} EL CAMINO: LA SALVACIÓN ES POR FE EN JESUCRISTO: LA CENA O MESA DEL SEÑOR

jueves, 4 de mayo de 2017

LA CENA O MESA DEL SEÑOR


1 Corintios 11:23-27  Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó el pan;
   y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
   Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el Nuevo testamento en mi sangre; haced esto todas las veces que bebiereis, en memoria de mí.
   Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
   De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
 (La Biblia  Casiodoro de Reina 1569)

El «congregarse en común» no se entendía sólo en el sentido de una reunión exterior o también, evidentemente, en una habitación lo más amplia posible de una casa privada. Se entendía asimismo en el sentido de un acuerdo íntimo de los reunidos, mientras que hoy, para nosotros, todo está ordenado, en el espacio, hacia adelante, y en el contenido hacia arriba. Sólo ahora, en nuestro más inmediato presente, comenzamos a experimentar, concebir y plantear de otra manera los espacios de las iglesias o congregaciones.  

Que tampoco una más fuerte acentuación de lo horizontal sea ya por sí sola una garantía de la realización de una auténtica imagen de la Iglesia es algo que el presente capítulo de corintios enseña de manera más que clara y expresiva. Su motivo se encuentra justamente en este nivel, es decir, en el fallo de la comunidad en lo referente a la fraternidad.

En cierto modo el Apóstol no se extraña de que en la comunidad aparezcan abusos tan funestos. Por la profecía sabe de las cosas que precederán al juicio. A través de este género de tentaciones «conviene» que se manifieste la sólida virtud de los cristianos auténticos. Es un serio «conviene», por el cual el Apóstol no se siente muy consolado, pero que le ayuda a soportar la prueba con resignación. En la posterior historia de la Iglesia se ha tenido que recordar muchas veces esta palabra. Pero nadie puede consolarse fácilmente con ella y dejar que siga habiendo divisiones. Tampoco lo hace así el Apóstol, sino que batalla por la unidad de la comunidad, de la Iglesia.

Una vez que Pablo ha pronunciado su más enérgica reprensión contra el modo de celebrar sus solemnidades los corintios, quiere mostrarles ahora positivamente en qué estilo, sentido y espíritu deben celebrar estas reuniones. Para ello, busca un apoyo en la misma institución de la cena del Señor. A tal fin, necesita sólo recordar el texto exacto de la liturgia de la institución, bien conocido de los corintios y recitado en cada solemnidad. De aquí deducirá luego todo lo demás. Propiamente hablando, en las palabras de Jesús y en el hecho que indican, se encierra todo.

No hay ningún otro pasaje en todo el Nuevo Testamento que tenga tanto interés como este. Entre otras cosas, es la base para el acto de culto más sagrado de la Iglesia Cristiana, la Santa Cena; y también, como esta carta es anterior a los primeros evangelios, este es de hecho el primer reportaje que tenemos, no sólo de la institución de la Santa Cena, sino de ninguna palabra del Señor Jesús.
La Santa Cena no querrá decir nunca lo mismo para dos personas diferentes; pero no tenemos que entenderla totalmente para recibir bendición. Como ha dicho alguien, " no tenemos que entender la composición química del pan para digerirlo y asimilarlo y alimentarnos de él.» Pero, a pesar de eso, haremos bien en intentar entender por lo menos algo de lo que quería decir Jesús cuando habló así del pan y del vino.

  Esa comida común de los corintios pervertía la Cena del Señor. No tenía autorización alguna, ni aun estando libre de abusos. Después de condenar aquello, ahora Pablo pasa a recordarles de cómo debe ser celebrada la Cena del Señor. Así se ve claramente el contraste entre lo carnal de la comida de los corintios y lo espiritual de la Cena del Señor.
            No les dice nada nuevo, sino resume la institución de la Cena. Les recuerda que lo que les había entregado cuando estaba con ellos en el principio es exactamente lo mismo que él había recibido del Señor directamente por inspiración. Es cierto que no estuvo presente en la institución de la Cena, pero su información acerca de ella la recibió de parte de Cristo mismo.
             
              El Señor mismo es quien instituyó la Cena, y lo hizo la noche que fue entregado (Mateo_26:14-56). Esta verdad subraya la asociación de la Cena del Señor con la muerte de él.
El pan que tomó fue el pan de la Pascua que estaba delante de él en la mesa, que era pan sin levadura (Mateo_26:17; Éxodo_12:15). «Tomó pan y, recitando la acción de gracias, lo partió y dijo.» " Esto es Mi cuerpo» -dijo del pan. Un hecho muy sencillo nos impide tomar estas palabras literalmente. Cuando Jesús estaba hablando, estaba todavía en Su cuerpo humano; y nada estaba más claro que el que Su cuerpo y el pan eran dos cosas bien diferentes y aparte. Pero tampoco dijo simplemente: " Esto representa Mi cuerpo.» En un sentido, eso es cierto: el pan que troceamos en el sacramento representa el cuerpo de Cristo; pero hace más que representar. Para la persona que lo toma en su mano y se lo lleva a la boca con fe y amor, es un medio no sólo de recuerdo sino de contacto vital con Jesucristo. Para uno que no fuera creyente no sería nada más que pan; para el que ama a Cristo es una manera de entrar en comunión con ÉL
 Jesús cumple, también en su comportamiento exterior, un ceremonial. Esto es importante a la hora de entender la recitación de acción de gracias. De acuerdo con su origen en el ritual judío, se trata aquí de la bendición de la mesa, que no se divide en una oración antes y otra acción de gracias después, sino que, al dar gracias a Dios por sus dones, consigue la bendición divina.
Agradecer y bendecir eran una misma cosa. El delgado pan se partía a fin de dar a cada uno de los comensales una parte del mismo. Pero también aquí se puede rastrear el deseo del Apóstol de hacer comprender a los corintios cuán poco se compagina con esto su propia conducta, que no reparte nada. Está bien claro lo que Jesús quiere decir con estas palabras: es el cuerpo que se entregará por ellos a la muerte muy pronto, en la terrible y tangible visión de la cruz, y ya ahora en el ocultamiento y en la significación del pan, partido en comida.
Sabemos lo que Dios quiere por lo que ha hecho. Jesús usó aquel pan, y no cualquier pan. No hay autorización bíblica alguna para el uso de pan con levadura en la Cena del Señor.
  Jesús tomó el pan (una torta sin levadura) y dio gracias por él. Aquí y en Lucas_22:19 el texto dice que Jesús dio gracias, mientras que en Mateo_26:26 y en Marcos_14:22 el texto dice que tomó el pan, lo bendijo, y luego lo partió.
De esto aprendemos que bendecir el pan equivale a dar gracias por él. Al decir en oración lo que representa el pan (así lo bendecimos), en seguida damos a Dios gracias por él.   Esto es lo que debemos hacer antes de comer el pan de la Cena del Señor.
 (Dar gracias a Dios por otras miles de cosas pertenece a otras ocasiones, y no a ésta).
              Obviamente Jesús no se refería a su cuerpo literal, pues estuvo presente en cuerpo cuando lo dijo, y los discípulos no comieron su cuerpo físico. Cuando terminaron de comer el pan, Cristo todavía estaba allí delante de ellos en cuerpo. Además, no es creíble que ellos bebieran la sangre literal de Cristo, pues al judío (y a todos) se le prohibía comer sangre (Levitico_17:10; Deuteronomio_12:16; Génesis_9:4).
            La doctrina católica romana de la “transubstanciación” (que la substancia de pan se cambia en la substancia de cuerpo físico y literal, y que la substancia de fruto de la vid se cambia en la substancia de sangre física y literal) es una invención humana, como también la doctrina luterana de la “consubstanciación” (que la substancia del cuerpo y de la sangre de Cristo están presentes juntamente con la substancia del pan y del fruto de la vid).
            Según el apóstol Pablo, ese pan era pan antes de la bendición, y después de ella. Lo que tomaron era pan, y lo que comieron era pan, no cuerpo.
            El pan de la Cena del Señor es su cuerpo en representación, exactamente como “él es Elías” (Mateo_11:14) quiere decir que Juan el Bautista era Elías en representación (Mateo_17:10-13), no en persona.
 Una cosa es símbolo, o representación, de la otra.
            Al decir Jesús, “Yo soy la puerta” (Juan_10:9), decía que él representaba la entrada al cielo. De igual manera en la Cena del Señor, la persona come del pan pensando en que Cristo sacrificó su cuerpo en la muerte de la cruz, y así lo conmemora.
            El pan es el cuerpo de Cristo como la copa (el fruto de la vid) es el nuevo pacto. Al tomar la copa (el jugo de uva) la persona participa de los beneficios del pacto y al comer el pan participa de los beneficios de la muerte de Cristo en la cruz.

              La Cena del Señor fue instituida en seguida de que comieron la Pascua (Mateo_26:26; Marcos_14:22; Lucas_22:20).
  Al decir “copa”, Jesús se refiere al fruto de la vid (el jugo de uva), pues esta “copa” ¡se bebe!. Ningún recipiente de líquidos se puede beber.
            Esta “copa” aquí referida es el nuevo pacto (en representación, o símbolo), y ¡seguramente ningún recipiente de materia es el (o, puede representar al) nuevo pacto de Cristo!
            El fruto de la vid representa el nuevo pacto porque representa la “sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo_26:28). Para que el nuevo pacto fuera ratificado, Jesús tuvo que derramar su sangre (Hebreos_9:15-17).
            Un pacto es una relación en la que entran dos personas. Había un Antiguo Pacto entre Dios y el pueblo de Israel que estaba basado en la Ley. En él Dios había elegido y se había acercado al pueblo de Israel, llegando a ser de una manera especial su Dios; pero había una condición: si esa relación había de durar, tenían que cumplir la Ley (Exodo_24:1-8). Con Jesús se ofrece a la humanidad una nueva relación que depende, no de la ley, sino del amor; no de la fidelidad con que el hombre cumpla la ley -porque no puede-, sino de la buena voluntad gratuita y generosa de Dios que nos la ofrece.
Bajo el Antiguo Pacto uno no podía hacer más que temer a Dios, porque estaba siempre en deuda con Él ya que no podía nunca cumplir perfectamente la ley; bajo el Nuevo Pacto uno acude a Dios como un hijo a su padre. Mírese como se mire, Le costó la vida a Jesús hacer posible esta nueva relación con Dios. «La sangre es la vida,» decía la ley Deuteronomio_12:23; costó la vida de Jesús, Su sangre, como diría un judío. Así que el vino rojo de la Comunión representa la sangre vital de Cristo, sin la cual el Nuevo Pacto, la nueva relación con Dios, no habría sido posible.

Este pacto es nuevo en calidad (Hebreos_8:8-13), reemplazando el otro pacto que se envejeció y fue quitado, clavado en la cruz (Hebreos_8:13; Colosenses_2:14). Fue establecido en base a la muerte de Cristo en la cruz. La sangre de Cristo es la razón por qué el cristiano puede gozar de las bendiciones del nuevo pacto.
  Aquí un pacto, o acuerdo, entre Dios y los hombres, por medio de Jesucristo, pero solamente Dios pone los términos del pacto.    Hebreos_9:11-22.
              La copa se bebe (pero no el recipiente). Por metonimia se presenta el contenido (el jugo) con el nombre del continente (la copa, o cáliz).
            Siempre que se bebe la copa, debe ser con el fin ahora estipulado; a saber, para recordar a Jesús en su muerte en la cruz.
            La Cena del Señor se celebraba regularmente, cada primer día de la semana. Tenemos un ejemplo apostólico de esto en Hechos 20:7. A esta verdad atestiguan los historiadores primitivos.
            Las iglesias protestantes tratan de dar a esta frase el sentido de que no hay regularidad en el tiempo de la observancia de la Cena. Pero la idea no es de qué tan a menudo hacerlo, sino de que siempre la observancia sea para recordar lo que ha hecho Cristo por nosotros. La frecuencia de tomar la Cena del Señor es determinada por el ejemplo apostólico.
             
Seguramente la Cena del Señor no es para satisfacer hambre física. Ella fue instituida “después” de la cena de la pascua que sí satisfizo hambre física. Cenas para el hambre física deben ser comidas en las casas de la gente, y no en la asamblea de la iglesia.

              El pan es comido y la copa es bebida. Obviamente, la copa  es el fruto de la vid, el jugo, y no el vaso o continente. Debe notarse que los discípulos no solamente comieron el pan, sino también bebieron la copa.

 El clero romano no da la copa a los feligreses, sino solamente el pan. Se argumenta que el pan, por ser el cuerpo de Cristo, y por contener el cuerpo sangre, basta para que la persona solamente coma el pan. Bueno, si su lógica tiene validez, el pan debe bastar ¡también para los sacerdotes! ¿Ellos nada más comen la “hostia”, sin tomar el vino?

              Cada primer día de la semana la iglesia de Cristo proclama a todo el mundo, con tomar la Cena del Señor, que Cristo murió por todos los hombres, y que su muerte es la razón por que Dios puede mostrar misericordia a los pecadores.
            La iglesia continuará haciendo esta proclamación (predicación) hasta que Cristo venga la segunda vez (Hebreos_9:28). Esta Cena proclama que Cristo murió por todos, reina ahora en los cielos, y de allí volverá en el día final. Ella mira tanto para atrás, como para delante. Cuando él venga la segunda vez, no habrá por qué continuar celebrando la Cena.  
  El texto griego emplea el tiempo presente, “sigan haciendo esto”. La Cena del Señor se observa cada primer día de la semana en obediencia a este mandamiento Hechos _20:7.
            Esta cena espiritual tiene por propósito conmemorar la muerte de Cristo por nosotros. Se revive la realidad del siglo primero que sucedió en la crucifixión de Jesucristo.  

     
 Pablo acaba de reprender a los que, con sus partidismos y diferencias de clases dividen la Iglesia; así es que esto quiere decir que el que come y bebe indignamente es el que no se ha dado cuenta de que toda la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, y no está en armonía con su hermano. Toda persona en cuyo corazón hay odio, amargura, desprecio contra otro, al acercarse a la Mesa del Señor come y bebe indignamente. Así que comer y beber indignamente es no tener el
sentimiento de la grandeza de lo que se está haciendo, y hacerlo cuando no se está en armonía con el hermano por quien Cristo murió.
Pablo pasa a decir que las desgracias que han sobrevenido a la iglesia de Corinto ( y a las de hoy en día) puede que sean debidas al hecho de que se acercan a la Mesa del Señor cuando hay divisiones entre ellos; pero esas desgracias no son para destruirlos, sino para disciplinarlos y hacerlos volver al camino de Dios.
Debemos tener clara una cosa. La frase que prohíbe el que una persona coma y beba indignamente no excluye al que es pecador y lo sabe. Si la Mesa del Señor fuera sólo para los perfectos, ninguno podríamos acercarnos. El acceso no está nunca cerrado para el pecador arrepentido. Para el que ama a Dios y a sus semejantes, el camino está siempre abierto; y sus pecados, aunque sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos.

             
             
 ¡Maranatha!


             
             
       


             


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