2 Pedro 3:18 Antes bien, creced en
la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea
gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
Como conclusión Pedro
nos dice ciertas cosas acerca de la vida cristiana:
La exhortación y el
deseo van unidos. Nos encontramos de nuevo con el deseo inicial. La gracia y el
conocimiento provienen de Cristo. Ambos deben aumentar y crecer. Toda vida es
movimiento y crecimiento. Sólo resistiremos en las dificultades si no nos
detenemos. Dios trabaja continuamente en nosotros y nos comunica sus dones;
también nosotros debemos estar siempre en camino, siempre activos, esforzarnos
celosamente, manteniendo ante los ojos nuestra magnífica meta.
El
cristiano es una persona que ha sido advertida. Es decir, no puede alegar
ignorancia. Sabe cuál es el verdadero camino y sus recompensas; conoce el
camino erróneo y sus desastres. No tiene derecho a esperar un camino fácil,
porque se le ha dicho que Cristianismo quiere decir Cruz, y se le ha advertido
que siempre habrá personas dispuestas a atacar y a pervertir la fe. Ser
advertido es estar prevenido; pero es también una grave responsabilidad, porque
el que conoce el bien y hace el mal merece una doble condenación.
El
cristiano es una persona con una base en su vida. Debe estar arraigada y
cimentada en la fe. Hay ciertas cosas de las que puede estar absolutamente
seguro. Nuestra mente no es una cama que
se pueda hacer y deshacer una y otra vez, sino que en ciertas cosas está hecha
definitivamente. Hay una cierta inflexibilidad en la vida cristiana; hay una
cierta base de fe que nunca cambia. El cristiano no dejará nunca de creer que
«Jesucristo es Señor» (Filipenses 2:11); y nunca
dejará de ser consciente de que se le impone el deber de hacer que su vida
armonice con su fe.
El
cristiano es una persona con una vida en desarrollo. La inflexibilidad de la
vida cristiana no es la rigidez de la muerte. El cristiano tiene que
experimentar diariamente la maravilla de la gracia, y crecer diariamente en los
dones que esa gracia puede producir; y debe penetrar diariamente más y más en
la maravilla que es Jesucristo. Un gran edificio tiene que tener un fundamento
firme y sólido para elevarse en el aire; y sólo cuando tiene raíces profundas
puede un gran árbol remontarse con sus ramas hacia el cielo. La vida cristiana
es al mismo tiempo una vida con un fundamento firme y con un crecimiento
constante hacia fuera y hacia arriba.
La carta concluye con
una doxología. Va dirigida a nuestro Señor y Salvador Jesucristo. De ordinario,
tales doxologías se dirigen a Dios (Judas 1:25).
La fe viva en la divinidad de Jesús ha llenado toda la carta y ha hecho que se
aplicasen a Jesús los títulos más elevados. Esta gran fe se manifiesta también
en la oración. La doxología no expresa un deseo; dice lo que es, reconociéndolo
y alabándolo: Cristo posee la plenitud de la gloria divina.
Posee la gloria ahora y
la poseerá en el día de su parusía; la poseerá para la eternidad. El día que él
traerá con su parusía en poder, no tendrá ocaso. «Jesucristo el mismo que ayer
es hoy y por los siglos». Así sea.
¡Maranatha! Sí, ven
Señor Jesús!
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