} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: AUTOEXAMEN PERMANENTE DEL CRISTIANO

sábado, 29 de abril de 2017

AUTOEXAMEN PERMANENTE DEL CRISTIANO



Job 31:1  Hice pacto con mis ojos; ¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?
 2  Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente de las alturas?
 3  ¿Por ventura no hay quebrantamiento para el impío, y extrañamiento para los que obran iniquidad?
 4  ¿Por ventura no ve él mis caminos, y cuenta todos mis pasos?
 5  Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño,
 6  péseme Dios en balanzas de justicia, y conocerá mi perfección.
 7  Si mis pasos se apartaron del camino, y si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo se apegó a mis manos,
 8  siembre yo, y otro coma, y mis verduras sean arrancadas.
 9  Si fue mi corazón engañado acerca de mujer, y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,
 10  muela para otro mi mujer, y sobre ella otros se encorven.
 11  Porque es maldad e iniquidad, comprobada.
 12  Porque es fuego que devoraría hasta el sepulcro, y desarraigaría toda mi hacienda.
 13  Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, cuando ellos pleitearan conmigo,
 14  ¿qué haría yo cuando Dios se levantase? Y cuando él visitara, ¿qué le respondería yo?
 15  ¿Por ventura el que en el vientre me hizo a mí, no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso un mismo autor en la matriz?
 16  Si estorbé el contento de los pobres, e hice desfallecer los ojos de la viuda;
 17  y si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano;
 18  (porque desde mi juventud creció conmigo el huérfano como con padre, y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);
 19  si he visto que pereciera alguno sin vestido, y al menesteroso sin cobertura;
 20  si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis ovejas se calentaron;
 21  si alcé contra el huérfano mi mano, aunque viese que me ayudarían en la puerta;
 22  mi espalda se caiga de mi hombro, y mi brazo sea quebrado de mi canilla.
 23  Porque temí el castigo de Dios, contra cuya alteza yo no tendría poder.
 24  Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú;
 25  si me alegré de que mi hacienda se multiplicase, y de que mi mano hallase mucho;
 26  si he mirado al sol cuando resplandecía, y a la luna cuando iba hermosa,
 27  y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano,
 28  esto también fuera maldad comprobada; porque habría negado al Dios soberano.
 29  Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal;
 30  que ni aun entregué al pecado mi paladar, pidiendo maldición para su alma;
 31  cuando mis domésticos decían: ¡Quién nos diese de su carne! Nunca nos hartaríamos.
 32  El extranjero no tenía fuera la noche; mis puertas abría al caminante.
 33  Si encubrí, como los hombres mis prevaricaciones, escondiendo en mi seno mi iniquidad;
 34  si temí a la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta,
 35  ¡quién me diera quien me oyese! He aquí mi señal es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me hiciera el proceso.
 36  Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ataría en lugar de coronas.
 37  Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me llegaría a él.
 38  Si mi tierra clamara contra mí, y llorarán todos sus surcos;
 39  si comí su sustancia sin dinero, o afligí el alma de sus dueños;
 40  en lugar de trigo me nazcan espinos, y abrojos en lugar de cebada. Se acaban las palabras de Job.
(La Biblia de Casiodoro de Reina 1569)



Para probar su inocencia, el desventurado varón de Hus pasa revista a las diversas clases de transgresiones, para declarar que no ha tenido parte en ellas. Job no sólo había evitado cometer un pecado grave como el adulterio, sino que ni siquiera había dado el primer paso hacia ese pecado al mirar a una mujer con un deseo lujurioso. Job dijo que era inocente tanto de los pecados externos como de los internos. En el capítulo 29, repasa sus buenas acciones. En este capítulo 31 hace una lista de los pecados que no ha cometido: ni en su corazón ni en contra de sus vecinos ni contra Dios.
Job no dijo por jactancia las cosas que aquí se registran, sino en respuesta a la acusación de hipocresía. Entendía la naturaleza espiritual de los mandamientos de Dios, que alcanza a los pensamientos e intenciones del corazón. Mejor es dejar que nuestros actos hablen por nosotros; pero en algunos casos, por nosotros mismos y por la causa de Dios, debemos protestar solemnemente nuestra inocencia de los delitos de los cuales se nos acusa falsamente. Las concupiscencias de la carne y el amor del mundo son dos rocas fatales contra las cuales choca la gente; Job protesta que siempre estuvo cuidadosamente alerta contra ellas. Dios toma más exacta nota de nosotros, que nosotros mismos; por tanto, andemos con prudencia. Evitaba con cuidado todo medio pecaminoso de obtener riqueza. Temía toda ganancia ilícita tanto como todo placer prohibido. Lo que tenemos en el mundo puede usarse con comodidad o perderse con tranquilidad, si se obtuvo honestamente. Sin honestidad y fidelidad estricta en todos nuestros tratos, no podemos tener una evidencia de verdadera santidad. ¡Sin embargo, cuántos religosos profesantes son incapaces de permanecer en esta piedra de toque!

Todas las contaminaciones de la vida proceden de un corazón engañado. La lujuria es un fuego en el alma: se dice que quema a quienes le dan el gusto. Consume todo lo que hay de bueno y desola la conciencia. Enciende el fuego de la ira de Dios, el cual, si no es sofocado por la sangre de Cristo, consumirá hasta la destrucción eterna. Consume el cuerpo; consume la sustancia. Las lujurias ardientes acarrean juicios ardientes.
Job tenía una familia numerosa y la administraba bien. Considera que tiene un Amo en el cielo, y como seríamos deshechos si Dios fuera severo con nosotros, debemos ser mansos y amables con quienes nos relacionemos. Job afirma que depender de la riqueza para la felicidad es idolatría y es negar al Dios del cielo. Disculpamos la obsesión que tiene nuestra sociedad con dinero y posesiones como un mal necesario o "la manera en la que las cosas funcionan" en el mundo moderno. Pero todas las sociedades en cada época han valorado el poder y el prestigio que acarrea el dinero. Los verdaderos creyentes deben librarse del deseo arraigado de mayor poder, más prestigio y más posesiones. Tampoco deben negarse a compartir sus recursos con vecinos cercanos y lejanos que se encuentren en desesperadas necesidades físicas.

La conciencia de Job atestigua de su conducta justa y caritativa hacia el pobre. Job aduce que ha ido más allá de las costumbres de su época y que ha tratado a sus sirvientes como si tuvieran derechos como seres humanos, de la misma familia, cuando la sociedad contemporánea le hubiera permitido tratarlos como posesiones.
Se extiende mucho en este tema, porque fue particularmente acusado al respecto. Fue tierno con todos y a nadie perjudicó. Obsérvese los principios por los cuales Job se abstenía de ser inmisericorde y no caritativo. Consideraba que si hacía mal al pobre era como ir contra el Señor, al cual temía. El respeto de los intereses mundanos puede frenar a un hombre en la comisión de delitos; pero solo la gracia de Dios puede hacer que odie, tema y evite los pensamientos y los deseos pecaminosos.

Job protesta:
 1. Que nunca puso su corazón en la riqueza de este mundo. ¡Cuán pocos son los religiosos profesantes prósperos que pueden acudir al Señor como testigo de que no se han regocijado porque sus ganancias eran grandes! Debido a la determinación de ser ricos, hay muchos que arruinan sus almas o los atraviesan con muchos pesares.
2. Nunca fue culpable de idolatría. La fuente de la idolatría está en el corazón, y corrompe a los hombres, y provoca a Dios para que envíe juicios contra una nación. La idolatría es el único pecado religioso en el catálogo de crímenes de Job. Era normal en el mundo de la antigüedad adorar los cuerpos celestiales, pero para Job tal adoración hubiera sido servir a lo creado en lugar del Creador.

3. Tampoco deseaba ni se deleitaba en la herida de su peor enemigo. Si otros nos hacen mal, eso no justifica que nosotros se lo hagamos a ellos.
4. Nunca dejó de ser amable con los forasteros. La hospitalidad es un deber cristiano, 1 Pedro 4, 9 “Hospedaos amorosamente los unos a los otros sin murmuraciones

Job parece estar pensando aquí en ocasiones cuando hubiera podido pretender no saber de casos de necesidad. Ha sido generoso con los necesitados no sólo en casos de necesidad obvia, sino también en casos cuando él era el único que sabía de ella.
Job se descarga de la acusación de hipocresía. Nos cuesta mucho confesar nuestras faltas, estamos dispuestos a excusarlas y a echar la culpa a otras personas. “El que encubre sus pecados, no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia, Proverbios 28, 13.
 Él habla de su valor en lo que es bueno, como prueba de su sinceridad en esto. Cuando los hombres obtienen injustamente propiedades, son despojados justamente del consuelo de aquellas; se sembró trigo, pero brotarán cardos. Lo que los hombres no obtengan honestamente, nunca les hará ningún bien. Job dijo que no había tratado de esconder su pecado como lo hacen los hombres con frecuencia. El temor de que nuestros pecados sean descubiertos nos lleva a patrones de engaño. Nos cubrimos con mentiras para parecer buenos ante los demás. Pero no podemos escondernos de Dios.
Tu que lees esto  ¿Procuras que la gente no pueda ver tu verdadero yo? Reconoce tus pecados y libérate para poder recibir perdón y una nueva vida.

Las palabras de Job terminan. Job termina su juramento formal de inocencia diciendo: He aquí mi firma, como si fuera un documento escrito. Anhela contar con la lista de cargos que Dios tiene contra él, para compararla con su propia declaración de inocencia. No sería humillado por los cargos de su acusador, tan seguro está de que probarían su inocencia que se la ceñiría cual corona. No se acercaría a Dios como un criminal sino como un hombre inocente que puede responder a aquello de la que se le acusa. Terminan con la osada afirmación de que él puede apelar a Dios respecto de la acusación contra su carácter moral y religioso como causa de sus sufrimientos. Sin embargo, por confiado que fuera Job, veremos que estaba equivocado, Si dijéremos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y no hay verdad en nosotros. 1 Juan 1, 8.
Que todos nos juzguemos a nosotros mismos; en lo que seamos culpables busquemos el perdón en esa sangre de Cristo que limpia de todo pecado; quiera el Señor tener misericordia de nosotros, ¡y escribir sus leyes en nuestros corazones!


¡Maranatha! ¡Sí, ven Señor Jesús!

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