En el Nuevo Testamento, las predicciones
de su venida son todavía más claras y más vivas. Mateo compara a Cristo con el
esposo que viene a recibir a la novia.
Marcos, lo ve como el Señor de la casa que
emprende un largo viaje, y encarga a sus siervos ciertas tareas, mientras
regresa.
Para Lucas, Jesús es el caballero noble
que viaja a un país lejano para arreglar ciertos negocios y deja sus posesiones
al cuidado de sus siervos, para que negocien con ellas hasta que ÉL venga.
Juan cita las palabras de Cristo
diciendo:”Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Vendré otra vez y os
tomaré a mí mismo”.
En Romanos, le vemos que regresa y pone
todo bajo sus pies.
En 1ª de Corintios, Pablo describe la
venida del Señor para efectuar la resurrección de muertos.
En 2ª de Corintios, describe la nueva
habitación que tendremos cuando esta vivienda terrenal sucumba.
En 1ª Tesalonicenses, Pablo nos dice que
esperemos al Hijo de Dios viniendo de los cielos.
En 2ª Tesalonicenses nos pinta el cuadro
glorioso de la venida del Señor con sus santos.
En Timoteo, encontramos que el Señor
premiará a los que aman su venida.
Tito habla de la “esperanza
bienaventurada”.
En Hebreos nos dice que los hijos de
Israel le reconocerán como al Mesías en su segunda venida.
Santiago exhorta a sus lectores a que sean
pacientes hasta la venida del Señor.
Pedro dice que el día del Señor vendrá
como ladrón en la noche, sin previo aviso.
Judas dice:”He aquí el Señor es
venido con sus santos millares”.
Y todo el libro del Apocalipsis se dedica
al asunto de su segunda venida.
No sólo, pues, el Antiguo Testamento nos
dice que esperemos la segunda venida de Cristo, sino también el Nuevo está
lleno de la promesa de ella.
Vamos a ver aquellos textos en la Palabra
de Dios en la Biblia, en diferentes versiones, que nos hablan de ese día,
cuando el Rey de Reyes, cuando Jesucristo aparezca de nuevo, por segunda vez:
1 Corintios 1; 7 /2 Tesalonicenses
1; 7/1Pedro 1; 7 / 1Pedro 1:13 / 1Pedro 4:13
2 Tesalonicenses 2; 8 / 1
Timoteo 6; 14 / 2 Timoteo 4;1/ 2Timoteo 4:8/ Tito 2.13
La base de la Segunda Venida se encuentra
en muchos pasajes de los Evangelios, especialmente en el discurso de Jesús, que
tenemos mucho que conocer y haríamos bien en escudriñar con la ayuda del
Espíritu, en Marcos
13. Jesús se refiere a sí mismo como el Hijo
del Hombre que vendrá en la Gloria de su Padre con los ángeles. Podemos ver los
siguientes textos en la Biblia. Si disponemos de varias versiones podemos
enrriquecernos con su lenguaje.
Podemos leer con detalle en:
Marcos 8; 38/ Marcos 13;
24-27/Marcos 14; 62/Juan 14; 3/ Juan 14; 28
La verdad universal más conmovedora y
gloriosa, es la Segunda Venida de Jesucristo. Es la promesa segura de su
futuro, ahora cuando se revelan todos los fracasos de esta sociedad moderna,
cuando todo lo que nos rodea es pesimismo, tristeza, desempleo, corrupción.
Cuando la gente se lamenta ¿Qué será de nosotros? ¿Hacia dónde vamos?, la
Biblia responde con contundencia contestando a todas esas cosas con la segunda
venida de Jesucristo, y señala los galardones que esperan a los escogidos por
Dios.
En cuanto a la fecha o al tiempo exacto de
ese acontecimiento glorioso, no desafiaré a la Providencia aventurándome
en conjeturas. No importa que desconozcamos el tiempo exacto de su
venida, lo esencial es que vivamos de tal manera que estemos preparados para
ella en cualquier momento. Jesús dijo que ni los ángeles en el cielo sabía el
día, sólo Dios conoce el instante en que habrán de resonar las poderosas
trompetas, y en que los cielos se han de partir, para que Cristo y sus huestes
celestiales aparezcan una vez más a la vista de los hombres.
El tiempo, según miden los ángeles que ven
desde la eternidad, dista mucho de parecerse al modo que nuestra mente finita
es capaz de medir. Nos aferramos a los escasos setenta u ochenta años de vida
en la que permanecemos amarrados a esta vida terrenal. La permanencia temporal,
nos impide asimilar el tiempo con respecto a quinientos, mil o dos mil años,
nos parecen muy largos. Sin embargo, para Dios, tal lapso de tiempo es como un
día.
Los que leen correctamente las Escrituras,
a la vista de todos los acontecimientos actuales, piensan que estamos en los
días postreros de la vida tal y como lo conocemos, sobre esta tierra, y que
hemos entrado en la época final, en el último acto del grandioso drama que
empezó hace miles de años en el Edén.
Jesús nos recomendó esperar y observar,
leamos: Lucas 21:25-27
Los últimos terremotos, huracanes y
tsunamis han devastado y segado vidas a su paso. El cercano Oriente con sus
guerras, la del Golfo, Irak, Afganistán, Libia, Siria. Son los primeros dolores
del parto.
Con el restablecimiento de Israel como
nación independiente y estado soberano, con su ejército propio, moneda e
identidad propias; la rueda de la historia ha descrito un ciclo tremendo y casi
completo. Fue en aquella región rica y fértil del Cercano Oriente donde nuestra
civilización tuvo su principio. De esa región limitada, se diseminó en todas
direcciones. Circundó el globo, moviéndose firmemente, deteniéndose de vez en
cuando, para recuperarse y fortalecerse, a veces atrapada en las garras
poderosas de las muchas épocas oscuras de barbarie, ignorancia, impiedad y
miedo. Ahora en nuestro tiempo, comienza a volver a los lugares de sus
orígenes.
Los campos, largo tiempo sin cultivar y estériles,
producen de nuevo su fruto. Si, las ramas de la higuera se hacen tiernas y sus
hojas brotan, por todas partes aparecen las señales que debemos observar.