responsabilidad del hombre. El mismo Dios que hace todas las cosas según la
deliberación de su voluntad, nos habla como a criaturas responsables; como a
seres cuya sangre caerá sobre sus cabezas
si se condenan. No podemos comprender bien su modo de obrar. Solo vemos en
parte y comprendemos en parte.
Tranquilicémonos con la convicción de que el día
del juicio lo pondrá en claro, y que el Juez Universal no dejará de hacer
justicia. Entre tanto, recordemos que
los ofrecimientos de Dios tocante a la salvación, son gratuitos, amplios,
claros, é ilimitados, y que "en nuestras acciones ha de obedecerse
aquella voluntad Dios que tenemos
declarada expresamente en las Sagradas Escrituras." Si la verdad ha sido ocultada a unos y revelada a otros, estemos seguros de que
hay razón para ello.
Debemos notar, el carácter de aquellos a los que
se oculta la verdad, y él de aquellos a quienes se revela. Nuestro Señor dijo:
"Tú escondiste estas cosas a los
sabios y entendidos y las has revelado a los pequeños.
Es menester que no deduzcamos de estas palabras
una doctrina errada. No vayamos a inferir que algunas personas en la tierra son
naturalmente más merecedoras que otras
de la gracia y salvación de Dios. Todas son igualmente pecadoras, y no merecen
otra cosa que ira y condenación. Las palabras en cuestión son simplemente la enunciación de un
hecho. La sabiduría de este mundo frecuentemente torna orgullosos a los hombres
y aumenta su natural enemistad al
Evangelio de Cristo. El que no se gloría de su saber, o tiene decantada moral
en que apoyarse, halla regularmente muy pocas dificultades que vencer para venir al conocimiento de la
verdad. Los publícanos y pecadores son muchas veces los primeros que entran en
el reino de Dios, en tanto que los
Escribas v Fariseos se quedan afuera.
Guardémonos de creernos rectos del prescindiendo
del auxilio divino. Nada nos ofusca tanto la vista espiritual para percibir la
belleza del Evangelio como la idea
presuntuosa é ilusoria, que no somos tan ignorantes ni tan malos como otros, y
que hemos adquirido un carácter intachable. Feliz el que ha aprendido a reputarse como, "cuitado, y miserable, y
pobre, y ciego, y desnudo." Rev_3:17. Conocer que somos malos, es el
primer paso para volvernos realmente
buenos. Reconocer que somos ignorantes es el principio de toda la
sabiduría que salva. Debemos notar, en cuarto lugar, la majestad y dignidad de
nuestro Señor Jesucristo.
.¿Por qué escondió el evangelio de los sabios y
entendidos y lo reveló a los niños? ¿Hace acepción de personas? ¿Es justo que
Dios oculte el mensaje acerca del reino de Dios y de la salvación a algunos y
revelarlo a otros? ¿Cómo se explica este texto?
En primer lugar, Dios no hace acepción de
personas (Hechos_10:34; Romanos_2:11). La
invitación de Cristo es para todos (Mateo_11:28-30).
En segundo lugar, el mensaje de salvación fue
predicado a todos. Cristo
predicó de la manera más pública, en las sinagogas, en el templo, como también
en el aire libre. Además, sus milagros eran públicos. Todos podían verlos o
saber de ellos. Por lo tanto, Dios no escondió ni ocultó el evangelio de Cristo
en el sentido de predicarlo y confirmarlo con milagros en algún rincón (Hechos_26:26)
solamente para los discípulos. Entonces, ¿en qué sentido escondió Dios la
verdad de los sabios y entendidos? Les presentó un mensaje acerca del Mesías y
su reino que no era aceptable a ellos.
No querían entenderlo porque no les convenía. Tenían otro concepto del Mesías y
su reino y, por causa de su prejuicio
“no podían entender” la verdad. Recuérdese lo que Jesús dijo en Mateo_13:10-13. Los fariseos, escribas y otros líderes
habían oído la enseñanza de Jesús y habían visto sus milagros, pero teniendo
ojos no veían y teniendo oídos no oían. Los humildes, habiendo oído el mismo
mensaje y habiendo visto los mismos milagros, sí creían. Por lo tanto, Jesús
dice, “a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a
ellos no les es dado”.
Pablo
explica a los corintios (1Corintios_1:18-23) que
los “sabios y entendidos” no quieren el evangelio, porque para ellos es
“locura”. ¿Quiénes aceptan el evangelio? 1Corintios_1:26-31.
Entonces Pablo explicó cómo él predicó a Cristo en Corinto (1Corintios_2:3-5). Entonces, ¿quién en realidad oculta
la verdad y ciega al hombre? Véase la respuesta en 2Corintios_4:3-4.
Lucas_9:1-62:” Haced que os penetren bien en los oídos
estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en
manos de hombres. Mas ellos no
entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las
entendiesen”. Jesús les explica que El
sería entregado”. ¿Por qué “les estaban veladas” “estas palabras”? Porque
ellos, al igual que los demás judíos, no querían aceptar el concepto del Mesías
que iba a sufrir. Estas palabras no eran veladas por el Señor, sino por el
prejuicio de los discípulos. Jesús quería que entendieran: “Haced que os
penetren bien en los oídos estas palabras”. Sin embargo, ellos tenían otras
ideas como lo indica el siguiente versículo: “ Entonces entraron en discusión sobre quién de
ellos sería el mayor”; es decir, querían ser príncipes en un reino terrenal,
como el de David y Salomón.
Hay
lecciones valiosas en este texto para todos. Los fariseos, escribas, etc. entre
los judíos, o los filósofos griegos no son los únicos “sabios y entendidos” que
no pueden entender el evangelio. El mundo está lleno de tales personas:
(1) los académicos, con sus doctorados y otros
títulos, no pueden “entender” la creación de todo por Dios (sólo entienden la
evolución)
(2) los
modernistas no pueden “entender” que la Biblia es inspirada por Dios y no
pueden aceptar lo sobrenatural (milagros)
(3) los romanistas no pueden entender que su
movimiento religioso es la apostasía profetizada por el apóstol Pablo (2Tesalonicenses_2:1-17; 1Timoteo_4:1-4)
(4)
millones de mormones siguen a José Smith, y otros millones siguen al “Pastor”
Russell (los testigos contra Jehová), y a docenas de otros falsos maestros que
profesan seguir la fe de Cristo, y ni hablar de los millones de religiosos que
ni aceptan al Dios de las Escrituras.
(5) Pero hay que agregar otro grupo de “sabios y
entendidos” que no son grandes ni poderosos ante los ojos de otros. No son
ricos. No tienen preparación académica. Algunos son analfabetos. Me refiero a
los muchos que tienen opiniones fuertes que han recibido de parientes, amigos y
otras fuentes y por eso, siendo “sabios en su propia opinión” (Romanos_12:16), no reciben la verdad. Estos dicen, “Es
lo que he sido enseñado y así es”; “es lo que siempre hemos creído”. Muchas de
estas ideas son pura superstición, pero los dueños de estas creencias son
tercos, porfiados, y no se les puede enseñar nada. Aunque económicamente estos
estén en los rangos bajos, se creen muy intelectuales (“sabios y entendidos”) y
a ellos también Dios esconde la verdad. Recordemos la advertencia de Pablo a
los tesalonicenses (2Tesalonicenses 2:10-12).
Es indispensable que todos amen la verdad y que aborrezcan todo error (mentira). Es
necesario tener la mente bien abierta para estudiar la Palabra de Dios. Como
dice Pablo (1Tesalonicenses_5:21), “Examinadlo
todo, retened lo bueno”.
Jesús
agradeció a Dios que la verdad espiritual fuera para todos, no solo para un
grupo selecto. Al parecer muchos premios de la vida van hacia los inteligentes,
los ricos, los bien parecidos o los poderosos, pero el Reino de Dios está al
alcance de todos, sin distinción, sin importar la posición ni la habilidad. No
llegamos a Jesús mediante la fuerza ni la inteligencia, sino por confiar como
un niño. Jesús no está en contra de los que buscan erudición; se opone al
orgullo espiritual (ser sabio a sus propios ojos). Unámonos a Jesús en
agradecimiento a Dios de que todos tenemos igual acceso a Él. Confiemos en la
gracia de Dios para nuestra ciudadanía en el Reino y no en las aptitudes personales.
¡Maranata!
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