} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: CONOCIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS

lunes, 5 de enero de 2015

CONOCIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS


El ser humano puede adquirir mucho conocimiento de muchas materias por la enseñanza del mundo; pero sólo a través de la Biblia, de la Palabra de Dios recibimos por obra del Espíritu la sabiduría y la inteligencia para obedecer las enseñanzas del Señor para mantenernos en el camino de la fe.
El Apóstol Pablo en su carta a los Colosenses nos habla al respecto en Colosenses 1; 9
 9  Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,

  Ginosko (γινώσκω) tomando en conocimiento, venir a saber, reconocer, entender, o entender totalmente; en sus tiempos pretéritos significa con frecuencia saber o conocer en el sentido de entender, de darse cuenta, y el tiempo puntual indica, generalmente, determinación, precisión «para que conozcáis» «y entendáis» significa con frecuencia venir a conocer  y de ahí el establecimiento de la relación, especialmente del conocimiento de Dios (1 Colosenses 8:3 : «si alguno ama a Dios, es conocido por él»); Gálatas 4:9 : «siendo conocidos de Dios»; tal conocimiento se obtiene no por una mera actividad intelectual, sino por la operación del Espíritu Santo como consecuencia de haber recibido a Cristo.

CONTEXTO
Epafras fundó la iglesia de Colosas mientras Pablo vivía en Efeso. Pudo haberse convertido en Efeso, luego vino a Colosas, su ciudad natal. Por alguna razón, Epafras visitó Roma y, mientras estuvo allí, le contó a Pablo el problema con la herejía en Colosas. Esto apuró al apóstol para que escribiera esta carta.  Colosenses, así como Filipenses, Efesios y Filemón, es llamada la epístola de las prisiones porque Pablo la escribió desde la cárcel en Roma. Esta prisión fue en realidad una casa donde Pablo permaneció bajo custodia todo el tiempo (probablemente encadenado a un soldado), pero gozando de ciertas libertades que no se ofrecían a todos los presos. Se le permitió escribir cartas y recibir a cualquier visitante que él quisiera ver.

REFLEXIÓN

Pablo desenmascaraba una herejía en la iglesia de Colosas similar al gnosticismo. El gnosticismo valoraba la acumulación de conocimiento, pero Pablo destacaba que el conocimiento en sí mismo es vacío. Para que algo tenga valor y sea efectivo, debe conducir a un cambio de vida y a una correcta manera de vivir. Su oración por los colosenses tiene dos dimensiones:   que debían ser llenos del conocimiento de la voluntad de Dios a través de la sabiduría espiritual y el entendimiento, y  que debían llevar fruto en toda buena obra al crecer en el conocimiento de Dios. El conocimiento no existe solo para ser acumulado, debe darnos dirección para vivir. Pablo quiso que los colosenses fueran sabios, pero también que usaran su conocimiento. El conocimiento de Dios no es un secreto que solo algunos pueden descubrir, está disponible para todos. Dios no quiere que solo sepamos más acerca de El sino que también pongamos nuestras creencias en práctica ayudando a otros.

 El apóstol era constante para orar que los creyentes fueran llenos del conocimiento de la voluntad de Dios con toda sabiduría.
 Las buenas palabras no sirven sin buenas obras, son como el viento que las lleva a la nada. El que emprende el fortalecimiento de su pueblo es un Dios de poder  y de poder glorioso. El bendito Espíritu es el autor de esta obra de forma misteriosa; actúa sin pausa, donde llega transforma, confronta, muestra como somos, para que pueda cambiar aquello que aun oculto permanece sin nosotros saberlo. Al orar por fuerza espiritual, no somos presionados ni confinados en las promesas  y no debemos serlo en nuestras esperanzas y deseos. La gracia de Dios en los corazones de los creyentes es el poder de Dios y hay gloria en este poder. El uso especial de esta fuerza era para los sufrimientos diarios que vienen a ser como examen cotidiano de nuestro aprendizaje en el conocimiento de la voluntad de Dios.
En medio de todas nuestras tribulaciones damos gracias al Padre de nuestro Señor Jesucristo cuya gracia especial nos prepara para participar de la herencia provista para los santos. Para ejecutar este cambio fuimos hechos súbditos de Cristo, los que eramos esclavos del pecado, de Satanás. Todos los que estamos destinados para el cielo en el más allá, estamos preparados ya para el cielo. Los que tenemos la herencia de hijos tenemos la educación de hijos, y la disposición de hijos. Por fe en Cristo disfrutamos esta redención, como la compra de su sangre expiatoria mediante la cual se otorgan el perdón de los pecados y todas las demás bendiciones. Seguramente entonces consideraremos un favor el ser liberados del reino de Satanás y llevados al de Cristo, sabiendo que todas las tribulaciones terminarán pronto y que cada creyente será contado entre los salidos de la gran tribulación.

 Todos los cristianos verdaderos somos hermanos por fe en Jesucristo, llegando a sentir como un misterioso  imán que nos atrae, Cristo, para que esa comunión sea real, plena de fidelidad que va en todo aspecto y relación de la vida cristiana.
La fe, la esperanza, y el amor son las tres virtudes principales de esa vida cristiana, y el tema apropiado para orar y dar gracias. Mientras más fijamos nuestras esperanzas en la recompensa del otro mundo, más libres estaremos para hacer el bien con nuestro tesoro terrenal.  
El evangelio es la palabra de verdad y podemos arriesgar nuestras almas sobre esta base, con la seguridad de un buen resultado. Todos los que oyen la palabra del evangelio, deben dar el fruto del evangelio, obedecerla y tener sus principios y vidas formados conforme a ello.
El amor al mundo surge de puntos de vista interesados, o de similitud en modales; el amor carnal surge del apetito de placeres. A estos siempre se aferra algo corrupto, egoísta y bajo.
Pero el amor cristiano surge del Espíritu Santo, está lleno de santidad y del conocimiento por la sabiduría divina, para obedecer en los días de nuestra vida terrenal.

 La inteligencia es la sagacidad para discernir lo que es apropiado para cada ocasión, lugar y tiempo. La sagacidad tiene por asiento “la inteligencia” o intelecto; la sabiduría es más general, y tiene su asiento en todo el ámbito de las facultades del alma. “¿Quieres saber que los asuntos en la palabra de Cristo son cosas reales? Entonces nunca las leas simplemente por amor del conocimiento”.   El saber es deseable solamente cuando es sazonado por la “espiritual inteligencia”.