} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO

lunes, 12 de enero de 2015

EL MILENIO


Este periodo de tiempo se describe en la Palabra de Dios en la Biblia y lo que Dios dice no admite discusión. Podemos leer en Apocalipsis 20; 1-15:
 1  Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. 2  Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años3  y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo. 4  Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar;y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. 5  Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.  6  Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años. 7  Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,  8  y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.  9  Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió. 10  Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.  11  Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. 12  Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. 13  Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.  14  Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. 15  Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.

He aquí una visión que muestra  las limitaciones puestas al mismo Satanás. Cristo, con poder omnipotente, impedirá que el diablo engañe a la humanidad como hasta ahora lo ha hecho. No le falta poder ni instrumentos para romper el poder de Satanás. Cristo lo encierra por su poder y lo sella por su autoridad. La iglesia tendrá un tiempo de paz y prosperidad, pero todas sus pruebas aún no terminaron.
He aquí un relato del reino de los santos por el mismo tiempo que Satanás esté atado. Los que sufren con Cristo reinarán con Él en su reino espiritual y celestial, en conformidad con Él en su sabiduría, justicia y santidad: esto se llama la primera resurrección con que serán solamente favorecidos todos los que sirvan a Cristo y sufran por Él. Se declara la felicidad de estos siervos de Cristo. Nadie puede ser bendecido sino los que son santos, y todos los que son santos serán bendecidos. Algo sabemos de lo que es la primera muerte, y es muy espantosa, pero no sabemos lo que es muerte segunda. Debe ser mucho más terrible; es la muerte del alma, la separación eterna de Dios. Que nunca sepamos lo que es: quienes han sido hechos partícipes de la resurrección espiritual, son salvos del poder de la muerte segunda.
Podemos esperar que mil años sigan a la destrucción del anticristo, de las potencias idólatras y de los perseguidores, durante los cuales el cristianismo puro de doctrina, adoración y santidad, será dado a conocer en toda la tierra. Por la obra todopoderosa del Espíritu Santo, los hombres caídos serán creados de nuevo  y la fe y la santidad prevalecerán tan ciertamente como ahora dominan la incredulidad y la impiedad. Podemos notar con facilidad que cesará toda una gama de dolores, enfermedades y otras calamidades terribles, como si todos los hombres fuesen cristianos verdaderos y coherentes. Todos los males de las contiendas públicas y privadas terminarán, y la felicidad de toda clase se generalizará. Todo hombre tratará de aliviar el sufrimiento en lugar de agregar a las penas de quienes le rodean. Nuestro deber es orar por los días gloriosos prometidos, y hacer todo lo que en nuestros puestos públicos o privados puedan preparar para ellos.

Mientras este mundo dure, no será totalmente destruido el poder de Satanás, aunque sea limitado y aminorado. En cuanto Satanás sea soltado otra vez, empieza a engañar a las naciones e incitarlas a pelear con los santos y siervos de Dios. Bueno sería que los nacidos de nuevo, los siervos y los ministros de Cristo fuéramos tan activos y perseverantes en hacer el bien, como nuestros enemigos para hacer el mal. Dios peleará esta última batalla decisiva por su pueblo, para que la victoria sea completa y la gloria para Él.
  A menudo se refieren los mil años al milenio.  Cómo y cuándo tendrán lugar estos mil años se explica en diversas formas entre los cristianos que estudian el tema. Las tres opiniones más notables al respecto son el postmilenarismo, el premilenarismo y el amilenarismo.
  El postmilenarismo espera un período literal de mil años en que la Iglesia traerá paz en la tierra. Al final de los mil años, se pondrá en libertad a Satanás una vez más, pero luego Cristo volverá para derrotarlo y reinar para siempre. La Segunda Venida de Cristo no tiene lugar sino hasta que finalice el período de los mil años.
  El premilenarismo también ve los mil años como un período literal, pero sostiene que la Segunda Venida de Cristo inicia los mil años del reinado, que tiene lugar antes que se quite definitivamente a Satanás.
  El amilenarismo entiende el período de mil años como simbólico y que comprende el tiempo de la ascensión de Cristo y su venida. Este milenio es el reinado de Cristo en el corazón de los creyentes y en su Iglesia; esta es otra manera de referirse a la era de la Iglesia. Este período terminará con la Segunda Venida de Cristo.
Estos diferentes puntos de vista acerca del milenio no tienen por qué causar división y controversia en la Iglesia, porque cada uno de ellos toma en cuenta lo que es más importante en el cristianismo: ¡Cristo volverá, derrotará a Satanás y reinará para siempre! Sea lo que fuere y cuando fuere el milenio, Jesucristo unirá a todos los creyentes, por lo tanto, no debemos permitir que este asunto nos divida.

  Juan no dice por qué Dios pone en libertad una vez más a Satanás, pero es parte de su plan para juzgar al mundo. Es posible que sea para poner al descubierto a quienes se rebelan en su corazón contra Dios y para confirmar a los que son fieles a Dios. Sin que importe cuál sea la razón, la libertad de Satanás resulta en la destrucción final de toda maldad.

   Esta no es una batalla típica en la que el resultado está en duda durante el fragor del conflicto. Aquí no hay competencia. Hay dos fuerzas poderosas del mal, las que vienen de la bestia y de Satanás, unidas para enfrentarse a Dios. La Biblia emplea dos versículos para describir cada batalla: la bestia y sus fuerzas son apresadas y lanzadas en el lago de fuego, y el fuego de Dios consume a Satanás y sus fuerzas. Para Dios es de lo más sencillo. No habrá duda ni temor en los creyentes acerca de si escogieron el lado correcto. Si hemos escogido a Dios, experimentaremos esa formidable victoria con Cristo.

   La destrucción de los representantes de Satanás, la bestia y el falso profeta, a los que había dado su poder, su trono y su autoridad, es seguida por la atadura de él mismo durante mil años. La llave del abismo quitada ya de las manos de Satanás, a quien Dios había permitido usarla para soltar las plagas sobre la tierra; ahora se le hace sentir el tormento que él había infligido a los hombres, pero su tormento completo no se hace hasta tanto no sea arrojado “al lago de fuego” .  
  Le encerró y selló una puerta “sobre él,” la puerta del abismo sobre su cabeza. Un sello para evitar su salida, más seguro que aquel que pusieron para guardar a Jesús en la tumba de José, y que fue roto en la mañana de la resurrección. La atadura de Satanás a este punto no es arbitraria, sino que es la necesaria consecuencia de los eventos, así como su expulsión del cielo, donde antes había estado acusando a los hermanos, fue el juicio legítimo que le fue puesto por medio de la muerte, resurrección y ascensión de Cristo. Satanás se imaginó que había derrotado a Cristo en el Gólgota, y que su poder estaba seguro para siempre, pero el Señor en la muerte le venció, y por su ascensión como nuestro justo Abogado arrojó a Satanás el acusador fuera del cielo. Se le dio tiempo en la tierra para hacer poderosas a la bestia y a la ramera, y luego concentrar todo su poderío en el anticristo. El reino anticristiano, su último esfuerzo, siendo completamente destruido por la aparición de Cristo, se acabó su poder en la tierra. El había pensado destruir al pueblo de Dios en la tierra por las persecuciones anticristianas, así como se había imaginado previamente destruir a Cristo; pero la Iglesia no es destruida de la tierra, sino que es ensalzada para reinar sobre la tierra, y Satanás mismo queda encerrado mil años en el “abismo” (Griego, “fosa sin fondo”), la cárcel preparatoria para “el lago de fuego” su destino final. Como por la ascensión de Cristo, él había dejado de ser un acusador en el cielo, así durante el milenio deja de ser el seductor y el perseguidor en la tierra. Mientras el diablo reine en las tinieblas del mundo, vivimos en una atmósfera impregnada de elementos mortíferos.  El poder de Satanás no es eterno, se enfrentará su condena. Empezó su obra maligna en la humanidad al principio, engañando a Adán y Eva y la continúa hoy; pero será destruido cuando sea lanzado en el lago de fuego. El diablo será liberado del pozo del abismo  "su prisión”; pero nunca se le sacará del lago de fuego. Nunca más volverá a engañar a nadie.

  En el juicio, se abren los libros. Representan el juicio de Dios y en ellos están registradas las obras de cada uno, buenas o malas. No somos salvos por obras, pero estas se ven como una clara evidencia de la relación de una persona con Dios. El libro de la vida contiene los nombres de quienes han puesto su confianza en Cristo para ser salvos.

viernes, 9 de enero de 2015

EL HUERTO DE GETSEMANÍ


(En arameo, lagar de aceite). Huerto o bosque de olivos ubicado al pie del monte de los Olivos, frente a Jerusalén y al este del torrente de Cedrón. El torrente de Cedrón, frecuentemente seco en verano, se desborda en invierno, corre por el este de Jerusalén, y atraviesa el Jardín del Getsemaní y el Monte de los Olivos. Alguien que salga de Jerusalén tiene que cruzar el Cedrón para llegar al Getsemaní.

Aquí se reunieron Jesús y sus discípulos después de la última cena (Mateo 26; 36-46  36  Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. 37  Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.  38  Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. 39  Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.  40  Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?  41  Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 42  Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. 43  Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. 44  Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. 45  Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 46  Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega

Marcos 14; 32-42  32  Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.  33  Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse.  34  Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. 35  Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. 36  Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. 37  Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora?  38  Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 39  Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras. 40  Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle. 41  Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. 42  Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega.

 Lucas 22; 39-46 39  Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. 40  Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. 41  Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, 42  diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43  Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. 44  Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.  45  Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza;  46  y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación. )

Según Lucas 21; 37 Y enseñaba de día en el templo; y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos  y Juan 18; 2 Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos.   

Jesús frecuentó el lugar muchas veces con sus discípulos. Probablemente era propiedad privada y se ha conjeturado que pertenecía a María, madre de Juan Marcos.
Durante su última visita a Getsemaní, Jesús dejó a ocho de sus discípulos en algún lugar del huerto, y se separó para orar llevando consigo a Pedro, Jacobo y Juan. Jesús anhelaba la compañía consoladora de sus amigos, pero estos se durmieron en Getsemaní.  

El “toma consigo a Pedro y a Jacobo y a Juan, y comenzó a atemorizarse, y a angustiarse. Y les dice: Está muy triste mi alma, hasta la muerte”: “Me siento como si la naturaleza se hundiese bajo esta carga, como si la vida fuese menguando, y la muerte viniera antes de su tiempo”,“quedaos aquí, y velad conmigo”; no, “Testificad de mí”, sino “Acompañadme.”. Parece que le hacía bien tenerlos a su lado.   Pero pronto ellos fueron demasiada carga para él: El tuvo que estar solo. “Y él se apartó de ellos como un tiro de piedra”; aunque bastante cerca para que ellos fuesen testigos competentes; y se arrodilló, pronunciando aquella oración impresionante, (Marcos 14:36 Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.) “que si fuese posible,… traspasa de mi este vaso (de su próxima muerte) pero no lo que yo quiero se haga, sino lo que tú”; dando a entender que en sí era tan completamente terrible, que únicamente el hecho de que era la voluntad del Padre, le persuadiría a gustar de él, pero que en aquel aspecto de él, él estaba perfectamente preparado a beberlo. No es una lucha entre una voluntad poco dispuesta y una voluntad sumisa, sino entre dos aspectos de un solo acontecimiento, un aspecto abstracto y otro aspecto relativo de él, en uno de los cuales fué terrible, en el otro aceptable. Dando a entender cómo se sentía en un aspecto, revela su hermosa unidad con nosotros en la naturaleza y sentimiento; expresando cómo lo consideraba a la luz del otro, revela su absoluta sujeción obediente a su Padre.   

En esto, teniendo un alivio momentáneo, por lo que se le venía, nos imaginamos por oleadas, él vuelve a los tres, y hallándolos durmiendo, les habla con cariño, especialmente a Pedro, como en Marcos 14:37-38    37  Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? 38  Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil..   Entonces vuelve, no a arrodillarse ahora, sino a caer sobre su rostro en la tierra, pronunciando las mismas palabras, mas esta vez: “Si no puede este vaso pasar”, etc. (Mateo 26:42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.)  quiere decir: “Sí; comprendo este silencio misterioso (Salmo 22:1-6 1 ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?  2  Dios mío, clamo de día, y no respondes;  Y de noche, y no hay para mí reposo. 3  Pero tú eres santo, Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.  4  En ti esperaron nuestros padres;  Esperaron, y tú los libraste.  5  Clamaron a ti, y fueron librados; Confiaron en ti, y no fueron avergonzados.  6  Mas yo soy gusano, y no hombre;Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo. ) no puede pasar; he de beberlo, y quiero beberlo”; “sea hecha tu voluntad.”   Otra vez, aliviado por el momento, vuelve y los halla durmiendo “de tristeza”; les advierte como antes, pero pone en ello una interpretación cariñosa, separando entre el “espíritu presto” y la “carne enferma”.   Volviendo una vez más a su lugar solitario, las oleadas surgen más altas, lo sacuden más tempestuosamente, y parecen hundirlo. La angustia de que su Padre, apartara su rostro de Él por unas horas, este echo era lo que causaba tan terrible dolor. Para fortalecerlo en esto, “le apareció un ángel del cielo confortándole” no para proveer luz y consuelo (él no había de tener nada de esto, y los ángeles no hacían falta, ni eran capaces de comunicarlo) sino solamente para sostener y vigorizar la naturaleza deprimida para una lucha todavía más violenta y más feroz. Y ahora “está en agonía, y ora más ardientemente (aun la oración de Cristo, parece, permitía y ahora exigía tal aumento) y su sudor fué como si fueran grandes gotas (literalmente coágulos) de sangre que caían sobre la tierra”. ¿Qué fué esto? No su ofrenda propia de sacrificio, aunque esencial para ella. Fué sólo la lucha interna, apaciguándose aparentemente antes, mas ahora surgiendo de nuevo, convulsionando su hombre interior todo, y afectando esto de tal manera su naturaleza humana que el sudor manaba de todos los poros en espesas gotas de sangre que caían a tierra. La naturaleza temblorosa y la voluntad indómita luchaban juntas. Pero una vez más el grito: “Si tiene que ser, hágase tu voluntad”, sale de sus labios, y todo termina. “La amargura de la muerte ya pasó”. El había previsto, y ensayado para su conflicto final, y ganado la victoria, ahora en este teatro de una voluntad invencible, como luego en la arena de la cruz. “Quiero sufrir”, es el gran resultado de Getsemaní: “¡Consumado es!” es el grito que resuena desde la cruz. La Voluntad sin el Hecho habría sido en vano; pero su obra fué consumada cuando llevó la Voluntad ahora manifestada al Hecho palpable, “en la cual voluntad somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una sola vez” (Hebreos 10:10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.) Al final de toda la escena, hallándolos todavía dormidos (agotados por la continua tristeza y ansiedad que los afligia) les manda, con una  profunda emoción: “Dormid ya, y descansad: basta, he aquí ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores. Levantaos, vamos; he aquí ha llegado el que me ha entregado.” Y mientras hablaba, se acercó Judas con una banda armada.  
Este fue el escenario de la lucha final de Cristo con Satanás, lucha que habría de concluir en la cruz.
El Getsemaní recuerda la lucha del primer Adán con Satanás, que también se llevó a cabo en un huerto, pero la diferencia es grande: Adán salió derrotado, Jesús salió triunfante. La parte de Satanás en la traición de Jesús no quita en absoluto la responsabilidad de Judas. Desilusionado porque Jesús hablaba de morir antes que establecer su Reino, Judas pudo tratar de manipular al Maestro, procurando que usara su poder para probar que era el Mesías. O a lo mejor, Judas no entendió en qué consistía la misión de Jesús, tampoco creía que era el escogido de Dios.  Sin importar lo que Judas pensaba, Satanás supuso que la muerte de Jesús daría por terminada la misión y detendría el plan de Dios. Como Judas, Satanás no sabía que la muerte de Jesús era la parte más importante en el plan de Dios.
Tratando de proteger a Jesús, Pedro desenvainó una espada e hirió al siervo del sumo sacerdote. Pero Jesús dijo a Pedro que metiera su espada en la vaina y permitiera el despliegue del plan de Dios. A veces resulta tentador encargarnos de los asuntos, forzar la situación. La mayoría de las veces esas actitudes nos conducen al pecado. En lugar de eso debemos confiar que Dios llevará a cabo su plan. Pensemos qué: si Pedro lo hubiese hecho a su manera, Jesús no habría ido a la cruz, y el plan de redención de Dios se habría obstaculizado.


 El sufrimiento de Cristo, previo a la hora de morir por los pecados del mundo, se describe gráficamente en los Evangelios Sinópticos.  

¡Cristo asumió la forma de siervo y se humilló hasta la muerte de cruz!  

El pecado empezó en el huerto de Edén, allí se pronunció la maldición, allí se prometió el Redentor  y en un huerto esa Simiente prometida entró en conflicto con la serpiente antigua. Cristo fue sepultado también en un huerto.  
Nuestro Señor Jesús, sabiendo todas las cosas que le sobrevendrían, se adelantó y preguntó, ¿a quién buscáis? Cuando el pueblo quiso obligarlo a llevar una corona, Él se retiró,  pero cuando vinieron a obligarlo a llevar la cruz, Él se ofreció, porque vino a este mundo a sufrir, y fue al otro mundo a reinar. Él demostró claramente lo que podría haber hecho cuando los derribó; pudiera haberlos dejado muertos, pero no lo hizo así. Debe de haber sido el efecto del poder divino que los oficiales y los soldados dejaran que los discípulos se fueran tranquilamente después de la resistencia que ofrecieron.
Cristo nos da el ejemplo de mansedumbre en los sufrimientos y la pauta del sometimiento a la voluntad de Dios en toda cosa que nos concierna.
Es solo la copa, cosa de poca monta. Es la copa que nos es dada; los sufrimientos son dádivas. Nos es dada por el Padre que tiene la autoridad de padre y no nos hace mal; el afecto de un padre, y no tiene intención de herirnos. Del ejemplo de nuestro Salvador debemos aprender a recibir nuestras aflicciones más ligeras y preguntarnos si debemos resistir la voluntad de nuestro Padre o desconfiar de su amor.

Estamos atados con la cuerda de nuestras iniquidades, con el yugo de nuestras transgresiones. Cristo, hecho ofrenda del pecado por nosotros, para librarnos de esas ataduras, se sometió a ser atado por nosotros. Debemos nuestra libertad a sus ataduras: así el Hijo nos hace libres.

ZARANDEADOS



En la Palabra de Dios en la Biblia podemos advertir esos avisos del Señor Jesús, cuando dice que nuestra fe va a ser probada. Tal como le aconteció a los hombres de la fe, mencionados en la Biblia; nosotros los cristianos que hemos nacido de nuevo por gracia de Dios, cuyos pecados fueron borrados por la preciosa  Sangre de Cristo, en cualquier momento de nuestra vida, seremos afligidos, aventados, para apartar el polvo y la paja que nos estorba para producir fruto de calidad, para madurar por la obediencia al Señor, dependiendo totalmente de Él. Será doloroso pero necesario para moldear nuestro carácter cada día un poco más en semejanza al de Cristo. Pero veamos lo que nos dice Lucas 22;31-32:

 31  Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;  32  pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.


Siniazo (σινιάζω) bieldar, apalear, aventar, cerner, zarandear.  


REFLEXIÓN

Personalmente, me veo reflejado de algún modo en el primer versículo. Lo que ocurrió queda entre Dios y yo. Pero sin duda ese zarandeo, ha servido para madurar en la fe de Cristo, por la gracia de Dios, con el auxilio de su Santo Espíritu.
Pero vayamos al realto bíblico que es lo que importa.
Satanás os ha pedido. Al igual que en Job  1:9–12  9 Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde?  10  ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra.  11  Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.  12  Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.
 Satanás no podrá zarandear a Pedro cuando desee hacerlo, sino que sólo podrá hacer lo que Dios le permita.   
Para zarandearos como a trigo. La separación del grano de trigo de la paja es simbólico de la prueba a la que serán sometidos los discípulos por Satanás. Satanás quiere poner la fe de Pedro a una prueba severa, como lo hizo con Job, con la esperanza de que no quedara nada al final, pero Dios usará ese mismo proceso para fortalecer la fe de Pedro ( Stg 1:3   sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia). ) Hallaría bastante paja en su religión, si acaso hubo algo de trigo. Pero no sólo deseaba tener a Pedro, sino a todos ellos.
Al llamarlo Simón, en lugar de Pedro («Roca»), Jesús puede estar sugiriendo que el discípulo pronto actuará de acuerdo con su vieja naturaleza, que es una de sus debilidades humanas. El carácter impulsivo de Simón se puso de manifiesto en varias ocasiones. Satanás quiso zarandear a Pedro como si fuera trigo. Esperaba hallar solo paja, fácil de soplar. Pero Jesús aseguró a Pedro que su fe, a pesar de flaquear, no se destruiría, sino que se renovaría hasta convertirse en un líder poderoso. Mas yo he rogado he estado rogando siempre por ti como el que está en mayor peligro.   Que tu fe no falte es decir, no enteramente, porque parcialmente faltó. Una vez vuelto convertido, traído de nuevo como discípulo arrepentido haciendo uso de tu experiencia amarga para afirmar a tus hermanos tentados.

  En el texto griego el es plural, lo cual significa que otros también pasarán por la prueba. Jesús oró por todos los discípulos (Juan 17:6-19  6He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.  7  Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti;  8  porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.  9  Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, 10  y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. 11  Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. 12  Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese. 13  Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. 14  Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15  No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16  No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.17  Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18  Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.    19 Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. ). Él sabía de antemano de la negativa y posterior arrepentimiento de Pedro, y por lo tanto lo urge a alentar a los otros discípulos en sus propios momentos de prueba. Las experiencias de Pedro en las próximas horas cambiarían su vida. Se convertiría de un seguidor poco entusiasta a un discípulo arrepentido y finalmente a la clase de persona que Cristo podría utilizar para edificar su Iglesia. Pedro lloró amargamente, no solo por aceptar que negó a su Señor, el Mesías, sino también porque dio las espaldas a un amigo muy querido, alguien que lo amó y enseñó durante tres años. Sin tomar en cuenta la advertencia de Jesús (Marcos 14:29-31   29  Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se escandalicen, yo no. 30  Y le dijo Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces. 31  Mas él con mayor insistencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.
  Lucas 22:33-34   33  El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte.  34  Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces. ), Pedro manifestó que nunca lo negaría. Sin embargo, cuando sintió temor, actuó en contra de su intrépida promesa. Incapaz de mantenerse a favor de su Señor durante doce horas, falló como discípulo y como amigo. Debemos estar atentos a nuestros lados débiles y no ser auto suficientes ni presumidos. Si fallamos, recordemos que Cristo puede usar a quienes reconocen su falta. Pedro aprendió mucho de esta experiencia humillante y le fue de ayuda en las responsabilidades de líder que muy pronto asumiría.

En el camino a la dicha eterna tenemos que esperar ser atacados y zarandeados por Satanás. Si no puede destruirnos, tratará de hacernos desdichados o de angustiarnos. Nada precede con mayor certeza a la caída de un seguidor confeso de Cristo, que la confianza en sí mismo, con desconsideración por las advertencias y desprecio del peligro. A menos que velemos y oremos siempre podemos ser arrastrados en el curso del día a aquellos pecados contra los cuales estábamos más decididos en la mañana. Si los creyentes fuéramos dejados sin la protección del Señor, caeríamos, pero somos mantenidos, fortalecidos, amparados por el poder de Dios, y la intercesión de Cristo, por el Espíritu Santo con el cual fuimos sellados para vida eterna. 

lunes, 5 de enero de 2015

CONOCIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS


El ser humano puede adquirir mucho conocimiento de muchas materias por la enseñanza del mundo; pero sólo a través de la Biblia, de la Palabra de Dios recibimos por obra del Espíritu la sabiduría y la inteligencia para obedecer las enseñanzas del Señor para mantenernos en el camino de la fe.
El Apóstol Pablo en su carta a los Colosenses nos habla al respecto en Colosenses 1; 9
 9  Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,

  Ginosko (γινώσκω) tomando en conocimiento, venir a saber, reconocer, entender, o entender totalmente; en sus tiempos pretéritos significa con frecuencia saber o conocer en el sentido de entender, de darse cuenta, y el tiempo puntual indica, generalmente, determinación, precisión «para que conozcáis» «y entendáis» significa con frecuencia venir a conocer  y de ahí el establecimiento de la relación, especialmente del conocimiento de Dios (1 Colosenses 8:3 : «si alguno ama a Dios, es conocido por él»); Gálatas 4:9 : «siendo conocidos de Dios»; tal conocimiento se obtiene no por una mera actividad intelectual, sino por la operación del Espíritu Santo como consecuencia de haber recibido a Cristo.

CONTEXTO
Epafras fundó la iglesia de Colosas mientras Pablo vivía en Efeso. Pudo haberse convertido en Efeso, luego vino a Colosas, su ciudad natal. Por alguna razón, Epafras visitó Roma y, mientras estuvo allí, le contó a Pablo el problema con la herejía en Colosas. Esto apuró al apóstol para que escribiera esta carta.  Colosenses, así como Filipenses, Efesios y Filemón, es llamada la epístola de las prisiones porque Pablo la escribió desde la cárcel en Roma. Esta prisión fue en realidad una casa donde Pablo permaneció bajo custodia todo el tiempo (probablemente encadenado a un soldado), pero gozando de ciertas libertades que no se ofrecían a todos los presos. Se le permitió escribir cartas y recibir a cualquier visitante que él quisiera ver.

REFLEXIÓN

Pablo desenmascaraba una herejía en la iglesia de Colosas similar al gnosticismo. El gnosticismo valoraba la acumulación de conocimiento, pero Pablo destacaba que el conocimiento en sí mismo es vacío. Para que algo tenga valor y sea efectivo, debe conducir a un cambio de vida y a una correcta manera de vivir. Su oración por los colosenses tiene dos dimensiones:   que debían ser llenos del conocimiento de la voluntad de Dios a través de la sabiduría espiritual y el entendimiento, y  que debían llevar fruto en toda buena obra al crecer en el conocimiento de Dios. El conocimiento no existe solo para ser acumulado, debe darnos dirección para vivir. Pablo quiso que los colosenses fueran sabios, pero también que usaran su conocimiento. El conocimiento de Dios no es un secreto que solo algunos pueden descubrir, está disponible para todos. Dios no quiere que solo sepamos más acerca de El sino que también pongamos nuestras creencias en práctica ayudando a otros.

 El apóstol era constante para orar que los creyentes fueran llenos del conocimiento de la voluntad de Dios con toda sabiduría.
 Las buenas palabras no sirven sin buenas obras, son como el viento que las lleva a la nada. El que emprende el fortalecimiento de su pueblo es un Dios de poder  y de poder glorioso. El bendito Espíritu es el autor de esta obra de forma misteriosa; actúa sin pausa, donde llega transforma, confronta, muestra como somos, para que pueda cambiar aquello que aun oculto permanece sin nosotros saberlo. Al orar por fuerza espiritual, no somos presionados ni confinados en las promesas  y no debemos serlo en nuestras esperanzas y deseos. La gracia de Dios en los corazones de los creyentes es el poder de Dios y hay gloria en este poder. El uso especial de esta fuerza era para los sufrimientos diarios que vienen a ser como examen cotidiano de nuestro aprendizaje en el conocimiento de la voluntad de Dios.
En medio de todas nuestras tribulaciones damos gracias al Padre de nuestro Señor Jesucristo cuya gracia especial nos prepara para participar de la herencia provista para los santos. Para ejecutar este cambio fuimos hechos súbditos de Cristo, los que eramos esclavos del pecado, de Satanás. Todos los que estamos destinados para el cielo en el más allá, estamos preparados ya para el cielo. Los que tenemos la herencia de hijos tenemos la educación de hijos, y la disposición de hijos. Por fe en Cristo disfrutamos esta redención, como la compra de su sangre expiatoria mediante la cual se otorgan el perdón de los pecados y todas las demás bendiciones. Seguramente entonces consideraremos un favor el ser liberados del reino de Satanás y llevados al de Cristo, sabiendo que todas las tribulaciones terminarán pronto y que cada creyente será contado entre los salidos de la gran tribulación.

 Todos los cristianos verdaderos somos hermanos por fe en Jesucristo, llegando a sentir como un misterioso  imán que nos atrae, Cristo, para que esa comunión sea real, plena de fidelidad que va en todo aspecto y relación de la vida cristiana.
La fe, la esperanza, y el amor son las tres virtudes principales de esa vida cristiana, y el tema apropiado para orar y dar gracias. Mientras más fijamos nuestras esperanzas en la recompensa del otro mundo, más libres estaremos para hacer el bien con nuestro tesoro terrenal.  
El evangelio es la palabra de verdad y podemos arriesgar nuestras almas sobre esta base, con la seguridad de un buen resultado. Todos los que oyen la palabra del evangelio, deben dar el fruto del evangelio, obedecerla y tener sus principios y vidas formados conforme a ello.
El amor al mundo surge de puntos de vista interesados, o de similitud en modales; el amor carnal surge del apetito de placeres. A estos siempre se aferra algo corrupto, egoísta y bajo.
Pero el amor cristiano surge del Espíritu Santo, está lleno de santidad y del conocimiento por la sabiduría divina, para obedecer en los días de nuestra vida terrenal.

 La inteligencia es la sagacidad para discernir lo que es apropiado para cada ocasión, lugar y tiempo. La sagacidad tiene por asiento “la inteligencia” o intelecto; la sabiduría es más general, y tiene su asiento en todo el ámbito de las facultades del alma. “¿Quieres saber que los asuntos en la palabra de Cristo son cosas reales? Entonces nunca las leas simplemente por amor del conocimiento”.   El saber es deseable solamente cuando es sazonado por la “espiritual inteligencia”.

sábado, 3 de enero de 2015

¿ESTAMOS LISTOS PARA ENCONTRARNOS CON CRISTO?

La Palabra de  Dios en la Biblia nos muestra como alcanzar el conocimiento para acercarnos a Cristo. Para ello podemos leer en 1ª de Pedro 1;13-21:



 13  Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado;
 14  como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;
 15  sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
 16  porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
 17  Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
 18  sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
 19  sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
 20  ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,
 21  y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

El inminente retorno de Cristo debe motivarnos a vivir para El. Eso significa estar mentalmente vigilantes "ceñid los lomos de vuestro entendimiento", disciplinados "sed sobrios", y concentrados "esperad por completo". Como el viajero, el atleta, el guerrero y el trabajador, recogen sus vestiduras largas y sueltas, para estar preparados para sus actividades, así debemos hacer los cristianos con nuestras mentes y afectos. Seamos sobrios, velemos contra todos los peligros y enemigos espirituales y seamos templados en toda conducta. Seamos sobrios en la opinión y en la conducta y humildes en los juicios sobre nosotros mismos. Una confianza firme y perfecta en la gracia de Dios armoniza con los mejores esfuerzos en nuestro deber.
La santidad es el deseo y el deber de todo cristiano. Debe estar en todos los asuntos del día a día, en cada condición, y para toda la gente. Debemos velar y orar especialmente en contra de los pecados a los que nos inclinamos. La palabra escrita de Dios es la regla más segura de la vida del cristiano y por esta regla se nos manda ser santos en todo. Dios hace santos a quienes salva. Todos los problemas que tenemos son debidos, siempre, a una mala conducta; a querer hacel las cosas a nuestro modo; a tomar decisiones sin tener en cuenta la opinión de Dios, sin consultar en su Palabra cualquiera que sea lo que vamos a realizar, a decidir. Esa rebeldía interna que aún sigue viva, nos puede jugar malas pasadas si no obedecemos y atendemos las enseñazas y la guía del Señor. 

Hoy, en el presente, estamos viviendo y recogiendo el fruto de nuestras decisiones pasadas.

  El Dios de Israel y de la iglesia cristiana es Santo, tres veces Santo; El determina las normas para la moralidad. A diferencia de los dioses romanos, El no es belicoso, adúltero ni rencoroso. A diferencia de los dioses populares de los cultos paganos en el primer siglo, El no es sanguinario ni promiscuo. El es un Dios de Misericordia y Justicia que cuida personalmente de cada uno de nosotros. Nuestro Dios Santo espera de nosotros que lo imitemos al aplicar sus normas morales elevadas. Así como El, debemos ser misericordiosos y justos, y también sacrificarnos por los demás.

   Aún después que las personas dedicamos nuestra vida a Cristo, aun sentimos cierta atracción por nuestras costumbres pasadas. Pedro nos dice que debemos ser como nuestro Padre celestial, santos en cada cosa que hacemos. Santidad significa mantenerse totalmente devotos o dedicados a Dios, separados para su uso especial, y apartados del pecado y de su influencia. Debemos mantenernos apartados y ser diferentes, no mezclándonos con la multitud. No debemos ser diferentes solo por el hecho de serlo. Lo que nos hace diferentes son las virtudes de Dios aplicadas a nuestra vida. Nuestras prioridades deben ser las del Señor, aquellas que nos enseña en su Palabra en la Biblia. Todo eso va en contraste directo con nuestras costumbres anteriores. No podemos llegar a ser santos por nuestros propios esfuerzos, por lo que Dios nos da su Espíritu Santo para ayudarnos a ser obedientes y nos da poder para vencer el pecado. No usemos la excusa de que no podemos evitar cometer pecado, que vivimos en este cuerpo carnal y somos imperfectos. Pidámosle a Dios que nos ayude a ser librados de las garras del pecado.

  "En temor" no es el temor del esclavo a su amo insensible sino el respeto de un creyente a su Dios todopoderoso. Ya que Dios es el juez de toda la tierra no debemos pasarlo por alto ni tratarlo con indiferencia, ni suponer que nuestra posición privilegiada como hijos de Dios nos da la libertad de hacer lo que queramos. No debemos ser hijos mimados sino hijos agradecidos y respetuosos a nuestro Padre celestial.

  Un esclavo era "redimido" cuando alguien pagaba el dinero para comprar su libertad. Dios pagó por nuestro rescate para librarnos de la tiranía del pecado, no con dinero sino con la sangre preciosa de su propio Hijo (Romanos 6:6-7  sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.; 1Corintios6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.;  Hebreos 9:12  y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. ). No podemos escapar del pecado por nuestros propios medios; solamente la vida del Hijo de Dios puede librarnos.

  El sacrificio de Cristo por nuestros pecados no fue una reflexión tardía, ni algo que Dios decidió hacer cuando el mundo estaba fuera de control. Ese plan lo estableció el Omnisciente y Eterno Dios antes que fuera creado el mundo. Qué bendición debió haber sido para los creyentes judíos enterarse de que la venida de Cristo y su obra de salvación fueron planeadas por Dios mucho antes de que comenzara el mundo. Eso les dio la seguridad de que la ley no fue descartada porque no dio resultados, sino porque tanto la ley como la venida de Cristo eran parte del plan eterno de Dios.

  La santa confianza en Dios como Padre y el temor que se le debe como Juez, armonizan; y considerar siempre a Dios como Juez le hace querido como Padre para nosotros. Si los creyentes hacemos el mal, Dios nos visitará con correctivos. Entonces, los cristianos no debemos dudar de la fidelidad de Dios a sus promesas, ni demos lugar al temor esclavizante por su ira, pero reverenciemos su santidad. El neófito que no teme está indefenso y Satanás lo cautiva a su voluntad; el discípulo desalentado no tiene corazón que le valga para servirse de sus ventajas y es llevado fácilmente a rendirse.
El precio pagado por la redención del hombre fue la preciosa sangre de Cristo.
No sólo la conversación francamente mala, sino la que no aprovecha es altamente peligrosa, aunque se diga que es por costumbre. Necio es opinar: Yo viviré y moriré en tal forma, porque así hicieron mis antepasados.
Dios tenía propósitos de favor especial para su pueblo mucho antes que manifestara tal gracia a ellos. Pero la claridad de la luz, los soportes de la fe, el poder de las ordenanzas, son todos mucho más grandes que lo que antes fueron, desde que Cristo vino a la tierra. El consuelo de esto es que habiendo sido hechos uno con Cristo por fe, su gloria presente es una garantía de que donde Él esté, también estaremos nosotros, Juan 14;3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
  El alma debe ser purificada antes que pueda abandonar sus propios deseos.
Cuando siento que el gozo y la paz comienzan a zozobrar, es el momento de caer de rodillas de nuevo ante la Cruz de Cristo, y suplicarle que retire toda maldad cometida; que limpie aquellos pecados que haya cometido; para que me confronte con su Palabra para mostrar aquello donde he sido poco diligente y pueda ser restaurado de nuevo con la paz y gozo que produce su presencia en mi vida.
La palabra de Dios implantada en el corazón por el Espíritu Santo, es un medio de vida espiritual, que nos estimula al deber, obrando un cambio total en las disposiciones y afectos del alma, hasta que la lleva a la vida eterna.
En contraste con la excelencia del hombre espiritual renovado, como nacido de nuevo, podemos darnos cuenta de la vanidad del hombre natural. En su vida y en su caída, es como el pasto, la flor de la hierba, que pronto se marchita y muere. Debemos oír, y recibir y amar la santa palabra viva, y más bien arriesgar todo que perderla; hay que quitar todas las demás cosas del lugar debido a ella. Debemos alojarla en nuestro corazón como nuestro único tesoro y prenda segura del tesoro de gloria que hay para los creyentes en el cielo.
Cuando nuestro corazón se llena de Cristo por medio de la Palabra de Dios en la Biblia somos guiados por su Espíritu para caminar como a Dios le agrada.

A la pregunta del inicio, mi respuesta es: estoy en camino para ese encuentro personal con Dios por medio de mi Salvador y Señor Jesucristo. ¿Y tú?