1 Corintios
11:3-10
Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y
el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
Todo varón que ora o
profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza.
Pero toda mujer que ora
o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es
que si se hubiese rapado.
Porque si la mujer no
se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer
cortarse el cabello o raparse, que se cubra.
Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y
gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón.
Porque el varón no
procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por
causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por lo cual la mujer debe tener señal de
autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles
Además de ser una prenda de vestir, la
cobertura para la cabeza tiene un significado espiritual para los siervos de
Dios relacionado con la jefatura y la sujeción. El apóstol Pablo expone del
siguiente modo el principio divino de jefatura para la congregación cristiana: “La cabeza de todo varón es el Cristo; a su vez, la
cabeza de la mujer es el varón; a su vez, la cabeza del Cristo es Dios”. Pablo
señala que la cobertura para la cabeza es una “señal de autoridad” que la mujer
debe llevar cuando ora o profetiza en la congregación, en reconocimiento de la
jefatura del varón y de su sumisión a la autoridad teocrática. (1Co 11:4-6, 10.)
El
apóstol muestra, por otra parte, que el hombre no debe llevar cobertura para la
cabeza cuando sirve en la congregación, como a la hora de orar o profetizar. Es
su posición normal en el orden fijado por Dios. Si el hombre llevara una
cobertura en tales ocasiones, sería una vergüenza para su propia cabeza, y
además mostraría falta de respeto a su cabeza, Jesucristo, así como al Cabeza
Supremo, Jehová Dios, pues el hombre es la “imagen y gloria de Dios”, creado en
un principio como representante de Dios en la Tierra. No debería oscurecer este
hecho llevando una cobertura para la cabeza. Al hombre se le creó primero,
antes que a la mujer, quien “procede” del varón y fue creada “por causa del
varón”. Sus cualidades son una expresión del honor y la dignidad del varón, del
mismo modo que las del varón son un reflejo del honor y la dignidad de Dios.
Por lo tanto, la mujer cristiana debería
reconocer con agrado su posición subordinada siendo modesta y sumisa, y debería
estar dispuesta a representarlo visiblemente llevando un velo u otra prenda
como cobertura para la cabeza. No debería intentar usurpar la posición del
varón, sino, por el contrario, debería apoyar su jefatura. (1Corintios 11:4, 7-10.)
En su carta a los Corintios, Pablo llama
la atención al cabello largo natural de la mujer como un recordatorio divino
continuo de que por naturaleza está sujeta al varón. Por lo tanto, la mujer
debe reconocer este hecho cuando efectúa tareas en la congregación cristiana
que por lo general corresponden al varón, en cuyo caso debe llevar alguna forma
de cobertura para la cabeza, además de su propio cabello natural. De este modo
reconoce el principio divino de jefatura y demuestra que hace una distinción
entre sus actividades cotidianas normales y la realización de deberes
especiales en la congregación cuando, por ejemplo, no hay ningún varón
cualificado presente o cuando enseña a otros individualmente en una sesión
formal de estudio de la Biblia en presencia de su esposo o de un varón de la
congregación. (1Corintios 11:11-15.)
Como
razón de peso para que los siervos de Dios sigan este procedimiento, el apóstol
habla de los ángeles de Dios, que son “enviados para servir a favor de los que
van a heredar la salvación”. (Hebreos 1:13, 14.)
Estas poderosas personas espíritus se interesan y preocupan por que los
cristianos ocupen su debido lugar en el orden determinado por Dios, de modo que
este orden teocrático y la adoración pura se mantengan sin detrimento. (1Corintios 11:10.)
Se entiende mejor la necesidad de este
consejo dado a la antigua congregación de Corinto cuando pensamos que la
costumbre general era que la mujer siempre llevara velo en público. Solo las de
dudosa moralidad iban descubiertas. Por otra parte, las sacerdotisas paganas de
los templos solían quitarse el velo para que su cabello colgara despeinado
cuando decían estar bajo inspiración divina. En la congregación cristiana esta
práctica sería vergonzosa y una burla al principio de jefatura y sujeción de
Jehová.
Pablo concluyó su argumento diciendo que
si alguien disputaba en pro de otra costumbre que la que él había establecido,
de todos modos la congregación debería seguir su consejo con respecto a llevar
una cobertura para la cabeza. Esto hace que la instrucción sea aplicable a la
congregación cristiana de todos los tiempos y lugares. (1Corintios 11:16.)
Los
hebreos de tiempos antiguos usaban la cobertura para la cabeza además de como
prenda de vestir, como señal de duelo. (2Samuel 15:30;
Jeremías 14:3.) Las mujeres también demostraban su modestia de esta
manera. Cuando Rebeca iba a encontrarse con Isaac, “procedió a tomar una
mantilla y a cubrirse”, por lo visto como símbolo de sujeción al que iba a ser
su esposo. (Génesis 24:65)
Siempre es mejor pecar de estricto que
de laxista. Es mejor renunciar a los derechos que pueden convertirse en piedras
de tropiezo para algunos que reclamarlos. Ahora está de moda ir contra los
convencionalismos; pero hay que pensárselo dos veces antes de desafiar o
escandalizar a los demás. Es verdad que no debemos ser esclavos de los
convencionalismos; pero debemos recordar que por algo se habrán impuesto.
Después de subrayar la subordinación de las
mujeres, Pablo pasa a hacer aún mayor hincapié en la solidaridad esencial de
hombre y mujer. Ninguna de las dos partes puede vivir sin la otra. Si ha de
haber subordinación, es con el fin de que el compañerismo sea más fructífero y
amable para ambos.
Pablo termina el pasaje con una reprensión a
los que discuten por discutir. Cualesquiera que sean las diferencias de opinión
que puedan surgir, no hay lugar en la iglesia para la persona contenciosa. Hay
momentos en los que se deben mantener los principios; pero no debe haberlos
para las peleas, aunque sean sólo de palabras. Siempre tiene que ser posible no
estar de acuerdo y seguir la paz.
No
hay profetas ni profetisas hoy en día, y por eso este “mandamiento” no está en
vigencia. También importa notar que Pablo no está hablando de mujeres que
simplemente oigan predicaciones de hombres u oigan oraciones no inspiradas
dirigidas por hombres. Todas las mujeres de este contexto hacían exactamente lo
que todos los varones de este contexto hacían.
Mis
hermanos que abogan por el velo hoy en día no permiten que las mujeres en el
culto hagan lo que los hombres hacen. Según ellos, para los hombres “profetizar
y orar” significa una cosa, y para las mujeres significa cosa completamente
distinta. ¡No permitirán a las mujeres hacer lo que, según ellos, tienen que
estar cubiertas para hacerlo! a saber, orar o profetizar.
En
Corinto, siglo primero, el escuchar una mujer a un hombre dirigir una oración
no inspirada, como se hace hoy en día, no habría causado ningún problema
respecto a la sujeción de la mujer, pero orar ella en público con el espíritu
sí presentaba problema.
Pablo apela a la consecuencia lógica: si la mujer
va a hacer una cosa vergonzosa, al no cubrirse con velo cuando hace lo que hace
el varón (así deshonrándole), que sea consecuente y haga la otra cosa
vergonzosa, al raparse o trasquilarse todo el cabello. (Obviamente ella debe
evitar las dos cosas). Pero si ella no se va a trasquilar, porque es cosa
vergonzosa ante el público aparecer así, entonces que se cubra con un velo para
evitar la otra cosa que de igual manera es vergonzosa.
Con decir Pablo, “no debe”, da a entender
que es cuestión de obligación. Se le obliga al varón de este contexto, al
profeta, cuando ejerce su don de profecía (orando y profetizando), que no se
vele (no se cubra de velo), porque en Corinto el velo indicaba sujeción, y el
varón no está sujeto a nadie en este mundo, sino solamente a Cristo. Pasa a
elaborar la razón de esto:
No solamente entra la cuestión del significado
del velo según la costumbre del día, sino entra la cuestión del significado de
la creación misma.
Tanto la mujer como el hombre fueron
hechos a la imagen de Dios (Génesis 1:26), en
que a los dos fue dado un espíritu inmortal. Pero el hombre es también la
gloria de Dios, en que él ha sido puesto sobre toda la creación de Dios, y la
mujer ha sido sujetada a él. Por esta razón, dice Pablo, el profeta en Corinto
tenía la obligación de no usar el velo al ejercer su don milagroso, pues el
velo significaba sujeción y el varón no está en sujeción, sino es quien lleva
la dirección. Debe, pues, mostrar dirección, no sujeción.
Aunque la mujer también fue hecha a la imagen
de Dios, ése no es el punto de Pablo aquí y lo pasa por alto, porque en este
contexto el punto tiene que ver con la diferencia de relación entre el varón y
la mujer . Él es el que tiene la autoridad y dirección, siendo la gloria de
Dios en este mundo, el más alto de toda la creación, y por eso no debe llevar
lo que signifique sujeción. Pero la mujer, siendo ella la gloria del varón,
debe indicar esa sujeción. La profetisa, haciendo en público (en Corinto, siglo
primero), exactamente lo que el profeta hacía, tenía que mostrar esa sujeción
por medio de cubrirse con velo, artículo que simbolizaba para la mujer la
sujeción.
Debe notarse que la dirección del varón
y la sujeción de la mujer al varón, no es algo establecido por la costumbre,
sino por mandato de Dios. Pero el velo en Corinto, siglo primero, por la
costumbre significaba la sujeción, y por eso el varón y la mujer no debían
violar sus papeles respectivos en la vida al usar mal lo que por costumbre daba
a entender sujeción, porque al hacerlo indicarían rebeldía hacia la voluntad de
Dios en el particular.
Esta
es la razón de por qué la mujer es gloria del varón. Ella procedió del varón,
pues Dios tomó una costilla de Adán y de ella hizo a Eva (Génesis 2:18-23). Adán ya existía. Dios le hizo
primero. El no procedió de ella. El orden en la creación establece la
preeminencia del varón para tomar la dirección, y demuestra la razón de por qué
la mujer, la gloria del varón, debe mostrar sujeción. La existencia de ella
depende de él.
Pablo
da una razón adicional de por qué la mujer es gloria del varón: es que ella fue
creada porque Dios vio que el varón tenía necesidad de una ayudante apropiada (Génesis 2:18). La mujer no tiene una existencia
independiente. Si el hombre no hubiera necesitado una ayuda, ella no habría
sido creada. Por esto se puede afirmar la mujer es gloria del varón.
El varón fue hecho para la gloria de
Dios, y no para la de la mujer. La mujer ni existía cuando Dios hizo al hombre.
Ella fue hecha para las necesidades y compañerismo del hombre. Esto es la base
de la prioridad y mando del varón, y de la sujeción de la mujer.
A la profetisa en Corinto no se le
permitía ejercer su don de tal manera que apareciera como igual al profeta en
el papel social. Siendo el velo el objeto que usaba la mujer para mostrar
sujeción al varón, con cubrirse con velo la profetisa estaría haciendo, al orar
y profetizar, lo que hacía el profeta pero sin parecer como igual a él en el
papel social.
¿Qué
es esta autoridad que la profetisa debía tener sobre su cabeza al ejercer su
don? Quedándonos con el contexto, es obvio que se hace referencia al velo, porque Pablo ya ha dicho que ella
no debe orar y profetizar sin tenerlo en la cabeza. Es la única cosa en el contexto con referencia a poner algo en la
cabeza. Le tocaba a ella tener puesto el velo, de la cabeza yendo para
abajo. ¿En qué sentido era “autoridad”? Le
era autoridad porque le autorizaba orar y profetizar, cosa que el varón,
siendo profeta, hacía (y que a la mujer en general se le prohibía, 1Corintios 14:34), y que ahora ella lo hacía. Pero así
ella ejercía esta autoridad, siempre indicando su sumisión a él. (En este
sentido el velo era señal de la autoridad del varón sobre ella).
Dice Pablo que se le obliga a la profetisa en
Corinto ponerse el velo (tener esta autoridad en la cabeza) “por causa de los
ángeles”. Argumentando Pablo de lo superior a lo inferior (2Pedro_2:4-11), está diciendo que hay que respetar y
someterse a la autoridad. Los ángeles, que son superiores al hombre, se someten
a la autoridad, y de igual manera la profetisa, que es menor que los ángeles,
tenía que someterse a la autoridad del varón, indicando esa sumisión y
reconocimiento de autoridad sobre ella al ponerse el velo cuando oraba y
profetizaba.
No voy a contender con ningún hermano ni a
crear disputa por el uso o no del velo; pero creo que he entendido cuando la
mujer debe usar cobertura sobre su cabeza.
¡Maranatha!
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