} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: EL SERMÓN DEL MONTE 28

sábado, 1 de abril de 2017

EL SERMÓN DEL MONTE 28


Mateo 6:16-18  Y cuando ayunéis, no seáis como los hipócritas, austeros; porque ellos demudan sus rostros para parecer a los hombres que ayunan; de cierto os digo, que ya tienen su pago.
   Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro;
   para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te pagará en público.
 (La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)

En el tiempo antiguo el ayuno era para todo el pueblo. Hasta este día, el ayuno es una parte esencial de la vida religiosa en Oriente. Los musulmanes observan rigurosamente el ayuno en el mes de ramadán, que es el noveno mes del año musulmán, en el que se conmemoran las primeras revelaciones que recibió Mahoma. Ese ayuno se mantiene desde la salida del sol -cuando hay bastante luz para distinguir un hilo blanco de uno negro- hasta la puesta del sol. En ese tiempo está prohibido comer, beber, bañarse, fumar, oler perfumes, y cualquier cosa que no sea esencial. Las mujeres que están criando o esperan bebés están exentas. Los soldados en campaña y los que están de viaje también pueden dejar de cumplirlo, pero comprometiéndose a ayunar en otro tiempo durante un número equivalente de días. Si una persona tiene que tomar alimento por razones de salud, debe compensar el haber quebrantado el ayuno dando limosnas a los pobres.
Las costumbres de ayuno de los judíos eran exactamente las mismas. Hay que advertir que  el ayuno duraba desde la salida hasta la puesta del sol; fuera de ese tiempo se podía comer normalmente. Los judíos de tiempos de Jesús, como en nuestros días, no tenían más que un ayuno obligatorio: el del Día de la Expiación. Ese día, todos los hombres tenían que «afligir sus almas» (Levítico_16:31). La ley tradicional estipulaba: "El Día de la Expiación está prohibido comer, beber, bañarse, ungirse, llevar sandalias, y hacer uso del matrimonio.» Hasta los niños tenían que ser entrenados en cierta medida de ayuno el Día de la Expiación para que, cuando fueran mayores, estuvieran preparados para cumplir el ayuno nacional.
Pero, aunque sólo había un día de ayuno general obligatorio, los judíos practicaban corrientemente los ayunos privados.
  Estaba el ayuno que se relacionaba con el luto. Entre la muerte y el entierro de un ser querido, los que estaban de duelo se tenían que abstener de carne y de vino.
  Estaba el ayuno que se hacía para expiar un pecado. Se decía, por ejemplo, que Rubén ayunó siete días por su responsabilidad en la venta de José: "No bebió vino ni ninguna otra bebida alcohólica; no probó la carne ni ninguna otra cosa apetitosa» Los pecados que se han hecho en Israel, no sólo son faltas personales de individuos, sino culpa que grava todo el pueblo. Todos deben ayunar para dolerse de los pecados y hacer penitencia. Hay ciudades prontas para la penitencia, que aceptaron el llamamiento y se convirtieron, como incluso la ciudad pagana de Nínive por la predicación del profeta Jonás (Jonás 3). La caída de Jerusalén, asaltada por el ejército babilónico es un castigo del pueblo que se ha negado a hacer penitencia.
El individuo también podía ayunar privadamente por sus propios pecados o en representación del pueblo por los pecados del mismo. El primer sentido de nuestra cuaresma es que todo el pueblo de Dios ayuna para hacer penitencia, como señal de arrepentimiento y en representación de los demás. Los fariseos tenían una alta estima del ayuno voluntario, y lo practicaban con diligencia. Pero por otra parte ¡qué trastorno del verdadero sentido del ayuno! Quieren hacer penitencia ante Dios y mostrarle su disposición a convertirse.
Pero lo que debe dirigirse solamente a Dios se convierte en espectáculo ante la gente. Todos deben ver cómo se consumen de pena y se contristan. Ponen una cara de santurrón y desfiguran el rostro, cubren de ceniza la cabeza, van dando vueltas con vestidos gastados: una exhibición que no puede ser más ridícula. Puesto que esperan la alabanza de la gente, han recibido ya su recompensa y no tienen que esperar ninguna otra.
Jesús no reprueba el ayuno, ni tampoco el que se practica voluntariamente. Puede ser expresión auténtica del deseo de hacer penitencia. Pero el que ayuna debe ungirse la cabeza y lavarse la cara. La gente no debe notar lo que él hace. Exteriormente debe aparecer con un aspecto normal, con un exterior aseado y con semblante alegre. Entonces está garantizado que la dirección hacia Dios no está desbaratada por la dirección hacia los hombres. Lo que así permanece oculto, será visto y recompensado por Dios, porque Dios también contempla lo que está escondido, conoce los deseos del corazón, la pureza de intención y la renuncia a la ostentación externa. Estos versículos sobre el ayuno valen para el tiempo en que Jesús, el esposo, está separado de nosotros. Mientras vive con los discípulos y lleva a término la obra de Dios en la tierra, es tiempo de alegría, ya que «el esposo está con ellos. Tiempo llegará en que les quiten al esposo y entonces ayunarán» (Mateo 9; 15). Entonces empezará un nuevo ayuno, con la esperanza del regreso del esposo: Es tiempo de tristeza por la separación, pero también es tiempo para prepararse, tiempo de reparación por los pecados propios y por todos los pecados del mundo, tiempo de la espera vigilante y del humilde servicio del esclavo, hasta que de hecho se celebren las bodas del Cordero con su esposa, la Iglesia (Apocalipsis_22:3  ss).
 Nuestro ayuno conoce formas distintas de las que eran usuales entre los judíos de aquel tiempo, entre los antiguos cristianos y también en la edad media. La índole adecuada al tiempo, de nuestro ayuno, también debe medirse con esta instrucción de Jesús. También aquí está al acecho, precisamente entre los «piadosos», el peligro de la hipocresía y de servir a los hombres. Solamente podemos estar seguros de ayunar ante Dios, si evitamos cualquier mirada de soslayo al prójimo y nos gusta quedar ocultos.

  La ley de Moisés especificó un solo ayuno para ser observado anualmente en el día de la expiación. Levítico_16:29-34, "En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas". Salmos_35:13, "afligí con ayuno mi alma".
La tradición inventó muchos ayunos. Lucas_18:12, "ayuno dos veces a la semana". Los judíos ayunaban cuando había peligros y problemas de cualquiera clase, en tiempo de luto, y para manifestar el arrepentimiento. Creían que el ayuno intensificaba el pesar por el pecado.
  Los discípulos de Juan ayunaban. Mateo_9:14.
 Jesús no requiere ni prohibe el ayunar. Sus discípulos, por ser judíos, ayunaban. Era práctica religiosa bien establecida. Jesús enseña sobre el tema para condenar la hipocresía, y para enfatizar la necesidad de servir a Dios con corazón sincero. Otra vez El habla del mal ejemplo de los hipócritas. Mateo_5:20, "Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos". No habrá hipócritas en el cielo.
  No fingir la tristeza. Los hipócritas no sentían tristeza por sus pecados, sino que solamente fingían la humildad y la tristeza. En lugar de poseer y demostrar la verdadera piedad, solamente la fingían. Tal "humildad" falsa (fingida) es más bien soberbia. "Ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan". Demudaban o desfiguraban sus caras. No se lavaban, no se peinaban, no se ungían y se cubrían de ceniza, para indicar una devoción profunda. Querían indicar con este "disfraz" que estaban muy afligidos por Dios. Era "otra cara"; no la cara natural. Por eso, eran hipócritas (palabra que viene de la práctica de los actores griegos y romanos de usar máscaras). Isaías_58:3-11 y Zaccarías_7:1-7 denuncian los ayunos falsos y engañosos. Isaías explica bien el ayuno verdadero que Dios acepta.

              En realidad tales hombres eran incrédulos. El pueblo escogido de Dios no creía en El. Si hubiera creído en Dios, habría sabido que Él es omnisciente y que no le podían engañar. La verdad es que no le tomaban en cuenta. Sus actos religiosos eran para los ojos (la atención y el aplauso) de los hombres y no para los ojos de Dios.
  ¿Qué aprendemos de esto nosotros? No hay peligro de que algún hermano literalmente practique el ayuno hipócrita que los judíos practicaban, pero este texto es otro ejemplo del peligro de participar en actos religiosos para ser vistos de los hombres (para impresionarles y recibir su alabanza).
             
              Presupone que ellos sí ayunaban, y que seguirían ayunando. El orar, el dar limosna y el ayunar eran prácticas comunes.  La apariencia debe ser normal. "Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará" , es decir, ser normal en su apariencia, como si no ayunara, que no haya diferencia en su apariencia si ayuna o si no ayuna. Seguir su actividad normal, trabajando, yendo al centro, paseándose sin mostrar o exhibir en forma alguna el hecho de estar ayunando.
 (A veces parece que algunas personas llevan por un tiempo excesivo el vestido negro para manifestar su tristeza por algún ser querido).
 1Corintios_7:29-30, "Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto; resta pues, que los que... lloran (sean) como si no llorasen".
 Esta conducta es lo opuesto de la práctica de los hipócritas. Ellos, no estando afligidos, daban la apariencia de aflicción. Jesús enseña que, estando verdaderamente afligidos, que no se dé la apariencia de aflicción.
Hay dos recompensas:
ser alabados por los hombres, o   ser aceptados y bendecidos por Dios.
              
              Jesús no requiere que ayunemos, ni tampoco lo prohíbe  Mateo_6:16-18 condena la hipocresía. El ayunar -- un acto que debe ser para agradar a Dios -- no debe practicarse para impresionar a los hombres.
  Mateo_9:15, el ayunar tiene que ser apropiado. "¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán". Hay tiempo apropiado para ayunar. Debe ser expresión natural de los sentimientos el alma. Es por esto que el Señor no lo manda. La persona que verdaderamente se siente afligida ayuna (la tristeza le obliga a ayunar), pero ¿cuántas personas podrían verdaderamente sentirse afligidas dos veces por semana como cosa obligatoria y rutina?
             
    Sin duda alguna, el ayunar ha beneficiado (y sigue beneficiando) a muchas personas, pero no tiene valor en sí como ceremonia espritual. Nos engañamos si creemos que somos más espirituales simplemente porque ayunamos cada mes, o cada semana o dos veces por semana. Como ya hemos visto, el ayuno es la expresión natural y normal del alma.
  Acompaña la oración, Hechos_13:3; Hechos_14:23. El ayunar suprime el apetito físico para dar énfasis a la alimentación del alma en comunicación con Dios. Es muy posible que la pura intensidad de las cosas espirituales nos haga descuidar los apetitos del cuerpo. En los dos textos citados los apóstoles y otros hermanos estaban ocupados en obra supremamente importante. Juan_4:31-32, los discípulos se preocupaban porque Jesús no había comido. "Rabí, come. Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis". El ayunar se puede comparar con el abstenerse de otras cosas físicas, por ejemplo, el acto sexual. De esto habla Pablo en 1Corintios_7:5, "No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia". La esencia de ayunar aceptablemente es que el alma reciba más atención mientras que el cuerpo reciba menos.
 ¿Tiene valor espiritual, pues? Si el ayunar ayuda en obedecer los textos que requieren la abnegación de sí ( Mat_16:24; Rom_12:1; 1Co_9:27), entonces se puede decir que es muy provechoso ayunar. Si te ayuda, hazlo.
              Pero lo que Dios quiere no es el ayunar mismo, sino lo que el ayunar debe producir, es decir,  el verdadero arrepentimiento y cambio de carácter, la transformación del hombre en la imagen de Cristo. El ayunar es bueno, pues, si ayuda en la lucha contra la carne.
             Sin embargo, es necesario advertir que en todas las cartas que hablan tanto de la lucha entre la carne y el espíritu (  Rom_8:1-11; Gál_5:16-24; Efe_4:21-32; Col_3:1-12, etc.), nunca se enseña que el ayunar es un medio efectivo para ganar la victoria sobre la carne.
  Los ayunos de Pablo (2Co_6:5; 2Co_11:27) no eran voluntarios, sino privaciones que sufría en la obra.
             
              Jesús ni manda ni prohibe el ayunar, sino incluye el tema en su denuncia de la hipocresía de los que hacían su justicia para ser alabados por los hombres. Enseña Jesús que el ayunar debe ser cosa privada, hecha en secreto, y no en manera ostentosa. El ayudar debe ser un acto completamente normal, la expresión natural del alma. Debe haber una razón para ayudan; no debe ser fingido.
   El ayunar no es mandamiento del Nuevo Testamento. No hay texto que especifique algún ayuno, especificando quiénes deben ayunar, cuándo deben ayunar, qué tan frecuente, de cuánta duración, etc., sino que es necesario que el ayuno sea de beneficio para el alma. Está en la misma categoría con todos los demás actos de abnegación de sí.
 También debe ser compatible con la buena salud. El cristiano bien puede sufrir físicamente por Cristo (Mat_5:10-12), pero no hay texto alguno que indique que el cristiano debiera perjudicar su salud física o mental para controlar sus apetitos. (1Co_9:27, Pablo no dio golpes literales a su cuerpo).
              Todos debemos humillarnos y arrepentirnos cuando pecamos. Si el ayunar, o vestirse de cilicio y ceniza, etc. nos ayuda a afligirnos, entonces son cosas buenas. Debemos ser pobres en espíritu (Mat_5:3), y llorar por los pecados (Mat_5:4), como la mujer de Luc_7:37-38, para producir el arrepentimiento genuino, 2Co_7:10.
           
           


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