Mateo 6:22-24 La lámpara del cuerpo es el ojo;
así que, si tu ojo fuere sincero, todo tu cuerpo será luminoso;
mas si
tu ojo fuere malo, todo tu cuerpo será tenebroso. Así que, si la lumbre que hay
en ti son tinieblas, ¡cuántas serán
las mismas tinieblas!
Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará
al otro, o se llegará al uno y menospreciará al otro; no podéis servir a Dios y
a las riquezas.
(La Biblia de Casiodoro de
Reina 1569)
Jesús sigue hablando de las riquezas. Las
palabras "bueno" y "malo" tienen que ver con la actitud del
hombre hacia las riquezas.
Jesús nos
enseña tres lecciones fuertes sobre la necesidad de confiar en Dios y no en las
riquezas: las posesiones terrenales no duran, y no es
nada sensato poner la confianza en algo tan pasajero; si
ponemos la confianza en las riquezas, esto significa que nuestro ojo no es
bueno (claro o singular) y toda la vida está llena de tinieblas; y ( los que
ponen su confianza en las riquezas en lugar de confiar de todo corazón en Dios
son idólatras (se somete al dios "Mamón", el dios de riquezas).
Jesús vuelve a partir de una experiencia. La luz entra a través del ojo. El ojo
no es el origen de la luz, sino la ventana por la cual la luz entra al cuerpo
(la vida). El "ojo" corresponde al "corazón". El ojo es
al cuerpo lo que el corazón es al alma. El "ojo" tiene que ver con
nuestro concepto de nuestra mayordomía de las cosas materiales. El
ojo bueno es el ojo sano. El que tiene "ojo bueno" tiene visión
espiritual. Ve claramente. No ve "doble". No ve dos imágenes del
objeto -- como lo hace el avaro -- sino solamente una; es decir, su concepto de
Dios, de la vida, del deber personal, y sobre todo del uso correcto de sus
bienes materiales, es claro y correcto. Compárese una ventana limpia: si el
vidrio es claro y limpio, deja entrar la luz y la casa queda El ojo sano o
enfermo (incluso ciego) hace que todo el cuerpo resplandezca o esté en
tinieblas. Ahora bien, las dos expresiones se matizan mutuamente: el ojo (del
corazón) sano es, al mismo tiempo, el ojo bueno, y el ojo enfermo es, al mismo
tiempo, el ojo perverso. El ojo corporal es una imagen del corazón, hay que
pensar en los dos simultáneamente. En el ojo se refleja todo el hombre, sus
pensamientos y reflexiones, la pureza o corrupción de su vida. El ojo es la
lámpara del cuerpo, el espejo infalible del alma. Si esta lámpara es luminosa y
nítida, entonces también lo es el cuerpo y todo el hombre. Pero si el ojo es
malo, corrompido y perverso, si mira con astucia y concupiscencia entonces todo
el cuerpo está en tinieblas. Es un lenguaje en imágenes, que requiere una
explicación. Jesús la da en la última frase: Y si la luz que hay en ti son
tinieblas, ¡qué densas serán las tinieblas! ¿Qué significa esta frase? El
corazón debe estar enteramente dirigido a Dios, vivir en los tesoros del cielo.
Entonces todo el hombre está sano. Si el corazón se ha disipado en los bienes
terrenos, se ha vuelto espiritualmente ciego, y todo el hombre está en
tinieblas. No ve el verdadero bien y anda a tientas. Pero Dios es la luz, hace
resplandecer al hombre, que debe brillar ante los ojos de Dios. El hombre
enteramente dedicado a Dios, y que es limpio de corazón, ahora ya es un reflejo
de la divina claridad. En su tiempo «verá a Dios» con el ojo del cuerpo alumbrado por el amor y
la pureza. «Todos vosotros sois hijos de la luz» (1Te_5:5),
hijos de Dios, que «os llamó de las tinieblas a su maravillosa luz» (1Pe_2:9).
Es interesante comparar otros textos que usan
esta misma palabra (HAPLOUS): en Mat_6:22 se
traduce "bueno"; en 2Co_8:2 se traduce
"generosidad"; en 2Co_11:3 se traduce
"sincera fidelidad"; y en Efe_6:5 se
traduce "sencillez".
Se
refiere, pues, al corazón generoso. Hay relación estrecha entre estos
términos porque la idea básica es "sencillo" o "singular".
Los que tienen ojo bueno tienen corazón singular y sincero; por lo tanto, son
generosos, como el buen samaritano (Luc_10:33-35),
y los de Mat_25:35-36; Hch_2:45; Hch_4:32-37; 2Co_8:1-5,
etc. Cada uno de estos tenía "ojo bueno".
El
que tiene ojo bueno tiene sus tesoros en el cielo. Tiene un solo propósito
en esta vida. Busca primeramente el reino de Dios y su justicia. Busca una sola
cosa. Sal_27:4; Luc_10:42. Tiene su mira en
las cosas de Dios (Col_3:1-3).
El contraste siempre varía y se llama al
discípulo para que tome siempre la misma decisión: tesoros en la tierra,
tesoros en el cielo; tinieblas, luz; riqueza, Dios. También aquí penetra una
experiencia natural en el ámbito del espíritu. Cada uno en realidad sólo puede
servir con todas sus fuerzas a un señor. Pero esto con pleno sentido sólo puede
decirse de Dios, que pide todo el hombre y no tolera ningún compromiso.
Solamente en Dios tiene validez la alternativa en el pleno sentido; el hombre
sabe que sólo Dios puede darnos la salvación...
En todas partes en que se pone en discusión el
derecho señorial de Dios, se oculta el maligno. El demonio conoce múltiples
formas de oposición y enemistad. De una forma especialmente alevosa se escuda
detrás de Mammón éste representa la
propiedad terrena, la acumulación de bienes y tesoros, y de toda clase de
posesiones. Pero también conocemos por la experiencia el disimulado poder del
oro, el brillo fascinante y la magnificencia cautivadora de los objetos
terrenales de gran valor. Para Jesús la riqueza siempre es «injusta», un poder
casi demoníaco, que gana el corazón y lo tiene encadenado. El que es víctima de
la riqueza, también lo es del diablo. Solamente se puede servir de veras a uno:
a Dios, que es la luz de nuestra vida, y en quien están bien guardados los
verdaderos tesoros y nuestro corazón.
Por lo tanto, mira las cosas correctamente;
sabe el camino y no tropieza. El hombre que tiene ojo bueno sabe distinguir
entre las cosas más importantes y las cosas menos importantes. Da primer
lugar a las cosas más importantes. Da prioridad a lo primero.
Somos peregrinos (viajeros) y, por eso, no
queremos “comprar el hotel” porque "no puede el mundo ser mi hogar".
Tampoco llevamos mucho equipaje. Solamente necesitamos dinero para gastos.
Sabe usar bien el dinero. Entiende que
debe usar el dinero para la obra de Dios, para promover la obra de evangelizar
el mundo. Está consciente de los multiplicados millones que no han oído el
evangelio, y sabe que cuesta dinero enviar obreros, publicar literatura, etc.
También se acuerda de los pobres y necesitados (Gál_2:9).
Gana amigos por medio de las riquezas (Luc_16:9-13), para que cuando falten aquí le recibirán
en las moradas eternas. El que tiene ojo bueno tiene su corazón iluminado y
reconoce que pronto faltarán las riquezas.
No está engañado por las riquezas, Mat_13:22.
No vive
afanoso, Flp_4:6;
Heb_13:5-6.
Entiende cuáles son las riquezas verdaderas: la vida, la salud, el cuerpo,
la mente, el alma, la conciencia, la familia, la iglesia, el tiempo que Dios
nos da para prepararnos, la verdad, la influencia, y toda bendición de Dios
tanto material como espiritual; es decir, el que tiene ojo bueno tiene un
concepto claro de todas estas cosas. Sabe apreciar el valor de cada
bendición de Dios y aprovecha cada una de ellas.
Por lo tanto, su vida está llena de luz.
¡Su camino está bien iluminado!
El ojo malo es el ojo enfermo. Es el
opuesto del ojo bueno. El que tiene ojo malo no ve claramente. Ve
"doble". Por ser avaro ve dos imágenes. Su concepto de Dios, de la
vida, del deber personal, y sobre todo su concepto del uso correcto de sus
bienes materiales es confuso y chueco (por lo tanto "malo").
Recordemos la ilustración de la ventana: si
está sucia y opaca, no deja entrar la luz. Lo que opaca la ventana es el amor
al dinero. La ventana mala tergiversa y tuerce la imagen y causa confusión.
Tal persona tiene "doble ánimo" (Stg_1:8; Stg_4:8). Tiene dos "ánimos" (dos
corazones, dos afectos). Es como el hombre que ama a dos mujeres; siempre tiene
problemas. Así eran algunos corintios (2Co_11:2-3).
Dice Santiago que "El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus
caminos". Quiere ir al cielo, pero quiere acumular riquezas "para
sí" aquí en la tierra (Luc_12:15-21). ¡Una
mano se extiende hacia los cielos y la otra se mete en lodo!
Todo tu cuerpo estará en tinieblas, todo lo
contrario de la bendición de tener el cuerpo lleno de luz . Es hombre ciego. El
egoísta (el avaro) piensa solamente en sí mismo y no en otros. Es materialista
y mundano. Ama el dinero. Los fariseos eran avaros (Luc_16:14).
No podían objetivamente escuchar la enseñanza de Jesús y, por lo tanto, seguían
en las tinieblas.
Ninguno puede servir a dos señores porque
la palabra "servir" significa "ser esclavo de", y el esclavo tenía un solo amo. Jesús habla de
dos servicios conflictivos: el uno de luz y el otro de tinieblas, el uno de
humildad y el otro de orgullo, el uno por fe y el otro por vista, el uno con la
mira en el cielo y el otro con la mira aquí en la tierra.
Cuando los
efesios se convirtieron, quemaron sus libros sobre la magia (Hch_19:19). Pablo se refiere a lo que él personalmente
había dejado como "basura" (Flp_3:8).
Judas amó al dinero; por eso aborreció a Jesús. Si servimos a Mamón,
descuidaremos la obra de Dios. Satanás acepta con todo gusto una parte de
nuestro servicio, porque sabe que si le damos una parte de nuestro servicio,
Dios nos rechazará. Por lo tanto, el servicio parcial para Satanás es servicio
total para él.
Es necesario, pues, escoger. Josué_24:15; 1Reyes_18:21; Mat_12:30.
No hay comentarios:
Publicar un comentario