} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: NACER DE NUEVO

martes, 7 de marzo de 2017

NACER DE NUEVO



Juan 3:1-12(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)

Y había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, príncipe de los judíos.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios por maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no estuviere Dios con él.
Respondió Jesús, y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el Reino de Dios.
Le dice Nicodemo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez.
El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde vaya; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Respondió Nicodemo, y le dijo: ¿Cómo puede esto hacerse?
Respondió Jesús, y le dijo: ¿Tú eres el maestro de Israel, y no sabes esto?
De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.
Si os he dicho cosas terrenas, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?


¿Qué quiere decir para nosotros el nuevo nacimiento o regeneración?

El término regeneración viene de una palabra griega que significa “renacimiento” o “nuevo génesis.” El término significa la renovación de la creación caída mediante la obra redentora de Cristo. El término “regeneración” en sí, sólo aparece dos veces en las Escrituras, una vez para la renovación de todas las cosas (Mat_19:28; Hch_3:21. “restauración de todas las cosas”) y una vez para la interior renovación espiritual de los creyentes. El mismo concepto de regeneración se expresa en la expresión de un corazón nuevo (Eze_36:26 s), de nacer de nuevo (Juan_3:3; Juan_3:7), de personas nuevas mediante unión con Cristo en la muerte y resurrección (Rom_6:4-8), y una nueva creación que incluye personas (2Co_5:17) y los cielos y la tierra (Apo_21:1). Todos estos conceptos de regeneración pertenecen a la gran acción de Dios al traer vida eterna e incorruptibilidad a la creación caída. El actual nacimiento nuevo de los individuos creyentes es entonces el principio de la regeneración, que al fin va a abarcar el universo (cielos y tierra).
    Jesús no habla de dos nacimientos sino de uno sólo. Describe la conversión como un nuevo nacimiento (o una regeneración, que es la misma cosa) y este concepto es ampliamente explicado e ilustrado en el resto del Nuevo Testamento: Pablo engendró a los corintios con el evangelio (1Co_4:15). "El de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas" (Stg_1:18). "Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre" (1Pe_1:23-25). El proceso del nuevo nacimiento es, pues, que la simiente incorruptible (la palabra) se siembra en el corazón de la gente, produce fe, arrepentimiento y obediencia para obtener el perdón de Dios y para participar de todas las bendiciones espirituales en Cristo.
        Los pasos de esta obediencia al evangelio son:
 (1) Oír, Rom_10:17; (2) creer, Juan_3:16; (3) arrepentirse, Luc_13:5; (4) confesar la fe en Cristo como el Hijo de Dios, Rom_10:10; y (5) Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Cristo, para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hch_2:38). El que hace esto "de corazón" (Rom_6:17, con sinceridad y amor) nace otra vez (es regenerado), se convierte en cristiano, entra en el reino de Dios (Col_1:13), o es agregado al Señor (Hch_11:24) y su iglesia).
        El nuevo nacimiento está bien ilustrado en el libro de Hechos que nos revela unos ejemplos claros del proceso de la conversión (2:37-41, los tres mil el día de Pentecostés; 8:12, los samaritanos; 8:35-37, el etíope; 9, 22, 26, Saulo de Tarso; 10, 11, Cornelio y su casa; 16:15, Lidia; 16:30-34, el carcelero; 18:8, los corintios; 19:1-5, los efesios. No hay tema bíblico que sea mejor explicado o ilustrado que el del nuevo nacimiento. No es aceptable ninguna explicación del nuevo nacimiento que no esté en completa armonía con estos textos.  
        El agua y el Espíritu están unidos aquí, y también en Mat_28:19; en Hch_2:38; y en Tit_3:5. El nacer del agua y del Espíritu es ampliamente explicado en estos textos. "Le indica los únicos medios por los cuales puede realizarse el nacimiento espiritual de que le ha hablado. Esos medios son el agua (Palabra) y el Espíritu. El uno es el símbolo, el otro la realidad". El nuevo nacimiento es un símbolo o figura de la conversión. Jesús no usa símbolos para presentar otros símbolos; más bien habla del agua del bautismo (literal) y del Espíritu (literal) que efectúan la conversión bajo la figura de un nuevo nacimiento.
            "En un sentido, el llegar a ser hijo de Dios es un proceso que dura toda la vida, pero en el presente pasaje se trata de la limpieza inicial derivada de la implantación de una nueva vida en el corazón del pecador, y esto se deduce claramente de la afirmación hecha de que uno no puede entrar en el reino de Dios si no ha nacido de agua (Palabra) y del Espíritu". 
          Nadie es regenerado por el bautismo solo, pero no puede ser regenerado sin obedecer a Cristo. El que obedece a Cristo no merece la salvación; no la gana como salario. Más bien, simplemente obedece los requisitos nombrados por el Señor para aceptar la salvación que es "regalo de Dios".

En el Nuevo Testamento, y especialmente en el Cuarto Evangelio, hay cuatro ideas íntimamente relacionadas: el nuevo nacimiento; el Reino del Cielo, en el que nadie puede entrar a menos que nazca de nuevo; llegar a ser hijos de Dios, y la vida eterna. La idea del nuevo nacimiento no es exclusiva del pensamiento del Cuarto Evangelio. En Mateo encontramos la misma gran verdad expresada aún más sencilla y gráficamente: «Si no os volvéis y os hacéis como niños no entraréis en el Reino del Cielo». Estas ideas encierran la misma verdad.

Vamos a empezar por El Reino del Cielo. ¿Qué quiere decir? Su mejor definición la encontramos en la Oración del Padrenuestro, que contiene dos peticiones paralelas:

Venga Tu Reino, Hágase Tu voluntad, como en el Cielo, así también en la Tierra.

Es característico del estilo hebreo el decir las cosas de dos maneras algo diferentes, la segunda de las cuales explican y amplía la primera. En los Salmos encontramos innumerables ejemplos de esta forma poética que se conoce técnicamente como paralelismo:

Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

Por tanto, no temeremos aunque la tierra sea removida,
 Y se traspasen los montes al corazón del mar;

Aunque bramen y borboteen sus aguas,
Y tiemblen los montes a causa de su ímpetu.

Jehová de las ejércitos está con nosotros;
Nuestro refugio es el Dios de Jacob (Sal_46:1-3; Sal_46:7).

Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado (Sal_51:2).

En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará (Sal_23:2).

Apliquemos ese principio a las dos peticiones de la Oración del Padrenuestro: la segunda completa y explica la primera, y así llegamos a la definición del Reino del Cielo como una sociedad en la que la voluntad de Dios se hace en la Tierra tan perfectamente como en el Cielo. Estar en el Reino del Cielo es, por tanto, llevar una vida en la que lo sometemos todo voluntariamente a la voluntad de Dios; es haber llegado a una situación en la que aceptamos la voluntad de Dios de una manera perfecta y completa.
Ahora vamos a fijarnos en la condición de hijos. En un sentido, es un privilegio tremendo. A los que creen se les concede el derecho de llegar a ser hijos de Dios (Jua_1:12).Pero es de la misma esencia de la condición de hijos la obediencia. «Si Me amáis, guardad mis mandamientos.» «El que tiene Mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama..." (Jua_14:15  y 21ss). La esencia de la condición de hijos es el amor, y la esencia del amor es la obediencia. No podemos ser sinceros si decimos que amamos a una .persona y hacemos cosas que hieren y entristecen su corazón. Ser hijos es un privilegio del que se participa solamente cuando se rinde una obediencia .perfecta. Así pues, ser hijos de Dios y estar en el Reino de Dios son la misma cosa.. Los hijos de Dios y los ciudadanos de Su Reino son las personas que han aceptado completa y libremente la voluntad de Dios.
Ahora fijémonos en la vida eterna. Es mejor llamarla eterna que perdurable. Lo principal de la vida eterna no es simplemente una cuestión de duración. Está claro que una vida que se prolongara indefinidamente podría ser un infierno lo mismo que un cielo. La idea que subyace en la vida eterna es la de una cierta calidad de vida. ¿Cuál? Hay sólo Uno al Que se le puede aplicar este adjetivo eterno (aiónios), y es Dios. La vida eterna es la clase de vida que vive Dios, la vida de Dios. El entrar en la vida eterna es llegar a participar de la clase de vida que es la vida de Dios. Es estar por encima de todo lo meramente humano y pasajero, y entrar en el gozo y la paz que pertenecen solamente a Dios. Está claro que no se puede entrar en esa íntima comunión con Dios a menos que Le ofrezcamos el amor, la devoción y la obediencia que Le son debidos y que nos introducen en ella.
Aquí tenemos, pues, tres grandes concepciones gemelas: entrar en el Reino del Cielo, llegar a ser hijos de Dios y participar de la vida eterna; y las tres dependen y son productos de la obediencia perfecta a la voluntad de Dios. Aquí es donde se introduce la idea del nuevo nacimiento: es lo que enlaza y armoniza estas tres concepciones. Está claro que, tal como somos y dependiendo de nuestras fuerzas somos absolutamente incapaces de rendir a Dios esa perfecta obediencia; sólo cuando la gracia de Dios llega a tomar posesión de nosotros y nos cambia podemos darle a Dios la reverencia y la devoción que Le debemos. Nacemos de nuevo por gracia de Dios, por medio de Jesucristo; es cuando recibimos el Espíritu Santo, la regeneración de nuestro espíritu por el poder del Espíritu Santo. Nacer de nuevo es experimentar un cambio tan radical que es como un nuevo nacimiento; es que le pase a uno en el espíritu y alma algo que sólo se puede describir como nacer totalmente de nuevas otra vez; y ese proceso no es el resultado del esfuerzo humano, sino de la gracia y el poder de Dios.
Le entregamos nuestros corazones y vidas cuando se produce el cambio:
Cuando eso sucede, nacemos de agua y del Espíritu. Aquí hay dos ideas. El agua es el símbolo de la limpieza. Cuando Jesús toma posesión de nuestras vidas, cuando Le amamos con todo nuestro corazón, nuestros pecados pasados son perdonados y olvidados. El Espíritu es el símbolo del poder. Cuando Jesús toma posesión de nuestras vidas, no es sólo que nuestros pecados pasados son perdonados y olvidados; si eso fuera todo, podríamos volver otra vez a arruinar la vida, pero entra en ella un nuevo poder que nos permite ser lo que por nosotros mismos no podríamos ser, y hacer lo que por nosotros mismos no podríamos hacer. El agua y el Espíritu representan la limpieza y la fortaleza del poder de Cristo que borra el pasado y da la victoria en el futuro.
    En este pasaje Juan establece una gran ley. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu. La persona humana no es nada más que carne, y sus posibilidades se limitan a las de la carne. Por sí misma no puede salir de la frustración y del fracaso; eso lo sabemos muy bien, es el hecho universal de la experiencia humana. Pero la esencia misma del Espíritu es un poder y una vida que están por encima de la vida y el poder humanos, y cuando el Espíritu toma posesión de nosotros, la vida derrotada de nuestra naturaleza humana se transforma en la vida victoriosa de Dios.
"La carne, en la mente de Nicodemo, es la dificultad que Jesús está tratando de remover. Introduce el viento y su soplar, lo cual no se puede ver. Sopla donde quiere, nadie puede saber por vista de donde viene o a donde va, y luego dice que así es el que es nacido del Espíritu; es decir, es el espíritu del hombre -- invisible como el viento --, y no la carne, que ha de ser engendrado por el Espíritu de Dios. Quería enseñar a Nicodemo que es la parte espiritual y no la parte carnal del hombre que ha de renacer". "Se puede ver los efectos de este nuevo nacimiento por el cambio que sigue en la conducta del individuo, precisamente como se puede ver los efectos del viento por los objetos movidos por él (Rom_6:4-14; Efe_4:24-32). Sin embargo, no se puede ver literalmente el nuevo nacimiento del espíritu, como no se puede ver el viento mismo".
        "Así como el viento sopla sin el control del hombre y su sonido puede ser oído, pero no se puede ver, ni se puede saber su origen o destino, así el Espíritu de Dios obra invisiblemente como El quiere, pero la evidencia se ve en todo aquel que es nacido del Espíritu" , "Como tú no sabes cuál es el camino del viento".  La palabra pneuma se puede traducir viento o espíritu.
    Dice el Interlineal Griego-Español de Lacueva: "El espíritu donde quiere sopla". Dice otro comentarista: "El Espíritu respira como quiere, oyes su voz pero no sabes de donde viene ni a donde va, así por medio de oír su voz nace el que es nacido del Espíritu. Es decir, el Espíritu respira (se expresa) por medio de la Palabra (el evangelio), en completa armonía con su voluntad y recibes la expresión de esta voluntad por medio de esta Palabra; y mientras no puedes ver al Espíritu y de esta manera estás sin la evidencia visual de su llegada y salida, es por medio de oír su voz (expresada en su Palabra) que naces otra vez. Así, de esta manera, uno nace del Espíritu. Esto es decir simplemente que uno nace del agua y del Espíritu por medio de recibir el mensaje del Espíritu expresado en el Evangelio, y por ser bautizado para la remisión de pecados (1Co_4:15; Stg_1:18; Hch_22:16; Rom_6:3-4). Las palabras de Pedro son un comentario inspirado sobre el significado de la frase, 'así es todo aquel que es nacido del Espíritu' ('siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre'.
        Parece que esta interpretación es un poco forzada en cuanto a la expresión "así es todo aquel que es nacido del Espíritu", pero armoniza perfectamente con la enseñanza de Jesús y los apóstoles sobre el nuevo nacimiento.
        "'El Espíritu respira donde quiere', es decir, no hay límite de su poder en cuanto a ciertos individuos, clases o razas. 'el Hijo a los que quiere da vida'. El pensamiento aquí es similar: no debe haber desesperación en cuanto al segundo nacimiento: el Espíritu respira donde quiere... y oyes su sonido, el Espíritu se hace a sí mismo audible en sonidos articulados y significativos. La respiración del Espíritu es como el aliento del hombre, no mero aire, sino voz articulada y significativa. El Espíritu obra resultados inteligibles. No aulla como el viento y distorsiona al hombre en contorciones inefectivas como el viento distorsiona los árboles. Es una voz y el resultado está lleno de razón, en armonía con la naturaleza humana y vivificándola a una vida más alta"
Algunos de los maestros de Israel se creían muy conocedores de las cosas de Dios, pero ¿qué sabían de Eze_18:31 que dice, "haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo"? ¿O Eze_36:26, "Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros"? ¿Habían leído y estudiado el Sal_51:10, "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí"? El concepto básico del nuevo nacimiento no debía haber sido nuevo para Nicodemo.
¿A qué haremos semejante el reino de Dios?" Las palabras de Cristo no se basaban en especulaciones ni conjeturas, sino en la realidad de lo que Él sabía
El no comprender puede ser por varias razones. Puede ser porque no se ha llegado al nivel de experiencia y de conocimientos necesarios para poder captar la verdad. «El que no sabe es como el que no ve», decimos. Si alguien se encuentra en esa situación, nuestro deber es hacer todo lo posible para explicarle las cosas, para que pueda captar el conocimiento que se le ofrece. Pero hay veces que no se entiende porque no se quiere entender: "No hay peor ciego que el que se niega a ver.» Una persona puede cerrar la mente aposta a una verdad que no quiere reconocer o aceptar.
¿Era así Nicodemo? La enseñanza acerca del nuevo nacimiento que procede de Dios no debería haberle parecido extraña. Ezequiel, por ejemplo, había hablado repetidas veces del corazón nuevo que ha de ser creado en los seres humanos: «Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.
¿Por qué moriréis; casa de Israel?» (Eze_18:31). «Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros» (Eze_36:26). Nicodemo era un experto en la Sagrada Escritura, y los profetas habían escrito mucho acerca de la experiencia de la que estaba hablándole Jesús. Si una persona no quiere renacer, le resultará incomprensible lo que quiere decir el nuevo nacimiento.
Si uno no quiere cambiar, le cerrará voluntariamente los ojos y la mente y el corazón al poder que le puede cambiar. En última instancia, lo que pasa con tantos de nosotros es sencillamente que, cuando viene Jesús a ofrecerse a cambiarnos y recrearnos, Le decimos más o menos: "No, gracias; estoy perfectamente así, y no quiero cambiar.»
Nicodemo tuvo que replegarse otra vez a la defensiva. Lo que dijo era algo así como: «Ese renacimiento del que estás hablando puede que no sea imposible, pero no puedo entender cómo funciona.» La punta de la contestación de Jesús está en que la palabra griega para espíritu, pneuma, también quiere decir viento: Lo mismo sucede con la palabra hebrea rúaj, que también quiere decir espíritu y viento. Así es que Jesús le dijo a Nicodemo: "Tú puedes oír y sentir el viento (pneuma); pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Puede que no entiendas cómo y por qué sopla el viento, pero puedes sentirlo. Puede que no entiendas de dónde viene la tempestad ni adónde va, pero puedes observar sus efectos en las nubes y los árboles. Hay muchas cosas del viento que no puedes entender, pero sus efectos están a la vista.» Y prosiguió: «El Espíritu (Pneuma) es exactamente lo mismo. Puede que no sepas cómo obra; pero puedes ver Sus efectos en las vidas humanas.»
Jesús decía: «Esto no es nada teórico. Hablamos de lo que hemos visto de hecho. Podemos señalar a muchas personas que han nacido de nuevo por el poder del Espíritu.»  
Hay un montón de cosas en este mundo que usamos todos los días sin saber cómo funcionan. Son los menos entre nosotros los que saben cómo funcionan la electricidad, la radio, la televisión y hasta el coche, entre otras muchas cosas; pero no por eso decimos que no existen. Muchos de nosotros usamos un coche aunque no tenemos más que una ligerísima idea de lo que pasa debajo del capó; aunque no entendemos del todo cómo funciona, eso no nos impide usarlo y disfrutar de todas sus ventajas.
 Puede que no entendamos cómo obra el Espíritu, pero Su efecto en las vidas de las personas está a la vista de todo el mundo. El argumento incontestable a favor del Evangelio son las vidas cambiadas de los que lo han aceptado. Nadie debiera descartar una fe que es capaz de hacer que los malos se hagan buenos.
Jesús dijo a Nicodemo, parafraseando: "He tratado de ponértelo fácil. He usado ejemplos humanos sencillos tomados de la vida diaria, y no has entendido. ¿Cómo esperas entender las cosas profundas si hasta las más sencillas te resultan incomprensibles?»
Hay aquí una seria advertencia para todos nosotros. Es fácil tomar parte en grupos de discusión, ponerse a estudiar y a leer libros, a discutir intelectualmente el Cristianismo; pero lo esencial es experimentar el poder del Evangelio. Es verdad que es importante tener una comprensión intelectual del orbe de la verdad cristiana; pero es mucho más importante tener una experiencia vital del poder de Jesucristo. Cuando un paciente está bajo tratamiento médico, o tiene que ser operado, o se le recetan ciertas medicinas, no tiene necesidad de conocer todo el orbe de la anatomía, ni cómo actúan la anestesia o los fármacos en su cuerpo para recuperar la salud. El noventa y nueve por ciento de los pacientes experimentan la curación sin ser capaces de decir cómo se realizó. En un sentido, el Evangelio actúa así. Encierra un misterio, pero no porque desafía a la comprensión intelectual; es el misterio de la redención.
Al leer el Cuarto Evangelio resulta difícil saber cuándo terminan las palabras de Jesús y empiezan las del evangelista. Juan ha pasado tanto tiempo pensando en las palabras de Jesús que pasa imperceptiblemente de ellas a sus propios pensamientos acerca de ellas. Es casi seguro que las últimas palabras de este pasaje son de Juan. Es como. si alguien preguntara: «¿Qué derecho tiene Jesús a decir esto? ¿Cómo podemos estar seguros de que es cierto?» .La respuesta de Juan es sencilla y terminante: «Jesús -dice- descendió del Cielo para comunicamos la verdad de Dios. Y, después de compartir la vida de la humanidad y morir por ella; volvió a ,Su gloria.» Juan aseguraba que Jesús tenía derecho a hablar así porque conocía personalmente a Dios, porque había venido directamente del Cielo a la Tierra y porque lo que Él decía no era sino la verdad de Dios, porque .Jesús era y es la encarnación de la Mente de Dios.


Nacer de nuevo es experimentar un cambio tan total que sólo se puede describir como re-nacimiento o re-creación o regeneración. Entonces se nos perdona el pasado y el Espíritu nos capacita para el futuro; entonces podemos aceptar la voluntad de Dios de veras. Y entonces llegamos a ser ciudadanos del Reino del Cielo, e hijos de Dios, y a entrar en la vida eterna, que es la vida misma de Dios.


¡Maranatha!

No hay comentarios:

Publicar un comentario