} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: GÉNESIS 1; 20-25

sábado, 3 de octubre de 2015

GÉNESIS 1; 20-25


Génesis 1:20  Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos.
 21  Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno.
 22  Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra.
 23  Y fue la tarde y la mañana el día quinto.
 24  Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así.
 25  E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno.


  En este día hubo más progreso por la creación de animales terrestres, todas las diferentes especies de los cuales están incluídas en tres clases, es decir, el ganado, herbívoros, capaces de trabajo y domesticación.
Animales silvestres, cuya naturaleza voraz fué entonces refrenada, y todas las diferentes formas de serpiente  toda clase de reptiles hasta los insignificantes gusanos.
Las señales de la vida animal aparecen en las aguas y en el aire.
Todos animales ovíparos, entre las criaturas de aletas y las de pluma, notables por su rápida y aun prodigiosa multiplicación, todo animal que vuela. La palabra traducida “ballenas”, incluye también los cocodrilos, tiburones, etc., de modo que desde los innumerables pececitos hasta los grandes monstruos del mar, desde el diminuto insecto hasta el rey de los pájaros, a las aguas y al aire repentinamente se les hizo abundar en criaturas formadas para vivir y prosperar en sus respectivos elementos. Las más extraordinarias criaturas del océano, tales como ballenas y delfines. Otra vez, las leyes de la genética que imposibilita cualquiera evolución de un género en otro; un gorrión jamás podrá producir un buitre.

Dios mandó que se hicieran los peces y las aves. Él mismo ejecutó esta orden. Los insectos, que son más numerosos que las aves y las bestias, y tan curiosos, parecen haber sido parte de la obra de este día. La sabiduría y el poder del Creador son admirables tanto en una hormiga como en un elefante.
El poder de la providencia de Dios preserva todas las cosas y la feracidad es el efecto de su bendición.

Dios vio que su obra era buena. En ocasiones, la gente se siente culpable por pasar un rato agradable o por sentirse bien por un logro. Esto no debe ser así. Así como Dios estaba complacido con su obra, podemos estar complacidos con las nuestras. Sin embargo, no podemos estar complacidos con nuestra obra si Dios no lo está también. ¿Qué estamos haciendo nosotros que hagamos feliz tanto a Dios como a nosotros mismo?