} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA NUEVA VIDA

miércoles, 26 de junio de 2013

LA NUEVA VIDA



Se ha dicho que la vida es sólo la preparación para la muerte. Se supone que es ésta una época de pensamiento libre, de experiencias definitivas. Hemos aspirado a cambiar el mundo y las leyes que lo gobiernan, mediante le conocimiento, la ciencia, los inventos, la informática, la filosofía y el pensamiento materialista. Hemos intentado de entronizar a los dioses falsos del dinero, la fama y la inteligencia; pero, por mucho que nos esforcemos, el resultado es siempre el mismo. Está establecido a los hombres que mueran una vez.
En medio de la vida, la muerte se asoma por todas partes. El terremoto de Haití, o el de Chile ha segado la vida a personas inocentes; familias enteras han sido barridas de la faz de la tierra. Las imágenes de tanto dolor han sacudido nuestros corazones y nos han mostrado lo frágiles que somos ante el ímpetu de la naturaleza. ¡Cuánto sufrimiento, cuánto dolor¡Los supervivientes a esta catástrofe, vagan, deambulan en busca de esperanza...
Compartimos el dolor, nos solidarizamos con ellos a través de ONG, Cruz Roja y ayuda internacional. Así una y otra vez.
La estridente sirena de las ambulancias resuenan en nuestra mente, los fríos rótulos de las Agencias de Pompas Fúnebres encogen el corazón, los Cementerios delante de los que pasamos con frecuencia, la vista de los coches mortuorios entre el trafico, todo nos recuerda que la muerte puede llamarnos en cualquier momento. Nadie sabe cuándo, ni cómo pero sabemos que vendrá.
Nuestras vidas están suspendidas de hilos muy débiles, y la fosa se abre a nuestros pies a cada instante. La muerte es el adversario universal. Aun los reyes caen bajo la guadaña de la muerte y aunque el científico y el cirujano luchan valientemente para que el monstruo no se aproxime a las puertas de los palacios, se desliza clandestinamente entre la guardia, cruza furtivamente los pasillos hasta las habitaciones reales, y envuelve en su capa sombría a los poderosos.
A pesar de las múltiples medidas de seguridad ¿cuántas vidas siegan los accidentes de circulación cada día en el mundo? La muerte acecha continuamente a la humanidad y aunque la ciencia médica y los ingenieros de seguridad le hayan declarado la guerra, la muerte siempre sale victoriosa.
Debido a tanto tiempo de esta batalla científica, ahora tenemos la ventaja de unos cuantos años más de vida. Sin embargo, la muerte está al final del camino y la duración de la vida del hombre común no excede mucho de los setenta años mencionados en la Biblia.
Las enfermedades del corazón matan todavía un buen número de personas en la primavera de la vida; el cáncer aun tortura con su dolor a multitud de cuerpos. No importa cuán optimistas sean las estadísticas de la esperanza de vida, el hecho inevitable de la muerte permanece inalterable ¡es aún la experiencia final de cada ser humano sobre esta tierra¡
Desde el momento en que nace un niño, empieza la lucha contra la muerte. La madre dedica años de cuidado a la protección del pequeño. Vigila la comida, la ropa, el ambiente, los exámenes médicos y las vacunas, pero, a pesar de sus cariñosos cuidados, el niño ya ha empezado a morir.
A los pocos años, las muestras tangibles de debilidad serán evidentes. El dentista tendrá que revisar las caries dentales; se necesitaran gafas para mejorar la vista imperfecta; la piel se arrugara y aflojara con el transcurso del tiempo, los hombres se encorvaran, y su caminar será más lento y menos seguro. La fragilidad de nuestros huesos se aumentara según disminuya nuestra energía y, sin saberlo casi, habremos empezado a morir.
Los seguros de salud y de enfermedad, suavizaran el golpe; se adquirirán seguros de vida para cubrir los gastos y obligaciones finales y, de repente, comprenderemos que la vida entera es una gran lucha perpetua con la muerte. Veremos que todos estamos corriendo una carrera en la que sólo podemos esperar ganar un poco más de tiempo, no importa como engañemos a nuestra antagonista, ¡sabemos que al fin vencerá la muerte¡
El hombre siempre ha considerado a la muerte como su enemigo, pero Jesús dijo que Él la había vencido, y le había quitado el aguijón. Jesucristo es el Realista magistral al estimular a los hombres a prepararse para la muerte que ciertamente vendrá. No hay que preocuparse, dijo el Señor Jesús, por la muerte del cuerpo, hay que preocuparse de la muerte eterna del alma.
La Biblia declara que hay dos muertes: una es la muerte física y otra la muerte eterna. Jesús advirtió que debemos temer a la segunda muerte mucho más que a la primera. Describió la muerte segunda como el infierno, que es una separación eterna de Dios. Indicó que la muerte del cuerpo no es nada en comparación con el destierro eterno y consciente del alma de la presencia de Dios.
¡¡Gracias a Dios en el nombre de Jesús, el cristiano que ha creído en Él vivirá en Su presencia¡¡
La Biblia enseña que tú eres un alma inmortal. Tú alma es eterna y vivirá para siempre. En otras palabras, el verdadero tú—la parte que piensa, siente, sueña y aspira, el Ego—nunca morirá. La Biblia enseña que tu alma vivirá para siempre en uno de estos dos lugares: el cielo o el infierno. Si no eres cristiano, si nunca has nacido de nuevo, entonces la Biblia enseña que tu alma irá inmediatamente al lugar que Jesús llamó Hades, donde esperará el juicio de Dios..
Sé muy bien que el tema del infierno no es muy agradable; por el contrario, no es popular sino que enciende contiendas y malos entendidos. Confieso que entre todas las enseñanzas cristianas, es la más difícil de aceptar.
Hay quienes enseñan que al final todo el mundo será salvo, que Dios es un Dios de amor y nunca enviará a nadie al infierno. Creen que la palabra eterno realmente no quiere decir para siempre. No obstante, la misma palabra que enseña la separación eterna de Dios, se usa también para la eternidad del cielo. Alguien a dicho que “ la justicia demanda que el gozo de los justos y el castigo de los impíos tenga la misma duración, puesto que vienen de la misma palabra griega y son de la misma duración”.
Hay otros que enseñan que después de la muerte, los que han rehusado aceptar el plan divino de redención, serán aniquilados, dejaran de existir. Al escudriñar la Biblia, desde el principio hasta el final no se puede hallar ni una palabra de evidencia que sostenga esta idea. La Biblia enseña que ya sea que estemos salvados o perdidos, hay una existencia eterna, consciente para el alma y la personalidad.
Hay otros que enseñan que después de la muerte, todavía existe la posibilidad de salvación, que Dios dará una segunda oportunidad. Si esto es verdad, en la Biblia no se hace alusión a ello, pues continuamente se nos advierte:”He aquí ahora el tiempo aceptable: he aquí ahora el día de salud”. (2ª Corintios 6:9)
Innumerables pasajes de la Escritura, se podrían citar para apoyar el hecho de que la Biblia sí enseña que existe el infierno para quien voluntaria y conscientemente rechaza a Cristo como Señor y Salvador:
“Soy atormentado en esta llama” ( Lucas 16:24)
“Cualquiera que dijere fatuo, será culpado del infierno de fuego” (Mateo 5:22)
“Enviará el Hijo del Hombre a sus Ángeles, y cogerán de su reino todos los escandalosos, y los que hacen iniquidad, y los echaran en el horno de fuego, allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 13:41-42)
“Así será el fin del siglo: saldrán los Ángeles y apartaran a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 13:49-50)
“Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda: apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles” (Mateo 25:41)
“En llama de fuego, para dar el pago a los que no conocieron a Dios, ni obedecen el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor, y de la gloria de su poder” (2ª Tesalonicenses 1:8-9)
“ Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.” (Apocalipsis 20:14-15)
“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” (Apocalipsis 21:8)

Alguien puede decir.”No creo en el infierno. Mi religión es el Sermón del Monte”.
Bueno, leamos un pasaje del Sermón del Monte:” Por tanto, si tu ojo derecho te fuere ocasión de caer, sácalo y échalo de ti: pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te fuere ocasión de caer, córtala y échala de ti: pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado en el infierno”.
Aquí tenemos una enseñanza precisa de Jesús referente al infierno. Él ha afirmado su realidad. Jesús narra parábolas y da ilustraciones sobre este tema, poniendo en guardia continuamente a los hombres contra la locura de una vida de pecado y de hipocresía en tanto que estén en la tierra.
No hay duda de que los perversos sufren cierto infierno aquí en la tierra. La Biblia dice:” Sabed que os alcanzará vuestro pecado” (Números 32:23) “ Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7)
El hombre se condena por rechazar el plan divino de salvación. Con amor y misericordia Dios ofrece a los hombres un modo de escapar, un camino de salvación una esperanza y una expectación de cosas mejores. Pero el hombre, en su ceguedad, en su estupidez, en su obstinación, en su egoísmo y en su amor a los placeres del pecado, rechaza el método sencillo de Dios para escapar de la angustia del tormento eterno.
Dios prescribe el remedio para los males de la raza humana. Ese remedio es la fe personal y el entregarse a Jesucristo. El remedio es nacer de nuevo. Si deliberadamente lo rechazamos, entonces tenemos que sufrir las consecuencias, y no podemos echar la culpa a Dios. ¿Es culpa de Dios que nosotros rechacemos el remedio?


La Biblia no es únicamente quien nos dice que los malos y aquellos que no aceptan a Cristo sufrirán las consecuencias de infierno. También nos lo dice el instinto humano. Hay algo dentro de cada uno que nos advierte que al cometer un pecado, no sólo sufriremos aquí, sino también en la eternidad.
Es curioso que los hombres se preparan para todo, menos para la muerte. Nos preparamos para educación, para los negocios, para nuestras profesiones, para el matrimonio, para la vejez. Nos preparamos para todo menos para el momento que hayamos de morir. Y, sin embargo, la Biblia dice que está establecido que muramos una vez.
La muerte es un acontecimiento que a cada hombre parece fuera de lo natural, cuando se refiere a él mismo, pero natural cuando se refiere a otros. La muerte coloca a todos los hombres al mismo nivel. Despoja al rico de sus millones y al pobre de sus andrajos. Acaba con la avaricia y extingue el fuego de la pasión. Todos quisieran ignorar la muerte pero todos tienen que afrontarla, el príncipe y el labriego, el filosofo y el insensato, el asesino y el santo. La muerte no conoce edades, no tiene ninguna parcialidad. Todos los hombres la temen.
La muerte está decretada para todos, y la cuestión de su cumplimiento es sencillamente cosa de tiempo. Podemos descuidar o faltar a otras citas de la vida como negocios y placeres, y atenernos a las consecuencias; mas, he aquí una cita que no podemos evitar. Es forzoso acudir a ella sólo una vez, ¡sin faltar¡
Si la muerte física fuera la única consecuencia de vivir lejos de Dios, no habría tanto que temer. Pero la Biblia advierte que habrá una muerte segunda, que es la expulsión eterna de la presencia de Dios.
Hay, sin embargo, un lado más luminoso. Así como la Biblia anuncia el infierno para el pecador, también promete el cielo para los que son justificados por fe en Jesucristo.
Al hablar de cielo, la tierra nos parece miserable a su lado. Nuestros pesares y problemas aquí se disminuyen con la anticipación gozosa del futuro. En cierto sentido, el cristiano goza del cielo aquí, en la tierra. Tiene la paz en el alma, la paz en su conciencia y la paz con Dios. En medio de aflicciones y dificultades puede sonreír, hay energía en su paso, gozo en su alma y una sonrisa en su rostro. Hay un pasaje en la Biblia que me impresiona por la claridad con que pone de manifiesto, la existencia del cielo glorioso en la vida venidera, se halla en Juan 14:2 -4 "En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mi mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a donde voy, y sabéis el camino."
Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6)

El cristiano sabe a través de la Palabra de Dios en la Biblia que en el momento de la muerte va inmediatamente a la presencia de Dios. Allí el alma espera la resurrección, que será cuando el cuerpo y el alma se unan. El nuevo cuerpo que tendremos será un cuerpo glorioso, semejante al de Cristo, un cuerpo eterno, que nunca conocerá lagrimas, angustias, tragedias, enfermedades, dolor ni muerte.
Gracias a Dios en el nombre de Jesús.


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