} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: REFLEXIONES Y MEDITACIONES IX

miércoles, 8 de julio de 2015

REFLEXIONES Y MEDITACIONES IX


  Cuando las Escrituras prometen "y todo lo que hacen, prosperará", no significa que seamos inmunes al fracaso o a las dificultades. Tampoco es una garantía de salud, riqueza y felicidad. Lo que la prosperidad significa en las Escrituras es esto: cuando la sabiduría de Dios se aplica en nuestras vidas, el fruto (resultados o productos derivados) que produce en nosotros será bueno y recibirá la aprobación de Dios. Así como un árbol absorbe el agua y produce muchos frutos, nosotros debemos absorber la Palabra de Dios, para producir hechos y actitudes que lo honren. Para alcanzar logros que valgan la pena, debemos tener la Palabra de Dios en nuestro corazón.

 Una característica común a todos los niños es que ellos quieren crecer, ser como sus hermanos mayores o sus padres. Cuando nacemos de nuevo, llegamos a ser niños espirituales, desprotegidos en medio de un mundo que rechaza a Dios. Cuán triste es cuando alguien nunca crece. Desear la leche es un instinto natural de una criatura; y una señal de desear el alimento espiritual que nos llevará a crecer. Una vez que vemos nuestra necesidad de la Palabra de Dios y empezamos a hallar nutrición en Cristo, nuestro apetito espiritual aumentará y empezaremos a madurar.
En mi vida espiritual, desde que nací de nuevo, ha habido alti bajos, pruebas, tentaciones, caídas, tropiezos...pero el Señor no me ha dejado caer más allá de lo debido. Hoy con la visión que el Señor me da de lo ocurrido, ha sido de gran provecho y bendición, todo aquel proceso. Ha servido para aprender la lección y abrazarme como una lapa a la Palabra de Dios en la Biblia, para atesorar los principios fundamentales del Evangelio de Cristo. Por medio de la humildad, la docilidad de espíritu, la constancia en la lectura y meditación produce su fruto, cuando todos esos conocimientos los pones en practica en tu vida. Sin darte cuenta, a medida que vas conociendo ´mas al Señor, necesitas cada día acudir a Él, para tener tu momento a solas, en lo intimo con el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Esos ratitos a solas, “enganchan” cada día más. Y si al principio quince o veinte minutos era el tope, ahora horas y horas pasó“conectado” de un modo u otro. Mi trabajo me permite estar escuchando todo el día la Palabra de Dios. Sea por la aplicación de la Biblia en el móvil, sea por grabaciones de predicaciones; o por conferencias y estudios bíblicos. Ahora mismo tengo en el móvil más de ciento sesenta horas de clases bíblicas de Romanos y Santiago. Es un privilegio que me permite mi actividad. ¿Queréis saber lo que hay en mi smarphone? Fotos de naturaleza, diez versiones de la Biblia, audios de predicaciones y enseñanzas expositivas; y audios online del instituto bíblico.
Cuando comienzas a saborear los manjares de la sana doctrina, recibes la fortaleza que te permitirá gozarte en las pruebas, sabiendo que es el único modo de valorar cuan sólida es nuestra fe en Jesucristo. Cuanta más enseñanza recibes mayores serán las pruebas para que apliques la sabiduría de Dios. El único modo que utiliza Dios para moldear nuestro carácter es por medio de las pruebas. Si no sabes  tener ese contentamiento necesario en esos momentos de aflicción o tu actitud es rebelde hacia Dios, el Señor se hace a un lado, y viene la tentación o salida fácil. Depende de nosotros que esa prueba se prolongue o repita en el tiempo. Mientras no salgamos como es el propósito de Dios, podemos dar las vueltas que queramos, pero tarde o temprano volveremos a pasar por las mismas pruebas, para tratar esa área de nuestra vida que Dios ve que nos está estorbando. Buscar la salida rápida o fácil equivale a rechazar la bendición del Señor, si hubiéramos sido diligentes, proveyéndonos del conocimiento para superar las dificultades. Si desconocemos la Palabra de Dios en la Biblia, o estamos escuchando unas enseñanzas manipuladas no seremos capaces de resistir los vientos que arreciaran en nuestras vidas.
 ¿Cuán intenso es nuestro deseo por la Palabra de Dios? ¿La aplicamos a nuestras vidas?