} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL SERMÓN DEL MONTE 26

viernes, 24 de marzo de 2017

EL SERMÓN DEL MONTE 26


Mateo 6:13  Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el Reino, y la potencia, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)

             Rogamos a Dios que no nos lleve a la tentación, al peligro de pecar. Difícilmente se concibe que pueda pedirse que seamos preservados de las tentaciones del mundo en el sentido usual. Esta preservación es imposible, ya que vivimos en medio del mundo. Tampoco nos conviene, ya que por medio de las tentaciones debemos ser confirmados. Aquí se trata de una tentación muy determinada. Es la misma, para la que Jesús fue llevado al desierto: la tentación de la apostasía, de la recusación de Dios, es decir, en último término la de reconocer la soberanía de Satán en vez de la soberanía de Dios. Jesús ha salido airoso de esta tentación, y ha sido probado en ella. Pero ya para los apóstoles Jesús tiene que rogar que no entren en la tentación en la hora amarga del huerto de los olivos. Aquí se trata del conjunto. Nuestra petición de ser protegidos contra esta gran tentación tiene que ser apremiante y sincera. Con todo ignoramos si podemos resistir a la tentación y si somos capaces de hacer frente a la embestida del adversario. Si todavía nos mantenemos firmes en la gracia de Dios, puede ser debido a que ha vuelto a atender nuestro ruego manifestado muy a menudo.

  Si queremos que Dios nos perdone, debemos querer también abstenernos del pecado, y hacer todo lo posible por no caer en tentación. Debemos cooperar con la oración. Estamos observando que en toda petición que hagamos a Dios, tenemos que poner nuestra parte. Mateo_26:41, "Velad y orad, para que no entréis en tentación".

              ¿Qué significa la palabra "tentación"?
            A oídos modernos la palabra tentar siempre tiene un mal sentido; siempre quiere decir tratar de inducir al mal. Pero en la Biblia, el verbo peirazein se traduciría mejor por la palabra probar que por tentar. En el Nuevo Testamento, tentar a una persona no es tanto tratar de inducirla al pecado como probar su fuerza y su lealtad y su habilidad para el servicio. Las pruebas son buenas y necesarias (Santiago_1:2-3; Romanos_5:3-5; 2Corintios_12:8-10). Así es que hay pruebas buenas, como también hay tentaciones malas de Satanás.
       En el Antiguo Testamento tenemos el relato de cuando Dios probó la lealtad de Abraham haciendo que le demandaba el sacrificio de su hijo único Isaac. En la antigua versión Reina Valera la historia empezaba: "Y aconteció después de estas cosas, que tentó Dios a Abraham» (Génesis_22:1). Está claro que aquí la palabra tentar no puede querer decir que Dios tratara de inducir a Abraham al pecado. Quiere decir más bien poner a prueba su lealtad y obediencia. Cuando leemos el relato de las tentaciones de Jesús, vemos que empieza: «Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo» (Mateo_4:1). Si tomamos aquí la palabra tentar en el sentido de inducir al pecado, hacemos al Espíritu Santo un cómplice en la conspiración de obligar a Jesús a pecar. Una y otra vez en la Biblia encontraremos que la palabra tentar contiene la idea de probar por lo menos tanto como la idea de tratar de hacer caer en pecado.
Así es que aquí tenemos una de las grandes verdades preciosas acerca de la tentación. La tentación no está diseñada para hacernos caer, sino para hacernos más fuertes y mejores personas; no para hacernos pecadores, sino para santificarnos. Puede que fallemos en la prueba, pero no es eso lo que se pretende. Se espera que surjamos más fuertes y más puros. En cierto sentido la tentación no es el castigo de haber nacido, sino la gloria de ser una persona humana. Cuando se va a usar un metal en un gran proyecto de ingeniería se somete a tensiones y presiones muy por encima de las que se supone que tendrá que soportar nunca. Así tiene que ser probada una persona antes de que Dios pueda usarla totalmente en Su servicio.
Dios no es "socio" de nadie en el pecado. (Adán dijo, "Esta mujer que tú me diste...”, y desde entonces muchos pecadores quieren culpar a Dios o a otros por sus pecados), pero dice Ezequiel_18:4; Ezequiel_18:20 que "el alma que pecare, esa morirá".

  Dios permite que el hombre se someta a pruebas.
 Muchos textos lo enseñan: Lucas_22:28, "vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas". Hechos_20:19, "sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas". 1Pedro_1:6-7, "aunque... tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe... sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo". Santiago_1:2; Santiago_1:12 "tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas... Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida".  
  Dios permitió que Satanás probara a Job... y a Pedro (Lucas_22:31, "Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo")... y a Pablo (2Corintios_12:7, "me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás"). Así es que aunque Dios no nos tienta (no nos seduce a pecar), El sí permite que nosotros seamos probados para nuestro propio bien, porque cuando hayamos resistido la prueba, recibiremos la corona de vida (Santiago_1:12).
Todo esto es cierto; pero también lo es que la Biblia nunca pone en duda la existencia de un poder del mal en el mundo. La Biblia no es un libro especulativo, y no discute el origen de ese poder del mal; pero sabe que está ahí.   La Biblia no considera el mal como un principio abstracto o como una fuerza impersonal, sino como un poder activo y personal en oposición a Dios.
El desarrollo de la idea de Satanás en la Biblia es de gran interés. En hebreo, la palabra satán quiere decir simplemente un adversario. Se usa a menudo de seres humanos. El adversario de una persona es su satán. Los filisteos tenían miedo de que David se volviera su satán (1Samuel_29:4); Salomón declara que Dios le ha dado tanta paz y prosperidad que no queda ningún satán que se le oponga (1Reyes_5:4); David considera a Abisai su satán (2Samuel_19:22). En todos estos casos satán quiere decir un adversario o un enemigo. De ahí la palabra satán pasa a significar uno que presenta acusaciones en un juicio contra otro. De ahí, por así decirlo, esta palabra deja la Tierra y se va al Cielo. Los judíos tenían la idea de que en el Cielo había un ángel que estaba a cargo de establecer el juicio contra una persona, una especie de ángel fiscal: y esa llegó a ser la visión de Satán. En esa etapa, Satán no es un poder malvado, sino parte de la judicatura celestial. En Job_1:6, Satán se menciona entre los hijos de Dios: "Un día acudieron a presentarse delante del Señor los Hijos de Dios, y entre ellos vino también Satán.» En esta etapa, Satán es el fiscal celestial correspondiente a la raza humana.

Pero no hay tanto trecho entre presentar el caso contra una persona y urdir un caso contra una persona. Y ese es el siguiente paso. El otro nombre de Satán, o Satanás, es el Diablo; y Diablo viene de la palabra griega Diábolos, que es la palabra corriente para un calumniador. Así es como Satán llega a ser el Diablo, el calumniador por excelencia, el adversario de la humanidad, el poder que se propone hacer fracasar los propósitos de Dios y destruir a la humanidad. Satán llega a representar todo lo que está en contra de la humanidad y de Dios. De ese poder destructor es del que Jesús nos enseña a pedirle a Dios que nos libre. El origen de ese poder no se discute; no se presentan especulaciones. Como alguien ha dicho: «Si uno se despierta y ve que la casa está ardiendo, no se sienta en un sillón para escribir o leer un tratado sobre el origen del incendio en las casas particulares, sino aplica todo su conocimiento y habilidad a extinguir el fuego y salvar su hogar.» Así que la Biblia no pierde el tiempo con especulaciones acerca del origen del mal, sino nos equipa para pelear la batalla contra el mal que está sin duda ahí.

  ¿En qué sentido, pues, nos mete Dios en tentación?

  Dios nos dirige cada día. Somos guiados y cuidados por la providencia de Dios. Nuestra vida está en sus manos. Nuestro "destino" no está en la astrología (el "horóscopo"). No somos víctimas de buena suerte o mala suerte.

  Son necesarias las pruebas. Los textos citados arriba (y otros muchos) indican claramente que son muy necesarias las pruebas para nuestro crecimiento y desarrollo espiritual. Son disciplina para nosotros (Hebreos_12:5-11). Es por esto que debemos regocijarnos cuando caemos en diversas pruebas (Romanos_5:3). "Pero si estáis sin disciplina (pruebas)... entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos" (Hebreos_12:8).

  Hay salida de cada tentación.  Pero la tentación no viene sólo de fuera de nosotros; algunas veces también viene de nuestro interior. Si no hubiera nada en nosotros a lo que la tentación pudiera apelar, entonces sería incapaz de vencernos. En cualquiera de nosotros hay un punto débil; y es a ese al que la tentación lanza su ataque.
El punto vulnerable es distinto en todas las personas. Lo que es una tentación rabiosa para uno, no le afecta para nada a otro. 1Corintios_10:13, "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar". Por ejemplo, la salida de la tentación de fornicación es el matrimonio. 1Corintios_7:2, "pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido".
La vida está siempre en el punto de mira de la tentación; pero ningún enemigo se puede lanzar a una invasión si no cuenta con una cabeza de puente. ¿Dónde encuentra la tentación su cabeza de puente? ¿De dónde proceden nuestras tentaciones? Si estar advertido es estar preparado; y si sabemos de dónde es probable que venga el ataque, tendremos más posibilidades de vencer.
  Algunas veces el ataque de la tentación nos llega de fuera de nosotros. Hay personas que son una mala influencia. Otras, en cuya compañía sería sumamente difícil hasta sugerir una acción deshonesta; y otras en cuya compañía seria de lo más fácil hacer lo que no se debe.
Hay amistades y compañías que nos pueden hacer mucho daño en un mundo tentador, cada persona debe tener cuidado cuando escoge sus amigos y la sociedad en que se va a mover. Se les deben dar a las tentaciones que vienen de fuera, cuantas menos oportunidades, mejor.
   Uno de los trágicos hechos de la vida es que las tentaciones nos pueden venir de los que nos aman; y esas son las tentaciones más difíciles de resistir. Vienen de personas que nos quieren, y que no tienen la menor intención de hacernos daño.
Puede que uno sepa que debería seguir un cierto plan de acción; puede que sienta una verdadera vocación por una cierta carrera; pero el seguir ese impulso puede suponer impopularidad y riesgo; el asumir esa vocación puede llevar consigo renunciar a todo lo que el mundo llama éxito. Puede suceder que, en tales circunstancias, los que aman a esa persona traten de disuadirla de actuar como ella cree que debe, y lo hagan porque la aman. Aconsejan precaución, prudencia, sensatez; no quieren verle tirar por la borda sus buenas posibilidades, y tratan de impedirle lo que ella considera que debe hacer.
Eso fue lo que le sucedió a Jesús. «Los enemigos de un hombre -dijo Jesús- serán los de su casa» (Mateo_10:36). Vinieron a tratar de llevársele a casa, porque creían que había perdido la cabeza. (Marcos_3:21). Les parecía que estaba echando a perder su vida y su carrera; les parecía que estaba haciendo una locura, y trataron de detenerle. Algunas veces las tentaciones más amargas nos hablan con la voz del amor.
  La tentación puede venir de una manera muy extraña, especialmente a los jóvenes. Casi todos nosotros tenemos una extraña manía que, por lo menos en cierta compañía, nos mueve a parecer peores de lo que somos. No queremos parecer blandos ni beatos. Antes preferiríamos parecer de cuidado, aventureros peligrosos, gente de mundo y nada inocentones.
 Agustín tiene un pasaje famoso en sus Confesiones: «Entre mis iguales me daba vergüenza ser menos desvergonzado que otros cuando los oía presumir de sus maldades..: y yo me complacía, no sólo en el placer de la acción, sino en la alabanza... Me presentaba peor de lo que era, para no ser menos, y si en algo no había pecado como los más pervertidos decía que había hecho lo que no había hecho para que no se burlaran de mí.»
 Muchas personas se han permitido alguna libertad o se han metido en algún hábito por no parecer menos experimentados en las cosas del mundo que los de la pandilla con quienes iban. Una de las grandes defensas contra la tentación es sencillamente el coraje de ser auténticos.

  Velad y orad. Mateo_26:41, "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil". Al pedir la ayuda de Dios, tenemos que poner nuestra parte. El hombre puede entrar en tentación. Muchas veces nosotros mismos nos sometemos a varias tentaciones. Leemos en  Santiago_1:14, que somos tentados cuando somos atraídos y seducidos por nuestros propios deseos malos (pasiones). 1Corintios_7:5, "No os neguéis (sexualmente) el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia".
 En toda persona hay un punto débil que, si no se tiene cuidado, puede acabar con ella. En algún lugar de nuestra persona hay un fallo de temperamento, algún instinto o pasión tan fuerte que puede que en cualquier momento rompa la traílla, algún detalle de nuestra naturaleza que hace que lo que es un placer para otros sea una amenaza para nosotros. Deberíamos darnos cuenta, y no bajar la guardia.
Pero, aunque parezca extraño, la tentación viene a veces, no de nuestro punto débil, sino de nuestro punto fuerte. Si hay algo de lo que tengamos la costumbre de decir: " Eso es algo que yo no haría jamás,» ¡cuidado! Ya nos advierte la sabiduría popular: «Nunca digas: "¡De esa agua no beberé"!" .La Historia está llena de casos de castillos que se asaltaron precisamente por donde se consideraban tan inexpugnables que no, necesitaban guardia. Nada le ofrece una ocasión mejor a la tentación que el exceso de confianza. Debemos mantener la vigilancia en nuestros puntos más débiles y en los más fuertes.
  La petición, "no nos metas en tentación" significa, pues, de que Dios no nos meta en circunstancias demasiado difíciles para nosotros, y que siempre nos provea la salida de la tentación (1Corintios_10:13), y la fuerza necesaria para soportar toda prueba. Entendemos que las pruebas son necesarias, pero al mismo tiempo no queremos ser probados más allá de nuestra capacidad. Significa que pedimos a Dios que en su dirección divina no nos deje tropezar o caer; que en su dirección no nos deje formar alianzas pecaminosas (2Corintios_6:14-16); que nos ayude a huir de la idolatría (1Corintios_6:14), de la fornicación (1Corintios_6:18) de los deseos juveniles (2Timoteo_2:22), y de toda la corrupción que hay en el mundo (2Pedro_1:4). Esta petición es semejante a la petición por buena salud. "Señor, ayúdame y protégeme de accidentes y de enfermedades, para que pueda ser bueno y sano". Entonces después de orar así, hagamos todo lo posible por evitar accidentes y enfermedades. ¡Tenemos que cooperar con las oraciones!

Defensas contra la tentación
  Está la sencilla defensa de la propia dignidad. Cuando la vida de Nehemías estaba en peligro, se le sugirió que dejara el trabajo y se encerrara en el templo hasta que pasara el peligro. Y él respondió: « ¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y quién que fuera como yo se metería en el templo para salvar la vida? ¡No entraré!» (Nehemías_6:11). Uno puede dar la espalda a muchas cosas, pero no a sí mismo. No tiene más remedio que vivir con sus recuerdos, y el de haber perdido la dignidad es intolerable.
Está la defensa de los que amamos y nos aman. Muchos se meterían en pecado si fueran ellos los únicos que habrían de sufrir las consecuencias; pero los salva el temor al dolor que causarían a sus seres amados. Una persona podría estar dispuesta a pagar las consecuencias del pecado si no tuviera que pagarlas más que ella. Pero si se da cuenta de que su pecado les quebrantará el corazón a otros que ama, eso le será de ayuda para resistir la tentación.

Cristo tiene poder sobre Satanás y nos puede librar.
     Cristo echó fuera demonios para demostrar su poder sobre Satanás. Mateo_12:28, "si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios". Lucas_10:18, "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo". Hebreos_2:14-15 nos libra de aquél que tenía el imperio de la muerte. Colosenses_1:13, "nos ha librado de la potestad de las tinieblas".
  Está la defensa de la presencia de Jesucristo en nuestras vidas.
Jesús no es el personaje de un libro; es una presencia viva. A veces preguntamos: « ¿Qué harías si de pronto te encontraras con que Jesús estaba a tu lado? ¿Cómo vivirías si Jesús fuera un huésped de tu casa?" Pero la realidad de la fe cristiana es que Jesucristo está a nuestro lado, y es el huésped de nuestro hogar. Su presencia es constante, y por tanto debemos llevar una vida que sea digna de que Él la vea. Tenemos una gran defensa frente a la tentación en el recuerdo de la constante presencia de Jesucristo.
 El Señor libró a Pablo varias veces, 2Timoteo_3:11; 2 Timoteo_4:18.

 Debemos cooperar con la oración. No conviene deliberadamente meternos en tentaciones, y luego esperar que Dios nos libre. Muchas tentaciones nos rodean todos los días: en el trabajo, en actividades sociales, en la escuela, y aun entre familiares. Hay persecuciones. Somos engañados por las riquezas. Siempre hay peligro de estar afanosos. Por lo tanto, el cristiano tiene que estar alerta a cada momento

  Debemos de todo corazón confiar en Dios. Si somos sinceros, y pedimos con fe, Él nos librará de todo mal.

Este ruego concluye la oración y la resume, y con él se completa el ruego de la venida del reino. Porque este reino todavía no llegó o no ha seguido adelantando, porque se le opone el poder del mal. Y el reino permanecerá así, hasta que este poder sea definitivamente quebrantado. Está muy por encima de nuestras posibilidades ser liberados de este poder. Sólo Dios puede liberarnos. Se va extinguiendo en la oscuridad la oración que empieza de una forma tan familiar y luminosa. Cada palabra tiene su peso, cada petición su necesidad especial. Se tienen que ponderar en el corazón a menudo estas palabras y hacer que su espíritu penetre profundamente. Pero también se deberían medir con la oración del Señor nuestras restantes súplicas y ruegos. Preguntarse si los deseos expresados por Jesús también figuran en nuestras otras oraciones. Preguntemos también si nuestra oración está impregnada por el mismo amplio espíritu. Aquí se da la medida. Oremos conforme a la voluntad de Dios.

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