Hay otra razón, que nuestro enemigo el
demonio se ha encargado de implantar en muchas mentes, con lo cual ha
adormecido a demasiadas personas, se trata del mal llamado “mundo civilizado”
con un sentido injustificado de seguridad.
Es la doctrina errónea del “progreso”,
según la cual el hombre y todas sus obras, lenta y penosamente progresan
por su propio esfuerzo e inteligencia. Muchos que creen esta teoría gnóstica
también pretenden aceptar la Segunda Venida de Cristo, pero dicen que esta
venida significa solamente el día en el que el hombre se halla purificado por su
propia obra, cuando llegue a comprender la inutilidad de las guerras, la
insensatez de la codicia, la intolerancia, los prejuicios, y entienda la
armonía de la naturaleza, se convierta en guardián de su hermano y viva
conforme a la Regla de Oro.
Este mito, pues la teoría del “Progreso
inevitable” es un mito, y nada más, se basa únicamente en lo que el
hombre espera que suceda y no en lo que realmente sucede. Se señala el hecho de
los grandes avances en la medicina moderna que hace posible vivamos más años
que nuestros antepasados, pero descuida la realidad, de que la muerte es
todavía nuestro último destino. Lo mejor que hemos podido hacer es aplazarla
unos años más. Cuando pensamos en nuestros sistemas de transportes y
comunicaciones, ampliamente mejorados, tratamos de ignorar el hecho de que,
principalmente estamos aprovechando nuestra conquista del aire para llevar
muerte y destrucción a nuestros prójimos y no para difundir el Evangelio y la
fe cristiana. Cuando nos jactamos de nuestro extenso sistema de educación en
escuelas, colegios y universidades, nos olvidamos de que gran parte de la
enseñanza que se imparte en estos centros ha alejado a los estudiantes de
Dios en lugar de acercarlos a ÉL.
La teoría de la evolución impartida en la
asignatura de ciencias de la naturaleza ha trastornado la mente de profesores y
alumnos, prendiendo sus pensamientos en vanas ideas y elucubraciones
Divulgar la idea de que el hombre desciende del mono es admitir la locura de
quien lo dice. El mono, los simios fueron creados por Dios y se mantienen en el
mismo estado desde entonces.
Génesis 1:25 “E hizo Dios animales de la tierra según su
género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra
según su especie. Y vio Dios que era bueno.”
El hombre fue formado del barro y
hecho a semejanza de Dios: Génesis
1:26-27 /Génesis 2:7
El hombre se enorgullece de haber
descubierto el "bosón de Higgs", la última pieza que faltaba
localizar para completar el cuadro de partículas elementales incluidas en el
modelo estándar de la física de partículas, aunque tiemble ante el pensamiento
de lo que el ingenio del hombre sea capaz de acarrear sobre nosotros.
Ha irrumpido con fuerza entre los
dirigentes de varias naciones la llamada “Alianza de Civilizaciones” un paso
más hacia el día del Armagedón.
Estas cosas se catalogan entre los altos
logros del “progreso” humano. Son los éxitos en los que algunos basan su fe
para un mundo mejor y más pacífico. Dan por sentado que el “progreso” conduce
siempre hacia el mejoramiento, cuando en realidad puede conducir tanto hacia
atrás, como hacia adelante.
Entonces ¿Cuáles son los argumentos
positivos? ¿Qué pruebas seguras tenemos de que Jesús volverá y de que debemos
vivir prevenidos para ese día glorioso?.
Por supuesto, la Biblia es nuestra base, y
en las Escrituras la segunda venida de Cristo ocupa un lugar preeminente. En la
Biblia uno de cada treinta versículos menciona esta enseñanza, y por cada
referencia a la primera venida de Cristo, a su nacimiento, hay ocho referencias
a su segunda venida. En total, hay trescientas dieciocho referencias a ella. En
el Antiguo Testamento es el tema de los profetas, y en el Nuevo Testamento,
libros enteros, (1ª y 2ª Tesalonicenses) y capítulos enteros (Mateo 24; Marcos
13 y Lucas 21) se dedican a su segunda venida.
La Biblia entera hace hincapié
repetidamente en el hecho de que Cristo volverá a la tierra. Por ejemplo
en Isaías 66:15 se nos dice:
” Porque he aquí que Jehová vendrá
con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su
reprensión con llama de fuego.”
En Jeremías, se nos dice que al tiempo de
la venida del Señor, Jerusalén será hecha el trono de su gloria y las naciones
se congregarán por medio de sus representantes. Habrá una poderosa conferencia
de desarme mucho más grande que cualquiera de las que el mundo haya visto en
Washington, Londres, Paris, etc y en la misma mesa se hablarán mentiras.
Ezequiel habla de que Jerusalén será
restaurada, de un templo que será reedificado y de una tierra que será
renovada, y henchida de prosperidad.
Daniel vio a Cristo en visiones, viniendo
como Juez y Rey de la tierra.
Oseas dice que en los postreros tiempos
cuando el Señor vuelva, Israel le aceptará como Señor y Rey.
Joel describe a los ejércitos del mundo en
el día postrero, alineados en orden de batalla contra las huestes celestiales.
Será el día del Armagedón.
Amós revela el nuevo trono de David,
restablecido en Jerusalén.
Abdías hace serias advertencias en vistas
de la segunda venida del Príncipe de príncipes.
Miqueas anuncia el cese de todas las
guerras cuando las espadas serán convertidas en azadones y las lanzas en hoces
y rejas de arado.
Nahum relata cómo las montañas temblarán
bajo los pies de Cristo, y la misma tierra se abrasará ante su presencia.
Hababuc muestra al Rey midiendo el nuevo
Reino con una vara, y todas las montañas arrollidándose ante ÉL.
Sofonías nos da el nuevo canto que ÉL
enseñará a Israel y describe la derrota del Anticristo.
Haggeo relata el derrumbamiento de todas
las cosas, y la permanencia exclusiva de las cosas de Dios.
Zacarías presenta el cuadro de los pies de
Cristo pisando de nuevo el Monte de los Olivos. El monte se partirá en dos y el
valle de la decisión será hecho.
Malaquías finaliza el Antiguo Testamento
con la historia del Príncipe venidero, representándolo como fuego purificador y
jabón de lavadores, y como el sol naciente, que inunda toda la tierra de
su fulgor. El Antiguo Testamento rebosa de augurios sobre la segunda venida de
Cristo.