Mateo 6:19-21 No os hagáis tesoros en la tierra,
donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
sino
haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompen, y donde
ladrones no minan ni hurtan:
Porque
donde estuviere vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.
(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)
Este texto (Mateo_6:19-21) nos enseña a poner nuestra confianza en
Dios, y no en cosas terrenales (materiales). En un mundo materialista, que nos
bombardea constantemente con su propaganda, uno puede caer fácilmente en la
trampa de acumular tesoros en la tierra, si no fija claramente la prioridad del
reino. Jesús advierte que tal práctica no es aconsejable.
La manera más
corriente y normal de organizar la vida consiste sencillamente en dar prioridad
a las cosas que duran. Sea que nos estemos comprando ropa, o un coche, o una
alfombra, o muebles, es de sentido común mirar más allá de las apariencias y
comprar cosas que se han hecho con solidez y buena técnica para durar. Eso es
exactamente lo que Jesús nos está diciendo aquí. Nos dice que nos concentremos
en las cosas que duran.
Jesús se refiere a
tres cosas de las que dependía la riqueza en Palestina.
Les
dice a Sus seguidores que no consideren su tesoro cosas que la polilla puede
destruir.
En Oriente, una
parte importante de la riqueza de una persona consistía en ropa fina y
elaborada. Cuando Guiezi, el criado de Eliseo, quería sacarle algo de provecho
al general sirio Naamán, que se había curado de la lepra siguiendo las
instrucciones de Eliseo, le pidió un talento de plata y dos vestidos de gala
nuevos (1Reyes_5:22 ).
Pero tales cosas
eran indignas de que se hiciera consistir en ellas el tesoro de una persona,
porque las polillas las podían destruir, y su valor y belleza desaparecerían
totalmente. No eran posesiones duraderas.
El "corazón" del asunto es el
corazón (así como en todo el Sermón del Monte). Si tenemos "limpio
corazón", buscaremos tesoros celestiales.
El afán de poseer es propio de
nuestra naturaleza. El hombre dirige su pensamiento y su acción a producir
bienes, a adquirirlos y aumentarlos. Pero aquí no se habla solamente de bienes,
de cualquier clase de propiedad, sino de tesoros. Con esta palabra se alude a
una grande y valiosa propiedad, a extensas fincas, a casas bien construidas, a
preciosos ornamentos y a la acumulación de dinero. Por muy seguro y estable que
pueda parecer todo eso ¡cómo está amenazado y cuán huera es su supuesta
estabilidad! Minúsculos animales pueden destrozar el más rico valor. La polilla
roe el precioso vestido de seda, y la carcoma ahueca el armario de excelente
madera. Hay quienes se vuelven envidiosos y ávidos, y buscan medios para
adueñarse de tales bienes: los ladrones perforan las paredes y roban. Como se
gana, así se pierde. Jesús se refiere sobriamente a esta experiencia, que
cualquiera puede sufrir. ¡Cuán inútil y sin valor es este afán, cómo se
despilfarran las fuerzas por causa de bienes sumamente inciertos e inestables...!
Os muestro otro objetivo que es digno del empeño de todas las fuerzas y asegura
la estabilidad del valor: Atesorad tesoros en el cielo. Allí se colocan los
valores en lugar seguro, ni los insectos destructores ni los ladrones
perniciosos pueden hacerles nada. «En el cielo» quiere decir en Dios. Lo que es
invertido en Dios, retiene su valor duradero. ¿Qué clase de tesoros son?
Ciertamente en primer término la entrega del corazón a Dios. Pero luego también
todo lo que el discípulo hace con la intención de servir realmente a Dios. Las
«buenas obras» (Apocalipsis_5:16), la justicia
sobreabundante hasta llegar al amor del enemigo (Apocalipsis_5:21-48),
también los «ejercicios piadosos» (Apocalipsis_6:8),
todo eso puede convertirse en el tesoro, si se hace con el debido espíritu. La
frase final de nuevo es de una sencillez estupenda: Porque donde está tu
tesoro, allí estará también tu corazón. Jesús conoce este profundamente
arraigado afán de riqueza y valor, en los cuales se busca la felicidad. El
corazón, el hombre interior, siempre está interesado en ellos. Si el corazón se
queda con los tesoros terrenos y es absorbido por ellos, entonces corre el
mismo riesgo de ser destruido que las cosas terrenas. Pero si pasa a los
tesoros celestiales y vive con ellos, entonces tiene la perspectiva de estar a
salvo con Dios para siempre. Parece casi natural, parece una consecuencia
lógica; pero cuán poco natural es pensar y proceder así.
Entre
las riquezas materiales mencionadas en la Biblia, frecuentemente se
menciona la ropa. Josue_7:21, "un
manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de
oro". 2Reyes_5:22, "un talento de
plata, y dos vestidos nuevos". Santiago_5:2,
"Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de
polilla". Isaías_51:8,
"Porque como a vestidura los comerá polilla, como a lana los comerá
gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos
de siglos". Salmo_102:26, la tierra y los
cielos "perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos como una vestidurase
envejecerán". Una gran parte del tesoro terrenal de mucha
gente (aun de hermanos en Cristo) es la ropa. Es increíble que hermanos
gasten tanto dinero en ropa y en otras cosas para adornar el cuerpo (joyería,
cosméticos, perfumes). 1Pedro_3:3-4. Cuestan
mucho dinero los zapatos para damas, como también para caballeros
(especialmente las botas), pero aunque los precios sean exagerados, muchos
hermanos con gusto siguen comprándolos. No están contentos si no tienen un buen
surtido de zapatos. El problema ahora no
es tanto la polilla, ni tampoco de que se envejezcan, sino el fastidio.
La ropa, la joyería, los zapatos, etc. pierden su atracción después de usarse
unas cuantas veces, y hay que comprar más. Los israelitas tenían que llevar su
ropa durante cuarenta años (Deuteronomio_8:4),
pero hay hermanos (¡y mayormente hermanas!) que no quieren llevar la
misma ropa ni cuarenta días sin aburrirse de ella (no sé lo que habrían hecho
si hubieran vivido en el desierto por cuarenta años). Es verdad que muchos
regalan ropa a otros, pero no por ser benévolos, sino para tener excusa para
comprar estilos nuevos. ¡Donde esté la moda, allí estará el corazón!
El orín (la herrumbre)
corrompe (destruye). Todos los productos metálicos (automóviles, aparatos
eléctricos, maquinaría, último moóvil) con el tiempo se quiebran, se acaban o
quedan enmohecidos, oxidados, arruinados.
Los ladrones literalmente
"minaban" las casas de adobe para robar. En Palestina, las
paredes de muchas casas estaban hechas de adobes, y se podían perforar
fácilmente; aunque las de los ricos, que es de las que se habla aquí, eran más
sólidas, y requerirían más industria en los ladrones. Aquí se hace referencia
al que ha almacenado en su casa cosas de valor, y descubre al volver un día que
los ladrones han hecho un butrón y se han llevado su tesoro. No eran posesiones
duraderas si estaban a merced de la intervención de cualquier ladrón
emprendedor.
Ahora se usan cadenas, chapas, candados, y toda clase de seguros.
Muchas personas instalan en sus automóviles sistemas de seguridad que suenan
alarmas de varias clases, y los ladrones se divierten robando tales sistemas de
los automóviles para venderlos (junto con el auto, o por separado) a otros. Es
bueno cerrar con llave el coche y está bien "asegurar" con rejas las
puertas y ventanas del negocio y de la casa, pero ¿quién cree que tales cosas
en verdad "aseguran" nuestros tesoros terrenales?
Ratas, ratones, y termitas. Se puede
agregar a lo que Jesús dice una lista larga de otros "destructores":
los diluvios, incendios, y tormentas destruyen propiedades que valen millones
(o billones) de euros. Las ratas y ratones destruyen el grano. Las termitas (hormiga
blanca) son cien veces más destructivas que los incendios y tormentas, pues en
poco tiempo destruyen casas de madera casi nuevas. Parece que para este insecto
toda especie de madera es sabrosísima y la come con un apetito insaciable . Lo
más probable es que represente algo así: en Oriente, mucho de la riqueza de una
persona consistía en cereales almacenados en grandes silos. Pero a ese grano
podían atacarlo gusanos y ratones y ratas dejando el depósito contaminado y
destruido. Lo más probable es que esta frase se refiera a estos y otros
parásitos que se podían introducir en un granero y destruir o comer el
contenido. No eran posesiones duraderas.
Las quiebras. Otra cosa que
Jesús no menciona es la falta de seguridad en los bancos y otras casas
financieras. Muchísimas instituciones de esta clase han caído en bancarrota.
¡Cuántas personas pierden los ahorros en esta manera! Y desde luego muchas
empresas quiebran, y la consecuencia es desastrosa para los ricos (pierden su
inversión) y para los pobres (pierden su empleo). Una causa mayor de las
quiebras son el fraude y la corrupción.
Hay muchas otras
cosas destructivas. Todos los
placeres puramente físicos tienen la característica de desgastarse. Cada vez
que se disfrutan, satisfacen menos que la anterior. Se necesita más para
producir el mismo efecto. Son como las drogas, que pierden su efecto inicial y
se hacen cada vez menos efectivas. Uno tendría que ser estúpido para buscar su
sumo bien en cosas que cada vez resultan menos rentable. Con las cosas
mencionadas aquí no se termina la lista de fuerzas destructivas. Una persona
cuya felicidad dependa de cosas así, está condenada a una desilusión trágica.
Cualquier persona cuyo tesoro consista en cosas, está abocada a
perderlo, porque las cosas no son estables, ni duran para siempre.
La conclusión de todo esto es que los tesoros de la tierra no duran, son
muy pasajeros. ¿Qué tan inteligente es, pues, dedicar la vida a acumular cosas
de tan poca duración? Además, aunque se guardaran muchas posesiones por cien
años o más, "¿qué aprovecha al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere
su alma?"
¿Y al morir qué pasa? "Tendré que
dejar a otro" todo aquello que haya hecho o acumulado. El hombre trabaja
con sabiduría, y con ciencia y con rectitud para "dar su hacienda a hombre
que nunca trabajó en ello... ¿Qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la
fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?" (Eclesiastés_2:17-22). El hombre trabaja como esclavo,
se vuelve casi loco con afán, y ¿para qué? Para dejar todo a otro que no
trabajó nada por ello. (Por ejemplo, el rico acumula una fortuna, y cuando
muere, su viuda se casa con otro que solamente tiene que entrar en la casa,
colgar su sombrero y disfrutar del trabajo de otro). Así es la locura (la
vanidad) de acumular bienes aquí en la tierra.
¿Cómo
afecta el corazón el acumular tesoros?
Dios quiere el corazón. El primer
mandamiento es "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón" (Mateo_22:37). El corazón incluye el intelecto, la
voluntad, las emociones y la conciencia. Requiere mucho tiempo, trabajo, y
atención personal para acumular tesoros en la tierra. Por eso es muy
peligroso hacerlo, porque esto significa que el corazón, que debe pertenecer a
Dios, pertenece más bien a lo terrenal. Podemos saber si estamos trabajando
para fines terrenales o para fines celestiales, porque es cuestión de
simplemente observar cómo se usa el tiempo, de qué se habla (Mateo_12:34), cómo se usan los recursos (Proverbios_3:9 ; Lucas12:18), etc. ¿Qué nos anima, las
cosas de Dios o los negocios (para acumular más bienes materiales, segundas
viviendas)? ¡Cuántos hermanos se ven aburridos en los cultos, pero al hablar de
su trabajo y sus negocios están muy animados! (Dios se fija en esto). ¿Dónde
está el corazón? No es difícil saber.
1Timoteo_6:6-10; 1Timoteo_6:17-18 es un comentario claro sobre
este tema. Debemos leerlo con frecuencia, y con mucha meditación. La piedad con
contentamiento es gran ganancia. El corazón contento es corazón agradecido. No
hay ganancia material que se pueda comparar con el contentamiento. Filipenses_4:11-12; Hebreos_13:5-6. Los soldados
preguntaron a Juan, "Y nosotros, ¿qué haremos?... contentaos con vuestro
salario" (Lucas_3:14). ¡Cuántos hombres
buscan pero no hallan el contentamiento! ¿Qué posesiones trajimos al mundo
cuando nacimos? ¿Qué posesiones llevaremos al partir de este mundo? Esto indica
la gran vanidad de vivir en este mundo con el propósito de acumular bienes
materiales. "Así que, teniendo sustento (qué comer) y abrigo (con qué
cubrirnos), estemos contentos con esto". ¿Cuántos hermanos están
verdaderamente contentos con solamente las cosas básicas de la vida? ¿Por qué
debemos estar contentos con esto? "Porque los que quieren enriquecerse
(acumular bienes materiales) caen en tentación y lazo, y en muchas codicias
(deseos) necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y
perdición". ¿Por qué hay tantos hermanos que no escuchan esta advertencia?
Porque creen que "a mí no puede suceder tal cosa, porque tengo cuidado y
evito tales problemas. Otros sí caen, yo no. Soy muy inteligente, muy
capacitado para siempre superar dificultades". ¡Así pensaba Sansón!
Obsérvemos con cuidado que Pablo no habla solamente de los ricos, sino de todos
los que quieren enriquecerse. El hombre más pobre puede ser muy avaro, y
por eso idólatra (Colosenses_3:5).
"Porque raíz de todos los
males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la
fe, y fueron traspasados de muchos dolores". No se puede nombrar un solo
pecado que no se haya cometido por el amor al dinero. El amor al dinero ha
motivado a los hombres (y mujeres) a cometer todo pecado que haya en el mundo.
¡Este pensamiento es alarmante! Nos debe despertar y hacernos conscientes del
peligro de querer acumular bienes materiales.
¿Cuál es el remedio? No poner
"la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el
Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las
disfrutemos". Dijo Job, "Si puse en el oro mi esperanza, y dije al
oro: Mi confianza eres tú; si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen, y
de que mi mano hallase mucho... habría negado al Dios soberano" (Job_31:24-28). Salmos_52:7, "He
aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la
multitud de sus riquezas, y se mantuvo en su maldad". Salmos_62:10, "Si se aumentan las riquezas, no
pongáis el corazón en ellas". Marcos_10:24,
cuando el joven rico se fue triste "porque tenía muchas riquezas",
Jesús dijo: "¡Cuán difícil les es entrar en el reino de Dios a los que
confían en las riquezas!"
El corazón está ligado al tesoro, y no puede
estar en dos lugares. Si los tesoros están en la tierra, el corazón estará
aquí; si los tesoros están en el cielo, el corazón estará allí.
Jesús concluye esta sección afirmando que,
donde esté el tesoro de una persona, allí estará también su corazón. Si todo lo
que valora y aprecia una persona está en la Tierra, no tendrá ningún interés en
un mundo más allá de este; si a lo largo de toda su vida ha tenido los ojos
puestos en la eternidad, valorará poco las cosas de este mundo. Si todo lo que
una persona aprecia y valora está en este mundo, entonces saldrá de él a
regañadientes; pero si sus pensamientos se han mantenido en el mundo más allá,
saldrá de este con alegría, porque va por fin a Dios.
Debemos ser generosos, dadivosos, Lucas_6:30 -38. Recordemos siempre que Dios dice,
"Mía es la plata, y mío es el oro" (Hageo_2:8).
Debemos siempre servir a Dios con "nuestros" bienes materiales,
porque en realidad son de El (Proverbios_3:9; 1Crónicas_29:14).
¡Somos solamente mayordomos! Si tenemos las escrituras de alguna propiedad
(casa, empresa, etc.) recordemos que un día muy pronto tales escrituras están
en manos de alguien más; la propiedad tendrá otro "dueño".
1Timoteo_6:17-18,
"Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos;
atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida
eterna".
Hechos_2:44-45; Hechos_4:32-37,
estos hermanos acumulaban tesoros en el cielo. Ese era el principio de la
Iglesia Cristiana en sus primeros días. La Iglesia Primitiva siempre se cuidaba
amorosamente de los pobres, los enfermos, los abatidos, los indigentes y todos
los que no le importaban a nadie.
1Corintios_16:1-2,
cada primer día de la semana tenemos la oportunidad de acumular tesoros en el
cielo.
Mateo_25:35-40; Gálatas_2:10; Gálatas_6:10; Santiago_1:27. Acumulamos tesoros
en el cielo si ayudamos a los pobres, a los hambrientos, a los sedientos, a los
encarcelados, a los huérfanos y a las viudas, etc.
Filipenses_4:14-18,
los que ayudan económicamente a los evangelistas acumulan tesoros en el cielo.
Es fruto que abunda en " vuestra cuenta", en el cielo, en el
banco celestial. Dios nos permite depositar dinero en su banco. (Muchos
hermanos no creen en imitar a los filipenses en ayudar a los evangelistas y
esta deficiencia impide la obra del evangelismo).
2Corintios_8:2-5,
los macedonios acumulaban tesoros en el cielo, aún más allá de sus fuerzas,
porque primeramente a sí mismos se dieron al Señor.
Los tesoros guardados en el cielo
no se destruyen. Ni la polilla ni el orín corrompen, y ladrones no minan
ni hurtan. 1Pedro_1:4, "una herencia
incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para
vosotros".
Hebreos_11:26, Moisés tenía "por
mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque
tenía puesta la mirada en el galardón". Sabía que las riquezas de Egipto
no duraban.
Por lo tanto, seamos ricos "para
con Dios" (Lucas_12:21) en lugar de hacer
tesoro para nosotros mismos.
Jesús no dijo nunca
que este mundo no tenía importancia; pero dijo explícita e implícitamente
muchas veces que su importancia no está en sí mismo, sino en aquello a lo que
nos conduce. Este mundo no es un fin en sí mismo, sino una etapa en el camino;
y, por tanto, una persona no debe rendirle su corazón a este mundo y a lo que
hay en él, sino debe tener los ojos puestos en la meta más allá.
La mentalidad mundana es síntoma fatal y corriente de la hipocresía,
porque por ningún pecado puede Satanás tener un soporte más seguro y más firme
en el alma que bajo el manto de una profesión de fe. Algo tendrá el alma que
mirar como lo mejor aquello en lo cual se complace y confía por encima de todas
las demás cosas. Cristo aconseja que hagamos como nuestras mejores cosas a los
goces y las glorias del otro mundo, las cosas que no se ven, que son eternas y
que pongamos nuestra felicidad en ellas. Hay tesoros en el cielo. Sabiduría
nuestra es poner toda diligencia para asegurar nuestro derecho a la vida eterna
por medio de Jesucristo, y mirar todas las cosas de aquí abajo como indignas de
ser comparadas con aquellas y a estar contentos con nada menos que ellas. Es
felicidad superior y más allá de los cambios y azares del tiempo, es herencia
incorruptible.
El hombre mundano se equivoca en su primer principio; por tanto, todos
sus razonamientos y acciones que de ahí surgen deben ser malos. Esto se aplica
por igual a la falsa religión; lo que es considerado luz es la oscuridad más
densa. Este es un ejemplo espantoso, pero corriente; por tanto, debemos
examinar cuidadosamente nuestros principios directrices a la luz de la Palabra
de Dios, pidiendo con oración ferviente la enseñanza de su Espíritu.
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