} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: REFLEXIÓN DEL DÍA

sábado, 11 de julio de 2015

REFLEXIÓN DEL DÍA

Aunque es gran privilegio oír la Palabra de Dios, sólo son bendecidos de verdad los bendecidos del Señor, que la oyen, la mantienen en su memoria y la obedecen como su camino y su ley todos los días de su vida. No son perfectos, pero caminan, se ponen en acción obedeciendo la Palabra de Dios en la Biblia.
Predicación fiel, vidas santas, oraciones fervientes y sufrimiento con paciencia, cuando sean llamados a ello, son los medios de llevar a los hombres a la obediencia a Cristo.
En la Palabra de Dios en la Biblia tenemos muchos ejemplos sobre la obediencia al Señor. Destacaría en el A.T. a Esdras que demostró cómo un dotado maestro de Biblia puede hacer que el pueblo de Dios avance. Era eficiente debido a su aplicación como estudiante de las leyes de Dios y a que estaba decidido a obedecerlas. La devoción y disciplina de Esdras lo llevaron más tarde a ministrar como sacerdote en Jerusalén. Enseñó tanto por su predicación como por su ejemplo. Al igual que Esdras, debemos decidirnos tanto a estudiar como a obedecer la Palabra de Dios.
Es muy importante saber lo que la Palabra de Dios dice, pero es mucho más importante obedecerla. La eficacia de nuestro tiempo de estudio bíblico puede medirse por el efecto que tiene en nuestra conducta y nuestras actitudes.
¿Ponemos en práctica lo que hemos estudiado?
Parece paradójico que una ley pueda darnos libertad. Pero la ley de Dios destaca nuestro pecado y nos da la oportunidad de pedir perdón a Dios. Los cristianos somos salvos por la gracia de Dios. La salvación incluye libertad del dominio del pecado. Los creyentes somos libres para vivir como Dios se propuso al crearnos. Desde luego, eso no significa que seamos libres para hacer lo que nos plazca. Ahora somos libres para obedecer a Dios. Aspirar a una vida pura no es buscar la perfección, sino más bien la liberación de aquellas cosas que pudieran reducir la plenitud de un vivir lleno de poder. La Palabra de Dios actúa como un medio de reflexión, un espejo en el cual debemos mirarnos y vernos tal como somos. El llamado es no solamente a prestar atención a lo que vemos y aceptar las enseñanzas y la corrección de la Biblia, sino que ella nos ofrece una lección no escrita con palabras por medio de la obediencia práctica.
Es necesario para nuestra dicha que creamos en Cristo, que nos arrepintamos de pecado, que vivamos una vida santa, que nos amemos unos a otros. Esta es su voluntad, nuestra santificación.
Hay muchos cuya vida descansa en el puro oír, sin ir más allá; sus cabezas están llenas de nociones vacías. Se nos enseña a oír y hacer los dichos del Señor Jesús: algunos pueden parecer duros para carne y sangre, pero deben hacerse debemos practicar la obediencia; Haz lo que Dios dice.
Hay una tormenta que viene y probará la obra de todo hombre. Cuando Dios quita el alma, ¿dónde está puesta la esperanza del hipócrita?
Algunos aficionados al deporte pueden "hablar" bien de lo que es un buen juego pero eso no quiere decir que pueden jugar bien. Y no todo aquel que habla del cielo pertenece al Reino de Dios. Jesús está más interesado en nuestro andar que en nuestro hablar. El quiere que hagamos lo correcto, no que solo nos expresemos con corrección. Lo que nosotros hacemos no puede separarse de lo que creemos.
Jesús desenmascaró a las personas que aparentaban ser religiosas pero no tenían una relación personal con El. En el Día del Juicio de Cristo solo nuestra relación con Cristo, nuestra aceptación de El como Señor y Salvador y nuestra obediencia a El, será tomada en cuenta. Muchas personas piensan que si son "buenos oidores" y aparentan religiosidad serán premiadas con la vida eterna. La fe en Cristo es lo que se tendrá en cuenta en el juicio, la obediencia en acción.
Jesús alerta contra el autoengaño, una mera profesión verbal de fe, sin obediencia a la voluntad de Dios. Es posible que hasta una persona que se engaña a sí misma pueda ejercer un ministerio espectacular, usando la autoridad de las Escrituras y el nombre de Jesús, sin caminar por la senda de un discipulado obediente. Se da gran ánimo a los que son oidores fieles de la Palabra y hacedores de la obra. Cristo los reconocerá como sus familiares. Los verdaderos familiares de Jesús son los que escuchan y obedecen sus palabras. Escuchar sin obedecer no es suficiente.
La salvación no viene de utilizar métodos humanos, sino de la humilde y amable aceptación de la palabra implantada, que Dios ha hecho que arraigue en el corazón.
La salvación induce al servicio. Es engañoso creer que el interés de Dios en que la gente asista a la iglesia es meramente que escuchen la Palabra, en lugar de experimentar una transformación de sus vidas por la obediencia. Aquel que meramente escucha la Palabra, rápidamente la olvida; sólo aquel que actúa según la Palabra será bienaventurado en lo que hace.
Tú que lees esto ¿Qué tipo de persona eres, oidora o hacedora? Tu mismo tienes la respuesta; examina el tipo de vida que llevas a la luz del Evangelio de Cristo, es el único espejo donde descubrirás tu verdadera identidad.