} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO

miércoles, 27 de marzo de 2013

¿COMO PODER ESTAR SEGURO DE QUE TODO ESTO NOS HA SUCEDIDO?

Tan pronto como nazcas de nuevo se efectuarán una serie de cambios.
Primero: Tendrás una actitud distinta hacia el pecado, aprenderás a aborrecer el mal, lo oíras, lo verás y te dará repugnancia.
Segundo: Sabrás que has nacido de nuevo porque querrás obedecer a Dios. La Biblia dice: 1° S. Juan 2:13 "Y en eso sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos".
Tercero: Te separarás del mundo. La Biblia dice: 1°S. Juan 2:15 " No ameis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no esta con él"
Cuarto: habrá en tu corazón un nuevo amor para otras personas. La Biblia dice: 1°S. Juan 3:14 "Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos"
Quinto: No practicamos el pecado ni lo consentimos en nuestra presencia. La Biblia dice: 1° S. Juan 5:18 "Sabemos que cualquiera que es nacido de Dios, no peca".
Nacer de nuevo significa convertirse de una situación, en la que vivías permanentemente.
 Muchas personas se han arrepentido; han creído y han nacido de nuevo, pero a menudo les falta la certidumbre de su conversión, les falta, digamos, el gozo o la sensación. Muchas parecen no entender la naturaleza de la experiencia cristiana, mientras otros han sido mal informados y buscan algo que las Escrituras no autorizan a esperar.
Mas de trescientas veces se menciona la palabra -fe- en el Nuevo Testamento en relación con la salvación del hombre y otras tantas se elude a ella. El autor de la Carta a los Hebreos, S. Pablo dice: Hebreos 11:6 " Es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan, sin fe es imposible agradar a Dios."
Por haber confundido la FE con el sentimentalismo es por  lo que muchos cristianos experimentan dificultades e incertidumbres en nuestros días.
La Fe siempre reclama un objeto, es decir, cuando creemos es necesario creer algo. Ese algo, lo llamo el  hecho.
Con el fin de ser muy claro y facil de entender puedo decir que hay tres palabras que tienen que estar en el mismo orden y nunca invertidas. Éstas señalarán el camino que te lleve de la incertidumbre hacia una confiada vida cristiana. Estas tres palabras son: hecho, fe y sensación. Suceden en ese orden, y ese orden es esencial. Si las confundes, eliminas una, o añades otra, te meterás en un atolladero, y seguirás a tientas en semioscuridad, sin el gozo y sin la confianza de quien puede decir: 2ª Timoteo 1:12 "Yo sé a quién he creído"
Sí, en verdad, eres salvo del pecado, eres salvo mediante una fe personal en el Evangelio de Cristo, como se define en las Escrituras. Aunque al principio el camino te parezca dogmático y estrecho, el hecho es que no hay otro. La Biblia dice: 1º Corintios 15:3-4 "Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo  fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras".
También dice que somos salvos cuando nuestra fe se enfoca en esta verdad subjetiva. La obra de Cristo es un hecho, y también lo es su cruz, su tumba y su resurrección.
Es imposible creer en algo para hacerlo existir. El evangelio no empezó a existir  porque los hombres lo creyeran. La tumba no quedó vacía en la Pascua de Resurrección sólo porque unas personas fieles lo creyeran. El hecho siempre antecedente a la fe. Somos psicológicamente incapaces de creer sin tener algún objeto para nuestra fe.
La Biblia no te pide que creas algo inverosimil, sino que creas en el hecho histórico que trasciende a toda historia. La Biblia te pide que creas que esta obra de Cristo, efectuada por el pecado y en favor de los pecadores, es eficaz para todos los que le confían sus almas. El confiar en Él para tu salvación eterna, es confiar en un hecho.

martes, 26 de marzo de 2013

EL NUEVO NACIMIENTO (3)


Este nuevo nacimiento no se puede producir por inventos o ardides humanos. Muchos piensan que al unirse a tal o cual iglesia, cumplir algún rito religioso, dar una contribución a alguna obra de caridad, darse golpes de pecho repitiendo frases grandilocuentes, automáticamente nacen de nuevo.
JESÚS nos dijo que nos era necesario nacer de nuevo. Ese verbo nacer es pasivo. Ningún hombre puede nacer por sí mismo. Nace pasivamente. Nacer de nuevo es completamente ajeno a nuestra voluntad. Es decir, el nuevo nacimiento es una obra divina, nacemos de DIOS.
Nicodemo en su perplejidad, no pudo entender  cómo podría nacer por segunda vez, por eso pregunto dos veces “¿Cómo?”
Aunque el nuevo nacimiento parezca misterioso, eso no significa que no sea verdad. No entendemos el misterio de la electricidad, porque la oveja da lana, la vaca pelo o el ave pluma, pero sabemos que lo hacen. No entendemos muchos misterios de la vida pero sabemos que están ahí y que algún día nos serán desvelados.
Aceptamos por FE el hecho de que en el momento en que nos arrepentimos del pecado, y por la FE volvemos a JESUCRISTO somos nacidos de nuevo. Es la infusión de la vida divina en el alma. Es la implantación de la naturaleza divina en el alma, mediante la cual llegamos a ser hijos de DIOS. CRISTO, mediante el Espíritu Santo, mora en nuestro corazón. Somos unidos a DIOS por la eternidad. Eso significa, que si has nacido de nuevo, mientras Dios viva, vivirás; porque ahora participas de su misma vida.
Al nacer  de nuevo, se obtienen varios resultados.
 Primero, tu visión y entendimiento se aumentarán. La Biblia dice: 2ª Corintios 4:6 “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para  iluminación del conocimiento de Dios en la faz de Jesucristo”. De nuevo dice la Biblia: Efesios 1:18 “Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento”. Cosas de las que antes te burlabas como locura,  ahora las aceptas por fe. Todo el proceso mental de tu vida cambia. Dios llega a ser el eje de tu pensamiento. Viene a ser el centro de tu vida. El yo ha sido destronado.
Segundo, tu corazón experimenta una revolución. La Biblia dice: Ezequiel 36:26 “Pondré espíritu nuevo dentro de vosotros y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de carne”. Dice Dios en la Biblia: Jeremías 31:33 “Y os daré corazón  nuevo”. Tus afectos han experimentado un cambio radical. Tu nueva naturaleza ama a Dios y las cosas que son de Dios. Amas lo más sublime y noble de la vida. Rehúsas lo vil y lo bajo. Inmediatamente tienes un nuevo concepto de los problemas sociales que te rodean. Tu corazón late compasivamente por los menos afortunados.
Tercero, tu voluntad sufre una transformación completa. Tus decisiones son diferentes, tus motivos distintos, tus fines han cambiado. La Biblia dice: Hebreos 13:20-21 “Y el Dios de paz…os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo EL en vosotros lo que es agradable delante de EL”.
Esta nueva  naturaleza que recibes de Dios se sujeta a la voluntad de EL. Y querrás hacer solamente su voluntad. Estás completamente y totalmente dedicado a EL. Existe una nueva determinación,  inclinación, disposición, un nuevo principio de vivir y nuevo deseos. Procuras glorificar a Dios. Buscas el compañerismo con otros cristianos en la iglesia. Amas la Biblia, te gusta pasar tiempo en oración con Dios, hablando con Dios de todo. Has cambiado toda tu disposición. Antes, tu  vida estaba llena de incredulidad, el origen y la base de todo pecado, dudabas de Dios; ahora crees y posees mayor confianza y fe en EL y en su Palabra.
El orgullo era el mismo centro de tu vida. Tenías pensamientos ambiciosos acerca de ti mismo, de tus poderes, deseos y propósitos; ahora todo esto comienza a cambiar. Había odio en tu vida, la envidia,  el descontento y la malicia dominaban tus pensamientos hacia otros. Esto también ha cambiado.
Fácilmente podías mentir. En tus pensamientos, palabras y acciones, había muchas falsedades e hipocresías. Ahora todo está cambiado. Te rendías al deseo de la carne, ahora has cambiado. Has nacido de nuevo. Posiblemente caerás en alguna de estas trampas que el diablo pone para ti, pero inmediatamente tendrás tristeza, confesarás tus pecados  y pedirás perdón, porque has nacido de nuevo.
El sello del Espíritu Santo mora en tu alma y sirve para garantizar tu inmunidad, tu justificación. La JUSTIFICACIÓN es ese acto de DIOS por el que declara que eres inocente como si nunca hubieras pecado. Cuando has nacido de nuevo la justificación te permite estar delante de Dios como criatura nueva  en la que no hallará pecado. Dios te mira entonces como si nunca hubieras pecado.
Dice La Biblia: Romanos 8:33 “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? DIOS ES EL QUE JUSTIFICA”
Y sigue: 2ª Corintios 5:18 “Y todo esto es de Dios, el cual nos reconcilió a Si por Cristo; y nos dio el ministerio de la reconciliación”
Ahora perteneces a la familia real del cielo, llevas en tus venas sangre real, eres hijo del REY.

martes, 20 de noviembre de 2012

EL NUEVO NACIMIENTO (2)

También enseña la Biblia que, a menos que hayamos experimentado este nuevo nacimiento, no podemos entrar en el Reino de los cielos. Jesús dijo enfáticamente: "Os es necesario nacer otra vez" (Juan 3:7) No hay nada indefinido u optativo en esto. No hay opción, nada puedes hacer para cambiar esta sentencia, o naces de nuevo o todo lo que  hagas no servirá más que para acumular desorden a tu vida. El que entre en el Reino de Dios, habrá nacido de nuevo.
La salvación no es sólo la reparación de la naturaleza original. Es una nueva naturaleza,creada por  Dios, en justicia y verdadera santidad. La regeneración no es ni siquiera un cambio de naturaleza o corazón. Nacer de nuevo no es un cambio, es una regeneración, una nueva generación.
En la vieja naturaleza, no hay nada que Dios acepte . En ella no hay cosa buena. La vieja naturaleza es demasiado débil para seguir a Cristo. San Pablo dijo" Y éstas cosas se oponen la una a la otra, para qué no hagais o que  quisiereis"(Gálatas 5:7) "Los que están en la  carne no pueden servir a Dios" "¿Echa alguna fuente por una misma abertura agua dulce y agua amarga? Hermanos míos ¿puede la higuera producir aceitunas?" (Santiago 3:11-12) preguntó Santiago.
El viejo hombre se describe en Romanos: "Sepulcro abierto es su garganta; con sus lenguas tratan engañosamente: veneno de áspides está debajo de sus labios: cuya boca está llena de maledicencia y de amargura; sus pies son ligeros a derramar sangre; quebrantamiento y desventura hay en sus caminos...No hay temor de Dios delante de sus ojos." (Romanos 3:13-18)
¡Cómo podrás reformar o cambiar gargantas, lenguas, labios, pies y ojos como éstos? Es imposible. Jesús sabiendo que era imposible cambiar, dijo que se necesitaba un nacimiento totalmente nuevo. La vida que emana del nuevo nacimiento no se puede obtener por un desarrollonatural o por esfuerzos personales. El hombre, por su naturaleza, carece de esta santidad que Dios quiere para entrar en el cielo. Sólo en el nuevo nacimiento se halla el principio de tal vida. Para poder vivir la gracia de Dios, hemos de tener la naturaleza de Dios.
El asunto de recibir nueva vida, es semejante a una moneda, que tiene su anverso y su reverso. El recibir nueva vida tiene un lado divino y otro humano. Vamos a ver como hace Dios.
  El nacer de nuevo es en absoluto la obra del Espíritu Santo. No hay nada que puedas hacer para obtenerlo. No está a la venta. Por muchos bienes materiales que poseas no lo puedes comprar. La Biblia dice: "Mas a todos los que le recibieron, dioles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de Dios".(S.Juan 1:12-13) En otras palabras, tú no puedes nacer de sangre, o sea, no puedes recibir el nuevo nacimiento por herencia.
   No puedes heredar el cristianismo. Tal vez hayas tenido padres cristianos, pero eso no produce necesariamente un hijo cristiano. Tertuliano ya lo enseñó, en el siglo tercero, a la iglesia primitiva.
  No puedes nacer de la voluntad de la carne, dice la Escritura. En otras palabras, no hay nada que tú puedas hacer. Estas muerto. Un muerto no tiene vida para hacer ninguna cosa.
(Continuará)

EL NUEVO NACIMIENTO (1)

"El que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios"  S.Juan 3:3


Si yo pudiera entrar en tu casa, y conversar contigo de corazón a corazón, probablemente me dirías: Estoy perplejo, confuso y turbado. He transgredido las leyes de Dios, he vivido contrariamente a sus mandamientos , pensaba que podía vivir sin la ayuda de DIOS. He procurado formar mis propias reglas, vivir a miantojo y he fracasado. Las amargas lecciones que e vivido de ese modo han llegado mediante el sufrimiento y experiencias trágicas. ¡Cuanto daríapor nacer  de nuevo! ¡Qué distinto camino tomaría, si pudiera...!
Si estas palabras tocan las fibras sensibles más reconditas de tú corazón, si encuentran eco en los pensamientos que han pasado por tú mente, quiero darte algunas noticias gloriosas: ¡Jesús dijo que podrías nacer de nuevo! Puedes tener ese nuevo y mejor comienzo por el que tantas veces has orado. Puedes deshacerte de ese yo despreciado y pecador, y ser una nueva persona, un ser puro y lleno de paz, limpio de todo pecado.
No importa cuán negro sea tu pasado, cuán confuso sea tu presente, ni cuán deplorable parezca tu futuro, ¡si hay una salida!. Y hay una salida segura, efectiva y eterna, ¡pero hay  solamente una! Tienes que tomar sólo una decisión.Tienes que seguir sólo un camino, una sola dirección, distinta a la senda tortuosa y vana que has recorrido hasta hoy.
Puedes seguirsiendo miserable, descontento, miedoso, desdichado,infeliz y disgustado contigo mismo y con tu vida; o puedes decir ahora mismo que quieres nacer de nuevo. Puedes decidirte ahora mismo  a borrar tu pasado lleno de pecado, y a empezar de nuevo una  vida limpia y correcta. Puedes  determinarte ahora mismo a ser la persona que Jesús prometió podrías ser.
La siguiente pregunta lógica que puedes hacer es: ¿Cómo puedo experimentar esta nueva vida? ¿Cómo puedo nacer de nuevo? ¿Cómo puedo empezar otra vez?
Es esta  la prgunta que, bajo el cielo oriental, Nicodemo hizo  a Jesús aquella noche,  hace dos mil años.
El nacer de nuevo, sin embargo, significa muchísimo más que un nuevo comenzar, una enmienda o una reforma. Como ya hemos visto la Biblia enseña  que naciste la primera vez en el mundo físico, pero que tu naturaleza espiritual fue concebida en pecado. La Biblia declara que estás "muerto en delitos y pecados"       ( Efesios 2:1). La Escritura señala que no hay nada en tu naturaleza muerta y pecadora que pueda orignar la vida. Estando muerto en pecado, no  puedes producir una vida de justicia. Muchas personas tratan de vivir una vida buena, santa y recta sin nacer de nuevo, pero sólo irán al fracaso. Un cadaver no puede engendrar vida. La Biblia enseña "que el pecado, siendo cumplido, engendra muerte" (Santiago 1:15) Todos estamos muertos espiritualmente.
Tu vieja naturaleza no puede servir a Dios. La Biblia declara "El hombre animal no puede percibir las cosas del Espiritu de Dios...y no las puede entender" (1ª Corintios 2:14) "En nuestra condición natural, estamos en enemistad con Dios, porque no estamos sujetos a sus leyes, ni podemos estarlo" (Romanos 8:7)
La Biblia enseña además que nuestra vieja naturaleza está totalmente corrompida. Desde los pies a la cabeza no hay cosa ilesaen el hombre, que está llena de herida, hinchazón y podrida llaga (Isaias 1:6) Tu corazón es engañoso, más que todas las cosas, y terriblemente perverso. Está corrompido,de acuerdo con la engañosa lujuria.
La Biblia enseña además que nuestra vieja naturaleza esnetamente humana, e incapazde renovarse. La Biblia enseña que cuando nacemos de nuevo, nos despojamos del viejo hombre, no lo reparamos, no  le ponemos remiendos. El viejo hombre ha de ser crucificado,  no cultivado. Jesús dijo que el acto de limpiar el exterior del vaso y del plato, deja lo interior tan inmundo como antes.
(Continuará)

lunes, 24 de septiembre de 2012

EL ARREPENTIMIENTO (2)

¿Qué quiso decir Jesús con la palabra arrepentimiento? ¿Por qué aparece esta palabra continuamente a través de la Biblia? . las palabras originales del griego y del hebreo significan mucho más. Indican mucho más que lamentar y sentir tristeza por el pecado. La palabra bíblica “arrepentimiento” quiere decir volverse de tu  modo de pensar, cambiar tu mentalidad, dar la vuelta por completo a tu vida, tu actual vida alejada de Dios y volver a su camino. Es una palabra de acción y de poder, es una palabra que indica una revolución completa, dentro del individuo. Cuando la Biblia nos llama a arrepentirnos del pecado, quiere decir que debemos volver las espaldas al pecado, que debemos dar media vuelta y caminar en dirección contraria al pecado y a todo lo que el pecado implica. Jesús relató la parábola del hijo pródigo para dramatizar lo que quería decir con la palabra arrepentimiento. Cuando el hijo pródigo se arrepintió, no siguió lamentando sus pecados. No fue pasivo y perezoso; no se quedó en el mismo lugar rodeado de los puercos. ¡Se levantó y se marchó ¡Encaminó sus pies en la dirección opuesta. Buscó a su padre, se humilló ante él y luego recibió su recompensa. Muchísimos cristianos en sumo grado se han olvidado de lo que la Biblia da a entender cuando habla de arrepentimiento. Creen que es algo así como mover la cabeza ceremoniosa mente y darse golpes de pecho, diciendo “¡Ay, cuanto siento haber hecho esto¡”…y seguir viviendo de la misma manera. El arrepentimiento verdadero significa cambiar el modo de pensar;. El remordimiento no es suficiente para arrepentirse. Judas estaba apesadumbrado y lleno de remordimientos, pero nunca se arrepintió. Aun una reforma no es suficiente. No hay tortura que puedas infligir a tu cuerpo, no hay castigos mentales a los cuales se te pueda someter, que agraden al Dios Omnipotente. Cristo pagó por nuestros pecados en la cruz; allí sufrió la pena del pecado. Ningún padecimiento que suframos nos llevará al arrepentimiento. Tampoco lo lograremos con lamentaciones, con oraciones repetitivas, con cánticos más o menos alegres o místicos aunque muchos predicadores hayan enseñado que para arrepentirse es necesario lamentarse durante un determinado tiempo como período preparatorio para la salvación. Desviando de esa forma el pastor a sus ovejas hacia el abismo de la perdición. Un predicador cristiano, hombre muy inteligente, dijo una vez en una de sus homilías que cuando se convirtió, la emoción que el predicador y la congregación esperaban de él, casi le impidió acercarse a Dios. El falso sentimiento producido en algunas reuniones de avivamiento ha sido tropezadero para muchas almas sinceras y hambrientas de conocimiento de Jesús. El arrepentimiento del que hablo es el verdadero arrepentimiento bíblico, no es una opinión personal, ni una teoría. La Biblia habla de tres cosas: la inteligencia, la emoción y la voluntad. Primero: Es necesario el conocimiento del pecado. La Biblia dice:*Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios*.(Romanos 3:23) Isaías objetado de sus pecados, dijo:*¡Ay de mi que soy un hombre inmundo de labios*(Isaías 6:5) Job convencido de que era pecador exclamó:*Por tanto me aborrezco*(Job 42:6). Cuando Pedro quedó convicto de sus pecados, confesó:*Soy hombre pecador*(Lucas 5:8). Pablo convicto también de sus culpas, se calificó “como el primero de los pecadores”. Es el Espíritu Santo el que proporciona esta convicción. Verdaderamente no puede haber arrepentimiento hasta que el Espíritu Santo ejerce su influencia en la mente y el corazón. Puede usar las oraciones de una madre,, el sermón de un pastor, un programa cristiano por radio o la muerte de un ser querido para proporcionar esta necesaria convicción. No obstante es posible estar convencido del pecado, reconocerse pecador, aun lamentarse de los pecados, y no arrepentirse. Segundo: Como en toda experiencia genuina el arrepentimiento incluye las emociones. Pablo dijo que el dolor que es según Dios, obra arrepentimiento saludable. Muchas personas aborrecen toda emoción, y algunos críticos sospechan de cualquier conversión que no tiene lugar en un refrigerador. Hay muchos en un falso sentimentalismo, pero esto no excluye una emoción verdadera de piedad y sentimiento. Tercero: El arrepentimiento incluye la voluntad. Solamente cuando tengamos en cuenta la voluntad habremos llegado al corazón del verdadero arrepentimiento. Es preciso que haya esa determinación de renunciar al pecado, de cambiar las actitudes hacia uno mismo, hacia el pecado y hacia Dios. Es preciso cambiar los sentimientos, la voluntad, la disposición y los propósitos personales. Sólo el Espíritu de Dios puede ayudarte a tomar la determinación necesaria para el verdadero arrepentimiento. Hay cientos, miles de personas cuyos nombres están en los registros de las iglesias; asisten a la iglesia cuando les conviene, contribuyen y apoyan las actividades de la congregación; saludan al ministro y les dicen que predicó un excelente sermón. Hablan con el lenguaje del cristianismo y muchos de ellos pueden repetir bastantes textos de la Biblia, pero nunca han experimentado el verdadero arrepentimiento. Han adaptado hacia la religión cristiana una actitud que les permite tomarla o dejarla a su capricho. Cuando tienen dificultades vuelven a Dios y oran; pero el resto del tiempo no piensan mucho en ÉL. La Biblia enseña que cuando alguien se entrega a Cristo, se opera un cambio que repercute en todas sus acciones. Cuando Cristo entra en el corazón reclama ser Señor y Maestro. ¿Es tu Señor y Maestro?

domingo, 26 de agosto de 2012

No dejes para mañana, lo único importante: TU SALVACIÓN

Dejar para otro día algo tan importante en tu vida significa dos cosas: Que desprecias la Sangre derramada por Jesús en la cruz que te limpia de tus pecados o que no te preocupa lo mas mínimo.
Si no te preocupa, haya tu, eres libre de aceptarlo a El como único Salvador, El te da esa libertad de escoger.
Si desprecias el sacrificio que realizó en la cruz y rechazas su sangre purificadora, lamento decirte que es la mayor ofensa que se le puede hacer a Jesús pues no hay después arrepentimiento que valga, no hay vuelta atrás.

Te voy a poner un ejemplo para que lo entiendas. Tu imagínate, vas por el campo y encuentras un hormiguero, tu puedes pasar de las hormigas o de un pisotón acabar con ellas. Tu serias capaz de sacrificar la vida de un hijo tuyo para salvar a las hormigas.
Esto es para que lo entiendas un símil. Compara a DIOS infinito con las hormigas(nosotros). El en su inmenso amor por nosotros sacrificó a su HIJO JESUCRISTO derramando su Bendita sangre por una hormigas como nosotros. Esto querido lector no hay que tomarlo tan a la ligera, ni siquiera seremos capaces de comprender lo, pero por Fe acepto su PALABRA y CONFÍO que con su Sangre me limpia de todo pecado cometido fuera cual fuera y una vez que le hago entrega de mi vida para que El la guíe surge el hombre nuevo" os es necesario nacer de nuevo" aquí está el secreto de la VIDA ETERNA.
Por eso hoy aún estas a tiempo, mañana quien sabe...la muerte no descansa.

lunes, 25 de junio de 2012

PAZ CON DIOS (2ª Parte)

 LA FE “Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9) Estando ya preparado para dar un paso más en la búsqueda de la paz con Dios dispuesto a renunciar a la vida anterior que me conducía al abismo, resuelto a que ese cambio se opere en mi vida, dejando que Él, Jesús, se haga cargo de ella; que marque el ritmo sin prisa pero sin pausa por el camino que me lleva a esa puerta estrecha, por la que sólo puedo pasar cuando entienda que la salvación no depende de mí, ni de mi esfuerzo, que no se puede comprar, no está en venta; ni las riquezas, ni el poder, ni los rezos a imagen de santo o virgen que ni oyen, ni comen, ni ven pueden ofrecer. Tallas de madera, piedra, bronce, oro esculpidas por la mano del hombre y a las que de forma irracional hemos adorado en nuestro desvarío, en esa locura demoníaca, en ese acto más de rebeldía contra Dios el Creador de todo lo visible e invisible. Cuando deje en esa senda todos los prejuicios adquiridos y me vuelva como un niño, sólo entonces estaré en condiciones de poder traspasar esa puerta estrecha. En esa ardua tarea, cuento con el apoyo del mejor abogado, de mi mejor amigo, de mi compañero, de mi salvador; en Él y sólo en Él puedo confiar, nunca me ha defraudado. Yo sin embargo, si le he defraudado, si que le he fallado, tantas veces que ya ni las recuerdo. Siempre que he intentado coger el timón de mi vida, me he desviado de su ruta; la fuerte corriente del mundo ha variado el rumbo y a virado, dejándome a merced de los embates del pecado. Soy consciente que al poner la vista en otros objetivos, ambicionando lo que no me conviene e infringiendo dolor a las personas que me rodean, he bajado la guardia y el enemigo aprovechó la ocasión para colarse, en cierto modo, cuando mis ojos quisieron gozar de muy diversas formas con las comodidades temporales. No tengo excusa y debo ser disciplinado, he sido un mal hijo y mi Padre Celestial, como me quiere, sabrá lo que hacer conmigo. Me humillo ante ÉL y le ruego ponga fin a mi desvarío pues no estoy en condiciones de salir adelante sin su ayuda. Sé que la sangre derramada por el Hijo de Dios en el madero redime todos mis pecados, que por su gracia soy justificado en la fe, ante su tribunal y que su resurrección me permite gozar de esos bienes venideros cuando venga en su reino. Ayúdame Señor a caminar, no me sueltes de tu mano, no me dejes sólo, déjame asirme a ella con firmeza porque fuera de TÍ no tengo esperanza y estoy perdido. Toma las riendas de mi vida y haz con ella lo que quieras y si necesito de vez en cuando un coscorrón, no te cortes, pues el buen padre terrenal también lo hace, cuanto más Tú, mi Padre Celestial que me disciplina para la vida eterna. Que así sea. Amén.

viernes, 28 de octubre de 2011

PAZ CON DIOS

PAZ CON DIOS (1ª parte)
Hace algún tiempo que he abandonado mi deseo de seguir escribiendo, sobre lo único que realmente me mantiene en este camino de la vida, para proseguir victorioso hasta el final y alcanzar, si mi Señor Jesús así lo quiere, la gloria de la vida eterna.
Proseguiré, mientras el Espíritu Santo me permita con su ayuda seguir escribiendo, poniendo la atención sobre el mensaje de Salvación por Fe en Jesús, que se encuentra en la Biblia.
No es un secreto lo que voy a revelar si digo qué cuando Cristo entra en el corazón reclama ser Señor y Maestro. Requiere la rendición completa; exige tener el dominio sobre nuestras actividades intelectuales; demanda que nuestros cuerpos sean sujetos a Él y únicamente a Él; requiere nuestros talentos y nuestras aptitudes; demanda que toda nuestra obra y labor sean hechas en su nombre.

Hoy abundan aquellos que profesan ser cristianos, pero que dejarían de asistir al templo antes que renunciar al deseo de adquirir un nuevo refrigerador. Si se les diera la oportunidad de elegir entre un buen viaje o contribuir a la construcción de un local para la Escuela Dominical, sería fácil adivinar la decisión que tomarían. Hay millares que se llaman cristianos pero ponen en primer término el dinero y las cosas que proporcionan un alto nivel de vida, y en segundo lugar las cosas de Cristo.

Encontramos tiempo para ir al cine, para asistir a los campos de futbol, para ir de juerga con nuestros amigos, para buscar personas que creíamos importantes o que habían dejado una profunda huella en nuestra vida, buscamos su recuerdo, ansiando un pronto reencuentro, pasamos media vida tratando de localizarla y al fin cuando la hayamos el corazón late con misma emoción de la juventud. (En el nombre de mi Señor Jesús, ruego al Espíritu Santo sabiduría para superar este momento en mi vida, apartando a quién sea necesario del camino, que obstaculice e impida que prosiga a la meta final). La prueba del tiempo dedicado a este menester se pone de manifiesto dejando en un segundo plano, el tiempo dedicado para Dios. Podemos ahorrar tiempo y dinero para comprar una nueva casa o un televisor más potente pero nos parece oneroso el dar para el Señor. Todo esto es idolatría.

¡Urge un cambio¡ Con el dedo señalamos a los paganos y a los idólatras de antaño, cuando la única diferencia es que nuestras imágenes están hechas de brillante acero, y tienen termostatos y descongeladores, en vez de ojos incrustados en joyas. En lugar de oro sus superficies están cubiertas de porcelana fácil de limpiar, pero de todas maneras se adoran y pensamos que la vida sin ellas sería imposible. Jesús reclama el señorío sobre todas estas cosas. Él quiere que rindamos a Él toda nuestra vida social, nuestra vida familiar y nuestros negocios. Él debe ser el primero en todo lo que hagamos o pensemos, porque cuando realmente nos arrepentimos, volvemos a Dios en todos los sentidos.

Tenemos la advertencia de Cristo, que no nos recibirá en su reino hasta que estemos dispuestos a rendirle todo, hasta que estemos dispuestos a renunciar a todo el pecado de nuestras vidas. No digamos: “Renunciaré a algunos de mis pecados, pero me quedaré con otros”, “Viviré parte de mi vida para Jesús y parte para mis propios deseos”. Jesús exige una entrega cien por cien, y cuando esto se realiza, Él recompensa mil por uno. Pero no esperemos que Jesús reparta pequeños premios de quinientos por uno si hay una entrega del cincuenta por ciento. Dios no obra de esta manera para efectuar sus maravillas.

 Demanda un cambio total, una sumisión completa. Cuando hayamos resuelto renunciar al pecado entregando todo a Cristo, habremos dado otro paso que nos acerque hacia la paz con Dios.

lunes, 2 de mayo de 2011

EL ARREPENTIMIENTO (1ª parte)

“Habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepienta, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento” S. Lucas 15:7.


Hemos visto ya que Jesús exigía la conversión. También que los tres elementos de la conversión son: el arrepentimiento, la fe y la regeneración. Puede discutirse el orden en que éstos se presentan, pero por regla general, tienen lugar al mismo tiempo. Conscientes o inconscientes de ellos, en el momento crítico de la conversión, estos tres ocurren simultáneamente.
Si el arrepentimiento pudiera describirse con una palabra, emplearía la palabra renunciar. ¿Renunciar a qué? La respuesta también puede darse con una palabra pecado. La Biblia enseña que el pecado es la transgresión de la ley; el pecado es la negación de la autoridad de Dios y rechazar obedecerle. El pecado es ese principio malo que surgió en el Edén cuando Adán y Eva fueron tentados y cayeron. Desde aquel desastre, este veneno mortal ha afectado a todos los hombres, de tal manera que “todos pecaron y no hay justo, ni aun uno”. El pecado ha roto nuestra relación con Dios y, como consecuencia, ha perturbado nuestra relación de unos con otros y aun con nosotros mismos.
De ninguna manera podemos tener paz con Dios, ni paz los unos con los otros, ni aun paz dentro de nosotros mismos, hasta que hagamos algo “con esa cosa abominable que Dios aborrece”. No solamente se nos ha dicho que tenemos que renunciar al principio del pecado, sino que también hemos de renunciar a los pecados, en plural. Hemos de renunciar al “mundo, a la carne y al diablo”. No puede haber objeciones, regateo, compromiso o vacilación. Cristo exige la renunciación absoluta.
Pero aquí también interviene el principio del amor, porque cuando amas completa y absolutamente a Jesucristo, no has de querer hacer las cosas que Él aborrece y odia. Automáticamente renunciarás a todos los pecados de tu vida cuando por fe te entregues a Él. Por eso el arrepentimiento y la fe van unidos. No puedes tener arrepentimiento sin una fe salvadora, y no puedes tener fe salvadora sin un arrepentimiento genuino.
Desgraciadamente, la palabra “arrepentimiento” se omite hoy en los púlpitos. Carece por completo de popularidad. El primer sermón que Jesucristo predicó fue:
”¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado¡” (S. Mateo 4:17)
Esa fue la voz de Dios hablando por medio de su Hijo. Jesús vino con un corazón lleno de amor y de comprensión, pero inmediatamente empezó a señalar con dedo de fuego el delito y los pecados del hombre. Exhortó a los hombres a reconocer su culpa y a apartarse de su impiedad. Dijo que era necesario el arrepentimiento, antes de que Él pudiera otorgar su amor, su gracia y su misericordia a las almas. Jamás disculpó la iniquidad. Insistió en la urgencia del juicio personal, propio, y en el completo arrepentimiento. Insistió en la necesidad de una nueva actitud antes de que Él pudiese revelar el amor de Dios.
Un grupo de personas vino a Jesús un día y le contaron también de ciertos galileos cuya sangre había mezclado Pilato con los sacrificios, mientras sus legiones romanas ponían fin a la insurrección judía. Relataron también cómo la caída de la torre en Siloé había matado a muchos. En contestación Jesús dijo: “¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. (S. Lucas 13:2 y 3). En otras palabras, Jesús dijo que ya sea que los hombres mueran por violencias, accidentes o de muerte natural, su destino es el mismo; a menos que se hayan vuelto a Dios arrepentidos, están perdidos.
Sabemos que la salvación depende completamente de la gracia de Dios. Sabemos que los sacrificios, ritos u obras de la ley jamás han podido salvar ni siquiera a un alma. La Biblia dice que ante Dios nadie es justificado por la ley, y, así, afirma: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17). La salvación, el perdón y la justificación dependen absolutamente de la obra expiatoria de Cristo. Sin embargo, para que el sacrificio de Cristo en la cruz sea eficaz para cualquier individuo de cualquier época, esa persona debe arrepentirse de su pecado y aceptar a Cristo por fe.
“Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quién designó(Jesús), dando fe a todos con haberle levantado de los muertos”(Hechos.17:29,30,31)
Es una orden, es un mandato de Dios: ¡Arrepiéntete, o perecerás¡ ¿Te has arrepentido? ¿Estás seguro de ello?

domingo, 1 de mayo de 2011

LA CONVERSIÓN (3)

La conversión requiere de tres aspectos, dos de ellos activos y uno pasivo. En la conversión activa, están incluidos el arrepentimiento y la fe. El arrepentimiento es la conversión vista desde su punto de partida, el abandono de la vida anterior. La fe indica el punto objetivo de conversión, el volver a Dios. El tercero, que es pasivo, lo llamamos el nuevo nacimiento, la regeneración.
Bien, para alcanzar la gloria, Jesús, dijo que el hombre tiene que convertirse. No lo digo yo ¡lo dijo Jesús¡ Esta no es la opinión de un hombre, ¡es la declaración de Dios¡ Jesús dijo: "De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entrareis en el Reino de los Cielos" (San Mateo 18:3)
La verdadera conversión abarca toda la mente, todos los afectos y toda la voluntad.
Ha habido miles de personas que han sido convertidas intelectualmente a Cristo. Creen la Biblia entera, creen todo a cerca de Jesús pero nunca han sido convertidas a él.
En el segundo capítulo del Evangelio de San Juan, se encuentra una descripción de los centenares de personas que seguían a Jesús al principio de su ministerio. Se dice que muchos de ellos creyeron en Él. Sin embargo Jesús no se fió de ellos, porque conocía los corazones de todos los hombres. ¿Por qué no se fió Jesús de ellos? Sabía que creían solamente con la cabeza, y no con el corazón.
Hay una gran diferencia entre la conversión intelectual y la conversión total que salva el alma. Seguramente que debe haber un cambio en tu pensar y en tu aceptación intelectual de Cristo.
Millares de personas han tenido alguna forma de experiencia emocional que consideran como conversión, pero nunca han sido realmente convertidas a Cristo.
Cristo exige un cambio en la forma de vivir, y si tu vida no se halla en conformidad con tu experiencia, entonces tienes mucha razón en dudar de tu conversión. Ciertamente, hay un cambio en las emociones cuando te entregas a Cristo; un cambio en el cual están incluidos el odio y el amor, porque comenzarás a odiar el pecado y amar la justicia. Tus afectos sufrirán una transformación. Tu devoción a Cristo no conocerá límites. Tu amor por Él no podrá describirse.
Pero aun cuando aceptes a Cristo intelectualmente, y tengas una experiencia emocional de Él, todavía esto no es suficiente. ¡Es necesario la conversión de la voluntad¡ Debe haber esa determinación de obedecer y seguir a Cristo. Tu voluntad tiene que ser supeditada a la voluntad de Dios. El yo tendrá que ser clavado en la cruz. El único deseo que tendrás será el de agradar a Cristo.
En el momento de la conversión mientras estás al pie de la cruz, el Espíritu Santo te hará reconocer que eres pecador, y dirigirás tu fe hacia Cristo que murió en tu lugar. Tienes que abrir tu corazón y dejarle entrar. En ese momento preciso, el Espíritu Santo efectúa el milagro del nuevo nacimiento, y realmente pasas a ser una nueva criatura. Se implanta la naturaleza divina. Llegas a ser partícipe de la misma vida de Dios, por Jesucristo, mediante el Espíritu Santo que mora en tu corazón.
La conversión es tan sencilla, que el niño más pequeño puede ser convertido; pero también es tan profunda, que los teólogos a través de la historia han estudiado la profundidad de su significado. Dios ha hecho el camino de la salvación tan claro que los insensatos no yerren en él. Ninguna persona será jamás excluida del Reino de Dios porque no tuviese la capacidad de comprender. Los ricos y los pobres, los sabios y los ignorantes, todos pueden ser convertidos.
En resumen, la conversión significa simplemente cambiar. Cuando una persona se convierte, puede continuar queriendo lo que antes quería, pero habrá un cambio de razones por las cuales quererlo. Un convertido puede abandonar los objetos anteriores de sus afectos; puede aun apartarse de sus compañeros mundanos, no porque los desprecie –muchos de ellos serán honestos y amables- sino porque para él hay más atractivo en el compañerismo con los cristianos ya que le une a ellos el mismo sentimiento espiritual.
También habrá un cambio de corazón con respecto a Dios. Donde antes existía indiferencia para Dios, temor constante, miedo y oposición, hay ahora un estado de reverencia completa, de confianza, de obediencia y de devoción. Habrá un temor reverencial a Dios, una gratitud constante a Él, una dependencia de Él y una nueva lealtad. Antes de la conversión, el individuo puede haber agradado a la carne, la cultura y los intereses intelectuales o la ganancia de dinero le eran de primordial y suma importancia. Ahora,la justicia y la santidad del corazón y el vivir la vida cristiana serán colocados por encima de todos los demás intereses, pues el agradar a Cristo será la única cosa de verdadera importancia. En otras palabras, la conversión significa un cambio radical en la vida del individuo.