Génesis 1:20 Dijo Dios: Produzcan
las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta
expansión de los cielos.
21 Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y
todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y
toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.
22 Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y
multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la
tierra.
23 Y fue la tarde y la mañana el día quinto.
24 Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres
vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según
su especie. Y fue así.
25 E hizo Dios animales de la tierra según su
género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra
según su especie. Y vio Dios que era bueno.
En este
día hubo más progreso por la creación de animales terrestres, todas las
diferentes especies de los cuales están incluídas en tres clases, es decir, el
ganado, herbívoros, capaces de trabajo y domesticación.
Animales silvestres, cuya naturaleza voraz fué entonces refrenada, y
todas las diferentes formas de serpiente
toda clase de reptiles hasta los
insignificantes gusanos.
Las señales de la vida animal aparecen en las aguas y en el aire.
Todos animales ovíparos, entre las criaturas de
aletas y las de pluma, notables por su rápida y aun prodigiosa multiplicación,
todo animal que vuela. La palabra traducida “ballenas”, incluye también los
cocodrilos, tiburones, etc., de modo que desde los innumerables pececitos hasta
los grandes monstruos del mar, desde el diminuto insecto hasta el rey de los
pájaros, a las aguas y al aire repentinamente se les hizo abundar en criaturas
formadas para vivir y prosperar en sus respectivos elementos. Las más
extraordinarias criaturas del océano, tales como ballenas y delfines. Otra vez,
las leyes de la genética que imposibilita cualquiera evolución de un género en
otro; un gorrión jamás podrá producir un buitre.
Dios mandó que se hicieran los peces y las aves. Él mismo ejecutó esta
orden. Los insectos, que son más numerosos que las aves y las bestias, y tan
curiosos, parecen haber sido parte de la obra de este día. La sabiduría y el
poder del Creador son admirables tanto en una hormiga como en un elefante.
El poder de la providencia de Dios preserva todas las cosas y la
feracidad es el efecto de su bendición.
Dios vio que su obra era buena. En ocasiones, la gente se siente
culpable por pasar un rato agradable o por sentirse bien por un logro. Esto no
debe ser así. Así como Dios estaba complacido con su obra, podemos estar
complacidos con las nuestras. Sin embargo, no podemos estar complacidos con
nuestra obra si Dios no lo está también. ¿Qué estamos haciendo nosotros que
hagamos feliz tanto a Dios como a nosotros mismo?