Aunque el pueblo de Israel terminó desobedeciendo a Dios, aquí en el relato de Josué podemos comprender lo maravilloso que es obedecer a Dios, poniendo nuestro empeño en ello, Dios conoce nuestras intenciones, y por su gracia recibiremos grandes Misericordias. Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios en la Biblia en:
Josué 5:13 Estando Josué
cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un
varón que estaba delante de él, el cual
tenía una espada desenvainada en su mano.
Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?
14 El respondió: No;
mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró;
y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a
su siervo?
15 Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué:
Quita el calzado de tus pies, porque el
lugar donde estás es santo. Y Josué así
lo hizo.
Josué 6:1 Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada,
a causa de los hijos de Israel;
nadie entraba ni salía.
2 Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su
rey, con sus varones de guerra.
3 Rodearéis,
pues, la ciudad todos los hombres
de guerra, yendo alrededor de la ciudad
una vez; y esto haréis durante seis
días.
4 Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de
carnero delante del arca; y al séptimo
día daréis siete vueltas a la ciudad, y
los sacerdotes tocarán las bocinas.
5 Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.
A Josué,
el Señor se le apareció como hombre para
que se notara su Presencia. Este Hombre era el Hijo de Dios, el Verbo eterno.
Josué le rindió honores divinos: Él los aceptó, cosa que un ángel creado no
hubiera hecho, y Él es llamado Jehová. Apareció como viajero a Abraham; a
Josué, como un guerrero. Cristo será para su gente según lo necesite la fe de cada
uno. Cristo tenía su espada en la mano, desenvainada, denotando que estaba
listo para la defensa y salvación de su pueblo. La espada giraba en todo
sentido. Josué sabrá si Él es amigo o enemigo. La causa entre israelitas y
cananeos, entre Cristo y Belcebú, no permite que ningún hombre rehuse ponerse a
favor de uno u otro bando, como podría hacer en las contiendas del mundo. La
pregunta de Josué demuestra un deseo fervoroso de conocer la voluntad de Cristo
y una grata disposición y resolución para hacerla. Todos los cristianos
verdaderos debemos pelear bajo la
bandera de Cristo, y venceremos por Su Presencia y ayuda.
Aunque Josué era el líder de Israel, todavía
estaba sometido a Dios, el Líder absoluto. El temor reverente y el respeto son
reacciones propias ante un Dios santo.
¿Cómo podemos demostrar respeto hacia Dios? Con
nuestras actitudes y acciones. Debemos reconocer el poder, la autoridad y el
amor profundo de Dios. Nuestras acciones deben demostrar nuestras actitudes
delante de los demás. El respeto a Dios es tan importante hoy como lo fue en
los tiempos de Josué, aunque ahora no se acostumbre a quitarse uno el zapato
para demostrarlo.
La ciudad
de Jericó, construida miles de años antes de que naciera Josué, era una de las
ciudades más antiguas del mundo. En algunas partes tenía muros fortificados que
medían hasta 7.50 m de alto y 6 m de ancho. Los soldados que montaban guardia
encima de los muros podían observar muchos kilómetros a la redonda. Jericó era
un símbolo de poder y fuerza militar, y los cananeos la consideraban
invencible.
Israel atacaría esta ciudad primero, y su
destrucción haría que cundiera el pánico en Canaán. Los cananeos vieron al Dios
de Israel como un dios de la naturaleza porque dividió el Jordán y como un dios
de la guerra porque derrotó a Sehón y a Og. Pero los cananeos no lo
consideraban un "dios de fortaleza" que podía conquistar una ciudad
amurallada. La derrota de Jericó demostró que el Dios de Israel no sólo era
superior a los dioses de los cananeos, sino que también era invencible.
¿Por qué
le dio el Señor a Josué todas estas instrucciones complicadas para la batalla?
Hay varias respuestas posibles:
-Dios
quería asegurar que fuera claro e innegable que la batalla dependería de El, y
no de las armas o destrezas de Israel. Por eso los sacerdotes que llevaban el
arca iban delante de los israelitas a la batalla, y no los soldados.
-El método
de Dios de tomar la ciudad aumentó el terror que ya se sentía en Jericó.
-Esta
extraña maniobra militar fue una prueba de la fe de los israelitas y su
disposición a seguir a Dios plenamente. El sonar de las trompetas tenía un
significado especial. Ellos habían recibido instrucciones de usar en la batalla
las mismas trompetas que usaban en sus festividades religiosas. Esto era para
recordarles que su victoria vendría del Señor, no de su poderío militar (Números 10:9 Y
cuando saliereis a la guerra en vuestra tierra contra el enemigo que os
molestare, tocaréis alarma con las trompetas; y seréis recordados por Jehová
vuestro Dios, y seréis salvos de vuestros enemigos.).
-La estrategia no convencional sugerida por Dios
incluía caminar en silencio y esperar. Esta peculiar marcha, repetida día tras
día, sin aparentes resultados, constituía una prueba de obediencia y confianza
de parte del pueblo (Salmos 37:34 Espera en Jehová, y guarda su camino, Y él te exaltará para heredar la tierra; Cuando
sean destruidos los pecadores, lo verás). También evidenciaba el poder
de los símbolos utilizados en el culto de Jehová, como se demuestra con el
desfile del arca y el continuo toque de trompetas.
El número siete simbolizaba la perfección y la
obra poderosa de Dios. Se le menciona por primera vez en la historia de la
creación (Génesis 2:2-3 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó
el día séptimo de toda la obra que hizo)
Muchos
pasajes en la Palabra de Dios nos instruyen a «esperar en Dios», a estar
quietos y callados en su presencia (Moisés, Éxodo 14:13-14;
Josafat, 2Crónicas 20:15-17; David, Salmos 37:7-8). Josué manda a los hijos de Israel
que mantengan silencio mientras caminan alrededor de la ciudad de Jericó. No
cabe duda de que Josué guardaba el recuerdo de que los 40 años de castigo en el
desierto se debieron a la murmuración incrédula del pueblo. En esa ocasión, los
espías regresaron con una información motivada por lo que la gente ve cuando no
está inspirada por el Espíritu Santo. Su destino quedó sellado cuando pusieron
en duda la capacidad de su pueblo para tomar la tierra prometida.
Con estas lecciones históricas en mente, la
directriz de Josué sobre mantenerse en silencio constituye una advertencia para
nosotros. Cuando confrontemos grandes retos, no permitamos que nuestros labios
pronuncien palabras incrédulas. No nos atrevas a pronunciar palabras
desmoralizadoras. ¡Las palabras pueden atar y desatar, de ahí la orden de
guardar silencio! Tras escuchar el grito
triunfal se verá la salvación del
Señor.
Podemos decidir lo que vemos o escuchamos, pero
la renuncia a manifestar duda o
temor inclinará nuestros corazones hacia lo que Dios puede hacer; estemos siempre atentos a la voz de Dios. Su
gracia, nos capacita para estar prestos a obedecer; demos gracias a Dios por la
obra que ha comenzado y no seamos estorbo para nuestro propio crecimiento.
Aprendamos de la obediencia de un pueblo, que tantas veces dio la espalda al
Señor y recibió su castigo; no sea que nosotros recibamos lo que merecemos por
nuestros pecados.