} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: PREPARATE PARA IR A LA PRESENCIA DE DIOS

viernes, 17 de julio de 2020

PREPARATE PARA IR A LA PRESENCIA DE DIOS

 

Amos 4:12  Por eso haré así contigo, Israel; y puesto que así he de tratarte, prepárate al encuentro con tu Dios, Israel.

Amos 4:13  Mirad que es él quien forma las montañas y quien crea el viento, quien descubre al hombre su designio, quien hace la aurora y las tinieblas y quien camina por las cumbres de la tierra. Yahvéh, Dios Sebaot, es su nombre.

 

    Yahvé ha probado con diversas adversidades a su pueblo para hacerle volver al buen camino, pero ha sido todo en vano. Les ha enviado la sequía y el hambre (v.6-8); y los moradores de una ciudad han tenido que ir a otra en busca del agua, que se les acabó en las propias cisternas. Además, les envió toda clase de plagas: el añublo, el tizón, las langostas, y por fin los sometió a la terrible prueba de la guerra (v.10). Y aún les envió terremotos, trastornando el país, como en otro tiempo lo hizo con Sodoma y Gomorra.

Israel se ha escapado de la ruina total a duras penas, como un tizón sacado del fuego. Todo ha sido en vano, y por eso Yahvé va a someter a Israel a un castigo definitivo y supremo: apréstate a comparecer ante tu Dios, Israel. El Dios de los ejércitos, cuyo poder es sin límites, es el mismo que formó los montes y los vientos y que dirige el curso de la naturaleza (hace del alba tinieblas., v.13) y en su majestad se pasea sobre las alturas de la tierra. El profeta describe enfáticamente a Yahvé como Señor del universo para infundir mayor terror a Israel, que debe presentarse ante el juicio divino. Yahvé es Dios de los ejércitos, es decir, Señor de las constelaciones celestiales, que avanzan como un ejército en orden, y el Señor de las batallas, cuya victoria está garantizada por mil gestas de la historia del pueblo hebreo. La expresión les recordaba a los israelitas la protección que en otro tiempo les había dispensado Yahvé frente a los enemigos tradicionales del pueblo elegido. Amos acumula los epítetos y los títulos de la grandeza divina para impresionar al auditorio, que sigue impenitente. La ira divina será terrible, pues proviene del Señor de todo lo creado; por tanto, es una locura desafiarla insolentemente con una conducta depravada.

Después de hablar sobre lo que el pueblo hace, Amós pasa a hablar sobre lo que Dios ha hecho para advertirles de su peligro. Enumera siete desastres que resultan de causas naturales, con excepción del penúltimo. Son todas acciones disciplinarias realizadas a lo largo de su historia: hambre, sequía, viento solano, plaga de langostas, mortandad, muerte a espada y terremoto. Tales desastres normalmente llevarían a la gente a “volver” a Dios, pero parece que no habían servido para nada en el caso de Israel.

 

Dios había indicado en la Torah que al obedecer las leyes y los mandamientos de Dios vendrían bendiciones, y al desobedecerlos vendrían maldiciones o castigos (Lev. 26 y Deut. 28). Igualmente Samuel, al establecer la monarquía en Israel, habló claramente del peligro de obedecer a los hombres en lugar de obedecer a Dios (1Sa_12:1-25). Seguramente los profetas tenían estas enseñanzas en mente al escribir sus oráculos. Dios ya había indicado al pueblo la importancia de seguirlo y las consecuencias de no hacerlo. Aquí Dios (Por mi parte…), por medio de su profeta les hace recordar que en siete ocasiones distintas había actuado para hacerlos volver y ser leales al pacto que habían aceptado. El resultado en cada caso suena como un triste estribillo: Pero no os volvisteis a mí.

 

Los oyentes del profeta deberían haber tenido en su conocimiento estos eventos, y el ser confrontados con la realidad de que eran castigos de Dios sobre su pueblo debería haberlos hecho reconocer cómo habían dejado de responder a Dios en momentos decisivos de su historia, y que esos desastres en realidad eran castigos de Dios.

 

El AT en varias ocasiones describe tiempos de hambre que amenazaron al pueblo. La frase a diente limpio es un recuerdo escalofriante de la realidad del hambre. En muchas ocasiones los tiempos de hambre eran causados por sequía, por la falta de las lluvias tardías o tempranas, o a veces había lluvia en un lugar y sequía en otro. Los movimientos de pueblos enteros buscando agua es otra señal de la desesperación experimentada frente a estas situaciones. A veces el viento cálido y seco que venía del desierto secaba todos los campos (Hag. 2:17; 1Rey_8:37; Deu_28:22). En Joel se describe el desastre producido por un enjambre de langostas.

 

Guerras, enfermedades, plagas y muerte eran experiencias frecuentes en el Medio Oriente. Todas estas fueron señales que Dios había usado para hacer que su pueblo reflexionara y volviera a él.

 

Por lo tanto Amós anuncia que Dios va a llamar a sus hijos rebeldes ante su tribunal supremo para aplicarles la sentencia que su rebeldía e idolatría merecen. Los dos verbos kun “prepararse” y kara “encontrarse con” en heb. se emplean en Éxodo 19 con referencia al Pacto. Parece que Amós anuncia que van a aparecer ante Dios, no para hacer un pacto sino para recibir su sentencia por no cumplir el pacto ya existente. Este encuentro futuro no será amistoso sino para oír su juicio definitivo. Muy diferente es la invitación de Heb_9:27 que se debe emplear en campañas de evangelización.

 


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